Rompiendo
las olas
Es
este un bonito ejemplar de cine de los años noventa que algunos
pedantófilos críticos han elegido como una de las
mejores películas de la década: Rompiendo las olas
del inefable Lars
Von Trier, caro amigo de esta página. El director
danés, incapaz de ir a ningún tipo de festival por
su pavor a los aviones, nos tenía acostumbrado a un tipo
de cine altamente sofisticado (El elemento del crimen, Europa)
que cambió radicalmente con esta propuesta que fue muy bien
acogida en el festival de Cannes y que una vez estrenada en España
recibió elogios casi unánimes por parte de la más
selecta crítica, es decir: la revista Turia, la revista Dirigido,
el infumable panfleto pseudo intelectualista Banda Aparte, Fernández
Santos de El País... incluso el ojeroso Antonio Gasset de
Días de Cine reconoció sin paliativos las bonanzas
de tal filme. Pues bien, vamos a desgranar aquí el argumento
y que los propios lectores juzguen: asistimos a la boda de una pareja
de enamorados y la pronta partida del marido a una plataforma petrolífera
donde trabaja. Asistimos desconsolados a la dura vida de casada
en la distancia de Emily Watson, nominada al oscar por esta película
y, en mi modesta opinión, digna de ser enviada al paredón
por esta histriónica interpretación; y de cómo
su tensa espera se torna dramática cuando su marido tiene
un grave accidente que a punto está de costarle la vida.
A partir de entonces empieza la parte más interesante de
la película: el marido, postrado en la cama y totalmente
inmóvil, le pide a su mujer que se convierta en poco menos
que una puta para que de esta manera le demuestre su peculiar
amor: es decir, la apasionada enamorada se transforma en una putilla
de todo a cien que es capaz de meter mano a un vejestorio en un
autobús y de pasarse por una taberna portuaria para colmar
de placer a cuantos marineros se le ponen a tiro.
Con
tan atractivo argumento no es de extrañar que la crítica
especializada se haya volcado de pleno sobre el filme, esto demuestra
que la dura represión del franquismo todavía colea
en el ánimo de gran parte de la crítica española
y que, en cuanto hay una película distribuida en los circuitos
comerciales con un argumento que haría las delicias de los
más prestigiosos directores porno, nuestros onanistas especialistas
en cine no cejan en elogios ante tan esplendoroso hallazgo.
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