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El desgobierno de lo público, de Alejandro Nieto

Santiago Muñoz Machado ha publicado una lista en Indret [1] con los libros a su juicio esenciales para entender el Derecho Administrativo y el Derecho público general. Una de las sorpresas que me llevé al mirármela fue toparme con la inclusión de la última obra de Alejandro Nieto [2], entre otras razones porque los textos que predominan en la relación son antes obras clásica que ensayos recientes. Aunque también me llamó la atención la inclusión de la obra como un libro imprescindible en la medida en que las quejas de Nieto sobre la escasa calidad de nuestro Estado de Derecho suelen ser tenidas por certeras pero exageradas, divertidas pero inútiles, tan lamentable reflejo de una realidad que es difícil negar (aunque ello no implique aceptarla en los términos descritos por su autor) como frustrante manera de afrontar el análisis de lo que en verdad ocurre si de lo que se trata es de acometerlo con verdadero ánimo constructivo y reformista. Además, la verdad, no me había leído el libro dado que personalmente lo supuse una mera reiteración de argumentos ya tratados y trabajados por el autor en obras como La organización del desgobierno, La nueva organización del desgobierno, Corrupción en la España democrática, España en astillas o el más reciente El desgobierno judicial, obras todas ellas que me leí en su día con pasión casi adolescente y que me permitieron aprender mucho sobre Administración, (des)gobierno o corrupción, máxime cuando en mi caso particular lo ignoraba casi todo sobre esas realidades, que en general (y exceptuando las inevitables situaciones que uno vive en la Universidad) me han pillado y pillan muy lejos. Para eso sí que es una bendita torre de marfil la Universidad, por cierto.

Pero hete aquí que El desgobierno de lo público [3], editada por Trotta Ariel en 2008, se ha convertido en una reflexión obligatoria en los tiempos que corren. O al menos eso parece si leemos lo que nos cuenta el faro de la intelligentsia académica oficial que es Emilio Lledó [4]. Y atendiendo al hecho de que, para rematar la faena, incluso el grupo PRISA y sus guardianes de las esencias se han puesto manos a la obra para recomendar [5] y publicitar el libro. Aun así he de reconocer que no fue hasta que me enteré de su inclusión en la particular suma administrativa de Muñoz Machado que me decidí a leer el libro. Supongo que son vicios de jurista esto de filtrar las recomendaciones, en este campo, a partir de pautas tan estrictamente endogámicas. En cualquier caso, me dije, tampoco estará de más releer las viejas obsesiones compartidas que con tan excelente pluma ha plasmado siempre Nieto y, quizás, incluso hay cosas nuevas que justifican tanta atención. Por último, estos tiempos de degeneración manifiesta en la ética pública, con la corrupción de baja intensidad tan presente en las noticias, asunto del que ya hemos hablado en alguna ocasión [6], quizás requieran de lecturas hechas desde la Universidad sobre el particular.

He de confesar,  sin embargo, que acabada la lectura mi impresión es que El desgobierno de lo público es una síntesis adaptada a los tiempos que corren de las obras precedentes a que me he referido. Sin que ello le reste un enorme valor, esencialmente en la medida en que desmitifica la manera en que nuestro Derecho y nuestra Administración operan, explica cuáles son algunas de las pautas de funcionamiento desviadas más habituales, denuncia corruptelas y su utilización en favor de los actores que participan en el proceso aportando información y datos que la opinión pública no posee y, sobre todo, compendia y sintetiza las denuncias que viene realizando desde hace años. Desde este punto de vista, y siendo cierto que puedo entender que el libro sea de un enorme interés para los no juristas o quienes no conozcan la obra de Alejandro Nieto, a quienes lo conocemos más nos aporta bastante menos. Por mucho que siempre sea un placer volver a leerlo, dado que su prosa es ágil y precisa.

Pero, más allá de esta concreta valoración, la lectura del libro me ha llevado a reflexionar sobre la manera en que se despachan habitualmente, y Alejandro Nieto es perfectamente consciente de ello, como explica en las primeras páginas de la obra, las objeciones que suelen despertar trabajos como éste o, en general, todas aquellas denuncias o reflexiones críticas que abren puertas y ventanas y exhiben a la luz del día parcelas de la realidad habitualmente en penumbra.

Normalmente se descalifica estas obras apelando a su carácter exagerado, cuando no histriónico. Lo que cuenta Alejandro Nieto es verdad, se diría en tal caso, pero no es toda la verdad. Sin negar que pueda ocurrir, no es una situación generalizada. E incluso en los casos en los que ocurren hechos tan lamentables como los descritos, hay razones adicionales que pueden explicarlos, entenderlos, que deben ser tenidos en cuenta para una correcta contextualización de la situación. Es decir, por resumir, que sí, que es cierto, pero no es ni tanto, ni tan exagerado, ni tan grave. Y además, las cosas, poco a poco, van mejorando, se van civilizando. Para que así sea, por cierto, es más útil hacer denuncias concretas y plantear mejoras específicas para resolver las deficiencias antes que lanzarse a una descalificacón global de todo el sistema que pareciera no tener ningún mérito y sobre el que, encima, tampoco se plantean posibilidades realistas y posibilistas de reforma. Porque Alejandro Nieto, como es sabido y suelen decir sus críticos, no propone alternativas ni explica cómo debiera reorganizarse lo desgobernado.

Estas críticas, en el fondo, son una descalificación de raíz de los esfuerzos de cualquier obra de este tipo, a las que siempre resulta tentador calificar de histriónicas y de paso dejar claro que nada de lo que nos cuentan nos es extraño, pero que a diferencia de lo que le ocurre a algunos ingenuos, a nosotros no se nos esconde que la realidad es más compleja y que las cosas tienen su explicación, su sentido y sus ventajas, por lo que mejor reaccionar con temple y tranquilidad, como buen connaisseur que está de verdad en el meollo del poder. Paradójicamente estas actitudes conviven sin ningún problema con las palmaditas en la espalda al estilo de las que Juan Cruz, en El País, propinaba a Nieto. De manera que es precisamente esa España oficial, donde habitan los que más se tendrían que sentir directamente atacados por las denuncias quien, extrañamente,  más jalea el mérito e interés de un libro al que luego, en verdad, poco se atiende. Pareciera como si se festejara un ejercicio de estilo más literario que ensayístico y todos tan contentos. ¡Qué bueno el último libro de Nieto! ¡Qué revelador y gracioso! Pero, eso sí, ¡qué cosas tiene!, se añade para rematar y aquí no ha pasado nada.

No obstante, esta valoración me parece injusta y miope. No creo, en primer lugar, que huelguen las denuncias de los comportamientos descritos por Nieto en esta y otras obras. Tampoco creo que la opinión pública española esté sobrada de personas que asuman el riesgo de hacerlas. Es más, probablemente lo que sería preciso en España es que hubiera mucha más gente que las hiciera. Y que las hicieran, incluso, yendo más allá de lo que el propio Nieto va. Ocurre, sin embargo, que los límites de la corrección política y social en nuestro país están muy protegidos con el sistema de recompensa y castigo establecido social e institucionalmente para quienes, respectivamente, están dentro del juego establecido o, por el contrario, deciden salirse del mismo. Y el miedo, en este caso, es un eficaz guardián de la viña… de los otros (no sea que pueda uno perder el poquito que le toca o le pueda tocar en el futuro).

Ahora bien, y es la idea esencial que me gustaría transmitir, tengo para mí que es especialmente descabellada la crítica de quienes señalan como improductivos los esfuerzos de libros como éste porque no proponen soluciones o alternativas a la situación descrita, porque no dan pautas o claves que permitan deducir cuál debiera ser el camino a seguir, dado que no gusta el actualmente emprendido. Porque, aunque estas propuestas no estén explicitadas, ¿hace falta detallarlas o concretarlas? ¿De veras no se obtiene, tras la lectura de un libro como El desgobierno de lo público, un plan de ruta, siquiera sea de mínimos, sobre cuáles debieran ser algunas de las reformas que nuestro ordenamiento jurídico necesita? En el fondo, no darse cuenta de ello no hace sino hablar mal de la inteligencia del lector de turno. Y es que no se trata de que se describan medidas concretas y reformas específicas. O no necesariamente. Para eso habrá otros autores o quizás otros libros. Pero cuando se denuncia y explica una practica común y razonan los motivos que permiten predicar su inanidad no hace falta demasiado para intuir por dónde, siqueira sea groseramente, sería mejor que fueran los tiros. Y tampoco tiene sentido pedir mucho más cuando de lo que se trata es, al menos de momento, de exponer algunos de los más graves problemas de nuestra democracia y de nuestro ordenamiento jurídico.

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#1 Comment By Luisa On 21 marzo 2009 @ 7:25 pm

Creo que lo que te ha ocurrido con este libro ha sido bastante común entre el público especializado. A mí me sorprendió su inclusión en el «canon» de Muñoz Machado, y sólo entonces lo he leído, cosa que no hice en su momento por razones análogas a las que tú expones; no esperaba encontrar nada que no estuviera ya dicho en obras anteriores. Incluso creí adivinar una suerte de versión «light» o «periodística» de precedente y más profundos análisis del autor.

Una vez leído, coincido en que se trata de un epítome, puesto al día, de obras anteriores, pero eso no disminuye su valor en absoluto, todo lo contrario. En el «Desgobierno …», un lector no especializado puede encontrar muchas de las claves para entender los lamentables derroteros de la vida pública española en los últimos años.

Las críticas habituales a Nieto me sacan de quicio. Que si es «ligero», que si es «frívolo», hasta he oído decir que se lee «con demasiada facilidad», como si eso fuera un defecto, frente a tantísimos profesores incapaces de escribir un párrafo sin conculcar la gramática y el buen gusto. (Acaba de caérseme -literalmente- de las manos una voluminosa obra de un prestigioso -ignoro las razones- administrativista español, especialmente fecundo en materia urbanística. Prometo volver a intentarlo tan pronto como lo traduzcan al castellano o a cualquier lengua que yo conozca).

Retomo el hilo. De todas las críticas a Nieto, la de convertirlo, casi oficialmente, en «pesimista amargado que no ofrece soluciones», es la más injusta y la menos inocente. Desvelar la corrupción ya es luchar contra ella, indagar sus mecanismos ya es luchar contra ella, esclarecer las causas de su pervivencia y multiplicación ya es luchar contra ella. Además, se trata de una tarea de la que, al margen de alguna «investigación» periodística, no se ocupa casi nadie y, desde luego, nadie tan cualificado, autor de uno de las obras jurídicas más importantes en muchos años, «El arbitrio judicial». Como él mismo dice, todo el que cooce mínimamente las interioridades de la administración pública sabe que no sólo no exagera nada, sino que las cosas son todavía perores. Un saludo.

#2 Comment By Pablo On 22 marzo 2009 @ 1:31 am

«Aun así he de reconocer que no fue hasta que leí la recomendación de Muñoz Machado que me decidí a leer el libro. »

cuando me decidí.

#3 Comment By Julio On 25 marzo 2009 @ 1:31 am

Suscribiría casi en su integridad esta entrada de tu blog, críticas incluidas. Pero añado algo: Alejandro Nieto es imprescindible y sería una bendición que al menos hubiera otros cien como él. Sus obras (me refiero a los ensayos a los que tú aludes), sencillas en la forma pero contundentes en el fondo, incitan y ayudan a pensar. Eso es digno de todo tipo de agradecimientos e incluso los que no frecuentamos el derecho administrativo disfrutamos del “exceso de ácido cínico” que Tomás Ramón Fernández le ha achacado en alguna ocasión.
Por usar de memoria sus propias palabras, Nieto pone al descubierto emperadores desnudos como el del cuento, “santos de palo” cubiertos de pintura dorada o adoradores de becerros de oro. Pero si de todas sus metáforas me quedo con una, es la que nos presenta el ordenamiento jurídico como un Pórtico de la Gloria revestido de magníficas imágenes que tras deslumbrar a cuantos se acercan, da paso únicamente a un edificio en escombros (así en “La balada de la justicia y la Ley”). Aun sin compartir en su integridad esa afirmación (quizá derivado de una candidez achacable a tener muchos años menos y desde luego mucho menos conocimiento), puedo asegurarte que es un recurso expositivo que utilizo en mis clases de derecho procesal.
Un saludo desde Burgos y ánimo con el blog.
Julio Pérez Gil

#4 Comment By Eli On 25 marzo 2009 @ 1:56 am

Gracias al Profesor Mestre Delgado he conocido una pequeña parte de la obra de Nieto, con motivo de una recensión para el segundo curso de la Licenciatura. Resulta enriquecedor ir leyendo a la par algunas obras de Tomás-Ramón Fernández y recoger los argumentos que ambos plantean, especialmente para alguien que comienza la andadura en el mundo jurídico con gran interés, como es mi caso. Siguiendo con lo que el Profesor Boix ha expuesto, las críticas hacia Nieto en cuanto a la forma, no ocultan que el fondo «realista» de sus tesis resulta muchas veces innegable, e incluso como recoge el primer comentario, se queda corto. Los ejemplos que encontramos en los capítulos centrales de «El arbitrio judicial», aunque limitados por motivos editoriales -como apunta al principio del libro- son muestras que apoyan sus argumentos y sugieren temas sobre los que reflexionar, investigar y profundizar.

Pensando en referencias recientes a este libro, creo recordar que el (pluriempleado) Profesor Gil Calvo también recomendó esta lectura en las páginas de El País, algo que podría animar a sociólogos y politólogos a acercarse en mayor medida a la figura de Nieto.

Un saludo.

#5 Comment By Macanaz On 25 marzo 2009 @ 8:12 pm

No es Trotta sino Ariel

#6 Comment By Andrés Boix Palop On 26 marzo 2009 @ 8:06 am

Muchas gracias por las correcciones (aunque la de Pablo no la tengo claro, ¿seguro que en un giro como ése, que por cierto he cambiado en el texto al releerlo aunque creo que subsiste el problema, no puede emplearse «que»? A mí, ahí, me chirría ese propuesto «cuando».

Me llama la atención, por lo demás, este acuerdo en los comentarios respecto a la obra de Nieto. Temo que plantee el fondo del problema que comentaba al escribir el texto. ¿Es posible que a todos nos encanten los libros y nos parezcan no sólo certeros sino importantes pero luego, a la hora de la verdad, no hagamos tampoco nosotros demasiado caso a Nieto?

En mi vida profesional yo soy moderadamente intransigente, creo, con ciertas prácticas. Y no pocos problemas me da el serlo, por descontado. Pero es cierto que a veces también uno transige con ciertas cositas, por ser totalmente disfuncional plantear un follón, por no tener sentido ahí la norma a la hora de conseguir hacer las cosas decentemente en un sentido más material que formal, o simplemente porque no son tan graves (o porque tampoco vas a meterte constantemente en lo que hacen los demás). Y puede, no habría que descartarlo, que la perspectiva que uno tiene de sí mismo respecto de la «transigencia personal» con las prácticas indeseables no esté del todo bien calibrada y, a la hora de la verdad, uno caiga mucho más en esas pautas de lo que cree y, mecido por la autocomplacencia, no se dé cuenta.

Incluso he de reconocer que siempre he tenido curiosidad por saber hasta qué punto el propio Nieto, a lo largo de su vida,»ha dado trigo». Ni lo conozco ni he tratado nunca a nadie de su entorno, de modo que ignoro cómo se haya podido comportar. Pero a estas alturas de mi vida me parece claro que, para alguien de su trayectoria, ha sido necesario más de una vez acudir a pequeñas o incluso en momento puntuales grandes derogaciones de los altos principios que él expone. Porque le convenía, porque se lo imponían las circunstancias, sus jefes del momento, las personas de las que dependía o podía depender, porque para obtener ciertos beneficios era inevitable… No digo que esto, a cierta escala, sea demasiado grave. Es más, como explico, me parece prácticamente, hasta cierto punto, inevitable. Pero me pica la curiosidad pensar si Nieto ha sido consciente de ello o la interferencia subjetiva, que todos padecemos respecto de nuestros actos, le hace no verlo claro.

#7 Comment By Mar On 20 abril 2009 @ 6:38 pm

Hace tiempo, Andrés, escribiste un artículo sobre la googlelización del ordenamiento jurídico no sé ya si el general o el administrativo.
En cualquier caso y centrándonos en el último, esa colaboración pública-privada ¿se refería a medidas del tipo como la que pretende adoptar el Ayuntamiento de Madrid para la tramitación de sus licencias urbanísticas a partir de 2010 o o te referías a otra cosa?

Bueno, da igual, lo anterior era sólo una manera de empezar para mostrar mi desacuerdo con lo que pretende hacer el Ayuntamiento de Madrid en ese tema.
Y mostrar mi enfado ante las declaraciones de sus responsables políticos.

La reducción de trámites, documentación y plazos en los procedimientos administrativos se puede hacer desde dentro sin necesidad de acudir a la externalización de funciones que, además, a mí me parecen esencialmente públicas: “verificación de la adecuación a la normativa vigente de los proyectos que se quieran poner en marcha”
Y sin necesidad de conectar eso, la reducción de trámites y plazos, con la entrada de organismos ajenos al Ayuntamiento.

La reducción de los trámites y documentación se consigue mediante estudios internos de los procedimientos y medidas que impulsen las conclusiones a que se llegue.
La reducción de los plazos a través de la exigencia en la Ordenanza reguladora de que el plazo máximo para resolver sean los 15 días que señala la noticia.
Pero hace falta impulso político para conseguir eso, ¿lo hay en el Ayuntamiento de Madrid?

No parece, pero mientras tanto marean la perdiz vendiendo reducción de trámites administrativos: la autorización actual del Ayuntamiento se sustituirá por la autorización del Organismo de Control que habrá de haber sido autorizado previamente por el Ayuntamiento. Y una vez concedida la autorización por ese Organismo hay que comunicarlo al Ayuntamiento.
¿Dónde está la reducción de trámites administrativos?
Lo que pretenden evoca al principio de intercambiabilidad de las técnicas y formas de intervención administrativa, no a la reducción que venden.

Y sobre la reducción/eliminación de la tasa… ¡¡¡al dar entrada en la tramitación a empresas privadas!!!. ¿Hace falta para que se reduzca o elimine esa tasa que el Ayuntamiento permita la entrada en el procedimiento de empresas privadas? NO
Ah…, pero que a partir de ahora lo que habrá no será tasa sino precio!

Según el alcalde, que ha valorado la «modernidad» que introduce la nueva ordenanza, se trata de «sustituir el control previo por una supervisión de la actividad»
ESO, MAREAR LA PERDIZ, PORQUE EN ESENCIA ES LO MISMO

Y las conexiones implícitas y explícitas de:
–funcionamiento del Ayuntamiento con inoperancia y
— empresa privada con agilidad y modernidad
desconciertan
viniendo del Alcalde,
que es el responsable último de cómo se trabaja en esa institución.

[7]

[8]

#8 Comment By Mar On 20 julio 2009 @ 12:04 pm

“No obstante, el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana subraya que los regalos que supuestamente recibió el presidente autonómico fueron a cambio de nada, ya que no ve una relación entre las dádivas y los más de siete millones de euros en contratas que ha recibido en los últimos cuatro años la trama Gürtel de distintas consejerías del Gobierno valenciano”

Esto aparecía ayer en El País.
Pues habrá que fiarse. Pero genera frustración leer las prácticas en la contratación administrativa de la GVA:
– fraccionamiento de objetos de contratos para evitar la concurrencia y publicidad de las convocatorias;
– derivación de los contratos fraccionados a consellerias que por el objeto de lo contratado poco tienen que ver con la actividad que sus Reglamentos Orgánicos les atribuyen;
– exigencia, a las potenciales empresas contratantes, de requisitos técnicos que sólo puede cumplir una de las que se presenta;
– adjudicación a empresas en las que tienen intereses directos miembros del gobierno o sus familiares

y relacionarlo con:
– que empresas que se benefician de esto se enriquecen, de cero a 100, vaya, se construyen, principalmente, por los beneficios que obtienen de los contratos públicos y
– que, además, son las que también hacen regalos a los altos cargos.

Leyendo las cosas que aparecen en prensa, y conectándolas, para mí es difícil pensar que el cohecho es sólo impropio y no propio. Vaya, pensar que los trajes recibidos son una mera deferencia a los líderes por los cargos que ocupan.

[9]

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COHECHO PROPIO Artículo 419 y siguientes CÓDIGO PENAL
Artículo 419.

La autoridad o funcionario público que, en provecho propio o de un tercero, solicitare o recibiere, por sí o por persona interpuesta, dádiva o presente o aceptare ofrecimiento o promesa para realizar en el ejercicio de su cargo una acción u omisión constitutivas de delito, incurrirá en la pena de prisión de dos a seis años, multa del tanto al triplo del valor de la dádiva e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de siete a doce años, sin perjuicio de la pena correspondiente al delito cometido en razón de la dádiva o promesa.

COHECHO IMPROPIO Artículo 426 CÓDIGO PENAL

La autoridad o funcionario público que admitiere dádiva o regalo que le fueren ofrecidos en consideración a su función o para la consecución de un acto no prohibido legalmente, incurrirá en la pena de multa de tres a seis meses.

———————-

Pero, claro, una cosa es la prensa, otra lo que hagan en la Generalitat y otra la que digan los papeles del caso que están en los Tribunales.

Al principio, las imputaciones a los líderes de la Comunidad ¿no se hicieron por cohecho propio?. ¿En qué momento se transformaron en cohecho impropio?. ¿Fue cuando se recibieron en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana?

Y sobre el cohecho impropio, si no tiene sentido en España “por los usos y costumbres del país” o porque es inevitable recibir regalos cuando ocupas esas posiciones sociales, ¿por qué no se elimina del Código Penal? ¿Por qué no se hizo en la reforma del 95?
¿Qué hace más daño al funcionamiento de las instituciones democráticas: que se acepten regalos sin problemas por los políticos o que cuestionado que se ha producido una conducta de cohecho impropio se produzca el baile de declaraciones exculpatorias, con ese contenido tan profundo y sensato y prudente, que viene de los partidos políticos?

Por último, ¿sería objeto de este proceso el estudio del fraude de ley en las contrataciones administrativas? ¿O para ver eso se han de animar las empresas no adjudicatarias a recurrir las convocatorias en las que no resultaron seleccionadas?
Huele a fraude de ley, la verdad. Pero quién, cómo, a través de qué se prueba. Y mientras los ciudadanos cargándonos de resignación, desconfianza e indiferencia.

#9 Comment By Mar On 20 julio 2009 @ 2:05 pm

CÓDIGO CIVIL

CAPÍTULO III.
EFICACIA GENERAL DE LAS NORMAS JURÍDICAS
Artículo 6.

1. La ignorancia de las Leyes no excusa de su cumplimiento.

El error de derecho producirá únicamente aquellos efectos que las Leyes determinen.

2. La exclusión voluntaria de la Ley aplicable y la renuncia a los derechos en ella reconocidos sólo serán válidas cuando no contraríen el interés o el orden público ni perjudiquen a terceros.

3. Los actos contrarios a las normas imperativas y a las prohibitivas son nulos de pleno derecho, salvo que en ellas se establezca un efecto distinto para el caso de contravención.

4. Los actos realizados al amparo del texto de una norma que persigan un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico, o contrario a él, se considerarán ejecutados en FRAUDE DE LEY y no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir.

Artículo 7.

1. Los derechos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe.

2. La Ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial del mismo. Todo acto u omisión que por la intención de su autor, por su objeto o por las circunstancias en que se realice sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la correspondiente indemnización y a la adopción de las medidas judiciales o administrativas que impidan la persistencia en el abuso.

#10 Comment By galaico67 On 21 julio 2009 @ 9:02 pm

«Y sobre el cohecho impropio, si no tiene sentido en España “por los usos y costumbres del país” o porque es inevitable recibir regalos cuando ocupas esas posiciones sociales, ¿por qué no se elimina del Código Penal?»

Y no es más fácil y más moral que el regalo se reciba oficialmente y «en sede» ó que se rechacen los regalos suntuarios. Vamos, puede ser un uso social que te regalen un jamón por Navidad, una cesta ó una docena de huevos de corral, pero bolsos, relojes y trajes parecen detalles fáciles de rechazar y no tenía yo idea de que fueran «uso social». Vamos, si uno tiene dos dedos de frente….

#11 Comment By Mar On 3 febrero 2010 @ 9:17 pm

En el ámbito de lo público y virando el tema este artículo sobre regulaciones posibles de la prostitución:

[10]

#12 Comment By Lorenzo On 3 julio 2011 @ 11:08 am

No conozco a este Sr. soy un ex-obrero jubilado y el leer un artículo en el Periódico a despertado mi curiosidad para saber mas cosas de él. Voy a comprar este libro, sí, ya se que el médico me aconsejó no leer periódicos, no ver espectáculos denigrantes en TV, ni caso de los deportes que también embrutecen y un largo ect. pero es que alguna cosa tengo que hacer para satisfacer mi curiosidad de lo que ocurre en el mundo y dirigir mi Indignación hacia los verdaderos culpables. Ya se que los políticos son aquellos estudiantes fracasados, faltos de imaginación para las buenas causas y que acabando la carrera al no servir prácticamente para nada se hacen funcionarios y solo aquellos que poseen un especial don para «trepar» llegan a su cima, engañando descaradamente al ciudadano mediocre, solo hay que ver esos infames programas de TV en los que una parte desacredita a la otra de la manera mas indecente, siendo aplaudidos por el pueblo, ¡perdón! por el público, ¡vaya! como en los parlamentos. Pues estos políticos del mundo mundial, no están al servicio del ciudadano, son simples charlatanes al servicio de cuatro poderosos mundiales, que son los que organizan nuestros destinos a cambio de una paga y un futuro asegurado (para ellos) como por ejemplo. Aznar, F. Gonzalez y otros cientos de ex-ministros, presidentes de Comunidades y delincuentes varios.
Voy a leer a este Sr. espero que me satisfaga lo que dice, como tantos otros, que los hay, honrados y luchadores hasta el final.
He llegado a la conclusión de que cada vez odio mas las palabras Democracia, Nacionalismo, Españolismo, Catalanismo y todos los «ismos» falsos e hipócritas incluidos los religiosos, que estos también son de armas tomar, y que tanto defienden aquellos que cobran sueldos super-millonarios que ellos mismos se designan a costa de los que trabajamos duro, y que actuando de la forma mas burda se las dan de españoles, catalanes, valencianos, ect, ect. y no renuncian a sus ventajas materialistas, eso sí le roban al ciudadano lo que tanto sudor le costó construir, Enseñanza, Seguridad Social, Empresas Estatales y sigue.
Un saludo.

#13 Comment By Miguel On 29 agosto 2011 @ 6:05 pm

Alejandro Nieto ha sido y es una de las mentes más lúcidas y profundas del mundo jurídico español. Hace ya más de 25 años que fui alumno del Señor Nieto, y puedo afirmar, con la perspectiva del tiempo, que fue uno de los mejores profesores que tuve, sino el mejor, y el que sembró en mi el gusto por el Derecho Administrativo, como herramienta al servicio de la sociedad. Gracias profesor.