Love's
Labour's Lost
Reino
Unido , 2001
Kenneth
Branagh vuelve a sorprender adaptando una obra de William Shakespeare,
algo a lo que no nos tenía acostumbrados desde hace la friolera
de .... 21 meses. En este caso, sin embargo, es de agradecer que
se trate de una pieza menor y sin mayores pretensiones, una comedia
simpática y ligera fácil de digerir. Algún
día, en cualquier caso, alguien tendrá que reflexionar
seriamente sobre la justicia poética que supone que un autor
como Branagh viva de adaptar mejor o peor una tras otra las obras
de un escritor, el Fénix de las Letras inglesas, famoso por
apropiarse textos ajenos con pasmosa tranquilidad.
Love's
labour's lost está adaptada de manera simpática, sobre
todo desde una perspectiva española, pues al trasladar los
acontecimientos shakespeareanos al siglo XX aparece mágicamente
un misterioso Reino de Navarra, en el que se desarrolla la acción,
de lo más encantador. La historia, de hecho, nos cuenta la
extravagante idea del joven, noble y apuesto Rey de Navarra, que
en lugar de convertir su corte en foco de placeres mundanos decide
enclaustrarse en ella con tres compañeros para dedicarse
durante tres años al estudio de la Filosofía y otras
ciencias exactas. Con el noble propósito de evitar distracciones
perturbadoras y para garantizar una total concentración en
el estudio, las mujeres son por medio de un edicto excluidas de
la Corte.
En
este sentido la obra tiene un aire extremadamente moderno. La sublimación
de los impulsos sexuales insatisfechos ha sido siempre, de hecho,
uno de los más importantes instrumentos de creación
científica. De manera que la reflexión sobre la voluntaria
privación a la que se someten los jóvenes estudiosos
tiene una sorprendente actualidad. ¿Los clubes de castidad
que menudean en Estados Unidos son, aunque externamente no lo parezca,
focos de estudio filosófico? ¿Los grandes genios de
la Historia de la Humanidad lo han sido por ser también los
que menos posibilidades de placer físico tenían a
su alcance y, resignados, a eso se dedicaron? ¿Es este el
secreto de La Página Definitiva?
En
cualquier caso, y como no podía ser de otra manera, las tentaciones
no tardan en aparecer. Cuatro bellas doncellas francesas en viaje
de negocios (por un quítame allá esa Aquitania, la
tendencia expansionista navarra es mundialmente conocida) representan
la tentación a la que inevitablemente caen rendidos nuestros
protagonistas, demostrando que los méritos de los curas católicos
que logran respetar sus votos les enaltecen mucho más de
lo que la burla popular puede dar a entender. Como se trata de un
film de Branagh-Shakespeare suponemos que estamos obligados a decir
que este asunto permite algún tipo de reflexión sobre
los deseos humanos, los intereses volitivos y los intereses críticos.
Aunque, simplificando, no creemos que el mensaje pase del castizo
dicho castellano: tiran más dos tetas que dos carretas, así
que imaginen comparado con el estudio de la Filosofía.
La
película, por otro lado, tiene cierta gracia pues ha convertido
la obra en un musical salpicado de canciones de musicales clásicos
de Hollywood (Esther Williams, Fred Astaire ...) que dan un toque
de color y aportan un contraste que es de agradecer. Así
que, si están interesados en comprobar cómo las obras
del Genio de la Literatura inglesa están bastante pasadas
de moda y no le llegan ni a la suela de los zapatos al eterno Quijote
que no sólo no envejece sino que está cada vez más
de actualidad con el paso de los años, no dejen de acudir
a rendir un merecido homenaje a Kenneth Branagh, que tan concienzudamente
se dedica a mostrárnoslo.
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