El
otro lado de la cama
Esto
no es Hollywood ni Paz Vega es Cyd Charisse
Eduardo
Mendoza es, con diferencia, uno de los mejores escritores del panorama
literario actual en nuestro país. Obras como "La verdad
sobre el caso Savolta" o "La ciudad de los prodigios"
son unos poco ejemplos de su pulso narrativo único y su capacidad
para contar historias y describir épocas y ambientes de nuestra
historia reciente. Además, se trata de un tipo inteligente.
Uno de estos catalanes con mucho sentido del humor y que expresa
una libertad total a la hora de opinar.
Eduardo Mendoza, como inteligente escritor y como persona sensible
que es, detesta el cine español actual. En un momento de
su novela "La aventura del tocador de señoras"
llega a decir que lo malo de morirse es que pase ante tus ojos durante
un minuto una película de tu vida. Y, claro está,
añade que ya es malo morirse como para que encima tengas
que aguantar un minuto de cine español. Además, hace
un año, en una entrevista publicada en un suplemento dominical
de un periódico afirmaba que España cuenta con buenas
costumbres (la dieta mediterránea, las horas de las comidas)
que los americanos y los europeos están empezando a imitar.
"Incluso el cine americano se parece cada vez más al
cine español". "¿Por qué?",
le preguntaba el entrevistador. "Porque el cine americano es
cada vez peor", respondía el escritor.
Es bueno escuchar voces libres ante el papanatismo del discurso
oficial del cine español: que si el público no asiste
a ver películas españolas porque no sabe apreciar
nuestro cine, que si hay que hacer un esfuerzo por apoyar al cine
español, etc. Ahora resultará que el cine no es una
fórmula de ocio, sino una ONG, y que si se hacen películas
hay que verlas por narices. Claro, nunca se piensa que si la gente
no va es porque las películas son malas o porque los guiones
no son interesantes. No, Vd. o yo nos metemos ahora a dirigir películas
y sólo por ser directores ya tenemos la obligación
de tener público. Claro.
Y así le va al cine español. Mal artísticamente
y mal económicamente. En estos momentos, toda la industria
del cine español (si tal cosa existe) se sostiene por un
taquillazo al año. Si "Torrente" o "Torrente
2" limpiaron las arcas de la industria (?) las últimas
temporadas, este año le ha tocado a "El otro lado de
la cama" aguantar la vela. Y gracias a este éxito, el
año que viene se financiarán joyas como las que hemos
visto este año: "Vivancos 3", "El embrujo
de Shanghai"o "No debes estar aquí", por citar
sólo unas pocas. Y, por supuesto, en el país de los
ciegos, el tuerto es el rey, por lo que películas interesantes
pero un tanto fallidas (porque caen en algunos excesos) como "La
caja 507", "Smoking room" o "Rencor", nos
parecen, comparadas con el resto, auténticas obras maestras.
Suerte tiene el cine español que aún consigue enganchar
al público con algunas películas para seguir viviendo
de subvenciones públicas.
"El otro lado de la cama" ha llegado a más de 2
millones de espectadores. La película más vista del
cine español en este año 2002. El público joven
ha respondido a una comedia musical realizada en España y
que cuenta con un reparto compuesto por actores que (recordemos
que es un musical) no saben cantar ni bailar. Además, las
canciones no son originales. Vamos a hacer algunas consideraciones
sobre la película, y dejaremos algunos interrogantes en el
aire.
- Bien, es un musical. Pero nadie sabe cantar en la película.
Las chicas desafinan y los chicos fuerzan la voz para que no se
note: por esta opción se decanta Guillermo Toledo, por ejemplo.
A Paz Vega ya le cuesta trabajo hablar sin que se le note el deje
andaluz, por lo que cantar, ni digamos. Y lo peor es que todo esto
se nota mucho. Pero, ¿no estamos ante un musical?
- Las canciones no son originales. Aquí sólo se han
puesto canciones de las que siempre están de moda ("Mucho
mejor" de Los Rodríguez o "Echo de menos"
de Kiko Veneno) y los actores se dedican a destrozarlas. Como no
saben cantar, intentan darles un estilo personal que acaba con la
canción. Esto de poner canciones exitosas, ¿no suena
a oportunismo barato tras el éxito de "Moulin Rouge"?
- Se puede reprochar el argumento de siempre: que no hay que imitar
los musicales de Hollywood, porque eso está desfasado. El
cine español intentaría aquí dar una vuelta
de tuerca al musical y dotarlo de espontaneidad. De acuerdo, si
no fuera porque esa vuelta de tuerca viene marcada porque hay menos
talento y menos dinero que en Hollywood. Si un actor quiere desmitificar
algo, tiene que sabérselo al pie de la letra. Cuando un músico
improvisa es porque sabe tocar mucho y la improvisación llega
porque sabe tanto que se puede permitir ese lujo. Si tenemos actores
que no saben ni cantar ni bailar, ¿cómo se puede ofrecer
otra visión del musical?
- EE.UU. será un país imperialista, el cine de Hollywood
se aprovechará de unas leyes abusivas para exportar su producto,
de acuerdo... Pero el musical de Hollywood tenía un trabajo
impecable. Los actores se formaban en su juventud en el canto y
el baile. Debbie Reynolds era una gran actriz que aprendió
a bailar de una manera excelente. Gene Kelly no se conformó
con ser un maravilloso bailarín y coreógrafo: también
aprendió a actuar y cantar. Y así, hasta el infinito.
Pero ahora nos encontramos con actores como Paz Vega que apenas
sabe hablar y que cuenta con una paupérrima formación.
Y tiene ya 25 años, edad considerable como para hacer de
jovencita durante mucho más tiempo. Es decir, que ahora los
actores españoles (bueno, algunos, bastantes) viven del cuento
y piensan que con su sola naturalidad ya es suficiente. Pues la
naturalidad se trabaja y estudia, y si no que se lo digan a todos
los actores del Actor's Studio.
- Otra respuesta que se puede hacer es: los musicales franceses
de Jacques Demy eran similares a "El otro lado de la cama"
en su concepción de la coreografía. Ni por asomo.
Demy se preocupaba por los actores, y de hecho, sin ir más
lejos, en su película "Las señoritas de Roquefort"
Gene Kelly tiene un papel destacado, y uno de sus últimos
films, "Trois places pour le 26" está protagonizada
por Yves Montand. Además, las coreografías de Demy
son muy vistosas y los bailarines bailan de una manera coordinada,
no como ocurre en "El otro lado de la cama".
O sea, que musical, sí, pero muy cutre. No se trata de una
nueva visión del musical.
Se trata de que no se dispone ni de medios ni de talento para hacer
algo mejor. Pero apartado especial merece Paz Vega. Una chica que
dice que es actriz porque le gustó mucho "La casa de
Bernarda Alba", que vio en teatro con 16 años como obligación
escolar. Hasta entonces, la chica no había abierto ni un
solo libro. Una chica que dice que cuando se fue a París
a rodar una película se pasaba todo el día llorando
porque echaba de menos su casa. Una chica que dice que elige las
películas por los guiones cuando apenas ha leído algo
en su vida. En fin, una mediocridad de este calibre poco puede deparar.
Sólo ha tenido sentido de la oportunidad para hacer "Lucía
y el sexo" y encandilar al público con su belleza (de
rostro cejijunto, por cierto). Pues éste es el perfil de
la actriz más aclamada hoy en nuestras pantallas. ¿Qué
más se puede decir?
Pero lo malo de "El otro lado de la cama" es que es una
película tópica. El argumento es increíblemente
manido: dos parejas de jóvenes se ponen los cuernos con un
intercambio de parejas y a partir de ahí asistimos a un recital
de todas las secuencias tópicas que genera esta situación
(celos, pelea entre los jóvenes, etc.). Los diálogos
hablan siempre de sexo porque así se garantiza el éxito
entre el público joven. Y, por cierto, no es que haya nada
nuevo, ya que las máximas que producen tanta gracia son algunas
como "Tu problemas es que follas poco" o "Yo quiero
a mi mujer pero follo con otras". En fin, algo visto mil veces
en la pantalla, o contado mil veces en forma de chiste en un bar.
Y un final previsible, incluso conservador, ya que concluye con
que cada persona encuentra a su media naranja. "El otro lado
de la cama". 2 millones de espectadores. ¿Uno de ellos
habrá sido Eduardo Mendoza?
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