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– Anda el oficialismo muy contento porque el Tribunal Supremo está aplicando con cierta generosidad una de esas leyes chupi-guays que menudean últimamente. En concreto, la que consagró lo que con optimismo digno de mejor causa titula el periodista «la igualdad de la mujer» en la nobleza. En realidad, lo que consagra la Ley de Igualdad en la sucesión de Títulos Nobiliarios (LITN) de 30 de octubre de 2006 es la idea de que los títulos se heredan teniendo en cuenta como único criterio la primogenitura, noción bien distinta a cualquier consideración atinente a la idea de igualdad a poco que uno se ponga pejiguero. A mí me gustaba en esta materia mucho más la clásica Sentencia del Tribunal Constitucional de 1997, quea pesar de sus limitaciones y de quedarse a medio camino era, a la vista de por dónde han ido los tiros, sin duda, un mal menor. De hecho, buena prueba de ello es que sus críticos la califican de «sentencia republicana», como si así se explicara claramente de qué tipo de fallo estamos hablando (y sus ínsitas deficiencias, al fin superadas gracias a la nueva ley de «igualdad en la nobleza»). De uno propio de un país que no cree en la nobleza. ¡Acabáramos! La Sentencia sostenía que resultaría paradójico que el título nobiliario se pudiera adquirir por vía sucesoria no tal y como ha sido históricamente según los criterios que han presidido las anteriores transmisiones, sino al amparo de nuevas fórmulas. Ya que entenderlo de tal modo conllevaría proyectar valores y principios abiertamente contradictorios con la esencia de los títulos en cuestión. Vamos, y en clarito, que se entiende mal como puede no ser discriminatoria la mera existencia de la nobleza y su reconocimiento jurídico y, en cambio, que sí lo sea la preterición de las mujeres en la sucesión dentro de la misma.
– El Tribunal Constitucional turco se pone firme defendiendo la herencia de Atatürk. Habrá que seguir la pista a eso de que haya por ahí un Tribunal constitucional con capacidad para anular reformas constitucionales, porque suena a extravagancia periodística. Pero vete tú a saber. Probablemente habrá anulado una norma de desarrollo de la Constitución más que una parte de la misma. O no. A saber. A lo mejor el TC turco tiene reconocida una capacidad como «guardián de las esencias» tan amplia que incluso puede imponerse al ejercicio del poder de reforma constituyente. ¿Una versión de la Constitución turca a mano y en un idioma comprensible? La wikipedia dice algo que parece dejar claro que eso de un tribunal constitucional anulando constituciones es como bastante improbable. En lo que parece ser una explicación en inglés de sus funciones que, a pesar de sus colorines, parece ser suministrada por la web oficial queda claro que, en efecto, no enjuicia la Corte la sustancia constitucional de una enmienda constitucional sino, todo lo más, la regularidad parlamentaria de su aprobación.
The Constitutional Court also has the competence to review whether the procedural rules concerning constitutional amendments are observed. That means that the Constitutional Court has no competence to review constitutional amendments on substantive grounds. Decisions to invalidate a constitutional amendment as to the form have to be reached by a two-thirds majority of the Court (Articles 148,149/Constitution)
Menos lobos pues con eso de que se basa la corte en el principio de laicidad a la hora de anular la reforma, porque o bien la cosa nova exactamente de eso o, caso de que sí sea efectivamente así, la noticia es que el Tribunal se ha puesto por montera la Constitución que ha de defender y, entonces, lo importante es ver qué pasa con este puñetazo sobre la mesa y cómo afecta a la democracia turca.
(Actualización 15.00h del sábado 7 de junio): Parece que sí, que lo que ha hecho el Tribunal Constitucional turco es un poco raro y ya informa hoy El País del conflicto institucional que se avecina.
– Rosa Díez asegura que en la Comunidad Valenciana hay una situación de discriminación contra los castellanohablantes, además de cosas tan exóticas como que en Canal 9 no se emite ni una sola hora de programación en castellano. Parece ser que hay algunos casos de castellanohablantes que no pueden matricular a sus hijos en centros públicos con el castellano como lengua vehicular. Puede ser. Aunque quizás el dato es tan fiable como la afirmación sobre Canal 9, cuya programación (como cualquier ser humano con un receptor y un mando a distancia puede comprobar con facilidad) es en más de la mitad en castellano, lo que incluye todas las series y películas e incluso algunos programas de producción propia (se consigue así paliar en parte el déficit de contenidos audiovisuales emitidos en Valencia en castellano, al parecer). En cualquier caso, es más que dudoso que podamos considerar que exista la más mínima discriminación en sentido jurídico (bueno, en cualquier sentido, la verdad). Más que nada porque, por ejemplo, puestos a comparar, seguro que habrá tantos (o más) valencianohablantes con problemas para escolarizar a sus hijos en valenciano. La vida, que es muy dura. Pero bueno, todo se andará y probablemente en el futuro entenderemos que la Administración tiene la obligación de proporcionarnos enseñanza en la lengua que escojamos. Cosas de sociedades afortunadamente opulentas.
– Parece que el proceso para poner a la Universidad en el mercado es imparable. El lema «Hagamos de la Universidad un negocio» hace furor y muchos políticos y rectores están trabajando duro para que las cosas se encaucen, para bien de todos, por supuesto, en esta dirección. Auguro grandes éxitos a este tipo de esfuerzos: es lo que tiene remar a favor de corriente. Y, sobre todo, es lo que tiene dar a quienes están en el ajo lo que piden con más o menos descaro mientras quienes pagan la cuenta no se enteran demasiado Otra cosa es que haga demasiada falta que nos esforcemos en llevar a los universitarios a ese redil. Mi experiencia me dice que nada más fácil que facilitar que la lógica de mercado invada la Universidad. Porque la cabra tira al monte y, sencillamente, si nadie mira, muy pocos son los que resisten la tentación de meter mano en la despensa cuando además tienen la sensación de que todos lo hacen y de que quedarse fuera del festín sería cosa de tontoa. Y eso es lo que, sin Ministerios de campanillas dedicados a ello e incluso antes de que estuviera bien visto, ya pasaba hace años. Y cada vez más. ¡Ay, los buenos viejos tiempos en que se entendía que con dineros públicos mejor que no se montaran negocios! Quienes más contentos están, claro, son (somos) los profesores universitarios, que por fin ven (vemos) como la antaña pequeña rendija que les permitía, a medio camino entre la ilegalidad y la cara dura, montar mil y un negocietes para su lucro privado y personal aprovechando la plataforma (y medios) que supone la Universidad pública, se ha convertido en boquete y, además, respaldado con todo tipo de parabienes por parte de quienes mandan. Es el sueño de cualquiera: montar la paraeta sin asumir los riesgos, con financiación pública y con la expectativa de que lo poco o mucho que tire la cosa, eso sí, va a repercutir casi exclusivamente en tu propio beneficio. ¡Así son los emprendedores de este país!
– Qui no va treballar, en canvi, pràcticament mai a la recerca del seu propi benefici va ser Josep Vicent Marqués, que morí la setmana passada a València. Amb el respecte que mereixen les persones que lluiten per allò en què creuen i que protagonitzen mil i una activitats des del compromís i les ganes d’ajudar a la societat i el país on viuen, a la gent i a la cultura d’un poblre, cal retre hui sentit homenatge a un company de la Universitat de València que deixa llibres que continuen sent una referència, com ara l’imprescindible País perplex. Adéu, professor Marqués.
7 comentarios en Varia
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Me acuerdo del Marqués, uno de los columnistas estrella del Paí de hace diez-quince años. El prototipo de tontoprogre soberbio, siempre por encima del bien y el mal mientras repetía los mismos clichés acríticos contra sus bestias negras particulares (como cualquiera de nosotros, claro, pero no contamos con un altavoz como el Diario Independiente de la Mañana). Ignoro si su apariencia de borde sectario era natural, o un paso más en su asimilación con Guillermo Cabrera Infante, de quien ya había plagiado la perilla y el gesto ceñudo. Luego su puesto lo ocupó otro espécimen valenciano, Manuel Vicent, pero tiene le perilla más fina y la mirada más alelada, así que no da el pego.
No obstante, la educación judeocristianaborbónicamadridista y demás apelativos obliga a no hacer sangre con los muertos; máxima que el interfecto no estoy seguro de que cumpliera. Así que adéu, Marqués.
Comentario escrito por bocanegra — 07 de junio de 2008 a las 3:02 pm
Lo de la Universidad es alucinante. Cuando te lees los curriculums de determinada gente, con patentes a puntapala pagadas por el dinero de todos y que luego sirven para que el profesor de turno, los dos alumnos y el que pasaba por allí se llenen los bolsillos y el director general de turno se pueda llenar la boca con las palabras innovación, relación universidad-empresa y demás eufemismos, es para mear y no echar gota.
Comentario escrito por popota — 07 de junio de 2008 a las 4:39 pm
Bueno, Bocanegra, no pasa nada por hablar mal de los muertos. Pero me da la sensación de que criticas al personaje desde el desconocimiento. Es cierto que Marqués tenía sus bestias negras y todos los puntos negros que quieras, como todos, probablemente, los tenemos. Pero estamos hablando de una persona iconoclasta, valiente, que nunca buscó (ni obtuvo) réditos personales por sus múltiples actividades. Y, sobre todo, que hizo tantas y tantas cosas en su vida, se metió en tantos fregados, protagonizó tantas iniciativas, que es imposible no encontrar como mínimo media docena que a uno le parezcan gilipolleces máximas. ¿Y qué? ¿Qué más da?
A cambio, tenemos un buen lote de libros bien escritos, inteligentes y muy divertidos en algunos casos. Una persona que ha ayudado a reflexionar y a avanzar a nuestra sociedad. Y una herencia, en forma de ideas y de compromiso cívico con ciertos valores, que ayudó a agitar en primera persona en tiempos donde era muy díficil llevar ciertas banderas (ecologismo, igualdad…).
Yo, simplemente, te recomendaría que leyeras algo de Marqués, su País perplex, sus libros sobre sexualidad, sobre ecología, sobre sexismo o sobre ácidos comentarios sobre la vida cotidiana, llenos de inteligencia y humor, que parece increíble que provengan de la Valencia de hace casi 40 años:
http://www.mcu.es/webISBN/tituloSimpleDispatch.do;jsessionid=751461D4AAB886626C1895F9DE61A031
Tiene también una novelita decliciosa sobre la ciudad de Valencia y la política municipal autóctona:
ftp://bromera.sytes.net/porta/15011.jpg
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 07 de junio de 2008 a las 7:17 pm
Popota, quizás sería injusto generalizar a partir de esos casos. Como dicen los gestores de la Universidad de Valencia, las cosas han cambiado y ahora ya no se consienten esos «excesos». Así, a cambio de un puesto fijo para «la empresa», a cambio de que ésta ponga todos los medios y la seguridad en el empleo, a cambio de que te contrate el personal y, en fin, a cambio de correr el riesgo empresarial, nuestra Universidad pública ya no hace el primo y se queda con la patente, dejando sólo una pequeña participación en los beneficios de la misma a los investigadores.
Eso sí, para algo se han inventado después las famosas «spin-off».
Y, eso sí, estamos hablando de la patente para España. Para Europa o el resto del mundo, el investigador, si quiere, se la queda para él.
Quizás convenga también mencionar que las Universidades son las que hacen todo el esfuerzo burocrático para gestionar las patentes, y las pagan. ¡Pero bueno, es que se las quedan! (excepto, ya digo, que una vez patentado para España, si la cosa funciona, y con todo ya en marcha, el trámite y pago de patentes a otros niveles, como digo, ya se deja como «recompensa» al sufrido investigador).
¡No es de extrañar que las Universidades y demás engendros asociados estén liberando masivamente a sus más productivos «investigadores» de esas molestas obligaciones como dar clase! ¡Que nada relacionado con el servicio público o la entrega de beneficios a la sociedad perturbe a estas Universidades volcadas en el mercado!
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 07 de junio de 2008 a las 7:23 pm
Esa idea que comentas es la misma que me asalta cada vez que salta a la palestra la necesidad de reforma de la Constitución si Felipe y Letizia tienen un hijo varón …
Claro que, después de la «célebre» STC relativa al agravamiento de determinadas penas cuando el inculpado es un hombre, el concepto y consideración que de la «igualdad» se tiene en la cúspide de nuestro orden jurisdiccional es curioso.
Saludos.
Comentario escrito por piterino — 08 de junio de 2008 a las 12:14 am
Por cierto, y a cuenta de Turquía el velo, nada de lo escrito tiene, en el fondo, mucho que ver con lo que pueda parecer el asunto de fondo, esto es, si está bien y además es constitucionalmente posible prohibir el velo (o, en este caso, si es constitucionalmente posible no prohibir el velo, lo cual, la verdad, parece que ya es rizar el rizo).
Sobre el particular, y analizando la forma en que este asunto se discute en el continente desde el otro lado del Atlántico:
http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1125316
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 09 de junio de 2008 a las 1:05 pm
Articles molt interesants d’Adolf Beltran i d’Enric Sòria en el Quadern d’ahir sobre la figura de Marqués. Espere que servisca per a comprendre que si, precisament, alguna cosa no se li pot retraure a Marqués, és un pretés «dogmatisme».
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 13 de junio de 2008 a las 11:26 am