Empresas
ADOLFO
DOMÍNGUEZ
Adolfo
Domínguez es una de esas bellas historias de éxito empresarial que
tanto abundan en nuestra patria. Una empresa que no sólo gana dinero
(aunque no mucho, la verdad) y que, además, se ha extendido por
todo el mundo. Los resultados de Adolfo Domínguez no han sido precisamente
espectaculares en los últimos años, pues las inversiones necesarias
para globalizar el negocio han penalizado las cuentas y, además,
la rentabilidad de la expansión todavía no se percibe. En resumen,
que la calidad de los números de Adolfo no es que sea excelente.
Ha dejado de ganar todo el dinero que podría haber ganado para dedicar
recursos a abrir más y más tiendas que capten a más y más clientes
que, al final de la historia, acabarán dejando en las arcas de D.
Adolfo más y más dinero. ¿Les suena este cuento de la lechera? Si
no es así es que ni han leído mucho de esta página ni viven en el
mundo real (echen un vistazo a nuestra sección dedicada a la New Economy).
Precisamente esta es la estrategia empresarial de grandes empresas
como Amazon.com
o Terra
sin irnos al otro lado del Atlántico. Demuestra esto que la afamada
estrategia de estos “visionarios” es muy, muy antigua,
y que puede incluso aplicarse a una sastrería de provincias con
aspiraciones.
¿Qué aspectos diferencian a Adolfo
Domínguez de sus competidores? Pues, desgraciadamente para quienes
han apostado por ADZ, bastantes. Así, en primer lugar, Adolfo Domínguez
se dedica al corte y confección, actividad que no viste mucho (aunque
pueda parecer paradójica la afirmación). No hay por en medio maquinitas
ni URL ni nada de nada. En este sentido es complicado que se vaya
a desatar una euforia “adolfística” a no ser que la
empresa comunique que, tras abrir una página web con su catálogo,
se ha convertido en “una empresa de Internet” y la gente
trague (como ya ha ocurrido recientemente con Bankinter). Otra diferencia
de ADZ es que, al no ser una .com no está impregnada de su lógica
empresarial y, en consecuencia, aunque poco, todavía gana algo de
dinero. Y ya saben que esta actitud es cuasi pecaminosa en este
nuevo mundo económico.
Pero, sobre todo, Adolfo es diferente
porque no pretende “crear valor” para el accionista
(vamos, no puede deducirse otra cosa de la evolución de la cotización).
Desde que empezó a cotizar el descalabro de la acción ha sido espectacular.
De manera que el “mal ambiente” en torno a un valor
como expresión fue inventada precisamente para explicar lo que ocurre
con ADZ. Así hay gente atrapada a 18 euros, a 15 euros, a 13 euros
.... Eran momentos en que el batacazo estaba asegurado cada vez
que D. Adolfo se dirigía a los mercados, y en los que empezó a elucubrarse
sobre la relación entre ambos fenómenos. Una vez Adolfo decidió
mantener un prudente silencio quedó patente que el gallego es poderoso,
pero no tanto. Y así, se abrieron nuevas ocasiones de quedar atrapados
en 11 euros, y después en 10 euros. Cuando la acción llegó a los
9 euros hubo quien incluso se lanzó a comprar, pensando que más
no podía bajar el título. Por supuesto se equivocó, y ahora ya anda
por los 8’50.
Con este espectacular historial
los handicaps con los que cuenta ADZ no son desdeñables.
El principal es que hay tanta, tantísima gente atrapada (y cabreada)
que es complicado que la situación cambie radicalmente. Y, sin embargo,
no crean, estamos convencidos de que la cosa, algún día, acabará.
Y, probablemente, si a Ud. le gusta el riesgo, una aventurita a
estas alturas (8’50) es algo concebible. Aunque claro, para
ello debe tener en cuenta que la evolución del valor invita a pensar
que tras el 8’5 vendrá el 8 y luego el 7 y luego .....
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