HERO
Un
homenaje a la estructura del género X por gentileza de Matrix
Hero,
de Zhang Yimou, es una palpable demostración de los destrozos
que en la obra de un director de reconocida sensibilidad puede provocar
la maléfica combinación de dos factores. A saber,
que en la actualidad sus películas sean producidas por Miramax
y, además, que, sobre todo, el cine actual haya sufrido la
acometida, vigorosa y perniciosísima, del fenómeno
Matrix.
El
espectador medianamente cabal que se acerca a contemplar "Hero"
no puede sino salir cavilando sobre lo mucho que ha cambiado el
cine tras Matrix. Y es que, como ya se ha expuesto en esta página,
no es tanto que esta película aportara novedades de excesivo
calado en su aspecto técnico o en materia argumental, como
que logró aupar al pedestal de "cine intelectual"
una remozada reestructuración del clásico modelo de
cine de Hong-Kong. O sea, yoyah y más yoyah,
pero avaladas por la intelligentsia occidental. Iniciada
esta vía a la conquista del intelecto humano, todos se sienten
obligados a seguirla. Y hasta Zhang Yimou se ha puesto a ello.
"Hero"
tiene además otra característica que la hace brillar
con luz propia como modelo llamado a regenerar el "cine de
autor". En parte amparada por su admiración hacia Matrix,
la cinta se esfuerza por dar el mayor número de ocasiones
para que el nuevo cine intelectual haga su aparición. Es
decir, que dado que necesitamos mucho metraje con sucesivas escenas
de batallitas a cámara lenta, con vuelos insólitos,
piruetas, acrobacias y una extravagante compenetración con
el entorno, hemos de meterlas, como sea, en el armazón de
una historia. Y, obligado por esta circunstancia, Zhang Yimou acaba
realizando un no sabemos si involuntario homenaje al cine
porno realmente muy logrado.
A la
manera de los filmes X más cotizados, Yimou nos ofrece una
historia lo suficientemente absurda y breve (un chino quiere matar
a un rey chino y se va a verlo, le cuenta sus intenciones, le psicoanaliza
un poco y se va sin hacer nada, lo que es aprovechado por el rey
para liquidarlo) como para servir de óptimo enlace a las
batallitas. Al igual que los números sexuales, las escenas
de lucha son de natural repetitivas y más coreográficas
que otra cosa. "Hero" comprende esto a la perfección,
y no se anda con rollos argumentales. Todo consiste en el chino
contándole al rey cómo consiguió una espadita,
y luego otra, y otra
, mientras el monarca atiende a las narraciones
con el interés propio de unos tiempos donde no existía
telebasura vespertina. Cada historia de las narradas por el héroe
de turno sirve, claro, para dar pie a la consabida escena. Rizando
el rizo, el rey se permite aventurar que, quizá, la batallita
no fue en realidad así sino asá (y de esta forma tenemos
otra escena, con los mismos actores pero diferente desarrollo),
a lo que el pedazo héroe protagonista contraataca con otra
nueva versión de lo sucedido (y, claro, de nuevo escenita
con yoyah voladoras y todo lo que mandan los cánones
de hoy en día).
"Hero",
en realidad, no hace sino abundar el camino de Matrix. Y es que,
bien pensado, tampoco se aleja ésta mucho de la estructura
que tanto éxito ha proporcionado al cine X. En un sector
en el que los márgenes de negocio sólo crecen de forma
regular gracias a una estructura tan sólidamente afianzada
como la del género porno, es probable que no haya más
remedio que abundar en esta dirección. No deja de ser, en
todo caso, un enternecedor homenaje a las fuentes en las que todos
los intelectuales cinematográficos más han bebido.
ABP
(València)
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