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Ha comenzado 2012 y con él la catarata de recortes que, a la vista de cómo está el panorama (y con independencia de cuáles sean las razones por las que éstos se nos vienen encima), tiene pinta de ser sólo el comienzo. Como los lectores de este blog saben, nunca he sido entusiasta de la economía ladrillil-burbujística que fue monocultivo especializado en los años ye-ye y manifesté un enorme escepticismo respecto de la realidad latente en la aparente bonanza de esos años. Lo cual no quita para que, a efectos de recortar y de «redimensionar» el sector público, ahora que está todo el mundo entusiasmado con esa cantinela, signo de los tiempos, y parece que aceptamos todos como corderitos que nos vayan dando tijeretazos al Estado del Bienestar que nunca acabamos de construir en España, esté también lejos de adherirme al coro de incondicionales del sentir actual de los tiempos. No me parece que nos podamos permitir prescindir de demasiado sector público (al menos, no precisamente del que más gasto genera), con lo que habrá que pensar si unos servicios dignos, europeos, están dentro de nuestras posibilidades. Como sinceramente me da la sensación de que sí, intuyo que el problema es más bien otro: conseguir que todos tengamos claro que una cosa es que estén dentro de lo posible en un entorno rico como, más o menos, es un país como España por eso de estar en el seno de Europa y formar parte del mundo occidental avanzado y otra cosa, bien distinta, que para tenerlos hay que pagarlos. Y, a ser posible, pagar según la capacidad económica.
En todo caso, y como es obvio, el tema es complejo y tiene mucha tela que cortar. No quería hoy hablar de eso sino de algo más sencillo, más relacionado con los recortes concretos que se han aprobado e indirectamente conectado con un tema jurídico de primer nivel y de gran actualidad: la idea de igualdad y cómo la acción pública la moldea. En este sentido me ha llamado mucho la atención una serie de medidas que, englobadas todas ellas, responden a una misma idea, que no por española y tradicional deja de ser, a mi juicio, a la vez reveladora, curiosa y preocupante. Repasemos algunas de las decisiones adoptadas por el nuevo Gobierno o que promete adoptar el el futuro (siguiendo la senda de lo que el anterior Ejecutivo ya hizo):
– Paralizar cualquier iniciativa en materia de empleo público (que si ya estaba anémico desde hace dos años ahora entra en coma) mientras, sin embargo, la promoción interna entre los que ya están dentro sigue activada a todos los niveles.
– Congelar el salario mínimo, en un marco de recortes y congelaciones generalizadas, pero del que se escapan, eso sí, las pensiones, que se revalorizan (poco, pero algo).
– Eliminar las ayudas al alquiler, pero sólo para los nuevos solicitantes (las ayudas ya concedidas siguen).
– Dejar de reconocer subvenciones por dependencia de grado medio aunque las personas que ya las tengan reconocidas seguirán disfrutando de ellas.
– Anunciar una inminente reforma laboral (recordemos en este punto que las últimas que se han producido lo han sido siempre en la misma línea, que garantizaba los derechos adquiridos de los ya contratados y reducía sensiblemente los mismos para aquellos que van a ser contratados en el futuro como medida de «incentivo para la contratación»).
Si analizamos mínimamente estas medidas, todas ellas tienen un elemento en común que casi nadie destaca y que entronca con una tradición muy española a la hora de redistribuir esfuerzos y sacrificios: dejar indemne al que «ya ha pillado» y cargar con toda la carga a los que todavía no están instalados. Ya sea en materia de pensiones (garantizadas e incrementadas incluso en los tramos más altos de renta) frente a la situación de los ciudadanos activos, ya sea en materia de contrato de trabajo (con unas nuevas generaciones que no van a disfrutar un contrato estable y con derechos en su vida mientras los ya instalados están blindados por tierra, mar y aire), ya sea incluso en la concesión de subvenciones (donde convivirán ciudadanos en una misma situación pero unos tendrán derecho legal a percibir ayudas mientras otros no simplemente porque llegan después), se trata de una tónica repetida. Y muy negativa desde todos los puntos de vista. Desde la lógica de reparto del esfuerzo (tiene mucho más sentido quitar un poquito a todos que dejar sin nada a unos para que otros continúen disfrutando de todo) pero, sobre todo, y también, desde una perspectiva de lo público y de pedagogía social. Viene a decir que a los españoles, tanto individualmente como colectivo, que lo que tenemos que hacer es blindar nuestras posiciones, llegar como sea a consolidar ciertas posiciones y derechos y, después, permitir que sean los no instalados, los no colocados, los que están por llegar, los que arreen. No tiene, la verdad, mucho sentido.
Lo más grave de todo el asunto es que esta peculiar visión de la igualdad «a la española», tan anclada en nuestro ADN, ni siquiera genera comentario algunos ya. Lo tenemos asumido. Y todos sabemos que lo que hay que hacer es «moverse» para quedar «dentro» de los agraciados. Es un país peculiar éste, donde la igualdad se tiene en cuenta dentro de grupos colectivos, pero atendiendo a factores como el temporal, el momento de llegada, sin que a nadie le parezca anómalo. Ocurre que, a este paso, los colectivos que por edad y posición pueden blindarse (y de hecho se blindan) se acabarán llevando un susto. Cuando los jóvenes productivos y formados se larguen al extranjero uno tras otro; cuando a base de mini-jobs, subempleo y sueldos donde el mileurismo ha pasado a ser una aspiración no haya manera de pagar pensiones blindadas y que tripliquen el salario de la masa trabajadora del momento; cuando las ayudas del pasado, consolidadas e irrenunciables, acaben drenando recursos esenciales porque no hay más cera ardiendo; cuando, en definitiva, un modelo basado en la desigualdad entre los asentados y los recién llegados se encuentre con que la masa de derechos, garantías, prestaciones y cantidad de destinatarios de los blindados es tan grande que no hay manera de que entre los pringados que queden se puedan hacer cargo. Y entonces, por supuesto, será tarde.
20 comentarios en 2012 y el festival de recortes contra la igualdad entre instalados y recién llegados
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Y la pregunta Andrés, tú que sabes de leyes, es si es legal. ¿Puede el gobernante actuar con tanta discrecionalidad? Ante una misma situación, ¿por qué unos sí y otros no?, si los dos tienen derecho. Si alguien reclamara en algún tibunal de lo contencioso-administrativo, ¿podría ganar?
Buen artículo.
Comentario escrito por Torcuato — 09 de enero de 2012 a las 1:06 pm
Has dado en el clavo, y es algo que en mi entorno cercano estamos cansados de discutir (cuando el «comando antiviejuno» se pone en marcha, las comidas familiares se vuelven sumamente divertidas) desde hace mucho, empezando con las subvenciones al campo: ¿o sea que tú, como tenías unas vacas en el año 1983, puedes producir leche, y yo, por haber nacido más tarde y mi padre haber cometido el delito de emigrar a la ciudad, no puedo?
Impresionante la que se suele armar.
Una anécdota que me ocurrió hace poco, al salir del ambulatorio tras no poderme vacunar de la gripe hasta que el grupo de riesgo «Los Mayores» se la hubieran puesto todos, fue encontrarme la acera petada de viejos haciendo cola delante de una agencia de viajes: se abría el plazo de las inscripciones para los viajes del Imserso.
Lo justo para empezar la mañana con buen humor.
Comentario escrito por mictter — 09 de enero de 2012 a las 1:45 pm
Dejen que les digan que al menos en la Comunidad Valenciana, en cuanto a Sanidad se refiere, las ostias de los recortes a los que «ya han pillado» van a ser «soberanas».
1)Reducción de un 20% del salario en los periodos de baja por enfermedad.
2)Se suspende el Plan de Pensiones.
3)Se reduce el complemento de carrera y desarrollo profesional el 50%.
4)Se suprimen: las 6 jornadas de libre disposición, las adicionales por antigüedad y libranzas de guardias por festivos recaídos en domingos y festivos.
5)No se prorrogaran las jubilaciones.
A todo ello se añade el incremento del IRPF…
Jur, jur, jur…la verdad es que «Sanitat Valensiana» en LPR tiene material del bueno para escribir…nos esperaremos mejor a que salga el decretazo en el DOGV.
Comentario escrito por Garganta Profunda — 09 de enero de 2012 a las 3:17 pm
El «cainismo intergeneracional», pilar fundamental de la sociedad española, como me escribió InVIno(Veritas) en esta misma página, sigue funcionando a toda máquina. Gracias Andrés por la actualización desde el frente.
A mí, como cabeza de puente de los que se marchan (me considero porque ya me fui en mitad de la burbuja) realmente me queda la esperanza de que sea más pronto que tarde que el tingaldo no se sostenga y reviente. Lo siento mucho, pero no se ve otra solución que la «destrucción creativa», empezar de cero.
Al igual que con el inmo-ladrillismo, la casta instaurada no tiene la más mínima intención de mirar hacia adelante o abrir los ojos y cambiar de rumbo antes de chocar contra el iceberg, ni aunque les vaya su propia supervivencia en ello.
Lástima que haya que pegársela para cambiar algo, pero no veo que sea posible de otra manera.
Por cierto, que como hablaba con un amigo ingeniero también emigrado el otro día, un país que al menos tiene unas infraestructuras mínimas como recuerdo del boom constructor y con la preparación en capital humano de que dispone gran parte de la población, en realidad tiene mucho potencial para salir del hoyo. Sólo con dejar caer a plomo los precios inmobiliarios el país ganaría competitividad vía costes como para permitirnos ser moderadamente optimistas. Lástima que los gestores no nos lo permitan.
Comentario escrito por Nacho Pepe — 10 de enero de 2012 a las 3:42 am
No se que deciros, sin conocer la ley y la forma que se puede cambiar, pero vamos que cuando firmas un contrato esperas que se cumpla (por las dos partes). Jolin, ademas
es que sino es dificil hacerse un plan de vida.
Me contaban que cuando empezo la LOU, de repente, muchos profesores necesitaban el doctorado para sacarse una plaza y en Gijon hubo amago de huelga, donde la principal reclamacion era que a todos los profesores que no tuvieran el doctorado
se les sacara plazas de Profesor de escuela universitaria.
Al final, los que llevaban mas de 10 años, se les saco
plaza, los otros, que eran jovenes les toco reconvertirse.
Y esto es para responder a Mictter, me parece normal que
si alguien ya lleva 30 años en el campo, donde no ha hecho
otra cosa que cuidar vacas, tenga esa posicion un poco
asegurada.
Comentario escrito por domingo — 10 de enero de 2012 a las 9:42 am
Palabra del Señor, como comentan por ahí arriba las discusiones sobre el particular son tremendas. En mi caso, con mi señor padre prejubilado a mayor gloria de nuestro estado del malestar. Sencillamente no le cabe en la cabeza que su generación se ha comido su parte, se está comiendo la nuestra a pasos agigantados y dentro de poco comenzará con la de su nieta. Se niega a aceptarlo.
Comentario escrito por desempleado — 10 de enero de 2012 a las 10:19 am
¡Ay, amigo! esa es la esencia del español auténtico, el tribalismo integral que afecta a todos los aspectos de la vida. Eso explica la adhesión inquebrantable, la solidaridad entre parientes, el corporativismo profesional y empresarial, el nacionalismo político, el fervor al Santo Patrón, la rivalidad entre pueblos o barrios vecinos, la endogamia universitaria, la afición al fútbol y la fidelidad de voto del PP. Eso es algo que se aprende desde chico, si dos niños se están peleando y uno es primo tuyo te pones de su parte independientemente de quién tenga razón. Esto es España, una serie de cotos privados donde los socios se reservan el derecho de admisión.
Comentario escrito por emigrante — 10 de enero de 2012 a las 11:57 am
Ya echaba de menos tus comentarios en el Blog.
Me parece muy acertado lo que planteas en relación con la igualdad y los recortes. Esa misma reflexión me hacía yo hace unos días con el tema de la ayuda al alquiler. Tras más de un año de papeleo (y siendo plenamente conciente de los retrasos administrativos, soy abogada y trato continuamente con la administración), se me reconoció hace escasos meses el derecho a percibir la ayuda (cumplía requisitos: menor de 30, contrato en prácticas con remuneración más que ajustada…) y justo cuando recibo la notificación mis circunstancias personales cambian drásticamente y me veo obligada a cambiar de domicilio.
Lo que para la administración se traduce simplemente en una renuncia a la ayuda y cierre del expediente, al no admitir como posibilidad el cambio de domicilio aunque se respeten las condiciones económicas y el resto de requisitos exigidos. Habría que empezar de nuevo.
Lo asumí sin problemas en aquel entonces, siendo plenamente consciente de que con el cambio de gobierno la ayuda desaparecería y no habría expediente que iniciar. Pero lo cierto es que quizá me quedará un año para no superar el umbral de renta exigido y al menos tres para cumplir con el límite de edad de los 30. Ya no puedo aspirar a la ayuda, lo que con resignación y por solidaridad social asumo sin problemas porque en mi caso además puedo seguir pagando el alquiler. Pero pienso en todos aquellos que simplemente por llegar tarde, como dices Andrés, se quedan fuera en una situación de desigualdad con el resto de ciudadanos que simplemente estaban antes en la ventanilla.
Comentario escrito por Rosa María — 10 de enero de 2012 a las 11:59 am
El fondo de lo que comentas me parece que tiene mucho sentido. Echando unas cuentas rápidas con los datos de la SS (http://www.seg-social.es/Internet_1/Estadistica/Est/Pensiones_y_pensionistas/Pensiones_contributivas_en_vigor/Por_tramos_de_cuant_a/index.htm) a mi me sale que la pensión media es superior al salario mínimo…
Pero en cuanto a la forma, tengo la sensación de que la no retroactividad es algo que va más allá de el carácter español, así que creo que la pregunta sería ¿cómo hacer que «paguemos» todos e, incluso, más los que lo tienen todo asegurado (lo que haría que esto ya no fuera así) sin violar principios así?.
Se podría empezar por donde he empezado yo, es decir, congelando también las pensiones, pero ¿dónde más se puede rascar? Si una reforma laboral se carga el derecho del limón que no ha dado palo al agua en su vida a cobrar 45 días por cada uno de los años que se ha pasado en la empresa ¿los tribunales no la rechazarían?
Lo cierto es que la cuenta sale más cara de lo que nos han dicho, pero que estamos dispuestos a sacrificar unos pocos flecos del estado social a cambio de que los tótems que ya han pillado continúen inamovibles.
Comentario escrito por Johnnie — 10 de enero de 2012 a las 4:25 pm
Esta es (o era antes de la crisis) una de las prácticas más habituales en la asignación de VPOs y promociones de vivienda protegida. En lugar de ser dadas por criterios como renta, capacidad de pago, marginalidad, etc… las tenían quienes ganaban en el sorteo, como una lotería. Y en ocasiones al que se apuntaba el primero (no recordais en algún telediario gente durmiendo en la calle haciendo cola para su VPO?)
Eso sin contar que en muchos ayuntamientos un requisito fundamental para recibir ayudas es «llevar x años viviendo en el pueblo», que suelen coincidir con el tiempo que lleva el amigo del concejal a quien se le va a dar la ayuda.
Comentario escrito por Albert — 11 de enero de 2012 a las 9:57 am
Brillante. Es cierto que el binomio instalados-barreras legales/extramuros-desamparados ya tiene algunas antecedentes claros en algunos ámbitos (así, se han señalado ejemplos en urbanismo con la protección artificial de ciertas zonas o en el par tradicional función pública/no función pública, aunque en este último caso, como sabes, hay otros factores y justificaciones razonables).
Bueno, pero lo que dices está muy bien y parece ser una de las líneas ideológicas de salida de la crisis. Pero, tal como apuntas, esta estrategia tiene los días contados.
Por cierto, nos vemos pronto en Tarragona, creo.
Comentario escrito por Joan Amenós Álamo — 12 de enero de 2012 a las 11:19 am
Respecto al comentario de Albert, le doy la razón: eran auténticos espectáculos de paternalismo barato, con su lotería y abrazos con la autoridad competente (a menudo, en pabellones habilitados para la gran fiesta de la sociedad subvencionada). Por supuesto que hay que ayudar al que está en situación difícil, pero más seriedad, por favor
(está por escribir, por cierto, la historia de la VPO en España y no sólo desde el punto de vista jurídico, sino también urbanístico,sociológico, político, etc.).
Os paso una pequeña elícula que me pareció genial y a la que todavía le doy vueltas:
La introducción está en catalán, pero se entiende fácil y os la podéis saltar. La chicha está en la película:
http://blogs.uab.cat/actualitatjuridicaamenos/2011/03/01/imatges-del-dret-les-limitacions-de-la-politica-dhabitatge-social-i/
Comentario escrito por Joan Amenós Álamo — 15 de enero de 2012 a las 1:57 pm
La cuestión sobre cómo concebimos en España los derechos adquiridos es de honda raigambre (en términos académicos y de manual) en nuestra cultura y, por ende, en nuestro Derecho.
Cuanto más escasos sean los recursos en que se materialicen, en su caso, tales derechos, más restrictiva habría de ser la visión acerca de la virtualidad e intangibilidad de los mismos, pero …
Gran reflexión, acertada y, como siempre, inédita en el debate público, donde nadie alude a ello.
Comentario escrito por piterino — 16 de enero de 2012 a las 9:51 am
Hay una confusión absoluta en torno al Estado del Bienestar y ‘sus gastos’. No se trata de saber si podemos ‘soportar’ o no dichos gastos. Estos gastos tienen como contrapartida unos determinado servicios (eduacación, sanidad, pensiones, etc..) que si no los hace el Estado lo hará el mercado. Pagando, claro. La única pregunta que debe hacerse, en estricto sentido económico, es si esos servicios son más efecientes en el Estado o en el mercado. La repuesta es Estado. Toda la evidencia lo demuestra. Las socialdemocracía nordicas y centro-europeas ya lo demostrarón. Así como un sistema financiero quebrado y rescatado por enesima vez ya ha demostrado tambien la efiencia del mercado. Saludos,
Comentario escrito por antonio — 18 de enero de 2012 a las 4:35 pm
Mas vale Totem sin barcos que barcos sin Totem. Los más optimistas dicen que cuando al final los últimos barcos se hundan y haya que usar el Totem como canoa polinesia, la gente despertará y la gran anomalía española llegará a su fin. Yo soy pesimista, porque temo que tal catarsis solo llegará con niveles de catástrofe bastante peores que los actuales. Fijense si no que, pese al cataclismo que sufrimos, la sociedad española parece seguir convencida de que puede seguir sosteniendo su estructura de cuatro clase sociales fundamentales (politicos, funcionarios, jubilados y desempleados) a base de apretar el cinturón y desprenderse de cosas que en realidad no tiene. Así que si las cosas sólamente van moderadamente a peor, nuestra clase dirigente dira que ellos no enviaron a sus pensionistas a luchar contra tempestades y, lamentándose de Moodys o de cualquier otro Tifón, darán el tijeretazo final y que luego sea lo que Dios quiera…
Esta querencia de los derechos históricos de los individuos, los colectivos y las cosas, es sin duda nuestra tara más pronunciada y puñetera. Lo que no tengo nada claro es de donde coño viene. Hay quien dice que es cosa del Franquismo, que como todo el mundo sabe es un estado mental. Franco ya dijo agonizante que dejaba todo atado y bien atado ¿ Se refería a este paternalismo clientelar en el que los derechos se transmutan en privilegios vitalicios que te concede tu padrino, a cambio de que no des el coñazo? No lo se, pero sospecho que algo tiene que ver.
Aunque bien pensado Franco era, en el fondo, un tradicionalista poco dado a innovaciones. Probablemente el éxito de su régimen reside en que el estado mental franquista encaja de alguna manera con los recovecos históricos del subconsicente colectivo hispánico. Quizá todo esto de los que estan y los que llegan empezase con el rollo aquel de cristiano viejo y cristiano nuevo. Es cierto que del «Yo no perdí un brazo en el sitio de Niebla, Mohamed, para que ahora vengas tu diciendo que te llamas Juanito del Sagrado Corazon y que eres tan católico como yo»; al más moderno » Mi pensión/plaza es mía porque me la he ganado yo y tu no sabes lo que es trabajar/estudiar como yo lo hice» va un trecho bastante largo. Pero da la sensación de que a veces un poco de ese subconsciente colectivo aflora a la superficie de forma disimulada. Pienso en las camisas viejas y las camisas nuevas de la falange, o los «demócratas de toda la vida» de mas reciente cuño.
Comentario escrito por InVino(Veritas) — 22 de enero de 2012 a las 2:25 am
Uno de los libros que más me han impactado estos últimos años ha sido uno de Malcolm Glawell que se llama «Fueras de serie», que analiza aquellas personas que más han destacado en una determinada materia. Y una de las cosas que recalca es, no nos confundamos, haber nacido en el momento adecuado. Todos los «genios» de la informática nacieron alrededor de 1955; los posibles «genios» que nacieron antes o después no han despuntado como Bill Gates o Steve Jobs, por poner un ejemplo.
Ahora el tema del paro es algo clamoroso, pero aun así, veo que los que estan en la treintena-cuarentena han tenido una suerte de la que han carecido los más jovenes. Han tenido que pelear mucho, no les han regalado nada, pero gente de mi generación ha llegado a puestos que ahora, directamente, no están disponibles. De la misma manera que hubo una «generación perdida» en la Gran Depresión de 1929, ahora hay otra.
Comentario escrito por Ramon López — 26 de enero de 2012 a las 9:03 pm
Al leer tu columna, no puedo dejar de percibir un cierto tufo, cómodo y gratificante, de enfrentamiento intergeneracional. Después de 40 años pagando cotizaciones a la SS no puedeo dejar de pensar que mi pensión futura, si es que sobrevivo porque los tiempos están difíciles, no me la van pagar los mileuristas. Me la he pagado yo sólo y, de paso, también he pagado tus estudios, a no ser que tengas la suerte de tener padres ricos, y los de otros muchos: no me siento, por supuesto, un esquilmador de jóvenes. Más bien creo que, con mis cotizaciones, con mi negativa a suscribir un plan privado de pensiones, he confiado en la redistribución estatal y en la solidaridad intergeneracional, tanto para mis ancestros como para mis descendientes.
Sinceramente, ¿no piensas que existe otro sistema de equilibrio de cuentas que no suponga una serie de recortes brutales a los, supuestamente, ‘instalados’ ¿De verdad piensas que los pensionistas son ‘instalados que han pillado’? ¿De verdad crees que toda la cohorte de gente madura, de 50 años y más, que se han quedado ahora en el paro van a volver a trabajar? ¿De verdad crees que las pensiones reducidas cuando puedas jubilarse (más tarde, sin respetar los derechos adquiridos) que recibirán compensarán sus aportaciones?
En cambio, yo creo que este problema fiscal es típico del Antiguo Régimen y que una posible solución consiste en hacer pagar más a los que más tienen. Pienso igualmente que las subvenciones universales, en la Universidad por ejemplo, representan una redistribución inversa, regresiva, de la renta, porque la mayoría de los débiles jamás llegan a la Universidad… como ha pasado siempre.
Yo, y otros muchos como yo, hemos firmado un contrato que nos da (¿daba?) unos determinados derechos. Nosotros pagábamos entonces para recibir después, cuando más débiles, dependientes e ‘instalados’ estuviéramos.
No nos hagas pagar, literalmente, la culpa de un desastre que no hemos provocado, porque ni somos culpables de la fuga de cerebros ni hemos hecho otra cosa que trabajar en lo que hemos podido ni hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Una mirada simple sí se puede tener: se ha acabado la fiesta, pero no la nuestra.
No se debería poder despachar un problema complejo con cuatro parrafadas altisonantes y agradecidas. La explicación es otra y la salida de la crisis no consiste, desde luego, en enfrentar a jóvenes y viejos, a universitarios con pensionistas, a ‘instalados’ con ‘recién llegados’. Éste tampoco es un problema de apocalípticos e integrados.
Por cierto, lee la Reforma Laboral y a ver si sigues pensando que se van a respetar los derechos adquiridos. Vivir para ver.
Comentario escrito por Roberto Cerdá — 16 de febrero de 2012 a las 3:57 pm
Roberto, gracias por tu comentario. Aunque no estamos de acuerdo agradezco mucho las razones. El problema es que el argumento de que no se puede hacer pagar a cita gente (pensonistas) porque no es culpa suya lo que ha pasado no lo compro. ¿Acaso es culpa de los parados, de los jóvenes, de los inmigrantes, de los trabajadores que cobran el salario mínimo o poco más, de los funcionarios? Si fuera culpa de estos colectivos y no de los pensionistas tendría sentido que «pagaran» unos y otros no. Pero, ¿en serio crees que es posible argumentar en esa dirección?
Aquí tenemos un problema, y baStante grave: no nos llega. Como no nos llega hay que cortar por algún lado. Y, en tesituras como esta, mi criterio es que ha de exigirse que, al menos, todos arrimemos el hombro. Cuando no, yendo más allá,que lo hagan más quienes están en mejor posición. Asistir a una subida de pensiones de 2.000 euros mensuales cuando a la gente se le congela el salario o se le baja, las AA.PP. despiden masivamente a trabajadores en activo en sanidad, en educación… porque no hay dinero me parece increíblemente errado. A corto plazo porque es de una injusticia pavorosa, a largo plazo porque es una condena para el desastre.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 16 de febrero de 2012 a las 4:41 pm
Dicho lo cual, Roberto, muy de acuerdo por lo demás en otras cosas que dices o están implícitas en tu comentario:
– que no se le pueden cambiar radicalmente las reglas a la gente que se ha programado la vida con unas previsiones;
– que no hay derecho a que servicios como la Universidad y otros muchos sean pagados por todos y disfrutados, en general, por unos;
– que el sistema de provisión pública bien está que no sea actuarial sino que funcione con correctivos de solidaridad;
– que un sociedad como toca cuida a sus mayores y a los más dependientes y lo hace por solidaridad, no a partir de «haber contribuido»;
– y sobre todo que no hay que buscar el conflicto generacional porque lo que es malo para la sociedad en su conjunto lo acaba siendo para sus diversos grupos generacioales.
Ahora bien, dicho todo esto, de nuevo, una sociedad también se compone de activos, de jóvenes, etc.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 16 de febrero de 2012 a las 4:54 pm
Ahora sí, ahora sí creo que podríamos debatir desde un punto de vista discrepante pero mucho más próximo. Efectivamente, no se puede hacer pagar el coste de la fiesta ni a los pensionistas ni a los funcionarios (tal vez adivines que pertenezco a esa categoría) ni a los trabajadores en general. Otros son los festeros, y, en muchos casos y sin ánimo de demagogia, además son corruptos… viven de ello y de ello se han enriquecido. Hacia ellos, entre otros, apunto.
Hacen falta políticas activas de empleo, pero no vas a tener recursos para esto vía congelación o recorte de pensiones. No discuto la aportación simbólica que supondría la congelación de las pensiones más altas, pero, estando de acuerdo en que el problema es que ‘no nos llega’, insisto, como antes, en que una posible solución es una verdadera reforma fiscal, nada simbólica, que deshaga las contrarreformas de años anteriores que se han dedicado a bajar impuestos a las rentas altas. Contra lo que pareciera, el ejemplo de Romney es aplicable a España… era de izquierdas bajar impuestos. El problema final, pienso, no es económico, sino político. Un estado ineficiente y una estructura tocada por la corrupción son el alfa y el omega, dejándome las letras intermedias (griegas, claro).
Pese a todo, aunque el problema inmediato sea el mantenimiento del Estado del Bienestar aquello que más importancia reviste es conseguir una alternativa, un proyecto de futuro, que conforme una mayor cohesión social, tanto de pasivos como de activos. Romper con el individualismo ‘distractivo’ y potenciar un comunitarismo que no signifique una vuelta atrás a las ‘boleras americanas’ (Putnam) o al ‘socialismo realmente existente’. Tal vez desde la ilusión pienso, con Milosz, que la presión de la maquinaria estatal no es nada en comparación con la presión de un argumento convincente… sobre todo si se reconstruyera la sociedad civil.
Gracias, de verdad, por haberte molestado en contestarme.
Comentario escrito por Roberto Cerdá — 16 de febrero de 2012 a las 6:35 pm