Desde
el infierno
La
conspiración judeo-masónica
Basada
en un celebrado cómic de Alan Moore (circunstancia que, por
cierto, no se ha publicitado demasiado), "Desde el infierno"
supone una vuelta de tuerca más sobre la figura de Jack el
Destripador, figura pionera por ser considerada como el primer asesino
en serie de la historia, y punto de partida, en fin, de toda una
pléyade de asesinos, descuartizadores y sacatripas de los
que el cine ha venido dando buena cuenta. La trama transcurre, claro
está, en 1888, año en que Jack llevó a cabo
sus asesinatos entre las prostitutas de Londres. Bien sabido es
que la identidad del asesino es uno de los grandes enigmas de la
historia, sólo similar a misterios como la Santísima
Trinidad, el número de cuentas ocultas de Jesús Gil
o la orientación sexual de Michael Jackson.
Si
bien la figura de Jack el Destripador siempre ha despertado un cierto
interés y una legión de fieles subdesarrollados que
lo admiran igual que admiran a personajes como Charlie Manson, el
cine tampoco se ha detenido con mucho rigor en biografías
de estos serial-killers, y cuando lo ha hecho ha sido con biografías
veladas ("Monsieur Verdoux") o composiciones de personajes
con diversos referentes (toda la plaga de películas recientes
del estilo de "Copycat" o las de Morgan Freeman). Y bueno,
dados los resultados, tampoco es necesario cortar más tela
de la que hay: la película sólo se detiene a indagar
un poco en las motivaciones de los crímenes de Jack, o, dicho
de otro modo, se podía haber titulado como aquel anuncio
de una colonia: "Busco a Jack".
Defiende
"Desde el infierno" que Jack era un masón que asesina
a las prostitutas por su virtud de testigos de diversos trapos sucios
de la corona británica. Los masones urden la matanza para
eliminar las pistas, y el pueblo londinense, aterrorizado, la emprende
con los judíos a quienes considera los responsables. Pero
la conspiración llega, cómo no, a los estamentos policiales,
que hacen la vista gorda. Es decir, se trata de la génesis
de la guerra sucia del Estado, y sólo echamos en falta que
en la película apunten a Felipe González como instigador
de esta trama. ¡Lástima que no le hayan encargado a
Mariano Ozores la dirección de la cinta! ¡Cuántos
enteros habría ganado la película con Alfredo Landa
en el papel de Jack, Javier Cámara como el detective y Loles
León, Rossy de Palma y Ana Belén como prostitutas!
Conspiraciones
arriba y abajo, no parece que Hollywood haya demostrado demasiada
atención a esta película: no entra en las grandes
luchas por el Oscar. Pero es normal, ¿cómo se puede
apuntar que los masones son culpables, apuntando a todo un contubernio
en que se insinúa hasta el visto bueno de los judíos?
¿Qué opinarían al respecto hombres como Spielberg,
que lleva años exaltando las bondades de su raza en largas
películas que parecen anuncios de Coca-cola? El poder se
impone, y hay películas malas que merecen más pleitesía
que otras igual de malas.
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