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La vida es bella

 

Esta película ha sido olvidada en muy poco tiempo, pero cuando se estrenó hace un par de años arrasó en las taquillas, tuvo, en general, muy buenas críticas y además se llevó una buena remesa de premios de los más diversos festivales, incluidos tres inverosímiles oscar.


¿Se merece una película como La vida es bella tan masivo reconocimiento? Sinceramente no. El éxito de la película debe mucho a la notable capacidad de su protagonista y director Roberto Begnini de hacer el más absoluto payaso allá donde va (bufonadas que van desde besarle los pies a Scorsese a ponerse de pie en la butaca como hizo en los oscar); es un tío que cae simpático y al cual dan ganas de darle un premio porque sabes que te va a hacer un numerito que te va a alegrar la velada.

El marketing también tuvo su importancia: la película fue muy bien acogida por la comunidad judía (y eso sí que no lo entiendo) y por ejemplo en Hollywood varios de los poderosos magnates judíos que todavía dominan la producción hicieron una fuerte campaña a favor del filme. Resultado: tres oscar.

Nunca acabé de entender por qué la comunidad judía aceptó tan bien la película, vale que hable de los campos de concentración, pero, ¡de qué manera! Relativiza totalmente lo que fue el holocausto y lo convierte en poco menos que un juego de niños. Servidor piensa honestamente que hay ciertos temas con los que no se puede trivializar y este es uno de ellos. Lo tomes por donde lo tomes, el holocausto tiene muy poco de comedia.

Otra cosa que hace que la película sea muy irregular es la clara división del filme en dos partes, una primera, que ocurre en Italia en los años previos al alzamiento con el poder de los nazis, y que es para mí lo más interesante de la historia; sin embargo, la segunda parte del filme, a partir del momento en que los protagonistas son llevados a un campo de concentración, supone un giro total en el argumento y en el estilo, pasando de una amable e idílica historia de amor a una tragedia que se pretende cubrir con rasgos de comedia. Una misión imposible tal y como se refleja en el resultado final.