LECCIÓN 1. Los fundamentos ideológicos.
TODO LO QUE SIEMPRE QUISO APARENTAR PODER SABER SOBRE EL MARXISMO Y NUNCA SE ATREVIÓ A PREGUNTAR
A estas alturas debe ser Usted consciente ya de que este curso va a cambiar su vida pero no necesariamente va a suponer un aumento de sus conocimientos sobre el materialismo dialéctico o la plusvalía. Desengáñese en caso contrario. Ligar no tiene nada que ver (o, si nos ponemos generosos con generaiones y generaciones de intelectuales que han dedicado su vida a lo que la han dedicado porque creían a pies juntillas lo contrario, tiene muy poco que ver) con los conocimientos que uno tenga. La clave es más bien la apariencia de tenerlos, el donaire con el que se expresan ciertas ideas, la seguridad en uno mismo y sí, lo lamentamos profundamente, aquello qur todos en el fondo sabemos: la falta más absoluta de escrúpulos. Como en La Página Definitiva no podemos hacer milagros, del donaire, la gracia, la seguridad y la sinvergonzonería deberán ocuparse solos, nosotros nos limitaremos a explicar cómo poder alimentar falsas expectativas sobre nuestra pasión transformadora de la sociedad en aquella chica que, sencillamente, nos ignora de la forma más absoluta cuando transitamos por el mundo de paisano y que parece más conmovida por las demostraciones de seducción al uso que siempre se nos han dado tan mal. El socialismo científico, en tales situaciones, es nuestra única solución, como lo ha venido siempre desde hace décadas para tantos y tantos otros como nosotros.
En primer lugar, parece que resulta obligado explicar qué tiene que ver el marxismo con ligar. No es preciso poseer un bagaje cultural excesivo para saber que por marxismo se conoce a la doctrina política que debe su nombre al alemán Karl Marx y que pretende la superación de formas políticas burguesas que ahondan y perpetúan las diferencias de clases como por ejemplo la democracia (notable y más extendida caracterización de la falacia burguesa que pretende hacer creer al pueblo que existe libertad y una verdadera igualdad de oportunidades pero que sólo alimenta y acentúa las diferencias de clase), que serán sustituidas por la dictadura del proletariado, donde todos seremos iguales y felices. Cualquier persona con sentido común y una mínima percepción de la esencia de la condición humana se percata inmediatamente de numerosos problemillas que pueden surgir si aplicamos este modelo. Pero entonces aparecerán intelectuales y más intelectuales que, de tanto emplear el hábito para ligar, han acabado por defender la orden monástica desde las más férrea ortodoxia. Y puede que tuviéramos que enfangarnos en una penosa discusión sobre las bondades y fallas del modelo que sería, como mínimo, molesta y trabajosa. Pero no se preocupe, no es preciso tanto. La experiencia histórica se ha encargado de poner las cosas en su sitio. En estos momentos, desde la legendaria temeridad que a la hora de emitir juicios sociales y políticos caracteriza a La Página Definitiva, nos atrevemos a afirmar, porque nosotros lo valemos, que los distintos intentos de aplicar las doctrinas más revolucionarias del marxismo y aledaños han fracasado estrepitosamente. Sin embargo, y por motivos desconocidos para los estudiosos, la retórica del socialismo real sigue conservando un atractivo entre ciertas personas que la hace idónea como instrumento para ligar si se carece de los que siempre han sido más habituales y eficaces, de esa constelación de atributos, sofisticados y reveladores de las características y méritos personales que entre las personas adultas, cultas y civilizadas garantizan el éxito sexual: estar como un tren.
ENTREMOS EN MATERIA.
Como ya se ha dicho no es preciso para usar el marxismo como instrumento de ligue el profesar de verdad esa fe. De hecho ni siquiera es necesario saber muy bien en qué consiste. El socialismo científico, como todas las grandes religiones del mundo, basa gran parte de su éxito en lo incomprensible de alguno de sus fundamentos y en lo inextricable de las explicaciones sobre los mismos (y el marxismo más, pues recordemos que es una religión que aparece como un endemismo en las Universidades europeas). De manera que para poder hacer exhibición de nuestro compromiso con la revolución socialista, cómodamente instalados en la terraza de un bar, basta con que sigamos una serie de indicaciones, de claves que generosamente les ofrecemos, para emplear como mantras para relacionarnos en materia de liga. Allá van, empezando por la más importante: nunca olvide la
Regla nº 1. Da igual que no se entienda nada de lo que dices, no importa que ni siquiera tú mismo sepas muy bien si existe alguna lógica que hilvane tu discurso. Cualquier crítica, mofa, burla o simple observación de que lo que dices no son más que tonterías debe ser respondida indicando a nuestro interlocutor que su falta de amplitud de miras proviene, sin duda, del entorno pequeñoburgués en el que evidentemente ha vivido siempre, de las deficiencias de una educación alienadora y de los clásicos prejuicios clasistas. Sin duda, nuestro interlocutor es alguien a quien la vida le ha dado todo y a quien las cosas importantes le han venido de cara, por lo que, ¿cómo no va a defender el sistema y sus bondades? Con esta salida-comodín, problema resuelto si alguien pretende chistarnos. En cualquier caso, y siguiendo las siguientes normas a rajatabla, no será fácil que se presente esta eventualidad.
Regla nº 2. En cualquier situación el débil, el pobre, el ladrón, el harapiento, el drogadicto, el desarrapado …. SIEMPRE tiene razón EN TODO. Este argumento es definitivo, pues nadie suele ser capaz de hacer gala de tan frío corazón como para criticar a alguien en esa situación so pena de quedar estigmatizado como un cabrón (y recuerda que estamos intentando ligar). La sociedad tiene SIEMPRE la culpa, pues no le ha dado las suficientes oportunidades, le ha dejado al margen de todo, no le ha permitido acceder a la cultura, sólo reservada a quienes nacen teniéndolo todo …
Regla nº 3. Como indicábamos arriba, y aunque parezca lo contrario, la democracia sólo tiene de poder del pueblo el nombre. En realidad es un instrumento de dominación burguesa que, bajo la ficción de la soberanía popular, entrega el poder a las oligarquías de siempre (esperamos que a estas alturas hayas detectado ya que el vocabulario a emplear es esencial). Cualquier persona que discuta esta realidad evidente, como es lógico, es porque pertenece a una de esas oligarquías en cuestión.
Regla nº 4. “Todo para el trabajador pero sin el trabajador”. Aunque probablemente no sepas cómo son ni hayas visto nunca a uno de ellos, ciertos seres humanos se encargan de que las cosas funcionen trabajando en fábricas y cosas así. Aquí podemos incluir en el concepto a los proletarios de la tierra, que son los que se encargan de que aparezca la comida con sus labores agrícolas y ganaderas, si te las quieres dar de pro-ruso (la Duquesa de Alba siempre está a mano para ejemplificar la proletariarización de los agricultures y jorrnaleros). Pues bien, que no se note tu ignorancia. Defiéndelos hasta puntos a los que ellos (que por supuesto votan mayoritariamente a la derecha democrática de toda la vida de Dios tanto en este país como en todos los de nuestro entorno) nunca llegarían. La clave de la organización capitalista se basa en la explotación de los trabajadores. Esta parte suena algo rancia, pero sigue siendo eficaz: “El sistema funciona expoliando el esfuerzo de los trabajadores, que no son remunerados con justicia, existiendo siempre una plusvalía que se apropia el detentador del capital sin que concurra esfuerzo alguno por su parte a la creación de riqueza”. En cualquier caso, lo que piense el trabajador es poco importante, pues
Regla nº 5. La gente no sabe lo que quiere. Argumento conflictivo, porque parece contradictorio con todo nuestro amor profesado al populacho, pero al que sin embargo hay que recurrir si se nos plantea la cruda realidad de que precisamente los únicos marxistas del mundo suelen ser burgueses acomodados. La cosa se pone especialmente mal dado que de ahí a ejemplificar la perversión con nosotros hay un paso. De forma que bien está incurrir en esta pequeña e inofensiva contradicción para desviar la atención. La gente, pues, no sabe lo que quiere debido a los sistemas de alineación (desviar aquí la atención con el fútbol, Gran Hermano, los toros y el tópico panem et circenses), aunque en el fondo, si pudiera, optaría por lo que nosotros explicamos, claro. Lo que ocurre nos es que sean tontos, sino que están pérfidamente engañados y los que sabemos la verdad hemos de esforzarnos en sacarles del error. Esto tiene la gran ventaja de que la chica a la que intentamos ligarnos se verá inevitablemente presionada psicológicamente para darnos la razón, al final. Cualquier otra cosa permite que quede en el aire la sospecha de que su problema es que está, efectivamente, alienadísima, la pobrecita. Y a nadie le hace gracia pensar eso de sí mismo o, pero todavía, que lo piensen los demás.
Regla nº 6. Estamos en contra del eurocentrismo. Todas las culturas son buenas, cuanto más aparentemente subdesarrolladas y poco respetuosas con los derechos humanos mejor. Desgraciadamente el marxismo se ha confundido con el progresismo de opereta más chabacano, como el representado por quienes sostienen estas cosas, pero hemos de repetirlas porque, si no lo hacemos, corremos el riesgo de quedar descolocados y, además, queda bien y exótico defender al 3er Mundo, culturalmente amenazado por Occidente, verdadero agitador del Conflicto de Civilizaciones.
Regla nº 7. Por supuesto, EE. UU. es el Diablo y las relaciones internacionales relaciones de explotación colonial. Si se puede (porque estamos ante un público sorprendentemente letrado), es el momento de sacar a colación el panfleto de Lenin sobre el imperialismo como último estadio del capitalismo. Aunque no se sepa lo que son o como funcionan, siempre es muy aconsejable criticar duramente al GATT, al FMI y a la Organización Mundial de Comercio, “que pretenden condenar a la pobreza eterna a todo el Tercer Mundo”. Como tu interlocutor tampoco sabrá de qué va la misa, impactará mucho el comentario. Si puedes mete también en el saco al Banco Mundial.
Regla nº 8. Cuba tiene el mejor sistema sanitario y de educación, públicos, por supuesto, de todo el continente americano. Tras esta afirmación demuestra que, aunque marxista, eres una persona con sentido común, y critica el modelo castrista citando al propio Fidel: “Es tiempo de que callen los cañones” dijo al entrar en La Habana. Lástima que no lo cumpliera, añade. Aquí entra en juego un factor importante, y es que incluso en el nicho de mercado de los ligones anticapitalistas uno puede encontrar competencia, por lo que no está de más ganar la partida demostrando cierta originalidad y, de paso, evitarse algunas miserias: hacerse el marxista no tiene porqué significar ser un pazguato. En consecuencia evita toda la iconografía referida al Ché Guevara (gorritos y esas cosas). Señala al “camarada Ernesto” como un advenedizo y un aventurero que no tenía un verdadero bagaje ideológico y cumplirás tres objetivos: decir la verdad, quedar como un purista y, sobre todo, evitar hacer el ridículo más espantoso.
Regla nº 9. El modelo de socialismo que queremos es el de los países nórdicos. Que todo parecido de la realidad escandinava con el socialismo real sea pura coincidencia no es algo que haya de arredrarnos. A fin de cuentas, estamos hablando por hablar. Invéntate estadísticas y sostén que son los mejores en todo (régimen fiscal, Seguridad Social, tasa de desempleo etc…) Los cambios en el modelo sueco, por ejemplo, siempre serán una ficción alentada por la mediocracia y los intereses del capitalismo occidental: en realidad no se han producido y todo es una maniobra de los malvados medios de comunicación vendidos al capital.
Regla nº 10. Ser marxista no está reñido con ser viril. Siempre que puedas alaba el recurso a la violencia, “legítimo cuando se trata de derrocar a una tiranía”. Los derechos humanos son otro invento burgués, pues no puede hablarse de libertad de expresión “cuando se carece de los medios materiales para llevar una existencia digna”. La sociedad es lo importante y la llegada del socialismo lo primero, no importa pasar por encima de individuos. A fin de cuentas, sólo tras este tipo de inevitables sacrificios podrá hablarse, de verdad, de derechos humanos. La lucha, además, nos compete a todos. Deja claro que por tus ideales serías capaz de dar la vida. Impacta siempre mucho mientras no se exagere en exceso. Somos valientes y comprometidos, pero tampoco unos locos ni unos mártires. De otra forma, además, en el mundo en que vivimos la cosa no cuela. Pero lo importante es que quede claro que, aun como mera elucubración mental, ahí estamos nosostros. Para lo que sea.
Por último, por si es necesario, presentamos la frase que en la cultura general se identifica con el marxismo “culto” y que, en consecuencia, hemos de emplear (o tratar de hacerlo) para explicar, argumentar o rebatir casi todo. Prácticamente, siempre y cuando esté mínimamente currada la relación con lo que exponemos, caerá inevitablemente bien en cualquier situación. Es aconsejable poner cara de haber encontrado la solución al problema más difícil que imaginarse pueda, que quede claro que la discusión queda zanjada a partir de ese punto y exclama: “De cada cual según sus posibilidades, a cada cual según sus necesidades”.
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