Actualidad
de los mercados
LA
CONSPIRACIÓN DE LA BANCA MUNDIAL CONTRA EL BUEN PUEBLO ESPAÑOL
TERCER
AÑO DE CAOS Y DESPLOME DESPUÉS DE VILLALONGA: 2003
28/11/03:
Menos impuestos, más seguridad
El
lema con el que, lo empleen o no en campañas electorales,
podemos designar la línea política de hombres de la
talla del mismísimo Ánsar, pasando por Ronal Reagan,
¿Adolf Hitler? (no tengo muy claro si los rudimentos de lógica
que nos enseñaron en la escuela permite escribir esto sin
que se me diga que estoy declarando que Ánsar es como Hitler)
e incluso José Luis Rodríguez Zapatero (quien ya dijo
que bajar los impuestos es de izquierdas y no hace falta que declare
nada semejante en materia de seguridad ciudadana porque la histeria
de su partido al respecto convierte en innecesaria la expresión
de la convicción) hace furor. Uno de sus alumnos más
avantajados es George Bush junior.
La
política económica del Imperio en estos primeros años
del nuevo siglo es básicamente la misma, pero profundizada,
que la seguida por Ronald Reagan en los primeros ochenta. Se basa,
fundamentalmente, en dos líneas de acción política
claramente definidas.
Por
una parte la destrucción del sistema fiscal como instrumento
de perecuación social, con ataques cada vez más voraces
a los principios de progresividad más elementales. Se parte
del convencimiento de que cualquier medida redistributiva es una
especie de atraco a mano armada impuesto por el populacho en aquellos
ominosos momentos (siglos XIX y XX) en que pudo expresar la fuerza
del número frente a unos ricos que todavía no contaban
con suburbios aislados y perfectamente vigilados por eficaces y
armadas hasta los dientes empresas de seguridad privada.
Por
otra la aplicación de remedios de la escuela del “neokeynesianismo
armamentista” a la hora de afrontar crisis económicas.
Esto consiste en que los Estados Unidos, llegada una crisis económica
de la que sus ricos expresen la voluntad de salir (es decir, cuando
la crisis empieza a afectarles, en vez de limitarse a “desengrasar”
los adipamientos del tejido productivo), aplican la receta que las
instituciones monetarias internacionales (controladas en gran parte
por los propios EE.UU.) desaconsejan/prohiben al resto del mundo:
deficit público a lo bestia y monetarizado. Y, además,
con un simpático añadido. Dada que la elevación
de la demanda agregada por medio del incremento del gasto público,
en términos macroeconómicos, es indiferente que sea
realizada aquí o allá (construir escuelas o carreteras
viene a ser lo mismo que repartir el dinero a los niños a
la puerta del colegio, si nos ponemos keynesianos en plan macro
a lo burro), ¿qué nos impide dedicar el dinero a la
divertida ocupación de construir molones submarinos nucleares
con capacidad para albergar la Superbowl o montar un simpático
jueguecito de ordenador con misiles atómicos espaciales apuntado
a todo Dios?, ¿qué hay de malo en dedicar la pasta
así obtenida en nuevos y divertidos cacharros que afiancen
nuestra superioridad tecnológica y/o en pagar costosísimos
despliegues en Oriente Medio?
La
respuesta es obvia, porque está a la vista. Nada. De paso,
además, se afirma la superioridad de las fuerzas del Imperio.
Y si de rebote se pone un pie en zonas con reservas de petróleo,
pues suponemos que tanto mejor.
La
receta, por lo demás, es todo un éxito. Al menos a
corto plazo. Los números cantan, como estamos viendo. Y no
valen sufrimientos contrafácticos vacuos (¿no sería
mejor económicamente a medio y largo plazo dedicar el dinero
a escuelas?....) porque el modelo es el que es. Lamentablemente,
que los Estados Unidos se apliquen tan singular receta mientras
pretenden que el resto del mundo vaya por otros caminos no es un
ejercicio de hipócrita manifestación de una doble
moral. Ellos pueden permitirse monetarizar todos los déficits
que quieran (la historia lo demuestra) porque mientras la moneda
del resto del mundo sólo la impriman ellos somos nosostros
quienes pagamos sus excesos. Y están muy interesados en que
los demás tampoco nos vayamos de todo al garete (por eso
les preocupa nuestra discilplina presupuestaria) porque mientras
seamos mínimamente boyantes podremos pagarles mejor las juergas.
Eso
sí, sin pasarse. Mínimamente boyantes pero segundones,
es la receta. Y si peleados y desunidos, tanto mejor. Conviene recordar
esta situación en horas bajas para la construcción
europea, aprovechadas rápidamente por las fuerzas antieuropeístas
del momento (capitaneadas por Ánsar). Da mucha risa, por
otro lado, escuchar a los que se pretenden máximos defensores
del Plan de Estabilidad europeo achacar a Francia y Alemania como
crucial elemento de sus males y sus problemas económicos
que estos países no son convencidos seguidores de la vía
americana. ¡Pero si, precisamente porque sabiéndose
los “segundos más fuertes” es por lo que se atreven
a dejar que su déficit se dispare, imitando (aunque a pequeña
escala, en concreto a la mitad) a los grandes maestros!
Mientras
que, de los tres parámetros (neokeynianismo, militarización,
destrucción de un sistema fiscal igualitario), Francia y
Alemania se han acogido al modelo yanqui sobre todo en lo flexibilidad
con la que contemplan el problema del gasto público, los
españoles disfrutamos de un gobierno que ha escogido las
otras opciones. El PP en España está aplicando concienzudamente
el modelo expuesto con la única salvedad de que, en un alarde
de sentido de la realidad, ha renunciado a un déficit que
no puede permitirse, haciendo de la necesidad virtud. En lo demás,
ataques a la perecuación a través de la fiscalidad
y militarización del gasto público (menos impuestos,
más seguridad), somos, eso sí, alumnos aventajados.
ABP
(València) |