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En mi Facultad hay una autodenominada «Assemblea d’Estudiants contra Bolonya» que está protestando desde hará un mes contra la reforma de los planes de estudio y del modelo de enseñanza universitaria que, con la excusa del Espacio Europeo de Educación Superior y la integración de España en el mismo, están llevando a cabo las autoridades académicas de mi Universidad y de mi Facultad con el apoyo de los órganos de gobierno correspondientes (lo que, resumidamente, como pasa casi siempre en la Universidad española, viene a significar, más o menos, con el apoyo de los profesores, que a fin de cuentas son los que, dentro de un orden, van apañándose para orientar este tipo de cositas como mejor pueden, les viene o consideran -dígase, claro, «consideramos», que a fin de cuentas soy del colectivo, aunque se me acuse por los guardianes de la esencias de «tirar piedras constantemente contra nuestro propio tejado»-).
La protesta en cuestión, como está ocurriendo en otras Facultades de mi Universidad (y en otras Universidades) se está desarrollando, en parte, en forma de encierros, absolutamente pacíficos, en lo que me consta (y paso todos los días varias veces por el hall de mi Facultad, donde están acampados los estudiantes, luego tengo cierta idea de cómo son las cosas). La protesta, por lo demás, es bastante poco «arrastrada», para más inri: tienen tiendas de campaña, colchones hinchables, mesitas, sofás, tendederos… y además el «encierro» sólo se hace de lunes a jueves, porque viernes y fin de semana el compromiso, al parecer, decae y los estudiantes se van a su casa, al pueblo o, simplemente, de fiesta. Vamos, que tiene la cosa bien poco que ver con una okupación radikal de la Universidad. Al menos, ya digo, en mi centro.
Los motivos de la protesta y las reivindicaciones de los estudiantes no me interesan, a efectos de construir este comentario, demasiado. Creo que tienen ciertas intuiciones más o menos correctas, pero que les falta mucha información y las autoridades académicas les toman por ello el pelo con enorme y descarada facilidad, más allá de que, además, las protestas las orientan hacia las personas equivocadas (una quimérica «Bolonia» en vez de las personas e instituciones concretas que están tomando las decisiones en cuestión, mucho más cercanas de lo que ellos creen) y de que los objetivos de muchas de sus actuaciones me puedan parecer francamente equivocados. Es decir, que no creo que sus planteamientos sean algo demasiado elaborado ni de excesivo interés. Lo cual, dicho sea de paso, es un poco decepcionante, pero nada nuevo.
Ahora bien, ésta es mi opinión. Y vale lo que vale. Esto es, bien poco. Yo no soy nadie para decirles qué han de pensar de todo esto, cómo han de expresarlo, a quién han de dirigirse y qué tipo de planteamientos son más constructivos para conseguir sus objetivos. De manera que me parece perfectamente legítimo y sensato que sean ellos mismos los que construyan su posición, la debatan, la argumenten y la defiendan. Entre otras cosas porque hay que pensar que serán ellos quienes sepan mejor que yo qué es lo que de verdad les ha de afectar y preocupar. Y si ello les lleva a una actitud como la que están demostrando, por mucho que a mí me parece muy mal enfocada (tierna e ingenuamente, quizás, sí, pero mal enfocada), hay que pensar que por algo será. Y que, probablemente, ellos, que son más, sus razones (y de peso) tendrán para estar convencidos de que sus intereses están afectados en la forma en la que dicen creen que lo están y sus motivos tendrán para protestar ante quien lo hacen y como lo hacen. Es más, el encierro y las movilizaciones, si algo están consiguiendo, es precisamente elevar en algo el nivel de información y de debate. Menos da una piedra.
Dicho sea todo ello, porque creo pertinente dejar sentado de antemano mi escasa empatía con los planteamientos de los estudiantes, con carácter accesorio porque de lo que me interesa hablar hoy aquí es, en realidad, de otra cosa: de la reacción generalizada del profesorado de mi Facultad, de sus autoridades académicas y del equipo rectoral de mi Universidad frente a esta situación. Como no me gusta emplear para dibujar la posición oficial de una institución como las mencionadas meras «percepciones» o el resultado de charlas de café (aunque podría hacerse, en este caso, sin excesivo temor a que la cosa no reflejara bien lo que es el sentimiento generalizado), me limitaré a transcribir el bochornoso comunicado que a mí, como a todo el personal de la Facultad, nos han remitido desde Decanato, dando cuenta de los acuerdos aprobados (además, al parecer, por amplísima mayoría) por la Junta de Centro:
La Junta de Centro de la Facultat de Dret, ante el encierro de un reducido grupo de estudiantes autoproclamados “Assemblea d’Estudiants contra Bolonya” y, tras los incidentes acaecidos en la jornada de huelga convocada el día 20 de noviembre de 2008 y en la jornada previa, que dificultaron y llegaron a impedir el desarrollo de las clases, e incluso el acceso al aulario,
MANIFIESTA:
1.- El encierro que se está produciendo, y los hechos ocurridos en los últimos días, están afectando al normal funcionamiento del Centro y pueden perturbar el adecuado desarrollo del proceso electoral en curso, cuya campaña empieza el próximo lunes 24 de noviembre. A mayor abundamiento, el espacio físico ocupado por el encierro está dificultando la utilización del salón de grados, esencial para el desarrollo de actividades diversas de la Facultad. Por otro lado, la acumulación de enseres, utensilios y desperdicios, es susceptible de aceptar a las condiciones de salubridad del edificio.
En virtud de todo lo anterior, la Junta:
a) Se dirige a los encerrados para que levanten su encierro antes de las 9.00 horas del día 24 de noviembre, fecha de inicio de la campaña electoral, sin perjuicio de que finalizada ésta adopten medidas de protesta razonables que no impliquen la permanencia fuera del horario habitual de apertura en los edificios universitarios.
b) En cualquier caso, insta al equipo rectoral de esta Universidad para que ponga fin a esta situación.
c) Encomienda al equipo decanal y solicita a la Unitat de Campus de Tarongers que retiren todos los objetos y desperdicios que afecten a las condiciones de seguridad e higiene del edificio.
d) Reafirma la legitimidad de los órganos estatutarios representativos (ADR, Juntas de Centro, Claustro, Consell de Govern) y de las asociaciones representativas de los estudiantes, entendiendo que estos son los cauces ordinarios por los que deben discurrir las legítimas reivindicaciones de los miembros de la Comunidad Universitària.
En todo caso, esta Junta quiere dejar constancia que la postura de esta Facultad siempre ha sido inequívoca en su crítica a la forma en que los sucesivos gobiernos han abordado el proceso de convergencia en el EEES y, en tal sentido, esta Junta aprobó los proyectos de los planes de estudio de grado en el marco de esta crítica y demorando su implantación hasta que, en su caso, se nos obligase a ello.
El comunicado, como digo, me parece bochornoso y trasluce una visión de lo que es la libertad de expresión y de las maneras legítimas de protestar en una Universidad francamente preocupantes. Pero lo peor es lo que, tratando de encubrir con delirantes argumentos, acaba explicitando respecto de los verdaderos motivos por los que se quiere zanjar el encierro. Motivos que, por lo demás, quedaron expresamente de manifiesto a lo largo de la Junta y que son tan tristes como compartidos por los diversos órganos de gobierno de la Universitat de València: la verdadera preocupación de decanos y del equipo rectoral (trasunto de una inquietud compartida ampliamente por la comunidad universitaria) parece ser, a la hora de la verdad, que les fastidia que los encerrados «den mala imagen» a «catedráticos de otras universidades» e incluso a «consellers o políticos importantes». Acabáramos. Con lo bonitas y monas que tenemos nuestras facultades, gastando dinero a todo tren para agasajar a los que mandan, para que vengan unos estudiantes a perturbar los negocietes de alto nivel y la gente importante, no estudiantillos de tres al cuarto, con las que un universitario de verdad, como Dios manda, está destinado a tratar.
Como este tipo de razones da un poco de apuro plasmarlas en el papel (al menos ese mínimo sentido de la vergüenza se conserva, algo es algo, aunque estaría mejor todavía que operara también a la hora de hablar y que tales planteamientos, aunque pasen por la cabeza de uno, no se expliciten), se recurre a una argumentación de locos, como se puede leer, consistente en:
– Vincular la necesidad de poner fin al encierro, totalmente pacífico y que no ha impedido a nadie el ejercicio de sus derechos o funciones, a unos supuestos incidentes desarrollados durante una jornada de huelga. Más allá del hecho, comprobado en primera persona, de que el día del paro convocado por los estudiantes las clases se desarrollaron con aquellos de entre ellos que desearon libremente acudir (ese día yo tenía clase y la impartí con total normalidad a todos los estudiantes que estuvieron interesados en venir, sin que ninguno de ellos tuviera el más mínimo problema en acudir), así como de que los supuestos incidentes denunciados mueven a la risa (que alguien sea llamado «esquirol» por acudir a clase no es una coacción, ni mucho menos, grave, sino la manifestación de una opinión -por lo demás haciendo uso de una retórica no demasiado infrecuente en este tipo de situaciones- frente a la que cualquier persona puede sustraerse, en uso de su autonomía, si le parece conveniente; o inluso responder y argumentar en sentido contrario, sin que queda rasgarse por ello las vestiduras, caray, porque nadie tiene un derecho a no ser llamado esquirol), es llamativo que para disolver un encierro haya que acudir a supuestos incidentes ocurridos en el desarrollo de otra actividad que no tiene que ver con el mismo directamente y sin detenerse siquiera a comprobar si la responsabilidad por los incidentes es achacable, como mínimo, a personas que participan en el encierro. La obligación de la Universidad, como es obvio, si entiende que hubo incidentes inadmisibles que impidieron el desarrollo de las clases, era (en su momento) tratar de evitarlos y, si efectivamente se dieron y se juzgan graves (y entiendo que, en tal caso, tendrán que ser cuestriones de peso y no esas cosillas de risa que se mencionaron en la junta) , perseguir y sancionar a los autores, a quienes se demuestre que son los responsables de los mismos. ¿Pero qué tiene que ver eso con el encierro? ¿A santo de qué pretender justificar una cosa con la otra? ¡Por favor, que esto, entre otras muchas cosas que a veces parece ser, es una Facultad de Derecho! Y digo yo que para decretar el fin del encierro habrá que atender a qué nos parece en sí mismo y no emplear como argumento principal esa extravagante lógica.
«Te voy a sancionar sin carnet durante dos meses y así dejas de conducir, caray, que eres un peligro al volante, porque has meado en la calle y montado algarabía nocturna». Incluso aceptando que hubiera graves incidentes y los protagonizaran los alumnos del encierro la lógica jurídica de mi Junta de centro es más o menos la expuesta.
– La segunda razón empleada para justificar la decisión de poner fin a la protesta es la iniciación de un proceso electoral, que, por lo visto (y aquí el esperpento alcanza cotas si cabe mayores), podría verse «perturbado» en su normal funcionamiento por el encierro. El argumento es sorprendente, porque no se entiende bien en qué pueda perturbar un encierro que se realiza en un edificio distinto a aquél en que los alumnos han de votar en las elecciones en cuestión. Por no mencionar que, además, tampoco es el lugar donde se realiza el encierro aquél donde los estudiantes trabajan y estudian (sino donde lo hacemos los profesores). A no ser, claro, que la posible discusión sobre el proceso de Bolonia que lleva aparejada el encierro, la difusión de información sobre el mismo o los debates generados se entiendan como «perturbadores». Que todo podría ser. Es más, es lo que argumentan los sindicatos de estudiantes «tibios» con Bolonia y que han basado sus peticiones de acabar con los encierros en que éstos pueden ser un agente «extraño» y «anómalo» de movilización electoral. Y dado que ellos basan sus éxitos electorales en que vote sólo el 5% de los alumnos la cosa, lógicamente, les preocupa. Es comprensible (en realidad no tienen razón, porque tampoco así va a aumentar demasiado la participación, pero, a los chiquillos, encariñados con sus puestos y las gabelas asociadas, presentes y futuras, pues sí, les inquieta, y hay que entenderlo). Lo alucinante es que, aparentemente, estas mismas razones (de parte, interesadísimas y aberrantes) las acoge alegremente la Junta de Centro de mi Facultad. Y uno no entiende nada.
Porque directamente me niego a considerar la alternativa de que lo que preocupa es que el encierro de alguna manera pueda «perturbar» a los profesores a la hora de votar (nosotros sí votaremos en el edificio donde se está produciendo la protesta), dado que en tal caso ya estaríamos ante un planteamiento de la Junta de Centro que directamente presupone que su profesorado está plagado de débiles mentales. Y no creo, la verdad, que la cosa llegue a tanto.
– Por lo visto, además, el encierro dificulta el uso del salón de grados. El argumento es tanto más peregrino cuanto que el tal Salón de Grados se lleva usando con total normalidad desde que empezó el show y, por supuesto, en ningún momento ha sido ocupado por la protesta, que se prolonga, eso sí es verdad, a unos metros de la entrada al mismo. ¿Y qué? Ni la entrada está ocupada ni se dificulta el acceso. Es verdad, sí, que desde la puerta del salón se ve a los del encierro y sus enseres. ¿De veras esto es tan grave? Porque a mí lo que me parece grave es que, por ejemplo, la facultad impida el uso del salón para una charla de profesores de la facultad sobre libertad de expresión (para más escarnio) con el peregrino argumento de que el salón «no había sido pedido en forma y según el procedimiento administrativamente correcto» (razón de peso si hay otro uso previsto pero que, la verdad, estando vacío en el momento en que se iba a celebrar la charla tiene poco sentido esgrimir, más allá de querer impedir que el acto, por el motivo que fuera, se celebrara).
Conviene apuntar, eso sí, que el encierro ocupa el espacio donde habitualmente, tras los actos académicos, se ha convertido en costumbre en mi facultad deleitar a la concurrencia con un festín, cutre normalmente pero generosamente regado, y en todo caso pagado con fondos públicos destinados a investigación o cosillas de esas secundarias a las que nos dedicamos los profesores. Y es que, al parecer, no puede haber ya conferencias o jornadas sin su correspondiente «picoteo» o vino de honor para agasajar a futuros financiadores o dar una alegría al cuerpo con el dinero de todos, que siempre saben así mucho mejor las cosas. Estos «eventos», lógicamente, sí deben de estar viéndose perturbados por el encierro y quizás sea esta cuestión la que más preocupa a la Junta de mi Facultad y quienes han votado en este sentido. Máxime cuando se acerca la Navidad y es tradición emplear el mencionado hall, en esos días, para, a cuenta de los supuestamente magros fondos de que dispone mi Universidad, auto-homenajearnos con un pantagruélico festín que, por supuesto, no pagan (pagamos) quienes a él asisten sino que se financia con el dinero que la Facultad tiene para sus labores docentes y de investigación.
– Por último, la Junta apunta a razones de salubridad que directamente parecen una broma. A ver si hago fotos del encierro y se ve lo aséptico que es todo, entre otras cosas porque la obsesión de la Universidad ha sido enviar a los servicios de limpieza tres veces al día por ahí pero, también, porque como ya digo la cosa nada tiene que ver con una okupación radikal. Son estudiantes medianamente señoritingos y comodones que a veces duermen allí, a veces no, que se van a duchar a casa, que los fines de semana se largan… Vamos, que lo de la salubridad da un poquito de vergüenza leerlo. Y más proviniendo de una Universidad señera en deficiencias en esta materia en lo que hace, por ejemplo, al estado de sus conductos de refrigeración, los materiales empleados en ella y cositas que sí son verdaderamente insalubres.
Ha faltado añadir que la moral y lo que un cargo de confianza del rector de mi Universidad llamó «decoro universitario» (este buen hombre, que dirige un Colegio Mayor por encargo del Recto, al parecer tiene problemas con la visión de ropa interior feminina cuando es colgada de una cuerda y se empeña en que los vecinos del colegio no lo hagan para así proteger la decencia y la honra de la Universidad) también se ven afectados por el encierro.
La decisión de tratar de poner fin al encierro me parece cuestionable y personalmente no la comparto (sobre todo, porquee me parece una forma poco inteligente de pretender acabar con la situación), pero podría ser defendible si estuviera fundamentada en una decisión adoptada por la Junta, a quien corresponden estas cosas, que al menos fuera sincera y valiente, en el sentido de asumir la responsabilidad que toca por tomar decisiones y explicar las razones reales de las mismas. Esto es, a partir de un planteamiento que entendiera, por ejemplo, que un espacio público no se ha de usar de esta manera, que la obligación de la Facultad es velar por su correcto empleo y que no se puede permitir el más mínimo desvío, incluyendo por supuesto la especial gravedad del hecho de que esté ocupado cuando ha de estar el edificio cerrado y desalojado. Vamos, que me merecería algún respeto si optaran por liquidar el encierro a partir de unas consideraciones, sean éstas acertadas o no (o, mejor, compartidas o no), sobre qué ha de ser el espacio destinado a este servicio público que es la Universidad y cómo ha de usarse. Ahora bien, la cobardía que trasluce el comunicado, ocultando las verdaderas razones de la decisión, y justificándolo en una serie de excusas a cual más esperpéntica, no se hace acreedora de nada más que de la debida y correspondiente vergüenza ajena. O, mejor dicho, propia, en mi caso. Porque es mi Junta de Facultad la que ha tomado la decisión. Como creo que las vergüenzas, cuanto más al aire, mejor, me ha parecido que tenía sentido, ya puestos, comentar mínimamente la situación.
También porque, a qué negarlo, es casi divertida.
Pero, además, porque dice mucho de la actual Universidad española. O, al menos, de mi Universidad. E, incluso, bien pensado, porque dice mucho sobre la libertad de expresión. Y de cómo la entiende y la vive una concreta generación de profesores de Derecho, habiendo sido todos ellos educados en democracia y jurídicamente instruidos en las bondades y la lógica legitimadora de un orden constitucional y protector de las libertades, conscientes por ello, se supone, de su importancia y hondas implicaciones. Unos profesores que estamos empeñados, al parecer, en confirmar, 30 años después, todos los tópicos que sobre el profesorado de las Facultades de Derecho españolas se han cultivado tradicionalmente.
Actualización: Se confirma que la extravagante actitud respecto del encierro está plenamente avalada por el equipo rectoral de la Universidad. Ojito al comunicado que publican en la web, donde queda claro que esa argumentación relativa al proceso electoral viene de donde viene. Es especialmente entrañable, además, la combinación del título y antetítulo de la nota de prensa, destinada a desmentir lo que seguidamente confirma. A saber. «La Universitat de València desmenteix que la policia haja entrat a la Facultat de Geografia i Història. Les forces de seguretat van acudir al centre en una ronda ordinària.»
O sea, que sí entraron. Si lo que quieren decir es «La Universitat de València desmenteix que cridara a la Policia» que lo digan así, que no es tan difícil.
20 comentarios en Encierros y libertad de expresión
Comentarios cerrados para esta entrada.
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En La Red desde septiembre de 2006
Bueno la verdad es que no conozco mucho el tema. Solo algunas reflexiones de mi ya lejana epoca universitaria. La primera es que las asociaciones estudiantiles solo representan a los que ocupan los cargos directivos de las mismas, el 98% de los estudiantes pasan de estas asociaciones que se caracterizan por ser los peores estudiantes.
La segunda es que yo no me encerre pero tuve que aguantar que me insultaran, tiraran petardos en clase y llamaran de todo a la profesora em ese momento porque nos negamos a irnos de clase en señal de apoyo a una huelga de bedeles. Todo ello bajo la mirada imperterrita de los delegados sindicales de CCOO y UGT.
Resultado de todo ello, lo mejor en la universidad es estudiar, visitar las bibliotecas, tratar de frecuentar a los buenos profesores y huir de los malos aunque sea a costa de un aprobado ramplon.
Las manifestaciones dejemoslas a los que tengan aspiraciones de ser presidentes del gobierno por encima de conocer el derecho
Comentario escrito por Macanaz — 24 de noviembre de 2008 a las 10:30 pm
Andrés:
Felicidades por el blog, es una referencia que sobrepasa en interés y rigor cualquier otra fuente de información. Es muy comprensible para los que no estamos familiarizados con el Derecho y, además, comparto la mayoría de las opiniones aquí expuestas.
En referencia a lo que mentado sobre las críticas de los estudiantes y las reacciones de los rectores y demás responsables de la gestión universitaria, existe una especie de incomprensión mutua que termina en una alternancia de lugares comunes que responden a aristas diferentes del mismo problema. Un joc dels disbarats. Me baso un poco en lo observado ena UAB (Autònoma de Barcelona). Ejemplo:
– Cuando a los decanos y rectores se les pregunta por los encierros, en vez de abordar la cuestión de cómo hay que regular el uso del espacio universitario, glosan grandes elogios sobre lo bueno que es el plan de Bolonia.
– Los estudiantes se quejan de que se privatiza la universidad (lo cuál no es cierto strictu senso) y los artífices arguyen que así unificamos Europa en los planes de estudio -cosa también falsa porque cada facultad vota el suyo, ahí es donde conviene intervenir también-. Cuando se les insiste en que suben los precios, dicen que «podría ser peor, porque los grados serán de 4 años y no de 3». ¿Y qué? ¡Los han subido igual!
– Los estudiantes se niegan sistemáticamente a cualquier cambio y quieren revocar cualquier reforma iniciada y mientras tanto, como tu dices, los mandamases las van colando. Porque está muy bien unificar con Europa y hacer grados y suprimir la libre elección (eso no lo dicen los estudiantes, y esos 30 créditos que se cargan realmente no servían de mucho) pero eso no justifica subir el precio del grado de 13 a 17 euros el crédito -almenos en las Ciencias puras, no sé cómo lo hacen otras facultades-. ¿Qué tiene que ver esto con dar más recursos a los estudiantes, si precisamente el EEES se basa en disminuir las horas presenciales?
Quiero decir que presentar Bolonia como el ogro capitalista que privatizará la universidad es una exageración que aleja la mayoría de los estudiantes de tales reivindicaciones, aunque conviene estar atentos a ver a cómo se hacen los planes de estudio. Y esto, insisto, lo deciden las facultades y no el ministerio o la UE (aunque sí que disponen ciertas reglas de carácter muy general sobre qué se tiene que tratar en cada titulación, del tipo «en Física es obligatoria una asignatura de Electromagnetismo», por ejemplo).
¿Por qué no se hace una manifestación a favor de mantener los 13 euros el crédito todo el grado e incluso el máster, a lo que mucha más gente se podría haber sumado? Sobre el cambio de el plan de estudio, insisto, hay que analizarlo carrera por carrera. Pero en resumidas cuentas lo que quiero decir es que se abordan las cuestiones desde tópicos tan manidos («Europa», «recursos para los estudiantes» o «privatización», «capitalismo salvaje»…) que impiden, a mi juicio, un correcto enfoque del problema.
En otro orden de cosas, el miedo de los decanos a ver alterado el curso de las elecciones ha llevado, en el caso de la Facultat de Ciències Polítiques i Sociologia de la UAB, a disponer de un día más de elecciones para contentar, al parecer, a las facciones más moderadas antibolonia.
Comentario escrito por Marc — 25 de noviembre de 2008 a las 12:03 am
Gracias por los comentarios, especialmente a ti, Marc, por eso de decir que este blog cumple mínimamente con su objetivo de tratar de acercar el Derecho al debate social, de exportar, por así decirlo, conocimiento jurídico.
Respecto de lo que comentáis, Macanaz exppone una realidad en torno a los sindicatos universitarios de estudiantes que, a riesgo de generalizar, se corresponde bastante con lo que yo pienso. Lo más gracioso de este fenómeno, al menos en mi centro, es la enorme preocupación que tienen los «sindicatos oficiales» (esencialmente el dependiente del PSOE de manera más o menos clara, por ello tibio con la protesta), tradicionalmente complacientes con las autoridades académicas, que a fin de cuentas les dan cargos y pasta por un tubo. En las universidades valencianas, además (ignoro si esto pasa también en el resto de España), estos estudiantes hacen en la Universidad, por así decirlo, «prácticas» de politiquerio del más chungo, que luego les propagan a cargos en partidos. El caso más exitoso es el de Leire Pajín.
Por otro lado, por supuesto que cuando hay paros pasan esas cosas. Te llaman esquirol, te insultan, te ponen pancartas, te cierran alguna puerta… A mí me ha pasado alguna vez. Pero, la verdad, lo veo normal y consustancial a un paro y creo sano que se asuma que así es. Siempre y cuando los «incidentes» no pasen de eso, de cierta agresividad en la expresión de las ideas en cuestión. ¿O pretendemos que un paro transcurra como una reunión de un club inglés del siglo XIX?
En cuanto a lo que menciona Marc, hay una cosa que me llama especialmente la atención, que me la ha llamado siempre, y es el extremo y sistemático conservadurismo de los estudiantes: nunca ninguna reforma o ningún cambio les gusta. Algún sociólogo tendría que analizar la cuestión.
Junto a este elemento, luce con luz propia otro: tampoco son nada proclives a asumir responsabilidades. Y un día habría que empezar a hablar del clima de opinión estudiantil general en España. Aunque en realidad la culpa de esto la tiene el entorno institucional y el marco en que se mueven, que potencia esa educación en un pasotismo y una sensación de irresponsabilidad creciente. Algo que, por lo demás, actitudes como la de mi Junta de Centro potencia radicalmente.
Como decía en el post, no creo que valga la pena ponerse en serio a analizar las reivindicaciones concretas de las plataformas, porque como dice Marc se caracterizan por el trazo grueso, el recurso al lugar común y la nula comprensión del cuadro global real, incluyendo también en él la nula capacidad de entender las implicaciones concretas que se derivan del mismo. Marc explica muy bien algunos ejemplos.
Lo más grave, con todo, es la desinformación respecto a otra cuestión ya comentada por mí mismo y reiterada por Marc: donde los estudiantes tienen peso, y mucho, es en los órganos donde se están tomando las decisiones más importantes a la hora de definir como montar planes de estudios y organizar la Universidad. ¡¡Pero elllos ni lo saben ni hacen uso de esa posibilidad!! Llegan los rectores, les dicen, en el mejor de los casos, que «sí, algo de razón tenéis, pero esto es Bolonia, nos viene impuesto y no podemos hacer nada»… ¡y los pobres se lo tragan!
Los rectores, como el mío, claro, mientras tanto, tan felices. Siempre, eso sí, que no les ensucien demasiado sus bonitas facultades.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 25 de noviembre de 2008 a las 1:07 pm
S’agraeix molt una anàlisi serena i sincera venint des del professorat, Andrés… seguix aixina!
Comentario escrito por Mitrídates — 25 de noviembre de 2008 a las 2:46 pm
Excelente post.
Se echa en falta un analisis pormenorizado sobre los efectos de «Bolonia» en la Universidad Española.
El otro dia hablé con una profesora asociada de Medicina (de Valencia) y me comentó que la desinformación al respecto es acojonante aunque el plan tiene buena pinta. Sobre el papel «Bolonia» parece una buena idea que incluso a la anquilosada y anticuada (y endogamica hasta la nausea) Universidad Española no le vendrá nada mal. Incluso 3 o 4 «Bolonias». Si bien los sindicatos de estudiantes, que llámenme jilipollas, siempre me han parecido todos una recua de trepas mas interesados en discernir el sexo de los angeles que otra cosa (no quiero pensar en Derecho donde ademas parece que hasta hacen Practicas para el futuro…), no estan haciendo mas que «comerle la bola» a los estudiantes para que hagan el paripé acampando en mitad de los Halls, eso si, solo de lunes a jueves…
Mas información, mas debate y menos demagogia barata, a ver si es verdad…
PD. Por cierto, la revolucion de «Bolonia» sobre todo se deja sentir en el antiguo «Tercer ciclo» de estudios. ¿Puede comentarnos algo al respecto Sr. Boix?
Comentario escrito por Garganta Profunda — 26 de noviembre de 2008 a las 9:19 am
A la vista está que, aunque el tema me deprime un poco, habrá que ponerse un día a hablar de «Bolonia». A ver si lo hacemos en breve. De momento, a raíz de lo que comentas, dos ideas:
1. «Bolonia» no es nada. O casi nada. Un mero acuerdo de reconocimiento de títulos y una orientación global, muy generl, hacia la capacitación profesional. Lo importantes es, después, qué se hace en cada país. Y, en España, dado que el Gobierno ha delegado en las Universidades para definir planes de estudios, organización de la docencia y orientación de la investigación, sobre todo, como es obvio, de cada Universidad.
2. Eso sí, hay unas corrientes muy profundas, una tendencia de fondo, un carro del que nadie se quiere desenganchar, que es el que es, y que, con más fuerza que cualquier norma jurídica, está empujando a todas las Universidades españolas más o menos por el mismo camino, sin remisión y sin excepciones. Esencialmente, la clave es la fuerza del mercado, la búsqueda de rentas y el laxismo regulador que permite que los intereses de los profesores primen sobre los de la institución. Y, así, las claves de la reforma están siendo en todas partes:
– educación basada en recortar clases y años, envuelto en una retórica «innovativa» que, digámoslo claramente, es una filfa;
– investigación reconvertida en asesoría de empresas, que pagan bien por ello, y que sorprendentemente no sólo se permite sino que se potencia y que es cada día más lo que más cuenta curricularmente;
– absoluta permisividad con el profesorado que decide poner su saber en el mercado, por las vías que sean, siempre y cuando pague una pequeña parte (ridícula, por cierto) de los réditos a la Universidad de cabecera.
En todo caso, y antes de ir desarrollando más estas ideas, enlazo comentarios pasados de alguna manera relacionados con el asunto:
– ¿Qué queremos que sea la Universidad?:
http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=20
– El profesorado que viene: http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=72
http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=40
– Endogamia universitaria:
http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=24
– Nota sobre qué tipo de alumnos tenemos en la actualidad: http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=164
– Información sobre las jorndas que hicimos hace un año sobre la cuestión: http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=120
– Otros modelos de Universidad, en concreto cómo se enseña Derecho en EE.UU.: http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=61
– Modelo de actitud ante el aprendizaje: http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=84
– Ejemplos paradigmáticos de vacuidad a la hora de analizar, desde las Universidades, qué estamos haciendo: http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=105
– Mujer y discriminación:
http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=17
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 26 de noviembre de 2008 a las 9:40 am
Hola, releeré estas últimas referencias que me parecen una estupenda recolección de tu obra.
-Respecto de Bolonia, de acuerdo contigo arriba, no está bien. Ahora bien, cuando hay un muerto,cualquier cosa puede servir para intentar reanimarlo. Y creo que coincidimos en que el muerto está muerto. Es por ello que algo me gusta esto de Bolonia.
-Respecto del conflicto-ocupación de espacios: el derecho de reunión no da derecho a la reunión en las instalaciones perturbando actividad que se desarrolle. Sobre esta base, hay permisión por el centro desde hace semanas, lógica políticamente.
Y mi pregunta es… cuántos minutos duraría una ocupación pacífica de la Facultad en reivindicación de algo «facha», español, valenciano estilo rancio, o católico, vamos, algo contracorriente, y que cada uno ponga su ejemplo.
Yo digo que no llegan ni a hacerse una foto con el móvil.
Esto que es una realidad, me lleva a que se daría una discriminación patente por motivos ideológicos.
saludos.
Comentario escrito por zulik — 27 de noviembre de 2008 a las 2:15 am
Compro la analogía del muerto (o del moribundo, porque si está muerto se le entierra con todo los honores que haga falta y a otra cosa, mariposa). Ocurre, sin embargo, que si tengo a alguien en estado crítico porque le han descerrajado un tiro no me parece prudente encomendarle los trabajos de reanimación al tipo que lleva una pistola humeante en la mano. Y no Bolonia, que no tiene nada que ver con eso, sino el Gobierno español, con su decisión de permitir a las Universidades y sus profesores hacer lo que les dé la gana, es precisamente lo que ha hecho. La moribunda Universidad española se deja en manos, incluso a la hora de definir qué carreras existen y cuáles no, de los claustros de profesores (porque en la práctica así es) de cada pueblo.
En cuanto a la ocupación, mi criterio es que no deben aceptarse en ningún caso ocupaciones de espacios públicos que dificulten la actividad de servicio de la Administración o impidan el ejercicio de derechos por parte de los ciudadanos. Y este criterio, en general, es casi una exclusión de la permisividad respecto de encierros. Ocurre, sin embargo, que la Universidad tiene características peculiares y que, por razones históricas (y uno ha de tenerlas en cuenta en esta vida), protestas, reivindicaciones y encierros forman parte de nuestra historia universitaria. Entiendo, por ello, que en esta ámbito nuestro hemos de asumirlo como una concreta manifestación de la libertad de expresión, propia del medio, que será aceptable si, y sólo, si no altera, dificulta o impide el que se desarrollen normalmente las clases y actos diversos propios de la vida universitaria (no incluyo en ello cócteles y demás francachelas, y tampoco entiendo por alterar o dificultar el que sea molesto o desagradable visualmente tener un encierro ahí porque, ¡caray, qué bonito sería que sólo fueran admisibles las protestas que ni se notan, ni incordian, ni molestan, ni huelen!). Por eso, de momento, no veo demasiados problemas a los encierros que hay aquí (en otros sitios, no sé).
Comparto tu idea de que, dado el sesgo ideológico más mítico que real en que vive esta Universidad (y otras muchas), el tratamiento a un encierro de estudiantes que reclamaran, no sé, la pena de muerte para los votantes de ERC, sería probablemente diferente. No tengo tan claro si lo sería, sin embargo, con una protesta conservadora moderada (no sé, por ejemplo, una protesta que pretendiera exigir el derecho a estudiar en español siempre y en todo caso). Lo que pasa es que esas protestas conservadoras moderadas no se pueden dar, por motivos estructurales: ¿qué se puede reivindicar en la Universidad española desde el moderado conservadurismo que no esté totalmente consolidado ya?
Ahora bien, creo que la clave última de la reticencia a actuar es distinta: nadie quiere ser el primer rector desde los nombrados por el Caudillo en emplear la fuerza contra una concentración pacífica de estudiantes. Y mucho menos ser el primero en llamar a la policía para que actúe en la Universidad. Y eso, con independencia de si se trata de tirios o troyanos. Con la única salvedad de que, claro, si la protesta es de unos ultraderechistas que reivindican al Generalísimo, entonces, sí, tampoco queda tan afectado el plano simbólico por actuar con más dureza… porque a fin de cuentas, en tal caso, ¿quién va a equipararme, como rector y responsable, con Franco por meter caña?
Insisto en que el sustrato simbólico en todo esto es más mitológico que real. Ocurre, sin embargo, que la autoimagen, aunque sesgada, impregna todo. El actual equipo rectoral de la Universidad, con su Rector a la cabeza, son de un conservadurismo evidente (algo que por lo demás tampoco es tan grave ni tan anormal, dada la sociedad valenciana en que nos movemos; es más, lo anómalo sería lo contrario -grave, la verdad, no sé-), como ha quedado demostrado con su reiterada sumisión al Consell de la Generalitat y al Gobierno cada vez que ha sido necesario pero, sobre todo, con su política interna, absolutamente centrada en imponer la lógica de mercado a los estudios y, muy especialmente, a la investigación. Son los responsables directos de que los últimos (y pequeños) frenos de tipo ético o de lógica pública que todavía se oponían (mínimamente, es cierto) a la absoluta consideración del trabajo de su personal (y su remuneración) en términos de mercado hayan desaparecido. Tanto por una vía como por otra el resultado es el mismo: desaparición de la Universidad como instancia social crítica, a cambio de que los profes vivamos más tranquilos y con más dinerito para nuestras cosas. Vale.
El mito y la simbología también afecta, por cierto, a la percepción de la protesta (y a la autoimagen) de los estudiantes, de modo que sus reivindicaciones, conservadoras en sí mismas consideradas (su pretensión es que nada se toque, que nada cambie) y moderadamente sesgadas hacia lo que podríamos considerar el centro-derecha del espectro político, pasan por movimientos pararrevolucionarios.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 27 de noviembre de 2008 a las 10:04 am
Apenas media hora después de haber escrito lo anterior he de rectificar, ya que al ir a votar he comprobado que el equipo decanal (asumiendo una función que, a mi juicio, en todo caso, debiera haber sido tomada por la mesa electoral) ha entendido que la concentración y las pancartas alteraban la votación y constituían propaganda electoral ilegal, así como podían afectar, por lo visto, a los profesores que votábamos. Y, por lo visto siguiendo directrices del Rector, han decidido llamar a la policía para desalojar a los estudiantes.
¡Desde Báguena no veíamos algo así! (obviamente, no fui yo quien lo vio, en su día, claro).
Actualización 14.30h: De momento no ha habido, al parecer, desalojo policial y parece que ahora anda todo bastante tranquilo. No tengo ni idea de cuáles puedan ser las razones para este constante ir y venir, ahora decido desalojar, a continuación no lo hago.
A mi juicio es todo bastante sencillo:
– Entiendes que en ningún caso es admisible una ocupación de un espacio público fuera de su uso habitual, entonces desalojas, arrostras el coste político y pones en marcha las cosas siendo coherente con esa visión (que, insisto, es discutible pero tampoco indefendible y sí muy comprensible siempre y cuando, eso sí, la decisión se adopte a partir de estas premisas y se asuma el correspondiente «coste» por ello; lo que no vale es buscar amparo en excusas y razones a cual más absurda).
– Consideras asumible y admisible un encierro que no perturbe la vida académica y pacífica para la protesta en torno a cuestiones, además, estrictamente universitarias, pues en tal caso, mientras estas premisas se cumplan, habrá que pensar que quizás es la forma más inteligente de afrontar esto tener un poco de correa, digo yo.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 27 de noviembre de 2008 a las 10:46 am
hola, el tema quizá no dé de sí, pero:
«A mi juicio es todo bastante sencillo:»
desde ahí no entiendo.
recuerdo la toma de la castellana durante un año por estos d la telefonía, que no recuerdo. O de la plaza cataluña por los inmigrantes, durante 3 messes.
lo único que me suscina, con mi perturbada mente de jurista, es que son situaciones alegales por completo, con tratamiento alegal-aconstitucional. Es más, cuando el TCNAL mete el hocico, es para mantener un tratamiento ajuríico de estos temas.
salutacions.
Comentario escrito por zulik — 28 de noviembre de 2008 a las 3:05 am
Está bien esto de llegar por la mañana y enterarte de incidentes de todo pelaje, a cual más absurdo, por la prensa:
http://www.levante-emv.com/secciones/noticia.jsp?pRef=2008112800_19_525133__Policia-desaloja-estudiantes-encerrados-Derecho
http://www.uv.es/~webuv/noticies/noticia.php?idnoticia=7521
Por lo demás, como era de prever, parece que las elecciones han transcurrido entre el generalizado, y habitual (y hasta cierto punto sensato) escepticismo estudiantil. ¡A ver si los de los sindicatos de toda la vida son conscientes ahora de que no tenían por qué espolear la adopción de medidas policiales contra sus compañeros, que no pasaba nada demasiado grave para sus intereses!:
http://www.elpais.com/articulo/Comunidad/Valenciana/movilizacion/plan/Bolonia/puede/urnas/elpepuespval/20081128elpval_2/Tes
http://www.elpais.com/articulo/Comunidad/Valenciana/todo/campus/Bolonia/elpepuespval/20081128elpval_26/Tes
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 28 de noviembre de 2008 a las 12:28 pm
Continúa el esperpento. Los últimos acontecimientos, según las diferentes versiones. Creo que es relativamente fácil, simplemente leyéndolas, hacerse una idea clara de qué paso:
http://www.uv.es/~webuv/noticies/noticia.php?idnoticia=7521
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/11/28/valencia/1227871500.html
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/11/28/valencia/1227892266.html
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 01 de diciembre de 2008 a las 4:05 am
Me han gustado estas dos cosas. Sobre todo la última, con su alusión al «Recto»
«pero, a los chiquillos, encariñados con sus puestos y las gabelas asociadas, presentes y futuras, pues sí, les inquieta, y hay que entenderlo»
«este buen hombre, que dirige un Colegio Mayor por encargo del Recto, al parecer tiene problemas con la visión de ropa interior feminina cuando es colgada de una cuerda y se empeña en que los vecinos del colegio no lo hagan para así proteger la decencia y la honra de la Universidad»
Comentario escrito por zerolo — 02 de diciembre de 2008 a las 1:40 am
Hay que dar la enhorabuena a los responsables de mi Universidad (incluyendo al «Recto»), que ya han logrado que se pongan en marcha varios procedimientos penales contra estudiantes por «bloquear» a profesores de la Facultad. Al parecer, las delirantes acusaciones de «secuestro» han desaparecido, eso sí.
http://www.levante-emv.com/secciones/noticia.jsp?pRef=2008120200_19_526831__COMUNITAT-VALENCIANA-Libertad-provisional-para-estudiante-detenido-incidentes
Para acabar de rematar el esperpento, el mismo señor que da orden de llamar a la policía y de denunciar los hechos es el que ahora pretende interceder. ¿Pero esta gente qué se cree que supone llamar a la policía y acusar a alguien de que te están secuestrando?
http://www.lasprovincias.es/valencia/20081202/valenciana/estudiantes-detenidos-altercados-universitat-20081202.html
¿Alguien, el decano de la Facultad de Derecho, por ejemplo, puede explicar al Rector que si denuncias a la poli a alguien porque «te ha secuestrado» tiene poco sentido que luego «intercedas» por él cuando le detienen?
Ya veremos cómo continúa el espectáculo, pero la cosa cada día está mejor (o peor).
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ACTUALIZACIÓN: La Universitat de València manifiesta oficialmente su «pesar» (?) por la detención de varios estudiantes de la institución (propiciada por las propias autoridades académicas):
http://www.uv.es/~webuv/noticies/noticia.php?idnoticia=7547
¡Viva la reforma! Eso sí, hay un compromiso de «diálogo» con los representantes de estudiantes, mayoritariamente opuestos a la reforma iniciada por la Universidad de acuerdo con los resultados de las últimas elecciones, por mucho que la oficialista Campus Jove siga siendo la minoría mayoritaria.
Hay también un neutro comunicado de las Universidades valencianas:
http://www.uv.es/~webuv/noticies/noticia.php?idnoticia=7553
La postura oficial de defensa encendida del actual proceso de reforma no varía un ápice, al menos a efectos discursivos. Mientras tanto las asambleas ya ha logrado que la Universidad dé marcha atrás en algunas de las pretensiones directamente contrarias a Derecho de algunos centros de la Universitat de València, que pretendían aplicar los nuevos planes a todos los alumnos, también a los que ya han empezado la carrera con el viejo plan. Esta abierta infracción de la norma reglamentaria ya ha sido corregida, como la Universitat publicita en su web:
http://www.uv.es/corporate/eees/5d.htm
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 02 de diciembre de 2008 a las 4:30 pm
La verdad es que este tipo de concentraciones estudiantiles nunca me han despertado ni empatía ni especial conciencia de estudiante universitario. Con todo lo injusto que resulta siempre generalizar, siempre me han parecido, sobre todo, cobijo de vagos y aficionados a actividades «no demasiado académicas», una excusa como otra cualquiera para romper la rutinaria y aburrida dinámica semanal de clases, prácticas y exámenes.
Dicho esto, más me interesa «Bolonia» en sí, por lo que me uno a quienes le han pedido al Prof. Boix Palop un post específico sobre la materia. Como no tengo un mínimo conocimiento sobre la cuestión, poco puedo aportar, salvo acreditar la necesidad de reformar bastantes aspectos de la Universidad. Hablo desde mi experiencia personal en la Facultad de Derecho de Almería, donde estudiamos aún el plan de 1953 … A bote pronto, no entiendo ni por qué sólo tenemos una asignatura de Derecho Laboral (en 4º, todo bien condensado y complicado, para salir de la Licenciatura con unos conocimientos nimios en la rama) o por qué nos castigan con prácticas absurdas, que de poco o nada nos sirven en nuestro aprendizaje y formación como juristas (leer y comprender, resumir o esquematizar puntos de un manual, …).
Perdón si he derivado al final el comentario a aspectos personales e irrelevantes, pero hay cosas que uno no consigue entender. Saludos.
Comentario escrito por piterino — 03 de diciembre de 2008 a las 5:25 pm
Suscribo todo. Muy buena entrada.
Se está alargando todo este jaleo ya demasiado…
A mí también me gustaría que escribieras algo más sobre Bolonia.
Un saludo.
Comentario escrito por NK — 04 de diciembre de 2008 a las 12:08 pm
Bueno no suelo participar en este tipo de blogs pero me ha llamado la atención todos los comentarios sobre Bolonia y sobre los incidentes q tuvieron lugar en la Facultad de derecho.
Respecto de Bolonia, como todo, tiene sus cosas buenas y malas. Realmente si lo q se propone fuera del todo veraz no estaría mal, pues es claro que la universidad pública requiere mejoras. Lo malo, es que esto no es así o tampoco se sabe con certeza pues el principal problema que acarrea este proceso, y una de las peticiones que se realizan desde las asambleas, es Información al respecto. Sería inverosimil pensar que un juez que va a aplicar una ley no supiera apenas nada de ella, pero en cambio si parece, o al menos asi se hace ver, que en el plan de Bolonia cuanto menos sepamos mejor. El decreto está ahi y quién quiera puede leerlo, el problema no es ese, sino qué lo que no se sabe es como se va desarrollar exactamente ese decreto en cada caso, y concretamente en la universidad de valencia, si los creditos aumentaran de precio y cuanto sería ese aumento, si se eliminan carreras o se unifican… Este desconocimiento llega a tal extremo que decanos como la de periodismo, un día recomienda una cosa a sus alumnos y los tres días se da cuenta que no hacía falta esa recomendación. ¿ Si es algo tan bueno y que va mejorar tanto nuestra universidad y la competitividad, los conocimientos y la sociedad a qué viene tanto secretismo?
Por otra parte, respecto de los incidentes de la facultad de derecho decir que yo me entere por el telediario, concretamente lo vi primero en la TVE1 donde de una forma objetiva, siempre dentro de lo razonable para un medio de comunicación, donde se decía que simplemente se debió a un incidente sin importancia por el hecho de que unos querían entrar y otros salir. Más tarde, ya en otro canal «la cuatro» se comenzo a hablar de secuestros, agresiones, intervenciones policiales…pero lo sorpredente no es que los medios de comunicación digan cosas contradictorias porque tal como dijo «chomsky» son las porras de los nuevos dictadores, cada uno sigue sus intereses. Lo relevante y que sorprende es que desde una institución pública se cercione de tal forma la libertad de expresión de un colectivo, con el cual se puede estar conforme o no, pero cuyo derecho es un derecho constitucional. Es más, que esa institución pública que aboga por el dialogo aproveche la ausencia de los que protestan para acabar con su protesta por via policial, que esa institución quite pancartas por considerarlas ofensivas pero al mismo tiempo permita que sigan otras de indole ultraderechista, racista y algunas machistas que plagan cada día más nuestra universidad. Es por tanto, señores, esa su idea de libertad, protestas no pero xenofobia,racismo y machismo si, castigar a quienes no destruyen la facultad pero quienes realizan pintadas en contra de los manifestantes en las paredes de la facultad de derecho plena impunidad. Yo personalmente pienso que ese no es el contenido del derecho de libertad de expresión que se previó en la constitución por los legisladores.
Comentario escrito por Pasdoa — 04 de diciembre de 2008 a las 5:02 pm
Andrés,
Felicitarte por el blog en primer lugar.
Después informarte de una iniciativa que hemos tenido desde la Sección de Física de la Universitat Autònoma de Barcelona.
El tema allí está bastante movidito, ya que al ser un campus las protestas y las ocupaciones lo tienen muy fácil para propagarse de facultad en facultad. En Ciencias se está a punto de ocupar, pero en Física hay una sensación generalizada de desvinculación respecto a la Asamblea, ya que al ser un Plan Piloto de aplicación de Bolonia el paralizar el proceso para volver atrás otra vez jode bastante a la gente.
Por eso, hemos creado una Assemblea de la Secció de Física basada en Grupos de Trabajo de Seguimiento de Bolonia, formados por estudiantes, profesores e investigadores, que avalúen el proceso y generen propuestas en positivo sobre el funcionamiento de nuestra propia Sección, cómo se hace una docencia de calidad, mejorar los equipamientos, el sistema de becas, etc.
En definitiva, creo que el proceso de Bolonia es una oportunidad única para plantear qué modelo de Universidad queremos y quizá estos Grupos de Trabajo puedan aportar algo al respecto.
Sería de agradecer si pudieras redactar algún documento más o menos conciso con algunas propuestas para ayudar al debate.
Te dejo la página web: http://assembleafisica.wordpress.com/
Gracias!
Comentario escrito por parvulesco — 06 de diciembre de 2008 a las 6:55 pm
No me da tiempo de comentar mucho pero al menos felicitarte por el blog.
Y sólo quería añadir que no sé de dónde ha salido esta idea de la poca información de los estudiantes que ocupan. Esta es la cuarta semana de ocupación en mi facultad y como estoy participando, ya conozco personalmente a los asamblearios y la mayoría, ni son «los peores estudiantes» como se ha dicho por aquí ni están desinformados.
Al contrario, suelen ser ellos los que han tenido que estudiarse declaraciones, leyes y decretos, entre otras cosas.
Además muchísima gente que estaba o está empezando a ir a la Asamblea son precisamente estudiantes brillantes.
Hay de todo, vaya, que esto son prejuicios y es muy grave utilizarlo como «argumento», y no solamente porque sea una falacia, sino porque despreciando injustamente al movimiento estudiantil lo único que conseguimos es quitarle fuerza y no sabemos cuándo la vamos a necesitar. Al menos en mi universidad, la Asamblea es el único instrumento «de poder» de los estudiantes.
Gracias!
Comentario escrito por Io — 16 de diciembre de 2008 a las 9:05 am
Bolonia y los estudios de Derecho. Por Francisco Sosa Wagner
(Publicado en El Mundo, 16 de diciembre de 2008).
En las Facultades de Derecho españolas somos muchos los profesores discretos, con años de ejercicio y con un abultado currículum, que no damos crédito a lo que vemos. De nuevo estamos presenciando una reforma que se lleva por delante planes, títulos, contenidos de las asignaturas, en medio de la opacidad que proporciona un lenguaje cabalístico, preñado de una palabrería tan esotérica que llega a ser cómica: hay cientos de protocolos, evaluaciones, autoevaluaciones, habilidades, competencias, destrezas: un festival inventado por pedagogos a la violeta.
Fuera de este ruido que solo entienden los iniciados, lo que llama la atención de esta batahola es la falta de explicaciones acerca del alcance de la reforma por parte de las autoridades ministeriales. Es de notar que, pese a que buena parte de las competencias universitarias se hallan alojadas en las Comunidades autónomas, el organigrama de la Administración central sigue florido y en permanente crecimiento: contamos con ministerio, secretaría de Estado, direcciones generales, presidencias de Agencias … no nos falta de nada, estamos bien servidos. Pues bien, practicamente nadie de quienes ocupan tan elevadas poltronas se ha tomado la molestia de comparecer en los periódicos para, pluma en mano, explicarnos a los universitarios el arcano de sus designios y hacerlo en el lenguaje apropiado que merecemos quienes somos profesionales de la Universidad y por tanto no podemos aceptar camelos de bisutería política.
Porque ha de saberse que lo que Bolonia significa no es aceptado o es ampliamente discutido en países que merecen mucho crédito. En tal sentido, se conoce poco que en el documento firmado por los partidos cristiano-demócrata y social-demócrata para la formación del actual Gobierno alemán, en ese mismo importante y solemne documento, se rechaza «Bolonia» para los estudios de Derecho en las Facultades alemanas: «la formación de los juristas -puede leerse- ha de acomodarse a las exigencias de las profesiones jurídicas. Como no se advierte una necesidad en tal sentido, los partidos firmantes rechazan la incorporación del proceso de Bolonia a la formación de nuestros juristas».
A pesar de este precedente, silencio de nuestro mando hispano. Y para hacer juego, silencio de los mandados. Porque es de ver asimismo el mutismo de claustros, de juntas de Facultad o de profesores individuales. Pocos colegas han comparecido en los medios para exponer sus puntos de vista y esto vale para la Prensa nacional y, por lo que conozco, la regional, cuando ambas se han mostrado siempre solícitas a la hora de acoger las reflexiones de quienes a ellas se aventuren. Hay excepciones notables que mucho se agradecen pero que no hacen sino realzar el escenario de sigilo que denuncio. Resulta triste decirlo, y más para quienes humildemente luchamos contra las autoridades franquistas en el último tramo de la vida de la dictadura: había más vida en las juntas de Facultad de aquella época que en las de ahora. Infinitamente mayor conciencia pública, mayor valentía y mayor audacia. ¿Cómo es posible que la democracia haya tenido este efecto narcótico?
Y, por lo que se refiere a los estudios de derecho, silencio ominoso del Ministerio de Justicia y de los colegios profesionales, de abogados, de notarios etc, así como de las asociaciones de jueces y magistrados. ¿Es que no interesa a ninguno de ellos cuál sea la formación de los juristas? Muy en especial, me dirijo al Ministerio de Justicia ¿puede sin más desentenderse de lo que se va a enseñar en las facultades de Derecho? Pero ¿cómo es posible una indiferencia tan frívola?
Son ahora los estudiantes -pocos- quienes se han levantado en algunos centros contra la reforma enarbolando unas banderas que, aunque de forma confusa, dan en la diana de sus trucos. Así, por ejemplo, cuando denuncian la entrega de la Universidad y sus títulos a las necesidades de las empresas, lo cual es en esencia cierto porque llevamos muchos años oyendo la cantinela de que la Universidad ha de ponerse al servicio de la sociedad. Lo que es a un tiempo cierto y falso. Porque si las demandas sociales han de ser atendidas, será previa su adecuada valoración y, por supuesto, sin descuidar el mundo de las «Humanidades» o de los enfoques básicos imprescindibles -de la Filosofía, de la Física o de la Matemática-, hoy relegados a un último plano por un Gobierno que, encima, blasona de «progresismo». De forma un poco provocadora pero bien expresiva Tomás y Valiente nos dejó escrito que «la Universidad es y debe seguir siendo muy tradicional, profundamente sospechosa y un poco inútil». Bolonia. Precisamente a Bolonia debemos los juristas nuestro oficio. Allí nació la escuela de los glosadores que puso a punto, por medio de un nuevo método, el Derecho Romano justinianeo para ser utilizado en el espacio del Sacro Imperio Romano Germánico. Nada se entiende de la Historia de Europa desde el siglo XII para acá sin saber lo que Bolonia y sus juristas significaron.
Pues bien, de Bolonia viene ahora de nuevo un cambio en los métodos. Se trata de que docentes y discentes trabajen más y lo hagan en seminarios, en clases prácticas, en sesiones de debate … Todo ello debe destronar la «clase magistral», lo cual no quiere decir exiliarla porque, aunque parezca una exageración, aún quedan «maestros» en las Facultades de Derecho. Pocos pero quedan. Tales innovaciones han de ser bienvenidas y ni siquiera los viejos nos oponemos a ella, conscientes como somos de que nuestro trabajo tradicional se encuentra obsoleto desde hace muchos años, yo diría que desde Gutenberg.
Ahora bien, esta dimensión de la reforma nada tiene que ver con la entrega del diseño de las titulaciones y de los planes a las más de cincuenta Facultades españolas, es decir, a sus profesores y catedráticos y a sus descoloridos órganos de gobierno. Porque es de advertir a quienes viven fuera del «alma mater» que en ella cada centro universitario se dispone a aprobar en los próximos meses las reglas por las que se van a formar generaciones y generaciones de jóvenes licenciados en Derecho y lo hace prácticamente de manera libre (fuera de unos burocráticos controles a posteriori), guiados por una única brújula: los intereses individuales de los profesores -y de los estudiantes- que colaboran en estos desaguisados. Se suprimen asignaturas, se aumentan o se reducen horas lectivas en cambalaches de pasillos y en trueques de favores o en intercambio de venganzas. Así estamos y es bueno que lo sepan quienes me lean y viven al margen de este zoco.
Es decir, podríamos decir que, por un lado, hay Bolonia y, por otro, la variante española, que llamaremos de Chamberí, y que abarca todo aquello que se ha metido de matute por nuestras autoridades en el ambicioso plan de creación del espacio europeo. Pero de verdad ¿qué espacio europeo puede crearse cuando los planes de las Facultades de Derecho son distintos entre Valencia y Castellón, Sevilla y Córdoba, Santiago y La Coruña, León y Valladolid? ¿Qué posibilidades tendrán los estudiantes para la «movilidad»? Como bien se ha señalado en un documento de UPyD, antes que el espacio europeo habrá de crearse el espacio español, fragmentado en más de cincuenta pedazos a causa de nuestras invenciones y de la forma desorientada en que se está conduciendo el proceso.
Es hora de detener esta alocada carrera y autoridades para ello no nos faltan. Y es la hora llegada asimismo de formar una Comisión de juristas, todos de avanzada edad y sin intereses directos implicados, procedentes de las distintas profesiones jurídicas (catedráticos, abogados, magistrados, notarios …), para que formulen un plan uniforme y mínimo destinado a la formación de los licenciados en toda España. La única desgracia que le falta a la Justicia española es que se llegara a consumar la extravagancia en curso.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 16 de diciembre de 2008 a las 5:56 pm