The Mire/Rojst/En la Ciénaga (Netflix, 2018)
A estas alturas, les supongo ya sobradamente informados sobre nuestra debilidad por las series escandinavas. Lo de hoy es el intento desesperado de meter en el mismo paquete a una serie polaca (llamada “Rojst”, “Ciénaga”, aunque en Netflix han tenido a bien titularla “The Mire”, en descarado homenaje a la mejor serie de la historia), basándonos en que Suecia históricamente llegó a ocupar algún territorio polaco allá por el siglo XVII. Signo claro de nuestra desesperación, y equivalente a decir que todos los españoles somos un poco británicos porque la pérfida Albión ocupó Menorca durante 71 años, pero ¿acaso no tenemos a una burguesía rendidamente enamorada de Gran Bretaña? ¿Acaso los suecos no se suben al ferry rumbo a Polonia para dejar atrás las constricciones de su rígido y asfixiante estado del bienestar (y llenar el maletero de vodka barato), tal como los británicos se suben al Racanair rumbo a Magaluf para olvidar durante una semana que son británicos? Vamos, que si los polacos no son escandinavos, son españoles, y eso zanja la cuestión de si resulta de interés ver esta serie.
La serie, además, arranca prometedora: la primera temporada, en la Polonia de 1984, y la segunda en 1945, con los polacos locales trabajando como locos en una fábrica de armamento para fabricar armas para los nazis, los cuales entre paliza y vejación les recuerdan que “como lleguen los rusos sabréis lo que es bueno”. Luego ya salta a 1997, pero vamos, ninguna serie ha empeorado por meterle nazis. Pero ¿porqué 1984 y 1997, si el pueblo (más bien pequeña ciudad de provincias, lo podemos llamar El Lugar) y todo lo demás está básicamente inventado? Bueno, suponemos que la gente de 1945 aún tendrá su protagonismo, y si queremos que sigan vivos no podemos retrasarlo mucho más. Luego está la ya conocida tendencia de muchos productores de hacer series “de época” para rescatar “cómo éramos y como hemos cambiado”, y de poner en valor un potente equipo de producción… pero que, a poco que le des una vuelta, te das cuenta de que muchos guionistas siguen atrapados en los 80 y 90 y no son capaces de escribir un relato interesante en el que haya teléfonos móviles (porque entonces localizar/rastrear a alguien, aclarar un malentendido, o buscar algo en Google es siempre instantáneo y lo que en los 80 era una trama de dos horas se queda en cinco minutos).
Aquí, efectivamente, en cuanto le das una vuelta a la historia, ves que con que el niño muerto tenga un móvil todo se resuelve sin más y no hay ni siquiera un caso. Pero bueno, nosotros siempre apreciamos intentos locales de hacer Escandinavia, así que seguimos adelante. Como esto es Polonia en 1984-1997, el “cómo éramos y como hemos cambiado” más obvio es que hasta anteayer eran una república popular en la esfera soviética, y hoy son una democracia burguesa en la esfera americana. Pero como bien comenta el veterano del periódico local, “siempre hay caciques”. Bueno, usa una palabra polaca que ahora no recuerdo, porque el idioma polaco es como si el alfabeto latino se hubiese ido de farra, se hubiese metido una clencha bien grande de signos diacríticos, se hubiese liado con el alfabeto cirílico, y a los nueve meses mira que mono y vamos a llamarle język polski, pero eso, que en esta nueva Polonia LIVRE ahora resulta que sigue habiendo gente que manda, y gente que tiene que doblar el lomo.
Temporada 1: CO-MU-NIS-MO
Pero bueno, siempre está la primera temporada, 1984, para recordarnos que se doblaba el lomo en una dictadura comunista, que es el peor doblamiento de lomo que existe. Solo que un examen superficial (¡muy superficial!) nos hace dudar: ¿realmente Polonia en 1984 es una dictadura? Para empezar, la gente se alimenta de carne, azúcar y abundantes grasas saturadas, fuma donde le da la gana, conduce con total normalidad coches muy contaminantes sin ponerse el cinturón, nadie es LGTBI+, y las mujeres se visten de manera exageradamente femenino-arreglada y no tienen ningún reparo en usar los atributos con que Natura dotó a su sexo para lograr cosas. Uno se lee la prensa burguesa de hoy, Anno Domini 2023, y la libertad parece consistir en básicamente lo que les he listado.
Así que miramos más de cerca y nos encontramos con algo que, esta vez sí, huele a dictadura: el hecho de que todo el mundo tiene miedo de la policía. Pero paradójicamente, la gran mayoría de los españoles más críticos con el socialismo real (los que dicen que Polonia 1984 era un infierno, pero que Catar 2022 ni tan mal, hay que ver pros y contras, ¡si desde 2018 hasta dejan a las mujeres conducir coches!) pensaría que eso, más que un bug, es una feature. ¡Pues claro que la policía tiene que dar miedo, es su trabajo, si no da miedo los perroflautas te ocupan la Puerta del Sol, y los catalanes te hacen referéndums! El camino al infierno está asfaltado con buenas intenciones y con policías respetando derechos fundamentales. Así que el hecho de que las FCSE de la Polonia de 1984 inspiren un considerable miedo a la gente tampoco sirve como prueba definitiva de que eso era una dictadura.
Pero, “¿y la religión?” dirán algunos. ¿Qué hay de la persecución de los pobres cristianos, que ni en tiempos de Domiciano? Pues no se puede negar que en toda la primera temporada sale poco cristianismo, la verdad es que solo lo he apreciado en una única ocasión; pero (y es un “pero” importante) esa ocasión es el funeral del preboste local. Sí, muy jefe de las Juventudes Socialistas del voivodato, muy pez gordo del Partido, muy tocar la Internacional en el sepelio… pero el que abre el cortejo fúnebre es un monaguillo con una cruz latina bien grande. ¿La religión está asediada por socialistas que en su vida privada eligen funerales católicos? Mi no entender.
Luego está el tema de la censura: dicho preboste local, oficialmente un dechado de las virtudes de la ideología oficial, en realidad es un mujeriego que continuamente engaña a su esposa, y al que le gustan más las pilinguis y la pasta que a un tonto un lápiz. Como divulgar esto sería dañino para el sistema tan cojonudo que los polacos se han dado entre todos, la prensa recibe instrucciones estrictas de no publicar nada al respecto. ¡Protegen mediante censura a la jefatura del estado! Esto también huele a dictadura, pero de nuevo, si esto mismo pasara -hipotéticamente- en España, tengo la impresión de que la inmensa mayoría de los fachas (y perdón, pero es que no hay manera más sencilla de resumir a ese grupo humano que “los fachas”) tampoco pondrían demasiadas objeciones a la protección del preboste, durante décadas si fuese necesario, con todas las triquiñuelas legales y paralegales. No vaya a ser que el pueblo dude de toda la propaganda oficial si el que debe ejemplificarla (y para ello además recibe numerosas ayudas, facilidades, inmunidades y privilegios) resulta ser un impresentable a nivel humano.
Está, claro, lo de las elecciones. Es una dictadura porque no votan. Bueno, sí votan, pero como en el chiste:
Jrushchov se levanta populista y va al mercado de Moscú a preguntarle al frutero que qué opina del socialismo.
“¡Me encanta!” dice el frutero.
“¿E irá usted a votar en las elecciones?”
“Pues claro.”
“Estupendo. Oiga, quiero comprar una sandía”, dice Jrushchov.
“Elija usted libremente”, dice el frutero señalando a la caja.
“Pero qué voy a elegir si solo hay una única sandía y encima está medio pocha”, se queja Jrushchov.
“Pues como yo en las elecciones”, replica el frutero.
A eso no llegamos en España, pero lo cierto es que hay unas 35 provincias donde votar a un partido minoritario (por debajo del 10%) es tirar el voto. Y eso si has logrado reunir las firmas y los requisitos necesarios para presentarte. Es decir, que nosotros tenemos una caja con DOS sandias pochas y algunos cacahuetes alrededor para sentirnos superiores. Al margen de que los que usan este argumento también tienen claro que hay cosas que no deben votarse NUNCA.
Hay otro posible indicio de dictadura, que si usted es meridianamente progre le resultará obvio, pero que, de nuevo, a gente más conservadora igual no le parece para tanto: la existencia de la pena de muerte. Mirando la lista de países que la utilizaron en 2021, nos sale un greatests hits de regímenes poco democráticos: Irán, Egipto, Arabia Saudí, China, Vietnam, Corea del Norte… peeero, con dos significativas excepciones: los Estados Unidos de América y Japón. De nuevo, si usted es meridianamente progre, esto abre la posibilidad de, como mínimo, valorar críticamente los sistemas políticos de ambos países, pero tenga por seguro que las gentes de derechas le afearán el dudar que USA o Japón (donde desde 1954, quitando seis añitos, ha gobernado siempre el mismo partido) sean democracias puras, y la mejor prueba de que son democracias es que nunca han tenido a Perro Sanxe de presidente. Ya ven, hacemos lo que podemos para calificar a “Polonia 1984” como dictadura, ¡pero los conservadores no nos lo ponen fácil!
Por suerte, queda el argumento definitivo: “pero es que tenían un muro”. Efectivamente, poner un muro para evitar el libre movimiento de las personas, acompañado además de durísimas leyes para el que se lo salte, es signo de bancarrota moral. No podemos estar más de acuerdo. Solo recordar que la bancarrota es la misma cuando los atrapados no son blancos y rubios. En el fondo, lo de los viajes en los países comunistas viene a ser como el emprendimiento en los capitalistas: la ideología oficial afirma a machamartillo que, ¡por supuesto!, uno puede viajar a donde quiera/hacerse rico con emprendimiento y trabajo duro, pero en el fondo todos saben que es mentira y que la única forma de viajar/hacerse rico es con la ayuda torticera de las autoridades estatales, las cuales están siempre prestas a darle un toquecito al que pone abiertamente en duda la ideología oficial. Pero vamos, que intuimos que el problema con el muro comunista es el mismo que con la pena de muerte comunista, la policía comunista, las elecciones amañadas comunistas, y la censura comunista: que no es un problema de muro, pena de muerte, policía, elecciones amañadas o censura, sino de que todos son “comunistas” y por tanto los sufre la gente “incorrecta”.
En fin, que nos desviamos. En esta dictadura en bancarrota moral es donde aparecen asesinados una prostituta y su cliente, a la sazón el preboste local. Con el gaznate rajado. Pero la solución, al final, no es “el comunismo tiene la culpa”, sino “ajuste de cuentas entre antiguos amigos, muchos de los cuales son miembros del partido, que se enemistaron por un quítame ahí esa chavala y claro, usan los recursos comunistas para sus nefados fines”. O eso creo, la verdad: con despistarte cinco minutos con los subtítulos ya te pierdes. A cambio, media temporada se desarrolla en esos inmensos bloques de vivienda propios del comunismo, que eran más feos que un pie pero donde el alquiler eran 30 euros al mes o algo así, que incluso ganando solo 300 pues no está mal.
La trama principal se cruza con una secundaria, el suicidio de dos jóvenes, uno de ellos la hija de un disidente, y cómo le hacen la vida imposible, porque claro, si te sales del sistema, pues eres carne de presa para todos los (y las) bullies del mundo. Aunque es en esta trama, la verdad, donde tengo la impresión de que han recortado un 40% del metraje, dejándola como muy borrosa. Igual pretendían hacerla “misteriosa”, pero no les ha funcionado.
Temporada 2: putamodernidad
Total, que saltamos 13 años al futuro, y en vez de comunismo tenemos putamodernidad. Pero igual que antes, hay uno que manda. Y el que manda resulta que además se ha enriquecido con las privatizaciones acaecidas con el final del socialismo realmente existente, y ahora vive en un casoplón del quince a imitación de alguna serie cutre estadounidense de los años 80. Esto ha generado un cierto resentimiento (en la primera temporada, el preboste del socialismo local todavía vivía en un piso – muy cuco, pero al fin y al cabo no deja de ser un cuarto sin ascensor en un Plattenbau), y alguien ha secuestrado a su hijo, y pasados seis meses sigue sin señal de él. Al mismo tiempo, unas enormes lluvias han revuelto toda la ciénaga, que se ha desbordado, trayendo un montón de cadáveres de la Segunda Guerra Mundial, y uno de un adolescente.
Resulta además que el oligarca local, a pesar de imitar lo más cutre de la televisión americana de los 80, está compinchado con… ¡los rusos! Sí, siguen siendo los malos. También en los flashbacks a 1945: porque resulta que, en un giro inesperado (por progre), la segunda temporada sitúa el trauma que aflige a El Lugar (situado, por tanto, en Silesia) en la expulsión de los alemanes en 1945. Que sí, que algunos eran unos cabrones de las SS, pero otros eran civiles sin culpa ni nada, y fueron todos expulsados y los polacos se quedaron sus viviendas y sus empresas. Aunque viendo cómo se han llevado expulsiones y expropiaciones similares en España, nos cuesta creer que de ahí vaya a nacer un trauma y no un partido que orgullosamente proclame “a lo hecho, pecho”.
La expulsión de los alemanes de Europa del Este (entre 12 y 14 millones de personas) es un hecho real inexcusable, pero en 1945 habría hecho falta un Gandhi al cuadrado para prevenirlo, tras una guerra tan atroz como la Segunda Guerra Mundial, desatada por Alemania sin ninguna necesidad y planteada además por los propios alemanes como una guerra étnica y racial de exterminio. Luego esto ya se cruzó con otras cosas: Stalin decidió que quería mover sus fronteras bastante hacia el oeste. Tan emperrado estaba con esto, que, en 1941, con la Wehrmacht a tiro de piedra del Kremlin, es lo primero que le dijo al ministro británico que fue a negociar un acuerdo. Como eso se comía bastante territorio polaco (aunque quizás no tan habitado por polacos étnicos como decía Varsovia) se “decidió” compensar a Polonia en su margen oeste con los territorios alemanes de Silesia y Pomerania. Al principio como meras “zonas de ocupación”, pero los polacos en seguida empezaron a crear hechos consumados expulsando a los habitantes alemanes de dichas zonas. En algún sitio, como en El Lugar, había comunidades mixtas, en la mayoría la población era totalmente alemana. Estos “Territorios Polacos Recuperados” fueron entregados a nuevos colonos, sobre todo polacos “repatriados” de los territorios al este de la Línea Curzon… pero también minorías de lituanos y ucranianos que habían quedado dentro de la República Popular de Polonia y de los que los comunistas polacos temían que pudiesen servirle a Stalin para poner sobre la mesa nuevas reivindicaciones. Así que nada, marchando a Silesia y a diluirse entre la población polaca, que una cosa es ser aliados comunistas y otra ser siempre el primo.
En cuanto a los refugiados alemanes, fueron durante décadas un bastión de pensamiento nacionalista y de extrema derecha en Alemania, con su propio ministerio y todo, gritando a todas horas “INYUSTISIA”, invocando el “Occidente Cristiano”, exigiendo la recuperación de los territorios del Este (con la coletilla “por medios pacíficos”), y afirmando que hasta dos millones de alemanes habían muerto durante las expulsiones (cifra desmentida por casi cualquier estudio serio, que la dejan en “varias decenas de miles”, muchos porque su huida se produjo durante el duro inverno del 44/45, aunque se podrían sumar varios centenares de miles caídos como soldados de la Wehrmacht). Con esta matraca se tiraron 20 años, hasta que ganó las elecciones el SPD de Willy Brandt e inició su Ostpolitik, con deshielo incluido, que incluyó reconocer a la RDA y las nuevas fronteras de Polonia. Se pueden imaginar cómo reaccionó la derecha alemana: como si Perro Sanxe le hubiese vendido el Sáhara a Marruecos, Flandes a los Países Bajos, Navarra a la ETA y Valencia a Cataluña, todo en la misma mañana. Aunque luego, cuando en 1990 el resto del mundo dijo “vale, os dejamos reunificaros si aceptáis esas fronteras con Polonia como definitivas”, a Helmut Kohl le faltó tiempo para decir que sí. Pero a él, por alguna razón, no le han dado por ello hasta en el carné de identidad.
Vamos, que la serie toca aquí material sensible y políticamente muy inestable (o quizás es una forma de protestar otras leyes polacas recientes que impiden que se pueda ni tan siquiera mencionar colaboraciones locales en el Holocausto), echando un balón fuera diciendo “bueno, en parte fueron los rusos”, pero sin ocultar tampoco que ahí había polacos dispuestos a echar a sus vecinos de toda la vida para quedarse los olivos, o lo que sea que se cultive en El Lugar. Los primeros de todos, los propios comunistas polacos, que aquí veían abierto el cielo a una reforma agraria a costa de los alemanes, y a hacer populismo barato “los alemanes nos invadieron, pues ahora los echamos”, que –todo sea dicho- apuntaló mucho al régimen durante sus primeros años (y en cierto modo funciona hasta hoy para la Polonia “progre”). En esta expulsión perdió uno de los protas a su gran amor, una chica alemana que luego se dedicó al arte y a pintar las terribles experiencias del campo de prisioneros.
Pero la trama principal sigue siendo el cadáver del adolescente, cuyo padre es el predicador local de una comuna de testigos de Jehová. Bueno, luego nos vamos enterando que realmente no era el padre biológico, y ahí empiezan a salir fantasmas de los años 80, y todo culmina en la conclusión de que todo está podrido, la Transición Polaca no ha cambiado nada de los fundamentos sociales, todo es una ciénaga moral. Un final muy escandinavo, hay que decir, y que nos reafirma en la elección de esta Gran Teleserie de la Posmodernidad para rellenar un par de semanas.
Cenagosos
Piotr Zarzycki: el abnegado héroe –o antihéroe- de la serie. En la primera temporada, es un idealista periodista que quiere resolver misterios. Luego nos enteramos de que además quiere fastidiar a su padre, que es un pez gordo del régimen en Cracovia y quiere llevarle por el buen camino (el “buen camino” parece ser algún tipo de existencia burguesa aprovechando conexiones familiares, ¡para que luego digan que los comunistas quieren destruir a la familia!). Como esto es el pérfido comunismo, donde no te pueden despedir aunque no hagas ni la mitad de la mitad de lo que te ordenan, e incluso con un sueldo de periodista local te puedes permitir un piso muy apañado y que tu mujer se quede en casa criando a la niña, pues claro, Piotr lo tiene fácil para rechazar los intentos paternos de controlar su vida y puede perseguir sus sueños y obsesiones en horas de trabajo.
En la segunda temporada Piotr retorna pero como director del periódico. Sí, el hijo del pez gordo comunista ahora es un pez gordo capitalista, de hecho, en general muchos prebostes (el fiscal, la policía) siguen siendo los mismos, pedazo de Transición que se han cascado en Polonia.
Teresa Zarzycka: la inocente esposa de Piotr, que le ha seguido desde Cracovia hasta esa ciudad de mala muerte. Se supone que porque está muy enamorada, pero el bueno de Piotr es de la vieja escuela periodística que vendería a su madre por una portada, y claro, el matrimonio como que no comunica bien. Bueno, y luego está el pequeño hecho de que a Teresa lo que le pone son las mujeres.
Witold Wanycz: el cínico y veterano periodista de la ciudad, que se las sabe todas y no cree ya en nada. En la primera temporada tiene su arco “voy a desertar a Occidente”, que lo adornan como una conspiración ultrasecreta, pero luego dos de cada tres con los que se cruza ya lo saben. Lo que me extrañó es que haga acopio de dólares, cuando media Europa del Este lo que usaba de moneda de reserva eran los marcos alemanes occidentales (en los 90, Bosnia y Bulgaria decretaron la paridad de sus monedas con el D-Mark, Montenegro y Kosovo incluso la usaron oficialmente).
En la segunda temporada, le sacan un pasado: adolescente en 1945, sufre porque su gran amor, una muchacha alemana llamada Elsa, es encerrada y luego deportada. Por alemana, junto con todo el resto de sus paisanos. El Wanycz adolescente se lleva yoyah de todo el mundo pero no puede salvar a su novia.
Ana Jass: investigadora de policía en 1997. De “ciudad capital”, es decir, Varsovia, y desplazada temporalmente a El Lugar para enseñarles buenas prácticas a los polis locales. Como es en una cuarta parte gitana, y encima lesbiana, pues tampoco está ahí para hacer amigos, y vive en un hotel del centro contando los días. Pero le sale el prurito profesional con la muerte del adolescente, y empieza a investigar. Y claro, se encuentra de frente con toda la corrupción de la policía local, que funciona básicamente a partir de alcohol, chistes zafios y corrupción, capaces de joderle la vida a un sospechoso a cambio de 1000 złotys (el precio de una lavadora nueva) para quitarse el caso de encima.
Adam Mika: el policía veterano que tiene que trabajar con Jass. Tartamudo, fumador, pelín corrupto, cascado de la vida, pero en el fondo (MUY en el fondo) buena persona. Conduce un VW tan viejo y pocho que lo aparca con las ventanas bajadas, sin miedo a que se lo levanten.
Valoración
Pues un quiero y no puedo, similar a los pergeñados por productores españoles. A ver, es entretenida y da para llenar dos semanas de tele nocturna. Incluso a ratos parece quedarse corta, el tema del bosque no está bien explotado, y hay tramas secundarias inanes pero con potencial. Pero no remueve tu mundo como lo hacían las escandinavas puras (remueve, eso sí, ese corazoncito nuestro infinitamente fascinado por la turbulenta historia centroeuropea). Como nos gusta teorizar las cosas más que a un hipster un crimen truculento en una ciénaga en las cuencas fluviales del Báltico, damos teoría al canto: España y Polonia son países católicos, mientras los escandinavos son protestantes. Y en el protestantismo, Dios es un conceto, que como todo conceto no conoce límites, pero con el que hablas de tú a tú, sin intermediarios, mediante esas traducciones molonas que hicieron Lutero o sus epígonos. En el catolicismo, en cambio, Dios es la cima de la Santa Madre Iglesia. Tan cima, que ni lo ves, hay demasiados curas, diáconos, monjes, cardenales, obispos y arzobispos entremedias.
¿Por qué importa esto? Pues porque la base del thriller escandinavo es un mundo sin Dios. También sin los atributos y virtudes que se le asocian, como piedad, redención, misericordia o similares, pero sobre todo sin Dios. Entonces, en una sociedad donde Dios es un conceto que lo rellena todo, si quitas a Dios pues te quedas ante la NADA más absoluta. El Vacío. El Horror. La Humanidad reducida a su condición animal. En una sociedad católica, sin embargo, sigues teniendo todo el andamiaje eclesiástico, el cual, permítannos la herejía, ¡funcionaría igual de bien sin Dios! La Conferencia Episcopal, señores, no cambiaría un milímetro sus posiciones si Dios no existiera. ¿Acaso no funcionan espléndidamente (o en todo caso mejor que las parroquias católicas, al menos si preguntas a los centinelas de Occidente) las madrazas musulmanas, las sinagogas judías, los templos mormones, las estupas budistas, los talleres de la cienciología o los monasterios de los lamas, pese a que ellos adoran a un falso Dios (o al mismo, pero de forma equivocada, o con otro nombre, vamos, MAL)? Los protestantes, señores, necesitan a Dios porque no tienen otra cosa.
Por eso, un país católico nunca podrá hacer una serie realmente escandinava. Lo que podría hacer, eso sí, es una serie sobre un mundo sin Iglesia. En el fondo, la segunda temporada de esta serie va de eso: una vez abolido el equivalente laico a la Iglesia (el Partido Obrero Unificado Polaco, POUP, que así se llamaba el invento) y su dirección moral, la sociedad ha caído en el hedonismo y el egoísmo sin límites. El renacer espiritual católico-polaco se ha quedado en poner un Cortylandia. Tenían una sociedad estable, con lindes morales estrechas pero claras, con pisos cutres pero regalados, trabajo más o menos para toda la vida, suministro regular de vodka y anticonceptivos combinado con una ideología bastante permisiva en el tema sexual… y lo cambiaron todo por poder viajar a Paris y vivir en una imitación cutre de la MTV de 1993. Ahora, todo está lleno de yonquis, gitanos y –Vade retro satanas– lesbianas despendoladas, surgen sectas de lo más cringe (en la serie concretamente son unos Testigos de Jehovah cerrados y aislados), los ricos se aíslan en MacMansiones cutres en urbanizaciones cerradas mientras los pobres siguen viviendo en los pisos cutres pero pagando cinco veces más de alquiler, y los hijos engañan a sus padres fingiendo secuestros para sacarles pasta. El Diablo ha llegado a su barrio, señora.
¿Y Dios? Pues no lo sabemos, la serie se limita a reivindicar la dictadura comunista desde una óptica rancio-conservadora, pero no es capaz de mostrar el Abismo de la existencia sin Dios. Por eso, al final, la serie no puede ser escandinava, y nosotros hemos fracasado en nuestra principal tarea de este verano. Pero no desfallezcamos: aunque la no-existencia de Dios no afectaría al comportamiento de la Santa Madre Iglesia, la no-existencia de Perro Sanxe sí que afectaría al comportamiento del PSOE, que es lo más similar a la Santa Madre Iglesia que disponemos ahora mismo en España (el PP y Vox, en cambio, en su retórica y en su práctica se parecen más a órdenes militares sometiendo a población hereje y enemiga – el PSOE sí parece creer que la masa de los creyentes es su responsabilidad). De modo que el día en que Perro Sanxe desaparezca – ¡viviremos todos en una serie escandinava! ¡Aleluya!
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Comentario de Alvi (14/08/2023 12:29):
Entiendo que Gandhi es el símbolo universal de la bondad, pero en este caso su mención es particularmente poco apropiada, pues él sí abogó por desplazamientos de población hacia Pakistán aún mayores que los de alemanes.
Comentario de Takashi Tetsuhara (15/08/2023 10:23):
Muy mal, tan aburrido el articulo como forzadas las menciones a la política.
Nota cero patatero.
R.I.P LPD
Comentario de Takashi Tetsuhara (15/08/2023 10:24):
Hay números que llevan buena suerte
Hay otros que la suerte no les va
Hay números que ayudan a la gente
Cuando alguien debe las cuentas arreglar
Hay números que sirven para poco
Y otros que no sirven ni al sumar
Y hay uno que en mis notas, sobre todo,
Mis maestros se empeñan en usar
Cero
Cero
Cero patatero en matemáticas
Cero
Cero
Cero patatero en francés
Me ponen
Cero
Cero
Cero patatero en gramática
Cero
Cero
Cero patatero en inglés
…
El cero es un número antipático
Redondo, aburrido y gordinflón
Un círculo cerrado y enigmático
Que más parece un viejo caracol
No sé por qué la seño y los maestros
Se empeñan en usarlo con amor
Y ponen en mis notas tantos ceros
Que parecen el número un millón
Cero
Cero
Cero patatero, ¡qué calamidad! ¡Oh, yeah!
Cero
Cero
Cero patatero en lucidez
Me ponen
Cero
Cero
Cero patatero en informática
Cero
Cero
Cero patatero en sensatez
…
Me ponen
Cero
Cero
Cero patatero en matemáticas
Cero
Cero
Cero patatero en francés
Me ponen
Cero
Cero
Cero patatero en gramática
Cero
Cero
Cero patatero en inglés
Cero patatero
¡Cero!
Comentario de intelestual (16/08/2023 08:30):
Bien es sabido que se puede ser ateo de muchas formas.
Yo, por ejemplo, soy cientifista y por lo tanto creo en el determinismo. Pero aplico el principio de las tres preguntas fundamentales de las matematicas (¿Son completas, consistentes y decidibles?) a la ciencia y tengo claro que con nuestra “ciencia” jamas podemos entender un sistema superior como es el universo. Por lo tanto, es posible y no descartable, que exista algo mas alla o que hayamos olvidado en los calculos. En ciencia pasa mucho.
Sin embargo algunos ateos, no hacen mas que proyectar sus propios prejuicios sobre la religion, es decir, se inventan lo que la religion dice y entonces la golpean sin piedad. Esos ateos suelen ser comunistas que entienden que si hay un ser superior ese debe ser el estado y no un super YO (que no deja de ser Dios). En el fondo, la religion es lo que ha evitado historicamente que los totalitarismos de izquierdas arrasen el mundo.
Comentario de E.coli (16/08/2023 12:04):
Jenal, seguramente ya la conoce, pero no puedo dejar de enlazar esta entrada que yo diría que le puede agradar.
https://despuesnohaynada.blogspot.com/2022/03/al-este-del-eden-i-no-es-oro-todo-lo.html
Takashi Tetsuhara , me estaba preguntando que sería eso de “cringe” y ha venido vd. muy amablemente a sacarme de la duda.
Comentario de de ventre (16/08/2023 12:45):
yo he intentado ver la primera temporada estas últimas semanas, pero me temo que me hice la picha un lío y pensaba que la primera temporada pasaba en 1997, así que no daba pie con bola en la medida pensaba que todos los que aparecían como disidentes y puteados por el establishment lo eran por haber pertenecido al aparato comunista… claro aquello daba lugar a unas incoherencias bastante desanimadoras. si a eso le sumas la historia del suicido juvenil, pues apagué y me fui.
j
Comentario de TAKASHI TETSHUARA (16/08/2023 16:10):
E.COLI , de nada, pero eso es porque no gasta en espejos, cosa comprensible.
Porque pocas cosas son más vergonzosas que ser un paga cafés y pagafantas confeso.
Menos mal que en Lituania , le quitaran la tontería en un par de años criatura.
Comentario de E.coli (16/08/2023 17:34):
El hombre inspira ternura, la verdad, pero si el pobre tuviese más “éxito” seguramente no tendría tiempo de hacer unos análisis tan trabajados.
Comentario de emigrante (21/08/2023 15:14):
Gracias por la recomendación y la reseña. Aunque hablando de Polonia y su religión de estado noto una ausencia memorable. No sale en la serie en ningún momento Wojtyla superstar? Sobre todo cuando el periodo 1984-97 cae de lleno dentro de su largo reinado. Estuve hace dos semanas de vacaciones en Portugal y coincidió con la visita al país del Papa Francisco y aparte de los medios locales nadie se hizo eco del acontecimiento. Y eso porque en agosto hay poco que contar y Portugal es un país tranquilo sin separatismos ni guerras culturales. Cuán distinto cuando todos los medios hacían conexiones en directo para seguir al Polaco Pontífice en su vuelta al mundo en papamóvil. A veces me pregunto si no hay una estrategia propagandística detrás de todo esto. Si a Juan Pablo II le dieron tanta cancha en los medios mientras le fue útil como ariete contra el comunismo. Y en la actualidad alguien ha decidido que es hora de rematar al catolicismo y están sacando a la luz todos los escándalos que esos mismos medios ocultaron en el pasado. Porque yo al catolicismo lo veo muy acabado, meterse ahora con la Iglesia es lanzada al moro muerto no tiene los riesgos de antaño. Ya no quedan ni curas ni viejas beatas que eran los que mantenían las iglesias abiertas y en Latinoamérica, el continente católico por antonomasia, un tercio de la población se ha pasado a los evangélidos y la cosa está acelerando. De aquí a fin de siglo no quedará más que algún grupillo de irreductibles a modo de testigos de Jehová dentro de alguna secta como el OPUS o similares. Esto está acabado.
#5, gracias por el artículo, es largo pero no podía dejar de leerlo hasta el final. Es curioso cómo Polonia que era el Sorgekind de la UE bajo amenazas de sanciones por sus políticas homófobas y machistas y por quitarse de en medio a una generación entera de jueces de un plumazo (que probablemente eran los que hicieron la oposición en tiempos soviéticos) con la guerra de Ucrania pasó a llevar la voz cantante en la política exterior de la UE y a jactarse abiertamente de que a Alemania le saboteen infraestructuras esenciales sin que nadie se atreva a decirle nada.
Comentario de Albert (25/08/2023 16:56):
Ni tengo televisión ni veo series, pero ese comentario marginal acerca de la síntesis española de “fealdad comunista a precios capitalistas” vale oro.
Comentario de Amadeus (07/09/2023 11:57):
Gracias Carlos por esta nueva reseña. La verdad es que es muy improbable que vea ninguna de estas series (Yo soy más bien de comedia ligera… Llegue a ver un par de episodios de Dark después de leer aquí la reseña
y casi me pego un tiro), pero siempre las encuentro amenas e interesantes. No tienen desperdicio.
Respecto a los polacos, de joven coincidí con unos cuantos de ellos un verano que estuve aprendiendo alemán en Alemania y la opinión general de los españoles que estábamos allí era que eran de largo nuestros
extranjeros preferidos de todos los que allí estábamos: alegres, simpáticos, juerguistas… Quitando que su idioma era un gálimatias, eran básicamente españoles del este. Hay algunos paralelismos más:
*Es un país que tuvo su momento de grandeza en el cambio de edad media a edad moderna, que luego ha vivido una larga decadencia.
*Al igual que nosotros con Francia, viven un poco a la sombra de su vecino, Alemania. Los alemanes a su vez, les consideran europeos de segunda.
*Han vivido 45 años bajo un regimen autoritario.
*Eran muy religiosos en su momento, pero la modernidad les está hundiendo el fervor, llevándose con ello cualquier cosa buena que este tuviese en su momento (solidaridad, caridad, sentimientos altruistas…).
Quizás no sea tan desacertado mirarlos a ellos a modo de espejo deformado en el que vernos los propios españoles. ..