“En el filo de la navaja: cómo el Reich alemán perdió la Primera Guerra Mundial” – Holger Afflerbach
“Wie das deutsche Reich den Ersten Weltkrieg verlor”
Yo tengo una causa perdida con la que les doy la murga periódicamente: poner en su justo lugar a la Primera Guerra Mundial. Y es una tarea sumamente ingrata, porque ¡todo el mundo prefiere la Segunda Guerra Mundial! Incluso Albert Rivera, que cuando busca ejemplos históricos alude a cómo “los aliados derrotamos al fascismo”. La Segunda tiene su Wehrmacht, su Blitzkrieg, sus bombas nucleares… En comparación, la Primera solo parece tener un montón de trincheras llenas de barro y gente muriéndose de la gripe. La Segunda es peliculera: un malo malísimo con una parafernalia/simbología visualmente agresiva, unos buenos muy peleados entre ellos, sucesión vertiginosa de golpes de efecto de los malos hasta la catarsis, donde iniciamos una sucesión vertiginosa de golpes de efecto de los buenos hasta el final feliz, y a mitad de la película ya se intuye como va a terminar (al menos cuando la ves por segunda vez, la primera igual si que pasas algo de yuyu). En comparación, la Primera es como un novelón del siglo XIX, algo salido de la pluma de un Dostoievski, un Azorín o un Flaubert: una tragedia que crece y crece, que no busca la rapidez sino que se deleita en reposarse ofreciendo más y más detalles de los sepulcros blanqueados de hipocresía que sostienen la realidad, que es un continuo ir a peor que alcanza a todo y todos, donde realmente no sabes qué va a pasar al final pero que intuyes que no va a ser bonito, en un mundo en bancarrota moral donde no se salva nadie.
Sucede sin embargo que la fascinación generalizada por la Segunda limita muchísimo nuestra visión del siglo XX. Porque la Segunda es sin duda la gran guerra de ese siglo, el siglo de las ideologías. Y es por tanto una guerra entre ideologías, más que entre países. De hecho, el choque ideológico más fuerte de todos, el que se produce entre el fascismo y el comunismo en la Ostfront, dará lugar a una campaña que, por si sola, ya sería la guerra más bestia de la historia. De modo que a los “ni de izquierdas ni de derechas”, la Segunda les viene como anillo al dedo para argumentar lo malas que son las ideologías. ¡Mucho mejor gobernarnos mediante el sentido común, combinado con algo de patriotismo, y por medio de “los más preparados”! Y ya si añadimos el ingrediente “Hitler ganó las elecciones y convocaba referéndums, ¿sabeh?”, podemos cocinarnos una defensa del voto censitario, un apoyo entusiasta de la institución monárquica y una desconfianza por principio de la democracia directa que harían las delicias del Letiziado Regeneracionista. Sucede, sin embargo, que esta narrativa, firmemente asentada en una lectura superficial de la Segunda, se viene abajo con todo el equipo cuando consideramos la Primera. Porque en 1914, Europa (y el mundo entero, en realidad; ¡Europa aún pintaba algo!) estaba básicamente en manos de gobiernos poco ideológicos pero muy patriotas, formados por la gente más preparada (es decir, con más pasta) de las capas más altas de la sociedad, sometidos a un control democrático cuanto menos endeble, con voto censitario en mayor o menor medida, monarquías en todas partes, referéndums ni soñarlos, y la política reducida a la dialéctica entre las buenas gentes temerosas de Dios –a.k.a. conservadores- y las buenas gentes temerosas del patrón oro –alias liberales-, ya que no había ningún gobierno de la izquierda, ya fuese moderada, radikal o mediopensionista, en ninguna parte del mundo. Y sin embargo este edén letizio fue incapaz de evitar –y luego de parar- el estallido de una guerra tan brutal y cruel como no se había visto antes, incluyendo sus limpiezas étnicas, sus genocidios, su invasión de países neutrales, sus levantamientos aplastados y todas las cosas que asociamos a la Segunda, pero que ya estaban allí. Y por supuesto, las consecuencias de tan brutal guerra y de una mala paz fueron el ascenso del fascismo y, a la postre, la Segunda Guerra Mundial. Aquí el regeneracionismo intenta meter alguna referencia a los nacionalismos que tienen la culpa de todo (donde “nacionalismo” es lo que se hace en Serbia o Cataluña, no lo de Berlín, París o Petrogrado), pero meh, no cuela. Lo cierto es que el sueño de la razón letizia produce los monstruos que esa misma razón afirma combatir.
Total, que como no me canso de repetir, estudiar la Primera Guerra Mundial es casi una obligación moral. Y en este caso, de la mano de un historiador germano afincado en la Universidad de Leeds, cuya tesis central es que Alemania estuvo mucho más cerca de ganar, o al menos de no perder, de lo que dos derrotas en dos guerras mundiales nos hacen creer. Que la cosa estuvo en el filo de la navaja, vamos. Además, y eso es lo que más me ha gustado, no se mete mucho en cada crisis/batalla/temática, pero los conecta todos bastante mejor que muchos otros libros que yo he leído.
El gran problema
Uno de los mayores problemas para entender la historia es que sabemos cómo acaba. Los sonámbulos que en 1914 iban alegres a la guerra no sabían en qué se metían, y si queremos entenderles tendremos que olvidar lo que sabemos que va a pasar y fijarnos en lo que creían ellos. Que era que Alemania era la leche y la gran favorita para ganar en caso de que se liara gorda. O al menos para perder menos que los otros. La división entre los que creían que una guerra podía hacerse rápida y localizada, y los que creían que cualquier guerra sería larga, cruel y que se extendería hasta englobar a todo el continente, también se extendía a los objetivos de guerra: los primeros tenían objetivos muy ambiciosos, los segundos se conformaban con poca cosa para acabar cuanto antes.
Puestos a buscar una fecha para la derrota alemana, algunos ponen enero de 1912, cuando el gobierno francés le veta a su estado mayor los planes militares contra Alemania que incluyen invadir la neutral Bélgica. Una victoria de las consideraciones políticas civiles sobre las militares. En Alemania es al revés, y esto hará que Gran Bretaña (que en 1914, con los ejércitos ya en marcha, aún se posicionaba neutral con ligera simpatía por Alemania… hasta que la invasión de Bélgica lo cambia todo) entre en la guerra del lado de Francia. Tras el fracaso del Plan Schlieffen en noviembre de 1914 quedan todos en situación de bloqueo. Bloqueo tradicionalmente interpretado como preludio de la inevitable derrota de Alemania, pues aquí empezaría una guerra de desgaste que la Entente, con sus vastos recursos, no podía perder. Esto ignora una posibilidad estratégica: que Alemania se hubiese atrincherado tras sus conquistas y hubiese cobrado un precio tan alto que hubiese sido políticamente imposible pagarlo para los aliados. La tecnología favorecía a la defensiva frente a la ofensiva, y fuerzas bien atrincheradas habían rechazado atacantes diez veces más numerosos en los primeros compases de la guerra. Los alemanes sí estaban lo suficientemente unidos internamente para mantenerse firmes en un plan así. Tres cuartos de esto era el Hindenburgprogramm de 1916-17, pero entonces ya era tarde.
Pero mientras la Entente movilizaba esos recursos remotos, había otros más cercanos y accesibles: Italia y el Imperio Otomano. El bando que lograse fichar a ambos habría tenido las mejores cartas para ganar la guerra, pero al final los otomanos se fueron con Alemania (temían, y con razón, que Gran Bretaña, su tradicional protector, los iba a vender a Rusia, especialmente tras dejarles colgados frente a Italia en Libia y frente a los balcánicos en las recientes guerras), mientras Italia se dejaba seducir por los aliados y su promesa de recibir Trieste y media Dalmacia. Culpa aquí de Austria, que no quiso hacer caso a Alemania de prometerle Trieste a Italia. Nuevos combatientes cuyas exigencias, sin embargo, más adelante iban a hacer imposible terminar la guerra con un acuerdo. Ya solo el fichaje de Italia podría haber decidido la guerra en el corto plazo (y fue seguramente un factor esencial en el largo)… de no ser porque, a los cinco días de estrenar la zamarra de la Entente Cordial, las potencias centrales iniciaban la ofensiva de Gorlice-Tarnow.
Esta ofensiva hoy está totalmente olvidada y sepultada, incluso en Alemania, pese a su importancia crucial, que Afflerbach extiende a toda la guerra, y de hecho a todo el siglo XX: lo que empezó como ataque limitado alemán para descargar a los austriacos acabó convirtiéndose en una cadena de ofensivas que tras 6 meses empujaron el frente 300km hacia Moscú, “liberaron” la Polonia rusa y ocuparon el Báltico, donde la aristocracia germana y los judíos de las ciudades recibieron con los brazos abiertos a los alemanes. Aquí se plantó la semillita de lo que sería la idea del Lebensraum, y aquí se plantó -con varios millones de refugiados- también la semillita del colapso ruso que traería las dos revoluciones de 1917. Sin Gorlice-Tarnow, la guerra se le habría puesto muy cuesta arriba al Reich. Con ella, pudieron concentrarse los meses necesarios en Serbia, y a finales de 1915 la cosa pintaba estupenda: Serbia conquistada (lo que abría una vía directa con Estambul para mandar suministros), Rusia obligada a retroceder hasta Minsk, ataques aliados rechazados en Champagne y en Galípoli. Como para decirles a los dirigentes alemanes que había que pensar en una paz y en renunciar a anexiones, tras los centenares de miles de muertos.
La cuadratura del círculo de Erich von Falkenhayn
Para 1916, sin embargo, las opciones del jefe del estado mayor alemán, Erich von Falkenhayn, no estaban tan claras. Falkenhayn había aprendido muy deprisa, y los aliados tardaron un par de años en llegar al mismo punto, que la guerra de trincheras aparecida a finales de 1914 no era un intermezzo causado por un agotamiento temporal, sino la consecuencia lógica de las nuevas evoluciones tácticas y armamentísticas. Por ello nunca consideró seriamente un intento de romper el frente en el oeste. Su problema era que las demás opciones pintaban igual de mal: de los aliados en Saloniki ya se encargaba Bulgaria, cuyos soldados difícilmente iban a luchar en Flandes; Italia por ahora solo estaba en guerra con Austria y no con Alemania (de hecho, ¡incluso comerciaba con Alemania!); y avanzar en Rusia no iba a servir de mucho, dada la profundidad del territorio (aquí Afflerbach contradice: una ofensiva limitada sobre Ucrania habría separado a Rumanía de Rusia, asegurado importantes recursos, y garantizado la neutralidad rumana para el resto de la guerra). Con un añadido: derrotas adicionales de Rusia podían desatar una revolución en ese país, y de ahí surgiría “algo” que seguramente fuese aún más hostil a Alemania. El problema de permanecer a la defensiva era la conocida cantinela, “el tiempo juega en nuestra contra” que imperaba en el alto mando alemán. De todas estas contradicciones, Falkenhayn salió con lo que sería la batalla de Verdún: forzar al enemigo a atacar una posición defensiva para desangrarle.
Esto también tenía sentido desde los prejuicios nacionales: por un lado el prejuicio “francés cobarde y flojuno, correrás como en el 71” (reforzado por unos servicios de inteligencia alemanes totalmente insuficientes), por el otro considerar que el alma de la Entente era la comercial y materialista Gran Bretaña, contra la que se puso en marcha simultáneamente la guerra submarina. Esta última fue un error estratégico a la altura de lo Bélgica: los submarinos eran clamorosamente insuficientes para ser efectivos, y encima cabrearon a los Estados Unidos, preparando su entrada en la guerra. Cabreo al que los alemanes reaccionaron como lo han hecho a lo pasado en Grecia en 2010: “sí, han muerto civiles, pero miren, es que el Derecho Internacional nos ampara [porque USA vendía armas a UK]”.
Para hacer la fiesta completa, los rusos lanzaron un ataque sobre el frente austriaco, la ofensiva Brusilow. Ofensiva preparada con pocos medios y sin trabajo previo de artillería, y que sin embargo fue un triunfo notable de los rusos. El ejército austriaco perdió 200.000 hombres y la capacidad de lanzar ofensivas. Solo la llegada de los alemanes logró estabilizar el frente. Entre el fracaso de Verdún, el ataque en el Somme, Brusilow, y una ofensiva italiana en el Isonzo, los rumanos decidieron que era el momento de entrar para sacar tajada. Agosto de 1916 fue el momento más bajo de los Poderes Centrales, que sin embargo lograron reponerse, resistir a los ataques, y conquistar Rumanía antes del invierno. Lo que iba a ser una ayuda para los rusos se convirtió en un lastre, pues tuvieron que extender sus recursos sobre un frente aún mayor. Pero Verdún significó el fin de Falkenhayn: en su lugar llegaron Hindenburg y Ludendorff.
Llegaron además justo cuando empezaban a aparecer las primeras grietas en el monolítico bloque germano. La mala cosecha de 1916 había sacado a relucir finalmente los problemas con la alimentación. El bloqueo aliado empezaba a dar frutos. La izquierda, cuyo apoyo a la guerra estaba condicionado a que las condiciones de vida no se hiciesen insoportables y a que no hubiese anexiones, empezaba a moverse, con la aparición del USPD, escisión anti-guerra del SPD dominante, que con la llegada del dúo Hindenburg-Ludendorff empezó a subir muy deprisa.
Alemanes yendo con todo
El gobierno de Hindenburg y Ludendorff ha sido calificado de “dictadura militar”, aunque Afflerbach opina que eso fue casi sin querer: Ludendorff tenía una idea muy clara de lo que quería (una guerra total hasta la victoria, porque creía ver lo mismo en los aliados, y tampoco se equivocaba demasiado, miren aquí unos objetivos franceses de 1915), pero el gobierno civil no, especialmente el canciller Bethmann-Hollweg, que era un poco veleta. La autoridad militar rellenó entonces el vacío civil a placer. Ludendorff, en todo caso, era totalmente ignorante de cosas no militares, muy especialmente la política, y Falkenhayn opinaba que tenía “serios problemas mentales” (Afflerbach se basa en gran medida en diarios y memorias de las primeras figuras, con lo que los individuos y sus filias y fobias adquieren una elevada importancia que puede chirriar a quienes prefieren ver fuerzas socio-económicas en marcha, pero que también se agradece porque aporta colorido).
El Hindenburgprogramm (idea original no de Ludendorff, sino del teniente coronel Bauer de suministros) fue una movilización de todos los recursos económicos y sociales de Alemania en el otoño-invierno de 1916 para poder ganar la guerra en 1917. Ya un tanto a lo loco, Alemania creó el Reino de Polonia en noviembre de 1916: sin rey, sin gobierno, sin fronteras claras, en línea con el activismo desbocado de la nueva dirección. Esto cerraba la puerta a una paz con Rusia y era algo peliagudo de cara a las minorías polacas que quedaban aún en Austria y Alemania. Afflerbach ve aquí la bola de nieve primigenia (o al menos una de ellas) que causaron dos años después la gran avalancha política: la reordenación de Europa Oriental según el principio nacional.
Y como parte del activismo: la reactivación de la guerra submarina, en suspenso desde 1915. Por presiones de Ludendorff a las que Bethmann-Hollweg no se opuso con suficiente firmeza, pero también por petición popular: la “calle”, harta de sufrir el bloqueo, quería ver sufrir a los británicos, cuyo materialismo era considerado por los intelectuales el enemigo espiritual de la Kultur alemana. Que la gente pida sangre en situaciones así no debería extrañar, pero ese grito encontró el apoyo de círculos dentro de la élite que mintieron descaradamente acerca de las capacidades del arma submarina (mentiras apoyadas por la propia Marina, que llevaba tres años sentada en el puerto mientras morían millones de soldados del Heer y estaba desesperada por hacer algo). Hasta el SPD se apuntó, aunque con un montón de coletillas sobre capacidad suficiente y “los intereses legítimos de los neutrales”. Y el principal argumento en contra, que metería a los USA en la guerra, se contestaba con que los USA ya estaban en la guerra, vendiendo armas como locos a la Entente.
Como curiosidad socio-política, el programa de flotas alemán nunca fue capaz de alcanzar seriamente a los británicos porque carecía de los fondos suficientes. El ejército de tierra –o mejor “los ejércitos”, pues en tiempos de paz se mantenían los ejércitos independientes prusiano, bávaro… anteriores a la unificación- y su financiación eran competencia de los distintos Länder que conformaban el Reich; pero la flota era pangermana y dependía del Reichstag. Y como este se votaba por sufragio universal masculino directo y secreto, ya se encargaron Bismark et alii de que apenas tuviese competencias fiscales, no fuese a ser que la BICHA, la más votada, aprobase pérfidos impuestos para programas sociales. O si lo prefieren en un paralelismo más actual: el Reichstag de 1914 es el Parlamento Europeo de 2014, pero sin diputados con coleta. La fiscalidad gorda estaba en las cámaras regionales, cuyas leyes electorales eran una cacicada (sufragio censitario, indirecto y público) que daba todo el poder a las gentes de bien. Esta estructura fiscal, por cierto, era otro importante incentivo de las élites para buscar siempre el camino más rápido para acabar la guerra, pues una guerra larga implicaría mayores deudas federales, mayor necesidad de poderes fiscales para el Reichstag, y mayor parlamentarización/democratización de Alemania.
La visión de túnel, que incapacitaba a gran parte de la clase dirigente a ponerse en el lugar de los aliados y entender que las exigencias alemanas eran totalmente desmesuradas (para poder pagar la fiesta sin parlamentarizar Alemania), hizo el resto. La iniciativa de paz de Alemania en diciembre 1916 fracasó por ello. Afflerbach asegura que el presidente americano Wilson era sincero al decir “si Alemania realmente quiere paz, la tendrá”, y aunque UK y Francia la rechazaron de plano, Alemania debería haber insistido. Como mínimo, le habría puesto difícil a Wilson meter al país en la guerra. Pero en Alemania imperaba la angustia y se perdió la última oportunidad de volver al statu quo ante. Por pocas semanas: la guerra submarina sin límites empezó el 1 de febrero, y el 15 de marzo la revolución rusa tumbó al Zar. Apenas seis semanas bastaron para cambiar las tornas: ahora Wilson ya no hablaba de volver a 1914, sino de “a war to make the world safe for democracy”, y de que con la nueva Rusia la autocracia estaba en Berlín.
El cambio del mundo
Sin embargo, el nuevo gobierno ruso no tuvo mejor idea que proseguir la guerra, cosa que permitió a Lenin, “un atrevido heterodoxo con más imaginación que los gobernantes de los países combatientes”, montar una segunda revolución. E inmediatamente tras lograr el poder, los bolcheviques firmaron un armisticio y empezaron a negociar la paz con Alemania en la ciudad de Brest-Litovsk. Negociación de un amateurismo tan atroz que uno empieza a entender que se diga que Podemos es bolchevique: viendo que Alemania exigía mucho, Trotski se inventó la “jugada maestra” de decir “mira, no firmamos nada, declaramos oficialmente que no estamos en guerra, y nos vamos a casa”. La delegación alemana se quedó literalmente sin habla.
Pero la situación militar en ese momento era la que era: el ejército ruso se estaba descomponiendo según los soldados salían corriendo a sus pueblos para participar en el reparto de la tierra, y los alemanes, rompiendo el alto el fuego, lanzaron la “operación puñetazo” (también “ofensiva ferroviaria”, porque las unidades simplemente avanzaron en tren, sin encontrar resistencia, y avanzando más en tres días que en tres años), ocupando nuevos territorios y llegando hasta Rostov. Lenin tuvo que pegar un telefonazo y una nueva delegación, dirigida ya no por Trotski sino por Grigori Sokólnikov firmó el humillante tratado de Brest-Litovsk (“rechinando los dientes”, como se recogió en los informes alemanes). Lenin lo ordenó creyendo que la revolución socialista en el resto de Europa solo era cuestión de tiempo, y que el tratado sería papel mojado. Criatura. Brest-Litovsk demostró que la iniciativa de paz del Reichstag a favor de una paz honrosa era una mofa: Rusia tuvo que ceder territorios a punta pala (Finlandia, repúblicas bálticas, Polonia, Ucrania, ¡una república menchevique en Georgia!… aunque recuperó algunos en los años posteriores) en nombre de la “autodeterminación de los pueblos”, en la que Berlín insistía mucho pero que para los pueblos de la corona austro-húngara pues como que no. Y encima el tratado tapó el escándalo que debería haber habido cuando Lenin empezó a publicar todos los acuerdos secretos de la Entente, como el reparto de Oriente Medio o la promesa de Constantinopla para Rusia.
Con todo esto nos hemos plantado en la primavera de 1918. Quedan ocho meses de guerra, aunque nadie lo sabe. Mientras en la Segunda Guerra Mundial a ocho meses del final el resultado estaba claro, aquí no lo estaba en absoluto. Alemania había sobrevivido sin revueltas y había logrado derrotar completamente a Serbia, Rumanía e Italia, había empujado a Rusia fuera de la guerra con un tratado que le daba enormes poderes sobre un montón de estados vasallos en Europa Oriental (estados que existían mayormente sobre papel, pero con calma y un par de años de paz aquello iba a ser un Lebensraum económico que ríanse de la UE), había sostenido a sus débiles aliados, estaba hundiendo millones de toneladas métricas de mercantes, y había rechazado varios intentos de romper el frente occidental. En Francia se multiplicaban los motines, y en Gran Bretaña las huelgas.
Aquí Afflerbach nos llega con otro seductor “what if”: what if Alemania le hubiese ofrecido allí mismo a Francia una paz por separado en la que renunciaba a Bélgica e incluso a Alsacia-Lorena, si a cambio Francia aceptaba Brest-Litovsk y la expansión alemana en el Este, con Polonia, Ucrania y los bálticos como estados vasallos. Un cambalache muy feo, más propio del siglo XVIII con reyes intercambiando alegremente territorios, ¿pero acaso no preferible a una guerra que podía seguir durante años y cobrarse millones de vidas más? ¿Podrían los políticos franceses haberse negado a esta oferta, con la opinión pública francesa pensando que ellos las estaban pasando reputas luchando por la supervivencia, mientras los británicos iban por el mundo ampliando su imperio colonial a costa de alemanes y otomanos? Hubiese sido posible, sentencia Afflerbach, pero hubiese hecho falta un Bismark o un Lenin. Y ya no había Bismarks en Alemania (tampoco en Francia), solo gente dispuesta a machacar, sin ideas que oponer a Wilson o a lo que, pese a todo lo demás, se cocía en Rusia. Alemania, sentenciaba un lúcido observador, era el país más capaz de conquistar Europa y el más incapaz de gobernarla.
Ronda final
Primavera de 1918: Alemania solo ve dos opciones en el oeste, único frente todavía activo (aunque 30 divisiones permanecen en los territorios del este). La primera, pertrecharse y esperar que los aliados se estrellen contra un muro para luego negociar una paz. La segunda, atacar antes de que la ayuda americana sea significativa y lograr una victoria total. La escasez de alimentos, el cansancio, pero sobre todo el miedo, otra vez, de tener el tiempo en contra, hicieron optar por la segunda. Otra oportunidad desperdiciada, según Afflerbach. Entre la pericia defensiva desarrollada en cuatro años y la bisoñez de los americanos, se podría haber desangrado a la Entente. Pero la “facción defensiva”, que la había aunque muy minoritaria, tenía un problema: la absoluta falta de compromisos por parte también de los aliados, que daban la razón a Ludendorff y su discurso “¿veis? No hay nada que hacer, quieren destruirnos y solo nos sirve una victoria total” (aunque Ludendorff reconocía en privado que si la Entente hiciese una oferta sincera de paz, habría que aceptarla).
La ofensiva final en el oeste fue en realidad una sucesión de cinco ofensivas que quebraron el frente pero luego apenas lograron avanzar, por falta de transporte, permitiendo a los aliados reagruparse. En cambio, tuvieron un coste de un millón de bajas para los alemanes. Aunque muchos eran heridos recuperables, combinados con más de un millón de americanos que llegaban frescos significaban una definitiva vuelta de tornas. Encima, cuando los generales sensatos pedían volver a la Línea Hindenburg Ludendorff dijo que aquello no era “políticamente posible”: habría sido reconocer la derrota. Con lo que el contraataque pilló a los alemanes en posiciones adelantadas, mal fortificadas, y mal abastecidas. Cuando la retirada finalmente llegó a la Línea Hindenburg, simplemente pasó por encima. Las tropas estaban sin moral y sin ánimo, las deserciones y rendiciones se dispararon. Para más inri, la ofensiva del oeste había drenado muchas divisiones de los frentes de Italia y los Balcanes, donde habían sido el núcleo de los ejércitos de los Poderes Centrales y donde iban a faltar ante unas ofensivas aliadas que iban a sacar sucesivamente a Turquía, Bulgaria y Austria-Hungría de la guerra.
En verano de 1918 la guerra estaba ya perdida. Ludendorff y Hindenburg lo sabían, pero en vez de asumir la responsabilidad por lo hecho decidieron cargarle el muerto a los civiles, a quienes de repente acusaron de ser los responsables únicos del desastre (¡tras años de semi-dictadura militar donde los civiles no habían movido un dedo confiando en las mentiras de Ludendorff sobre la victoria inminente!). El inicio de la Dolchstoßlegende. Y pese a lo surrealista de la acusación, esta prendió en amplios círculos y llevó a lo que todos sabemos 15, 21 y 27 años más tarde. Que hay una tendencia -y con razón- de acusar al SPD de excesiva complicidad con los partidos burgueses y de estar siempre dispuesto a pactar en aras del posibilismo, pero es que la vía “no hacer nada porque cuanto peor mejor” ya la han probado aquí y la lección que han extraído es que “cuanto peor, resulta que peor, tócate los pies Mari Loli”.
Aparece entonces uno de los grandes desconocidos de esta guerra, Paul von Hintze, el Torcuato Fernández Miranda del Reich. Ministro de Asuntos Exteriores del Reich durante 3 meses en 1918, Hintze fue el padre intelectual de una “revolución desde arriba” que, ante la inminente derrota militar, pretendía venderle a Wilson la moto de “¡pero si ya no somos autoritarios, ya puedes pactar una paz con nosotros!” mediante una serie de reformas democratizadoras: eliminación del voto censitario, parlamentarización del gobierno (que hasta ese momento había sido nombrado y cesado por el Káiser… y esto seguiría así, aunque con la posibilidad de hacer mociones de censura) y de las declaraciones de guerra y paz, control civil de los militares… Reformas concedidas graciosamente desde arriba, que buscaban enmarronar, perdón, implicar a los partidos de centro y de izquierdas en la inminente derrota para, primero, amortiguarla, y, segundo, debilitarlos a ellos y evitar la Revolución. Pero el pueblo alemán estaba tan harto que ya no se contentaba con reformillas constitucionales y que si el artículo tal paquí o pallá. Cuando el alto mando ordenó a la flota de guerra salir a una última misión suicida, los marineros en Kiel se rebelaron y la rebelión prendió en los ciudadanos.
Llegados a finales de 1918, el nuevo gobierno civil accedió a firmar un armisticio. Armisticio que equivalía a una rendición condicional, pues Alemania tuvo que retirarse a sus fronteras y el ejército dejar atrás gran parte de su equipamiento. Lo hizo confiando en los 14 puntos de Wilson y su promesa de “Peace without Victory”. Pero estas promesas eran de primavera de 1917. Cuando llegaron las negociaciones de Versailles, los 14 puntos volaron por la ventana. Los aliados, más interesados en satisfacer demandas internas de venganza que de estabilizar una democracia alemana (como dos años antes habían preferido continuar la guerra que asentar la frágil democracia rusa nacida de la revolución de febrero), y presentaron a los alemanes una paz humillante. Paz que tuvieron que aceptar porque el ejército no hubiese estado en condiciones de detener a los Aliados. El resto es historia y obsesiones LPD.
Conclusiones
Frente a la imagen aceptada de que tras las acciones de Alemania había un plan maléfico, fracasado pero a la postre racional, para hacerse con el control de Europa, Afflerbach pinta una imagen bastante más pedestre. No hay racionalidad en el bando alemán: “la Primera Guerra Mundial no fue, desde el punto de vista interior alemán, una guerra de conquista, sino una interacción caótica de centros de decisión concurrentes, en la que los actores se tambaleaban de una emergencia a la siguiente.” Aunque hubo un porrón de planes de anexión, estos nunca fueron el motor de la política alemana, afirmar lo contrario es simplificar en exceso. Apenas fracasado el Plan Schlieffen, Alemania realmente quería terminar la guerra, simplemente no había consenso interno en cómo hacerlo, si vuelta al statu quo o con anexiones. Las palomas no pudieron imponerse por dos razones: por la absoluta falta de respuesta en el bando Aliado, que permitieron a los halcones argumentar que había que seguir luchando porque el enemigo quería destruir Alemania, pero también por una certidumbre interna (totalmente transversal y que se mantuvo así hasta finales de 1918): la certeza en la propia superioridad militar, siempre y cuando se estuviese dispuesto a pagar el precio requerido. Una ensoñación que para muchos se iba a prolongar hasta 1945, y que en esta ocasión los Aliados finalmente solventaron exigiendo que la rendición incondicional del Reich estuviese firmada por los comandantes supremos de la Wehrmacht y no por lo que quedaba del gobierno civil, para no dejar dudas.
Por oposición a la Segunda Guerra Mundial, donde efectivamente se “venció” a “los malos”, y que sacan a relucir todos los que desean la derrota total de sus “malos” particulares, la Primera, dice Afflerbach, debería quedar como una importante lección: que a veces la idea de “vencer” es nefasta, y que quienes vencen muchas veces lo hacen por motivos espurios (en la Primera, UK se embolsó las colonias germanas y varias provincias otomanas, Francia se anexionó Alsacia-Lorena, e Italia entró únicamente para hacerse con Dalmacia y Trieste; y en la Segunda, Churchill tenía muy claro que viva la democracia y la libertad, pero que la India debía seguir siendo británica, muchas gracias). Tan criminal fue permitir que la guerra estallara (responsabilidad -“culpa” es un concepto erróneo aquí- de todos, pero especialmente de los Poderes Centrales y Rusia) como no pararla durante cuatro años infernales (responsabilidad de nuevo de todos pero especialmente de los Aliados Occidentales, incluyendo a Italia, la cual entró en la guerra únicamente a por anexiones territoriales), y ambas decisiones arrastraron consecuencias durante el resto del siglo.
El libro está escrito desde una perspectiva casi exclusivamente alemana. No es que esto sea malo per se, pero falsea un poco la tesis central del libro: a saber, que Alemania estuvo cerca de ganar pero que sus cagadas lo impidieron. Pues hoygan, cagadas las tiene todo el mundo, los aliados también unas cuantas (Gallipoli, ataques frontales hasta 1916…), pero si solo cuentas las de un lado como si fuesen las únicas importantes, creas la sensación de que todo dependía de ellos. Y efectivamente, si lo hubiesen hecho todo bien habrían ganado, pero es que NADIE lo hace todo bien. Aún así, un libro estupendo, que a mi me expone lo ya sabido pero haciendo más énfasis en las conexiones entre los sucesos que en los sucesos mismos. Puedes estudiar esta guerra durante años y aún descubrir cosas nuevas. Afflerbach por ejemplo vuelve una y otra vez a los objetivos alemanes (que nunca estaban decididos porque en la “policracia del Caos” que era el estado guillermino cada uno iba a su bola, y quien debía dirigirlos, el Káiser, era un incompetente) y a como condicionaban a los distintos actores, internos y externos.
La Primera Guerra Mundial abrió la caja de Pandora planteando un montón de cuestiones que no se dejaron solventadas hasta el gran consenso social tras el final de la Segunda. El terror ante las locuras desatadas se plasmó en un amplio consenso consistente en que a) nunca más debía haber guerra, y b) nunca más debían darse las circunstancias para un Hitler. La izquierda moderada renunció a la idea de hacer La Revolución, y la derecha moderada aceptó la necesidad de poner la riqueza nacional, independientemente de su titularidad, al servicio del bien común. Un consenso que la verdad dio años muy buenos, hasta que fue rescindido unilateralmente a finales de los 70. Y creo que no es casualidad que el ascenso de Margareth Thatcher y el cambio de rumbo de los tories coincidiera con la muerte de la generación de la Gran Guerra. Por todo ello, de nuevo, el estudio de la Primera Guerra Mundial es esencial para entender el siglo, mucho más que la Segunda.
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Comentario de Mr. X (18/11/2019 05:11):
“la Primera es como un novelón del siglo XIX, algo salido de la pluma de un Dostoievski, un Azorín o un Flaubert”
Tendría que haber puesto Galdós o, por poner un coetáneo del alicantino, Baroja. Azorín no escribió un novelón en toda su vida, sino más bien libros donde no pasaba nada.
Comentario de Mr. X (18/11/2019 07:32):
Y ya sobre el tema, no sé si se nombra en el libro, pero parece que su contenido polemiza con el trabajo de otro historiador alemán que se nombraba mucho en la facultad, cuyo nombre no recuerdo, aunque si el nombre de sus tochos “Los objetivos de la guerra de la Alemania imperial” y “La guerra de las ilusiones” que negaban el rollo de la inconsciencia a la hora de ir a la guerra, y se explayaban sobre lo detallado que eran los planes de Alemania para su “Nuevo Orden” postbélico.
Comentario de Iván (18/11/2019 10:21):
En el último párrafo está la conocida cuestión del círculo de repetición en el que vive el humano en general (en su vida vulgaris) y el
humano/élite, mucho más dañino y esencialmente desconectado de la realidad/pagar el alquiler/soportar a los vecinos/tener hijos sin niñeras de la pura y esencial vida humana.
El tema principal y totalmente vigente (ahí está el apunte muy apropiado sobre los ’70 y la castradora de mineros) de la sociedad en cualquier época.
Dicho sea de paso, la UE tiene toda la pinta de correr la misma suerte de toda casa comenzada por el tejado.
Comentario de Abogangster (18/11/2019 10:27):
Si le interesa la “Guerra para acabar con todas las guerras”, ahí tiene un título interesante:
https://www.amazon.com/Politics-First-World-War-International/dp/1108444377
Teoría de Juegos aplicada a la “Gran Guerra”; un libro que me ha parecido muy dificil de leer (de hecho sigo con él… páginas y páginas con fórmulas matemáticas y diagramas…)
Y en ese libro, una frase que me ha parecido genial: mientras la Segunda es puro mainstream, la Primera es indie…
Comentario de tabalet i dolçaina (18/11/2019 13:13):
Una cosa que siempre me ha fascinado de la Gran Guerra, es el empeño alemán en la toma de París, en verano del 1914 como en las ofensivas de primavera del 1918, y que con ello ganarían la guerra. Supongamos que octubre del 14, los alemanes toman París, ¿con eso se hubiera terminado la Guerra?.
Comentario de Schejk (18/11/2019 13:27):
Teniendo en cuenta el precedente de la guerra francoprusiana donde la guerra termina con la conquista de París y posterior colapso del segundo imperio francés es una perspectiva bastante lógica.
Comentario de Carlos Jenal (18/11/2019 14:22):
@Mr X
Supongo que se refiere a Fritz Fischer. Este señor pasó de ser nazi con carnet del partido, a uno de sus mayores críticos después de la guerra (sin ocultar lo suyo, lo que le honra). Su principal empeño era rebatir a quienes intentaban presentar el nazismo como un mero bache en una historia por lo demás ejemplar. Parte de ello era su tesis de que la ambición de lograr una hegemonía mundial era anterior a Hitler, y que de hecho había sido la causa subyacente por la que el Kaiser y su camarilla habrían desatado la Primera Guerra Mundial.
Seguramente Fischer se pase un poco de frenada y autoexpiación, pero plantear esto en la Alemania de Adenauer tenía su mérito…
@Tabalet
Tomar París es lo que decía el plan, y como buenos alemanes pues seguían el plan. Sería una mezcla entre “golpe psicológico para los franceses”, “todos los ferrocarriles se cruzan allí”, y “en 1870 nos funcionó”.
Comentario de Mr. X (18/11/2019 15:41):
6-Exacto, ese, señor Jena
Comentario de Lluís (18/11/2019 15:42):
#5
De hecho, el plan no era tomar París en si. La idea era envolver a los ejércitos franceses para aniquilarlos, París simplemente estaba en medio del camino. En parte, una repetición en mayores proporciones (básicamente, porque los ejèrcitos eran 10 veces mayores) de lo que habían hecho en 1870. Y de lo que hicieron en 1940. En ambas ocasiones, primero liquidaron a los ejércitos franceses y luego fueron a por la capital.
En 1914, simplemente falló. Además de que como decía Moltke (el de 1870, no su sobrino de 1914), ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo, los rusos fueron capaces de montar un ataque serio a Alemania antes de lo previsto, la pesadilla de que los rusos entrarían en Berlín antes que los alemanes en París parecía estar a punto de materializarse y el estado mayor alemán retiró apresuradamente dos cuerpos de ejército para mandarlos al frente oriental. Esas tropas no llegaron a tiempo a Tannenberg, pero se perdieron el Marne.
Comentario de Mr. X (18/11/2019 16:03):
8-Hacer un Cannas
Comentario de Y (18/11/2019 19:12):
Hablar del fin del mundo (1914-1948) es muy incómodo, pues a nadie le interesa una discusión franca y sincera más allá de la propaganda
(1) el imperio británico buscaba la ocasión propicia para destruir Alemania
(2) Alemania por un lado podría haber ganado y, por otro lado, habría aceptado una paz si los norteamericanos hubieran sido un broker creíble
(3) Estancadas las negociaciones entre el imperio británico y los sionistas tras la oferta de Uganda … los sionistas ofrecieron hacer todo lo posible para inclinar a los Estados Unidos a cambio de Palestina para “nuestro proyecto colonizador” (que en realidad era un proyecto de limpieza étnica de esas tierras como dictan los viejos y sangrientos panfletos arameos)
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Telegrama_Zimmermann
Pero estamos exactamente igual que en tiempos del imperio nuevo de Constantino, y salirse del Credo es muy peligroso
Comentario de Mr. X (18/11/2019 20:16):
10
(1) el imperio británico buscaba la ocasión propicia para destruir Alemania
¿De dónde se saca eso?
Probablemente, el Imperio británico tenía más motivos de fricción objetivos con los franceses, otro imperio colonial; y no digamos con los rusos en Persia, Afganistán y el Tibet; probablemente, si los alemanes se hubieran atenido a lo que les aconsejó Bismarck antes de retirarse -conformarse con la hegemonía continental sin arriesgarse a tratar de salir a los mares porque eso enfrentarse con los británicos, mantener siempre la paz en el este con los rusos- nunca se habría producido la I Guerra Mundial. Ni todo lo que vino después.
Comentario de Y (18/11/2019 21:03):
(a) usted mismo ha escrito la mitad de la respuesta a su pregunta: el imperio británico tenía dos grandes enemigos: Francia y Rusia. Ahora preguntese por qué razón al imperio británico le entró un muy extraño y sospechoso hamor por sus dos archirivales
(b) preguntese por qué el imperio se vinculó y ató a Bélgica (y luego a Polonia) invocando un tratado de los ecos de Napoleón, es decir para defender Bélgica de un ataque de Francia, esto es: por qué el imperio británico quiso convertir la guerra Franco prusiana 2.0 en la WWI
(c) indague en la ideología imperial de los altivos dirigentes del imperio británico (1900-)
(d) el rechazo de la mediación norteamericana y buscar su implicación, el empeño en alargar la guerra, y las consecuencias: Versalles
(a, b, c y d) encaja en el postulado explicativo que permite comprender lo ocurrido: (1) el imperio buscaba la ocasión propicia para destruir Alemania
Comentario de Mr. X (19/11/2019 11:13):
Eh… no. Eso, sencillamente, no es así.
Primero, fue durante el periodo de Guillermo II en que Alemania, por el contrario, empezó a tocarle las narices a los británicos: a) apoyando a los boers, que es ya un gesto de bastante hostilidad y b) con un megalómano programa de construcción naval, que directamente apuntaba contra ellos. Hasta entonces la casa de Brandenburgo, al menos desde Federico II, estaba en muy buenas relaciones con Gran Bretaña, hasta diría que eran aliados tradicionales. Y sería un tratado napoleónico, pero la realidad es que Gran Bretaña era la garante de la neutralidad perpetua belga. Ninguna gran potencia de la época iba a permitir que la aplastaran, sin quedar totalmente en descrédito. Si la guerra hubiera sido un segundo round de la franco-prusiana, meramente, los británicos hubieran dejado que Alemania volviera a zurrar la badana de los franceses, el problema es que los británicos empezaban a sospechar que también se jugaban el dominio de los mares y, por ende, su imperio.
Comentario de Mauricio (19/11/2019 12:21):
“La izquierda moderada renunció a la idea de hacer La Revolución, y la derecha moderada aceptó la necesidad de poner la riqueza nacional al servicio del bien común. Un consenso que la verdad dio años muy buenos, hasta que fue rescindido unilateralmente a finales de los 70.”
Renunciar implica capacidad de decisión o acción. La izquierda más bien hizo de la necesidad virtud o, a la luz de los hechos, directamente deshecho la revolución. No creo que se haya roto ningún consenso respecto a que “la riqueza nacional, independientemente de su titularidad” debe ponerse “al servicio del bien común” puesto que jamás ha existido ningún consenso al respecto. Esta definición excede bastante a la de estado de bienestar sobre el que sigue existiendo un consenso muy amplio. Amplísimo. Sobre lo que cada vez existe menos consenso es sobre como favorecer la “riqueza nacional” y como revertir esta en el conjunto de la sociedad.
Sin duda el fetichismo de la ley no es patrimonio de la derecha española, lo han tenido Socrates, Aristoteles, Ciceron, Montaigne, Montesquieu, Descartes, Tocqueville, Popper, etc. Pero, en fin, a quien no le gustaría ser Torra y no reconocer otra ley que la del pueblo encarnada por él mismo.
Dicho lo cual, entre tanto dato interesante, no habría estado de más mencionar que Lenin fue utilizado y pagado por Alemania para desestabilizar Rusia, que la mal llamada revolución de octubre fue un golpe de estado contra un gobierno socialista y, me pregunto, si el autor se hubiera referido a la perdida de colonias por parte de Francia Uk o Alemania como “cesión de territorios”.
Comentario de Lluís (19/11/2019 16:30):
#13
A lo que ha dicho Mr.X, simplemente añadir que no fueron ingleses y franceses los únicos que desoyeron las propuestas de paz de los americanos. Éstas consistían básicamente en una paz sin anexiones, y en 1916 ni el más timorato de los alemanes habría aceptado restaurar la soberanía belga. Y alguien un poco más belicoso (y de esos había unos cuantos, sobretodo entre el personal con galones y mando en plaza) diría que se ha ganado el derecho a redefinir el mapa de Europa Oriental, y que por qué narices han de evacuar Varsovia, Belgrado o Bucarest así por las buenas.
Comentario de Rafa (19/11/2019 16:57):
Qué gran artículo nos estamos perdiendo de la RBBE con el sainete de la selección…
Comentario de Pablo Ortega (19/11/2019 23:12):
@Mr. X: durante la era victoriana, Inglaterra se encerró en sí misma, sobre todo tras la guerra de Crimea, y se olvidó de eso de tener aliados. Para qué si eran la principal potencia del mundo. Poco se dice que el motivo por el cual el káiser le da la patada a Rusia y no renueva el tratado de reaseguro era precisamente porque quería una alianza formal con Gran Bretaña, y los Románov eran sus peores enemigos. Y como diríamos aquí en Venezuela, “se quedó sin el chivo y sin el mecate”.
Fue debido a todos esos fracasos, que Guillermo II le da luz verde al proyecto naval de Tirpitz pese a que sabe que podría incomodar a la pérfida Albión. Y aún con el miedito a la nueva flota alemana, a Grey le costó Dios y su ayuda meter a Inglaterra en la guerra, estando a punto de incumplir todos sus acuerdos y promesas de ayuda a Francia y Rusia en caso de “agresión” alemana, que pasaron toda la crisis de julio temerosas de que Gran Bretaña las dejara a su suerte, luchando solas contra el mejor ejército de Europa.
La invasión de Bélgica “salvó” (si es que se podía salvar la reputación de alguno de esos sonámbulos) al más sonámbulo de todos ellos, Edward Grey, de quedar con el culo al aire ante el mundo y la posteridad.
Y poco se dice también, o al menos eso contó Clark, de que la crisis de Bosnia fue culpa de Gran Bretaña al negarse a aceptar las peticiones rusas sobre el libre tráfico por los estrechos, que Austria había prometido apoyar a cambio de que éstos aceptaran la anexión de Bosnia.
El supuesto “apoyo” a los bóers no pasó de una carta del káiser que ya todos sabemos lo bocazas que era, igual que cagón al momento de la verdad, sin mover un dedo mientras las repúblicas boérs eran arrasadas por Kitchener.
No fue ninguna casualidad que los aliados en la 2GM hicieran todo lo posible para asociar al nazismo con la vieja Prusia de los Hohenzollern, no fuera a ser que tras la guerra volviera el hijo del káiser, tal y como querían muchos de los participantes del golpe de Stauffenberg. De hecho, de no ser por el factor distorsionador que no fue el nazismo, es harto probable que Weimar hubiera terminado con una república comunista o una restauración monárquica.
Y Mauricio, yo no diría muy alto que Kerensky era de izquierdas, recuerde que para esta página Kerensky y todos los demás de su ralea eran unos sucios socialtraidores indignos de mayor consideración que los hijos del zar, inocentes niños -que ni siquiera podían heredar la corona- que Lenin no dudó en llevarse por delante, junto a cuánto Románov pudo atrapar, sin importar inclusive si eran viejas monjas.
Comentario de Pablo Ortega (19/11/2019 23:14):
@Rafa: no hubo artículo de las tres Champions seguidas del Madrid, menos lo va a haber del embrollo actual. Si algo está mal con la selección española, sólo puede ser culpa de Florentino y de más nadie. Y ojito que Florentimo me cae mal, pero seguir defendiendo las decisiones de Rubiales en ese momento y ahora, a estas alturas… por Dios.
Comentario de Mr. X (20/11/2019 05:29):
18-Bismarck dixit: os resumo cuál debe ser la política exterior del Imperio Alemán en tres palabras: “Paz con Rusia”.
Por cierto, además de la carta de apoyo, por lo que tengo entendido, también permitieron el tráfico de armas de las colonias alemanas a las repúblicas boers y ¿no fue un barco alemán el que recogió a Botha al final de la primera guerra?
Comentario de de ventre (20/11/2019 11:27):
“recuerde que para esta página Kerensky y todos los demás de su ralea eran unos sucios socialtraidores indignos de mayor consideración que los hijos del zar, inocentes niños -que ni siquiera podían heredar la corona- que Lenin no dudó en llevarse por delante, junto a cuánto Románov pudo atrapar, sin importar inclusive si eran viejas monjas.”
Sr. Ortega, que se le ha olvidado la medicación!
j
Comentario de Lluís (21/11/2019 15:15):
Sr. Ortega, lo que debería hacer es fijarse más en Lenin. Más allá del comunismo, debería analizar cómo una facción minoritaria logró hacerse con el poder y quedarse allí 70 años. Y contando únicamente con algo de ayuda por parte de Alemania. Unos que yo me sé deberían aprender, porque siendo muchos más y contando con mucha más ayuda del exterior, no dan una.
Comentario de Alícia (22/11/2019 23:44):
Eres un genio. Gracias.
Comentario de Y (25/11/2019 12:31):
“megalómano programa de construcción naval”
jajá, la i m p r e s i o n a n t e flota de la pérfida Albión son cosillas que pasan, afición a la navegación, amor a los océanos, y tito Guillermo -que era anglófilo- emulando lo que admiraba era un “megalómano”
Los memes de la narrativa del imperio británico en la que se educa a todos los niños y niñas de este imperio occidental
Comentario de Y (25/11/2019 12:44):
“tocarle las narices a los británicos”
Efectivamente, exacto: el Angloimperio solo admite vasallos, obediencia y sumisión, no tolera el antagonismo, y una “desobediencia” es una “agresión”, y hemos visto una y otra vez -una y otra vez- enarbolar esta sencilla y contundente idea a sus herederos, brillante y luminoso imperio desde su acto fundacional en Hiroshima y Nagasaki
Los desobedientes y toca narices deben ser destruidos, y volvemos al postulado inicial: (1) el imperio británico buscaba la ocasión propicia para destruir Alemania
(el kaiser Guillermo aprueba este mensaje)
Comentario de Y (26/11/2019 13:42):
El Fin del Mundo
El “fin del mundo” hasta la fecha ha sido siempre un acontecimiento local y parroquial, unos se hundían y otros se salvaban, que se lo pregunten a los Dinosaurios, a las Diatomeas, a la rata/mamífero primordial nuestro querido ancestro, y a los Palacios de la Edad del Bronce Tardío
https://es.wikipedia.org/wiki/Colapso_de_la_Edad_del_Bronce_Final
Hierro Viejo (1000 aC – 1000 dC)
Hierro Medio (1033 – 1492)
Hierro Moderno (1492 – 1875/1975)
Alto imperio de los romanos = Angloimperio 1.0
Crisis imperial (250-300) = fin del mundo (1914-1947)
Bajo imperio de los romanos = Angloimperio 2.0
Al último fin del mundo se le ha dado en llamar “mundial” con ombliguismo parroquial europeo …
Lo tremendo del caso ejque me temo que solo ha sido un ensayo del porvenir, y la primera guerra mundial se va a repetir, y el siguiente fin del mundo será el último de la serie
Comentario de Y (26/11/2019 14:01):
Las bacterias
Las bacterias discutirán con las cucarachas la crisis del imperio occidental, y unos citarán la guerra del opio …
https://es.wikipedia.org/wiki/Guerras_del_Opio
… y otro se remontarán a Herminio de los queruscos
-“Varo, devuélveme mis legiones”
Comentario de Y (26/11/2019 15:22):
Según “Deutsche Bank Global Market Research” la desigualdad en los estados unidos ha vuelto a 1929
el 0,1% de los patricios romanos poseen una riqueza igual a lo que posee el 90% de la población norteamericana
Comentario de Y (27/11/2019 10:09):
Constantino (330)-
Un imperio y un Credo
Nuestra situación espiritual e intelectual es similar a la época que nace tras Constantino aunque para las generaciones actuales en vez de espíritus hay que decir software y referirse a películas como el Show de Truman o Matrix para hablar de la caverna de la que hablaba Platón
Lo gracioso del caso es que en las sociedades agrarias solo había una máscara para ocultar el poder, y actualmente el partido único oligárquico usa dos máscaras contrapuestas
En fin, es todo muy deprimente
Los malos espíritus son dueños de este mundo, no hay que engañarse por doloroso que sea
Lo tremendo es que esta gran verdad que la sabían los primeros cristianos cuando eran disidentes en época altoimperial les cayó encima a todos en época bajoimperial, y es que la oligarquía todo lo recicla y lo convierte en una nueva cáscara al servicio de la mentira y el engaño y el paso del tiempo que devora lo nuevo hace el resto
Los malos espíritus son dueños de este mundo, no hay que engañarse por doloroso que sea
Comentario de Y (27/11/2019 10:34):
Los creyentes
Los creyentes recitan el Credo de Constantino que comienza con Alemania es culpable (1914) y termina con Estados Unidos es una democracia, y se escucha una gran carcajada
Y los herejes corremos grande peligro como el maestro Cayetano Ripoll ahorcado en la plaza del mercado de Valencia en el año 1826 o como el prototipo de esto mismo: el melenudo denunciado por la oligarquía saduceos y crucificado por el imperio como un esclavo rebelde
A lo largo de la historia cambia el peinado de las mujeres y la tecnología militar y poco más
Comentario de romario (27/11/2019 21:42):
El Profeta. ¿Sigue ud. hablando sólo en Lpd, tal como ya le han advertido?. ¿Sigue, además, usando este blog solo como ‘escupidera’ dejando para blogs de la angloesfera y + cualificados sus sesudas reflexiones bíblicas y anticientíficas (p.ej. los malos espíritus del mal dominantes del mundo???¡). ¿Todo por culpa de se pérfido Angloimperio que, sin embargo, no deja de visitar? Impresionante….
Comentario de Y (28/11/2019 18:09):
Qué jartá de reír
Romario, escribe algo, nadie te lo impide
Estos momentos son impagables
Comentario de Y (28/11/2019 18:18):
Los Arcontes del tiempo presente
Este certero texto de nuestro anfitrión Carlos Jenal lo podría haber escrito Pablo de Tarso:
“una tragedia que crece y crece, que no busca la rapidez sino que se deleita en reposarse ofreciendo más y más detalles de los sepulcros blanqueados de hipocresía que sostienen la realidad, que es un continuo ir a peor que alcanza a todo y todos, donde realmente no sabes qué va a pasar al final pero que intuyes que no va a ser bonito, en un mundo en bancarrota moral donde no se salva nadie”
Comentario de Y (28/11/2019 18:37):
Es simplemente perfecto
Escribo “Y los herejes corremos grande peligro como el maestro Cayetano Ripoll ahorcado … ”
Y sale un enano desde el gallinero abucheando
Ni que el guión lo hubiera escrito yo mismo, les aseguro que al espontaneo no le he pagado
Memorable, qué jartá de reír
Eso sí, mucho mejor el abucheo que la horca, ni comparación. En fin, esto es un juego y lo del maestro Cayetano Ripoll y su predecesor el maestro de Galilea fue cosa seria
Comentario de Y (28/11/2019 19:14):
La voz ominosa condenada a perpetua soledad y lealtad a los hombres de la ciudad perdida … -tu, hija de Primo, Casandra
Y alguien salta desde el gallinero: -anticientifico, que eres un anticientifico, que hablas solo
Qué jartá de reír
Cómo no voy a volver por aquí
Comentario de Y (28/11/2019 19:17):
El puto telefonino de los chinos, kawinto, me jode el epigrama:
-tu, hija de Priamo, Casandra
Sí, esto es lo que me quita las ganas de volver por aquí, no hay manera de editar los textos
Y el “tu” lleva una tilde
Comentario de Lluís (29/11/2019 11:21):
#177
Ya que saca lo del Chad, recordarle que la guerra con Libia finalizó hace más de 30 años, con la derrota de Gaddafi gracias a la ayuda francesa. Creo que pocos mercenarios y armamanto quedan de aquella época. Antes de su caída, el régimen libio si que contaba con bastantes mercenarios, tras la desbandada regresaron a sus países de origen para seguir con lo suyo, la violencia, llevándose su armamento y el que pudieron llevarse de los arsenales libios. Si queda alguna arma francesa o española en el Sahel actualmente, es de esas partidas, no de los años 80.
Mire, mis observaciones sobre ONGs se las puedo defender cuando quiera. Para empezar, insisto en que para un vividor sin escrúpulos, lo más práctico (por cómodo y lucrativo) es meterse en política o en un consejo de administración del IBEX, si le dejar.
Respecto a la población penitenciaria en España, puede verlo desde otras ópticas. Desde la de la pobreza, por ejemplo. Alguien que se puede ganar la vida igual tiene menos incentivos para ponerse a delinquir. O para pagar la fianza. O incluso para pagar la multa y la compensación que evitan que ingreses en prisión por un primer delito con pena reducida. Y entiéndame, no estoy justificando ningún delito, sólo le digo que la tentación es más fuerte para el que no tiene alternativas.
Y sigue sin decirme cómo va a escolarizar en Marruecos. Ya se lo dije, escuelas públicas ya las hay, mejores o peores, pero las hay. Pero vaya a convencer a una famlia sin recursos que manden a sus hijos a la escuela en lugar de ponerlos a trabajar, no por el coste de la escuela, sino porque necesitan para subsistir el trabajo de los niños y adolescentes.
Y finalmente, hay empresas que realizan donaciones importantes a ONGs. Pero le podría dar nombres de dos o tres empresas importantes que colaboran con alguna ONG simplemente para lavar su imagen. Realizan un donativo, y le puedo asegurar que en ningún momento se preocupan de ver qué se hace con su dinero, no les importa si realmente llega a algún programa en el Atlas o lo utiliza el presidente para cambiarse el coche. Lo único que queren es fardar de comprimiso social diciendo que “yo colaboro con el programa X de la Asociación Tal”. El dinero es bien recibido, pero todo el asunto da un poco de asco.
Comentario de emigrante (01/12/2019 17:10):
Algún alma caritativa que se lea las memorias de Rajoy y nos ponga una reseña sobre tan magna obra?
Comentario de rayario (02/12/2019 11:38):
D. Lluis, se ha equivocado ud de hilo.
Comentario de devilinside (02/12/2019 13:44):
#38 ¿está escrito en forma de haikus o con redacción normal? Si son haikus me apunto a leerlo y comentarlo
Comentario de Lluís (03/12/2019 08:01):
Pues a mi, si alguien me lo subvenciona estoy dispuesto a hacer el sacrificio en un tiempo razonable. Puestos a pedir, que sea en versión tapa dura, para darle un segundo uso en la próxima algarada callejera, que cada vez cuesta más encontrar adoquines que se arranquen fácilmente.
Comentario de devilinside (03/12/2019 10:24):
#41 Qué va, los adoquines de ahora salen mucho mejor que los de antes, porque no saben colocarlos bien, al menos en Madrid, y me da que las contratas pillan contratillos por recolocarlos
Comentario de Pablo Ortega (06/12/2019 18:03):
@Mr. X: me molesté en revisar a MacMillan y a Clark -por eso la demora en responder-, y según ellos, no hubo ningún tráfico de armas durante la guerra bóer, de hecho los británicos llegaron a revisar tres barcos alemanes que supuestamente transportaban armas, y que en realidad lo más peligroso que llevaban era queso suizo.
Lo del barco que recogió a tras la primera guerra ni idea, pero en esos tiempos (1880) gobernaba Bismarck, así que pregúntele a él.
@Lluís: o sea, nos pide que seamos una verdadera ultraderecha, pues básicamente eso fue lo que hizo Lenin, matar y encarcelar a todo aquel que atreviera a oponérsele, y aplicar una represión y terror mucho peores de lo que jamás llegaron a hacer los Románov, incluyendo, como ya dije, matar niños sólo por tener sangre imperial. Borró del mapa político ruso a todo aquel que pudiera hacer frente a los bolcheviques. Sí, todo un ejemplo a seguir.
Ya me imagino sus lloros si llegáramos a hacer eso, si por casualidad Guaidó fuera poseído por el espíritu de Lenin o de Pinochet. Si ya llora por un pobre tipo al que quemaron por supuesto delincuente, no por chavista (solo le falta a usted llorar por los policías y guardias nazionales muertos en las represiones de 2014-2017), no me lo quiero imaginar si nos convirtiéramos en verdaderos ultras.
De tanto llamar “fachas” al PP y a Rivera consiguieron el surgimiento de una derecha más dura, que sigue sin ser comparable con los verdaderos “fachas” europeos (ola Marine ke ase). Con algo de suerte, si seguís así, lograréis el surgimiento de un Amanecer Dorado español.
Comentario de Lluís (07/12/2019 10:22):
#43
Es que ultras ya lo son, no me caba la menor duda. Lo que les falta es inteligencia, las ganas y la ausencia de escrúpulos ya están allí, y no de ahora, sino de hace mucho tiempo. Y cuando me refiero a los muertos causados por la oposición, no me refiero al que quemaron vivo, por delincuente o lo que fuese (que ya veo como se las gastan ustedes contra rivales indefensos, de ahí a matar niños hay poco trecho, y una bala es bastante más humanitaria que quemar vivo), me refiero a otros. Yo recuerdo un vídeo de una emboscada a un par de policías en moto, a los que también pegan fuego, vaya obsesión que tienen con quemar vivos a la gente, que ya no estamos en el siglo XVII, hombre.
Comentario de Pablo Ortega (07/12/2019 15:06):
¿Que recuerda una emboscada a unos policías en moto que estaban participando en un acto de represión? Vertale, por lo visto sí le importan los policías rojos, porque sobre los golpes y palizas que han llevado los policías del “estado español” en Cataluña no le he oído decir ni pío, los manifestantes de allá les han dado un trato magnífico, diría yo.
A ver si entendemos: policía roja rojita revolucionaria reprimiendo brutalmente al fascismo comeniños, bueno. Policía españolaza franquista reprimiendo a pacíficos patriotas catalanes, malo. Es así, no?
Si de verdad hubiera esa ausencia de escrúpulos que usted comenta, hace rato que habría empezado una guerra civil a lo Siria. O se hubiera visto una verdadera masacre de policías, guardias y demás elementos indignos de vestir el uniforme. O por lo menos, la gran mayoría de dirigentes opositores no serían odiados por su electorado por moderados comeflores.
Comentario de Pablo Ortega (07/12/2019 15:14):
Si fuese usted coherente, ya estaría escribiendo un elogio de esos estadistas como Capriles, Ramos Allup, Leopoldo, Borges y Guaidó acerca de como han frenado y controlado las ansias de sangre de la muchedumbre “fascista”, en serio jamás entenderé como un líder que prefirió llamar a poner salsa en 2013 como forma de “protesta” contra un fraude electoral es “fascista” y “violento” según algunos.
Igual con Guaidó y Leopoldo, de los cuales aún hoy se espera una convocatoria a Miraflores, o al menos que hubieran peleado hasta el final, sin importar los muertos que hubiera, en el intento de tomar la base La Carlota el 30 de abril, qué va, retiraron a la gente apenas la cosa se empezó a poner fea. Ni para dar un golpe sirven, así de comeflores son, que prefirieron creer en las falsas promesas del ministro de la Defensa (un tipo que tiene una foto con Fidel poniéndole unos ojitos de enamorado que ni Chávez) que conspirar de verdad.
Le puedo poner ochorrocientos vídeos de dirigentes opositores llamando a la paz, la concordia, a no maltratar a “nuestros hermanos oficialistas”, a manifestarse sin violencia, etcétera, etcétera.
Cuando empiece a entender que los guarimberos -que siempre representaron a un sector muy minoritario de los manifestantes porque a la mayoría no le gusta quedarse día y noche protegiendo una barricada y peleando por ella hasta la muerte- jamás tuvieron nada que ver con los políticos opositores (más bien los odian desde antes de 2014), empezará a entender Venezuela.
Comentario de Lluís (07/12/2019 17:24):
Mire,
En Cataluña no ha muerto ningún policía. Uno recibió heridas muy graves, pero al final parece ser que se recuperará. Los otros, nada que no se encuentre en una manifestación en Europa. En España no recuerdo un policía muerto en ninguna algarada callejera en los últimos años. En Francia si han muerto agentes en acto de servicio, y el número de heridos ha sido peor. Lo de Francia lo dice el ABC.
https://www.abc.es/internacional/abci-cinco-policias-asesinados-y-cerca-5000-heridos-violencia-suburbana-francia-201910271733_noticia.html
Otra cosa es que quieran comparar la violencia de los CDR con ETA. Francamente, comparar el tiro a la nuca, la extorsión del “impuesto revolucionario” o tener que mirar cada día debajo del coche por si han puesto una bomba con un corte de autopista o de las vías del tren me parece un insulto, en fin.
Mire, puede que a vd. le parezca poca cosa intentar asesinar a un presidente, planear (y ejecutar, aunque sea chapuceramente) varios golpes militares, asaltar cuarteles, bombardear edificios públicos, enfrentarse a tiros a las fuerzas de seguridad o llamar directamente a la intervención de soldados extranjeros, pero eso es algo muy grave. Yo le repito lo de siempre, para mi Maduro y sus esbirros son basura de la peor, pero la oposión es de la misma calaña.
Comentario de rayario (10/12/2019 14:15):
Y parecía que este hilo no terminaría siendo “el temita” o “Venezuela”…