Los
otros
Estados
Unidos, 2001
Estaba
claro que, ante el clamor de nuestros lectores, en nuestra página,
seria, culta y rigurosa en lo que al mundo del séptimo arte
se refiere, tenía que aparecer una crítica sobre esta
película, de la que tanto se comenta y se charla, así
que aquí la tienen Ustedes. Porque, claro, estamos hablando
de una película dirigida por un español que podría
desbancar a Torrente 2 como la película española más
taquillera en nuestro país, y eso es algo muy, muy serio.
Sin embargo, ya les aviso que Los Otros, de superar a las aventuras
en Marbella de nuestro héroe, se lo merecería.
Al
director, Alejandro Amenábar, ya se le conoce en estos parajes
por sus dos primeras películas, Tesis y Abre los ojos (si
alguno/a no las ha visto, vayan corriendo al videoclub), que cambiaron
la perspectiva que se tenía sobre el cine español,
sobre todo para los que somos del populacho: de repente nos dimos
cuenta de que aquí también se podía hacer buen
cine, sin necesidad de enseñar tetas o describir los sentimientos
y personajes más absurdos de nuestra sociedad, estilo en
el que en España se sigue insistiendo de sobremanera (denle
un repaso a la cartelera, ya verán). No es extraño,
por tanto, que en España el cine español represente
el 15% más o menos de la recaudación total en la cartelera,
y eso gracias a Torrente y dos más.
Pero
volvamos con Los Otros. La película se sitúa en torno
a 1945, y describe la vida de una mujer muy religiosa y de sus dos
hijos, que viven en una casa (más bien palacio) situada en
una pequeña isla inglesa. Su marido se fue a luchar a la
Segunda Guerra Mundial y todavía no ha vuelto, algo que atormenta
a la señora continuamente. Para colmo, sus hijos son fotofóbicos,
es decir, no pueden recibir la luz del sol directamente, porque
se tostarían cual perritos calientes, con lo que en la casa
todas las cortinas están corridas y las puertas cerradas
con llave. Claustrofóbico, ¿eh? Además, aparecen
en escena los criados, que son un jardinero, una niña muda
que limpia y el ama de llaves, los tres a cada cual más raro.
Lo de los fantasmas y demás no se lo cuento, porque si no
no tiene emoción.
En
líneas generales, en esta película Amenábar
sigue en la línea de sus precedentes, siendo el guión
la base fundamental de la película (no miren con cara de
incredulidad, que en esto del cine pocas veces es el guión
la parte fundamental), sin necesidad de efectos especiales ni desnudos
o violencia gratuita, con lo que resulta ser una película
muy inteligente que sorprende y agrada a la vez. Sorprende porque
el director madrileño sabe a la perfección cómo
jugar con la cámara y manipular al espectador, haciéndole
creer lo que el director quiere hacerle creer en cada momento. Y
agrada porque sabe cómo hacer feliz al espectador a base
de una fuerte dosis de sustos y de ser engañado continuamente
por los giros que da el guión, despertando como nadie nuestro
instinto masoquista, que, aunque no se lo crean, existe.
Además,
la película se ve respaldada por una sensacional (qué
palabra más cursi) Nicole Kidman, que borda el papel de madre
y señora de la casa lunática hasta la médula.
Explota sus capacidades artísticas de manera impecable, y
todavía no entiendo por qué no le han dado el León
de Oro en Venezia. El resto de los actores están a la altura
de lo que les exige el papel (que tampoco es mucho), aunque destaca
la interpretación de la niña y del niño pequeños
en algunos momentos.
En
fin, les encarecemos que vayan a ver la película antes de
que la quiten de la cartelera, y que, por favor, por favor, no les
cuenten el final bajo ningún concepto. Les estropearía
una (casi) obra maestra del suspense.
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