Crash
El
caballo blanco de Santiago es blanco
Uno
va a ver Crash todo contento porque le han dicho que después
de Vidas Cruzadas y Magnolia, ahora ha llegado Crash. Pues es mentira
podrida. Crash tiene más que ver con Traffic. Donde una trataba
el problema de la dronga vil, ésta versa sobre el racismo.
El asunto es mostrado desde numerosos puntos de vista diferentes
para que se comprenda en toda su magnitud y el espectador le dé
vueltas a qué vino antes, si el huevo o la gallina.
Pero,
pese a tratar la cuestión en profundidad, la conclusión
que se extrae, cuando menos, es curiosa, porque Crash viene a exponer
que los jóvenes negros semianalfabetos extremadamente pobres,
en lugar de delinquir, que genera racismo, lo que pueden hacer es
ir a por todos esos puestos de trabajo reservados para ellos con
los cupos raciales en detrimento de personas con mejor preparación
que no son de color, lo cual genera racismo. Pero
tienen que darse prisa porque, según la visión del
director, Estados Unidos es un lugar donde todo el mundo está
loco perdido, psicótico y paranoico y lo normal es que tarde
o temprano alguien te mate por una cuestión racial, lo cual
genera racismo. Así que racismo o racismo, that is the question.
Como
todas las películas corales, que son lo más cercano
al formato de los culebrones venezolanos que se puede ver en el
cine, Crash está gustando mucho. Y no es para menos porque
lo cierto es que se deja ver. Matt Dillon está fantástico
en el papel de un policía que, como su padre se quedó
sin trabajo por culpa de las minorías y ahora no puede mear,
pues va por ahí metiéndole el dedo por el culo a los
negros cuando los cachea –o algo así hemos creído
entender de tamaña bizarrada. Hasta Sandra Bullock, que la
conocerán por Siempre queda el amor, Miss Agente Especial
o Amor con preaviso, brilla interpretando a una pija estúpida,
lo cual no hay forma de explicárselo ¡hasta dónde
llegará su talento!
A
la cinta sólo le encuentro un pero: el guión. Los
personajes, que no se conocen, se cruzan tantas veces en pocos días
que la película hubiera ganado muchísimo en realismo
si en lugar de filmarse en Los Ángeles (California) se hubiera
llevado a Los Ángeles de San Rafael (Segovia) porque no es
normal coincidir tanto con la misma gente ni en las manifestaciones
del PCE (r). Por esta razón, cuando uno retuerce tanto la
realidad para crear conciencia, corre el riesgo de que de una película
con mensaje, pase a filmar un sermón de película.
Y eso no es saludable, porque mucha gente inteligente pensará
que le están llamando gilipollas con ese guión tan
tramposo. Sobre todo porque escribir un guión para una historia
coral, por muy valorado que esté, se hace con la minga. Y
para demostrarlo, ahora mismo, tecleando con la punta de la polla
y con José Ramón de la Morena entrevistando a Clemente
de fondo, me voy a marcar un guión idéntico al de
Crash, pero adaptando la historia a nuestra realidad ibérica
para que usted tome conciencia del problema del racismo y compruebe,
de paso, que el que ha escrito Crash es un mindundi.
Trash (Mojón)
Nacionalidad: España
Director: Por subvencionar
Reparto: Por subvencionar
Productora: LPD Audiovisual SL
Género: Drama urbano
Sinopsis: La película comienza un lunes
cualesquiera. Una mujer madurita, con la menopausia, coge los ahorros
de toda la vida, compra un piso y lo pone en alquiler. La llama
mucha gente, entre ellos, una pareja de ecuatorianos que le comenta
que nadie les quiere alquilar una casa, que los españoles
son unos racistas, que no tienen hogar, que están muy tristes
y que lo pasan muy mal. A la mujer le da un sofoco, se pone a llorar
y se lo alquila. Al día siguiente, entran en el piso cuarenta
y dos ecuatorianos. Cuando se entera, la señora empieza a
temblar como una hoja con ataques de nervios, depresión,
y por la medicación le sale una úlcera. Entonces,
su hijo, Francisco José, de 27 años, cursando aún
tercero de Derecho, hastiado, crea un nick, "elenita_16",
para entrar en un foro a decir que la culpa de todo la tiene "zetamongo".
A todo esto, la señora, entre achaque y achaque, aún
tiene tiempo de llamar a su cuñada, que también alquila
un piso, y la pone al tanto de la situación. Alarmada, la
cuñada le alquila el piso a una mujer soltera de Barcelona
que viene a pasar una temporada en Madrid en detrimento de otra
pareja de ecuatorianos que estaba interesada en quedarse indefinidamente,
pero visto el percal, la cuñada opta por la catalana, aunque
sea sólo de forma temporal. De modo que su hijo, Jonathan,
de 32 años, cursando aún segundo de Ciencias Ambientales,
más a gusto que en brazos, crea un nick, "martita_16",
para entrar en un foro a decir que "elenita_16" es una
"fatxa de mierda". Mientras tanto, el matrimonio de ecuatorianos
se amarga porque nadie les alquila un piso y, por consiguiente,
su hijo, Winston Rodolfo, le mete una puñalada en el corazón
a otro joven, Gregory José, por pertenecer a una banda rival.
Tras el funeral, en la casa de la señora donde viven los
cuarenta y dos ecuatorianos se monta una fiesta de puta madre con
samba y reagetón un miércoles hasta las cuatro de
la mañana. A las cuatro y diez, el vecino de al lado, un
jubilado de setenta y ocho años, con esto de que ya es la
decimonona fiesta en dos semanas, se ahorca de la lámpara
del salón con el cinturón de la bata. La noticia aparece
en los periódicos y el domingo, la señorita de Barcelona
que disfruta del pisazo de la cuñada, Maruja Torres, publica
un otoñal artículo en El País Semanal denunciando
el abandono que sufren nuestros mayores.
Álvaro
LPD
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