Matrix
Reloaded
Estados
Unidos (2003)
Hoy
me encontraba particularmente pedante y me he dicho: ¿por
qué no revelo a todos Ustedes lo que a mi entender son las
claves de Matrix II tres semanas antes del estreno de Matrix III?
Porque, claro, podría esperarme a ver Matrix Revolutions
para a continuación reseñar ambas películas
explicando su significado. Así iría sobre seguro y
me ahorraría el terreno pantanoso en el que me estoy metiendo,
explicando una serie de claves que luego pueden revelarse falsas,
lo que invalidaría todo este chapapote. Podría hacerlo,
pero no lo haré, porque a mí, igual que al expresidente
Ánsar, nunca me gustó el camino fácil (por
no hablar de que si luego resulta que mi interpretación es
la correcta "qué bueno, el chaval supo leer perfectamente
Matrix Reloaded", y si no "claro, él mismo lo decía,
lo normal es que en algo se equivocase).
Matrix
terminaba como una película claramente autoconclusiva, aunque
bien es cierto que dejaba una puerta abierta para edificar sobre
ella un sinnúmero de secuelas (e incluso "precuelas"),
que además podrían girar sobre ejes variopintos; por
ejemplo, podrían habernos mostrado una continuación
en donde la mayoría de los humanos conectados a Matrix se
desconectaran y, en plan Revelación, se dispusieran a luchar
contra las malignas máquinas, como parecía mostrar
el final de la primera parte. Sin embargo, todo lo que de importante
se supone que es el jodío Elegido para acaudillar la rebelión
contra las máquinas se ventila en la segunda parte con un
comentario casual "en seis meses hemos desconectado a más
gente que en seis años", y punto.
Realmente
los cinco minutos finales de Matrix sobraban desde la perspectiva
de hacer una continuación, y probablemente los hermanos Wachowski
aún estén arrepintiéndose de ellos. Mostrar
a un Elegido omnipotente, que puede volar en plan Superman, que
en apariencia desconecta Matrix, que puede soltar yoyah a quien
sea sin ningún problema, lo convierte en un personaje muy
poco interesante si luego se supone que su objetivo va a ser continuar
atizándose con las malvadas máquinas, porque uno no
puede evitar pensar "para qué tanto rollo si al final
ganará él seguro, pues es el Elegido y puede hacerlo
todo", más o menos lo mismo que convierte a Superman
en un personaje irrelevante.
Luego
estaba todo el rollo de la religión, del Elegido como predestinado
a serlo, de la Profecía,
Todas estas tonterías
de patio de colegio venían a mostrar bien a las claras en
Matrix que la oposición al frío racionalismo de las
máquinas sólo puede ser la capacidad intuitiva propia
de los humanos, pero exagerándola con profecías y
similares y llevándola al absurdo en Matrix Reloaded, donde
en ocasiones parece que los humanos están configurados bajo
el patrón de un integrista islámico que no ha leído
nada en su vida (o de un integrista católico que en su vida
sólo ha leído -muchas veces, eso sí- la Biblia,
que para eso fue el chaval a colegio de pago); sin embargo, el objetivo
de todo este -vomitivo- festival místico no es otro que desmentirlo
con más fuerza en la parte final de la película, aunque
cabe preguntarse si era preciso atormentarnos tanto durante más
de una hora para que luego captáramos en toda su enormidad
cuán equivocados estaban los personajes, que quedan por momentos
ridiculizados.
Matrix
Reloaded nos muestra un universo bastante más complicado
que el que veíamos en Matrix, donde se pone de manifiesto
que la capacidad de control de las máquinas va mucho más
allá de lo sospechado, y explica algunas de las incoherencias
de la primera parte (por ejemplo, si se supone que estamos en el
futuro y las máquinas han sido capaces de crear un universo
tan perfecto como Matrix, en el que sólo fallan los rebeldes
de Zion, ¿cómo es posible que no tengan tiempo para
crear aunque sólo sea un par de bombas atómicas de
nada con las que destruir a los humanos rebeldes, en lugar de enviarles
absurdos robots enormemente fáciles de desactivar?); descubrimos
que el Elegido, los rebeldes, Zion,
son eventualidades no
sólo previstas, sino generadas por el propio sistema, consciente
de que hasta en la sociedad más perfecta es preciso dejar
un espacio para los críticos, aunque, por supuesto, se trate
de un espacio también controlado (en este sentido el universo
de Matrix Reloaded se parece bastante al Mundo
Feliz de Huxley, y haría las delicias de cualquier paleomarxista
deseoso de poner de manifiesto las terribles contradicciones internas
del capitalismo transnacional y, sin embargo, las dificultades para
escapar de su lógica discursiva habida cuenta del afán
acaparador del Sistema). De esta forma, se explica cómo es
posible que los rebeldes puedan existir, cómo es posible
que el propio Elegido pueda existir, cómo es posible que
determinadas personas, en apariencia, puedan ver el futuro,
pueden hacerlo no porque tengan superpoderes físicos o psíquicos,
sino porque las máquinas han decidido que así sea,
los han preparado y programado para que hagan y vean ciertas cosas
que también están previstas.
Sin
embargo, aunque esta vuelta de tuerca al argumento de Matrix resulte
sugestiva, y permita que, al menos, no nos limitemos a criticar
la película como la bazofia que de otra manera podría
ser, Matrix Reloaded sigue padeciendo de una serie de lagunas de
importancia:
- Zion:
en la primera parte no aparece "la última ciudad humana",
pero un personaje (por cierto desaparecido sin mayor explicación
en esta segunda parte) se permite indicar algo así como que
"si mañana acabara la guerra, sería en Zion como
se celebraría"). En Matrix Reloaded aparece Zion y asistimos
alucinados a cómo, ante la noticia de que las máquinas
se disponen a llevar a cabo el ataque final contra la ciudad, la
reacción de sus habitantes es ponerse a bailar como posesos,
en una especie de fiesta rave en la que a uno le entran ganas de
huir del cine o apagar el televisor, según los casos. ¿Cómo
no van a celebrar el fin de la guerra si celebran, con entusiasmo,
su propio fin? Al parecer, en Zion cualquier excusa es buena para
montar un sarao; esto parece por momentos una sociedad creada íntegramente
por españoles, y al ver el patetismo de su comportamiento
y su ciega fe teológica como toda respuesta a las máquinas,
a uno le dan ganas de que éstas destruyan Zion lo antes posible,
para que, al menos, los jodíos rebeldes dejen de bailar.
- Smith:
el agente Smith se convirtió, sin duda, en el personaje más
carismático de la primera parte, lo cual tiene bastante mérito
en una película repleta de personajes muy marcados. Dado
que el agente Smith muere al final de Matrix, pero su presencia
en la continuación se hacía inexcusable, había
que sacarlo de alguna manera, pero además había que
aumentar considerablemente su capacidad para constituirse en una
némesis creíble del Elegido, pues si lo dejábamos
con sus capacidades de Agente aquello sería como si alguien
pudiera tomarse en serio, por ejemplo, que Irak constituía
un peligro para el mundo occidental tal y como lo conocemos. Así
que, ni cortos ni perezosos, los hermanos Wachowski convierten a
Smith en un virus capaz de duplicarse hasta el infinito, y capaz,
además, de hacerlo no sólo dentro de Matrix, sino
también fuera. El problema es que, aunque estos parámetros
iniciales son interesantes, quedan totalmente desvirtuados al llevarlos
a cabo. Smith se convierte en un personaje totalmente desdibujado,
no sólo por ser muchos agentes Smith, sino porque además
nadie sabe a ciencia cierta qué pinta en todo esto. Se supone
que Smith puede hacer las cosas que puede hacer porque comparte
un vínculo con el Elegido que le permite intuir dónde
está y qué es lo que piensa hacer. Dado que se supone
que el objetivo del Elegido es llegar al ordenador central de Matrix
para destruirlo, el objetivo de Smith parece ser llegar al mismo
lugar previsiblemente para controlar Matrix al completo, o algo
por el estilo (pues, como casi todo lo que rodea a Smith en Matrix
Reloaded, no está claro qué es lo que quiere más
allá, claro, de destruir a los Buenos, pues por algo él
es el Malo por antonomasia); sin embargo, en esta segunda parte
el objetivo no importa demasiado, por mucho que Smith -y todos los
demás personajes- se dedique a repetir continuamente que
"el objetivo es lo único importante", como diciendo
que todo está controlado por una instancia superior; lo importante,
al parecer, es sacar a Smith sin que venga demasiado a cuento, por
ejemplo en una absurda pelea de cientos de agentes Smith contra
el Elegido insoportablemente larga -pues todos los espectadores
tienen muy claro que al final, cuando el Elegido se canse de repartir
yoyah a una sucesión infinita de agentes Smith, se irá
volando y punto-, y además mal construida (si una de las
mejores características de Matrix era lo bien cuidada que
estaba la película en el aspecto formal, aquí flaquea
considerablemente en escenas como esta, que más parecen un
videojuego que otra cosa, con unos personajes claramente irreales,
retocados por ordenador).
- La
historia de amor entre el Elegido y Trinity, que en la primera parte
tenía claramente una razón de ser, aquí también
parece bastante absurda, ridícula por momentos. Parece que
el Elegido no se haya comido una rosca en su vida, pues su único
afán es liarse con su chica continuamente, siempre y en todo
lugar, sin ningún freno. Por Dios, chavalote, que eres el
Elegido, asín, con mayúsculas, un poco de decoro.
No es de recibo que aproveche unos pocos segundos a solas con su
chica en un ascensor para darse el lote en plan desesperado. En
general, las historias de amor suelen ser un pegote en las películas
de acción, un modo -se supone- de atraer al público
femenino a las salas de cine (lo cual, de paso, indica bien a las
claras qué opina el mundo del cine sobre el público
femenino), pero dado que parece imposible no tragar con la consabida
historia de amor, al menos que ésta se muestre con dignidad.
- En
líneas generales, esta película son dos películas
seguidas, la primera carente de ritmo e incluso de sentido (la propia
pelea con Smith, toda la acción que transcurre en Zion -con
el impagable discurso de Morfeo y el festival que obtiene por respuesta
como estrellas del desatino-, las peleas ridículas del Elegido
con supuestos vampiros -torpe explicación, en plan "qué
listo soy" -su plan habitual, vamos- de los hermanos Wachowski,
según la cual los vampiros, fantasmas, etc., son en realidad
programas informáticos que han dejado de trabajar para Matrix
y sobreviven en la clandestinidad- y con un chinito que se pone
a soltarle yoyah sin mayor sentido musitando luego un absurdo "para
conocer a alguien tienes que luchar con él", frase que
pasará sin duda a los anales del zen, el yin y el yan, y
todas esas tonterías producto de la civilización oriental,
que demuestran que dicha civilización jamás ha logrado
crear nada de interés y explican bien a las claras el porqué
de su rotundo fracaso como modelo de civilización, pero que
por desgracia tienen bastante influencia en la estética y
el argumento de Matrix), y la segunda mucho más interesante,
mejor hilada, y pensada además para desmentir todas las gilipolleces
exhibidas al principio. La cuestión es: ¿merecía
la pena atormentar al espectador con más de una hora de sinsentidos
a cambio de un posterior "tranquilos, no nos hemos vuelto locos,
nosotros también sabíamos que eran estupideces"?
Probablemente no; en primer lugar, porque no era necesario tanto
afán en ridiculizar las convicciones de los personajes; en
segundo lugar, porque el espectador no tiene porqué sufrir
las obsesiones megalómanas de los directores de la película,
y finalmente porque subyace la sospecha razonable de que, en realidad,
los directores no son plenamente conscientes de las barbaridades
que están haciendo, porque no sólo se trata de discursos
y acciones absurdas que luego quedarán convenientemente desmontadas,
sino también de escenas metidas con calzador en plan "en
realidad, lo que quiere el público no es filosofía
barata, sino que nos soltemos continuamente yoyah". Pues ni
lo uno ni lo otro; filosofía barata, la justa, pero si van
a sacar festivales de yoyah, al menos que estén mínimamente
justificados por el guión.
Pese
a estos errores de bulto, la parte final de Reloaded arregla algunos
desaguisados y nos permite, al menos, esperar con interés
la conclusión de la trilogía. Básicamente todas
las claves se nos explican en la conversación del Elegido
con el Arquitecto, el creador de Matrix (si bien algunas ya se insinúan
con claridad anteriormente), pero dado que el Arquitecto es un tío
que chamulla una jerga que no veas, tiene una piquera que pa qué,
lo normal es que viendo la película en el cine resulte harto
complicado enterarse de todo (de hecho, ése es el objetivo
de esa conversación, que resulte incomprensible, trufada
de latiguillos pedantes en plan "ergo", pues se supone
que el Arquitecto, presentado como una divinidad, tiene tantos estudios,
el muy cabrón, que "un cerebro humano es incapaz de
comprenderlo"; por no hablar de que con un estilo discursivo
tan farragoso e incomprensible todo freakie que se precie se verá
obligado a ver la película varias veces hasta enterarse bien).
Básicamente,
el Arquitecto explica lo que hemos indicado con anterioridad: Matrix
es un sistema de control bastante más complicado de lo que
parecía en un principio, en el que el Elegido, la Profecía,
etc., son un bucle creado para asimilar el disenso de aquéllos
que no están a gusto en la jodía "simulación
interactiva neural". El Elegido, en apariencia, no es sino
un tipo normal al que las malvadas máquinas le han colocado
los atributos necesarios para poder descodificar Matrix, soltar
yoyah, etc., de forma que pueda reiniciar el proceso de construcción
del tinglado, rehaciendo Zion (que será destruido por las
máquinas) con una serie de personas de su elección
(y así sabemos, de paso, o al menos intuimos, que los miembros
del Consejo de Zion -una especie de Parlamento español de
Zion, pero sin Ánsar y con asistencia obligatoria a las sesiones-
son los que quedan de la última vez que se reconstruyó
la ciudad, e incluso cabe suponer que uno de los consejeros -que
protagoniza con el Elegido una discusión absurda en la que
se dedica a defender la importancia de las máquinas para
el hombre, como si no supiéramos que sin máquinas
yo no podría perder mi tiempo escribiendo estos insufribles
engendros, y Ustedes, si su aguante lo permite, leyéndolos-
es el antecesor de Neo como Elegido). Por eso el Elegido puede hacer
las cosas que puede hacer, por eso supera todas las pruebas a las
que se ve sometido, y por eso todo lo que se supone es fruto de
la casualidad en realidad "ocurre porque tenía que ocurrir".
En este contexto, es particularmente patético que el motivo
para que este Elegido se comporte de forma distinta a los anteriores
sea su Amor, así con mayúsculas, como si esto fuera
un culebrón venezolano, pero en fin, al menos nos libramos
de todo el chapapote de la Profecía.
Al
final, una vez ya sabemos que el Elegido está programado
por las máquinas, observamos cómo es capaz también
de enfrentarse a ellas cuando, en teoría, está fuera
de Matrix y por tanto desprovisto de superpoderes. Esto, unido al
hecho de que el agente Smith sea capaz de salir de lo que se supone
es Matrix y aparecer como si tal cosa en el teórico "mundo
real", parece indicarnos que, en realidad, el "mundo real"
no es sino un apéndice de Matrix pensado para que en él
se muevan los levantiscos. Pero esto de "Matrix dentro de Matrix"
es una solución demasiado fácil, y obvia como para
resultar plausible (por no hablar de que entonces volveríamos
a todo el rollo de cómo escapar al maligno control de instancias
superiores capaces de tenernos continuamente en la ignorancia, con
toda la carga de más filosofía barata que esto acarrea).
Otra posibilidad podría ser que, sencillamente, dado que
el Elegido lo es porque las máquinas han decidido que así
sea, dado que comparte un vínculo con todas ellas -pues se
supone que es un humano "mejorado" por las máquinas-,
y dado que el Elegido no puede morir sin cumplir antes la función
para la que fue creado, las máquinas que pueden dañarlo
se desactivan antes de hacerlo. Quedaría por explicar, en
este caso, porqué Smith (y sólo Smith) puede salir
de Matrix, aunque si asumimos que Smith comparte un vínculo
con el Elegido podríamos encontrar una respuesta parcial
a esta pregunta (pues igual que el Elegido es parcialmente máquina,
Smith sería parcialmente humano, o sería capaz de
interactuar con humanos no sólo dentro de Matrix, o bien
los humanos, al estar sojuzgados por las máquinas, tienen
algún tipo de aditamento que los hace vulnerables a la influencia
de dichas máquinas incluso fuera de Matrix, o algo así).
Lo normal, sin embargo, es que el "mundo real" sea también
Matrix, lo cual ahondaría en la única gran verdad
que podemos colegir de Matrix Reloaded: una segunda parte digna,
pero fallida respecto a su predecesora.
Guillermo
López (Valencia)
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