La conjura contra América (HBO, 2020)
Seguro que usted sabe que los americanos “nos salvaron de los nazis” (y de los comunistas, aunque con España hicieran la excepción). Un “hecho” que los propios americanos gustan de recordar a todas horas, mediante chorrocientas películas y series, para realzar lo buenos que son y lo bien que puede funcionar una intervención humanitaria, apúntense a la siguiente, ¡últimas plazas! Pero esa imagen de San Jorge Demócrata derrotando al dragón nazi en realidad se la deben a otro: es el resultado de una decisión tomada por un solo hombre contra toda lógica, un austriaco bohemio enganchado a la cocaína y las anfetas, el 9 de diciembre de 1941 en algún pueblucho alpino alemán. Dos días más tarde, el cocainómano se subió a un estrado en Berlín y declaró que el Reich alemán estaba en guerra con los Estados Unidos de América.
¿Por qué “contra toda lógica”? Consideremos por un momento la situación previa: Alemania está en guerra con Gran Bretaña y la URSS, pero no con Estados Unidos. Aunque el presidente americano, Franklin D. Roosevelt, simpatiza con los Aliados, la opinión pública americana es totalmente contraria a la guerra, y Roosevelt no puede declararla sin el apoyo del Congreso (aunque está usando todos los truquitos legales para mandar material, cosa que la oposición le afea con “está arriesgando nuestra neutralidad”). Eso no limita la popularidad de Roosevelt, que en noviembre de 1940 gana un inédito tercer mandato presidencial. Mientras tanto, la Wehrmacht avanza triunfante en el Norte de África y está a las puertas de Moscú. Aunque sus bases económicas son endebles y este es el pico de su expansión, en ese momento el imperio nazi parece invencible. En el otro lado del mundo, los japoneses aprovechan la ocupación nazi de Francia y Holanda para “hacerse cargo” de sus colonias asiáticas. Tampoco aquí Roosevelt puede intervenir: el público no quiere guerra, pero tampoco le gusta el expansionismo japonés, y Roosevelt al menos logra que le aprueben un embargo de petróleo. Los japoneses deciden que si tragan con las exigencias de Roosevelt su proyecto imperial está muerto, y sacan las consecuencias: el 7 de diciembre de 1941, atacan simultáneamente la base naval de Pearl Harbor, las islas Filipinas, Malasia, y Hong Kong, mientras se lanzan a por los pozos de petróleo de Borneo. En media hora los amodorrados y pasotas estadounidenses se transforman en un ululante clan del Kurdistán clamando vendetta en la plaza del pueblo mientras disparan al aire sus AK47.
Pero, y esto es a lo que veníamos, solo contra Japón. Había un enorme consenso nacional, totalmente transversal, en dirigir inmediatamente todos los recursos contra Japón. Ni de lejos había el mismo consenso para hacer nada contra Alemania. Alemania no había atacado a América, y no amenazaba intereses americanos. La animadversión de Roosevelt contra los nazis era considerada una obsesión partidista, ¿y cómo vamos a ponernos partidistas en un momento como este? ¿Qué Hitler implementaba políticas racistas, que masacraba comunistas, que pretendía colonizar amplios territorios con población WASP tras practicar un genocidio con los nativos? Bueno: no vamos a llegar al punto de decir que eso es el Sueño Americano, pero ese programa lo llevas a las primarias del Partido Republicano con un actorzuelo fracasado de mandíbula cuadrada y sonrisa Profidén como candidato, y del 30% no baja. Dejad a Hitler tranquilo, que no nos ha hecho nada, y concentremos todos los esfuerzos contra los traicioneros japos, era el consenso extremocentrista que se llevaba de calle a la opinión pública. Durante cuatro interminables días, del 7 al 11 de diciembre de 1941, todo aparentaba que lo que hoy conocemos como Segunda Guerra Mundial iban a ser dos guerras totalmente separadas: USA y China vs Japón en el Pacífico, Aliados vs nazi-fascistas en Europa. Con todos los recursos americanos redirigidos lejos de Europa. Los asesores de Roosevelt se arrastraban llorando por los pasillos de la Casa Blanca, pensando que habían entregado Europa a Hitler… y entonces, sin consultarlo con nadie, y sin necesidad alguna, es cuando Hitler declaró la guerra a Estados Unidos. La guerra se había vuelto global. Los yankees seguirían sosteniendo a los Aliados, eventualmente cruzarían el charco, y hoy se cuelgan la medalla de “en realidad, nosotros fuimos los más antinazis de todos, y además desde el primer día”.
Pero, ¿y si Hitler no hubiese cometido esa estupidez? ¿Y si en vez de “der Jude Roosevelt” se hubiese encontrado en la Casa Blanca a alguien más cercano ideológicamente? ¿Alguien del Comité América Primero, por ejemplo? Que Donald Trump no ha sido el primero en usar ese eslogan. Pues eso pretende explorar esta miniserie distópica de la HBO, basada en una novela homónima, y que parte de la premisa de que las elecciones presidenciales de 1940 las gana Charles Lindbergh, presidente del Comité América Primero, antisemita y admirador de Hitler. Narrado desde el punto de vista de una familia judía americana, y con el sello deluxe de David Simon, el autor de The Wire.
Los Levin
Los Levin, que así se llama la familia en cuestión, son 100% americanos: coche propio, casa en los suburbios, afición por el béisbol, y en lo religioso firmes creyentes en el Catecismo Espiritual Americano: no podemos saber realmente cual es el Dios Verdadero, pero todos estamos de acuerdo en que ha elegido a Estados Unidos como su favorito de entre las naciones. Herman, el abnegado padre de familia, trabaja de vendedor de seguros y lo peta en su suyo. Y además es firme votante del Partido Demócrata, ¡en el pasado incluso votó por Eugene Debs!
Lo gracioso es que te lo podrías imaginar perfectamente votando a los republicanos: a él, a su suegra (escandalizada con que las chicas judías ahora se echen novios goyim), a su amigo empresario que mantiene un taller de coches y una gasolinera, a su hermano con una distribuidora de fruta, y a su cuñada (la cual de hecho acaba haciendo campaña activa por Lindbergh, y eso que trabaja en el sindicato de profesores). Herman en realidad es una rara avis en su familia, un rojeras de principios por culpa de todas esas lecturas socialistas que le han recalentado el cerebro. Aunque los judíos son firmes votantes demócratas, no es raro que un candidato republicano se haga con un tercio largo del voto judío. Los jubilados judíos de Florida ya fueron claves en encumbrar a Bush II, y Donald Trump se los está camelando para las elecciones mostrando mano dura contra Irán. Si en la época del New Deal el voto judío republicano cayó por debajo de 15% fue porque, por obra y gracia de los nazis y del Comité América Primero, la pela y las buenas costumbres ya no lo eran todo.
Porque lo cierto es que en esos años el racismo en general era rampante en la sociedad americana, de manera transversal y hasta bien dentro del centro político. También en la izquierda, desde luego, pero en la derecha se presentaba combinado con un anticomunismo histérico. Toda una pléyade de periódicos, predicadores, think-tanks y tertulianos azuzaban desde sus púlpitos alertando de un complot internacionalista judío que supuestamente tenía infiltrada la administración Roosevelt y a su New Deal, al que llamaban “Jew Deal”, con el propósito de introducir el comunismo en América. Con políticos “centristas” y “razonables” metiendo de vez en cuando la cuchara en ese estofado a ver si se pegaba algún voto, que en tiempo de elecciones cualquier agujero es trinchera.
El caso es que Herman, a causa de sus prejuicios anti-nazis, rechaza un ascenso que le obligaría a irse a una ciudad llena de germano-americanos simpatizantes de nazis, y se queda en su barrio de toda la vida, donde todos son judíos (porque en el melting pot, vaya por donde, las ovejitas siempre se quedan cerca del rebaño correspondiente). Echando pestes de Charles Lindbergh y sus discursos antisemitas, escuchando a Walter Winchell (un proto-tuitero de izquierdas) en la radio, y por lo demás la familia vive la vida con normalidad, criando a dos semiadolescentes, cuidando de sus mayores, y preocupados por la hermana solterona y el sobrino que no es capaz de retener un curro y coquetea con amistades poco recomendables.
La divergencia
Hasta el segundo episodio (de seis) no llega la divergencia entre esta realidad alternativa y la nuestra, de la mano de las elecciones presidenciales. En nuestra línea temporal, Roosevelt ganó el voto popular por 55-45. Que parece mucho, pero fue la más estrecha de sus tres victorias hasta entonces, y eso que su rival, Wendell Willkie, era un candidato horroroso: con la Gran Depresión aun coleando, a los republicanos no se les ocurrió otra cosa que nominar a un empresario sin experiencia política. En la serie, prefieren a Lindbergh, con su aura de “héroe americano” por sus vuelos transatlánticos, y con su firme política aislacionista. Claro que con sus anteriores proclamas antisemitas, Lindbergh no es precisamente material de primera. Pero aquí entra en escena el rabino Lionel Bengelsdorf, destacado líder de la comunidad judía que sale a darle su apoyo a Lindbergh (quien durante la campaña ha barrido ese lado antisemita suyo debajo de la alfombra). Tampoco es que engañe a ningún judío, pero ya se encarga la tertulia política de los Levin de aclarar que si los republicanos le dan tanta cancha a Bengelsdorf no es porque pretendan cautivar al voto judío, sino como blanqueamiento de cara al votante de centro, que quiere que le dejen en paz con la guerra de nosequién y toda esa intervención estatal algo desbocada del New Deal, pero que es lo bastante modernillo como para que le eche atrás un candidato abiertamente racista. Ahora ese votante puede votar tranquilamente a Lindbergh, porque cómo va a ser racista si tiene a un rabino de telonero dándole su apoyo. Ha nacido “el judío de Lindbergh”. Sí, los tiempos cambian: si Hitler empezase de nuevo hoy, lo primero que haría sería procurarse un par de militantes de escaparate para acallar críticas: un “judío de Hitler”, un “eslavo de Hitler”, un “sindicalista de Hitler”, un “homosexual de Hitler”… para sacarlo cuando alguien le acusase de racismo o de homofobia. Poco más hace falta en el circo mediático de hoy, parece.
(Aunque la serie solo lo refleja de pasada, su futuro vicepresidente es Burton Wheeler, un señor cuya evolución fue muy similar a la de Rosa Díez, pero que en 1940 aún pasaba por “el progre de Lindbergh”, y así justificar la cháchara de “ni izquierdas ni derechas, sino sentido común”.) Con estos apoyo, Lindbergh solo tiene que volar de aeropuerto en aeropuerto (o mi nivel de frikismo ya es demasiado enfermizo, o el montaje del comienzo del segundo episodio es un calco del inicio del Triunfo de la Voluntad), donde se presenta ante una muchedumbre para soltar su “discurso de 41 palabras”:
Mi intención al presentarme a la presidencia es salvar a la democracia americana evitando una participación americana en una nueva guerra mundial. Su elección es sencilla: no es entre Charles Lindbergh y Franklin Delano Roosevelt, es entre Lindbergh y la guerra.
Y ya está, eso es todo lo que dice, y lo repite machaconamente una y otra vez. Con eso y con Bengelsdorf, gana las elecciones y comienza la fascistización de América. Que como a menudo con estas cosas comienza con tacto y sutileza, hasta el punto de que los propios “enemigos” se apuntan entusiastas. Hoygan, ¡que había asociaciones judías que apoyaban a los nazis! Se diseña un programa, “Simplemente Gente”, y una Oficina de Absorción Americana, con la idea de “integrar” a los judíos y otros indeseables otras minorías en la sociedad y enseñarles la “América real”. Porque para los esencialistas, un campesino de Montana es más americano que un urbanita judío, aunque los padres del primero aún nacieran en Noruega y los del segundo lleven cinco generaciones vendiendo bagels en Nueva York. Cambien Montana por Palencia y al judío por un musulmán, e igual encuentran a un Lindbergh hispano.
La discreta presencia de España
Pero al principio todos los asociados de los Levin se ríen un poco de Herman y sus manías, que te han comido el tarro, amigo, ¡que Lindy nos ha mantenido fuera de la guerra y la Bolsa está disparada y los negocios van viento en popa! La cuñada, emparejada con Bengelsdorf, incluso se presta a ir con el rabino como “judíos de escaparate” durante una recepción oficial en la Casa Blanca para Joachim von Ribbentrop. Herman solo encuentra solaz en su amigo Shepsie, dueño del cine del barrio, con quien discute de política, lamentándose una y otra vez que América está dejando vendida a Gran Bretaña y al resto del mundo “como ya hicieron con España”.
El caso es que el antisemitismo se va haciendo un hueco poquito a poquito en las acciones de gobierno. Al principio ni siquiera con leyes, sino con los fascistas de medio pelo que de repente se sienten envalentonados para asaltar cementerios judíos y pintar esvásticas en las lápidas, o para negar plazas en hoteles y bares “porque este es un país libre, joder, y si no quiero servir a negros, judíos o maricones pues nadie me puede obligar”. La policía hace la vista gorda, cuando no participa activamente, y empieza a vigilar a los judíos como “sospechosos” y “comunistas”. Herman clama en el desierto, mientras su mujer ya solo tiene miedo, y su hijo mayor no entiende por qué no puede ir a la Casa Blanca, jo Papá, ¡es la Casa Blanca! ¡Tienes mentalidad de judío del gueto, eres peor que Hitler!
Finalmente, la cuñada de Herman, algo cabreada con él por llamarla arribista traidora y trepa de mierda (¡solo por prestarse a bailar con Joachim von Ribbentrop delante de las cámaras! Vale que el hombre es cómplice de un genocidio, pero ¿qué fue de las formas, Herman?), inscribe a la familia en un programa gubernamental, el “Homestead 42”. Y a los vecinos ya de paso también. Que es una mierda fascista, pero con un inconfundible saber americano: en vez de meter a los judíos en campos de concentración, la administración Lindbergh simplemente pretende “diluirlos”. Enviarlos a Danville, a Missoula y a otros encantadores pueblos de la América profunda, y que la presión del ambiente y la falta de otros judíos aniquile su cultura y les convierta en buenos WASP. Para ello, el gobierno “sugiere” a las empresas privadas que envíen de manera preferente a sus empleados judíos a los mentados villorrios, “pero eh, no te sientas obligado, solo es una sugerencia, este es un país libre, aunque ahora mismo precisamente media economía está intervenida por esto de la guerra, no sé si me entiendes”.
Luego está Alvin, el sobrino de Herman, que decide pasar a la “acción directa”: apalizar a germano-americanos en las calles, y finalmente cruzar a Canadá y tomar el Chelín del Rey para irse a matar nazis. La cosa no sale demasiado bien, pero al menos lo ha intentado. Lo gracioso, y aquí la serie da en toda la diana, es que a la vuelta la poli le vigila por supuesto comunista. Porque claro, “solo un rojo, un sucio comunista, se iría a Europa a luchar contra Hitler”. Un chaval que en nuestra realidad habría sido recibido como un héroe por matar nazis, en esta es tratado como un leproso por exactamente lo mismo (similar a como lo fueron en nuestra realidad los americanos de las Brigadas Internacionales).
Spoileresolución
Finalmente, tras ir las cosas cada vez peor y experimentar una especie de Reichskristallnacht a la americana, la cosa se resuelve de una manera también muy americana: un golpe desde dentro/fuera. Ex oficiales de la administración Roosevelt, en comandita con los servicios secretos británico-canadienses, hacen desaparecer a Lindy, que en plan machote siempre va a todas partes volando él solito su avión. Su vicepresidente, que pese a sus orígenes superprogres ha comprado el pack antisemita al completo, declara una especie de estado de alarma ante la conspiración judeo-masónica que está detrás de todo esto, recluyendo a la señora Lindbergh en un hospital mental, deteniendo a judíos a diestro y siniestro, y haciendo la vista gorda ante los excesos del Ku Klux Klan, retratado como unas SS americanas. El ejército libera a la señora Lindbergh, que llama al Congreso a deponer a Burton Wheeler y convocar elecciones presidenciales extraordinarias en noviembre de 1942.
La serie termina aquí, sin aclarar quién gana, y dejándonos con las ganas de saber si se va a cumplir uno de los sueños húmedos que une a los fachas más desacomplejados con los estalos más tankies: ver a marines americanos luchando codo con codo junto a la División Azul y la Wehrmacht en Rusia (bien bombardeando juntos Leningrado, bien rindiéndose juntos en Stalingrado). Supongo que van a ganar los buenos, porque en una escena con enormes reminiscencias a la izquierda española Herman y Alvin llegan a las manos en una discusión política, clarísimo indicio que las fuerzas progresistas han vuelto a su normalidad de toda la vida.
La novela hace a Roosevelt ganar estas elecciones, y todo queda como un mal susto que duró dos años, del que solo permanecerá el rabino Bengelsdorf defendiendo una teoría de la conspiración que afirma que los nazis estaban detrás del secuestro del hijo de Lindbergh en 1932, que así le han controlado desde entonces, y que Lindbergh en realidad hizo todo lo que pudo por proteger a los judíos, y que por eso los nazis al final se lo cargaron. Vamos, una ida de olla para justificarse a si mismo, y también algo tremendamente americano, a sumar a las teorías sobre el asesinato de Kennedy, lo de los portaaviones de Pearl Harbor, o más recientemente el 11S. En la serie el final queda más abierto, con Roosevelt yendo bastante bien en las encuestas, pero con unos funcionarios muy sospechosos manipulando papeletas, presumiblemente para apoyar al candidato republicano. Debo decir que aunque Roosevelt es mi presidente favorito, por encima incluso de Lincoln o Eisenhower, me cuesta mucho creer que los demócratas fueran a poner de candidato a un señor de 61 años bastante enfermo (30 meses de vida le quedaban en ese momento) y que encima había perdido en 1940. Pérdida que además todo el mundo habría interpretado como “el público americano no tolera ni tolerará que un candidato se salte la sacrosanta tradición de solo dos mandatos”.
Pero la incertidumbre que quiere plantear la serie es más que correcta: una presidencia de Lindbergh, con los millones de militantes del Ku Klux Klan y los intereses de Wall Street detrás (Henry Ford es su secretario de interior), no habría sido un mero accidente histórico o el resultado de una “conjura contra América”. Al contrario, eso es algo que podría perfectamente haber pasado, que con otras formas y mensajes puede llegar a articular mayorías políticas en otros momentos, y que es hegemónico en grandes partes del país, donde si eres negro/judío/comunista nunca vas a dormir tranquilo. Que en nuestra roosveltiana realidad, apenas unos meses antes de la guerra, con Leyes de Nuremberg y noches de cristales rotos ya viento en popa a toda vela en el Reich, los Estados Unidos negaron la entrada a un barco lleno de refugiados judíos que tuvieron que volver a Europa. Muchos acabarían en campos de exterminio.
La serie, en suma, es estupenda, pinta una distopía perfectamente posible, y a la vez muestra una vida real de sus personajes que la hace aún más creíble. Mucho más, de hecho, que la pornografía nazi de El Hombre en el Castillo. Personajes que –a diferencia de nosotros- no saben realmente lo que significa el nazismo, porque este aún no ha revelado todos sus horrores, aunque lo intuyen. Ni siquiera hay un Pearl Harbor (un éxito de la administración Lindbergh que nadie recalca – seguramente porque Lindy les ha dado carta blanca a los japoneses), todo se concentra en Hitler y los nazis. A nosotros, la verdad, nos han faltado más politiqueos y alusiones a Trump, pero eso igual la hace más disfrutable.
La serie es también un efectivo mensaje de alarma contra la certeza de que “eso no puede pasar aquí” (al menos para los americanos, ¡en otros países sabemos que “eso” puede pasar perfectamente!). Y una advertencia de que “eso” tiene muchas formas. Creer que “fascismo” implica necesariamente campos de concentración y milicias de partido desfilando uniformados y al paso de la oca ante un líder supremo que suelta discursos histriónicos, implica también que regímenes sin esas características superficiales no lo son. Y no. El fascismo es ante todo un movimiento hipernacionalista, y como tal hunde sus raíces en mitos nacionales elevados a la enésima potencia. Es muy fácil para un americano ver un discurso de Hitler y pensar “menudo payaso, ese fantoche no pasaría ni el corte de las primarias de Iowa”. Lo que es más difícil de ver es que un hipotético fascismo americano estaría dirigido por una mala copia de John Wayne apelando al patriotismo, la bandera, la tarta de manzana y a “los valores que nos han hecho grandes”.
Como los israelíes y su política en los territorios ocupados se parecen bastante a lo que hacía John Wayne en sus películas, el establishment americano ya ha podido hacer su particular evolución desde el larvado fascismo y antisemitismo de los años 1930 al apoyo incondicional a Israel, con ventas de F-35 incluidas. El antisemitismo ahora se dirige a los musulmanes (fun fact: los árabes también son semitas, ¡no hay ni que cambiar la palabra!), aunque a los viejos hábitos les cuesta morir y ahí siguen, prestos a salir. Y como siempre, el “comunismo”, etiqueta que ahora resume el plan secreto de convertir a todos los americanos en musulmanes ateos para quitarles su dinero y usarlo para comprar elecciones en forma de paguitas a los inmigrantes ilegales. Una empanada mental totalmente absurda, pero igual de absurdas eran las teorías nazis sobre una alianza entre Wall Street y el Partido Bolchevique para reemplazar a la raza aria. Así que por favor menos buscar incoherencias en el programa facha, y más hacer series como esta.
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Comentario de Y (15/05/2020 13:28):
el gambito saduceo (2016-)
los saduceos promueven ahora a la luz del dia el fascismo, para que andarse con tapujos si el fascismo kosher es la religión oficial del Angloimperio (1967-)
el trauma Trump es lógico
los saduceos han triunfado
el fascismo judaico (el conjunto de sangrientas fantasías arameas del tiempo de los persas, el nucleo duro del “viejo testamento”) es la religión oficial del imperio nuevo de los romanos (1967-)
como dijo Ferlosio un Moses/Moises de tercera mano porque efectivamente fueron los cristianos los que les enseñaron a los yehudim a leer la Biblia comodiosmanda nunca mejor dicho
los saduceos han triunfado
los fariseos somos una antigualla decimonónica
por cierto … le veo muy creyente en los cuentos fariseos. Lo de Wall Street y los bolcheviques es historia y tiene toda su lógica
es agotador no poder hablar con franqueza del colosal enredo del fin del mundo (1914-)
Comentario de el gurú (15/05/2020 20:30):
¿Inmigrantes de segunda generación en Palencia? Como no sean los de Herrera que bajan a vivir a Venta de baños, me da que el símil va forzado.
Comentario de Iago (15/05/2020 21:38):
Que a Hitler le iba la química es bien conocido, pero ¿ lo de declarar la guerra a Alemania igual tenía algo que ver con el pacto firmado con los japoneses e italianos? A mi siempre me gustó la teoría de que Roosevelt sabía de sobra que Japón iba a atacar Pearl Harbor pero como lo que sucede conviene no se molestó en avisar a la base y hala, a guerrear por el mundo adelante. La serie seguro que está chachi pero como no gasto HBO pues castigao. La novela no tiene duda.
Comentario de Lluís (16/05/2020 06:43):
#3
¿Desde cuando a Hitler le daba por respetar los pactos? Una anécdota que cuenta Albert Speer en sus memorias, es que para agasajar a Von Ribbentrop, ministro de Exteriores por su 50º aniversario, sus colaboradores más cercanos decidieron regalarle una caja con una copia de todos los tratados internacionales que había firmado en ejercicio de sus funciones. Descubrieron que había muy pocos que no hubiesen violado. El Fúhrer y su entorno lo celebraron con unas risas, y eso que para la época (1943) la guerra ya no pintaba tan bien como unos años antes.
Añadir también que dudo que el pacto obligase a intervenir en la guerra al lado del Japón cuando éstos eran los agresores. De siempre que ha quedado muy mal poner una firma en un papel en el que te comprometes no sólo a ayudar a un aliado que es atacado, sino en apoyale cuando va a agreder a alguien sin ni siquiera informarte antes. De hecho, mucha alianza pero Japón no declaró la guerra a la URSS
Comentario de Pablo Ortega (16/05/2020 08:43):
Hace mucho tiempo, en mi tierna juventud, leí la novela y no me gustó demasiado. Podréis llamar porno nazi a “El hombre en el castillo” todo lo que queráis, pero precisamente la gracia de la distopía es jugar a cambiar radicalmente lo que pasó, en vez de limitarse a un mal susto.
De todas formas, si queréis una distopía razonablemente creíble de lo que habría supuesto un nazismo en USA, les puedo recomendar una. Es Southern Victory, una saga distópica de Harry Turtledove, ese mismo que escribió un libro donde Mahoma era cristiano y Constantinopla reunificaba toda la Romania, el Mare Nostrum, bajo el yugo de los césares. Como ya el nombre os lo puede sugerir, Southern Victory es un mundo donde la Confederación gana la guerra civil, y la Unión, resentida por la derrota, termina aliándose con la Alemania del káiser en la primera guerra mundial (que estalla por las mismas razones, el asesinato del archiduque), por lo que la guerra de trincheras será tanto en Flandes como en el “frente americano”. La guerra termina siendo ganada por la Unión y Alemania, por lo que el papel de perdedores resentidos le queda ahora a los confederados.
Es interesante el cómo pintan la subversión de la institucionalidad confederada (valiera ésta lo que valiera, claro está), aunque aquí el objetivo de los nazis vengativos no son exactamente los judíos. Son los negros, que ya eran, como era de imaginarse, sometidos a un régimen similar al apartheid.
Lástima que solo está en inglés.
Y de hecho, y aunque esto va a joder a muchos por aquí, la novela, más que recordarme a Adolfito, me recordó al chavismo. El gobierno de Chávez fue un constante “que viene el lobo”, con cada nueva decisión peligrosamente autoritaria o estatista que tomaba el régimen, con cada nueva violación a los derechos humanos, cada nacionalización, cada cierre de canales (porque RCTV no fue el único), cada nuevo preso político, etcétera, etcétera. Pero al final el lobo nunca llegaba, seguíamos siendo un país “normal” y “democrático”, y nadie, excepto tres visionarios, creía seriamente en que íbamos a terminar como Cuba, como un país comunista. Y cuando al fin llegó el lobo, era demasiado tarde para reaccionar.
Chávez mantuvo tan bien las apariencias que hasta extranjeros como ustedes se tragaron enteramente el cuento. De hecho aún hoy algunos de ustedes se lo creen.
Comentario de Iago (16/05/2020 10:55):
Hay que ver cómo somos. Para un pacto que respetan y nos quejamos. Además en el pacto tripartito estaba expresamente excluida la Unión Soviética así que tampoco sería ninguna sorpresa para Alemania que Japón no abriera otro frente en oriente. Por lo demás Hitler estaría hasta el gorro de no poder salir a hundir barcos a lo loco por el Atlántico. Entre eso y que a finales del 41 parecía que nada podía salir mal en el plan alemán… pues seguimos para bingo!! Si hasta Italia declaró la guerra a Estados Unidos.
Comentario de Intelestual (16/05/2020 12:51):
Un minuto de silencio por el comunismo español. La última persona sensata de esa ideología criminal ha muerto hoy y los últimos resquicios oligofrenicos viven en Galapagar o se atrincheran diciendo chorradas desde el ministerio de consumo.
Ya que sale el tema pactos, estaría bien recordar que Stalin y Hitler estaban muy de acuerdo en dos cosas (repartirse el este de europa y acabar con los judios) hasta que Hitler rompió el pacto. Quizás la única cosa sensata que hizo Aldofo en su vida fue matar todos los rusos que pudo. Una pena que nazis y comunistas no acabarán unos con los otros. Hubiera sido muy poético.
Comentario de Casio (16/05/2020 12:53):
Yo soy de la opinión de que Roosevelt buscó conscientemente la guerra contra Japón, era la única forma de acabar con el aislacionismo. Al embargarles el petroleo, la enorme flota japonesa para qué servía sin poder sacarla de puerto? los japoneses fueron a la guerra porque no tenian otra que eso o retirarse de China.Otro tema es que EEUU supiera exactamente donde iba a ser el ataque.
Sobre la declaracion de guerra de Hitler, yo creo que lo llevó su mal carácter. Hay que recordad que de hecho EEUU ya estaba ayudando a GB no solo con ventas masivas de armamento, incluyendo 100 o 200 destructores para asegurar los convoyes en el atlantico, si no que en la primera parte dela viaje de estos convoyes estaban ya escoltados por la marina americana y habia habido y algun problemilla. Supongamos que Hitler no declara la guerra: la ayuda masiva americana iba a ser cada vez mayor, la escolta de convoyes cada vez más lejos, y mientras Adolf, haciendose el sueco. No lo veo.
Comentario de Lluís (16/05/2020 15:28):
#8
También es posible que, teniendo que ajustar cuentas con Japón, los EEUU hubiesen tenido que destinar sus recursos al Pacífico, y mientras los japoneses estuviesen en pie, habría sido difícil convencer a la opinión pública americana que había que seguir desviando recursos a Europa de forma prioritaria. Y mucho menos declarar la guerra a Alemania, en el fondo es verdad que era Adolf el que tenía más motivos para declararla.
Aunque hubiesen podido seguir apoyando a la causa, es dudoso que hubiese sido posible desembarcar en el norte de África o Italia, y mucho menos en Normandía para el Día D. El objetivo de EEUU era “Alemania primero”.
Comentario de emigrante (18/05/2020 06:13):
#7, me he quedado ideológicamente huérfano
Comentario de emigrante (18/05/2020 10:23):
Uno de los secretos mejor guardados de la cultura gringa es que hasta un 60% de la población blanca (lo que supone un 40% de la población total) es de origen alemán https://www.youtube.com/watch?v=xoX4SYHnmi0
Esa cifra incluye a una prima de mi suegro (su padre emigró en los años 20) y a Donald Trump cuyo abuelo hizo lo propio. Lo que pasa es que como aprenden enseguida el inglés y sus apellidos están adaptados a la ortografía inglesa pasan por anglosajones, así Müller, Fischer o Schmidt se convierten en Miller, Fisher y Smith nada más llegar a la oficina de inmigración. Curiosamente los judío-americanos también son en buena parte de orígen alemán y esos sí suelen conservar su apellido alemán como Spielberg, Goldberg, Sonnenberg y otros terminados en -berg.
#2, lo mismo pensé yo. En Palencia no ha habido inmigrantes desde que Alfonso III de Asturias repobló la zona allá por el siglo nueve. Que hasta los peregrinos de Santiago aprietan el paso cuando cruzan por allí (como es terreno llano aprovechan). Puestos buscar un ejemplo cercano podía haber mencionado a los de ocho apellidos correctos, que algunos incluso prefieren antes un inmigrante de Tanger que uno de Palencia.
Comentario de Casio (18/05/2020 10:38):
Lluis, la decisión de “Germany first” estaba tomada desde el minuto uno, en cuanto EEUU se declaró en guerra. No por Roosevelt en exclusiva, Marshall, el jefe del Estado Mayor lo tenia clarisimo a pesar de las presiones de la Marina que , previsiblemente, preferian que el peso de los recursos se fuera al Pacifico. Marshall y el presi sabían que la guerra sólo se podía perder en Europa si caia la URSS y GB perdía la batalla del Atlántico.
Japón no estaba en condiciones de ganar a EEUU a largo plazo en ningun caso.
Comentario de emigrante (18/05/2020 12:33):
“Creer que “fascismo” implica necesariamente campos de concentración y milicias de partido desfilando uniformados y al paso de la oca ante un líder supremo que suelta discursos histriónicos, implica también que regímenes sin esas características superficiales no lo son”
La prueba del algodón para saber si un discurso es racista o fascista consiste en un ejercicio muy sencillo. Se cambia al sujeto al que se refiere por negros o judíos y se vuelve a leer para ver como suena. Así cuando Torra habla de “bestias con forma humana” no es lo mismo si se refiere a los negros o a otro colectivo que lo aguanta todo. Hay un episodio de South Park en el que Cartman descubre que basta una denuncia anónima de un vecino para que expulsen a una familia de ilegales. Entonces decide denunciar a Kenny para quitárselo de encima. Kenny acaba separado de sus padres en un campo de concentración para niños hispanos cerca de la frontera. Cuando se descubre que no es latino sino judío todo el mundo se asusta y tratan de arreglarlo. Entonces Kenny idea un plan para liberar a los niños hispanos y decide convertirlos a todos al judaismo. El director acaba huyendo de la prisión dejando a los guardianes con el marrón. Para algunos el nacionalismo se vuelve bueno o malo simplemente cambiando el color de la bandera.
Comentario de Lluís (18/05/2020 14:19):
#12
Le doy la razón en lo que dice, pero mi teoría iba en otro sentido. En lo que podía haber pasado si el führer no toma la inciativa de declarar la guerra a Alemania.
En este caso, el “Alemania primero” no habría sido aceptado por la ciudadanía americana, y lo primero sería la venganza contra el Japón y cada caja de munición embarcada para Gran Bretaña o la URSS sería una caja menos para el Pacífico. Y McArthur tampoco era de los que se callaban, habría costado bastante desoír sus peticiones sin tener un frente abierto con Alemania. Japón, sin ser rival, habría podido resistir un par de años o más, sus dirigentes estaban tan zumbados como el führer con eso de pedirles a sus subordinados que resistiesen hasta el último hombre, sin la bomba atómica es muy posible que hubiese sido necesario tomar al asalto buena parte del archipiélago japonés.
Comentario de Casio (18/05/2020 14:37):
No sé, yo creo que Roosevelt se las hubiera ingeniado de alguna manera para provocar la guerra con Alemania, un hundimiento misterioso de algun buque americano en puerto alemán, por ejemplo, o un ataque fantasma contra destructores americanos en el golfo de Tonkin, perdón, quise decir de Vizcaya…
Comentario de Lluís (18/05/2020 15:43):
#15
Puede, pero en más de dos años no lo había hecho. Digo yo si tenian que hacer algún montaje, podían haberlo hecho en verano del 40, con Francia derrotada, Inglaterra sola y la Unión Soviética enviando materias primas al Reich.
Comentario de Chuky (19/05/2020 20:03):
Por diosss, ese “sidriña” me ha hecho llorar
Sidra o como muchísimo sidrina
Comentario de Y (23/05/2020 21:01):
Finnegan
https://youtu.be/p_QdPLPmgO4
el bicho más feliz de este mundo
miles formamos parte de su club de fans
Comentario de Y (23/05/2020 22:00):
Un poquito de música
Beth Hart
https://youtu.be/BeK9m4y73HY
Comentario de Asturchale (24/05/2020 20:56):
Lo primero, espero que ese “sidriñas” sea irónico. Como asturiano, me ha sentado como una coz en el vientre.
Lo segundo, siempre he creido que “La Conjura contra América” es el ajuste de cuentas de un judío contra los no-judíos de su país: el terror atávico a todos esos polacos, alemanes, escoceses trasplantados a los que el día menos pensado se les activa el gen antisemita y arman una como la de los cosacos en el shetl del abuelo. Comprendo muy bien sus motivos, pero es un tema que me resulta poco atrayente. Lo veo un pelín… Provinciano.
Lo tercero, tenía entendido que los demócratas fueron el partido del KKK y los racistas sureños hasta que los republicanos adoptaron la “Southern Strategy” y se cambiaron las tornas. Es un dato que te hace replantearte las divisiones simplistas entre buenos y malos.
Lo cuarto, demos gracias a Dios porque América supo esquivar a la vez el peligro fascista y el totalitarismo rojo. Gracias a Dios que América barrió el fascismo de Europa, que plantaron cara a Stalin y que defendieron durante sesenta años la democracia y las libertades. Gracias a Dios que desarrollaron un movimiento pro derechos civiles y fueron difundiendo las ideologías progresistas y de integración de las minorías. El siglo XX es el de la derrota y la vergüenza de Europa, ambas autoinfligidas.
Lo cuarto me agota, de veras, me EXTENÚA intelectual y emocionalmente esta movilización permanente de redes sociales y medios de comunicación. Lo malo de estar perpetuamente en el asedio de Madrid, lo malo de estar siempre en las trincheras junto a la Pasionaria, es que no queda margen para matizar. No hay espacio: ser “centrista” se convierte en insulto. Criticar o simplemente cuestionar el poder se vuelve traición.
Tienes razón: el totalitarismo no tiene por qué ser un tipejo vestido de uniforme color mierda, y los fanáticos no siempre desfilan al paso de la oca. El fanatismo puede ser una ministra que se niega a justificar su gestión, chapoteando en el sufrimiento de las mujeres asesinadas, o un tuitero que JAMÁS tiene nada malo que decir del gobierno, o un instituto público de estadística que proclama el apoyo del noventa y siete por ciento de la población a una gestión nefasta. El fanatismo es Grande Marlaska anunciando con soberbia que “Este gobierno no tiene NADA de lo que arrepentirse”.
Orwell, como de costumbre, lo clavó: “Si quieres una visión del futuro, imagina una bota estampándose en un rostro humano – por siempre”
HASTA LA POLLA DEL CUENTO DE LOS BUENOS Y LOS MALOS.
Comentario de Casio (25/05/2020 11:49):
A mí me resulta fascinante lo que pasa en EEUU, la bolsa sigue siendo un negocio cojonudo alli, mientras en el resto del mundo se hunde. Su cultura politica es marciana para nosotros.
Comentario de ludovico (25/05/2020 13:37):
Bolsa Usa, una ¿cultura marciana? creo que solo lo es para ti.
Pista 1: ¿Cuales empresas sabes que cotizan en esa bolsa Usa y en el resto de bolsas mundiales: ¿empresas top, medianas o pequeñas y autónomos?.Pista 2.- ¿Cuales empresas crees que están palmando y palmarán con el Covid-19-¿ empresas top-monopolísticas, medianas o pequeñas?. Pista 3.- ¿cuales empresas sabes que palmaron en la crisis financiera del 2008?. Pista 4 : etc, etc..
Comentario de Casio (25/05/2020 14:29):
No me da la página para la tesis doctoral que me pides, el caso es que sigo la pista desde hace tiempo a varios fondos de inversión en RV en USA, China, Europa, y los únicos (de los que sigo que han tenido la famosa recuperación en V son los usanos.
Comentario de Casio (25/05/2020 14:35):
Y con respecto a la cultura política, las descarnadas declaraciones de politicos, opinadores y parte de la poblacióna favor de no sacrificar negocios asumiendo perdidas de vidas en Europa es impensable tal como se ha hecho alli. Aqui, cinicamente se intentó presentar con la famosa inmunidad de rebaño que se abandonó porque ningun politico europeo está en condiciones de imponer, de facto o de forma abierta, esa salida.
Comentario de lalo (25/05/2020 19:08):
asturchale, uno de los problemas de este país es que precisamente lo que se considera centro en este país, es la derecha, como bien refleja en su comentario. y de ahí se aprecia el panorama político en el pais.
gracias Estados unidos, aquí tus agradecidos lacayos que tragamostu propaganda a dos carrillos.
a mí el tema de los judíos me aburre bastante también, pero el libro está magníficamente escrito y roth de los mejores esritores de su generacion
Comentario de Asturchale (25/05/2020 22:43):
lalo
“Izquierda – centro – derecha” son términos relativos. Pásese usted por Hungría / Turquía / Polonia / Arabia Saudita y me cuenta. O pregúntele a Jeanine Añez, la golpista – integrista protestante – racista que ha conquistado el poder en Bolivia. O al Partido Republicano de los USA, a ver dónde los ponemos en relación a Ciudadanos (a los que yo no he votado en la vida, ni ganas). A ver si resulta que los que estamos escorados a la izquierda somos nosotros, y no el noventa por ciento de la Humanidad.
Lo dicho, gloria a Europa, a las dos guerras mundiales, a los genocidios en cuatro continentes y a los dos totalitarismos simétricos del siglo XX. Es como para estar orgulloso.
Entiendo que mi comentario, según un razonamiento circular, refuerza y confirma la inmaculada virtud de las fuerzas “progresistas”. Porque disentir es de fachas y Gerardo Tecé es un gran intelectual.
Comentario de lalo (26/05/2020 11:15):
astur, Gerardo tece es un imbécil y una remora perjudicial para cualquier izquierda, el y toda la caterva como el.
izquierda derecho centro no son terminos relativos, cuestión diferente es que se haya buscado eliminarlos con propaganda cultural desde medios de comunicación e intelectualmente, especialmente con guiddens y su tercera vía, y con fukosima y su final de la historia, bien recogida por gran parte de las élites de izquierda, todos de origen de clase media alta, para transformar la misma en una representación de identidades. pero lo que ha dejado claro toda esta crisis del covid es que las clases sociales existen y son determinantes en cada aspecto de la vida, pasada, tu situación antes del covid, presente, en que condiciones has pasado el confinamiento, y futura, a quien lo va. afectar la crisis y las condiciones de trabajo.
Estados Unidos ha sido un imperio colonial, que ha buscado como tal la maximización de sus intereses, imponiendo sus políticas y su modelo económico, inteligentemente regado de un apropaganda cultural atroz que se ha insertado hasta el tuétano en la mayor parte de sus poblaciones lacayas, solo hay como ejemplo solo hya que ver Netflix.
europa es un continente decadente, pero sigue siendo el lugar más seguro para.vivir y con más derechos, especialmente en Francia, y con una cultura rica y floreciente que tristemente se está viendo devorada por la anglosajona. las guerras coloniales de usa por obtener recursos o aplastar cualquier movimiento político a su ideario, si eso ya tal..comparar los.modos y culturales de siglos XX XXI con siglos xii a xix es absurdo, es volver al futbol
Comentario de Jaeger (03/06/2020 10:09):
“América barrió el fascismo de Europa, que plantaron cara a Stalin y que defendieron durante sesenta años la democracia y las libertades”. Ya quí dejé de leer. No es una opinión : es ignorancia manifiesta o simple ánimo de mentir. Otro de “extremo centro por encima de ideologías”. Concretamente, montado en un montón de mierda.
Comentario de Asturchale (04/06/2020 10:13):
#28 Y aquí dejé de leer
Eso de “dejar de leer” seguro que lo hace usted mucho. Y de pensar, también.
Comentario de Asturchale (04/06/2020 10:58):
#27 Gracias, gracias por el comentario sobre Gerardo Tecé. Será una bobada, pero tenía ganas de oírselo decir a alguien de izquierdas, llega un punto que uno duda de su propia cordura.
Izquierda y derecha sí son relativos. El PP de 2020 sólo es derecha si lo comparamos con el PODEMOS de 2020: hace treinta años se oponían al divorcio, hace cien se oponían a las ocho horas, hace doscientos gritaban “viva la Inquisición”. los conservadores van al rebufo de los progresistas en todas las cuestiones de politica social. En política no hay nada permanente. Y lo dicho, en Arabia Saudita ser “progresista” tal vez signifique estar a favor de que las mujeres puedan salir a la calle sin guantes.
Su referencia al siglo XII no la pillo.
He leído a Chomsky y a Eduardo Galeano, me hago una idea de lo que EEUU ha hecho y de cómo ha crecido. Pero Europa ha hecho eso y más: cuando los europeos desfilaban al paso de la oca, los americanos seguían celebrando elecciones y manteniendo la separación de poderes. Europa tenía a HItler y a Mussolini, America a Roosevelt.
La guerra de Vietnam fue una agresion injustificable, un crimen prolongado que duro doce años, pero antes de los americanos fueron los franceses los que mataban vietnamitas, y tan criminal o mas como la guerra de Vietnam fue la de Argelia.
En política no hay nada permanente y en política no hay categorías absolutas. Los EEUU son un imperio maligno… Pues depende. Incluso teniendo en cuenta el lado criminal de la politica americana, la Operacion Fenix y la Operacion Gladio, la complicidad en el genocidio maya y el exterminio directo de 300.000 filipinos… Incluso sabiendo todo eso, Europa no está como para dar lecciones. Y se mire como se mire, fueron los americanos los que salvaron la democracia en Europa. Aunque suene cursi, aunque suene a libro de Federico Jimenez Losantos. Es… La verdad.
Comentario de Jaeger (07/06/2020 08:20):
#29
Wow, gracias por la exhibición de clasismo “cultural”.
Pero no quita que tu defensa de las atrocidades de EEUU, amparándose en el “y tu más” me haga sospechar de cierta ideología rancia en tu trastienda mental.
Por cierto, mentar si en algo ha sido especialista EEUU es en alimentar sus propios Mussolini y Hitler allende sus fronteras mientras en las suyas mantenía una imagen “democrática”. Solo por haber amparado a un monstruo como Suharto deberías limpiarte la boca antes de hablar.