Municipios 2023: Madrid – Vol. I
Fundación mítica de Madriz
Año del Señor de 1085. Meses de julio-agosto. Por la terrible estepa castellana –polvo, sudor y hierro- cabalga el rey Alfonso, sexto de su nombre, conocido como “El Bravo”. Acompáñale un ejército formado por nobles y mercenarios. Dos de estos últimos –un asturiano y un vasco del mismo Baracaldo (Bilbao aún no existe)- se han separado un poco del cuerpo principal y vagan por las yermas tierras entre la Sierra de Guadarrama y la ciudad de Toledo. Bajo el terrible sol y el abrasante aire, el dantesco paisaje paréceles el callejón de servicio que hay detrás del Infierno. Entre madroños resecos y osos salvajes, creen ver al mismísimo Satanás fumándose un cigarrillo y tomándose un café en vaso de plástico antes de volver a las calderas. El canto de las cigarras es el único signo de vida animal en este onírico paisaje.
-Y digo yo- comenta el asturiano, -que el buen rey Alfonso será muy bravo, ¿pero para qué quiere conquistar esta tierra tan pobre y desértica, tan vacía y yerma, donde jamás habitará un alma cristiana? ¡Aquí no se puede fundar ni un miserable pueblo, de una ciudad ni hablamos!
A lo cual el vasco le mira evaluándole, y responde con la frase que, más que ninguna otra, explica la historia de España: – A que no hay huevos…
Casi un milenio después, gracias a una apuesta astur-vascuence que se fue de las manos, tres millones y pico de almas, incluyendo a este su humilde servidor, habitan apelotonadas en la mayor colmena humana de la Península Ibérica. Capital de un imperio mundial y pueblo manchego, todo junto y revuelto. También en las mentes y los corazones de sus habitantes, la mitad de los cuales ni siquiera han nacido dentro del Cinturón de Castizidaz de la M-40, pero que cual humanos conectados a Matrix viven absortos en una fantasía artificial creyendo que su burbujita es el mundo real. En esta fantasía, la imagen de Restoespaña se configura mediante los diputados venidos de provincias lejanas… muchos de ellos, sospecho, enviados a Madrid porque en sus terruños de origen no les tragaban. Así el amor es imposible.
Por supuesto, esto es solo un mito. En la realidad, el territorio donde se asienta la Villa y Corte no es tan diferente al resto de territorios entre el Bierzo y Almansa, a todos los cuales se les puede aplicar el dicho matritense “nueve meses de invierno, tres meses de infierno”. Y también es falso que no hubiera ni un alma humana: previa a la conquista, existía una fortaleza omeya llamada Magerit o Mayrit. Como posteriormente España derivó en lo que todos tan bien conocemos, tener nombre y origen moros ya no se consideraba tan normal y aceptable como en 1085. Había que buscar orígenes alternativos más presentables, a ser posible anteriores a la llegada del moro Muza. Aunque no se trata de afirmar (como hace la Wikipedia en inglés) que Madrid ya estaba habitado desde la Edad de Piedra, hay una teoría que afirma que “Mayrit” es una derivación de “Matrix”, nombre romano dado al epicentro de esta ciudad (la elevación donde se sitúan el Palacio Real y la Catedral de la Almudena) por ser matriz de varios manantiales y riachuelos que iban a morir al Manzanares, que se arrastra fluye al pie del montecillo. Sea como sea: bienvenidos a esta ciudad donde Dios es torturado por sus fieles y tenemos una estatua al mismísimo Diablo. Bienvenidos a Matrix. Tomen aire y acompáñennos en un laaargo repaso a la Corte de los Milagros.
Rompeolas de las Españas
Entre la apuesta vasco-asturiana y nuestro actual alcalde, Jose Luis Martínez-Almeida Navasqüés, han pasado unos cuantos años y corregidores. La mayoría, condes y marqueses, nombrados directamente por el mandamáximo de turno, ya fuese Trastámara, Habsburgo, Borbón o dictador convencional. Algunos, como Alberto Alcocer (el abuelo de los Albertos, que logró el doblete de ser alcalde con Primo de Rivera y con Franco), sobreviven en el callejero, para otros (Arias Navarro o Gallardón) la alcaldía fue el bolo que absolver antes de acceder a un ministerio. La llegada de la actual democracia permitió que se asentaran caras nuevas en la Casa de la Villa, donde el ayuntamiento tuvo su sede durante 350 años. Una sede muy cuqui y reciamente castellana, pero que al alcalde Alberto Ruiz-Gallardón le pareció poca cosa y se llevó el ayuntamiento al Palacio de Telecomunicaciones sito en Cibeles por 500 millones de nada, como para marcar la evolución política de la ciudad desde 1979: “que sí, que los rojos habéis ganado un par de veces, es lo menos que podíamos hacer por los últimos 40 años, pero ahora ya va siendo hora de poner Madrid en valor.” Y vaya si lo pusieron.
Los 500 millones de la mudanza gallardonina, a decir verdad, se quedaron en peccata minuta (incluso sumando los 300 millones de la Caja Mágica o los 120 millones del Centro Acuático, todo parte del despilfarro olímpico que no nos trajo unos JJOO pero sirvió espléndidamente de aglutinante patriota para sus inventores) al lado de su opus magnum, la obra que le ganó el mote de “Ruiz-Faraón”, que mostró al mundo que, comparado con un alcalde pepero, Ramses II era un decrecionista: la soterración de la M30. Vendida como “1700 millones y 22 meses de obra, una ganga”, luego costó 2500 millones, luego 3600 millones, para acabar costando la friolera de 9400 millones. Casi el 1% del PIB nacional en unas obras ilegales. Uno de cada seis euros de la deuda municipal de todos los ayuntamientos de España acabó enterrado en forma de agujero bajo el Manzanares. Agujero que prontamente se inundó el primer día de lluvia. Con que algún pellizco mínimo de ese dinero acabase (vía publicidad privada) en los medios de comunicación correctos se alimentaría un Biotopo mediático para vender estas salvajadas como lo más de lo más: ellos serán fascistas, ¡pero saben gestionar! Digan lo que quieran de Carmena política- e ideológicamente, pero como gestora comparada con sus predecesores y sucesores sobresale como Pau Gasol en la liga de alevines. Se lo contamos porque Almeida ya apunta a querer repetir la jugada. ¿Y por qué no? Gallardón sacó tres mayorías absolutas, y el único inconveniente es que la tercera vino acompañada de la aparición de UPyD, con un fulgurante 8% (la mitad robado al PSOE).
Es evidente que desde que la derecha ganó la alcaldía de Madrid en 1991, ha puesto especial empeño en mantener la plaza. Y cabe preguntarse, ¿por qué? Creo que no es solo una cuestión de prestigio, o de control de recursos: meter fondos en esta ciudad implica que faltan en otra parte, que pierdes el Cinturón Rojo por ejemplo. Tampoco es una cuestión de “Madrid es España” (aunque para ellos seguramente sea importante también). Creo que más bien tiene que ver con cierta evidencia histórica: que los grandes pollos, históricamente, a menudo se montan en las capitales. La Revolución Francesa la hacen “los franceses”, pero los que la inician y sostienen en varios momentos clave son los parisinos. Es el pueblo de Petrogrado el que inicia las dos revoluciones de 1917, y es el pueblo de Madrid el que manda a Alfonso XIII a hacer las maletas en 1931. La chusma de la capital es un factor de riesgo para cualquier régimen, y pese a todo el discurso de democracia y constitución y tal y cual que le gusta gastar, la derecha parece temer que, en el fondo, no está todo tan “atado y bien atado” como les gustaría. Así que hay que asegurar la plaza al coste que sea. (Que mayormente está sobradamente atado: lo más que ha llegado a hacer la chusma capitalina es ocupar la Puerta del Sol, limpiando los grafitis al abandonarla; pero cuando tienes mala consciencia nunca hay suficiente seguridad).
El caso es que la hegemonía parecía asegurada para toda la eternidad, o al menos para 50 años tirando por lo bajo. Apenas en Vallecas triunfaba la izquierda por la mínima, pero ya se encarga la derecha de vendernos la zona der sur como “conflictiva” (en realidad, hay más crímenes y detenciones en el distrito de Salamanca). Sin ningún empacho, el PP cambió la imagen corporativa municipal para ponerlo todo en azul, argumentando que era “el color tradicional de Madrid” (ese en realidad debería ser el granate/carmesí, usado en las banderas municipales de Castilla; los peperos con más vergüenza prefirieron hablar del color “azul como el cielo de Madrid”). Si Álvarez del Manzano (un señor anti-Movida y anti-bares, cualquiera lo diría escuchando a Ayuso) pudo ganar tres veces con mayoría absoluta, si Gallardón pudo decir en 2011 que se debía a los madrileños para dejarlos tirados a los seis meses en pos de un ministerio, si incluso Ana Botella pudo ser alcaldesa sin que el mundo se hundiera… ¿quién iba a sacarlos de sus poltronas? ¿El PSOE?
El Interregno Carmenil
Así estaban las cosas cuando llegaron PABLO y su coleta a trastocar la política en España. Ana Botella, atragantada aún con su relaxing cup of café con leche, anunció su retirada, y el PP presentó a Esperanza Aguirre en 2015 para defender la plaza. Debo decir que mi primer pensamiento fue: “si Rajoy ha puesto a Aguirre de candidata, es porque confía en que pierda.” Bingo. En las urnas frente a la abuelita Carmena murió la carrera política de la caudilla mesetaria. El toque de gracia se lo dio dos años más tarde la Operación Lezo, un ajuste de cuentas interno que nos vendieron como ejemplo de lo bien que funciona el sistema. Una derrota, la de Aguirre, que sin embargo no lastró en absoluto al de Pontevedra; al contrario, la pérdida de tan simbólica plaza –aunque en la práctica irrelevante, pues poca política se puede hacer hoy desde los ayuntamientos- sirvió de excelente espantajo ante las Elecciones Generales, con media España convencida de que en Madrid se comía a niños pequeños y de que el PP era el único baluarte. Lo que viene a demostrar una vez más que Sun Tzu y Maquiavelo no le llegan a Rajoy ni a la suela del zapato.
En esta ciudad de funcionarios, sede de los grandes medios de comunicación, y escenario de todo lo que es CT, la única manera de romper la hegemonía fue con alguien tan poco revolucionario como una ex vocal del CGPJ, jubilada y antigua militante del PCE, al que abandonó hace más de 30 años. Aun así, el PP y Ciudadanos no escatimaron en gastos para presentar a una juez emérita de 71 años como una Robespierre dispuesta a montar la guillotina en la Puerta del Sol. Pese a lo modosito de la alcaldesa, no pasó ni un solo día desde su elección que medios como El Confidencial o Vox Populi (Intereconomía también, pero lo de esta gente ya entra en el humor absurdo) no dedicaran un articulito a lo que llamaban “Carmenadas”, poniendo a parir al gobierno municipal, a sus parientes, a sus ideas, y a un gato que pasaba por ahí. Y con éxito: gente de fuera de Madrid me ha hablado de las restricciones de tráfico como un factor que prácticamente iba a decidir su voto en las Generales, o incluso que Carmena había prohibido la Semana Santa.
Un trabajo de continua erosión, encaminado por un lado a asegurar una victoria de las gentes de orden en 2019, y por otro a minar el apoyo socialista a la alcaldesa, a ver si así incluso se podía propiciar un cambio antes de las elecciones. Esto último falló, no tanto por falta de entusiasmo (eran los tiempos en que el aparato se cepilló a Sánchez para investir a Rajoy), sino porque la alternativa era poner a Esperanza Aguirre. Y aunque los Aguirre boys abundan en esta urbe (esa gente viene así de fábrica, eh, no es que le echemos algo raro al agua de grifo –bueno, sí, pero fue sin querer), la gente de fuera no la puede ni ver. Quitar a Carmena para poner a Aguirre habría tenido un precio demasiado alto para el PSOE a nivel nacional.
La maldad de Carmena llegó al punto de que le surgieron independentistas. Una barriada, madrileña de iure pero incorporada a Alcobendas de facto, pidió el cambio de municipio. Votantes populares temerosos de Dios convertidos en batasunos, eso logró Carmena. Bueno, no tenemos seguridad en este juicio sobre los sediciosos, pero siendo residentes de La Moraleja no debe andar lejos la cosa: 80% sacó el PP en 2021 en la barriada, 10% VOX, e incluso Cs agarró todavía un 3%. Por cierto, si es usted de los que piensan que Madrid (y por extensión España) es gobernado desde la urbanización de La Moraleja, le aclaramos que La Moraleja no es parte de Madrid (excepto la mentada barriada) sino del municipio vecino de Alcobendas, y que allí viven principalmente futbolistas, folclóricas, expats extranjeros y pijos de dinero nuevo. El dinero viejo de toda la vida vive en el barrio de Salamanca, y el poder de verdad en la zona de Somosaguas, situado a su vez en Pozuelo de Alarcón, parte del cinturón azul.
En el equipo de Carmena destacaron (es decir, salieron mucho en los medios) desde el principio tres personas: Guillermo Zapata, Carlos Sánchez Mato y Rita Maestre, la santa trinidad del auge y caída del carmenismo. De Zapata, Ground Zero de todas las hostias que se llevó Ahora Madrid, ya hemos hablado aquí. Sánchez Mato, como concejal de Economía, aplicó un poco de sentido común (que en esta ciudad es “no te metas a hacer mega-autopistas subterráneas innecesarias que cuestan un riñón, y encima al final salen por el triple de lo presupuestado”; sí, económicamente nos conformamos con bastante poco), con lo que logró bajar la deuda de la ciudad desde la salvajada de los 6000 millones a solo 2600 millones. Cosa que se vendió como gran éxito, y aunque el madrileño medio seguramente se alegra, lo cierto es que el discurso de “el 80% de la deuda madrileña es ilegítima y somos unos hachas devolviéndola” puede causar como mínimo confusión entre quienes esperaban un decidido combate a la austeridad. Pese a este pago religioso de la deuda, Mato quedó como el concejal “rebelde” y ángel caído del ahoramadridismo. La saga-fuga de Mato es como sigue: en el estado-más-decentralizado-de-Europa-el-mundo-y-parte-de-la-galaxia, la administración Carmena no podía comprar ni papel higiénico sin que saltase una luz en algún ministerio, pues existen reglas de gasto que restringen enormemente el margen de maniobra de un municipio. Reglas manifiestamente ideológicas, manifiestamente autoritarias (aprobadas con rodillo en 2012), y manifiestamente injustas a poco que se tenga una óptica progresista, aunque sea tuerta y con dioptrías. No obstante, eran la legalidad vigente, y aquí podemos debatir si la obligación moral/promesa electoral de Ahora Madrid era incumplir leyes injustas y pagar por ello, o si el Cambio de La Gente debe producirse dentro de la ley. El caso es que Mato intentó usar todas las artimañas posibles para enfrentarse al Ministerio de Hacienda de Montoro, pero siempre dentro de la ley, o al menos de lo que él interpretaba que era la ley. Lo que no quita que, desde Hacienda, la ley en este caso se interpretase con la máxima severidad posible, incluso pudiera ser que más allá de lo que la ley decía, todo para aplastar “el Madrid de Podemos”. ¿Y qué hizo Carmena? Pues un Tsipras como la copa de un pino: aceptó mansamente la interpretación de Montoro, votó recortes salvajes (500 millones de nada del presupuesto) con los votos del PP, y siendo que Mato se negó a votar ese plan le cesó fulminantemente.
Este episodio da para un profundo debate filosófico sobre los límites de la política institucional para aplicar políticas de izquierda, que les dejamos a ustedes para los comentarios. Nosotros aquí solo recordamos que en la derecha estos debates no se dan, porque sus políticos buscan ordeñar el máximo posible en las circunstancias dadas, siempre al servicio de su electorado, combinando el escrupuloso respeto a la letra de la ley con el máximo cinismo en la violación de su espíritu a punta de navaja para beneficio de los suyos. Permítanme también un pequeño brote de pesimismo antropológico: a lo mejor ganan elecciones por eso. Porque así es como el común de los mortales sale adelante en este valle de lágrimas, y ver que alguien en las altas esferas hace lo mismo les reconforta con el mundo. Y ya si el de arriba encima lo hace para que le llegue algo al de abajo, aunque sean migajas, pues fiesta.
Frente a la grisura contable de Mato, Rita Maestre, en cambio, es conocida sobre todo por su activismo político y por ser la ex de Íñigo Errejón. Otro producto más de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, participó en un “asalto” a la capilla de dicha Universidad. Asalto que llevaba años en el olvido, pero por el que fue imputada a los pocos días de ser investida concejala, como parte de la “ofensiva Zapata”, alias “Operación Lluvia de Collejas para recibir a los novatos estos y que sepan quién manda”, realizada en comandita por todos los medios de comunicación. En el juicio fue condenada en primera instancia (Carmena la defendió… cosa que ya no hizo con unos titiriteros a los que se les ocurrió chotearse un poco de ALCA-ETA), lo que le valió uno de los artículos más crueles que yo he visto publicados en la prensa escrita española, que ya es decir.
En cuanto a la nueva Cuestión Social, que es la Cuestión Inmobiliaria: allá por 2016, Carmena enterró la “Operación Chamartín”. La “Operación Chamartín” es un proyecto que bajo distintos nombres (por ejemplo, Desarrollos Chamartín Norte, posteriormente DUCH, Desarrollos Urbanísticos Chamartín, y brevemente Madrid Puerta Norte) lleva dando tumbos desde hace como mínimo 20 años, y que consiste en aprovechar unos terrenos industriales al norte de la ciudad, juntarlos con gran parte del terreno que ocupa el viario de la estación de Chamartín, y generar millones de puestos de trabajo y trillones de dineros de beneficio a base de… construir pisos y oficinas. En el año 2023. Ya ven que originales. Pese a esta supuesta lluvia de millones “prácticamente asegurada”, las administraciones implicadas (Ayuntamiento, Comunidad, y Estado mediante RENFE; añadan a los bisnietos de los madrileños cuyos terrenos fueron expropiados hace 90 años para construir Chamartín, que en este país no se olvida la propiedad de la tierra ni pasado un siglo) no se pudieron poner de acuerdo ni en los momentos en que estaban gobernados por el mismo partido (1996-2004 y 2011-2015). Con el estallido de la Burbuja, las previsiones quedaron incluso más alucinógenas, de modo que Ahora Madrid y Carmena presentaron una alternativa inmediatamente vilipendiada desde la oposición. Fomento tuvo la santa desvergüenza de pedir 700 millones de compensación. Sin embargo, a los dos años Carmena vio la luz del Dios Ladrillo, realizó un giro de 180 grados y firmó su propia Operación Chamartín con el gobierno –aún- del PP, bajo el nombre Madrid Nuevo Norte para disimular un poco. ¿Estamos ante una rendición total ante el complejo inmobiliario-financiero? Estamos ante una rendición total ante el complejo inmobiliario-financiero.
Esto, señores, fue el carmenismo. Bastante meh desde un punto de vista mínimamente revolucionario: alguna victoria en las “cultura wars” esas que no dan de comer pero lucen muy bien, y en lo demás una gestión normalita y sin estridencias, poniendo al día un ayuntamiento anclado anímicamente en 1985 (que no es poco), con pago de la deuda sin auditarla, vía libre a la violencia inmobiliario-rentista, declaraciones que parecen salidas del manual de C’s, y la Operación Chamartín envuelta en un lacito progre. Por otra parte, ni guillotinas en la Puerta del Sol, ni expropiaciones masivas, ni gulags en el Monte de El Pardo. De la mente fértil de PABLO nació la candidatura de Manuela Carmena y su nuevo Madrid como prueba de algodón de que Podemos podía gestionar cosas sin romperlas y sin asustar a las buenas gentes de clase media, y ese objetivo sí que se cumplió al 100%. Otra cosa es que sirviera para algo. Un familiar mío que hace nueve años me advertía que Podemos era la antesala de una dictadura y Pablo Iglesias el demonio con cuernos y rabo, posteriormente me llegó a decir que los medios de comunicación estaban siendo injustos con Carmena. Así de sangrante fue la cosa, pero a la derecha le funcionó.
Poderoso Fantoche es Don Coche
Punto aparte merece la otra Cuestión Social, el gran caballo de batalla de las políticas municipales (es decir: lo único donde la UE, los intereses financieros y el Tribunal Constitucional les dejan algo de libertad a los municipios para ejercer la afamada “autonomía local”): el coche. Aquí Carmena sí se atrevió a desafiar, ya fuera tímidamente, a los poderes establecidos. Primero, restringir el tráfico de turismos dentro de la M-30 en aquellos días en que la contaminación se disparase por encima de los niveles aceptables, lo que llevó a ácidas críticas de Esperanza Aguirre (por cumplir una normativa aprobada en tiempos de Ana Botella –con apoyo de la propia Aguirre– que sin embargo el PP nunca había aplicado) por “los daños económicos causados” (que la UE nos pueda multar con 380 millones por tener un vertedero gaseoso por atmósfera ya tal), y que denunciaba que Carmena pretendía hacer ingeniería social prohibiendo el coche. Ciudadanos vio la apuesta y subió. Lo siguiente fue restringir el acceso al Centro –Gran Vía, calle Mayor- de los coches durante toda la Navidad, cosa que provocó otra avalancha de críticas de las asociaciones de comerciantes (que sin embargo se han beneficiado de otras restricciones al tráfico cuando las hizo el PP, y que cuando el PP cortó durante semanas una de las principales líneas de Metro porque una empresa privada había dañado el túnel se dedicaron a mirar al techo y silbar), de Ciudadanos (que llevaba peatonalizaciones varias en su programa electoral), y del Partido Popular (que escuchándoles pareciera que hasta entonces la Gran Vía en Navidad había sido una autopista de cinco carriles vacíos, con el ocasional matojo rodante). Finalmente, Carmena se vino tan arriba que se sacó de la manga Madrid Central, una zona de bajas emisiones en el centro. La derecha tocó a rebato contra el “gueto de Carmena”, agitando el populismo de más baja estofa e invocando los derechos de los coches… para, una vez ganadas las elecciones, mantenerlo con otro nombre (Distrito Centro) y cuatro cambios cosméticos… ¡e incluso ampliando las restricciones a toda la M30! Aunque por si las moscas ya se han encargado de que las multas no vayan a llegar antes de las elecciones. (Y por supuesto, ha seguido habiendo restricciones de tráfico como con Carmena, simplemente ya no salen en las portadas nacionales – que por un lado es lo deseable, que se normalicen estas cosas, pero claro, con Carmena había que crear sensación de asfixia.) Es más, cuando unos jueces (tras denuncia del Partido Popular) anularon Madrid Central por defecto de forma, la nueva vicealcaldesa pidió a los madrileños que actuaran “como si siguiera existiendo”, no vaya a ser que nos multe la UE por exceso de contaminación (aunque la multa sería a España, con lo cual la pagarían todos ustedes, aunque no tengan la suerte de residir en Madrid).
Y se puede hablar de qué modelo de ciudad queremos e incluir coches, es legítimo, pero igual de legítimo es recordar que el partido político que peatonalizó la Plaza de Oriente o las calles Fuencarral y Montera fue el Partido Popular. Es más, Gallardón fue quien introdujo el Servicio de Estacionamiento Regulado, SER para los amigos y “la zona de pago” para los demás: en todo el interior de la M-30, y en algunos barrios de fuera, desde hace 15 años hay “zona verde” reservada para vecinos y “zona azul” para visitantes. Los vecinos pagan entre 20 y 40€ al año por registrar el coche, y los visitantes solo pueden estar un par de horas (en horario de 9 a 21, fuera de eso sigue siendo la jungla). Esta limitación Gallardón la hizo, además, contra fortísimas protestas, muchas de ellas en barrios peperos, y con el PSOE, sorprendentemente (jajaja: NO) posicionándose demagógicamente con los vecinos y comprando al completo el pack “el SER responde a criterios recaudatorios y se hizo contra los vecinos”, una actitud que el PSOE no depuso ni después de investir a Carmena.
¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Por qué hace 15 años un alcalde cuyas propuestas sobre el aborto no desentonarían en VOX podía asumir el coste político de una medida impopular pero efectiva para reducir la circulación, y hoy sus sucesores se posicionan en el bando cochista como si cualquier cortapisa a los coches significase la victoria del terrorismo etarra-comunista-yihadista? Bueno, esto da para muchos análisis que ya exceden los límites de la M30 y de unas elecciones municipales, pero intentaremos dar alguna pincelada antes de que termine este párrafo: la Derecha, culturalmente, es estéril e incapaz de innovar. Pero es increíblemente hábil apropiándose de las innovaciones de la Izquierda y corrompiéndolas para uso propio. Por ejemplo, el victimismo: cuando la Izquierda empezó a exigir políticas para colectivos históricamente victimizados (mujeres, minorías religiosas y/o raciales…), la Derecha descubrió que podía contraatacar inventándose el victimismo del rico, proyectando la imagen del porbe obrero al que no le dejan ni entrar en la zona guay de la ciudad con su Opel Corsa del 97 ligeramente contaminante. Una imagen con la que –hábil tratamiento mediático mediante- se identifica sin problemas ese señor a los mandos de un BMW X7 que vive de las rentas de siete pisos heredados, y todos los wannabes que quieren ser como él. Esta fórmula (aquí aplicada al coche, pero también es usada, o se usará pronto, para la propiedad inmobiliaria, los vuelos en avión, los seguros privados, o el consumo de carne, así que váyanse preparando), sin embargo, no habría fructificado sin unos medios de comunicación en caída libre que decidieron empezar una carrera de a ver quién saca la portada más bestia para llevarse más clicks, en una caída al pozo de la desvergüenza en cuyo fondo esperaba el trumpismo cañí sin complejos (y con generosos bolsillos). En general, basta con leer cualquier periódico de derechas desde 2008 más o menos para hacerse a la idea: ni una propuesta constructiva o idea para un mundo mejor, todo es avivar resentimientos, reales o inventados, azuzar guerras culturales, y vender que la única consigna válida es el Sálvese Quien Pueda. Algo que se les está escapando de la mano incluso a los propios peperos, no hay más que ver la Caída de Casado o las campañas cochistas de VOX, surfeando en la misma ola populista que Almeida (“Carmeida” en círculos voxeros) usó contra Carmena y que ahora se vuelve contra él por no permitir que la gente use el SUV hasta para ir a cagar.
Exempli gratia de similar jugarreta mediática: la suciedad es un problema en Madrid desde hace varios años. La basura se amontona, las calles están sucias (salvo para las gentes de bien y en el Centro, ¡que allí pasan turistas!). Las contratas que incumplan pueden ser penalizadas, faltaría, pero el procedimiento es tan farragoso, las vías de las contratas para apelar tan amplias, y la forma de determinar judicialmente que una calle está “sucia” tan vaga, que aquello ha sido una juerga para los accionistas de Obrascón, OHL o FCC. Mientras estaba el PP, silencio sepulcral en la prensa al respecto. La gente sigue viendo la basura delante de casa, pero sin la foto en los medios no termina de verlo como problema político. En 2015 entra Carmena. La prensa, esa amiga, se tira de cabeza a la yugular, denunciando la suciedad del Madrid comunista, publicando puntual cada día alguna queja de algún vecino. Lo que antes era “mi calle está sucia, son los jóvenes y su falta de civismo”, ahora es “Carmena viene por la noche y tira sus mondas de patata en mi calle, la muy cerda”. Junto con otra media docena de problemas similarmente tratados, se erosiona el consistorio carmenil lo suficiente para que vuelvan los señoritos a estar donde deben. Entra Almeida, y mágicamente el problema desaparece de la prensa de nuevo. Lo gracioso es que Carmena no pudo tocar los contratos porque en 2013 Ana Botella los había blindado hasta julio de 2021 (y si no se puede pues no se puede, pero entonces explícalo y no seas bocachancla). Tres administraciones han tenido que comerse unos pliegos tan mal redactados que las contratas los ganaron incluso pasando de 6000 a 3500 trabajadores, pero solo a una administración le ha pasado factura política. Lo que planteó en la persona de Manuela Carmena la trágica disyuntiva de las izquierdas de hoy en día: asumir mansamente el marco de la derecha de que no se puede hacer nada y que te fusile al alba la prensa nacional (donde Obrascón, OHL o FCC ponen cada año varios millones de euros en publicidad), o liarte la manta a la cabeza reventando contratos y administraciones, y que te fusilen a media mañana los jueces del contencioso-administrativo (donde viste togas algún sobrino o primo del CEO de Obrascón, OHL o FCC, que se metió a juez porque no sabía qué hacer y allí tenía enchufe “porque un país no puede llamarse civilizado si no se cumplen los contratos”).
Otro ejemplo, cruzado con el sistema de justicia, son las denuncias gratuitas para lograr un titular: ante cualquier medida de los ediles de Carmena (en este caso, indagar porqué Madrid es desde Gallarón la única ciudad que paga -136 millones, nada menos- para que se organice en ella un Open de Tenis), se pone con gran algarada una denuncia por prevaricación, convenientemente publicitada en los medios, que así venden la imagen de “el Carmenismo, carne de presidio”. En ABC fue portada y todo. La querella en sí era tan disparatada que la Audiencia Provincial condenó al propio PP por mala fe y temeridad por haber puesto una denuncia palmariamente sin fundamento. Peeero: esto fue cinco años después, con Almeida (quien por supuesto no pidió perdón ni nada parecido) ya de alcalde.
La Reconquista
Tras el Interregno, las aguas volvieron a su cauce con una victoria de las derechas en 2019. Y cual Borbones dos siglos antes se pusieron a borrar cualquier vestigio del régimen anterior, renombrando Madrid Central o quitando los carriles que Carmena había peatonalizado. Pero no crean que lo hicieron poquito a poquito y disimuladamente, no: abiertamente, haciéndose selfies, riéndose ante las cámaras, o poniendo muchas banderas de España (y montando un Plan Renove para las ya existentes). En suma: dejando Madrid a los tres días que pareciera que el alcalde anterior hubiese sido Arias Navarro.
Si bien Almeida no se ha atrevido a restaurar el Antiguo Régimen en todas sus rancias y absolutistas formas, en lo mollar ha ido totalmente a saco: cada año, una bajada de IBI. 60 millones de euros que “se ahorran los madrileños”, es de suponer que algunos más que otros; a cambio, las aceras en muchas calles están levantadas por los hierbajos y algunos aún esperan que se repongan los árboles que tiró Filomena. Lo del IBI es un caballo de batalla de las derechas que la verdad no tiene mucho sentido desde el punto de vista pecunario, porque la bajada no son más que 20€ por barba, menos de lo que yo me gasto al año en empeorar nuestra balanza de pagos importando sirope de arce canadiense. Para eso Almeida podría haber hecho una bajada única (pero claro, entonces solo tienes un titular y no cuatro). Así que es necesario un análisis teológico-freudiano partiendo desde el bajo vientre, para explicar esta obsesión en el límite de lo legal: la posición del Dios Inmobiliario como gran tótem de la extracción de rentas basadas en la propiedad privada adquirida a base de herencias o chanchullos se asienta en la creencia generalizada de que una hipoteca pagada no es simplemente un engorro menos. No, es la Llegada a la Tierra Prometida, una especie de Conquista Ante la Eternidad. Has sufrido durante XX años y ahora esa casa es tuya PARA SIEMPRE, porque tú no te vas a morir nunca y la casa nunca va a ponerse vieja y tus descendientes siempre van a querer vivir en la tierra de Sanchinarro donde fluyen leche y miel, mostruo crack genio figura patriarca bíblico que partes las aguas. Todo el tinglado actual se basa realmente en que esto se lo cree una mayoría social, incluida gente que aún no ha pagado la suya, o que directamente jamás podrá pagarse un piso.
Y frente a esto, el IBI es la osadía de gravar a la Eternidad por su mera existencia. Es aparecérsete la Virgen María y sablearle tres euros para el Metro. Es un recordatorio que aun habiendo pagado del todo (o –vade retro Satanas– PRECISAMENTE porque has pagado todo) aún mantienes unas obligaciones hacia la comunidad, en otras palabras: es un resquicio teológico en la doctrina por el que algún día un Martín Lutero podría entrar para tirarlo todo abajo. Y por eso es un impuesto que hay que combatir, aboliéndolo idealmente y a falta de eso (porque con algo hay que apuntalar al IBEX y al Biotopo mediático, y el IBI aún es la partida de ingresos más grande) ahogarlo ya en la cuna para que no crezca. Extraño pues que en año electoral la hayan cagado tanto. La cosa ha llegado a extremos tan surreales que la Comunidad de Madrid, gobernada también por el PP en la persona de Ayuso, pidió al ayuntamiento que le perdonara los 17 millones de IBI que paga por los hospitales y juzgados de la capital para, agárrense, “invertirlos en sanidad”, todo esto apenas 100 horas después de bajarles Ayuso el IRPF a los ricos.
(La política inmobiliaria madrileña de los últimos 40 años se puede resumir en: la derecha, en santa alianza con los poderes financiero-inmobiliarios, va urbanizando más y más suelo, y usando los beneficios extraordinarios para montar fastos y hacer reducciones de impuestos permanentes. Cuando llega la izquierda, el mecanismo se gripa, sin que las izquierdas sean capaces ni de explicarlo ni de reformarlo, ni de enfrentarlo de cara, y en seguida vuelve la derecha. La duda es cómo seguirá esto en un futuro, porque próximamente se “cerrará” Madrid, cuando todo el suelo existente haya sido urbanizado. Probablemente lo mismo que vendrá cuando se agoten el petróleo, los chips o la comida: algún tipo de autoritarismo modernillo, ya sea en modo “Madrid is different”, ya sea en modo “Móstoles quiere volver al Reich”.)
También en otras cosas hemos visto una evolución desde “Derecha Antiguo Régimen por la Gracia de Dios” hasta “Derecha Moderna (edición Cánovas del Castillo)”: Carmena introdujo unos presupuestos participativos, de forma que los madrileños pudiesen proponer y votar por vía telemática como se debía gastar parte del presupuesto; cosas como paradas de autobús y equipamiento de parques, tampoco hablamos de subvencionar titiriteros. Denunciados como bolivarianismo puro por la derecha y cancelados cuando esta volvió a estar en el machito, posteriormente Almeida se encontró con que la UE condicionaba los fondos de cohesión a una cierta participación ciudadana, de modo que marchamos todos, Almeida el primero, por la senda bolivariana, si bien solo 50 millones en vez de los 100 que había con Carmena, y bianuales en vez de anuales, pero eso sí, la ciudad tapizada con publicidad institucional del Ayuntamiento recordándote que ¡tú puedes participar en la gestión de la ciudad!
Toda esta hegemonía pepera solo ha estado en peligro real una vez en estos cuatro años: durante la Semana de los Cuchillos Azules, febrero de 2022, cuando cayó Pablo Casado. (Esto hay que recordarlo periódicamente, por los loles: un presidente del PP que fichó a tránsfugas, asistió “por error” a una misa en homenaje a Franco, y tenía un amplio historial de declaraciones histriónicas, cayó cuando mostró reparos éticos -no legales- al hecho de que el hermano de una presidenta autonómica hubiese ingresado decenas de miles de euros por gestiones asociadas a contratos otorgados a dedo por la administración de su hermana para adquirir material médico de primera necesidad en una situación de emergencia nacional.) Una subtrama del Untergang casadista fue un espionaje denunciado por Ayuso, organizado presuntamente desde el propio ayuntamiento de Madrid por el coordinador general de la alcaldía, Angel Carromero. Carromero (héroe anticastrista hace doce años, “controvertido personaje” y homicida ahora) tuvo que dimitir, Almeida en cambio fue indultado por el nuevo régimen. ¿Porqué? Pues porque las derechas tienen clarísimo que con las cosas de comer no se juega, amics: al contrario que en la Comunidad, donde C’s ya fue degollado en el altar del Decreto de Unificación en mayo de 2021, en el ayuntamiento aún pervivían 11 concejales naranjas, absolutamente vitales para aprobar cualquier presupuesto o normativa y comandados por la vicealcaldesa Begoña Villacís. Si Villacís (que se enteró del Carromerogate por la prensa) hubiese presentado en ese momento una moción de censura, con los votos del PSOE y MásMadrid habría podido quedarse la alcaldía. Pero lo cierto es que ese escenario era más probable para Ayuso que para las izquierdas: pese a la masacre naranja acontecida en la Comunidad, pese a que todo indicaba una caída a plomo en las encuestas, y pese a que C’s no tenía nada que perder y sí algo que ganar (¡un año y pico mostrando su afamada GESTION BASADA EN DATOS en el mayor ayuntamiento de España!), Villacís optó por montar una comisión que no llegó a nada y por lo demás asumió mansamente que ella está allí para servir al PP a Dios y a España (in that order), sin cuestionar los designios divinos. A los dos meses, de hecho, Villacís pudo renovar sus votos cuando se supo (esto igual fue una filtración ayusista) que la Fiscalía Anticorrupción abrió causa contra dos empresarios (uno de ellos, el hijo de Naty Abascal y el Duque de Feria) por haberse embolsado seis millón en comisiones (posteriormente reinvertidos en un yate, un piso en Pozuelo y una docena de cochazos) con la venta al Ayuntamiento de material sanitario que luego resultó estar inflado de precio y/o defectuoso. Que en el ayuntamiento que vice-presides pasen estas cosas igual debería exigir algo más que una auditoría, por eso es importante recordar que España es un don que Dios nos ha otorgado para que lo transmitamos intacto a nuestros herederos hijos, y que todo lo que se haga en nombre de ese fin superior está justificado de sobra.
La oposición
¿Y la oposición? Gracias por preguntar, y espero que en su vida privada esconda un poco mejor las pulsiones masoquistas: frente a todo esto, la oposición está a por uvas y metida en las habituales peleas intra-izquierdosas. Sánchez-Mato, fulminado por Carmena, intentó liderar en 2019 una alternativa de izquierdas llamada Madrid en Pie con la bendición de PABLO. El invento reunió un 2.64% del voto y se quedó fuera (pero vamos, que ni traspasando esos 43.000 votos íntegramente a Carmena hubiese ganado esta). No lloren por Mato: acabó de asesor en el ministerio de Igualdad.
De las cenizas del post-Carmenismo, en el grupo municipal de Ahora Madrid surgido de las elecciones ejercía de portavoza (sí, elijo usar esta palabra, si son ustedes de la RAE indíquenlo en comentarios y les daremos una definición) Marta Higueras, que venía de ser a todos los efectos la vicealcaldesa de Carmena. Al año de las elecciones, Higueras y otros tres concejales dieron la espantá (porque no querían diluirse en un partido al uso sino servir a los ciudadanos y bla bla bla, todo ello retórica pata negra del podemismo temprano, por otra parte) y abandonaron Mas Madrid para formar grupo propio (en realidad no podían formar grupo, pero un oportuno favor al alcalde lo solucionó) llamado Recupera Madrid, ofreciéndose a Almeida para pactar cosas “para que no tenga que depender de VOX”. Aunque no se lo crean, esta clase de buenismo tiene su público, además del obvio intento de salvar algunas migajas del legado carmenil. Por ejemplo, el alcalde -que obviamente se choteó públicamente de la oferta- aceptó sus votos para la directiva de movilidad, lo que llevó a VOX a decir que Almeida les había engañado porque Madrid Central seguía existiendo aunque con otro nombre. Posteriormente, los cuatro fantásticos dieron sus votos para aprobar unos presupuestos (donde los carmenistas lograron arrancar la eliminación de algunos regalitos fiscales vía IBI y el nombramiento de Almudena Grandes como Hija Predilecta, algo de lo que el PP había pasado como de la peste en el momento de su fallecimiento). VOX entonces declaró la guerra al PP y se montó en el corcel del populismo cochero que hasta entonces había cabalgado Almeida, así que el jiu-jitsu progretarra igual hasta ha servido para algo. Sin Marta Higueras, se hizo cargo del grupo municipal de Ahora Madrid Rita Maestre, la María Magdalena de la izquierda alternativa, haciendo la típica oposición (moverse mucho y salir muy poco en la prensa). Vaticinamos que llegará a las elecciones y medio electorado ni siquiera la conocerá. Y el PSOE madrileño, como siempre: a por uvas.
Y hasta aquí podemos leer. Próximamente, la segunda parte, con repaso a los candidatos.
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Comentario de el guru (22/05/2023 13:02):
off-topic, pero me gustaría conocer la opinión de Andrés sobre el tema de la señora con síndrome de Down que se presenta en la lista del PP en Godella, Valencia. ¿Debe prevalecer el derecho de ella de representar sus opiniones políticas o el principio de irresponsabilidad que se supone al tener discapacidad intelectual?
¿son los retrasados un grupo denostado políticamente?
¿”No Taxation Without Representation”?
Comentario de el guru (22/05/2023 13:04):
El artículo de la noticia:
https://www.europapress.es/epsocial/igualdad/noticia-blanca-san-segundo-primera-graduada-sindrome-down-espana-listas-pp-
28m-soy-muy-valiosa-20230521120252.html
El artículo recuerda que ya hubo una concejala con síndrome de Down en Valladolid hace diez años.
Mis dieses al periodista por sacar la cita “la necesidad de que haya “muchas más personas con discapacidad intelectual dentro de todos los partidos políticos”.
Comentario de emigrante (23/05/2023 15:07):
Aquí el señor Jenal nos habla con conocimiento de causa porque le toca de cerca. Gran análisis.
“La chusma de la capital es un factor de riesgo para cualquier régimen” Cuánta verdad hay en eso. Los madrileños siempre fueron un pueblo muy empoderado incluso en tiempos predemocrátios por eso celebran su fiesta nacional el Dos de Mayo. Semanas antes ya le habían hecho una moción de censura a Godoy en Aranjuéz. Un siglo antes el Motín de los Gatos también se llevó por delante al gobierno del Conde de Oropesa. Por culpa del precio del pan, aunque algunos mantienen que maniobras de espías franceses estaban detrás puesto que Oropesa era austracista. Dicen que hasta el todopoderoso Felipe II, el Prudente se asomaba al balcón alarmado cada vez que se oía algo de algarabía en la calle temiendo por su vida. Supongo que por eso, cuando los antiguos griegos inventaron la democracia no pasaron de la ciudad-estado.
“La maldad de Carmena llegó al punto de que le surgieron independentistas” En el fondo todos los independentismos no son más que discrepancias políticas.
“políticos buscan ordeñar el máximo posible en las circunstancias dadas, siempre al servicio de su electorado, combinando el escrupuloso respeto a la letra de la ley con el máximo cinismo en la violación de su espíritu a punta de navaja para beneficio de los suyos. Permítanme también un pequeño brote de pesimismo antropológico: a lo mejor ganan elecciones por eso. Porque así es como el común de los mortales sale adelante en este valle de lágrimas, y ver que alguien en las altas esferas hace lo mismo les reconforta con el mundo” Amén a eso.
“Cuando llega la izquierda, el mecanismo se gripa, sin que las izquierdas sean capaces ni de explicarlo ni de reformarlo, ni de enfrentarlo de cara, y en seguida vuelve la derecha” Yo ya he empezado a pensar que lo hacen aposta. En el fondo lo que quiere la izquierda es que gobierne la derecha y conformarse con el victimismo desde la oposición. Se ha negado a presentar batalla, sobre todo en el PSOE, no hay más que ver los candidatos que presentan a cual más insignificante.
En el fodo todos los problemas de Madrid (vivienda, basuras, transporte, contaminación) tienen la misma causa y son el reverso de los de la España vaciada. Hay demasiada gente aglomerada en un solo sitio. Si no existieran los coches los madrileños se asfixiarían en sus propios pedos y transpiraciones. En cualquier otra ciudad existe una fábrica o actividad económica que genera la masa crítica alrededor de la cual gira la economía local. Madrid vive de su propio tamaño que a su vez la hace crecer en una espiral descontrolada que ni derecha ni izquierda son capaces de detener. En otros países cuando vieron una dinámica parecida se llevaron la capital fuera de la metrópoli como en Holanda (Amsterdam-La haya), Brasil (de Río a Brasilia) o Australia (Sidney-Camberra). Propongo poner la capital de España en Teruel, Benavente o Navalmoral de la Mata.
Comentario de Casio (24/05/2023 20:19):
Lástima que Jenal haya escrito el artículo antes de la colleja en público de Florentino a Almeidita, parece una escena redactada por el mismo Echenique, el amiguito de Ferreras, el capo madridista, el amo de las obras en Madrid, humillando en directo al alcalde que democráticamente nos hemos dado todos y todas los madrileños a todos y todas. Si me lo cuentan no me lo creo.
Comentario de Gregorio de la Casa (26/05/2023 12:24):
Hay personas Down y de otras discapacidades o incluso enfermedades en principio muy deshabilitantes con grandes capacidades en ciertos ámbitos.
Por ejemplo, una gran proporción de alcohólicos de fin de semana, (un tipo de “binge drinking”), muy abundantes en toda en general Europa y en España en particular, son perfectamente funcionales en sus trabajos entre semana.
El fenómeno del cocainómano funcional es muy común en toda España en general y en la política en particular. Ahí está el caso de Miguel Bosé, funcional durante 30 años pese ir como iba de modo usual. Reconocido por él mismo.
Cierto es que también existe lo contrario, hay casos que con una discapacidad o desventaja relativamente pequeña resulta en una incapacidad total para asumir una tarea determinada. UNa tontada como un daltonismo leve podía ser peligroso en la operación de los paneles de control industriales antiguos, con muchos indicadores de color.
Se ha avanzado muchísimo en algunos campos, y hay que ir al caso particular para juzgar.
Comentario de Andrés (LPD) (27/05/2023 05:26):
#1 A mí me parece fantástico que se presenten personas con diversidad funcional, del tipo que sea, por varios motivos. En primer lugar, porque así damos oportunidad en más y más espacios de mostrar hasta qué punto y hasta qué concretos límites podemos aspirar en integración, que creo que la experiencia nos demuestra que siempre suelen ser más generosos de lo que pensamos a priori una vez nos despojamos de miedos o prevenciones (y que, además, dependen mucho de las personas concretas y sus situaciones y capacidades diferenciales, así como del esfuerzo y capacidad de superación). Todo eso es bueno, e incluso lo es aunque a veces podamos llegar a situaciones puntuales con no mucho sentido, porque es también la manera de aprender de ellas y de saber en qué casos ciertos esfuerzos de integración no tendrían sentido, a la vista de los resultados. Y, en segundo término, porque todo lo que sea que haya quien proponga, o se proponga, libremente para ser elegido por sus conciudadanos y que éstos puedan decidir libremente o no elegirlo o elegirla como su representante me parece bien.
Comentario de Andrés (LPD) (27/05/2023 05:30):
#3 Personalmente, desde que se la leí en Twitter a CuscusBCN, estoy muy a favor de trasladar la capital a Santander, para que no se diga que se barre para casa. Son todo ventajas.
Comentario de el guru (29/05/2023 12:10):
#5 Gregorio y #7 Andrés
Mis preguntas son cómo se establece la responsabilidad de un cargo político con discapacidad intelectual y por qué se traza la línea ahí.
Si quieren destacar que la representatividad es algo bueno, pues bien; creo que ya lo he comentado en esta página, la representatividad y la visibilidad de los colectivos pequeños es un valor positivo en cuánto es un reflejo de la sociedad en sí porque permite un debate político honesto. Si lo que quieren decir es que el hecho de que una sociedad refleje posiciones antagónicas da lugar a nuevas y mejores ideas (en plan dialéctico: tesis, antítesis, síntesis, etc) tengo bastantes dudas sobre eso (o por lo menos me gustaría ver un estudio basado en comillas-DATOS-comillas que lo desarrolle).
Tirando de hemeroteca me dice que en el caso de la concejala de Valladolid de hace 10 años se resolvió asumiendo León de la Riva la responsabilidad de las acciones de la concejala (en fin..), y buscando un poco más veo que desde 2021 la Ley 8/2021 elimina la figura de la incapacidad jurídica y la sustituye por la guarda de hecho y la curatela.
Entiendo que la guarda de hecho es (puesto que no veo que esté definida explícitamente en la ley) una persona de confianza de la persona guardada, que interpreta sus opiniones y lo aconseja a partir de ahí, siendo la diferencia con un tutor en que el guardado puede solicitar un nuevo guarda.
Aparte la ley habla de las típicas vacuidades como “permitir el desarrollo pleno de su personalidad” (que puede significar lo que sea, desde ser San Francisco de Asís a ser Atila el Huno) pero no veo como se podría reflejar esto en la responsabilidad de un cargo electo. Creo que es una medida que favorece la tecnocracia, de la que nunca me he fiado demasiado, ¿no es fraudulento con los votantes añadir una capa de interpretación a las opiniones de los políticos?
Y por otro lado, ¿por qué se pone la línea ahí? Si se trata de colectivos no representados en el espacio político, se me ocurre uno mucho más evidente: el de los menores de edad. Los menores son un grupo sin fuerza política y si pudieran buscar posiciones políticas bajo tutela o curatela adecuada seguro que hay ámbitos en los que su vida podría mejorar mucho.