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Actualidad de los mercados

LA CONSPIRACIÓN DE LA BANCA MUNDIAL CONTRA EL BUEN PUEBLO ESPAÑOL

JUNIO DE 2001

 

19/06/2001: Vienen a por nosotros

Cuando España amenazaba con convertirse en la Primera Potencia Económica del Mundo Libre una extraña combinación de casualidades internacionales puede dejarnos la economía patria para el arrastre.

El milagro económico español, basado en gran parte en la desaparición de una institución benéfica y venerable como el Banco de España, empezó a tambalearse cuando la situación económica alemana se igualó algo a la nuestra. Hasta ese momento la comatosa "locomotora" germánica tenía preocupadísima a un Banco Central Europeo que, tratando como fuera de reactivar la economía, mantuvo contra viento y marea tipos de interés bajos. Que un país periférico como España pudiera sufrir un grave recalentamiento de la economía (algo impepinable según los modelos clásicos y rotundamente desmentido por la tozuda realidad) era una minucia comparado con la labor de rescate que se acometía. Pero cuando los riesgos de recalentamiento empezaron a salpicar también a los centroeuropeos el BCE aplicó la receta al uso del cártel de bancos centrales: subir tipos. De esta forma el primer elemento del milagro económico español (unos tipos de interés reales por los suelos) se fue al garete. Aunque paradójicamente la decisión del BCE ha acabado por provocar una galopante inflación en toda Europa, y también en España, todavía no se empiezan a sentir en nuestro país los benéficos efectos de tener de nuevo unos tipos de interés reales de menos de un 1%.

Y el otro factor que sorprendía al mundo, la rápida internacionalización de algunas de nuestras más importantes empresas, también amenaza con pasar a mejor vida. No en cuanto a su presencia en otros mercados, sino en lo referido a la rentabilidad de esta política. Parece claro que la entrada de España en la Unión Europea supuso el inicio del fin del "spanish business way of life" basado en monopolizar de facto o de iure un mercado (en ocasiones oligopolizarlo) con el consentimiento de los gobrnantes y masacrar a los usuarios con pésimos servicios y tarifas de juzgado de guardia. Las grandes empresas españolas, basadas históricamente en este modelo de negocio, se vieron compelidas a abandonarlo paulatinamente (en ello estamos) por culpa del propio desarrollo alcanzado por el país y sus gentes y, sobre todo, por la amenaza de los competidores europeos. Todavía hoy la posible irrupción de EDF en España hace que se enciendan todas las alarmas y no porque se trate de una empresa pública (algo que, de acuerdo con la doctrina de su inevitable ineficacia, no debiera preocupar) sino porque poría poner patas arriba el equilibrio bandoneril imperante en España.

Ante estas situación los avispados empresarios españoles posaron sus ojos en Sudamérica, tradicional tierra de oportunidades que ofrecía todo aquellos que la Madre Patria amenazaba con ir olvidando poco a poco: países en vías de desarrollo, Gobiernos que se ponen tiernos con la generosidad de las empresas y más preocupados de lograr sus favores que de ocuparse del bienestar de sus ciudadanos. Con la experiencia adquirida por años y años de dedicación a estos menesteres los empresarios españoles fueron imbatibles en este terreno y se hicieron con Sudamérica. Lamentablemente la recesión empieza a acechar en diversos países sudamericanos, con riesgo de contagio tras la devaluación encubierta llevada a cabo en Argentina. Un vez más, la coyuntura se conjura contra España, que ha de luchar con elementos insospechados.

10/6/2001: Aerolíneas Argentinas y el imperialismo español

Argentina, país que entra en su tercer año de recesión, ha vivido una huelga general cuyo principal objetivo han pasado a ser las grandes empresas españolas, omnipresentes en la economía del país. La huelga, convocada por los sindicatos cercanos al peronismo, comenzó con la quema de las banderas de Estados Unidos y nuestra bella enseña rojigualda, ignoramos si acompañada por el Pollo o en versión constitucional. Hay que confesar que pensábamos que los únicos que tenían costumbre de quemar banderas españolas eran los líderes políticos y seguidores de Euskal Herritarrok, pero por lo visto en estos tiempos de globalización la tradición se está extendiendo. ¿A qué espera Marruecos para mover ficha?

Dejando de lado la lamentable situación de Aerolíneas Argentinas, al borde de la quiebra por muchos motivos (el estado en el que se encontraba al ser comprada por Iberia, la brillante gestión de la compañía de bandera española, y los problemas inherentes a gestionar cualquier compañía de líneas aéreas, que como Ustedes saben quiebran como hongos), la protesta sindical contra las empresas españolas obedece a motivos más profundos. Desde la prensa española se ha dado la imagen unánime de que las protestas son injustificadas y las huelgas han sido convocadas por la manipulación de unos líderes sindicales xenófobos y demagogos. Por supuesto, esta últimaimpresión es cierta, pero la imagen prístina e inmaculada de un sector empresarial español que, en su candidez, quería "hacer negocios" en Argentina ante la incomprensión de los ciudadanos del país no lo es tanto. Cualquiera que vea las formas de actuar de Telefónica en España puede imaginarse lo que pueden haber hecho en Argentina. Cualquiera que sepa cómo se las gasta el empresariado español se echaría a temblar ante su proyección multinacional.

Las empresas españolas se han introducido con fuerza en la economía argentina aprovechando la crisis económica, comprando compañías a precio de saldo (YPF por parte de Repsol, por ejemplo) y haciéndose con los principales sectores energéticos y financieros del país. Los resultados, en un entorno de crisis económica, han sido bastante negativos. Por poner un ejemplo, Endesa tuvo serios problemas para garantizar el suministro eléctrico a Buenos Aires, que por unas semanas se quedó a oscuras y pareció una ciudad californiana, y el BBVA y BSCH se han apresurado a recortar empleos en sus bancos recién adquiridos. Por su parte, Telefónica hizo lo que se espera de la Primera Multinacional española: servicio deficiente y precios abusivos (hace cuatro años, este cronista pudo comprobar que el equivalente a una llamada interprovincial de 4 minutos en Argentina costaba ¡1500 pesetas!). La fuerte presencia española en Argentina, en un entorno de crisis, y con los previsibles errores de prepotencia (dénle Ustedes a un español una posición de preponderancia en cualquier cosa y verán cómo se las gasta) y gestión abusiva del modelo natural de negocio en España (el monopolio) ha generado la reacción previsible.

Pero sería totalmente injusto que las empresas españolas se llevaran todo el mérito. Ahí está Carlos Menem y la dolarización para destruir la clase media argentina en 10 años. La globalización genera mayores desigualdades, pero el problema es que parece atacar con más virulencia a los eternos aspirantes a formar parte del primer mundo. Una economía como la Argentina, que hace 10 años era moderadamente pujante, y que con sus recursos naturales debiera formar parte del primer mundo hace mucho tiempo (así lo entendieron millones de europeos que a principios del siglo XX emigraron allí, confiados en el futuro del país), ha sido hundida por sucesivas crisis económicas que ahora mismo mantienen al país en una situación desesperada. Las clases medias, como decimos, se están desintegrando a marchas forzadas, y la juventud argentina intenta huir en masa del país, pues la situación es todo lo grave que corresponde a una recesión tan prolongada. En un país donde las tentaciones caudillistas son habituales, y donde la democracia tiene muchísimos defectos por pulir, la desaparición de la clase media, fundamento, como saben, de cualquier modelo democrático estable, es un caldo de cultivo ideal para la aparición de pronunciamientos autoritarios de uno y otro signo. Algo debe fallar en la economía globalizada cuando son los países que más cerca están de salir definitivamente del pozo tercermundista (Brasil, Argentina, Corea del Sur) los que más afectados se ven por las crisis económicas.