Şahsiyet (2018)

Pueblos hermanos

Confieso que nunca he estado en Turquía, y Estambul dejó de interesarme en 1453. Entonces, ¿a santo de qué voy a ver una serie turca? Vale que en esto de las Grandes Teleseries de la Posmodernidad hayamos dedicado su espacio a luteranos, mexicas, sudafricanos, austriacos, sicilianos, ateos y –vade retro Satanás- los engendros públicos y privados de las ondas patrias. ¿Acaso no es suficiente? Pues no, no es suficiente. Aquí en LPD hacemos frente al imperialismo audiovisual americano (sí, ya, estoy suscrito a la HBO, pero eso es una decisión personal que pertenece al ámbito de mi vida privada, y que no debería afectar, y además una cosa no quita la otra) de la mano de circunstanciales aliados y compañeros de caminos (aliados y compañeros que, la verdad, copian gran parte del lenguaje audiovisual americano). Por eso hoy les destripamos esta estupenda serie turca, protagonizada por un sosías de Joaquín Leguina y una inspectora de policía intentando no hundirse en las marismas machistas del departamento de homicidios de la policía de Estambul.

 

¿Cómo voy a ser machista si tengo amigas mujeres a las que encima admiro mucho?

 

Españoles y turcos no parecen a priori destinados a entenderse. Y sin embargo, son pueblos hermanos si alguna vez los hubo, con historias sorprendentemente paralelas: desde la insignificancia de unas tribus nómadas perdidas por Asia central los unos, desde la insignificancia de unas aldeas asturianas los otros, comienzan sendos relatos nacionales que cristalizan, más o menos por la misma época, en los dos imperios más top del momento: el otomano que va desde Argel hasta el Caspio y desde Ucrania hasta Somalia, y la Monarquía Hispana en la que no se pone el sol. Imperios top que tras atizarse yoyah como panes en Lepanto y Malta luego inician unas vergonzosas decadencias de duran la friolera de tres siglos (aunque sin alcanzar el nivel de decadencia de los bizantinos, insuperables en este campo), culminadas en 1920 y 1921, para ser sucedidas por sendos regímenes “modernizantes” (los turcos, en este caso, nos dan sopas con ondas a los españoles), y cuyos legados político-culturales son vistos con sospecha por el resto de Europa, esos snobs que siempre nos tuvieron envidia. Añadan el carácter netamente mediterráneo de ambas naciones, su querencia por el fútbol como sustituto de las pasiones guerreras, y la existencia de molestos nacionalismos en sus esquinas orientales, y ahí están puestas las bases para un fraternal abrazo. Si les preocupan la reacción contraria de VOX, o les da cosita el sistema político turco, fuertemente presidencialista, solo cabe decir que VOX, si pudiera, ¡haría los mismos cambios aquí con el Rey en cabeza! ZP, ese visionario, ya nos enseñó el camino; y Su Marianidad poco menos que se cambió el nombre a Mahmud. De no ser claro, por el “temita”, ya tu sabeh: la religión. El atávico desprecio español al “moro” como enemigo ancestral. Ah, pero aquí está el reto: “moro”, derivado del latín “mauri” para los habitantes de Mauritania, es un significante vacío que ahora mismo se asocia vagamente con “musulmán”, pero si logramos resignificarlo como “árabe”, ya tendríamos a Recep Tayyip Erdoğan haciéndose fotos con la camiseta del Real Madrid.

 

La verdadera Alianza de las Civilizaciones: ¡haber empezado por ahí!

 

Hay que añadir, además, que como musulmanes decepcionan bastante los personajes de la serie: aparte de beber cerveza y vino (que piden con absoluta naturalidad en el restaurante o compran libremente en el super, incluso los más conservadores), ni siquiera hay nada que justifique las histerias demográficas de nuestra carcundia local. Todos los protas que tienen hijos solo tienen uno (sí, ya, a nivel de guion es más sencillo centrar los conflictos familiares), porque Turquía ya cayó por debajo del nivel de reemplazo, y si no ha caído a niveles de España es porque ahí están los kurdos dándolo todo. Vamos, que la sociedad turca ya es más Joaquín Leguina que Arda Turan, lo que seguramente explique ciertas cosas. Y la única aparición de un niqab es cuando el asesino se lo pone para cruzar delante de una cámara de seguridad. El tópico que sí se cumple es el capilar: cualquier actor secundario tiene un pelazo que podría donar injertos a toda la plana mayor de Ciudadanos, y aún le quedarían suficientes para no desmerecer junto a PABLO.

 

La serie

La serie no es un quienhasido como Forbrydelsen (queremos ver un cierto homenaje en los enormes y amorfos jerseis que usa la prota, aunque no podemos descartar que se deba a la censura televisiva turca, o simplemente que en Estambul hace más frío de lo que pensamos): desde el principio sabemos que Joaquín Leguina, perdón, Agâh Beyoğlu, es el asesino, la única duda es a cuanta gente se va a cargar antes de que el Nuevo Feminismo le detenga. Como son doce episodios como doce soles (¿hemos dicho soles? ¡queríamos decir lunas!) de hora y pico, los muertos son unos cuantos, porque encima el Nuevo Feminismo, la inspectora Nevra Elmas, es la única mujer entre los 140 integrantes del Departamento de Homicidios, y estos se han tomado como una ofensa lo de que les hayan plantado a una mujer en medio y le hacen un mobbing que se caga la burra. En otras palabras, esto más que un thriller es un drama/tragedia, aunque use el lenguaje audiovisual del thriller.

¿Y por qué al señor Beyoğlu le ha dado por matar gente? ¿Es una combinación de su paso por el Kurdistán y ciertas tertulias políticas? Pudiera ser. Beyoğlu es un funcionario judicial que estuvo destinado en un juzgado del Kurdistán (y habla kurdo y todo, ¡que se quería integrar, en serio, no crean lo que dice la propaganda del PKK!) y en otros sitios, y que en su paso por los juzgados ha visto irse de rositas a un montón de criminales. Criminales a los que ahora, en el otoño de su vida, muerta su mujer y con un incipiente Alzheimer que le empieza a borrar el cerebro, decide ajusticiar por su cuenta. Para completar el drama, su hija (que se fue a vivir a Australia) inicia un divorcio y vuelve a Estambul con su hijo surfero-australiano de 16 años.

Sin embargo, es con la inspectora Elmas que la serie alcanza nivel de DRAMON escandinavo: su madre, casada cuatro veces, se ha dejado la piel para darle una buena educación y “que no acabes como una prostituta”, pero Elmas decide renunciar a una prometedora carrera en el sector privado, y seguir los pasos de su padre biológico, policía jubilado, e ingresado ya en un asilo, a pesar de que este siempre ha pasado un poco de la familia. Tarea en la que nadie la apoya, realizada contra la misoginia de sus compañeros, bajo los continuos “me has decepcionado” de su jefe, y donde encima tiene que poner buena cara para que los medios de comunicación la puedan presentar a lo grande como “joder, que modernos semos, una mujer en el departamento más top de la policía, y por méritos propios, ojo, nadie le ha regalado nada, y no ha tenido ningún problema para integrarse porque esta institución representa lo mejor de nuestro país y de nuestros valores”.

 

“Que modernos semos, una plebeya en la institución más top de la nación, y por méritos propios, ojo, nadie le ha regalado nada, y no ha tenido ningún problema para integrarse porque esta institución representa lo mejor de nuestro país y de nuestros valores”. ¡Niéguenme que esta serie no es de rabiosa actualidad también en España!

 

Culebronización

Pero lo que parecía un thriller o al menos un drama, pasado el primer tercio parece convertirse en un culebrón surrealista, como muy tarde cuando Agâh Beyoğlu decide hacerse furry y perpetrar algunos de sus asesinatos disfrazado de gato. ¡Hoygan, y le sale bien varios capítulos más!

 

¿En serio que la policía turca no es capaz de pillar a un jubilado medio demente que va por ahí pistola en mano disfrazado de gato, pegándole tiros a la gente, y con cadáveres en el maletero del coche? Va a ser subversiva y todo la serie.

 

La culebronización además se manifiesta en la incorporación de cada vez más tramas paralelas, de personajes que no estaban ahí en un principio y a quienes se les da tiempo y espacio para pintar un simpático retrato costumbrista de la Turquía rural, o al menos de una ciudad lo bastante lejos de Estambul para mantener un cierto carácter propio y no decaer en ser ciudad dormitorio, pero sí lo bastante cerca como para llegar en un par de horas: Kambura. Kambura -hasta donde puedo ver, un lugar ficticio- es el sitio que parece conectar a todas las víctimas, el sitio donde Elmas tiene a su madre y donde vivió de niña, y donde Beyoğlu sirvió un tiempo de funcionario judicial. Y también el sitio donde una turba mató, hace diez años, a una familia de inmigrantes gitanos quemándolos vivos en su casa. Crimen que queda barrido bajo la alfombra por el sistema y por las buenas gentes kambureñas, no contaminadas por las moderneces esas de Estambul, donde son unos despendolados transexuales que hasta votan socialdemócrata y todo en vez de a Erdoğan como Allah manda, y que motiva que Beyoğlu, a sus años, se tenga que enfundar el traje de justiciero ronroneante. Lo del gato lo elige porque le gustan los gatos, simplemente.

 

Por otra parte, el Cosplay parece gozar de buena reputación en Turquía.

 

En el trance, la serie se mete a visualizar un montón de realidades muy chungas allí en Kambura (no como en Estambul, donde los jóvenes en cambio crean un club de fans del “Asesino de perros” y se dedican a votar por vía online cual debe ser su siguiente víctima): racismo, violaciones ocultadas, matrimonios forzados de menores, crímenes de honor, analfabetismo, el papel de la mujer en general… vamos, lo que podríamos resumir como el discurso “¡que vienen los moros!” de ciertos sectores de la sociedad española. ¿Realmente refleja esto una realidad social turca, y de qué dimensiones? Si es cierto, es cierto, lo diga Şahsiyet o su abascalero, obviamente. Pero hay una diferencia: la buena gente de Şahsiyet está visibilizando y procesando un montón de mierda que tienen en su propio país. Y analizar, visibilizar y tratar tu propia mierda antes que nada, sin caer en “ellos peor”, en “nos tienen manía”, en las “maquinaciones de la Anti-Turquía” y en el negrolegendarismo, es de primero de parvulillos de Ser Una Persona Decente. Así que bien por ellos. Los políticos y periodistas españoles, en cambio, no siempre son decentes. Al final de esta visibilización sale también la conexión entre todos los personajes: Reyhan, una niña de 14 años, que se suicidó en 1996 tras ser violada repetidas veces por lo más rancio de Kambura, en plan “muchacha pobre y huérfana, si no es de nadie es de todos. ¿Qué no te gusta? ¡Haber estudiao!”.

 

Cuando decimos que democracia y civilización son básicamente el trato a los débiles y las minorías, y poco más, es por cosas como esta.

 

Como esto incluye señores de posibles y caciques de manual, todo el pueblo colaboró en ocultar la mierda bajo la alfombra, y como el inmigrante gitano tenía tendencia a hablar cuando estaba borracho, decidieron quemarle vivo con su familia e insinuar que él había violado a Reyhan, y claro, la pobre chica pues se quitó la vida, deshonrada. Reyhan era amiga de Nevra Elmas, y llevó un diario que acabó en manos de un probo funcionario judicial llamado Agâh Beyoğlu, que así se enteró de todo y tras cargar 20 años con la culpa de no hacer nada, decide empezar a repartir justicia. Ale, serie espoilerada a tope.

La serie se resuelve cerrando varias tramas a lo culebrón, pero la trama principal, Beyoğlu-Elmas, recurre a insinuaciones fuera de cámara y elipsis que se pueden resumir en: por violación, paredón; y madre soltera, pistola ligera. Vamos, que los kambureños se lo tienen ganado. Leguina y Ayuso, Beyoğlu y Elmas, pese a sus diferencias se han encontrado en terreno común con una extraña complicidad. Vivir para ver.

 

Şahsiyets

Agâh Beyoğlu: la encarnación otomana de Leguina (igual estoy llevando el chiste demasiado lejos, pero es lo primero que pensé al ver el personaje). Jubilado tristón que decide que, para los pocos meses lúcidos que le quedan, puede hacerle un servicio a la sociedad. Beyoğlu, además, nos enteramos a media serie, tiene en propiedad un edificio entero de viviendas en el casco antiguo de Estambul (bueno, más bien tenía, porque fue vendiendo un piso para el colegio de la niña, otro para la universidad, otro para el tratamiento del cáncer de su mujer…). Lamentablemente, el edificio era de su suegro, él solo lo heredó con la muerte de su mujer.

(Y digo lamentablemente porque si Beyoğlu se hubiese revelado como cuñao pata negra, ya saben, “en mis tiempos aún no éramos unos mimados que nos lo gastábamos todo en videojuegos y aguacates, yo esos pisos me los fui comprando uno a uno con el sudor de mi frente y mi mísero sueldecito de funcionario (sí, ya tuvo que salir el listillo, por ser funcionario el gobierno nos daba preferencia al comprar, ¡pero eso es lo mínimo para compensarnos por el tiempo que perdimos preparando las oposiciones!) de quince pagas. El primer piso estuve pagando hipoteca cuatro años y en 1983 no me pude ni siquiera ir de vacaciones, aunque es cierto que los siguientes fueron más fáciles porque los ponía en alquiler. A inmigrantes del Kurdistán que no les quería alquilar nadie más, así de bueno soy. Y sí, antes de alquilarles iba a ver a mis amigos del Cuerpo que me mirasen su ficha en el registro policial a cambio de un regalito, que una cosa es ser bueno y otra ser tonto”; si Beyoğlu, decíamos, nos hubiese salido “emprendedor inmobiliario de primera hora”, yo ya habría colgado en mi balcón una pancarta pidiendo la unión nacional entre España y Turquía en la Esfera de Co-Prosperidad Inmobiliaria Tricontinental del Mediterráneo.)

 

Nevra Elmas: la inspectora que tiene que cazar a Beyoğlu. Inicialmente aparcada en tareas de oficina por maniobras de sus compañeros, el hecho de que el asesino la mencione en las cintas de máquina etiquetadora que pega en sus víctimas hace que vuelva a apatrullar las calles, para demostrarnos a todos que las mujeres son igual de competentes que los hombres (la “competencia”, parece, consiste en pegar tiros al aire para espantar a reuniones molestas de ciudadanos, y ponerle una pipa en la cabeza a un informante reacio a colaborar, “suelta lo que sabes o tus sesos van a adornar el suelo junto con las mondas de pipas de girasol que has escupido al suelo, tío guarro”; casi hay que dar las gracias que ella no esté poniendo la mano con la misma alegría que sus compañeros varones).

Sobre lo de apatrullar: parece que el Nuevo Feminismo andaba corto de cash y se tuvo que conformar con lo que parece un Dacia Duster. Nada que objetar, yo también miré ese coche en su día, pero alma de cántaro, si vas a usar tu coche personal para tareas policiales, ¡no te lo compres naranja fosforito!

 

Toni Roldán e Inés Arrimadas en campaña.

 

Ateş Arbay: periodista/DJ liado con Elmas. Nada que ver con los periodistas españoles: Arbay no es corrupto (aunque un poquito corruptor), y vive él solito en un chaletazo enorme con piscina, al contrario que los mercenarios y plumillas locales que se parten la cara por los poderes fácticos a cambio de un salario que como mucho da para un piso en una urbanización cerrada con pádel. En lo sentimental, su tórrida relación con Elmas habría quemado (a 70.000$ el beso) la mitad y tres cuartos del presupuesto de la serie, de haber salido en la televisión generalista y no ser una serie web.

El detalle que se me escapó, pero que tuvo que escocerle a algún preboste, es que las fotografías que decoran su casa son de periodistas turcos asesinados, un extraño homenaje en una serie que a ratos bordea su propia caricatura.

 

Feza Yurtgil: la carta de amor que Anatolia nos escribe. Sí, a nosotros, a todos los españoles. Esposa de Mehmet Yurtgil, juez corrupto que constituye la primera víctima del asesino, es una señora mayor a la que el Alzheimer ha borrado casi toda la memoria, excepto una pasión que adquirió visitando a su hija en Madrid: bailar flamenco. Olvidemos todo lo pasado, y el amor fluirá, nos dice este personaje. ¿Hubo alguna vez una declaración de amor más hermosa y sincera como esta que nos hace Turquía? Que rueden ya una serie con Concha Velasco dando vueltas como los derviches giradores esos de la orden de los Mevlevíes.

 

Cemil Havran: no sé si en Turquía es de uso común la palabra cacique. Aunque se conoce no la he visto en toda la serie (si bien tuve que ver algún capítulo con subtítulos en portugués), el caso es que Cemil bey sería el favorito en todas las encuestas para cacique de Kambura. Si no va a haber hermanamiento hispano-turco, digo yo que al menos podemos unificar las televisiones públicas, que no creo que se note mucho la diferencia, y fusionar el distrito de Kambura con dos o tres diputaciones del noroeste español.

 

Sefa & Firuz: los Laurel & Hardy de la policía de Estambul, pero en plan chungo. Sefa va a todas partes con las gafas de sol y es un poquito corrupto (vende secretos a Arbay, aunque esa trama queda suelta), y Firuz es muy muy corrupto, totalmente en el bolsillo de Cemil Harvan (aunque la serie al final le exonera un poco, “hizo todo lo que hizo por su hijo enfermo”). Pese a ser tan diferentes, colaboran encantados en mobbingear a Nevra Elmas.

 

Comisario Tolga: el jefe de Homicidios. Eligió a Elmas de entre una docena de candidatas porque le hacía un poco de tilín, aunque luego resulta muy profesional el hombre. Razón, suponemos, de que unos fiscales bien conectados le aparten del caso.

 

Zuhal Beyoğlu: la hija de Agâh, huida de Australia y a la búsqueda de una salida de un matrimonio infeliz y de un cierto problema con la bebida, aunque lo que le pasa es que tras muchos internados, masteres y universidades ha acabado de ama de casa.

 

Valoración

Pues la serie es estupenda, la verdad. Con malos rollos y denuncias sociales al nivel de cualquier serie escandinava, pero cruzados con la alegría de vivir mediterránea. Se pueden hacer grandes series al sur de Schleswig-Holstein. La gente al norte de los Alpes no tiene el monopolio de nada, salvo de monarquías endogámicas con exceso naso-mandibular que encima suelen externalizarnos al Sur en cuanto han pasado sus mejores años.

 

El enemigo estaba en Viena y no en Estambul. Cómo nos equivocamos. Que desastre. Que mal todo.

 

Todo esto lo digo sin haber visto otras series turcas, así que posiblemente esto es un rara avis en el panorama otomano y no la norma. La norma, me tufo, debe ser rellenar dos horas y pico (con anuncios) en prime time con tramas que enganchen sin ofender a nadie. Muy especialmente a los poderes fácticos. Igualito que en España, vamos (aunque los turcos prefieren el drama sobreexagerado a la comedia de corrala). Con lo que esta serie por desgracia sería la excepción que confirma la regla, pero por otra parte facilitará mucho la mentada Unión Mediterránea, bajo los sabios auspicios de un matrimonio tanto-monta-monta-tanto entre la infanta Leonor y el nieto primogénito de Erdoğan, para enseñarles a esos estirados de más allá de los Alpes lo que vale un peine mediante un ataque en pinza sobre Frankfurt y Bruselas con sendas columnas de legionarios y jenízaros.


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  1. Comentario de Teresa (10/08/2020 20:45):

    Hola, me alegro que te haya gustado.

    Un detalle: no es una serie web, es una serie de una plataforma de pago. Cuando tenga el ordenador te cuento eso. Ha sido una rara avis porque les pilló al gobierno todavía sin capacidad de controlar las plataformas de pago turcas. Desde Sashiyet han cambiado la legislación y ahora es imposible sacar una serie como esta.

  2. Comentario de Teresa (10/08/2020 20:49):

    https://valenciaplaza.com/sahsiyet-el-breaking-bad-turco-libre-de-censura

  3. Comentario de Carlos Jenal (11/08/2020 13:16):

    @Teresa
    Sí, conocí la serie gracias a tu artículo, ¡muchas gracias!

  4. Comentario de Y (12/08/2020 11:14):

    el Jefe del proyecto de las bombas atómicas les dijo a los ingleses que el objetivo era “dominar a los rusos”

    lo que yo no sabía es que los ingleses estaban en el ajo, llamativa la continuidad

    América (1945-) continuó la guerra de Adolfo contra los comunistas

    https://www.amazon.com/Jakarta-Method-Washingtons-Anticommunist-Crusade/dp/1541742400/ref=sr_1_1?dchild=1&keywords=the+jakarta+method&qid=1596465319&sr=8-1

    Exterminar “rojos”

    Ahora podemos ver

    Desde el principio hay una poderosa hybris imperial: 1898

    Luego llega el espantoso acto fundacional de Hiroshima y Nagasaki para dejar claro quién es el top dog, pues en su loca arrogancia no imaginaban cómo andaba el proyecto ruso

    Luego llega 1967

    Luego llega 1991

    Y la suma de 1967 y 1991 cambia el uso de la hybris imperial, antes solo al servicio del capital

    En fin, espantoso imperio que rivaliza con el imperio Asirio en monstruosidad, y le gana en teatralidad, fantasía y burbuja mental

    Dice Chris Hedges que “el velo” … no recuerdo qué verbo emplea, pero es simpático ver cómo juega resonando las arcaicas palabras de Pablo de Tarso, se rasgó el velo

    Ya no hay cortina, velo, que tape la insufrible pantomima de la oligarquía imperial

    Bueno, sí, pero no, pues es una afirmación válida para cuatro pasmados ojiplaticos y boquiabiertos

    El mismo Pablo a continuación de entusiasmarse con el velo rasgado dice … pero hashem los cegó para que no vieran, o algo así

  5. Comentario de Y (12/08/2020 11:53):

    algo tengo que hacer, siempre digo lo mismo, para soportarlo, estamos dentro de una película distópica futurista de ciencia ficción

    el monacato es lo suyo, bien hizo Valerio del Bierzo

  6. Comentario de Y (12/08/2020 11:54):

    Chalmers Johnson

    https://youtu.be/sZwFm64_uXA

    Esto y un par de valerianas

  7. Comentario de Y (12/08/2020 12:52):

    bonus track

    https://youtu.be/FFDcGnupj8E

    Tarik Ali, sobre Pak

  8. Comentario de Y (13/08/2020 13:53):

    Apocalipsis, los últimos días del imperio de los romanos (1839-2049) De cuando la reina Victoria era Pablo Escobar al final pasando por el secuestro por orden de Washington de la hija del jefe de Huawei

    Autor Yehuda ben Hur

    Traducción de Teofilo Lozoya

    Enciclopedia Galáctica, Trantor

    https://es.m.wikipedia.org/wiki/Tr%C3%A1ntor

  9. Comentario de Y (13/08/2020 14:29):

    Jupiter, Juno y Minerva

    Los tres dioses de los romanos

    (I) El Viejo Testamento en su destino nuevo y manifiesto. Aquí la trilogía de Richard Slotkin. Regeneration through Violence. Fatal Enviroment, y Gunfighter Nation

    (II) Statu Quo

    (III) La hybris imperial. Aquí la trilogía del profesor Chalmers Johnson. Blowback. The Sorrows of Empire, y Nemesis acompañada del prólogo del general Butler

    https://es.m.wikipedia.org/wiki/La_guerra_es_un_latrocinio

    9 libros

    Para una caja del tiempo, faltan tres

    Caja del tiempo sin contaminar por la prensa del día. Enterrada cerca de un bloque de granito a los pies de un Carballo, capa de cenizas para los arqueologos de un planeta en órbita a Sirio, alfa del can mayor

  10. Comentario de asertus (15/08/2020 09:00):

    Hace un tiempo vi una serie turca, “Lobo”. La idea es que iba a ser parecida a Fauda, policías especiales contra el ISIS o así.., pero me pareció peor, al menos que la primera sesión.

    También curiosa para ver paisajes y paisanajes turcos.

  11. Comentario de rayario (17/08/2020 12:50):

    Es que Fauda es buenísima. Y aquí en el artículo hablan de la dicotomía entre Estambul y la Turquia rural, que son dos universos separados. Genial artículo, como siempre.

  12. Comentario de Casio (18/08/2020 19:09):

    Fauda es buenisima, triste pero buenisima. También recomiendo Kalifat.

    La conclusión es a parte de ser todos unos cabrones con todos, gana no el más justo ni el más compasivo, sino el que tiene la pistola más grande,as usual (quizá la ultima temporada sea un poco más dogmática, por cierto).

    Ya quisieramos nosotros tener unos administradores tan feroces y eficaces con nuestros enemigos víricos como tienen los judios con sus supuestos enemigos. Por cierto hablando de nuestros funcionarios, he escrito esto:

    https://remadmalditos.wordpress.com/2020/08/18/carta-a-un-alto-funcionario-muevanse/

  13. Comentario de alberto (19/08/2020 09:53):

    Para una mejora de su análisis de sus funcionarios (unos 3 millones +familiares + allegados, o sea, un porcentaje alto de la población que afecta seriamente al pais) debería tener en cuenta (nunca se olvide del informe económico de lo que sucede y que es el informe definitivo) que ellos tienen garantizado de por vida: la facturación de su empresa, el cobro de esa facturación (impuestos) y… sus propios sueldos. Es una ‘’garantia’’ obtenida y mantenida por la fuerza de la que NO disfrutan el resto de empresas y ciudadanos muy afectos por el Covid-19, pero esa es otro tema. Por tanto, sus funcionarios están permanentemente en el reino de la diletancia y ambiguedad. Es decir, en el reino de que ‘’puede que si hagamos algo o puede que no lo hagamos’’. Depende. Dicho al grano: solo actúan si ven algún riesgo para sus ingresos. Y el Covid-19 (ni muchos otros desastres, aunque existe uno que si lo hace) no los pondrá en riesgo de modo alguno. Por otra parte, la solución no pasa por que los funcionarios dejen de tener su sueldo garantizado, sino que es que todos lo tengan.

  14. Comentario de Casio (24/08/2020 08:36):

    Lo que me molesta es que, como en la compresión de la ineficiencia de la administración, en la actual pandemia se tengan en cuenta exclusivamente aspectos médicos, pero no otros como los urbanisticos y sociologicos que explican por qué la enfermedad nos afecta como nos afecta. Sobre esto, y sobre otros livianos temas como las clases medias en Madrid, el fracaso del discurso de Podemos en esas clases y otras cosillas he escrito esto. Espero que les guste: https://remadmalditos.wordpress.com/2020/08/23/madrid-por-la-mitad/

  15. Comentario de rayario (24/08/2020 09:50):

    #12 Muy bueno Sr Casio, siempre a sus pies. La explicación a esto la podríamos tener en el Principio de Incompetencia de Peter.
    Lo que no quita que tengan uds más razón que unos santos. Hace años en Cataluña se propuso un sistema de evaluación de empleados públicos, según el cual se veían obligados a actualizarse y se medía su rendimiento. No sé en que quedó aquella historia, pero lo veo prometedor. Tenemos una tendencia natural al chovinismo, al “perro no come perro” y a “no pisarnos la manguera”. Pero no podemos vivir como el Cid, buenos siervos sin buenos monarcas, porque si alguien cobra un sueldo de jefe… pues es para ejercer de tal y mostrar liderazgo, iniciativa y hacer propuestas.

    Les cuento una anécdota, de fiabilidad baja pero posible. Según un colega mío, en la Junta de Andalucia los directores de centros educativos deben firmar los protocolos sanitarios y hacerse responsable. Ante esa responsabilidad, para la que no están preparados, hay directores que han solicitado renunciar a su puesto. La Junta les ha contestado que, renunciando a su puesto, los mandan a la bolsa de empleo. La jugada de los directores-renegados era mantenerse en su centro como profesores, pero si eres jefe también tienes que serlo cuando vienen mal dadas.
    Suponiendo que esta historia sea verdad y que la Junta tenga la cara de hormigón (como esa comunidad de Madrid, pidiendo rastreadores voluntarios entre estudiantes de derecho. Que grandes), esto ilustra bastante sobre el concepto de liderazgo dentro de las Administraciones Públicas. Que como dice Alberto, entre tres millones de personas hay héroes y villanos, eso nadie lo duda. Pero como decía Cesar, no solo hay que serlo, sino también parecerlo y vamos mal en ese sentido.

  16. Comentario de emigrante (24/08/2020 10:44):

    Como siempre agradecerle al sr. Jenal su esfuerzo y dedicación por esta página y felicitarle por su gusto y estilo en esta entrada.

    Y ahora los pellizcos de monja: “bailar flamenco […] ¿Hubo alguna vez una declaración de amor más hermosa y sincera como esta que nos hace Turquía? Que rueden ya una serie con Concha Velasco dando vueltas como los derviches giradores esos de la orden de los Mevlevíes” Le recuerdo que allá por los noventa hubo una película de gran éxito de público, crítica y premios protagonizada por Ana Belén y basada en una novela de Antonio Gala, “La pasión turca”. Si aquello no fue una declaración de amor al menos fueron proposiciones deshonestas, al lado de eso lo del flamenco no llega ni a insinuación.

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