¡García! (HBO, 2023)

(AVISO DE EXENCIÓN DE RESPONSABILIDAD: al parecer, algunos lectores no ven bien que en nuestras críticas desvelemos aspectos importantes de las series, lo cual les quitaría atractivo. Con independencia de que nos resulte un poco sorprendente que uno busque, en una buena crítica cultural, la exclusión de casi todo lo que tiene que ver con el producto y su sustitución por verborrea expuesta con suficiencia y que carece totalmente de contenido –es increíble, en este contexto, el daño efectuado por la crítica cinematográfica al cine-, como somos gente de bien les avisamos: aunque no se lo crean, la crítica de ¡García! desvela totalmente la serie “¡García!”).

 

¿Agentes secretos en España? Pues porqué no. Pero justo es decir que aquí, culturalmente, la referencia insoslayable es Mortadelo y Filemón. Y quizás Anacleto, Agente Secreto. Bien porque Ibáñez+Vazquez y su obra han moldeado el inconsciente nacional de forma irreparable, bien porque este nuestro amado país no da más de sí – eso ya depende de ustedes. El caso es que la idea de un “superhombre” español “en serio” (o al menos live action – las exclamaciones en el título no ayudan, por cierto) se enfrenta a retos casi insuperables. Por suerte, el material de base parece ser un cómic (que no nos hemos leído), lo que facilita las cosas, mezclando las partes “serias” con la soportable levedad de ser cómic. Al contrario que otras obras basadas en cómics, esta no es una serie que sigue y sigue y sigue y requiere de volteretas cada vez más locas, sino que parece ser un volumen ideado de principio a fin, lo que le da el empaque/coherencia necesarios para que la serie no se vaya (demasiado) por peteneras.

La base de la serie es que, en los años 50, el franquismo desarrolló un superagente con superfuerza, supervelocidad, superresistencia y otras cosas super, para servir a España, que por supuesto es un país super. Este superhéroe, de apellido García, trabajaba en los años 50-60 para una organización franquista, la Sección IX, camuflada en un cine de la Avenida de Jose Antonio (para ustedes, Gran Vía) de Madrid. Su última misión es, precisamente, atrapar al científico nazi que le ha “creado”, el doctor Neffenberg, pero es abatido y su cuerpo congelado/preservado durante 60 años bajo el Valle de los Caídos, aprovechando un pantano que había por ahí para generar sin parar la energía necesaria para su conservación.

 

Las bromas se escriben solas.

 

El caso es que 60 años más tarde es descongelado por una chavala 100% inverosímil – a ver, como personaje Antonia sí es muy real, lo inverosímil es que criándose con semejante padre y en semejantes ambientes haya acabado progremita perdida. Antonia, decimos, pese a criarse en un ambiente donde los periódicos no se escriben sino que se compran, es periodista y es quien encuentra y despierta a García, que ahora tiene que superar la transición desde 1961 a 2021, jiji jaja, que no sabe ni lo que es un móvil.

La trama principal de la serie, por llamarlo de alguna forma, es que los restos de la Sección IX, en teoría desmantelada, siguen por ahí haciendo de las suyas. Concretamente, quieren intervenir en las elecciones generales que están a punto de celebrarse. Aunque luego ni siquiera se trata de un “golpe duro”, solo de que ganen las elecciones “los buenos” para… no sabemos muy bien qué, quizás solo seguir con negocios inmobiliarios chungos de la mano de la mafia rusa. No se aprecia mucho más, solo un sosías de Rajoy que tiene que aguantar un par de meses más. Todo lo cual nace obviamente del Zeitgeist de 2015, origen del cómic, cuando podía parecer que el PP usaría triquiñuelas para evitar la llegada de Pablemos – ¡hoy en día una derecha liderada por Rajoy en la Vacuidad más absoluta ya casi parece los Buenos Viejos Tiempos, viendo a las nuevas hornadas!

 

¿Instituciones franquistas teóricamente desmanteladas que quieren instaurar gobiernos al margen de las elecciones? ¡Cuéntame más, HBO!

 

Dos candidatos con posibles se presentan a dichas elecciones: una señora de derechas, con iconografía azul oscuro, apodada “La Capitana”, con mierdas varias de corrupción inmobiliaria, y un señor de izquierdas, con iconografía roja (pero no puede ser el PSOE porque nos dejan claro que es “comunista”), llamado PABLO Rodero, más preocupado por los likes en Twitter que por sacar la verdad a la luz. La Capitana es secuestrada unos días antes de las elecciones, y la Sección IX le encarga a García el secuestro de PABLO, perdón, de P. Rodero, para sonsacarle donde está su rival, “que es un rojo y están todos compinchados”. Total, que García hace exactamente eso, se da cuenta de que le han utilizado, metemos un par de viejos amores en la trama, sacamos también al científico nazi, y nos cascamos un series finale (por ahora) en el Valle de Los Caídos a puñetazo limpio. Eso sí, sustituimos los aviones nazis con helicópteros de Airbus Helicopters.

 

Death Valley

Sobre el Valle de Los Caídos, surgen de vez en cuando voces en nuestro discurso público que dicen que el Valle de los Caídos es “un monumento a la reconciliación”. El primero en decirlo fue el propio Franquismo, si bien tardó un tiempo: el dictador lo anunció en 1940 explícitamente para “los héroes y mártires de la Cruzada”, aunque para la inauguración a finales de los 50 ya había metido a miles de muertos republicanos (sin permiso de las familias, y con tal nocturnidad y alevosía que no ha habido forma cierta de saber cuántos ni quienes son). Esta inclusión de última hora, claro, no respondía a ningún sentimiento de “reconciliación” (en la entrada a los osarios sigue poniendo “CAIDOS por Dios y por España”, y en las circulares a los gobernadores civiles donde se instaba a recobrar y mandar los restos a Cuelgamuros se insistía en que solo se enviasen restos de combatientes “de nacionalidad española y religión católica”), sino a la necesidad de dar buena imagen. También, se dice, a que Juan XXIII lo habría exigido como condición para elevar la cripta al rango de basílica menor.

Por razones que no vienen al caso (y que ustedes de todas formas no me creerían), yo estuve hace como 15 años en el dichoso valle y en la aún más dichosa cripta, y les aseguro que no vi ninguna bandera republicana, ni ningún símbolo del bando republicano. De haber por allí, que sé yo, una hoz y un martillo en hormigón de 150 metros de altura, creo que los habría visto. Pero nada, ni un miserable pin. Aguiluchos, yugos y flechas, en cambio, todos los que ustedes quieran y más. Extraño lugar de “reconciliación” entre dos bandos donde solo hay símbolos de un bando, y donde los del otro fueron traídos todos contra su voluntad (y unos cuantos del bando nacional también, cabe recordar). Como soy así de raro, la cripta/basílica no me causó ninguna sensación particular (más allá de la náusea intelectual de saber de qué iba todo eso) – y en cambio sí que sentí casi miedo… con la explanada de fuera. Porque esa enorme explanada, tan artificial en un paisaje tan montañoso, simboliza a la perfección la capacidad del franquismo de crear un vacío eliminando y triturando absolutamente todo lo que no le gusta. Así que, por si a alguien le importa, mi propuesta para el Valle es recoger todas las placas, monumentos, estatuas, murales y demás del franquismo y plantarlos todos juntos ahí, en plan Trastero de los Horrores, para romper la dichosa explanada.

 

“Juanito, aquí podríamos traer a tu padre.” “Ay Sofi, ¡qué cruel eres a veces!”

 

Aunque la serie políticamente (socialmente sí es bastante más progremita) tiende a adoptar una postura “ni de izquierdas ni de derechas”, hay una escena en el Valle de los Caídos en que un “nostálgico” -por usar el término que usaría nuestra prensa de bien- increpa a unos jovenzuelos perroflautas con “Franco trajo la democracia a España”. Detengámonos un momento en esto: porque ciertamente hay entre nosotros personas adultas y aparentemente funcionales que afirman exactamente esto último. ¡Y realmente se lo creen! Por eso hay que explicar los mecanismos psicológicos subyacentes: en 1936, “democracia” era sinónimo de autonomía para las regiones (y otras cosas que tampoco les gustaban y que durante el franquismo se quitaron, como la libertad de conciencia, el divorcio, el matrimonio civil, la libertad de expresión, la posibilidad de organizarte en un partido político, la educación sexual, la coeducación, la educación a secas que fuera más allá del adoctrinamiento en los principios de la Fe Única y Verdadera, una tímida reforma agraria, y un largo etcétera que podemos resumir como “Sodoma y Gorroja”), y por eso el golpe y la represión (para quitar el Estatut de Cataluña, pero ya que estamos pues aprovechamos para retrasar “Sodoma y Gorroja” otros 50 años). Desde 1978, sin embargo, “democracia” para algunos es básicamente el artículo 2 de la Constitución (con el 8.1 como cerrojo adicional): Cataluña no puede ser independiente porque la mayoría de los españoles ha votado una Constitución que dice que eso no es posible, y por lo tanto la independencia de Cataluña sería antidemocrática. Cabe decir que esa misma Constitución dice que una polla vale más que un chocho para heredar la Corona (aunque lo dice un poco más fino, pero esencialmente es eso), y es un poco difícil pensar que una amplia mayoría de españoles y sobre todo españolas estén de acuerdo con esto. Pero es lo que tiene viajar a la democracia en un paquete de Touroperador: o lo tomas todo, o no hay nada.

 

¡Campechano Tours!

 

Valoración

Se nos quiere pintar a García como un “facha íntegro”. Ese es el meta-chiste que subyace a toda la serie, crear un “facha bueno”. Y efectivamente, García es íntegro, respetuoso, un verdadero caballero, no hay duda, eso no se puede impugnar. Lo que sí que hay que impugnar es el hecho de que sea facha. En puridad, García no es facha, simplemente está chapado a la antigua. La única caracterización genuinamente “facha” que le hacen (que trabajaba en la seguridad del Valle de los Caídos y apiolaba a quienes, desarmados y desesperados, intentaban escapar) es el recuerdo -narrado indirectamente- de un anciano, metido un poco con calzador para que no dudemos que García es un facha.

 

El mejor agente secreto español de todos los tiempos, con artes marciales, varios idiomas y asombrosas capacidades físicas, que incluso trabajó de espía en Potsdam en 1945, ¿realmente va a currar de vigilante nocturno en una obra? ¿Con traje y corbata? ¿Sin pin de Falange? ¿Pudiendo mandarlo a Moscú a matar comunistas, o al menos sembrar la discordia proponiendo versiones tempranas del Eurocomunismo?

 

Pero luego García ni hace nunca el saludo facha, ni se identifica excesivamente con la monarquía, ni tiene una dialéctica de los puños y las pistolas, ni ataca a los inmigrantes. Bueno, sí que ataca a dos mafiosos rusos, pero ¡incluso esto lo hace dirigiéndose a ellos educadamente en ruso! ¡Un facha que habla ruso! Que ni siquiera lo aprendió con la División Azul, sino para una misión en 1945. Sí, hoy todo facha que se precie apoya a Vladimir Putin, pero el comic es de 2015. Pero, sobre todo, la integridad y el respeto, absolutamente incompatibles con ser un facha porque Lo Facha en su nivel más básico es creerte superior por razones raciales/religiosas/étnicas que te liberan de tener que mostrar ningún tipo de respeto o integridad o moral en tu trato con los demás. (Fenómeno que por supuesto también se da en Lo Progre, pero sustituyendo los imperativos étnico-religiosos con “mis lecturitas son superiores a las tuyas”, lo que exige al menos un cierto esfuerzo previo de leerse algunos libros y tal.)

 

¡La crueldad no es un bug, es una feature! ¡La gente no se apunta a Lo Facha “a pesar de”, sino “precisamente por”!

 

Sí, García luchó en la Guerra Civil, pero de nuestras lecturitas del franquismo sabemos que no todos los del bando “nacional” eran “fascistas”, también había reaccionarios, monárquicos y otros hierbajos del huerto del Señor. García se santigua un par de veces, pero luego ni siquiera lleva pulserita con la bandera. García les pide a unos jovenzuelos que le cedan el asiento a una anciana en el Metro, pero sin sacar la pipa. A García no le gustan los comunistas, pero tampoco los mata en cuanto se le cruzan (de hecho, desde un punto de vista “1951”, Antonia y sus amigos son anarco-comunistas perdidos, ¡pero a García le caen bien y todo!). García conduce un SEAT 600, pero en cuanto tiene pasta bien que se monta un pisito de estos modernillos que salen en El País Semanal. García podría ser tu abuelo, si tu abuelo midiese dos metros y tuviese la fuerza de cuatro bueyes.

Así que la premisa cojea. Y para rematarla del todo, a mitad de la serie los guionistas se pasan de buenismo: emplazan a García en una boda gay, y nada, que el hombre, con ver cinco minutos de celebraciones gays de gente muy feliz y contenta, se da cuenta de que “mira, tan malo no es esto, vive y deja vivir, amigo”. ¡Si incluso los oportunistas sin complejos del PP tardaron 10 años entre la denuncia ante el Constitucional y la boda de Javier Maroto! ¿Y este señor, recién salido de los años 60, que supuestamente es un fascista pata negra aumentado genéticamente en un laboratorio, en cinco minuto ha abrazado el perroflautismo, el matrimonio gay y comer sushi con palitos? Vamos, que la premisa naufraga antes incluso de llegar a puerto, pero las coñas y la producción sí merecen la pena.


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  1. Comentario de Intelestual (04/04/2023 22:27):

    Basurilla para estómagos agradecidos. La actriz principal debería tener prohibido volver a trabajar de cara al público. Mala de solemnidad.

  2. Comentario de el guru (08/04/2023 12:09):

    Supongo que no han oído lo que probablemente la noticia del año: Arabia Saudí y los Houthies ha alcanzado un acuerdo de paz de la guerra de Yemen tras ocho años, gracias a la intermediación de China.

    Esta guerra, impulsada y apoyada por los USA (y también nuestra Españita ha salido muy beneficiada gracias a la venta de armas) ha sido particularmente mortal e inmoral, gracias a las hambrunas creadas por Arabia Saudí que han causado la muerte a cientos de miles de niños, según informes de la ONU.

    Obviamente esto está relacionado con el acuerdo al que llegaron hace poco los Saudíes y China de comerciar con petróleo a cambio de yuanes, dejando a un lado el dólar. También supone un claro acercamiento a Irán, que financiaba al lado Houthi. Es un giro de 180º respecto a la era Trump, en la que A.S. y Mohamed Bin Salman hacían tratos abiertamente con los USA e Israel, fomentando una guerra que no ha llevado a A.S. a ninguna parte.

    En materia de genocidios nos queda pendiente el Tigray (entre medio millón y un millón de muertos por hambruna), en alto en fuego desde noviembre.

  3. Comentario de asertus (12/05/2023 09:45):

    La serie, ni idea, pero la descripción de democracia como necesidad de exista un estatut como que descarta a Francia como tal.

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