Actualidad
de los mercados
LA
CONSPIRACIÓN DE LA BANCA MUNDIAL CONTRA EL BUEN PUEBLO ESPAÑOL
ABRIL
DE 2001
10/04/2001:
Multinacionales y socialismo real
Si
tratamos de resumir el principio de organización económica
capitalista podemos retener la noción de libertad. A ella
se añade la lógica diversidad que ésta produce
y la competencia que en semejantes entornos es inevitable. El progreso
social, económico y tecnológico se alcanza precisamente
a través de esta diversidad y de la necesidad de sobrevivir
en un mundo competitivo, en el que el darwinismo económico
está a la orden del día.
La
Nueva Economía y la globalización han supuesto el
paradójico (con este modelo) reforzamiento de las corporaciones
supranacionales que pretenden lograr un incremento de la eficacia
de los procesos productivos precisamente a través del tamaño.
Adiós a la época de las pequeñas empresas ágiles
e innovadoras, francotiradoras que lograban obtener un beneficio
de su reducido tamaño y de la necesidad de usar del modo
más rentable sus escasas armas. El cambio de siglo ha consagrado
un modelo opuesto, en el que la producción se concentra,
en una primera época horizontalmente, y da lugar a poderosas
multinacionales que son precisamente el estandarte de la nueva era.
Tan
paradójico éxito de las multinacionales ha acabado
en plena época de Nueva Economía de configurar lo
más parecido a un plan quinquenal de naturaleza privada desde
el momento en que la concentración vertical ha seguido a
la horizontal. No se trata ya sólo de ahorro de costes y
de economías de escala, ahora es preciso también tener
en cuenta las sinergias. Verdadero sueño de cualquier planificador
soviético, el modelo económico imperante en la actualidad
no sólo produce una alarmante uniformización desde
el lado de la demanda sino que también estructura la oferta
de manera centralizada. Las mismas empresas que distribuyen agua
son las encargadas de construir y gestionar centros comerciales
o de producir videos musicales. Y todas estas actividades se realizan
teniendo en cuenta las implicaciones de cada una de ellas en las
restantes. No es estrictamente lo mismo, pues la U.R.S.S. se centraba
esencialmente en la minería, el algodón o la producción
de armamento, pero el principio organizativo no deja de ser el mismo.
La propiedad privada de los medios de producción, una vez
concentrada, ha acabado por buscar un modelo organizativo rigurosamente
idéntico al de los regímenes del socialismo real.
Teniendo
en cuenta las experiencias recientes podemos aventurar ya el futuro
del modelo: un rotundo fracaso. La centralización de la producción
no puede llevarse a extremos excesivos, como las propias desventuras
de la Iglesia de Roma ha puesto de manifiesto. Los males de la burocracia
y de la Administración pública se repiten misteriosamente
en las corporaciones a partir de que alcanzan un cierto tamaño.
Así que no es muy sencillo especular sobre los problemas
que cada vez más aparecerán. En cualquier caso, como
cualquier ser humano tentado y caído, en el pecado llevarán
la penitencia.
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