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Una de las consecuencias más evidentes de la crisis económica que nos azota es que las autonomías están en el punto de mira como sospechosas por definición de ser causa de derroche e ineficiencia. En el fondo, es un viejo prejuicio, que resulta sencillo de entender si atendemos a los orígenes de las autonomías y a nuestro modelo de reparto de poder. En los Estados Unidos, donde el federalismo se ha construido desde otras coordenadas, el que suele ser sospechoso de tener cierta tendencia al derroche es el Estado federal. Y probablemente, tanto allí como aquí, este prejuicio en favor de unas Administraciones y en contra, sistemáticamente, de otras, tiene más que ver con la manera social y psicológica con la que se construye el debate público que con la realidad.
Lo cierto es que en nuestro país los datos no avalan el prejuicio de que las Administraciones derrochadoras por excelencia sean las Comunidades Autónomas. Globalmente, y excuida la Seguridad Social, las Comunidades Autónomas tienen a su disposición más o menos el mismo presupuesto en España que el Estado. Teniendo en cuenta que los dos grandes vectores de gasto y presión asistencial existentes, que son sanidad y educación (podría haber un tercero, asistencia social y dependencia, pero de momento no ha sido desarrollado en demasía, en parte porque el Gobierno central ha pretendido que la mayor parte del nuevo gasto que generaría su puesta en marcha lo asumieran también las propias CC.AA., ya bastante exprimidas), corren a cargo de las Comunidades Autónomas, es sencillo entender las razones por las que el Gobierno central, como hemos de reconocer si somos sinceros, suele ir siempre bastante más desahogado que las autonomías. Y se puede permitir, a la hora de la verdad, más gasto suntuorio, más derroche electoral, más cositas como enterrar 10 millones de euros en diccionarios históricos hechos con el único objetivo de repartir dinero entre amigotes, así como ser el único responsable de hacer grandes infraestructuras (lo que permite controlar con puño de hierro ciertos resortes importantes, pues a una comunidad poblada y rica como por ejemplo la Comunidad Valenciana plantearse hacer y pagar 50 kilómetros de vía férrea de prestaciones modernas le cuesta hipotecar cualquier otra obra pública en 10 años)… así como, también, recortar gasto con más facilidad cuando vienen mal dadas. Las Comunidades Autónomas, en cambio, como no se pongan a recortar en Sanidad o Educación (ya vemos qué está pasando desde hace meses en Cataluñam en anticipio de por dónde irán los recortes en breve en todas partes) mal tienen esto de meter la tijera y que la cosa tenga efectos económicos apreciables.
Frente a esta situación, en los últimos tiempos se empieza a escuchar un unánime coro que lo tiene claro. Si no hay dinero, pues que se cierren las televisiones autonómicas, caray, que cuestan una pasta y, a la hora de la verdad, no sirven de nada. Son gasto superfluo, nos dicen, que lo único que pretende es servir a objetivos electorales de los dirigentes regionales cuando no, directamente, a construir y alentar sentimientos antiespañoles sin cumplir con ningún objetivo público a cambio del dinero enterrado en ellas. Para dar servicio público, además, ya está TVE, ¿verdad? Que hace lo mismo o más que las autonómicas y mucho mejor. Pues eso, que se cierren.
La propuesta, sin embargo, desconoce muchas realidades que no conviene perder de vista. La primera, que TVE es mucho más cara que las cadenas autonómicas. La segunda, que es dudoso que competencialmente, desde un punto de vista estrictamente jurídico, TVE esté más legitimada constitucionalmente que las autonómicas, sino más bien al contrario. Y la tercera y principal, que además el hecho de que la Constituciónvaya en esa línea tiene un sentido, y éste es que, por definición, los objetivos de un servicio público audiovisual de calidad y moderno, en un Estado como el nuestro, se cumplen mucho mejor con televisiones autonómicas que con una gran televisión estatal. Veámoslo por partes.
1. Coste. Suele decirse que las televisiones autonómicas, como casi todo lo que hacen las Comunidades Autónomas, son mucho más ineficientes y caras que las que pone en antena el Estado. El mantra actual es que, como es sabido, las televisiones autonómicas «gastan mucho más que RTVE». Es verdad, pero solo en números absolutos. Más o menos RTVE nos viene a salir por unos 1.200 millones de euros anuales (véase el art. 3 de la ley 8/2009). Y las autonómicas salen por unos 1.600 millones de euros al año (véase la tabla al final de este artículo). Ya está, caso cerrado. ¿O no?
Porque en realidad, y haciendo abstracción de la calidad de la emisión final (donde las televisiones autonómicas presentan muchas diferencias), dado que entre otras cosas es obvio que con más dinero se suele hacer un mejor producto, si nos movemos en términos exclusivos de coste habría que concluir lo contrario. Recuérdese que con los 1.600 millones que dedican las autonomías estamos produciendo, con unos 10.000 trabajadores en total, de 2 a 5 canales por cada Comunidad, lo que dado que hay 13 comunidades autónomas nos da un total de más de 40 canales. Mientras tanto, la corporación RTVE apenas si hace, con unos 5.000 trabajadores, una decena de canales diferentes (por añadir otro ejemplo en la ecuación, la Radiotelevió Valenciana hace 5 canales de tele y dos de radio por menos de 200 millones de euros al año). Resulta evidente que el dinero que cuesta cada hora de emisión en una tele autonómica es una cantidad ínfima comparado con el coste por hora emitida en RTVE. Si el análisis lo vamos a hacer en términos únicamente de coste, algo que a mi juicio es un error, lo que habría que hacer sería cerrar RTVE mucho antes que cerrar las televisiones autonómicas. Porque, sencillamente, si nos ponemos tontos y economicistas, cuesta muchísimo más y es muchísimo más ineficiente.
Suele responderse que no exactamente sería más ineficiente, con todo, aunque sí cueste muchísimo más, porque tendría más audiencia y sería menos onerosa para el presupuesto público desde que en 2009 se aprobó la ley 8/2009 que establecía el nuevo modelo de finanaciación. Pero es que, en realidad, eso equivale a hacernos trampas en el solitario. ¡Por supuesto que los productos audioviosuales más caros suelen ser de mayor calidad y tener más audiencia! Pero es que si, además, se emiten sin publicidad, pues tienen todo a favor. Además, la eliminación de la publicidad realizada por la ley en cuestión es muy cuestionable, en la medida en que elimina la presión sobre el presupuesto público estableciendo una serie de cánones que han de ser pagados por otros sectores de actividad, supuestamente relacionados con el servicio público televisivo (3% de los ingresos de los operadores televisivos de pago, 1’5% de los operadores televisivos en abierto, parte de la tasa por uso del espectro radioeléctrico…. ¡e incluso un espectacular 0’9% de los ingresos brutos de los operadores de telefonía!, lo que es una salvajada en cuanto al monto que supone y además porque, la verdad, no se entiende la relación entre estas actividades y la televisión pública, motivo por el que previsiblemente la Unión Europea lo acabará tumbando), que son los que en el fondo lo están financiando.
Es decir, que el Estado decide alegremente cargar a una serie de actividades económicas que se realizan en todo el Estado y cuyos ingresos se obtienen de todas las regiones de España para financiar el servicio público televisivo, pero no todo el servicio público televisivo, sino sólo el estatal. Que, de esta manera, queda aparentemente menos dependiente de fondos públicos (aunque en realidad lo es de exacciones públicas), más limpio y en mejor condición. Porque, entre otras cosas, ya no se puede exigir mucho más al sector de origen para financiar otras televisiones (algo que por lo demás el Estado ni se plantea). Obviamente, la excusa es que la exacción se hace a los operadores de ámbito superior a la comunidad autónoma, que serían los homologables a RTVE. Aparentemente, obedecería la decisión, pues, a una impecable lógica competencial. Pero no puede negarse que la realidad del sector es la que es, y que el estatal es el único ámbito donde hay, hoy por hoy, un audiovisal privado estable y rentable. Pretender que de todo el sector audiovisual privado real de nuestro país sólo haya de salir la financiación de la televisión estatal es, cuando menos, curioso. Pero no deja de ser una manifestación más de cómo se ha entendido históricamente el modelo de televisión en España.
En definitiva, que tenemos una actitud un poco tramposa a todos los niveles. Que, además, deja una duda adicional. Justamente allí donde no hay un audiosivual recio suministrado por el mercado es donde más falta hará un servicio público que supla esta carencia, ¿o no? Lo cual nos lleva a los dos siguientes puntos, pues es dudoso que la competencia estatal en la materia se justifique fácilmente tanto jurídicamente como a partir de un análisis finalista que la de las Comunidades Autónomas.
2. ¿Es jurídicamente ortodoxo un servicio público estatal en materia de televisión? Pues yo no sé lo que les ocurrirá a Ustedes, pero yo, por mucho que me miro el artículo 149 de la Constitución, no acierto a ver dónde se ancla la competencia estatal para montar una televisión pública estatal. Como mucho los títulos competenciales que podrían invocarse, claramente difusos y necesitados de una interpretación voluntarista, serían los siguientes:
– 149.1.1.ª CE, que establece la competencia para «la regulación de las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de los deberes constitucionales», en la medida en que permite argumentar que el ejercicio del derecho del art. 20 CE pasa por la necesaria existencia de una televisión pública estatal para garantizar esa igualdad, especialmente respecto de los derechos de acceso y pluralismo en las televisiones públicas previstos en el art. 20.3 CE, que expresamente se refiere a los medios»dependientes del Estado o de cualquier ente público» para garantizar el acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España. La cuestión es que el 20.3 no establece la obligatoria existencia de esos entes y tampoco parece que se refiera a los del Estado más que como expresión del arrastre histórico (cuando se hace la Constitución, de hecho, existían). Y que para garantizar esa unidad que permite ejercer la competencia del 149.1.1ª se pueden recurrir a formas legales de hacerlo, sin necesidad de tener una televisión propia. Aunque, en cualquier caso, tenemos un indicio aquí de que, al menos, la Constitución no considera aberrante y tampoco excluye la existencia de medios públicos.
– 149.1.27.ª CE, que reconoce la competencia al Estado para dictar «normas básicas del régimen de prensa, radio y televisión y, en general, de todos los medios de comunicación social, sin perjuicio de las facultades que en su desarrollo y ejecución correspondan a las Comunidades Autónomas», pero que, como puede verse, deja bastante claro que estamos ante una facultad normativa, no ejecutiva, por lo que nada tendría que ver montar una tele con ello.
En definitiva, que el elemento que ancla la competencia estatal en materia de televisión es sencillamente que la televisión era estatal y única cuando entró en vigor la Constitución, que «así son las cosas» y «así, en consecuencia, hay que interpretar la Constitución» y, sobre todo, proviene de ese art. 20.3 que se refiere explícitamente a los medios estatales (por si existen, que no dice que hayan de existir necesariamente, ni en todos los ámbitos, por supuesto, por lo que por ejemplo no se deduce necesariamente que haya de conllevar la creación de una televisión). También, además, de que la televisión requiere en su canal de emisión tradicional (ondas hertzianas) del uso del dominio público radioeléctrico, este sí de titularidad estatal.
Pero sumado todo ello no parece que el carácter ineluctable de una gran televisión pública estatal caiga por su propio peso constitucional, la verdad. De hecho, las leyes que la regulan, como la ley 17/2006, guardan un ominoso silencio sobre el pie constitucional de la regulación, a pesar de que ahora es común hacer exhibición del mismo cada vez que se aprueba una norma.
Da la sensación de que, al igual que ha ocurrido en otras materias (por ejemplo, en temas de juego, donde la competencia autonómica es clarísima y asumida por todos los Estatutos de Autonomía) el arrastre histórico pesa más que el reparto competencial. ¿Cómo vamos a acabar con las quinielas, o con la Lotería de Navidad? Y el Tribunal Constitucional aparece al rescate con exóticas interpretaciones que dicen que la capacidad tributaria del Fisco estatal, en la medida en que las loterías se subordinan a esta función, permitiría entender competente al Estado para conservar sus juegos tradicionales (e incluso ¡se ha acabado aceptando como fundamento constitucional para crear otros nuevos!) por mucho que el reparto constitucional de competencias sea clarísimo: si los Estatutos la asumen, la competencia de juego es de las Comunidades Autónomas en exclusiva.
Con la televisión ha pasado un poco lo mismo, pero a lo bestia. Eso explica, por cierto, que el Estado tampoco se haya atrevido nunca a llevar al Tribunal Constitucional a aquellas Comunidades Autónomas, como la vasca en un primer momento, que iniciaron sin soporte legal estatal las emisiones de sus televisiones autonómicas, por entender que sus competencias en medios de comunicación, en protección de la lengua y cultura propias y como derivación de su capacidad de autoorganización (argumento éste al que últimamente también se agarra el Estado) les permitían poner en marcha televisiones propias. Se admitió a regañadientes que se emitiera, se trató posteriormente de controlar el proceso con la Ley del Tercer Canal de 1983 (que concebía las televisiones autonómicas como una gestión indirecta de un servicio público estatal concedido a las CC.AA.) pero finalmente, al menos, las últimas reformas legales y la ley 7/2010 han acabado por reconocer, al fin, la existencia de un espacio competencial propio, no dependiente ni derivado del Estado o de sus normas, sino directamente emanado de la Constitución y su reparto competencial, para las teles autonómicas. Un reconocimiento al que todavía le queda ser desarrollado y asumido en su integridad (la propia ley 7/2010 es luego muy agresiva e incorpora normas probablemente más intensas de lo que constitucionalmente es posible a la hora de ejecutar el 149.1.27ª CE, yendo más allá de lo que son meras normas generales e interfiriendo notablemente en la ordenación del audiovisual propio de cada comunidad).
La competencia autonómica es, al menos, mucho más clara que la estatal (competencia estatal que no estoy diciendo taxativamente que no exista, pues el argumento de la combinación del 20.3 con el 149.1.1ª a mí me parece que permite argumentar al menos la posibilidad, pero sí que es más cuestionable), que, como es obvio, sería por esta razón mucho menos «potente» constitucionalmente que la autonómica. Por lo que, a mi juicio, si tiene que desaparecer alguna tele para ahorrar habría que ir empezando por RTVE si queremos ser coherentes con el reparto competencial constitucional. Y tampoco pasaría nada grave. En Alemania las televisiones son regionales y tienen un par de cadenas públicas estatales hechas a partir del esfuerzo común e integrado de todas ellas, formando una comunidad de trabajo (la Arbeitgemeinschaft Rundfunk Deutschlands). Y se ahorran un dinero al funcionar así: todo el coste de una televisión estatal. Pero, además, tienen la garantía de cumplir mejor con las razones de un servicio público televisivo completo, por ejemplo, en cuestiones atención a la proximidad y a la pluralidad. Lo que nos lleva al tercer y último argumento que hemos de contemplar.
3. Razones de servicio público por las que las televisiones autonómicas son más importantes que RTVE. Es cuestionable que en términos de servicio público sea más importante la subsistencia de RTVE antes que la de las cadenas autonómicas de televisión que tenemos. ¿Por qué? Pues esencialmente porque el servicio público es importante, sobre todo, allí donde los operadores privados no están ofreciendo algún tipo de cobertura que juzgamos esencial. Si analizamos sin dogmatismos hasta qué punto RTVE garantiza esas funciones de servicio público lo que tenemos que hacer es responder, sencillamente, a la pregunta de qué cosas hace, o puede hacer, que no hagan las televisiones privadas. Y siendo generosos con el ente público la conclusión a la que llegamos es que, esencialmente, su función de servicio público está muy diseminada por una programación muy parecida a la de los operadores privados pero pespunteada por elementos como:
– unos servicios informativos muy potentes , con muchos más medios y de más calidad, que permiten incluso la difusión de un canal de información contínua;
– unos estándares de calidad en la producción propia mayores (pero esto hay que reconocer que está en retroceso, o al menos que la diferencia con los operadores privados es cada vez menor, tanto por las apreturas financieras de TVE como por la mejora de los productos privados);
– una proyección internacional de la que no gozan normalmente esos operadores comerciales;
– una mayor atención en la parrilla, por pequeña que sea, a contenidos culturales, educativos, etc.
Es evidente, a poco que se analice esta lista, que todos y cada uno de estos elementos están también, en mayor o menor medida (pues como hemos señalado la calidad de las distintas televisiones autonómicas españolas es muy dispar), en la labor que realizan los entes autonómicos. Obviamente, depende mucho el grado de cumplimiento de estos estándares del presupuesto. Pero eso no quita que también sea una realidad incuestionable que las autonómicas que cuentan con más recursos, como es el caso por ejemplo de la televisión autonómica catalana, realizan un trabajo perfectamente homologable. No perderíamos por ello demasiado desde la perspectiva de la necesidad de la satisfacción del servicio público televisivo en España si elimináramos TVE. Como mucho, algunos productos de calidad. Nada que no pudiera resolverse con parte del presupuesto que liberaría el ente público para dar más músculo a las autonómicas. Así como unos servicios informativos y una programación nacional común con contenidos de calidad, que podrían ser suplidos de manera muy eficaz, más eficaz incluso (por la atención más plural a la realidad española que generarían) con una comunidad de trabajo de teles autonómicas si se considera que es deseable que algo así exista (que, por supuesto, yo sí considero que es bueno que un país tenga algo así).
Pero es que, además, las televisiones autonómicas aportan otras cosas, realizan funciones adicionales de servicio público que RTVE ni ha hecho nunca a lo largo de su historia, ni hace ahora, ni es previsible que haga un futuro. Como, por ejemplo:
– promoción y difusión de la lengua propia de casi un tercio de españoles, de esos casi 15 millones de personas que, viviendo en España, tienen una lengua materna diferente al castellano y que, a pesar de pagar los mismos impuestos que los otros 30 millones de españoles, nunca o casi nunca tienen la ocasión de poder escuchar programas en su lengua en la «televisión de todos» (una labor de promoción, además, que es verdadera necesidad de servicio público, pues, como es sabido, el audiovisual en estas lenguas es apenas existente y los medios privados, por cuestiones de mercado, huyen de estos contenidos y producen casi exclusivamente en castellano);
– atención a la información de proximidad y a la realidad de la España autonómica, gracias a redes de servicio público locales y automómicas muy desarrolladas, que han hecho presente esos ámbitos por primera vez en el audiovisual español (de nuevo, labor que es de servicio público y que está muy desatendida tanto por los operadores privados como, una vez más, por la propia RTVE, que históricamente ha funcionado en muchos casos más como una televisión de Madrid que como una verdadera televisión nacional);
– fomento del audiovisual local y de proximidad, creación de tejido industrial productivo en todo el país, en zonas que necesitan un empujón público para que pueda florecer.
En conclusión, que puestos a dedicar dinero público a sólo uno de los dos tipos de teles públicas que tenemos en España (o las estatales o las autonómicas) sin duda todas las razones avalan que la tele que habría que cerrar sería RTVE. Ningún análisis serio, ni económico, ni jurídico, ni de rentabilidad social o de servicio público avalaría, por el contrario, que fueran las televisiones autonómicas las que padecieran recortes o cierres. En el fondo, que el debate se esté orientando como se está orientando tiene sólo una razón: que como el régimen del general Franco montó una televisión estatal única, centralista y centralizada, monolingüe y muy atenta a lo que ocurre en el centro del país y muy poco a lo que pasa en la periferia (¡si hasta en la ficción se detecta esta tendencia!, ¿o alguna vez han visto en una serie española a algún personaje hablar en otra cosa que no sea castellano?), pues pensamos que esto ha de ser siempre así, que es lógico y que es la manera «natural» de organizar un modelo audiovisual. Pero no lo es. Y si nos ponemos a analizar con un mínimo de cuidado para qué ha de servir una televisión pública pagada con dinero de todos vemos que sólo hay un elemento en que, por definición y sistémicamente, RTVE sea una mejor opción que las televisiones autonómicas: para construir sentimiento de país, para crear un espacio audiovisual unitario y común. Algo que no dudo que sea importante, pero que ya hacen las cadenas privadas y el sistema de medios de comunicación nacional (prensa, radio…), lo que provoca que la iniciativa pública al respecto no sea esencial y que, además, convierta su defensa a ultranza, curiosamente, en una clara manifestación del leso pecado que suelen asociar sus críticos a las teles autonómicas: una visión nacionalista hasta la médula de cómo han de hacerse las cosas.
32 comentarios en Puestos a cerrar teles autonómicas, ¿por qué no cerrar TVE?
Comentarios cerrados para esta entrada.
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Totalmente de acuerdo con el artículo. Me ha encantado la reflexión inicial sobre el presupuesto (y los gastos) de cada AAPP, y estoy totalmente de acuerdo con que de las teles autonómicas se deriban una serie de servicios superior a la de la pública estatal.
Lo voy a difundir por mi facebook (y ya te puedo decir que cero personas se pararán a leerlo. ¡Si almenos tubiese imágenes chulas! -preferiblemente de mujeres con poca ropa-)
Comentario escrito por Coentor — 04 de junio de 2011 a las 6:08 pm
Estoy de acuerdo con que el modelo de la ARD alemana es bien sano. Las noticias no se emiten desde la capital, que lo hacen desde Hamburgo. Los informativos que no son noticias rotan entre todas las autonómicas… ¡Y en todo el país pueden verse por la TDT las autonómicas, que son muy homogéneas!
Allí lo principal es la supresión prácticamente total de la publicidad y el desacoplo completo de la política (salvo casos como el último pulso entre Koch y el director de informativos de la ZDF, ganado por el reyezuelo de Wiesbaden), junto con una garantía de neutralidad informativa realmente encomiable, rematada por escándalos habituales como los que protagonizan Monitor o Panorama al poner en jaque al poder político y económico establecidos.
Ahora bien, no se olvide que existe otro canal estatal de gran difusión, la ZDF, con mucho menos personal, que emite desde Maguncia una programación más orientada a un público con menor nivel cultural, y entre las dos y colaboraciones externas (ORF+SF = 3sat; RTF = arte), más los canales digitales estatales (Phoenix, las variaciones de ZDF y las variaciones de ARD).
Si garantizásemos una televisión estatal federada a partir de la FORTA, con los informativos desde (pongamos) Barcelona, los deportes desde Sevilla (¡menos Real Madrid!), los concursos desde Zaragoza, etc., se correspondería mucho mejor con la España plural. Pero esto es soñar: aquí no funciona ni la cohesión territorial, ni un Bundesrat-Senado, ni la igualdad de los españoles ante la ley, ni nada. Aquí todos los políticos quieren tener la Voz de su Amo y su pesebre. Encomiable esfuerzo teórico el del articulista, pero mientras tengamos a todos los Camps y cía. de presidentes autonómicos, no hay nada que hacer. Y del ‘TDT Party’, mejor no hablar.
(Perdón por el rollo que he soltado, pero me era difícil parar)
Comentario escrito por Baturrico — 04 de junio de 2011 a las 7:57 pm
Primero de todo gracias Andrés por el exhaustivo análisis sobre la situación de las televisiones públicas (tanto la nacional como las autonómicas). Estando casi de acuerdo con tus planteamientos, hay una apreciación de matiz que es importante: en el título argumentas el «puesto a…» y lo veo erróneo. ¿Por qué cerrar TVE? ¿Por qué cerrar las televisiones autonómicas? ¿No se pueden encontrar mecanismos por los que mantener la pluriculturalidad? ¿No están, tal vez, sobredimensionadas todas y cada de las televisiones públicas (TVE incluida)?
Es decir, se me plantean muchas preguntas, de las que, seguramente, no tengo respuestas, pero que pueden suscitar el debate.
Por lo demás, grandes ideas, sencillas pero directas. Un botón: «¡si hasta en la ficción se detecta esta tendencia!, ¿o alguna vez han visto en una serie española a algún personaje hablar en otra cosa que no sea castellano?» y es cierto. La pluriculturalidad en TVE, en ocasiones, deja bastante que desear.
Y enhorabuena Andrés por el blog.
Comentario escrito por gabkarwai — 04 de junio de 2011 a las 8:20 pm
Oiga, Boix, eso que ha escrito es un poco provocador más de la cuenta, ¿no?
Lo peor de todo es que, una vez leído, me quedo con pocos argumentos para ponerlo a parir excepto decirle que está Usted loco porque, joder, TVE es «más mejor» y básica para los españoles y tal… pero claro, yo mismo soy consciente de que suena todo un poco ridículo.
Así que enhorabuena, porque lo que parecía inicialmente una provocación gratuita me tiene ahora con el pequeño trauma de que a lo mejor hasta me tengo que plantear una o dos ideas.
(off topic: ¿no tendrá Usted un ligue en la tele autonómica de su comunidad o algo así, no? Porque entre la defensa de Canal 9 como institución y la necesidad de recuperarla que hacía el otro día y esto vamos, si no le están comiendo la polla desde esa casa que comisiones ya a alguien para esa función, porque vamos, joder, qué manera de lavarles la imagen y en plan original)
Comentario escrito por Juan.es — 04 de junio de 2011 a las 9:01 pm
Muchas gracias a todos por los comentarios (que he de confesar que estoy muy sorprendido de que sean todos positivos, pues pensaba que iban a caerme bastante palos). Como son en la línea de lo que yo he expuesto la verdad es que tengo poco que decir.
Que gracias a Baturrico por hacernos una explicación más detallada de algunos de los factores de funcionamiento del modelo de televisión pública en Alemania.
A gabkarwai, por su parte, comentarte que yo no quiere cerrar RTVE, que además me parece que se ha convertido en una tele muy digna. Lo que digo es que si con la excusa del ahorro hay que cerrar alguna tele, pues hay que empezar por ahí. Si nos podemos permitir todas las que ya tenemos, pues fenomenal.
Pero no estaría de más que RTVE se redimensionara un poco y se le obligara a colaborar con la FORTA, por ejemplo, para integrar los servicios informativos. Se lograrían muchas economías de escala y quizás eso provocaría que se empezara a atender a la realidad de España.
Asimismo, me parece urgente que RTVE, si sigue existiendo, empiece a tomarse en serio la pluralidad cultural y lingüística del país. RTVE no puede ser sólo la televisión de los castellanohablantes de España, sino de todos los españoles.
Juan, encantado de que difundas el texto en la tele pública de aquí y entre las más guapas y listas de sus trabajadoras ;-)
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 04 de junio de 2011 a las 9:12 pm
Gracias al articulista por su positivo comentario. Se me olvidaba mencionar que la independencia de la TV pública alemana también se debe a su mecanismo de financiación, un impuesto que pagan todos los ciudadanos que tengan televisión, radio u otro aparato que pueda reproducir aquello que llega por el espacio radioeléctrico (http://en.wikipedia.org/wiki/Geb%C3%BChreneinzugszentrale). Un impuesto bien polémico, pero muchos ciudadanos pagan a gusto. Por el placer de ver cosas como los Tagesthemen o a Ranga Yogeshwar explicando el accidente de Fukushima en los telediarios de esta primavera. Un impuesto así en nuestro país movería sangre, aunque ya haya el ‘copago’ de Canal+ para muchos (al igual que el ‘copago’ de la concertada o el seguro privado complementario para servicios públicos mucho más importantes).
En defensa de la TV pública estatal habría que destacar el papel en el pasado de Radio Exterior de España hacia el exterior, de Radio 5 dentro del territorio… Qué decir de ‘lujos’ como la orquesta de la BBC y los Proms, como las orquestas de la radio de Colonia o de Baviera, o de nuestra orquesta de RTVE. O de los programas magníficos de la PBS norteamericana, de la BBC, de ARD y ZDF, etc. Y apuntar, por ser ecuánime, la vergüenza durante muchos años del canal internacional de TVE y su cine de barrio y otras mamarrachadas, en comparación con la Deutsche Welle o servicios similares.
En otras palabras, y a título personal: ¡viva la RTVE que en mis años de jovenzano me dio ‘La Bola de Cristal’ o la Radio 3 legendaria de ‘Caravana de Hormigas’ o ‘Jack el Despertador’ y los ‘Clásicos Populares’ de Radio 1! Perder RTVE sería perder un trocito del corazón.
Comentario escrito por Baturrico — 05 de junio de 2011 a las 12:15 am
Interessant, com sempre, amb reflexions obertes, com sempre, amb aportacions d’altres…interessants, com sempre.
Fa poc he descobert el Boix…més que interessant. Enhorabona.
Prenem nota de les aportacions i les sumem a les opinions coincidents o no. Especialment atractiva l’exlicació de Baturrico.
Son de les treballadores de…guapa? llesta? Tant se fa! Això si peliu indignant que si defences la pública valenciana siga perquè alguna te xucla…l’eteniment hahahaha.
Comentario escrito por cocadellanda — 05 de junio de 2011 a las 4:53 am
Ah! el meu suport a a qualitat de TVE. El meu suport entisiata a propostes de TVV com ara «Taru la llengua» «Gormandia» «Els primers de la classe» «Interiors» «De temporada» «En Connexió»…moltres altres per revisar…informatius pendents de renovació cap a la millora de la dignitat.
Si, em sembla bona idea una major col.laboracio FORTA, un intercanvi..una convivència…
Comentario escrito por cocadellanda — 05 de junio de 2011 a las 4:59 am
Yo no creo que haya que cerrar RTVE, pero sí hacer unos recortes considerables:
– Chapar La Primera, que no es más que competencia desleal para las privadas, ofreciendo una programación que ya dan éstas. Si bien la calidad es algo mejor (me refiero a que, por ejemplo, los programas del corazón de La 1 no son ofensivos como los de las privadas, o a que las series son de mejor factura), hay que tener en cuenta que respecto a la mayoría de contenidos la calidad no es importante, pues son en sí mismos triviales. Esto no importa si, como en las privadas, son rentables, pero sí en La 1, en la que se gasta dinero a fondo perdido.
– Mantener La 2 sobre todas las cosas.
– Teledeporte vale la pena, pero debería hacer más caso a deportes verdaderamente minoritarios.
Respecto a las autonómicas, yo sólo puedo hablar de la EITB, que es la que conozco. En general me parece buena, con contenidos claramente mejores que las privadas, aunque yo soy contrario al Estado Autonómico (por razones que no es lugar para exponer), por lo que no creo que valga la pena mantenerla. Además, debo decir que RTVE en ningún momento ha llegado al grado de EITB (en la etapa jeltzale) en su pretensión de construir un sentimiento de país.
Comentario escrito por Destripaterrones — 05 de junio de 2011 a las 9:44 am
Pues nunca me había planteado la cuestión as. Me encanta encontrarme con nuevos puntos de vista, cosa que agradezco profundamente a Andrés.
La verdad es que se hace un poco difícil casar la calidad actual de RTVE con la turbia realidad de su financiación. De todas maneras no os preocupéis, cuando el PP gane ya no quedarán argumentos de ese tipo.
Comentario escrito por Gekokujo — 05 de junio de 2011 a las 9:55 am
Muy interesante, Andrés. Pero, ¿podrías extenderte un poquito más sobre el asunto del juego? Acaba de aprobarse una ley estatal muy cañera, ¿de verdad dices que no hay competencia para ello? Muchas gracias.
Comentario escrito por Juana — 05 de junio de 2011 a las 10:27 am
Repito lo que dije en otra ocasión: hay que cerrar todas las teles públicas (que se destine ese dinero a reforzar el estado del bienestar) y regular a las privadas en plan «puño de hierro en guante de seda».
Comentario escrito por desempleado — 05 de junio de 2011 a las 10:34 am
Gracias por los comentarios y las propuestas. Muy brevemente, una explicación respecto a la alquimia competencial que es la nueva ley del Juego.
Dice la ley 13/2011, del Juego, literalmente, en su exposición de motivos:
«Desde el máximo respeto a las competencias de las Comunidades Autónomas, esta Ley se fundamenta en los números 6, 11, 13, 14 y 21 del apartado primero del artículo 149 de la Constitución Española y en la reiterada doctrina del Tribunal Constitucional, manifestada en numerosas sentencias, entre las que cabe destacar, la número 163/1994, de 26 de mayo, que declara la existencia de una competencia estatal en materia de juego que ha de ser ejercida por el Estado en nombre del interés general, sin perjuicio de las competencias que en materia de juego tienen reconocidas las Comunidades Autónomas en sus respectivos Estatutos de Autonomía».
http://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2011-9280
Se agradece la sinceridad. El resumen; que como decidimos que hay «un interés general» pues ya nos va bien para tener competencias y definir a nuestro gusto hasta dónde puede llegar la regulación y ámbito estatal del juego.
Por dejarlo un poco más claro, nos vamos a la Constitución y vemos en concreto qué títulos competenciales se invocan para justificar la competencia estatal en materia de juego:
«Artículo 149
1. El Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias:
(…)
6.ª Legislación mercantil, penal y penitenciaria; legislación procesal, sin perjuicio de las necesarias especialidades que en este orden se deriven de las particularidades del derecho sustantivo de las Comunidades Autónomas.
(…)
11.ª Sistema monetario: divisas, cambio y convertibilidad; bases de la ordenación de crédito, banca y seguros.
(…)
13.ª Bases y coordinación de la planificación general de la actividad económica.
14.ª Hacienda general y Deuda del Estado.
(…)
21.ª Ferrocarriles y transportes terrestres que transcurran por el territorio de más de una Comunidad Autónoma; régimen general de comunicaciones; tráfico y circulación de vehículos a motor; correos y telecomunicaciones; cables aéreos, submarinos y radiocomunicación.»
¿Es para echarse a llorar cómo nos hacemos trampas a nosotros mismos con el cubito de trilero o es para echarse a llorar?
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 05 de junio de 2011 a las 12:40 pm
Qué buenas cosas hacen las televisiones autonómicas! A mi, particularmente, algunas, me parecen un insulto a la inteleligencia y una falta de respeto a los conciudadanos. Pero bueno, viva el pluralismo, el plurilingüísmo, la cercanía institucional y todas estas cosas! Como siempre que tenemos que pensar en el modelo de Estado, vamos al art. 149 CE y barra libre! Da para todo. Como siempre, el formalismo y el positivismo extremo nos llevan a un buenismo jurídico que no se sostiene por ningún lado: defender el Estado autonómico desde Valencia, precisamente, me parece un acto de honradez intelectual tan grande como ingénuo. ¿De verdad es necesario que TV3 tenga 3 o 4 televisiones? ¿Qué pluralismo cultural hay en Extremadura? Ah, debe ser que como el Estatuto de Andalucía prevé proteger las modalidades lingüísticas andaluzas, por eso tienen también unas cuantas televisiones, lujo asiático en una Comunidad Autónoma con el mismo paro que Gaza y Cisjordania. Morimos de éxito total: qué placer ver cómo algunas Comunidades suspenderán pagos, pero qué gran función habrán hecho al desarrollo del pluralismo político y cultural! Esto es como morir echando un polvo. Somos así. ¿Cerrar TVE? Claro que sí, total el interés general en España no tiene nada que ver con la ciudadanía común, sino con una ciudadanía caciquil y postmoderna que no sólo ha fragmentado el Estado, sino la inteligencia. Importante citar a Franco para cerrar: el problema es que nuestro sistema autonómico no está bien ejecutado, pero bueno … un amigo bastante mayor me decía que él ya había tenido más tiempo en su Comunidad Autónoma de Presidente al mismo político que a Franco: un record! Y lo mejor es el último epígrafe: «Razones de servicio público por las que las televisiones autonómicas son más importantes que RTVE». Después dice «Ningún análisis serio, ni económico, ni jurídico, ni de rentabilidad social o de servicio público avalaría, por el contrario, que fueran las televisiones autonómicas las que padecieran recortes o cierres». Las razones son las suyas, puestas en condicional y futuro, las razones de un profesor de derecho administrativo, por lo visto con gran conocimiento de la comunicación pública (¿en qué trabajos, informes o libros de basa usted para decir lo contrario?). De verdad, este el artículo más cachondo que he leído en los últimos años! Felicidades, profesor Boix, le contrataría mañana mismo como abogado, pues me parece imposible que usted se crea ni una sola de las palabras que escribe. A lo mejor es un artículo de estos para provocar, en los que el autor expone una posición indefendible para hacer saltar al personal: si no va usted camino de convertirse en el Laband o Jellinek de Camps y de toda la camada de corruptos que crece en el Estado multiautonómico. Lo peor es que aquéllos siempre tuvieron en cuenta a quién servía, ¿lo sabe usted?
Saludos
Comentario escrito por Esperanza Aguirre — 05 de junio de 2011 a las 1:26 pm
Gracias por el comentario, Esperanza. Obviamente, el texto tiene un punto provocador al pretender poner el foco en el cierre de TVE, que nadie, nadie, se plantea en el país (y que ya he dicho que yo, personalmente, no creo que haya que acometer). Pero de eso se trata, de entender por qué razones no se plantea nadie esa hipótesis como posible y sí, en cambio, es un argumento común considerar que eso de tener televisiones autonómicas es un derroche y un lujo asiático.
A mí me parece muy bien que no le convenzan las razones que aporto para tratar de explicar por qué, si hablamos de servicio público y de competencias constitucionales, creo que tienen más sentido las teles autonómicas que la estatal. Pero estaría bien que nos lo explicara más allá de considerar que el artículo 149 de la Constitución no le gusta o de que a su juicio hay ciertas comunidades autónomas que no tiene sentido, por temas de cultura propia o necesidades de proximidad, que tengan su televisión. Más que nada porque el 149 CE es el derecho vigente en la materia y porque la esencia de la autonomía política, y su gracia, es que cada comunidad política será la que se encargará de realizar la estimación sobre la importancia de esos factores y actuar en consecuencia.
Un abrazo.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 05 de junio de 2011 a las 1:38 pm
Querido Profesor Boix:
mi comentario también era provocador. El art. 149 es la razón por la cual parace que en España casi todo era transferible. Y no todo es transferible: hay aspectos económicos, culturales y políticos que hay que tener en cuenta a la hora de plantear la estructuración del Estado. Convendrá conmigo que las últimas reformas (incluso la STC 31/2010) se plantean única y exclusivamente desde el punto de vista formalista en la que tan o cual entidad puede jurídicamente tener la competencia ¿era razonable esta perspectiva? En el país de las maravillas en el que hemos vivido, parece que sí. Ahora se ve que no. Los problemas de fondo del Estado autonómico es que no es un Estado, como usted señala, «políticamente descentralizado»: es «administrativamente descentralizado». Me explico, creo que la mayor parte de las CCAA gestionan recursos, no hacen política legislativa (a pesar de tener parlamentos). A toda noción legislativa de poder le debe corresponder una fiscalidad más o menos propia, y esto hoy no existe. Lo que se hace es recibir dinero del Estado y gestionarlo: «repartir alpiste» entre los míos. Claro, cuando el dinero se recibe del Estado, se crea una expectativa, y se actua de acuerdo a la misma. Y así hay para televisiones, instituciones estrambóticas, relaciones internacionales y embajadas y una universidad en cada pueblo. Si se cuenta con una corresponsabilidad fiscal mayor (dentro de los parámetros de una redistribución obligatoria). Las televisiones son el sintoma de una fiesta, y lo que nos viene es una resaca orrible. ¿Algo habrá que hacer, no? Sé que no pretendía dar una respuesta con su artículo. Pero me parece que quitando las CCAA con lengua propia, no veo por qué no ha de sustituirse las televisiones autonómicas por una TVE descentralizada, sin este despilfarro evidente: ¿a usted le parece bien que en Murcia se vean las carreras de F1 cuando también se dan en la sexta, o que el Castilla y León se pague por partidos de la Champions cuando también los daban en la primera? En fin, los términos jurídicos parecen avalar cosas increíbles. Y no veo por qué hay que identificar a TVE con Franco o el centralismo: creo en la ciudadanía común, en la necesidad de crear unos ciudadanos corresponsables, y no quiero que desde Cataluña, donde ahora vivo, se diga mañana y tarde en los informativos que Extremadura no necesita el AVE. Yo creo que no lo necesita, pero no porque sean extremeños, sino porque nunca será rentable. En fin, que la autonomía política cada vez tiene, en contra de lo que usted dice, menos gracia. Ninguna puede tener un sistema político que avala mediante caciquismo postmoderno a gobiernos corruptos de pies a cabeza.
Un abrazo
Comentario escrito por Esperanza Aguirre — 05 de junio de 2011 a las 3:16 pm
Perdón, donde dije «orrible» iba «horrible», obviamente.
Comentario escrito por Esperanza Aguirre — 05 de junio de 2011 a las 3:18 pm
Hablar de televisiones en tiempos que todos nos dedicamos a robar cine español a saco vía P2P empobreciendo a sus autores seria toda una anacronía sino fuera por la necesidad de todo corrupto agradecido de colocar amigos en directivas.
Y esta la principal función de toda TV pública, nada más cómodo que un silloncito en una TV, estatal o provincial, alejado del foco principal de las cámaras, cosa paradójica, y financiación publica, del ciudadano a los bolsillos en nominas de más de cien mil euros, todo por pagar el servicio publico que supone que nuestros lideres nos digan lo buenos lideres que son.
Comentario escrito por Bunnymen — 06 de junio de 2011 a las 10:13 am
Gran artículo y comentarios
Idealmente, las televisiones autonómicas y el modelo de desconexiones territoriales de RTVE tendría que cubrir el pluralismo que pregona la ley del 2010 de comunicación audiovisual.
Luego te encuentras que la televisión pública sablea la financiación para dedicarse a competir con las privadas y que parece que cualquier comunidad que se precie tiene que tener su televisión pública. (Aunque Revilla lo rechazo en su momento porque ya iba servido con sus apariciones por las privadas, quien lo iba a decir)
Comentario escrito por Ananas — 06 de junio de 2011 a las 12:38 pm
Buen artículo.
Suscribo la propuesta: cerrar TVE y las autonómicas, también.
Comentario escrito por pepito71 — 06 de junio de 2011 a las 12:40 pm
Pues como no miro la tele, cuando me siento en el sofá y decido encender el cacharro ése de color negro y amenazador en plan HAL 9000, me termino identificando con un alemán en 1945 enterándose del rollo auténtico que se llevaba en Auschwitz o Mauthausen.
Al igual que no entiendo por qué tengo que pagarle el presupuesto a la Iglesia católica o la propaganda electoral a partidos que me insultan como contribuyente/catalán/persona de CI medio, tampoco entiendo por qué se tiene que pagar por eso. Copago ya por favor en plan alemán o británico. Paso de pagar la droga a los demás, a mí los contribuyentes nunca me invitan.
Comentario escrito por parvulesco — 06 de junio de 2011 a las 3:56 pm
Hace mucho (años) que defiendo el cierre o privatización de la TVE.
Ahora, después de leer el interesante artículo de Andrés, también abogo por el cierre de las Autonómicas.
Comentario escrito por Dr. Gregorio de la Casa — 07 de junio de 2011 a las 10:13 am
Yo haría unas matizaciones:
– Me parece absurda la combinación de sedes territoriales de RTVE con entes autonómicos, pero tampoco me parece mal que exista una de las dos opciones.
– La televisión pública, si se limita a ofrecer contenidos que las privadas no ofrecen (La 2), me parece legítima.
– Hablando de EITB, contra lo que suele decirse, creo que este grupo ha tenido y tiene (con PNV y con PSE) mayor pluralidad (tampoco mucha más, pero más), que cualquier emisora de ámbito nacional/estatal, ya sea pública o privada.
– Respecto a Teledeporte (que debería mejorar), les pido que comparen su programación con Marca TV, para ver la diferencia de criterio sobre lo que debe ser una emisora de deportes. La emisora pública debe limitarse a cubrir eventos minoritarios que no tendrían otra forma de llegar al gran público.
Lo que no puede ser es lo que se hizo con la cobertura de los JJOO de Pekín, en la que RTVE retransmitió una y otra vez los mismos eventos (partidos de Nadal, de la selección de baloncesto, Usaín Bolt). Luego estuvieron poniendo una propaganda autofelicitándose por su (deficiente) cobertura, y por sus cifras de audiencia. A ver, para poner esos eventos ya están las privadas, que les sacarán provecho económico de verdad. RTVE está para poner el Taekwondo o el Remo, para promocionar los deportes minoritarios de verdad. Ya está bien de disparar con pólvora del rey.
Comentario escrito por Destripaterrones — 07 de junio de 2011 a las 11:59 am
El cálculo presupuestario de las televisiones autonómicas es incompleto. Ademas de esos 1600 millones, de aportación pública, las televisiones autonómicas reciben ingresos de publicidad y se endeudad (p.e. la televisión valenciana tiene mas de 1200 millones de deudas, insostenibles con esos 200 millones de presupuesto. La carga de sus deudas son mas de 50 millones al año. Es muy falso decir que su presupuesto son 200 millones. Si uno es capaz de ponerse «tonto» «economicista» tiene que al menos saber las cuatro reglas aritméticas). Si se va a hablar de número de trabajadores o de horas de emisión ha de hablarse de presupuestos completos no solo de uno de sus capítulos.
Es paradójico llamar tramposo a alguien tras usar esta trampa tan pueril.
El resto de los argumentos son también bastante blandengues.
Comentario escrito por Felipe — 07 de junio de 2011 a las 7:23 pm
Vale, Felipe, aceptada la crítica. Gracias por resaltar el tema, que se me había pasado. ¿Hace decir que RTVV sale al año por 300 millones?
Por cierto, que los cañones siguen disparando fuego de artillería pesada a diario. A título de ejemplo, hoy mismo:
http://politica.elpais.com/politica/2011/06/06/actualidad/1307391432_054033.html
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 07 de junio de 2011 a las 8:40 pm
1º ¿Por qué no cerrar todas las públicas?
2º ¿Por qué no se comenta la propuesta del nº 1 que dice de poner fotos de chicas a este post para retuitearlo mejor?
Comentario escrito por zulik — 07 de junio de 2011 a las 11:45 pm
Querido Andrés:
Me han encantado la seriedad, la originalidad, la solidez, la profundidad y, sobretodo, la impertinencia de tu post. Y me ha gustado mucho el debate que has suscitado, y la inteligencia de muchas de las contribuciones. Te aseguro que últimamente leo más este blog que las páginas de opinión de la mayoría de los diarios.
Yo no tengo una posición definitiva -ni, por ende,inamovible- sobre las teles y radios públicas. Sigo haciéndome algunas preguntas, y entre ellas las siguientes, que aporto al debate:
1. ¿Qué diferencia hay entre radios y teles públicas y periódicos o diarios públicos? Me lo cuestiono porque nadie se plantea que las Administraciones Públicas vuelvan a crear diarios de información general, regional o local similares a los periódicos hoy existentes. Y me refiero a las diferencias jurídicas y de corte «político», porque son evidentes las diferencias económicas y mediáticas.
2. ¿La respuesta acerca de la existencia de las teles y radios públicas debe ser la misma cualquiera que sea su coste y audiencia? Se puede hacer una tele de gran calidad, dando una información muy amplia y exhaustiva -muchos corresponsales, enviados especiales a cualquier evento internacional, cobertura de acontecimientos importantes pero de seguimiento minoritario, programas culturales exquisitos pero de muy poco impacto popular-, con una audiencia ridícula en comparación con «Pretty Woman», un partido de cuartos de la Liga de Campeones o un episodio de una serie con ínfulas pseudo-históricas (manda carajo que un íbero se llame Darío), pero con un coste absolutamente desorbitado para los objetivos de servicio público que se pretenden conseguir.
3. ¿Es posible, necesario o conveniente introducir fórmulas de gestión privada o de colaboración público-privada en la taxi televisión pública? ¿Reduciría costes sin merma del servicio público? ¿Serviría solo para generar un buen negocio privado pero sin que se gane demasiado en calidad y austeridad? ¿Cuáles serían las fórmulas a aplicar?
En fin, espero que alguien me dé luces, que yo lo agradeceré.
Comentario escrito por José Marí Olano — 08 de junio de 2011 a las 9:13 am
Que cierren todas las putas televisiones, que estoy hasta los cojones de pagar las vacaciones de todo tipo de españoles y subespañoles (léase comunidades autónomas) por el mundo. Bueno, que dejen La 2 y la ETBSat, que es donde veo la pelota y concursos de ovejas, perros y pastores, y eso me gusta (lo digo en serio).
Comentario escrito por Asín...nos va — 09 de junio de 2011 a las 1:08 pm
Sugerente y lo que pone de manifiesto, una vez más, es que los calentones tienen su lugar, y éste no es el de la política. Optar o no por televisiones públicas autónomicas implica tener en cuenta una serie de datos, argumentos y, por supuesto, prioridades como los que se deducen de este post que yo, en realidad, no he visto tan provocador… Supongo que, como en tantos otros ámbitos, una fórmula adecuada de funcionamiento sería la coordinación del servicio: se vertebraría un audiovisual común (idealmente de calidad, etc.) y representativo no de los madriles sino de la realidad plural, pero además se abriría la posibilidad a esta televisión de proximidad necesaria para garantizar precisamente el pluralismo al que apelan tan «alegremente» la Constitución y la propia ley «general» de comunicación audiovisual. Ay, Alemania, Alemania como modelo…. a ver si todos los ingenieros que se están yendo para allá pueden volver dentro de poco con savia nueva y cambian este tinglado que tenemos montado.
Comentario escrito por Susana — 21 de junio de 2011 a las 1:04 pm
Puestos a cerrar televisiones públicas, las cerraría todas, la estatal y las autonómicas. O mejor las privatizaría, que tampoco es cuestión de echar a la calle a miles de personas. A lo mejor sin ser tan drástico, dejaría UNA televisión pública con una programación común en castellano y varias franjas horarias dónde cada comunidad emitiese su propio contenido en la lengua que quisiera. Despúes de todo no todos los programas que echan en las televisiones públicas son producción propia.
Comentario escrito por Pepe Chuga — 23 de junio de 2011 a las 12:19 pm
¿Y que harían nuestros politicos sin tres o cuatro canales y otras tres o cuatro radios por cada autonomia que glosaran sus fazañas? ¿Donde iban a meter a currar de comisarios politicos a los amiguetes? No teneis coraçao.
Comentario escrito por k98k — 26 de junio de 2011 a las 11:17 pm
Retomo el hilo del debate, donde veo que casi todos estáis muy en contra del audiovisual público. Yo no comparto esas tesis. Me parece evidente que hay un espacio que no cubre el mercado que es importante en una sociedad democrática. Como no lo cubre el mercado… pues habrá que buscar al sector público.
Lo argumento un poco más respondiendo a las preguntas de José Marí, aunque sea brevemente:
1. ¿Qué diferencia hay entre radios y teles públicas y periódicos o diarios públicos? Yo veo una diferencia entre la radiotelevisión y la prensa: en prensa más o menos todo el espectro está cubierto (en calidades, en formatos, en periodicidades, quizás con la única diferencia de la lengua empleada, pues en valencia falta un diario en valenciano) mientras que en el audiovisual hay muchos productos que la iniciativa privada no ofrece: información de calidad, documentales, contenidos educativos, programas de proximidad… y programación normalizada en las lenguas diferentes al castellano. Por esta razón, en la medida en que alguna de estas lagunas (o varias de ellas) nos parezcan relevantes hay que acudir al sector público, dado que el sector privado, a la vista está, no llega.
2. ¿La respuesta acerca de la existencia de las teles y radios públicas debe ser la misma cualquiera que sea su coste y audiencia? Obviamente, no. Esta es la razón, de hecho, de que muchas CCAA no hayan tenido teles públicas hasta hace poco, cuando los costes han bajado mucho. Básicamente porque para ellos, al no tener lengua propia, las lagunas eran menos importantes, por lo que la ecuación coste del servicio – beneficios obtenidos es muy diferente. Adicionalmente, parece obvio que una televisión pública que pretenda normalizar una lengua ha de luchar, entre otras cosas, por la audiencia. De otro modo no cumple papel normalizador (L’Alqueria Blanca es más importante para normalizar el valenciano, o las retransmisiones del fútbol, que un programa cultural sobre literatura en valenciano en Punt2).
3. ¿Es posible, necesario o conveniente introducir fórmulas de gestión privada o de colaboración público-privada en la televisión pública? ¿Reduciría costes sin merma del servicio público? ¿Serviría solo para generar un buen negocio privado pero sin que se gane demasiado en calidad y austeridad? ¿Cuáles serían las fórmulas a aplicar? A día de hoy esto ya se está haciendo. Gran parte de la programación, y singularmente toda la ficción en valenciano, por ejemplo, está haciéndose ya con criterios de externalización. Como es la norma, por lo demás, en el sector, tanto en las teles públicas como en las privadas.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 29 de junio de 2011 a las 10:22 am