Vendiendo
prosperidad
PAUL
KRUGMAN
Paul Krugman
demuestra en esta obra el por qué de su popularidad. Sus libros
aúnan solvencia intelectual y un estilo que los hace digeribles.
Se trata de una combinación extraordinaria, al
menos notablemente rara en Europa (Krugman es norteamericano), pues
en no pocas ocasiones quienes divulgan obedecen más a su prurito de experto
que a pensar en sus lectores.Vendiendo prosperidad es pues una lectura
muy recomendable para todo aquel que desee conocer una síntesis
de las relaciones del mundo de la economía y la política. En el
libro encontramos esbozadas las grandes líneas macroeconómicas que han regido la política económica de los
últimos 30 años en Occidente (como es obvio, en Estados Unidos).
Gracias a Krugman nos enteramos, además de curiosos chascarrillos sobrecolegas
de profesión, lo que dota al libro de más interés. ¿Qué relación tiene que la primera línea de letras en un ordenador
siga siendo QWERTYUIOP, al igual que en las primeras máquinas de
escribir,con la evolución de la economía mundial?
Pues aunque
no lo parezca algo tan aparentemente estúpido como esto es lo que
ha logrado que la izquierda económica saliera de su escondite a
tratar de recuperar el terreno perdido en tiempos de dominio de
la ideología neoliberal. Ahora muchos de Ustedes entenderán, por
fin, por qué esta cacareada “reacción de la izquierda” se ha quedado
en nada o, lo que es peor, en cosas como la Tercera Vía.
Pero no hay que desesperar, pues algún día esta reacción surgirá.
Si la liberalización puede provocar efectos perversos indeseados,
como que Ronald Reagan acabe siendo aclamado como un estadista,
es que algo está mal. Esto no lo dice Krugman, pero está claro que
lo piensa, y ello le sitúa en un extremo peligroso: en lógica consecuencia,
y como debiera Ud. hacer si cree en estas cosas, Krugman adora la
primera fila de los teclados de ordenador (sin darse cuenta, el libro es de 1992, que
con los procesadores de texto que reconocen la voz ya nada es lo
mismo). En cualquier caso, y aunque Ud. sea un liberal convencido,
el libro le podrá ser de utilidad. Descubrirá cómo Krugman, profesor
de economía célebre porque vende muchos libros, pone en cuestión la solvencia
intelectual de Galbraith, profesor de economía que también vende muchos libros, ¿adivinan por qué?, pues sí, precisamente porque,
siendo profesor, vende muchos libros. Esta deliciosa esquizofrenia,
tan propia del mundo académico, no empece para que su lectura sea amena y recomendable.
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