Los Románov (1613-1918) – Simon Sebag Montefiore
No es ninguna sorpresa que en LPD nos encanta Rusia. Hemos escrito en abundantes ocasiones sobre este gran país, en torno a las cuestiones más variadas: historias de Rusia en su conjunto, de la época contemporánea, de la Unión Soviética (que no viene a ser lo mismo, pero casi), biografías de alguno de sus personajes más luminosos (Pedro el Grande, Catalina la Grande, Stalin el Grande), análisis de su papel en política exterior a propósito de cuestiones específicas, y un largo etc. Con lo cual, la pregunta que el avisado lector enseguida enhebrará en su preclaro cerebro indefectiblemente es: ¿cuánto dinero nos paga Putin? ¿Por cuánto nos tiene comprados? ¿Cuánto le queda tras amañar elecciones, fabricar escándalos y comprar gobernantes en todo el planeta? Y la dolorosa respuesta es… nada. Es tal la devoción por Rusia en LPD, que estas cosas las hacemos gratis (que yo sepa; a saber si Carlos Jenal y Andrés Boix viven en palacetes de doradas cúpulas, alimentándose de ¡miel! y ¡pan blanco!).
El libro que nos ocupa adopta un enfoque peculiar, que podríamos denominar “la perspectiva de ¡Hola!”: cuenta la historia de los Románov, la dinastía reinante en Rusia a lo largo de 300 años, desde la instauración de la misma en 1613 hasta el fusilamiento de la familia real en 1918 a manos de los bolcheviques. Y lo hace centrándose en los personajes (en particular, como es lógico, en la figura de los sucesivos zares y zarinas), sus vicisitudes y decisiones, con la historia rusa (y europea) como oportuno telón de fondo. Lo cual significa que tenemos ante nosotros más de 800 adictivas páginas de cotilleos, amantes, amigotes, autoritarismo desmesurado y bruticie. En resumen: Rusia en vena.
La historia de los Románov es la historia de un peculiar sistema, la autocracia, que viene a ser la dictadura de toda la vida, pero a unos niveles y dimensiones espectaculares. No en vano, los zares reivindicaban la herencia del Imperio Bizantino y al titularse zares buscaban explícitamente dicho legado, con todo lo que conlleva: el predominio en el mundo del cristianismo ortodoxo, la justificación divina de su liderazgo, la majestad y veneración de su pueblo, y su exclusiva competencia y responsabilidad en todo tipo de decisiones. Una toma de decisiones que es cada vez más difícil y farragosa (la sociedad se vuelve más y más complicada, hay más frentes a los que atender), pero donde, en última instancia, todo sigue dependiendo del gobernante. Así que esa idea de que las personas no son importantes, y todo se decide en virtud del coeficiente de producción anual de trigo o las vicisitudes del clima, puede que tenga parte de razón, pero no toda. No, al menos, en Rusia, donde las consecuencias de tener a un patán o un cretino gobernando, o a alguien enérgico e inteligente, son enormes. Uno (Pedro el Grande) te monta una flota y te mete en Europa al modo ruso, esto es: a hostias. Otra (Catalina la Grande) continúa la modernización por la vía social y política y te quita (un poco) el pelo de la dehesa. Otro (Nicolás II), en fin, logra perder dos guerras, su Imperio y su vida. Ser zar no es fácil:
Incluso en la época preindustrial, la agenda de los zares estaba repleta de ceremonias sagradas y de revistas militares, por no hablar de luchas entre facciones y de disputas familiares, que dejaban muy poco tiempo, por valioso que fuera, para pensar con profundidad en la manera de resolver los problemas más complejos. Aquello habría sido una labor agotadora para un político nato que tuviera que desempeñar su cargo solo cinco años, no ya toda una vida; y el reinado de muchos zares duró más de cinco lustros. Dado que la mayoría de los líderes electos de nuestras democracias suelen encontrarse al borde de la locura antes de que lleguen a pasar diez años en su puesto, no es de extrañar que los zares que reinaron varias décadas acabaran exhaustos y desengañados (págs. 20-21)
El libro es muy bueno en su conjunto, pero es sobre todo recomendable su primera parte (siglos XVII-XVIII), donde alberga las historias menos conocidas, y donde nos encontramos una Rusia más pura, más tenebrosa y desconocida, donde todo es atrasado y salvaje en grado superlativo. Así, por ejemplo, nos enteramos de que los primeros gobernantes Románov (a lo largo de todo el siglo XVII) escogían a sus mujeres en “concursos de novias”, donde una Comisión especializada a los efectos reclutaba a las candidatas más capacitadas de entre la nobleza del país (entiéndase “capacitadas” como ha de entenderse), y el zar escogía a la que más le gustaba. Y si le gustaban varias, pues las demás se las cogía como amantes y a la marcha, que en esta historia todos los zares y zarinas, sus hermanos, amigos, y empleados, tenían amantes por doquier (la cosa remitió con los últimos dos zares, por aquello del puritanismo victoriano, en versión ortodoxa, que viene a ser lo mismo, pero con más delirio y visiones mistéricas). Una vez escogía a la agraciada, se casaba con ella, … y la encerraba para siempre en el térem, que suena parecido a harén y básicamente es lo mismo, pero sin poligamia. Y si esto les parece bárbaro patriarcado (que obviamente lo es), esperen a contemplar en el libro los múltiples ejemplos de la querencia de los primeros zares (en verdad todos ellos, hasta que llega al poder Catalina la Grande) por la tortura en versión superlativa, bien sea aplicada a las masas, bien a objetivos específicos. Que aquí Stalin batió todos los récords, pero tampoco se crean que el hombre inventó nada:
Entre 20.000 y 100.000 judíos fueron asesinados con una saña tan ingeniosamente atroz -destripados, desmembrados y decapitados; y los niños cortados en tajadas, asados y comidos delante de sus madres violadas-, que no se conocería nada parecido en el sanguinario paisaje de la Europa del este hasta el Holocausto del siglo XX (pág. 94)
Alexéi celebró la derrota del levantamiento de los cosacos de Stenka Razin (…) Razin fue torturado en la tribuna de la Plaza Roja, sus miembros fueron descoyuntados y encajados de nuevo en sus articulaciones, fue quemado con hierros candentes y fueron echándole agua helada en la cabeza, gota a gota, antes de ser desmembrado, descuartizado vivo y decapitado; sus vísceras fueron echadas de comida a los perros (pág. 103)
Tanta horripilante bruma medieval comienza a despejarse con la llegada al poder, a caballo entre los siglos XVII y XVIII, de Pedro el Grande, de cuyas realizaciones ya hemos dado cuenta cumplidamente en este artículo, con lo que nos centraremos en algunas facetas de su personalidad. Sobre todo, en el matiz de que el hombre se acostaba todos los días a las tres de la mañana, tras enormes juergas alcohólicas con sus amigotes que constituían el meollo del poder. Luego se levantaba a primera hora de la mañana, como indudablemente habrá hecho Campechano todos estos años -y hará ahora Preparado-, y a trabajar, que Rusia no se moderniza sola. Pero no se crean que todo era de color de rosa:
A Pedro le encantaba siempre la inversión de las identidades. ¡Pero ay de quien se pensara que la diversión era voluntaria! ‘Todas las copas debían vaciarse de un golpe’, ordenaban as reglas de su club, ‘y los miembros de la sociedad debían emborracharse a diario y no irse nunca a la cama sobrios’. Todo el que quebrantara las reglas o evitara participar de un brindis debía ser castigado trasegando la Copa del Águila, temida por su desmesurada capacidad, llena hasta los topes de aguardiente (pág. 133)
Uno de los que disfrutó de la hospitalidad de Pedro fue el duque de Curlandia, casado con una familiar de Pedro (creo recordar), que en su banquete de bodas bebió tanto que al levantarse para cumplir sus deberes conyugales se encontró repentinamente mal y zas, al hoyo. Coma etílico. Pero no crean que eso retraía a Pedro lo más mínimo, que aquí hasta el más malcriado tenía que beberse los lingotazos de vodka que le tocaban (y, de hecho, el castigo por no cumplir era beber mucho más). Es el dilema del autócrata: todo lo que se hace es por su voluntad, así que si algo no va como debería ir, la diversión y la charla agradable acaban rápidamente en el potro de tortura. La cosa llegó hasta su propio hijo, el sombrío Alexei, que parecía del Opus: no soportaba el jolgorio proeuropeo de su padre y quería volver a las sacrosantas tradiciones rusas. El padre vio que estaba conspirando contra él y vino a decirle: ¿quieres tradición rusa? ¡Pues toma! Ordenó torturarle, con tanto énfasis que al pobre le dio un patatús y se murió (ni idea de si se murió de verdad o “se murió” ayudado por alguien, Ustedes ya me entienden; no sería, ni mucho menos, la última vez que esto ocurriera con los Románov).
Pedro era, en suma, un psicópata con buenas ideas y afán modernizador, y así le salió el asunto. Con amigos y enemigos, con familiares y con amantes, la cosa tiene un tono siniestro que, en la distancia de leerlo 300 años después, resulta tenebrosamente divertido:
Hamilton [amante de Pedro] fue detenida, y tras ser torturada en presencia de Pedro, confesó que había dado muerte a tres niños. Pedro hizo que la condenaran a muerte (…) Esperaba ser perdonada, sobre todo cuando vio a Pedro subir al patíbulo. El zar la besó, y a continuación dijo sin inmutarse:
– No puedo violar la ley para salvar tu vida. Soporta tu castigo con valentía y dirige tus oraciones a Dios con el corazón lleno de fe.
La joven se desmayó, mientras él hacía un signo con la mirada al verdugo para que descargara el hacha. Pedro levantó del suelo la hermosa cabeza y se puso a dar una clase de anatomía a los circunstantes, señalando las vértebras partidas, la tráquea abierta y las arterias chorreando sangre, antes de besar los labios exangües y arrojar al suelo la cabeza. Se santiguó y abandonó el lugar dando grandes zancadas. Pedro (…) mandó embalsamar la cabeza y colocarla en su Gabinete de Curiosidades, donde un visitante inglés que se detuvo a observarla ‘en una vasija de cristal’ comentó que ‘el rostro es el más hermoso que haya yo contemplado nunca’ (pág. 187).
La tónica marcada por Pedro el Grande se mantiene a lo largo de todo el siglo XVIII y parte del XIX: hay un curioso reparto de papeles entre monarcas fuertes, con impulso modernizador, y monarcas débiles que intentan deshacer el camino andado por los anteriores. De hecho, cada vez que llega un zar al trono, se dedica a cambiar lo instaurado por el anterior, destierra, encarcela y manda ejecutar a sus favoritos y perdona a los favoritos del anterior al recién fallecido, a veces 20 o 30 años después. La diferencia es que los monarcas débiles duran menos (son débiles), porque son asesinados o desterrados por los monarcas fuertes que les suceden, que además, a lo largo del siglo XVIII, son mujeres: la zarina Isabel, que gobierna veinte años a mediados de siglo, y Catalina la Grande, que tras un breve, pero molesto, reinado intermedio de su marido, ordena asesinarle (aunque ella dijo luego que no lo sabía, que fue un error, que se había equivocado y que no volverá a ocurrir), y gobierna otros treinta años.
Catalina hizo pública una declaración que afirmaba que Pedro había fallecido de un ‘cólico hemorroidal’, diagnóstico absurdo que se convertiría en un eufemismo horrendo de asesinato político. Cuando Catalina invitó al philosophe Jean d’Alembert a visitarla, el francés respondió en tono de broma que no se atrevía a emprender el viaje, pues era ‘propenso a las almorranas, dolencia muy peligrosa en Rusia’ (pág. 278)
Es muy interesante también todo lo referente a Alejandro I y su enfrentamiento atávico con Napoleón, con el que además congenia muy bien. Al principio, Alejandro se pone a jugar a los soldaditos, dirige frívolamente el ejército, y Napoleón le da pal pelo en Austerlitz. Alejandro aprende la lección: firma la paz y espera pacientemente. ¿Cuál es la lección? Para Rusia, ganar una guerra es, siempre, cuestión de tiempo. Paciencia, sufrimiento, y que el tiempo solucione los problemas. Puro rajoyismo. La victoria rusa contra Napoleón combina todos estos factores. En lugar de ofrecerle a Napoleón la gran batalla que éste esperaba, los rusos hacen su táctica predilecta: tierra quemada, y que Napoleón entre más y más profundamente en Rusia:
Las capitales tomadas, desde Viena hasta Berlín, habitualmente habían acogido a Napoleón acobardadas, con una cortesía aristocrática. La evacuación [de Moscú] era un signo de que esta era una nueva guerra nacional à outrance. En escenas de éxodo propias de una distopía, los caminos se llenaron de una muchedumbre sollozante, que avanzaba a duras penas, de carretas cargadas con las pertenencias de toda una vida, mientras la multitud, más de medio millón de personas, toda la población de Moscú, huía de la ciudad y se dirigía al este (…) Nadie salió a recibir a Napoleón a las puertas de Moscú. Solo rondaban por las calles unos cuantos franceses, en su mayoría preceptores y actrices, y peligrosísimas bandas de saqueadores (pág. 404)
No era para menos: la grande armée logró congregar un ejército de 615000 personas, frente a 250000 de los rusos. Una batalla campal, en estas condiciones, era un suicidio (por comparar, en la Segunda Guerra Mundial los nazis enviaron un ejército de dos millones y medio frente a, más o menos, cuatro millones y medio que tenía el Ejército Rojo). Pero para cuando Napoleón emprende el regreso de Rusia, ya sólo quedaban unos 150000, y las batallas de desgaste contra los rusos ya fueron mucho más igualadas (y cumplieron su función de que los rusos sacrificasen sus tropas por miles, que para entonces ya les sobraban, por comparación con Napoleón).
La distancia de las guerras napoleónicas pone otra vez de manifiesto un fenómeno muy habitual: la buena prensa de los británicos. Hay, respecto de Napoleón, un mito del sacrificio británico que, en realidad, se resume en que los ingleses hicieron lo que hacen siempre: encerrarse en su isla y pagar a otros para que luchen por ellos. La batalla de Waterloo nos suena como el momento en el que, in extremis, los aliados lograron acabar con Napoleón, pero la verdad es que a esas alturas el corso ya no constituía una auténtica amenaza. Aunque hubiese vencido en Waterloo, tendría que haber vencido otras ocho o nueve batallas decisivas más, reocupado otra vez el continente, … y aun así, no estaría mejor que como lo estaba en 1812, en los inicios de la invasión de Rusia. Quienes se habían cepillado los ejércitos de Napoleón y luego llegaron hasta la cocina (hasta París) fueron los rusos (es decir: exactamente lo mismo que en la Segunda Guerra Mundial). Y Rusia y España fueron los dos únicos países que se levantaron en armas frente a los ejércitos napoleónicos y les generaron una continuada sangría de tropas (más espectacular y condensada en unos pocos meses en el caso ruso; más contumaz, continuada y artesanal en el español).
Rusia sale de las guerras napoleónicas convertida en la principal potencia europea. En el XIX Rusia es el primo de Zumosol santurrón y retrógrado, siempre dispuesto a aplastar cualquier movimiento de apertura. El Congreso de Viena de 1814-15 es una especie de gigantesco puticlub, y como suele ser habitual en esos casos, las disposiciones del Congreso buscan asentar una Europa reaccionaria y pacata que anule los efectos de la Revolución Francesa. Alejandro I monta la Santa Alianza, cuyo principal efecto es acabar con el trienio liberal en España en 1823:
El 13 de septiembre de 1814, Alejandro fue recibido por el emperador Francisco II a las afueras de Viena, donde en lo que tal vez fuera la juerga internacional más descomedida de la historia, un congreso de dos emperadores, cinco reyes, doscientos nueve príncipes reinantes, cerca de veinte mil dignatarios, desde mariscales y ministros hasta escribanos y espías, y prácticamente todos los cazafortunas, charlatanes y prostitutas de Europa, quizá cien mil individuos en total, se dedicaron a regatear, a chantajearse unos a otros y a fornicar en banquetes y bailes, con el fin de remodelar todo un continente después de veinte años de guerra (…) para estirarse la piel, aquel metrosexual de treinta y cinco años [el zar Alejandro I] se restregaba la cara a diario con un bloque de hielo. Flirteaba de manera compulsiva con todas las bellezas de Viena (…) A menudo era groseramente directo: en un baile, dijo a la condesa Széchenyi, cuyo marido había salido a la pista:
– Parece que su marido la ha abandonado. Sería un gran placer para mí ocupar su lugar durante un rato.
– ¿Me toma Su Majestad por una provincia? -contestó la condesa en lo que cabría calificar de la mejor ocurrencia pronunciada en el curso del Congreso.
En un baile público de disfraces, una joven indignada dijo al pesado del emperador -quien, por cierto, no llevaba máscara- que era un verdadero tarugo. ‘Alejandro quedó fulminado’ (págs. 420-422)
A lo largo del siglo XIX, la obsesión inglesa, que siempre es frenar al gallito del continente, se centra en Rusia. Ambas potencias viven una especie de guerra fría que impide, en repetidas ocasiones, que Rusia pueda acabar definitivamente con el Imperio Otomano y alcanzar su gran sueño de hacerse con Constantinopla, tanto en la Guerra de Crimea como veinte años después, en las guerras balcánicas. El temor europeo a Rusia es similar al de la época soviética y a los inicios de la paranoia antirrusa que vivimos de nuevo actualmente: con su dimensión, su armamento, y su capacidad de sufrimiento, parece imposible frenar a los rusos. ¿Acaso no acabaron con Napoleón? ¿Acaso no acabaron con los nazis? ¿Acaso no acabaron con Hillary Clinton? Es verdadero pánico a una marea humana incontenible extendiéndose por Europa lo que hay en el sistema de alianzas organizado por los ingleses para que Rusia no consiga sus objetivos. Esa fijación con Rusia, de hecho, es uno de los factores que explica el ascenso, relativamente cómodo, de Prusia (aliada de Rusia) en el siglo XIX: Prusia no resulta tan amenazante, y cuando los británicos quieren darse cuenta, el kaiser Guillermo está atusándose los bigotes en Versalles y montando el Imperio Alemán.
La pujanza de Alemania, junto con el estrepitoso ridículo de Rusia en la guerra de 1904-05 contra Japón (perdida por Rusia porque no tuvieron la suficiente paciencia para prolongar el enfrentamiento unos cuantos añitos más, y quizás, sueño atávico, provocar que los japoneses intentasen llegar a Moscú vía Siberia, que ya verían cómo nos íbamos a reír), hace que al “oso ruso” se le vean cada vez más las carencias. Puede que tenga millones de soldados, pero es un Ejército atrasado y mal administrado y dirigido, que cuando ataca lo hace atropelladamente y malgasta tropas por doquier. Y por mucho que les sobren, no pueden ganarse guerras sólo a costa de sacrificar a tus propios soldados; bueno, o tal vez sí, pero en la retaguardia había estallado la Revolución, lo que dio al traste con la pérfida estrategia rusa de ahogar a sus rivales en sangre propia.
El final del libro, y del reinado de los Románov, nos depara la espeluznante figura, en su estulticia y cortedad de miras, de Nicolás II, un místico obsesionado con lo paranormal y sobrenatural, que tanto nos recuerda al Preparado, ávido lector de JJ Benítez, y a su tía la de los ovnis. Nicolás II está completamente subyugado por la loca de su mujer, y ésta, a su vez, por Rasputin, un santón siberiano que en su día fue objeto de una revisión bibliográfica un tanto sui generis en el clásico del cine porno “Rasputín, Rasputón“:
Puede creerse que sus poderes eran milagrosos, hipnóticos o histriónicos, pero lo que es evidente es que su encanto se caracterizaba por su escabrosidad y su simpleza (…) A todas luces estaba absolutamente seguro de sí mismo, y trataba a su clientela aristocrática e imperial con una llaneza magistral y una confianza audaz, sin el menor rastro de servilismo (…) Gozaba de un magnetismo salvaje y nunca ocultó su sexualidad mundana. Antes bien, su naturaleza pecadora era un elemento esencial de su santidad, pues creía que solo poniendo a prueba su moderación a través de la tentación del sexo y de exuberantes arranques de libertinaje podía experimentar la euforia del perdón y la intimidad de Dios (…) Era un hombre sin pretensiones, divertido y gracioso, ponía motes a todas, y las provocaba con chistes mundanos de caballos fornicando al tiempo que les preguntaba sobre su vida sexual. Su propia sexualidad salvaje, unida a su encanto campesino y su prestigio místico, resultaba irresistible para muchas: una mujer llegó a jactarse de haberse desmayado durante el orgasmo que él le había procurado. Se decía que su pene tenía las dimensiones de un caballo, mientras que (su futuro asesino) Félix Yusúpov afirmaba que una verruga fortuita, pero estratégicamente colocada, era la razón de sus proezas (…) Como monárquico acérrimo y leal, Stolypin consideraba que su deber era advertir al zar del libertinaje y de los vínculos sectarios del siberiano. Había mandado a la Okhrana que lo siguiera. Cuando le presentó los informes acerca de las orgías de Rasputin con prostitutas en los baños públicos, Nicolás respondió:
– Lo sé. Y también que predica allí las Sagradas Escrituras (págs. 690-691 y 705)
Resumiendo: el libro es interesante y se lee con agrado, aunque la primera parte es mucho más entretenida; cuando las salvajadas remiten, a partir de Catalina la Grande, la cosa se concentra mucho más en el cotilleo, con la historia de Rusia como telón de fondo. Tampoco ayuda el coñazo de que el autor, como si fuera un novelista ruso, cambie a veces los nombres de los personajes por sus apodos, que, por lo visto, se instauraron como costumbre en el XIX, casi todos acabados en ‘y’: Nicky, Alicky, Willy, etc. Una costumbre también instaurada entre los Borbones y sus motes ñoño-ridículos (en España, acabados generalmente en “e”), que al lector mal asesorado tal vez le llevaría a concluir que tanta pomposidad y protocolo tan sólo oculta estupidez, producto de una escasísima educación combinada con generaciones de sangre mal mezclada.
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Comentario de maca (29/05/2017 22:06):
el cristianismo ortodoxo no sera una rama del islam no? Parecen islamistas los zares
Comentario de Y (30/05/2017 07:31):
El romanismo forjado en el siglo V que se llamó “cristianismo” tiene como pieza esencial la justificación del terrible Poder sin límites del Jefe, justificar al Cabrón es uno de los núcleos esenciales de este asunto, ya sea el iracundo barbudo del Sinaí ya sea el yihadista Caudillo que en las “tierras del poniente” dirigió el exterminio y purificación de la población española
La presencia de lo satánico en este mundo es una desagradable constante. Mi batalla es defender al menos la frontera moral entre la violencia humana y el Terror satánico. Y es una batalla perdida, pues muchos la mayoría de los mundos simbólicos, cuevas y campanas de pensamientos justifican el poder sin límites del Cabrón y, por otro lado, basta una Identidad (A=A) o simplemente unos rasgos culturales para fabricar una máscara encubridora y dejar ciega a la gente
Comentario de Latro (30/05/2017 10:30):
La historia la determinan los factores económicos y sociales de los pueblos en su potencialidad, y luego los hombres y mujeres que la vivieron, grandes y pequeños, en su realización.
De donde no se puede sacar un imperio, ya puede nacer el nuevo Alejandro Magno que no hay forma. Un gran imperio se puede venir abajo con un capullo al frente, pero el hecho de que ese capullo pudiese llegar ahi muestra que la podredumbre ya estaba instalada. Los aztecas e incas iban a ser masacrados si o si por los europeos, la diferencia tecnológica era apabullante, pero tuvieron aparte la mala suerte de tocarle dos conquistadores astutos (y sin escrúpulos), que si les llega a tocar algun idiota se conquistan, pero a la tercera o cuarta.
Y Rusia, pues Rusia tiene todos los mimbres para la grandeza, tanto de los imperios como de los animales. No suelen hacer las cosas sino es a lo grande, y la mitad de las veces lo grande es la salvajada.
Comentario de Oliveral (30/05/2017 14:19):
Sin duda son un pueblo seductor, esos rusos. Sobre todo ellas. Su país es cutre, sus fábricas como de la peli de Metrópolis y sin embargo de ellas salen cacharros como el Su-T50 o el MIG-35. Y no hablemos ya de la ochentera MIR y las naves de carga Progress, que son como el VW escarabajo ese que tenía nuestro tío-cuñado y que se había hecho n sé cuántas veces con él viajes de ida y vuelta a Alemania sin un problema. Y ahí las ves, subcontratadas por la NASA, arrodillada ante la evidencia.
Pero jamás serían capaces de tener un gobernante como Mariano Rajoy. Sí como José María Aznar, o como Corcuera… hasta como Pablo Iglesias, si nos ponemos tontos. Pero como Mariano, nunca. No cuadra. Tal presidencia está reservada para pueblos con ciertas peculiaridades, y el nuestro es uno de los pocos, si no bien el único. Que se jodan y se pudran de envidia, digo.
Comentario de emigrante (30/05/2017 14:55):
Hay que destacar la cuestión territorial. Si Rusia es un imperio es fundamentalmente porque tiene un Hinterland infinito. Veinte millones de kilómetros cuadrados dan para mucho. De un territorio tan amplio se puede sacar gente y más gante para derrotar al enemigo a base de lanzarle carne de cañón hasta agotarle la munición o se pueden instalar las fábricas donde no alcanza a llegar ningún avión a soltar sus bombas. Hitler lo sabía muy bien y por eso quería echar mano de su Lebensraum.
Y ese imperio lo forjaron los Romanov ya en el s. XVII. De hecho Rusia es la única metrópoli europea que conserva su imperio colonial casi intacto, quizá debido a la continuidad geográfica.
Comentario de Atlas (30/05/2017 23:18):
¡Tortura y cotilleo! ¡Qué maravilla, este libro me lo tengo que leer: tiene todo lo que me gusta!
Comentario de alci (31/05/2017 01:17):
Todo esto que cuentas se puede ver, con dibujitos, en la larguísima exposición sobre los Romanov del Museo Ruso de Málga.
http://www.coleccionmuseoruso.es/exposiciones/la-dinastia-romanov
Comentario de Mr. X (31/05/2017 07:41):
En 2009, por razones profesionales, pasé una semana en Moscú. Ese exiguo periodo no me sirvió para sacar ninguna conclusión acerca del carácter ruso. Fue en pleno invierno y tampoco es que pudiera callejear mucho con una temperatura que oscilaba entre -5 y -25. Recuerdo que los rusos me parecieron bastante desagradables en ámbitos públicos y simpáticos y cordiales en privados. Que siguiendo el tópico, los rusos beben una barbaridad, incluso en la calle bajo una ventisca. Y que las rusas son guapísimas. Y hasta ahí llegué.
Comentario de devilinside (31/05/2017 16:00):
#9 Y un patológico odio a respetar los turnos. Me extrañaría que la palabra fila existiese en ruso, por la experiencia que tengo.
Comentario de Y (01/06/2017 07:25):
Estos días podemos comprender mejor la mente de los trogloditas: el carbón es el pasado, y el gas natural, el agua, el sol y el viento es ya el presente y el futuro, ayer mismo en los EUA se cerraron tres centrales eléctricas de carbón que ya nadie quiere. El problema gordo -bien gordo- era convencer a China y a India. En la India ya están convencidos, y en China se están ahogando respirando humo y poco a poco van entrando por vereda aunque les cuesta porque no tienen gas natural
Eso sí el emperador de los romanos en un chiste completamente logrado dijo que todo esto era un cuento chino, cuando justo precisamente era cosa occidental que jodía a los chinos y a los indios de la India. El mundo siempre al revés.
El Show debe continuar, y espero por amor a la comedia que los romanos abandonen el acuerdo de Paris
Los trogloditas son fascinantes. Joooder toda la derecha económica en los EUA con las grandes petroleras a la cabeza han abandonado el carbón que ensucia el agua y el aire. Actualmente (2007-) es más barato y limpio producir electricidad con gas natural, aire, sol y agua
Viva hidroeléctrica del Cantábrico
Viva fotovoltáica de Dubai, Nevada y Texas
Viva eólica de Escocia y Marruecos
Y centrales de gas de ciclo combinado
Comentario de Y (01/06/2017 07:27):
Actualmente (2017-)
Comentario de Pululando (01/06/2017 10:38):
¡Vaya perlas! las citas que entresaca.
Eso sí, se echa de memos una reseña del Montefiore éste, que cualquiera diría que es italiano… y resulta que casi podemos considerarlo ¡¡español!!
Comentario de Isleño (01/06/2017 12:18):
Los Romanov fueron crueles siempre con su propio pueblo, llegando a unos niveles de sadismo salvaje y psicopático con sus enemigos, reales o inventados, cuando veían amenazado su poder absoluto y sus privilegios. Es bien sabido.
Los monarcas rusos de esta dinastía siempre fueron egoístas y cínicos, pero como todas las dinastías monárquicas de todo el mundo en todas las épocas. Las monarquías son eso.
Los reyes y sus familias siempre se creen que son los dueños de sus países, y tienden a verlos y administrarlos como su finca particular.
Lo triste en nuestro caso, en el de España, es que nos hemos pasado toda la vida mirando con recelo, desconfianza y antipatía a Francia, llamando franchutes y gabachos a los franceses, y al mismo tiempo hemos vivido bajo una monarquía de linaje francés, que son los borbones, desde el año 1.700, sin podérnosla quitar de encima por culpa de nuestras propias inseguridades atávicas.
Los españoles llevamos viviendo bajo reyes franceses más de trescientos años, trescientos, porque en el fondo parece que nos aterroriza vivir en una república, es como si nos sintiéramos huérfanos sin un ”papá rey” encarnado en nuestro caso en un monarca de linaje francés, en un borbón.
En el fondo la inmensa mayoría de la población española siempre ha mirado la posibilidad de una república como algo lejano y tenebroso.
La república para la mayoría de los españoles siempre ha significado incertidumbre, misterio, agravado por el hecho de que las dos únicas veces que a duras penas se ha intentado el experimento ha salió horrible y desembocó en caos y violencia, sobre todo en la segunda ocasión con nuestra penosa guerra civil.
En cambio parece que vivimos más plácidos y seguros bajo unos reyezuelos que no aportan nada a la vida nacional salvo un gasto público absurdo, opaco y evitable, y una imagen decadente como país ante nosotros mismos como ciudadanos que también proyectamos al exterior.
Pero visto lo visto después de estos últimos trescientos años de calma chicha y sopa boba borbónica ya nos hemos resignado a que nunca vamos a ser una república. Francia, de donde proceden nuestros ”reyes”, consiguió ser una república hace más de doscientos años y se ha mantenido así y así seguirá para siempre, Alemania e Italia lo lograron durante el siglo XX. Pero es que hasta Portugal, un pequeño país con una pequeña economía y que es nuestro vecino más cercano es una república consolidada.
Pero nosotros no. No podemos. Nos supera. Repito, es como una necesidad psicológica que ha tenido y tiene la mayor parte de la población española.
Comentario de Sgt. Kabukiman (01/06/2017 13:11):
A la monarquia y … a la iglesia.
En mi ciudad, el ayuntamiento (perroflauta) quiere deshacer la inmatriculación de una las catedrales, por la que nuestra Sagrada blablabla cobra entrada, le pagamos entre todos (creyentes y no) las obras y siendo propietarios y usufructuadores, no pagan IBI.
Y a los perroflautas les estan llamando de todo menos guapos.
Va a ser que mas tontos ya no caben.
Comentario de devilinside (01/06/2017 17:05):
#13 Como muestra del buen rollo romanovesco con la plebe: http://alfredlopez.tumblr.com/post/138276180845/la-tr%C3%A1gica-coronaci%C3%B3n-del-zar-nicol%C3%A1s-ii
Comentario de hglf (02/06/2017 18:03):
Saludos
Trataré de aportar algo…
A mi también me interesa este tema de los rusos. Es decir, es El primer país que se atrevió con el comunismo.
¿Pero hasta qué punto todos estos gobernantes sicópatas, son así producto de su propio entorno?
Algo para entender a Pedro el Grande. Parece ser que de niño, el fue testigo del asesinato de sus familiares y amigos, a manos de los “boyardos” y militares. Es decir, experiencias así de hecho marcan el comportamiento de alguien no?. O te conviertes en Batman,… o en Pedro el Grande.
Acerca de que todos los Romanov eran unos HdP, quisiera mencionar el caso del abuelo (o el padre) del último Zar Nicolas. Al parecer estaba a punto de dar Leyes a Favor de los Mujik, pero una bomba puesta por anarquistas termino con su vida.
Y ya en un apartado que podría llamar, el “Trump”, que todos llevamos dentro. ¿ Y que hay de los tártaros, mongoles y demás caminantes blancos?… Rusia es Rusia tambien gracias a ellos.
Saludos
Comentario de emigrante (03/06/2017 11:14):
Reflexionando un poco sobre esos tres siglos de pesadilla bajo los Romanov, se puede contemplar al Padrecito desde otra perspectiva. Vamos que Stalin no inventó nada ni creo que los rusos estuvieran ni de lejos tan horrorizados como nosotros de sus purgas, represión y castigos en masa. Comparado con las salvajadas anteriores era todo un avance.
También se desmonta el argumento favorito de los liberales para ilustrar lo malo que es el comunismo cuando agitan el espantajo del dictador soviético y sus innumerables crímenes. Quiero decir que si Stalin fue el segundo mayor hijo de puta del s. XX no fue por comunista sino por ruso (bueno georgiano pero para el caso es lo mismo). El régimen soviético no fue tan cruel por inspiración marxista sino porque era el lenguaje que los rusos entendían dada su tradición. De Hitler no se puede decir lo mismo.
Comentario de Toño (03/06/2017 11:58):
#17: Buen razonamiento que comparto. Stalin fue un tirano que bien podría haber sido un Romanov pero sin su glamour aristocrático y lujosas veladas de jet society. Es que Rusia era un país en que en el siglo XX todavía existían los siervos y los señores feudales.
Por otra parte, si no recuerdo mal, lo que se dice comunismo de acuerdo con los textos de ellos, no lo hubo en su plenitud. Debía pasar por fases sucesivas, se quedó en la de dictadura con una “vanguardia” al mando que acabó aficionándose al puesto y a ejercer de dictadores. O sea, que los rusos acabaron con las mismas formas de gobierno pero sus condiciones de vida mejoraron mucho comparando con el siglo XIX. Pasaron de tercer o cuarto mundo a potencia mundial. De derrotados en la IGM pasaron a ser vencedores del quizá mejor ejército del mundo.
Lo cual no quita para nada que Stalin fue un tirano de lo mejor de esa especie.
Comentario de RAM (08/06/2017 14:22):
17, 18, muy recomendable como complemento a sus comentarios una nueva obra, cortita y ligerita, “The Great Fear”, de James Harris. Plantea exactamente esto, dando un enfoque entre la sangrienta tradicion de un país recien salido de la edad media y el enorme temor (también presente en los rusos de toda la vida de Dios) a las invasiones foraneas y a los sabotajes o la supuesta maldad intrínseca del marxismo. Como pueden suponer, es monográfico sobre el terror estalinista. Echenle un ojo.
Comentario de RAM (08/06/2017 14:23):
https://global.oup.com/academic/product/the-great-fear-9780199695768?cc=es&lang=en&
Comentario de Mr. X (09/06/2017 06:35):
Hace tiempo, recuerdo, leí que se hizo una encuesta sobre los gobernantes del siglo XX mejor considerados por los rusos. Me acuerdo que su líder más valorado era ¡Breznev! (XD) y le seguía Lenin. Ahí es nada.
Comentario de RAM (09/06/2017 13:23):
#21, y Stalin sigue teniendo una popularidad considerable entre los rusos (Casi escribo “soviéticos”). Nunca me ha gustado aquel viejo dicho de que “es que los españoles necesitamos mano dura”, pero las experiencias rusas demuestran que no creen en el concepto occidental de democracia, que les gustan en general los líderes fuertes. Los demócratas Gorbachov y Ieltsin seguro que aparecen como menos populares que los más autoritarios Brezhnev y el sin par Vladimir Putin. A los rusos realmente les gusta, y mucho, Putin. Consideran que sus maneras de gobernar traen de nuevo la grandeza a Rusia. Si a Putin le llega a salir tan bien como esperaba la jugada de anexionarse media Ucrania no le descarten ustedes autoproclamandose zar de todas las rusias: Le encanta la biografía de los zares.
Comentario de Pablo Ortega (09/06/2017 18:49):
“Quiero decir que si Stalin fue el segundo mayor hijo de puta del s. XX no fue por comunista sino por ruso”
Mao, Pol Pot, Best Korea, Fidel y otros mandan saluditos. Como que el comunismo sí tenía algo que ver con la crueldad de los crímenes de todos esos tiranos.
En todo caso, es cierto que siempre puede usarse el mismo argumento de los Romanov, porque si algo no ha escaseado en todos esos países (excepto Corea, Polonia y Checoslovaquia) son tiranos con mano de hierro. Pero sigue sin ser suficiente.
Y ya que estamos hablando de Nicolás II, una de las comparativas más interesantes que puede hacerse con él es verle al lado de Luis XVI. Este último, además de que al menos tuvo los cojones de morir como un rey arengando a la muchedumbre que venía a ver su ejecución, al menos puede decir en su defensa propia que la monarquía absoluta era lo que se estilaba en su tiempo y es entendible que no supiera ver lo que se venía hasta que fue muy tarde. De paso, le tocó ser rey con apenas 20 añitos, una edad donde la mayoría de las personas siguen sin salir de la post-adolescencia.
Pero Nicky se empeñó en ser un emperador absoluto en una época donde hasta el káiser estaba, al menos en teoría, sometido a un parlamento y Rusia era la excepción en ese tema. Mejor ni hablemos de su tendencia a creer que él debía seguir siendo el autócrata de todas las Rusias por el mandato personal “que Dios me dio” pese a que sabía que no servía para gobernar.
Es más, tengo la sensación de que si alguien viajase en el tiempo para advertirle del futuro que le esperaba, a él le hubiese dado igual. Total, ¿no fue canonizado como mártir por la Iglesia?
“La batalla de Waterloo nos suena como el momento en el que, in extremis, los aliados lograron acabar con Napoleón, pero la verdad es que a esas alturas el corso ya no constituía una auténtica amenaza.”
Eso es verdad. Es más, Napo hubiera firmado en dos ruedas el retorno a las fronteras de 1789 (que ya había garantizado Talleyrand) si a cambio lo dejaban reinar tranquilamente en Francia. Es seguro que no se hubiese movido por unos cuántos añitos, quien sabe si décadas.
Comentario de RAM (09/06/2017 19:21):
“Mao, Pol Pot, Best Korea, Fidel y otros mandan saluditos. Como que el comunismo sí tenía algo que ver con la crueldad de los crímenes de todos esos tiranos.”
Los millones de negros o los millones de indios muertos de hambre o de enfermedad viajando en barcos como ganados mandan saluditos también. ¿Tiene que ver con algo o es que eran empresarios de su tiempo muy malos?
Cualquier dictadura mata a sus adversarios politicos. La mayoria de las dictaduras comunistas han sido represivas en este sentido y mediante la idea de erradicar a los “contrarrevolucionarios”, exagerada o no, dentro de una ingenieria social.
“Y ya que estamos hablando de Nicolás II, una de las comparativas más interesantes que puede hacerse con él es verle al lado de Luis XVI. Este último, además de que al menos tuvo los cojones de morir como un rey arengando a la muchedumbre que venía a ver su ejecución, al menos puede decir en su defensa propia que la monarquía absoluta era lo que se estilaba en su tiempo y es entendible que no supiera ver lo que se venía hasta que fue muy tarde. De paso, le tocó ser rey con apenas 20 añitos, una edad donde la mayoría de las personas siguen sin salir de la post-adolescencia.”
Por no decir que la tiranía jacobina aspiraba exactamente a lo mismo que la tiranía totalitaria estalinista, exterminar todo lo que oliese al sistema anterior.
Pablo, cada país tiene su desarrollo. Lo cierto es que no importa lo que se estilase en los alrededores, Rusia en 1900 sufría de un enorme atraso, el capitalismo apenas estaba desarrollado, la burguesia era minima en comparacion con la vieja nobleza (Que, de paso, seguia campando por sus respetos aliandose con los kadetes tras la revolucion de febrero), y el cacareado proletariado de los partidos de izquierdas era absolutamente minoritario. El debate sobre la naturaleza malignísima del marxismo, o del comunismo para ser más exactos, podría eternizarse. Pero lo cierto es que Lenin se decantó por la planificacion centralizada o por la toma del poder por la fuerza de las armas (y no esperando a que los agentes económicos naturales, lease un primer estadio de revolucion burguesa, creasen condiciones economicas adecuadas, como defendian los mencheviques) para implantar la querida dictadura del proletariado (concepto este muy caro a Lenin pero apenas presente en la bibliografía de Marx, que en su última etapa era bastante menos dogmático, precisamente con respecto al desarrollo desigual de sociedades – Lenin toma de forma dogmática, y muy rusa, una parte, y hereda el mito ruso de “Tercera roma” para convertir el nuevo estado en un “faro mundial”) de una forma coherente con el resto de la historia rusa: El Estado habia sido el principal agente impulsor de la industrializacion en Rusia. El Estado era el único ente con capacidad de llegar y movilizar a recursos muy remotos en Rusia -papel del ejercito zarista y luego ejercito rojo importante-, inaccesibles para una iniciativa privada muy débil. Para ser coherente con la narrativa de un proletariado en Rusia más debil que las comunidades campesinas, el desarrollo industrial debia ser forzado, y el papel del estado era central. ¿Y el desarrollo del campo? Nuevamente las organizaciones de trabajo colectivo se remontan a siglos antes de 1917.
Lo que quiero decirte es que Rusia y su historia condicionan a la revolucion. Y por supuesto la revolucion de octubre de 1917, con lecturas dogmáticas de Marx que ignoran otra parte de sus escritos, serán tomadas casi al pie de la letra por sucesivos partidos inspirados por ella, que se olvidan de que Rusia no es lo que son esos otros países. Por desgracia tambien toman de ella efectos represivos.
Comentario de Lluís (10/06/2017 07:16):
#23
Le recuerdo que, antes de hacer eso que vd. llama “morir como un rey”, Luis XVI intentó huir. Le salió mal, ni para eso servía.
Por otra parte, si no estás cualificado, ser rey absoluto puede ser un problema a los 20, a los 40 o a los 60, simplemente no se da la talla. Además, en el siglo XVIII no se consideraba la adolescencia ya la madurez en los mismos términos que ahora. Cuando la esperanza de vida apenas supera los 40 años, a los 20 representa que uno es ya un hombre hecho y derecho, incluso ya puede tener hijos.
Respecto a Napoleón, nadie le quería ahí, en eso comparto su opinión y también pienso que una victoria francesa en Waterloo simplemente hubiese pospuesto su final unos meses o unos pocos años. Pero lo cierto es que desde que alcazó el poder, demostró belicismo y expansionismo, si hasta 1814 no había demostrado ser un buen vecino ni una persona con actitudes pacíficas, es difícil creer que estuviese dispuesto a mantener la paz y a renunciar a ulteriores expansiones territoriales. Si le hubiese apetecido una vida tranquila y sin complicaciones (que ya no era un jovencito, y por lo que parece tampoco gozaba de una salud de hierro), se podía haber quedado tranquilamente en Elba, sin meterse en más fregados.
Comentario de Teodoredo (10/06/2017 12:25):
Como bien apunta RAM, siguiendo ese razonamiento algo tendría que ver el capitalismo con los genocidios en el Congo y en la India. Es lo de siempre.
Pero a mí sobre todo me llama la atención la matraca con Pol Pot, un tío que tenía el apoyo de los Yuesei y que en parte gracias a su ayuda hizo realidad su sueño de vaciar las ciudades y crear una sociedad agraria semifeudal. Un comunista de pura cepa, vamos.
Mención de honor para lo de los veinteañeros adolescentes… en el Antiguo Régimen. Que hablamos del Antiguo Régimen, señores, que no había Katy Perry ni cosas de esas.
Comentario de RAM (10/06/2017 13:15):
Pablo, lo que quería decirle es que, al margen del debate de si hablamos de una ideología más o menos maligna, la historia de Rusia claro que condiciona la revolución rusa, el modo en el que aplican el marxismo al país (de forma fracasada, y tomando de Marx lo que se adapta más a las realidades rusas: País inmenso con enormes recursos, de más de un centenar de nacionalidades diferentes y rodeado de enemigos, pero escasa acumulación de capitales, escasa burguesía, terratenientes y comunas agrícolas – que la URSS tenderá a aplastar, proletariado incipiente hacia el sXX, pero absolutamente minotitario, etc),y , siendo la única experiencia de ese tipo que había existido en el mundo durante su origen, condicionarán al resto de partidos comunistas en el mundo, que tomaran en un principio la inspiración leninista, sus dogmatismos, incluyendo poco convincentes ideas de que “con los proletarios al poder es imposible la explotación, porque una persona no se puede explotar a sí misma”, etc. Y si en Rusia, que se adaptaba como un guante a esa interpretación dogmática de ese fuerte papel estatista como agente al control de absolutamente todo, y una supuesta sociedad sin clases al mando de una “inteligentsia” del partido debido a la “inconsciencia” de las masas, ya fue un fracaso parcial que hubiera hecho a Marx revolverse en la tumba (Dificilmente hubiese aceptado una dictadura como la implantada por Lenin y sucesores, aunque tampoco su comportamiento en la internacional socialista se correspondió con grandes veleidades libertarias), en otros lugares el resultado pudo ser peor.
Comentario de antonio (10/06/2017 18:32):
Para más detalle de las alegres andanzas del sistema en el Congo. El bloguero, de estética gótica e información de nivel, es seguidor de ¡Podemos¡:
crisiscapitalista.blogspot.com.es
”con los proletarios al poder es imposible la explotación, porque una persona no se puede explotar a sí misma”
Cierto, esa idea no era para nada mala.Pero si aparece una’inteligentsia’ del partido y burocracia que dice que nones y que ellos se quedan para si con el Estado y sus empresas porque se lo merecen (se apuntan TODOS al atraco, incluido el idolatrado Lenin, después Fidel, etc.), va a ser que sigue la explotación, si o si. Si, Marx y Engels puede que desearan salir a dar un par de tiros. En el próximo salto e impulso social (esto va de saltos y retrocesos), puede que esa propiedad y poder llege,por fin, a la ciudadanía. Be patient, don’t worry…
Comentario de Pablo Ortega (10/06/2017 19:24):
@RAM: pensaba que ya Mauricio les había explicado que el capitalismo es solo un sistema económico y no tiene nada de sistema ideológico, por lo que miles de ideologías pueden refugiarse bajo su sombra, desde Ayn Rand hasta Olof Palme. A todas estas, y ya que hablamos del capitalismo, cuando es que ponemos su fecha fundacional? ¿Con el mercantilismo (que es lo que hace usted mentando a los esclavos negros e indios) o con Adam Smith en adelante? La última vez que revisé, habían muchas diferencias entre mercantiliismo y liberalismo.
Básicamente, su tesis es que el carácter totalitario del comunismo en todo el mundo fue culpa de Lenin, y por extensión, de los Románov, debido a que ninguno de esos partidos comunistas (ni tampoco los socialdemócratas occidentales) fue capaz de idear algo distinto al catón escrito por Lenin, un catón obviamente muy influido por la historia rusa, el legado de Constantinopla y 400 años de zarismo. Creo yo que nadie niega la influencia del medio ruso en la revolución de 1917, pero de allí a negar el carácter proto-totalitario del marxismo hay mucho trecho. Usted ve la situación en blanco y negro, yo veo muchos más matices: Lenin y Stalin no son solamente herederos de los Romanov. Se olvida por ejemplo de la crueldad revolucionaria y autoritaria de la Comuna de París, la cual no era precisamente un modelo a seguir de democracia directa que yo recuerde.
Marx escribió, de forma deliberadamente vaga y difusa, sobre la necesidad de una dictadura del proletariado, de un purgatorio, viniese ya de las masas organizadas por sí mismas o de una élite partidaria, sin molestarse en detallar cuando debía quitarse esa dictadura y destruir definitivamente al Estado, sin molestarse en decir como sería esa dictadura. ¿Me dirá acaso que Marx no sabía que podría venir un tirano a eternizarse en el poder valiéndose de ser la supuesta voz del proletariado? Me dirá acaso que un hombre que escribió a favor de la destrucción y aplastamiento de la burguesía era un demócrata? ¿Me dirá acaso que el esquema de Marx, como todo esquema religioso, no daba detalles sobre el cómo la humanidad llegaría al paraíso comunista tras el purgatorio socialista?
Yo a eso no le veo el menor acierto, más bien creo que Marx estaba a favor de que pasara lo que terminó pasando en sitios como Rusia o China, aunque eso sí, él esperaba que esos procesos se dieran en países avanzados como Alemania, Francia o Gran Bretaña, no en el atrasado Imperio de los zares. Si Marx hubiese querido condenar claramente a los Lenin y Stalin que vendrían supuestamente a traicionar sus ideales democráticos, lo hubiese escrito, sin duda. Ahora bien, si quiere pensar que Marx era un ingenuo que no supo ver que harían sus hijos bastardos, adelante. A lo mejor y hasta tiene razón, aunque entonces no veo el por qué darle mérito de visionario y gran filósofo al barbudo.
Solo le falta mentar a Ebert como el Judas por excelencia del socialismo, pese a que él era un menchevique de pura cepa.
@Lluís: yo no estoy reivindicando a Luis XVI como un buen rey en lo más mínimo. Su fama de inepto es harto merecida. Aquí lo que se está discutiendo es si él, con todos sus defectos y cagadas, al menos era mejor que Nicky, o no. Sobre todo teniendo en cuenta las épocas que les tocó vivir a cada uno.
Estoy de acuerdo con que la adolescencia de aquella época era muy distinta a la nuestra, pero de allí a considerar a un joven de 20 años de aquellos tiempos como una persona perfectamente madura y capaz de gobernar el país más poderoso de Europa, sobre todo si ese joven era un mediocre que solo servía para fabricar cerrojos, hay un buen trecho. Sobre todo si lo comparamos con un hombre ya maduro de 26 años que no supo ni siquiera cómo organizar el festejo popular de su coronación imperial.
Sobre Napoleón y Elba, tengo entendido que en parte Napoleón se fugó por unos rumores, sabe Dios si eran ciertos, de que los británicos, tan amables y caballerosos, querían igualmente trasladarlo a Santa Elena por más que se quedase tranquilo en Elba jugando al principito sin molestar a nadie. Al menos eso era lo que sostenía él.
Comentario de Pablo Ortega (10/06/2017 19:26):
Corrijo un detalle, aquí quería decir: “¿Me dirá acaso que el esquema de Marx, como todo esquema religioso, SÍ DABA DETALLES sobre el cómo la humanidad llegaría al paraíso comunista tras el purgatorio socialista?”
Comentario de Lluís (11/06/2017 09:26):
#29
De hecho, en tiempos pretéritos se habían dado ejemplos de soberanos o capistostes diversos que, por lo que fuese, habían llegado al poder a edades tempranas, incluso bastante antes de los 20. Cuando el individuo era alguien inteligente y con ganas de hacer las cosas, solía responder bastante bien. Evidentemente, nadie a los 15 o los 20 tiene la experiencia de uno de 40, pero lo normal es que a los 20, incluso antes, ya e muestren detalles. En el caso de Luis XVI, podría comparar con alguno de sus propios antecesores en el trono, por ejemplo Carlos V, que se encontró también con unos cuantos problemas y logró capearlos o, por lo menos, no acabó en la guillotina.
Además, en el momento en que las cosas empezaron a torcerse de verdad, Luis XVI ya no tenía 20 años, pasaba de los 30, o sé si en todo este tiempo logró aprender algo. Parece ser que nada, o casi nada.
En el caso de Napoleón, desde el minuto cero tuvo partidarios en Francia que conspiraban a su favor. También es dudoso que alguien que en su día no se conformaba con ser el dueño de media Europa, aceptase ahora un “reino” en el que por la mañana podía salir de palacio, ir a la otra punta y estar de regreso por la noche. Y por lo que tengo entendido, los que le tenían más inquina eran los borbones franceses, a los británicos dudo que les hubiese molestado demasiado que el hombre se hubiese quedado en casa limitándose a contar batallitas tras la cena. Evidentemente, Napoleón tenía que justificar sus actos, porque el que estaba rompiendo un tratado al volver a Francia era él.
Comentario de Toño (11/06/2017 18:25):
#29. Extraigo de su largo comentario que el marxismo, socialismo, comunismo y demás derivados son intrínsecamente malos, perversos y demoníacos. También que usted supone demasiadas cosas en la cabeza de Marx y ya que estamos en la de Engels, tantas que hasta lo hace profeta del futuro, oráculo y clarividente. Era un señor con una mente bien amueblada que se le ocurrió una vía para acabar con la explotación bestial de las clases bajas durante la revolución industrial. Que luego otros hayan hecho lo que les salía con sus ideas es otra historia, igual ocurre con el cristianismo y no le aburro con ejemplos.
No se si ha leído El Capital, conozco muy poca gente que lo haya hecho y algunos de esos se han perdido de lo complicado que es. O sea que para lectores de tercera mano, vía interpretaciones de otros o artículos del Selecciones del Reader´Digest lo que dicen saber es material averiado, manipulado o erróneo. Igualito que ocurre con la Biblia o el Coran. Y las tres cuartas o más de lo que dicen que dicen los libros, simplemente es falso.
Si suponemos que nunca hubiera existido Marx, nos hubiéramos librado de las tiranías comunistas pero nos hubiéramos gozado el capitalismo salvaje y brutal en todo en su esplendor. Una casualidad gloriosa es que la “gente de bien y de orden” se ha partido siempre el pecho denostando todo lo que oliese a libertades, desde la Revolución Francesa, cualquier ideología que predicase la mejora de las condiciones de vida, de democracia real y de una igualdad. La Iglesia, por supuesto, también. O sea, que resumiendo, el antiguo régimen feudal, aquel de rey, nobleza, clero y chusma a secas, era lo adecuado y correcto. Y si no quedaba más remedio, una clase media adepta y fiel a las alturas, pero sin pasarse que las clases sociales era algo de origen divino como se ve en las jerarquías de ángeles.
Si no es capaz de entender el por qué ocurren las revoluciones, esos estallidos de violencia disparatada, que circunstancias sociales realmente insoportables las provocan, el por qué las gentes desean soñar un futuro mejor o salir de la miseria, pues eso, no se en que mundo vive. Por supuesto, queda más bonito un mundo a lo película de la emperatriz Sissi, con la nobleza bailando valses en palacios, el populacho aclamando y trabajando alegres, pero eso es Disneyworld, nunca ocurrió. Esos privilegiados ni eran más inteligentes, geniales, guapos y todo por razones genéticas (aquella sangre azul), ni eran mas sabios que la gente normal, ni tenían sentimientos exclusivos, simplemente eran privilegiadas fortunas que se habían montado un régimen en función de sus intereses. Inútil es buscar una condena de la “gente de bien” o de la Iglesia (la que sea) de semejantes parásitos. Tampoco la encontrará de los grandes tiburones de negocios de USA (Rockefeller y demás), británicos, franceses, alemanes, etc., etc. de la época.
Uno encuentra condenas a porrillo de cualquier doctrina que se ocupe de las clases inferiores, pero que sacuda a las clases altas es complicado dar con ellas. Lo conveniente es la resignación, sufrir en silencio y esperar el cielo en la otra vida, que no existe. Las clases altas pueden pasarlo pipa en todas las vidas y reencarnaciones. Sin problema.
O sea, D. Pablo, su discurso no me convence, repite lo mismo que llevo toda mi vida oyendo Filigranas mentales para cargar contra unos y dejar en un respetuoso silencio a otros, que si quiere que se lo diga en muchos aspectos nunca fueron ni han sido mejores que las bárbaras dictaduras comunistas.
Comentario de Toño (11/06/2017 23:31):
A título festivo y relajante: Por arriba, pone D. Pablo: “Si Marx hubiese querido condenar claramente a los Lenin y Stalin que vendrían supuestamente a traicionar sus ideales democráticos, lo hubiese escrito, sin duda.”
Lo dicho por un servidor, Marx fue sin duda un gran pensador, pero nunca profeta o clarividente. Karl Marx murió en Londres en 1883. Lenin nació en 1870. Stalin nació en 1878. Cuando Marx murió, ambos era chavales sin interés en la política. Hubiera sido memorable e histórico que hubiese escrito esa condena.
Ignoro si los revolucionarios, ya creciditos, lo invocaron en una sesión de ouija en el Kremlim.
Comentario de Lluís (12/06/2017 07:03):
Leyendo a algunos, da la sensación como si lo peor que le hubiese pasado a la humanidad hubiese sido el marxismo.
Resulta que, simplemente, es lo peor que le ha pasado a las élites, no al conjunto de la población. Para el campesino ruso, cubano o rumano, ha sido cambiar un despotismo por otro, con la salvedad que, por lo menos, el nuevo despotismo ha abierto una escuela y un dispensario y si el crío puede, incluso le mandan a estudiar a la universidad, cosas todas ellas impensables con los antiguos déspotas. Y de paso, se come. Con cartilla de racionamieno, y muchas veces haciendo cola para conseguir cuatro productos básios, pero por lo menos se come, algo que no estaba garantizado con el antiguo despotismo. En la URSS de los años 70, las quejas eran por la represión política y la falta de ciertos bienes de consumo, como si en la URSS zarista no existiesen ya la policía política o los exilios a Siberia y todo el mundo pudiese comer caviar.
Los que lo han pasado mal han sido las élites, esos si que lo han perdido todo o casi todo. De ahí que las élites occidentales, viendo lo que les puede pasar si ganar los comunistas, se hayan puesto de los nervios. Y no olvidemos, son los que tienen medios para editar libros y prensa y pagar reportajes para emitir por la tele, por lo que el bombardeo de noticias contra el comunismo es constante, quizá hubiesen colgado a Goebbels en su día pero sus métodos también han hecho escuela en Occidente. Eso si, luego los que hacen “propaganda” con aviesas intenciones son sólo los rojos a sueldo de Moscú.
Por otra parte, si no hubiesen existido Marx o Engels habría salido otro, las condiciones de cultivo para una revolución estaban ahí presentes. Ahí está, por ejemplo, Bakunin, contemporáneo de Marx y con el que no se llevaban bien.
Comentario de Y (12/06/2017 11:12):
El comunismo soviético fue un comunismo romano/cristiano, un comunismo romanov, muy romanov y mucho romanov, con su culto al Jefe y su hombre divinizado
En la Hispania tardoantigua podemos ver la diferencia entre el monacato gallego y el monacato romano de Isidoro de Sevilla y Fructuoso de Braga
El monacato gallego en época visigoda era una forma de organización comunitaria de las aldeas bajo unas reglas, un pacto y un Abad de poderes limitados por la asamblea democrática y, en cambio, el monacato romano que promovian Isidoro de Sevilla y Fructuoso de Braga está basado en el poder del Abad como dueño, amo y señor, del cortijo
El comunismo hunde sus últimas raices en fantasías judeopersas, el comunismo no viene del budismo sino del judeocomunismo, pero el cristianismo (que es cosa fundada en los siglos V-VI-VII) es un romanismo, y el comunismo sovietico fue cristiano/romano, fue un comunismo romanov romanov pero que muy romanov, con su culto al Jefe, el faraón, el imperator, “la abominación desoladora”
El comunismo soviético es una completa monstruosidad como el fascismo europeo de los años 30, fascismo austriaco, español y alemán
En el fascismo vasco y en el fascismo judío, en cambio, no hay culto al Jefe, no hay culto al Faraón (como es arqueo-lógico)
En el caso del fascismo judío es claro; el caso del fascismo vasco es, sin embargo, más intrigante e interesante, pero el caso se resuelve tal vez recordando la gran influencia de la Biblia en esas tierras, quizá, pero tal vez mejor explicación sea recordar lo que decía un cronista del Califato de Córdoba: “en Yiliquilla/Galicia se entra por Alaba”, y un monje aragonés confirma este punto de vista tardoantiguo diciendo que más allá de Pamplona comienza Galicia
Comentario de Toño (12/06/2017 13:52):
Yehuda, una consulta: ¿Donde encajaría los movimientos anarquistas del siglo XIX? Aplicando lo que comenta antes, me atrevería a clasificarlo en la parcela del monacato gallego. Aunque a ellos esto les sonaría fatal.
Comentario de RAM (12/06/2017 14:27):
Además, los socialistas tomaron como modelo a Marx, pero no es el primer socialista de la historia. Pablo, quiero hacerle entender que muchas dimensiones incluida la naturaleza represiva, pero entre otras (organizacion economica planificada) del régimen soviético vienen muy condicionadas por la realidad rusa. Por eso es que a los rusos no les importa tampoco demasiado la naturaleza represiva de Putin aun hoy, y cuando un capitalismo oligárquico (amiguetes del nuevo zar) se ha hecho con las riendas del país. Antes le mencioné que el ejército zarista era un vertebrador fundamental de un imperio con muchas decenas de nacionalidades y donde muchos recursos eran totalmente inaccesibles, más para una iniciativa privada extremadamente débil. Pues bien, derrocado el zar y durante la revolucion de febrero, cuando ya el soviet de Petrogrado actuaba como un Contrapoder que ríanse uds. de la facultad de Políticas de la Complu y PABLO, la primera amenaza en el horizonte fue un golpe de estado militar, una dictadura con mano de hierro para manejar el país de una forma centralizada y ordenada como hacian en tiempos de los Zares…Y como harían en tiempo soviético. Si algo sí se puede achacar al leninismo (que no al marxismo) es la obsesion por ciertos trabajos de Marx y la toma al pie de la letra de sus postulados. Por esto le mencionaba que el proletariado ruso, frente a las masas campesinas, era débil. Y la solución fue una política de industrializacion forzosa brutal, que trajo ciertamente un desarrollo en terminos industriales espectacular, haciendo que los proletarios que eran una minoría sí que fuesen numerosos. En unas condiciones muchas veces discutible, pero esa obsesion industrializante dio resultados. ¿La otra cara? Son más que conocidas las hambrunas de las que la URSS no se recuperó, por supuesto con el agravante bélico de 1941-45. Es sintomático que algunas de sus regiones pasasen de ser exportadoras de grano a tener que importarlo. Y eso por no hablar de la opresión, especialmente a aquellos escasos nuevos campesinos propietarios (mal llamados “ricos”) creados por la revolucion de febrero y que sobrevivieron en la NEP, y la falta de libertades políticas. Pero Marx no era más que un filosofo, con su trayectoria, donde el de la juventud dice unas cosas, el de la madurez otras, y el tardío otras. Muchas cosas invocadas por Lenin entraban en contradiccion con otras ideas de Marx. Ya que menciona la “dictadura del proletariado” le invito a revisar su bibliografía de Marx (Confiese que no se pierde cada nueva edicion de los clásicos de la editorial Federico Engels! :) ) y contar cuantas veces habla de ella. Le llevará más tiempo pero le invito a hacer la comparacion con su presencia en discursos o textos de Lenin. Seguramente, por más que el Marx más hegeliano hiciese referencia a esa dictadura del proletariado dentro de un punto de vista excesivamente dialéctico (El que toman los gurús del partido bolchevique, que creen que se limitan a aplicar un supuesto “socialismo científico”) acabe llegando a la conclusión de que ese concepto fue hecho famoso, más tristemente, por el camarada Ilich.
Comentario de Y (12/06/2017 15:12):
Los anarquistas y el monacato gallego de época tardoantigua
La benemérita editorial Crítica de Barcelona tiene traducido “El cosmos, el caos y el mundo venidero” de Norman Cohn, y también ha publicado “Rebeldes primitivos” y “Bandidos” de Eric Hobsbawm
Los anarquistas del siglo XIX forman parte de una corriente de sueños universales y formas de organización comunitaria que por azares de la historia se expresaron muy bien en la fusión helénica de zurvanismo persa y judaismo fariseo bajo el imperio romano
Sin ir más lejos la hermandad/cofradía/fratría del exaltado melenudo de Galilea es una de las mejores expresiones que nos ha quedado de ese caldo de cultivo; en esa cofradía/fratría eran una panda de comunistas, pero estaban muy influidos por “la cuarta filosofía”
“la cuarta filosofía” tiene como grito de guerra -“No más señor que D–s”. Flavio Josefo dice con razón que esta idea de aliento anarquista incendió aquellas tierras del levante:
-el Sumo es un ser humano más, éso que dice el Sumo y sus paniaguados escribas que “desobedecer al Sumo es desobedecer a Dios”, éso, carallo, es un cuento chino además de una blasfemia (anarquista idea que se propagó por Galilea)
De los exaltados melenudos de “la escuela/corriente de los nazarenos” podemos recordar a Jacobo/santYago “el hijo del trueno” y Jacobo/santYago “el justo”, uno fue degollado por Herodes y el otro fue lapidado por orden del Sumo, pues estos exaltados melenudos estaban todo el día diciendo que el tal rabí galileo crucificado como esclavo rebelde vendría como Masiá de los cielos con poder y majestad, y vendría muy muy muy cabreado a degollar a los Jefes saduceos (leer Marcos 12,9 y 13,26 y 14,62)
Comentario de Y (12/06/2017 16:15):
“Es sabido que hay cuatro tipos de monjes”
(Regla de San Benito 1,1):
(1) los que “militan bajo una regla y un Abad”
(2) los que viven solos
(3) los que viven “de dos en dos”
(4) los “girovagos” que se alojan de convento en convento
El monacato galaico de época tardoantigua es una forma de organización de aldeas, con familias, mujeres y niños: una comunidad campesina se convierte en monasterio que “milita bajo una regla y un Abad” que no tiene poder absoluto sobre la asamblea/ekklesia y el Abad a su vez se reune una vez al mes en una asamblea de abades (según dice el capítulo 10 de la “Regla comun”)
El problema de estas comunidades y federaciones de aldeas en eṕoca tardoantigua fue la búsqueda de un duque que las protegiera … sin que abusara de su poder … y vuelta a la casilla de salida
Comentario de Y (12/06/2017 16:18):
Y este es el momento de acordarse de la película “los siete samuráis” de Akira Kurosawa
Comentario de Toño (12/06/2017 18:59):
Gracias Yehuda por sus aclaraciones. Ciertamente me ha enlazado unos mundos y unos conceptos que creía separados. Los libros de Hobsbawn se pueden leer gratis por internet, tras ojear algún capítulo me parecen interesantes y me iluminan mucho sobre el trasfondo de los anarquistas. Un pariente mío se calificaba de libertario, de una de las muchas corrientes pero pacífica. Algo me dijo me me liaba bastante.
Le confesaré, que en tiempos felizmente pasados, anduve por grupos clandestinos: comunistas, trostkistas, maoístas, leninistas y unos cuantos más. De todos acabaron marginándome o dándome el portazo, por preguntón, cuestionar unos cuantos dogmas suyos y por el pecado más grave: preguntarles si realmente se habían leído y entendido El Capital. No lo habían leído, era obvio, predicaban con apuntes y sus sermones eran incongruentes.
Gracias otra vez. Me ha despertado el interés por esas relaciones cruzadas entre religión y política en la antigüedad. Ya sabía que el colegio los santos reverendos me habían contado trolas, por eso siempre he tenido la curiosidad de saber como se habían montado su película. De los de esta banda del espectro ya me sabía sus prédicas de memoria. Cuando llegué al Alma Mater ya había tratado con franquistas, falangistas, fascistas musolinianos de por aquí y hasta algún que otro nazi, versión original, de aquellos de uniformes oscuros.
Comentario de Y (12/06/2017 20:10):
Es que usted va a ser un librepensador
Y el librepensador acaba en la horca o en la hoguera o bebiendo la cicuta
El bruto de Hegel (catedrático y alemán) dice que la muerte de Sócrates es “la máxima justicia” pues Sócrates atentaba contra la identidad ateniense, pues el filósofo es el extranjero que se extraña y razona con palabras en público ante la asamblea
Si al temita de las identidades le sumamos el tema de la dominación económica y rematamos la faena con la dominación imperial, entonces tenemos tres temas recurrentes de una película que se repite como “reseca momia de sí misma” (Ferlosio en “Vendrán más años malos y nos harán más ciegos”)
Si el mismísimo Saulo (Pablo de Tarso [San Pablo]) aparece en Valladolid en tiempos de Carlos Quinto, sus hijos, los hijos de Saulo, lo hubieran llevado a la hoguera
Luz que brota en medio de la palabra humana compartida, luz que se apaga nada más nacer, y queda una cáscara vacía que si triunfa es porque funciona como nueva máscara encubridora
En fin, para ser librepensador hace falta 1 millón de dólares más o menos, que es lo que viene a decir Fernando Pessoa en su “Banquero anarquista” (librito que me regaló mi mujer cuando la conocí)
La historia se repite como “reseca momia de sí misma” y a veces podemos ver la misma película dos veces repetida hasta en sus mismos detalles: por ejemplo en la historia del maestro de Ruzafa ahorcado en Valencia en el año 1826 el sumo pontífice León XII es el sumo pontífice Anás el viejo, Caifás es el Obispo de Valencia y Poncio Pilato haciendo teatro es Fernando Séptimo que como el otro se escaquea del relato
Siempre que se habla de la pasión y muerte del maestro de Ruzafa no aparece el cabrón de Fernando Séptimo, el único que yo sepa que se acerca a esta historia es Josep Fontana en “De en medio del tiempo, la segunda restauración española, 1823-1934” (en la benemérita editorial Crítica)
Comentario de Gekokujo (12/06/2017 22:34):
Es que Y casi siempre trae mierda de la buena, en el sentido más noble que puedan darle a la palabra. Y para no quedarme atrás añadiré que el terror imperial no es más que el resultado de la sofisticación de la dominación de la tribu por el macho más fuerte. En el caso que nos ocupa, el de los primates, se puede ver con facilidad. Cuando se establecieron las primeras ciudades estado, ya se disponía de una cierta cultura, suficiente para instaurar el matrimonio, el sacerdocio o la herencia, que no son más que una manera de alargar hasta el más allá la dominación que el macho A tuvo en vida. Y de ahí hasta hoy algo hemos avanzado, pero yo sigo reconociendo motivaciones similares en primates distintos.
Comentario de Toño (13/06/2017 11:50):
Yehuda, mucho me temo que pertenezco de alguna forma a esa cofradía de los librepensadores. No creo que acabe tan funestamente. Lo del millón de dólares ni se me había ocurrido, pero tendré que hacer un inventario de pasivos, activos, cuentas, cash y todo eso, para respirar tranquilo.
Gracias por las citas bibiliográficas, siempre es bueno y conveniente ampliar conocimientos, que nunca son suficientes para navegar en mares procelosos y repletos de cantamañanas.
Comentario de Pablo Ortega (25/06/2017 17:16):
@Lluís: una vez más, le recuerdo que no estoy reivindicando a Luis XVI como buen rey. El tipo era evidentemente un mediocre, y eso como mucho, que hubiera sido, sin duda, mucho mejor relojero que rey. Aquí solamente estoy comparándolo con Nicolás II a ver cuál de los dos era peor. Ahora, si quiere decirnos porque cree que San Nicolás II era mejor, hágalo.
Es cierto que hubo varios casos de reyes niños capaces que sabían como gobernar, pero también es cierto que cuando estamos hablando de un mediocre, resulta que tener que atender diariamente las obligaciones del gobierno más el estrés resultante no es la mejor forma de aprender a gobernar.
Yo sigo sin estar tan seguro de que en efecto los británicos estaban dispuestos a dejar a Napoleón en Elba contando batallitas tras la cena y haciendo bailes de pueblo, pero bueno.
Por cierto, yo creía que a diferencia de la KGB, la Stasi o el G2, la Ojrana o la policía del Imperio Qing no se molestaban tanto en saber lo que opinabas a favor o en contra del régimen (o si veías Starsky Hutch por la tele o no), si no que les bastaba con saber que tú no pretendías hacer nada para derrocar al emperador. Esa en buena medida es la diferencia entre totalitarismo y autoritarismo.
@Toño: el marxismo, socialismo et alia puede que no sean intrínsecamente malos y perversos, pero sin duda son inherentemente totalitarios. Sí, totalitarios. ¿Qué otro nombre merece una ideología que le niega a todas las clases sociales que no sean el proletariado (meta aquí también a campesinos y otras clases de pobres si tanto quiere) el derecho a participar en el gobierno nacional? ¿Qué otro nombre merece una ideología que aboga activamente por la destrucción total de todo aquel que ose no apoyar la revolución, o como mínimo, despojarlo de todos sus derechos políticos? Es cierto que la burguesía en esos tiempos, por no hablar de la aristocracia, no mostraba el menor deseo de transar, pero yo creía recordar que otras revoluciones si terminaron pactando al final con sus enemigos, como por ejemplo el Directorio. Y al final la burguesía terminó transando con los socialdemócratas.
Marx nunca habló, que yo recuerde, de un sistema multipartidista o algo por el estilo. Se le puede considerar muchas cosas, pero totalitario lo era seguro. De paso, hasta donde sé, la Comuna de París, experimento socialista que se dio en vida del filósofo y que éste aprobó, no tenía nada de democrática y sí mucho de totalitaria y radicalmente anti-burguesa.
Ahora espero que nos diga porque Marx no era un totalitarista. Por eso mismo me molesta que se considere que la culpa del viejo sueño utópico fue más que todo culpa de los Romanov, ah, y del zarista Lenin.
Se supone que según ustedes Marx era un visionario, o al menos, un tipo lúcido con dos dedos de frente que sabía lo que decía. Precisamente por los precedentes que usted menta, ¿el tipo no pudo ver que podría llegar alguien, que podría llegar un Napoleón que usara sus ideales para justificar su propia permanencia en el poder, en nombre del pueblo? Obviamente yo no estoy diciendo que Marx debía condenar a Lenin y Stalin per se, obviamente ellos vivieron mucho después que él, ya si usted quiere mirar solo lo que le conviene y no lo que yo en verdad quería decir es su problema. Mi punto es qué me resulta raro eso que Marx nunca se le pasó por la cabeza que eso de la dictadura del proletariado podría llevar a que un solo hombre se convirtiera en tirano en nombre de la revolución, con los precedentes ya conocidos (Robespierre manda saluditos).
“Y si no quedaba más remedio, una clase media adepta y fiel a las alturas, pero sin pasarse que las clases sociales era algo de origen divino como se ve en las jerarquías de ángeles.”
Que yo recuerde ese no era precisamente el ideal de la Revolución Francesa por el cual pelearon los liberales en el siglo XIX, y cae en una falacia de hombre de paja al sostener que la única alternativa al capitalismo salvaje en esa época era el marxismo.
Yo entiendo precisamente el por qué ocurren las revoluciones porque ando viviendo esas condiciones sociales realmente insoportables en mi país, hasta admirable es más bien que aún no hayamos llegado al punto de quiebre total y desaparecido lo que nos queda de país civilizado. Es posible que dentro de unos años se le dará el nombre de “revolución” al proceso que estamos viviendo ahora mismo, y hasta comparaciones con las revoluciones de 1989 saldrán seguramente. Creo que ya empieza a entender lo que siento yo cuando alguien nos tilda de fascistas porque que aquí quemamos cauchos, tiramos piedras, etcétera, etcétera. Yo no estoy condenando la violencia de las revoluciones per se, yo lo que estoy intentando decir es el problema no es tanto el derramamiento de sangre (que como bien dice usted es comprensible y hasta justificable), si no las intenciones de los revolucionarios. Y las intenciones de las revoluciones marxistas, desde la Comuna de París, siempre fueron totalitarias.
Ya que habla de condenas de “gente de bien” al capitalismo salvaje, yo pensaba que el papa León XIII había dicho algo sobre el temita de la “cuestión social”, por no mentar a Robert Owen, que fue capaz de ser al mismo tiempo socialista y empresario. Que yo sepa, él no era un perroflauta o un obrero explotado. Ahora bien, si usted cree que la existencia de Rerum Novarum es única y exclusivamente gracias a Marx, siga adelante que va bien con sus simplificaciones.
En resumen, considerar que no habían otras alternativas ni otras maneras de humanizar al capitalismo es harto ingenuo. Y aún si usted tuviese razón, ¿era necesario que millones de personas sufrieran el comunismo para que el Primer Mundo gozara de los Treinta Gloriosos? ¿Todo eso era necesario por lograr la sintesís hegeliana entre capitalismo salvaje y comunismo leninista?
Comentario de Pablo Ortega (25/06/2017 17:26):
@RAM: es que yo no estoy negando que el leninismo y la URSS fueron muy influidos por el viejo autoritarismo zarista y por como los Romanov gobernaban Rusia con puño de hierro, pero de ahí a decir que la brutalidad de Lenin, Stalin y amiguitos es única y exclusivamente por influencia zarista hay un trecho. Pese a que sin duda los zares habían dejado todo o casi todo inventado, es también cierto que Lenin bebió mucho también del odio de Marx por la burguesía y del como ya dije, éste pretendió dejarla, como mínimo, por fuera de cualquier participación política, cuando no aniquilarla.
Aún aceptando que Lenin malinterpretó a Marx, a diferencia de Bernstein, Rosa Luxemburgo o quién sé yo, aún aceptando que Marx no habló mucho de la dictadura del proletariado, lo cierto es que las intenciones totalitarias estaban escritas desde un principio, y por lo mismo no puedo aceptar a Marx como un demócrata. Marx sería muchas cosas, pero de demócrata, no digamos ya tolerante, no tenía nada. Por eso digo que todo apunta a que Marx no veía la dictadura del proletariado como algo especialmente bonito para todo lo que oliera a burgués, no digamos ya la nobleza.
Por eso mismo es que sostengo lo que sostengo, sobre todo cuando vemos la aplicación del marxismo en otros sitios del mundo, que al final no terminó siendo muy distinta a la soviética, aún en los casos donde los líderes revolucionarios rompieron abierta y totalmente con Moscú. Al final como mucho lo que puede decirse en defensa del filósofo es que el marxismo solo intentó aplicarse en países con nula cultura democrática y que habían sido gobernados por un solo hombre como si fueran una finca familiar.