Ensalada
de pepino en el colegio femenino
Bacanal
en la fiesta de fin de curso
Cuando
era pequeño, no podía evitar mirar subrepticiamente
la cartelera del periódico. Junto a las películas
de Disney y Bruce Lee que hacían mis delicias, unas misteriosas
salas X anunciaban películas con unos títulos que
eran la antítesis de nuestra sección Títulos
de películas lamentables: títulos que prometían
acción, aventura, romance, etc. Desgraciadamente, cuando
me hice mayor descubrí que X no era una referencia
solapada a la Generación X (ya saben, visten harapos, fuman
porros y son rebeldes, tío, rebeldes contra el Sistema que
no les regala drogas blandas y de vez en cuando les hace trabajar),
sino un sistema de calificación para las películas
pornográficas.
Naturalmente,
en cuanto lo descubrí ya se había inventado el vídeo,
así que pude recuperar esos títulos poéticos,
esos títulos entrañables que siempre formarán
parte de mi más tierna infancia (y claro, pude ver lo que
había detrás de esos títulos).
"Ensalada
de pepino en el colegio femenino" no es, como pudieran pensar
las mentes monjiles, una serie de recetas culinarias para los colegios
de pago, sino lo que todos ustedes se imaginan. Los profesores del
colegio deciden que ya está bien de poner a parir las teorías
darwinistas en clase y practican Teoría de la Evolución
con sus alumnas, que, por su parte, están encantadas (desde
tiempos inmemoriales, los alumnos se quejan de que en los centros
acadámicos hay poca práctica y mucha teoría).
No nos engañemos, la película no es un alarde de medios
y de trabajo previo de guión, ofrece exactamente lo mismo
que cualquier película porno: doblaje cutre, escenas repetitivas,
argumento nulo, hilo musical,... es decir, lo que todos buscamos
en una película.
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