Susana Díaz ha muerto, larga vida al Susanismo
Corre una singular anécdota por los mentideros sevillanos. Figúrense una de estas tertulias de bareto, ya en extinción, donde la media de edad no baja de 55, versión intelectual, con señoros discutiendo el origen de Al-Andalus como nomenclátor de la región -que si viene de vandalus por la tribu de los vándalos, que si niño llénate por aquí otra ronda y pégale una patá al olivo- en la que uno de los egregios próceres era un veterano profesor de Derecho. Junio de 2013, está cantado ya que imputarán a José Antonio Griñán en los EREs y Susana Díaz será presidenta de la Junta de Andalucía. El estimado catedrático, jubilado, estaba poco al día de la política. Cuando se lo comunicaron se expresó con la prosopopeya que le caracterizaba: “¡La madre que la parió”. Y recordó un día que, tras darle clase en primero, se la tropezó por una cafetería cercana a la Facultad de Derecho de Sevilla, antigua Fábrica de Tabacos, hoy Rectorado de la Universidad. “¡Siete años! Le dije… pero Susanita, ¿no llevas mucho ya? ¿No es hora de sacarse el título? Y va y me responde: ‘No, si yo aquí estoy bien’”.
Que igual se lo inventó, de hecho, es lo más probable. Pero ilustra perfectamente la imagen de la interfecta.
Vivimos tiempos extraños. Susana Díaz ha perdido unas primarias y los carroñeros que le hacían la pelota hasta hace cuatro días se lanzan sobre su cadáver a decir “yo ya lo dije” o “nunca tuvo apoyo popular”. Nadie se para a analizar el Susanismo como forma de vida, sin analizar lo previsible de la hostia, seguramente porque si no se estaba publicando era por miedo a molestar a la jefa. El PSOE-A ha sido lo más parecido al PRI que ha tenido este país de Dios, con un dominio del clientelismo que hacía enrojecer de vergüenza a la mafia calabresa -dispararle a la gente para que te obedezca, que ordinariez, habría dicho Carmen Calvo- pero su táctica electoral habitual, mezcla de meter miedo con que viene la derechona, andalucismo blando folclórico y no hacer nada de nada funcionaba bien hacia fuera, pero nunca hacia dentro.
Juan Espadas ha ganado por agotamiento. Díaz nunca se había enfrentado a unas primarias internas de verdad, ni en la federación provincial de Sevilla, ni en Andalucía. En 2013 sus dos rivales, el actual ministro de Agricultura, Luis Planas, y el entonces alcalde de Jun y actual miembro del equipo de Iván Redondo, José Antonio Rodríguez Salas, ni siquiera obtuvieron los avales suficientes para concurrir contra ella. La lideresa siempre ha sido de obtener mayorías búlgaras del 98% y salvajadas similares, controlando el aparato por detrás con la sabia mezcla de promesas, amenazas y puestos a dedo marca de la casa. Hacia fuera confiaba en una mezcla de lo mismo pero aplicado a la dependencia del sector público de una Andalucía depauperada, entre otras cosas, por incomparecencia de la Administración en reformas de calado desde más o menos la Expo 92.
El votante andaluz, además, es económicamente de izquierdas pero sociológicamente conservador. Las ciudades nunca han ganado -ni perdido- unas elecciones en Andalucía. El PP arrasaba en ellas desde finales de los 90, incluso con Teófila Martínez, por aquel entonces alcaldesa de Cádiz, como candidata. Excepto Sevilla y su bastión tradicional de Jaén, los socialistas andaluces habían renunciado a gobernarlas -si acaso en Córdoba, califato rojo, aspiraba a tocar pelo apoyando a IU-, y basta ver la fortaleza popular en Málaga o Almería para comprobarlo. El tomate estaba en el agro, en los pueblos pequeños y medios, donde el color rojo arrasaba tradicionalmente. Que medio millón de votantes de esos municipios tradicionalmente sociatas a muerte del interior de Sevilla, Jaén, Granada o Huelva se quedase en casa en diciembre de 2018 es lo que decantó la balanza, y no la irrupción de Vox, que tenía más que ver con la inoperancia de Juanma Moreno como candidato del PP que otra cosa.
Curiosamente, Moreno Bonilla es el que mejor ha captado la esencia del Susanismo, del catenaccio político a la andaluza, consistente en repartirle bien la manteca a los empresarios del turismo colegas -ese Decretazo liberalizando suelo en pleno confinamiento tan torpe y ansioso que se lo ha tumbado el Supremo, que ni miraba las denuncias ecologistas contra jugadas de trilero parecidas de Chaves o Griñán- y parecer muy serio y circunspecto al salir en Canal Sur, con pinta de venir de encerrar a la Macarena. En realidad, a efectos prácticos, para el andaluz medio ha cambiado poco con el relevo del PSOE por la coalición PP-Cs: se recorta en Sanidad y privatiza la enseñanza pública, pero lo mismo que antes; el modelo económico es ladrillo+turismo con mucho paro para hacer competitivos los salarios de ambos, Juan y Medio sigue emitiendo a su hora y el Betis y el Cádiz en Primera. Qué quieres más.
Se habla mucho de Iván Redondo o Miguel Ángel Rodríguez, pero Elías Bendodo, presidente del PP de Málaga -tradicionalmente mucho más fuerte que el de Sevilla, demasiado pasota en la capital y roja en la provincia- y vicepresidente y portavoz del gobierno de la Junta, les da sopas con ondas. Concejal desde sus tiernos 25 añitos, Bendodo fue el primero en dar con la clave del problema en 2012, cuando Juan Ignacio Zoido, entonces alcalde de Sevilla y antecesor de Espadas, accedió, curiosamente, a la dirección del PP-A. En aquel Congreso, del que en esta santa casa les informamos puntualmente, el líder malaguita invitaba a, y cito textualmente, “parecer personas normales”. Dicho en román paladino, a no parecer señoritos y desactivar el miedo cerval a “la derechona” que les seguía vedando el camino de San Telmo.
Claro, su problema fue que el líder elegido en dicho Congreso era Juan Ignacio Zoido. Que visto desde este relevo en la acera de enfrente, por cierto, tiene su miga. El más tarde ministro Piolín duró menos de dos años al frente del PP andaluz y entonces se leyó, tanto su colocación como su cambio por Moreno Bonilla, como un juego de equilibrio interno ‘marca Mariano’, en el que se alternó a un hombre de Cospedal por otro de Saénz de Santamaría al frente de una agrupación numerosa e importante por las ciudades que controlaba pero que se daba por perdida a nivel autonómico.
El ejemplo de Bendodo no son los alcaldes sevillanos, a cada cual más payaso en los últimos 30 años incluyendo a los propios Zoido y Espadas, tan parecidos que podrían ser la misma persona con gafas y sin gafas, como si el exministro fuese el Clark Kent del actual líder socialista. No, Bendodo tiene de espejo a su exjefe, del que fue número 2 casi dos décadas, el eterno alcalde de Málaga Francisco de la Torre. Este básicamente ha convertido su ciudad en el resort más grande del mundo, pero ha sabido venderla bien, con congresos, festivales de cine, museos de renombre internacional y toda la parafernalia. Que por el camino haya destruido el centro histórico, el litoral y le haya vendido hasta los calzoncillos a pájaros como el jeque Al-Thani, eso es lo de menos, porque “hay trabajo”.
Es decir, que ha muerto políticamente Susana Díaz, pero el Susanismo sigue vivo. No hay renovación en el PSOE-A y precisamente por eso ha triunfado el relevo. Entre otras cosas porque a Pedro Sánchez y su equipo actual de fans de El Ala Oeste les importa un pimiento quién gobierne Andalucía o si el partido queda limpio de cualquier herencia de los ERE y el clientelismo de otros tiempos. Otros tiempos: hace tres años. Está claro que a nivel orgánico Juan Espadas va a cambiar poco o nada, simplemente rotando los nombres, como el suyo propio, para que parezcan moderadamente nuevos.
Piensen que Espadas lleva trabajando en la Administración desde 1994, cuando aún no tenía ni 30 años, siempre asociado a la Consejería de Medio Ambiente -con erótico resultado, siendo Jefe de Gabinete y más tarde Secretario General le pilló el desastre de Aznalcóllar y como premio pasó a Director General de Prevención-. Más tarde, entre 2008 y 2010 fue Consejero de Vivienda y Ordenación del Territorio, nombrado por Chaves y luego relevado por Griñán. Entre otras cosas, en plena crisis, se le encargó un plan de construcción de vivienda con precios públicos y una Ley Reguladora del Derecho a la Vivienda que las actuales cifras demuestran su eficacia a 10 años vista, sobre todo en la Sevilla que él gobierna.
Espadas, en fin, es un señor que en febrero de 2020 decía que la OMS tenía que venir a explicarle a la cara que era eso de la pandemia porque la Semana Santa en Sevilla no se cancela por cualquier cosa y que, como muchos regidores de ciudades turistificadas, tiene dos grandes críticas: no permitir suficientes terrazas de bares en las calles, por un lado, y por el otro no poner coto al ruido de los pisos turísticos y la suciedad que conllevan. No es alguien, en fin, que vaya a darle la vuelta a ningún modelo.
Esto explica, por ejemplo, que una antigua militante y trabajadora a nómina del partido en hacer encuestas por los municipios de la Andalucía interior puerta a puerta, el día que se confirmaban los tres candidatos a las primarias, comentase en petit comité que era lógico que “Madrid” apostase por Espadas. Hacía falta “un señor así con pinta de serio, no uno tipo Podemos, que en los pueblos no se va a comer nada”. Y añadía “que seguimos votando muy cateto, aunque sean primarias”.
“Uno tipo Podemos”, por cierto, era Felipe Sicilia, actual diputado por Jaén en el Congreso -antes lo fue en el parlamento andaluz-, licenciado en Ciencias Políticas y policía nacional en excedencia que ejerció como asesor de Gaspar Zarrías, el MAR de Chaves y Griñán, entre 2008 y 2011. Sicilia nació 1979, es decir, cinco años menor que Susana Díaz. Está casado con otro hombre y en 2019 se hizo viral por ir al Congreso con una camiseta del “fantasma LGTBI” o Gaysper parodiando un cartel homófobo de Vox. Este perfil, asociado al mismo núcleo del caso ERE vía Zarrías y que en Madrid o Barcelona perfectamente podría militar en el PP, es lo que entendían por “revolucionario podemita quemacontenedores” entre los críticos a Susana Díaz y las agrupaciones socialistas del interior de Andalucía.
La magnitud de la tragedia del bucle de la política andaluza será la próxima convocatoria electoral, en la que básicamente Ciudadanos desaparecerá reabsorbido en el PP -si hubiese elecciones mañana, no sería raro que Moreno obtuviese mayoría absoluta o tan holgada que le bastase con la abstención de Vox, al estilo de Díaz Ayuso en Madrid-. Espadas no tiene proyecto, de momento anda por ahí hablando de “descentralización municipal” de Andalucía, chorriconstructo de intentar apoyarse en el muy inútil voto de las ciudades que ya enarboló en su momento Sánchez Monteseirín, anterior alcalde socialista conocido como Menteserrín en círculos académicos y más tarde abanderó el PP.
Por el camino queda ver que Díaz entregue las armas pacíficamente. Es probable, pues querrá colocarse en alguna parte -no tiene lugar al que volver, siempre “ha estado bien aquí”- pero, aunque sea cabildeando en bastidores, no será sin un precio y probablemente salvando la cara de algunos de sus partidarios que más se han mojado.
El alcalde de Sevilla necesita, para recuperar el medio millón de votos que en 2018 no votó a Díaz pero en 2019 fue dos veces a apoyar a Sánchez, quitarse lo de “de Sevilla” lo antes posible en una región donde los piques con el “pequeño Madrid” del Guadalquivir han sido tradicionalmente utilizados por el PP contra la Junta de Andalucía, algo que ya condenó a Zoido a tener escasa lealtad de sus barones provinciales. Las ironías de la vida.
El primer desafío de Espadas, por ejemplo, vendrá por Granada, donde hay un curioso pitote en el que el actual alcalde de Ciudadanos, Luis Salvador -antiguo senador socialista-, gobierna con 2 concejales, él incluido, de 27. El PSOE granadino, que fue de Madina, de Sánchez y ahora de Espadas -siempre de cualquier cosa menos de Díaz- intenta presentar una moción de censura que pasaría, sí o sí, por recibir el apoyo de un tránsfuga del PP antiguo presidente de la Diputación con fama de meter mano en las listas de oposiciones y oscuros manejos urbanísticos. Desde aquí le aconsejamos que aprenda de Juanma Moreno y no haga nada de nada.
Compartir:
Tweet
Comentario de Bellver (18/06/2021 10:13):
“El PSOE-A ha sido lo más parecido al PRI que ha tenido este país de Dios”. El PNV, el PP madrileño y las sucesivas mutaciones de CIU tienen algo de decir al respecto.
Comentario de Perri el sucio (18/06/2021 12:14):
muy buen resumen, doy fe de que todo lo referido a malaguita es escrupulosamente cierto
Comentario de El guru (18/06/2021 12:54):
Algún comentario de cómo va el tema del mundo Podemos y AA? Influye el hecho diferencial andaluz en el arte de las puñaladas?
Comentario de emigrante (18/06/2021 14:53):
En el resto de España y en cualquier otro lugar del mundo el campo es conservador y la ciudad es progresista. En Andalucía es justo al revés. La excepción andaluza es lo que ha mantenido al PSOE en el poder más tiempo que ningún otro partido en su feudo. Hasta el PNV hizo una pausa, aunque en extrañas ciscunstancias. Y esto es así por el PER.
No corran a criticarme que ahora voy a hablar bien del PER. Cuando se creó no se hizo pensando en los jornaleros sino en los señoritos. De no haber sido por él el éxodo en el campo andaluz habría sido mucho más rápido y traumático que en la España vacía. Y los terratenientes no habrían podido encontrar mano de obra. Entonces todavía no había inmigrantes ni ganas que tenían de venir. Ya me hubiera gustado tener algo parecido en la mitad norte de la península. Hoy en día Andalucía es la comunidad con más paro (con permiso de Canarias) pero nadie se va de allí y su población aumenta.
Luego está el efecto colateral en las urnas que fue muy bien recibido y se convirtió en el objetivo principal del plan. Pero el tiempo pasa, la gente acaba encontrando alguna cosa fuera del campo, la población se estabiliza, vienen los inmigrantes y la cosa ya no funciona tan bien como antes.
Yo creo que el modelo está más que agotado y que no hay forma de resucitarlo. En una tierra donde la gente es culturalmente conservadora, si no la caga, el PP podría gobernar eternamente como en Galicia.
Comentario de tabalet i dolçaina (18/06/2021 16:43):
“En el resto de España y en cualquier otro lugar del mundo el campo es conservador y la ciudad es progresista” Madrid, no se si han oído hablar de ella.
Comentario de emigrante (19/06/2021 06:50):
Madrid es especial porque es la sede del Poder pero también tiene su cinturón rojo. Aunque en la CAM es imposible distinguir el campo de la ciudad. También se debe al esfuerzo que hace el PP en ingeniería social para mantenerla. Y con todo y con eso Carmena habría vuelto a ganar si Pablo e Iñigo no se pelean.
Comentario de Ojo (19/06/2021 18:22):
Ojo. Ni con los votos de la cosa esa de Sánchez Mato a Carmena le habría dado para gobernar. Algo más será, no solo la pelea UP vs MM, sobre todo cuando los primeros, oficialmente, no se presentaban.
Comentario de emigrante (22/06/2021 16:09):
Además de los votos de las dos candidaturas habría que sumar a los que se quedaron en casa asqueados por la pelea fratricida. Y aunque con estos últimos sólo podemos especular sobre su número, yo diría que sí llegaban.
Comentario de intelestual (23/06/2021 11:23):
La salida de los presos es el final del PSOE como partido nacional.
Comentario de Pablo Ortega (30/06/2021 22:29):
Por cierto, para los habitantes de esta casa que siguen pensando que Andalucía es roja rojita y que Perroxanxe ha logrado conservar la fidelidad de su antiguo granero electoral (y que si Susana perdió, es por Susana y por traidora), me permito mostrarles los fríos numeritos, lástima que no encajen con su realidad, pero así es la vida:
Generales Noviembre 2019 en Andalucía
Gobierno de Progreso (PSOE + UP + MP): 2.041.199 votos, 48,36% del voto, 31 escaños.
Ultraderechona Fascista (PP + VOX + Cs): 2.093.205 votos, 49,59% del voto, 30 escaños.
Se les agradece fijarse en que aun con todo y que el sistema electoral favorecía a la izquierda -debido a la dispersión del voto derechista en tres alternativas, frente a los dos opciones de la izquierda, visto que MP no llegó ni al 2% de los votos-, la derechona se quedó a un solo escaño de la izquierda.
Con esos mismos resultados que Ustedes aquí ven, antes de la pandemia, los indultos y demás gracietas del gobierno de progreso, la derechita conservaría la Junta de Andalucía con total seguridad.
Y eso que supuestamente el socialista andaluz estaba motivadísimo para ir a votar por Perroxanxe contra Franco redivivo, digo, VOX.