Actualidad
de los mercados
LA
CONSPIRACIÓN DE LA BANCA MUNDIAL CONTRA EL BUEN PUEBLO ESPAÑOL
TERCER
AÑO DE CAOS Y DESPLOME DESPUÉS DE VILLALONGA: 2003
10/03/2003:
La vida sigue igual
Es
inevitable constatar y reconocer que La Página Definitiva
ha dejado de prestar atención a los mercados. Basta fijarse
en la cantidad de noticias bursátiles tratadas en 2001, cuando
el Caos sólo acababa de instalarse entre nosotros, con la
de ahora. Suele ocurrir. La debacle al principio se comenta, se
analiza, se glosa. Son los restos de la furia de la euforia, que
se emplean en amoldarse a la nueva situación. Luego, la oscuridad
lo envuelve todo. Expansión ya no vende periódicos
como antes, las múltiples revistillas sobre inversión
aparecidas en momentos de euforia desaparecen, la gente vende los
yates que compró por una décima parte de su valor
(o, si se trata de multinacionales de la telefonía, sus licencias
UMTS; o, si del mundo de la comunicación, algún
portalillo de Internet adquirido a tantos milloncejos el visitante...).
Las euforias tienen estas cosas. Y que nadie se queje, los indicios
de que se ha llegado a puntos cercanos al culminante suelen ser
siempre los mismos, y están precisamente conectados con lo
arriba mencionado. Desconfíen Ustedes de la economía
mundial cuando la gente renueva su flota de yates o de aviones privados,
cuando se compran cosas etéreas e imposibles de rentabilizar
por cientos de miles de millones. Desconfíen, en suma, de
aquellos momentos económicos de tanta irresponsable alegría
que hasta LPD se pone a pontificar sobre economía.
De
todas, formas, tampoco conviene obviar absolutamente un factor de
cierta relevancia en el nuevo orden mundial como es la situación
de la economía planetaria y, lo que es más importante
(y discúlpen la broma), su reflejo en el mundo de los mercados
financieros.
Repasado
con trazo grueso, 2002 ha sido año de resaca. Cuando prácticamente
todas las bolsas mundiales han perdido un 50% de su valor a pesar
de que las economías han pasado sólo por una leve
recesión (y, en algunos casos, sólo un desaceleramiento
del crecimiento) es que, sencillamente, lo de antes no era normal.
La única rutilante excepción sigue siendo Japón,
porque hace 20 años que no levanta cabeza, ni económica
ni financieramente. Asunto éste que atormenta a los economistas,
temerosos de que los nipones no estén 200 años por
detrás en materia de crisis macroeconómicas sino justamente
20 por delante.
Mientras
tanto, y recién digerida el empacho especulativo, las cosas
habrían podido haber vuelto a la tranquila normalidad. Y,
sin embargo, 2003 sigue siendo un período de desesperación
y frustración entre inversores profesionales y pequeños
ahorradores. ¿Qué está pasando?
Podríamos
estar, simplemente, en una situación intermedia. Tan grande
fue el empacho que aunque creamos purgados nuestros excesos todavía
haya alguna copichuela de más que vomitar. Asimismo, es posible
que estemos ya en un nivel tal que nada más pudiera ocurrir
como consecuencia directa de la desmedida euforia anterior. Pero,
¿acaso no es posible que la misma resaca sea el germen de
posibles desequilibrios económicos posteriores? Algo de ello
parece haber, en la medida en que recuperar la confianza cuesta,
inevitablemente, tras un costalazo de estas proporciones. Es un
tópico señalar que el problemas de las burbujas especulativas
es que, afectando a la confianza, terminan por dañar la economía
real.
Pero
es que, además, adicionalmente, los problemas de las economías
desarroladas y de los mercados financieros se están viendo
acentuados por la irresponsable política de los Estados Unidos
en su alocada carrera por convertir el orbe en una mala copia de
las calles de Chicago de principios del siglo pasado.
A
lo largo de los años 90 el capitalismo vivió un plácido
período de paz y prosperidad basado, lo que no es ninguna
casualidad, en el afianzamiento de los resortes e instituciones
que hacen posible a nivel internacional la convivencia pacífica.
El petróleo barato, por muy buen catalizador a corto plazo
de la actividad económica que pueda ser, no lo es mejor que
la paz.
No
es ya que la gestión y duración de la actual crisis
provoque, debido a la incertidumbre del resultado final, daños
económicos y financieros. La explicación mueve a la
risa ya que, ¿acaso existen dudas razonables sobre qué
va a pasar y cuál va a ser el resultado? Sólo desconocemos,
de momento, la fecha exacta del ataque y la duración exacta
de la operación de toma de control de Irak. Punto. La incertidumbre,
en consecuencia, no es generada por la incierta salida del conflicto,
sino por éste mismo. Es el nuevo orden internacional, preventivo
y agresivo, el que conforma un panorama desolador, también,
a nivel económico. 2003 sigue siendo un Annus Horribilis.
Un Villalonga, en este contexto,
no es posible.
ABP
(València)
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