Pitos y normalidad institucional

Esta semana que ahora acaba es pródiga en símbolos, reivindicaciones, alusiones a nuestra gloriosa historia, sea cual sea ésta, “es más lo que nos une que lo que nos separa”, y demás parafernalia de las fiestas populares cuando éstas se refieren a la celebración de la grandeza de un pueblo (sea cual sea éste). Y, dado que contamos con una festividad autonómica y otra nacional, además por partida doble.

Primero, el lunes, disfrutamos de la festividad autonómica, el Nou d’Octubre. En otros años, cuando gobernaron unos advenedizos de izquierdas que se hicieron llamar “El Botànic”, el buen pueblo valenciano tendía a hacer saber su descontento por la vía de insultar a sus gobernantes en un “paseo de la vergüenza” anual que ríanse ustedes del “shame” de Cersei en Juego de Tronos (ustedes perdonen por utilizar referentes culturales en su día omnipresentes y de los que hoy nadie se acuerda). La cosa tenía mucha miga porque, además, ese espectáculo espeluznante se denominaba “procesión cívica”, después de la cual algunos de los participantes en la misma ahondaban en el espíritu cívico de la misma y se disponían sabotear la manifestación del 9 d’Octubre que por la tarde congregaba al valencianismo político progresista.

Ahora, en cambio, todo va bien, porque superada la horrible pesadilla del Botànic, de cuyos ocho largos años apenas nos acordamos ya, ha vuelto a gobernar quien debe (si bien con la molesta presencia de Vox, pero no se preocupen: ya desaparecerán dentro de cuatro años, como lo hizo UV en su momento), así que todo en orden. Apenas cuatro insultos mal contados contra Compromís y cero incidentes en la manifestación posterior. ¡Para que luego se quejen, si están mucho mejor en la oposición! [acceso al artículo completo]


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