The Man in the High Castle
Esta maravilla de serie es la adaptación de una de las mejores novelas de Philip K. Dick, El hombre en el castillo. El libro narraba una historia contrafactual, en la que los nazis habían logrado vencer en la Segunda Guerra Mundial (creo recordar que desarrollaban la bomba atómica antes que los Aliados, y con ello le daban la vuelta a la contienda), y se repartían el mundo con los japoneses. Más concretamente, en Estados Unidos, donde transcurre la mayor parte de la acción en la novela (y en la serie), los japoneses ocupan la costa del Pacífico, los nazis todo el Midwest, el sur y la costa este de EEUU, y en el medio (Utah, Montana, Colorado, …) dejan una zona de nadie.
La serie parte de este mismo mundo, a principios de los años sesenta (cuando se publicó la novela de Dick), pero la historia que cuenta no es exactamente la misma. Por ejemplo, en la novela, el Führer ha sido recluido en un psiquiátrico, una vez quedó evidenciado para todos, incluso para los más fanáticos, que estaba como una cabra. En la serie, en cambio, el Führer sigue en el poder, a sus más de setenta años, y además se nos presenta como un hombre más o menos moderado (dado el mundo de cerrazón y fanatismo que él ha construido, en el que todos intentan trabajar en la dirección del Führer, y a menudo se pasan de frenada). La mayor parte del mundo está en sus manos, y el Imperio Japonés, aunque controla casi todo el planeta que no está dominado por los nazis, no es una amenaza para la supremacía, dado que no dispone de armas nucleares.
En cambio, algo perturba el alma del Führer: la existencia de un hombre, un hombre desconocido, “El Hombre en el Castillo”, que dispone de una serie de películas que muestran otro mundo distinto. Un mundo en el que los Aliados ganaron la guerra. Y también muestran desconcertantes escenas del mundo controlado por el Führer, que aún no han sucedido, en el que ciudades como San Francisco (capital de los japoneses en la Costa Oeste de EEUU) son destruidas con armas nucleares. Y aún hay más: no sólo se trata de películas. Algunas personas, si consiguen la suficiente concentración, tienen la capacidad de trasladarse de un mundo al otro (el nuestro).
Estas son las interesantes premisas de la serie, que se despliegan a lo largo de dos temporadas (por ahora; hay una tercera encargada), desarrolladas por Amazon, implacable en su afán por colonizar más y más sectores de actividad económica y así, tal, vez, algún día… ¡Montar un IV Reich, el Reich de los negocios! Por supuesto, además de personajes “históricos”, como el Führer y algunos de sus adláteres (Heydrich y Himmler son los que han aparecido por ahora), la serie se centra en una serie de personajes “anónimos”, fundamentalmente estadounidenses, que desarrollan la acción en ambas costas de EEUU, en San Francisco y en Nueva York.
Pero, claro -y este es uno de los aspectos más interesantes que tiene la serie-, muchos de los personajes trabajan, o bien para el Imperio Japonés, o bien para el Reich. Luego están los “buenos”, que lo hacen para la Resistencia, pero en realidad tampoco es que los líderes de la Resistencia sean un dechado de virtudes. Imagínense lo que sería llevar a cabo actividades terroristas contra una dictadura totalitaria que controla medio mundo, que ha exterminado a tus conciudadanos por decenas de miles (en el Reich, además, ha exterminado a razas enteras; una diferencia con los japoneses, que desprecian a todos los que no son japoneses y les hacen ocupar un lugar subalterno… ¡pero al menos no los exterminan!). Al final, algunos miembros de la Resistencia son unos fanáticos con gusto por la sangre, porque es difícil sustraerse a entrar en esta dialéctica de los puños y las pistolas. Y el caso es que llega un momento en que, como también hay disensiones dentro del Reich, y del Imperio Japonés, el espectador acaba empatizando más con unos u otros.
Y no hablo sólo de un simpático ministro de Comercio japonés, todo sensibilidad, o del Öbergruppenfuhrer SS John Smith, que viene a ser el gobernador nazi de Estados Unidos, que descubrimos que era soldado en el ejército USA hasta que los nazis destruyen Washington con una bomba atómica y el hombre se cambia de chaqueta y se pone a trabajar para los nazis, como si estuviera en el PP y se fuera a Bildu, que total, es lo que hay, ahora mandan estos. No, hablo de nazis de pura cepa, super nazis, que en la serie se nos presentan bajo una luz que, la verdad, no es la habitual. Y qué quieren que les diga, es un tanto desconcertante que, en esta serie, se pueda considerar que Hitler es “Bueno”. Y más aún el papel de ancianito razonable, con principios, dispuesto a todo con tal de defender el Reich, que cumple Himmler en la segunda temporada.
La serie merece sobradamente la pena. Narra cómo sería una sociedad controlada por los nazis, no sólo en Alemania, sino en medio mundo. Y ya no se trata de unas sociedades sometidas a una ocupación militar como la de la Segunda Guerra Mundial, sino de sociedades que, con la excepción de los que se afilian a la Resistencia, tienden a aceptar el sistema social y de Gobierno de los nazis, por repugnante que resulte, dado que es “lo que hay”. Así que es un modelo social obsesionado con la pureza de sangre (¡como en España!), con la eugenesia, y con el ecologismo “romántico” tan típicamente nazi, combinado con las construcciones monumentales del gusto del Führer, que ha podido reconstruir Berlín a su gusto y reconvertirla en Germania (una pena que aún no haya aparecido por ahí Speer; igual el Führer ordenó ejecutarle tras uno de los múltiples intentos de acabar con él, nunca demostrados y contra toda evidencia, que Speer clamó desde su celda que había llevado a cabo por puro patriotismo).
Luego, claro, tenemos cosas más simples, a la par que entretenidas, como Concordes nazis; Banderas de EEUU con la esvástica en lugar de las estrellas; coronas de flores con la esvástica en honor de los difuntos (¡Si cambias tanta esvástica por “Gora Alka-ETA”, la Fiscalía se pondría las botas con esta serie!); o salas de situación nazis con mapas del mundo en donde se explica cómo van a bombardear el Imperio Japonés con sus “dispositivos de Heisenberg”: armas nucleares como la de Hiroshima, pues en el Reich no han inventado la bomba de hidrógeno. Tal vez un síntoma del estancamiento científico que, sin duda, padecería una sociedad gobernada por los nazis, en la que se nos habla de proyectos faraónicos (como cerrar el estrecho de Gibraltar para desecar el Mediterráneo, absurda idea que sólo a un nazi megalómano se le podría ocurrir; o a un promotor inmobiliario en busca de nuevas oportunidades de expansión), pero no hay ni rastro de un programa espacial para lanzar satélites al espacio o alcanzar la luna, por ejemplo.
La acción transcurre con cierta lentitud en ocasiones, y algunas tramas pueden aburrir. Pero el conjunto es excelente. La serie logra transmitir un ambiente opresivo, del que es imposible escapar para los personajes, sometidos a la permanente presión de saberse observados, quizás perseguidos, por sendos totalitarismos. Si les digo la verdad, lo único que me desconcierta del asunto es que, viendo los mapas del mundo, que en la segunda temporada salen por fin en pantalla, mostrando quién controla qué, sorprende que España forme parte del Reich. ¿Qué ha pasado aquí? ¿El Caudillo se ha rendido? ¿Insinúan los productores que no habría llegado a un pacto con el Führer para que le dejaran gobernar España en paz, hasta llevarla, con mano firme, a evolucionar en una Monarquía democrática que los españoles nos hemos dado?
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Comentario de ocnos (27/04/2017 09:25):
Desecar el Mediterráneo no una ocurrencia para la ficción. Busquen el proyecto Atlantropa y fliparan.
Comentario de Latro (27/04/2017 09:49):
Si no recuerdo mal, en la novela no era proyecto, sino realidad, y los nazis habian logrado marcarse una desecación del mar de Aral x 100 con consecuencias ecológicas brutales.
Comentario de Dalek_fan (27/04/2017 12:13):
Lo que pasaba en la novela, además de lo de la bomba, era que EEUU no entraba en la guerra contra japón, si no recuerdo mal porque Roosevelt no llegaba a presidente.
Comentario de asertus (27/04/2017 12:33):
En la novela el caudillo sigue impasible el ademán:
http://assets4.bigthink.com/system/tinymce_assets/967/original/TMitHC_Wikimedia_Commons.png
@Dalek_fan, en la novela FDR es asesinado en el 33, pero sí pasa eso en la novela de Philip Roth, La conjura contra America, donde Lindbergh gana las elecciones del 40 a Roosevelt y no hay guerra de momento, y sí fastidio a los judíos useños…
Otra serie para Amazon :D
Comentario de asertus (27/04/2017 12:36):
De aquí:
http://bigthink.com/strange-maps/the-map-in-the-high-castle-ii
Comentario de cervera00 (27/04/2017 14:04):
Del mapa de la serie, a mi me sorprende más que el tito Adolf se haya anexionado Italia así por las buenas, con lo bien que se llevaba con su compinche Benito. Y es curioso que Pakistán exista. Uno esperaría que los japoneses se lo hubieran quedado con el resto del subcontinente indio.
Respecto a la serie, está bien. Pero, para mi gusto, la segunda temporada es un poco más floja que la primera.
Comentario de Santi (27/04/2017 14:32):
Y sí. En el libro, Heydrich es la opción moderada para suceder al sucesor de Hitler. Y creo recordar que África no existe ya gracias a la Ciencia.
Comentario de emigrante (27/04/2017 15:13):
Yo no he leído el libro y tengo todavía pendiente la segunda temporada. En el mapa me sorprende que la India haya acabado en el área de influencia de Japón cuando muchos independentistas, salvando las distancias, simpatizaban con el III Reich por ser enemigo de sus opresores ingleses, porque eran arios y porque para ellos la cruz gamada les traía good feelings.
En cuanto a la serie, resulta poco creíble que en los ex-USA hayan desaparecido por completo todas las armas en manos de particulares, y para conseguir una el marido de la chica tenga que ingeniárselas modificando una réplica histórica. Tampoco entiendo ese gusto de los japoneses por las antigüedades americanas o sus imitaciones.
Comentario de ABP (27/04/2017 18:25):
Y en la zona esa de nadie de Colorado y Utah, ¿quién vive? ¿Cómo se gobiernan ahí? ¿Quién manda?
Comentario de Pablo Ortega (27/04/2017 19:02):
No he leído El hombre en el castillo ni visto la serie, que debería, pero si me leí “La conjura contra América” y es un eterno fastidio, una constante serie de pataditas en la espinilla a los judíos que nunca llegan a nada grave, un constante “viene el lobo” que nunca se cumple (como el gobierno de Chávez, carajo)… y que al final por supuesto, no se cumplió y terminó en FDR recuperando el poder en 1942 y entrando en la guerra. ¡Yo quería mi fascismo “a la americana” liderado por Lindbergh! ¡Tanto amenazar para que él terminase siendo un maricomplejines!
Sobre el Caudillo, ahí por supuesto que sigue al mando, ni siquiera Hitler era tan estúpido como Napoleón Bonaparte para repetir Bayona. Por cierto, que raro que nadie se ha fijado en que Venezuela es parte del Reich, rarito. Me pregunto quién sería el comisario local…
Comentario de Pablo Ortega (27/04/2017 19:05):
Y ya que están con las ucronías, nada como la serie Southern Victory de Turtledove. Es increíble como el tipo se las arregló para crear un mundo donde la victoria de la Confederación en la guerra civil lleva a que la Alemania imperial de los Hohenzollern sea la principal potencia del mundo en alianza con la Unión para mediados del siglo XX, pasando por cosas como una repetición de la guerra de trincheras en el “frente americano” o una restauración monárquico-fascista en Francia.
¡Y eso que solo he leído resúmenes de semejante magnum opus! Una completa desgracia que jamás fue editada en español… algún día la leeré en inglés, eso es seguro.
Comentario de emigrante (28/04/2017 09:51):
#9. Supongo que será como en el estado no reconocido de Transnistria donde el 90% de la población son granjeros autosuficientes y el comercio de estraperlo. Su pequeño gobierno vive de controlar la única fábrica de acero de Moldavia y las fuentes de energía. La mayoría de los jóvenes han emigrado.
En la serie la zona neutral es un territorio casi despoblado, Canon City es poco más que un apeadero.