“The Norman Conquest” – Marc Morris
Ferias medievales
La Edad Media es como la feria del pueblo: todo el mundo te la cuenta según como le haya ido a él. En el caso de un británico (y por extensión de un estadounidense, que al no tener Medievo propio recurre al de la madre patria cultural), la Edad Media empieza como un Juego de Tronos entre ridículos reyezuelos de taifas, seguido de la Conquista Normanda y el Imperio Angevino, para acabar con la victoria aplastante de Agincourt. Entremedias, Ricardo Corazón de León y Robin Hood para darle colorido. Y ya. Ni Navas de Tolosa, ni los mil años del Sacro Imperio Romano, ni la complicada relación del Papado con los estados italianos. ¡Ni siquiera saben quién fue el Cid Campeador! Claro que los colegiales españoles tampoco sabrían qué hacer con el Reichsdeputationshauptschluss, probablemente el palabro más retorcido de la historia alemana, y que todo estudiante alemán tiene que empollarse. La historia, cada uno estudia la suya, como es lógico y natural (y dan gracias nuestras cuerdas vocales).
Pero -¡ay!- ellos tienen Hollywood y la HBO. Y eso significa que toda película, serie o producto cultural de fantasía heroica con un toque así como medieval, o incluso películas pretendidamente históricas, todo ello es de alguna manera un refrito de su propia experiencia y de lo que el guionista recuerda de sus días de colegio. Y el resto del mundo nos lo tenemos que comer con patatas. En fin. Si eso ha de ser así, al menos deberíamos conocerlo bien, para reconocer los tropezones que flotan en la sopa multicultural que es la moderna cultura pop.
El camino a la conquista
Marc Morris escribe de forma amena, desmenuzando ágilmente las escasas fuentes disponibles. Fuentes que además están tremendamente sesgadas, según el autor fuese anglosajón o normando, que nos quejamos del periodismo de hoy pero en aquellos tiempos, donde escribir un libro era casi la labor de una vida entera y se encargaban de las crónicas unos monjes dedicada a la copistería y a la silenciosa contemplación de Dios, se mentía incluso más que ahora. Morris, también, practica un sano distanciamiento:
Puede dar la impresión que, en el improbable caso de tener que escoger, yo me pondría del lado normando; si es así es solo porque sé que van a ganar. No tengo ninguna simpatía particular por Guillermo o sus seguidores. Como cualquier conquistador, son arrogantes, peleones, y enormemente pagados de si mismos, así como (en este caso particular) “más santurrones que tu”. Pero tampoco me importa mucho lo que les pase a los ingleses, tal como eran en el siglo once, con sus hábitos de bebida excesivos, su esclavitud y sus asesinatos políticos. Sean quienes sean estas personas, no son “nosotros”. Son nuestros ancestros de hace 1000 años – como también lo son los normandos. Aún a riesgo de sonar más pio que un cura normando reformado, ya va siendo hora de dejar de tomar partido.
En cambio, y para mi gusto, pierde demasiado tiempo con los antecedentes, es decir, con el reinado de Eduardo el Confesor y sus continuas luchas de poder con la familia Godwin. Eduardo era un hombre tan pío que eligió el celibato (quizás porque su mujer era una Godwin, con la que estos le obligaron a casarse a cambio de su apoyo para lograr el trono), y al no dejar herederos de ningún tipo, a su muerte, el 5 de enero de 1066, la sucesión quedaba un poco en el aire. Pues para explicar esto, Morris se tira más de la mitad de su (por otra parte excelente) libro sin que un solo normando haya pisado Gran Bretaña.
Al menos, entre politiqueo y politiqueo, nos formamos una imagen de la Inglaterra pre-conquista. Y hoygan: el culo del mundo. Parte de una isla en los márgenes de Europa (continente que por entonces estaba en los márgenes de las grandes movidas del mundo), con una cristianización tenue, un millón setecientos mil habitantes siendo generosos, un sustrato celta-germano, y con tanta influencia vikinga que culturalmente (y en el caso del noreste, incluso étnicamente) estaba más cerca de Escandinavia que de Restoeuropa. Aunque el reino de Wessex había logrado unificar Inglaterra en un solo dominio, aquello aún estaba reciente, galeses y escoceses mantenían una fiera independencia y sus lenguas celtas, y la propia Inglaterra era una mezcla inestable de sajones, anglos, jutos y daneses, siempre dispuestos a atizarse a la más mínima excusa, y cuya aristocracia solía resolver disputas mediante el asesinato político del rival, de su familia, del gato y de todo aquel que se encontrase por ahí.
Candidatos
Muerto el Confesor, se abrió la veda para presentar candidaturas a la sucesión. Estaba Edgar Ætheling, el último descendiente presentable de Alfredo el Grande, que sin embargo había nacido en el exilio en Hungría. Aunque el Confesor se lo trajo a Inglaterra, no tenía apenas apoyos. Luego, estaba Harold Godwinson, cuñado del rey, cuyas principales credenciales tenían filo y empuñadura. Estaba también Guillermo, Duque de Normandía, sobrino segundo de Eduardo el Confesor, que afirmaba que Eduardo le había prometido el trono y que Harold Godwinson había jurado “reconocerme como rey en una ocasión en que yo le tenía preso y amenazado, y esas cosas son sagradas, hoygan”. Y finalmente estaba Tostig Godwinson, hermano de Harold, que se había tomado a malas que este le hubiese exiliado; nada más oír de la muerte del Confesor, Tostig organizó un ejército con ayuda de Harald Hardrada, rey de Noruega (¡que también creía tener algún derecho sobre el trono inglés!). Y si preguntan ustedes que quién de estos era el legítimo heredero, creo que la respuesta correcta la tiene el gran Terry Pratchett: que si algo nos enseña la Historia –generalmente con palabras bastante sangrientas- es que el rey legítimo es el que acaba siendo coronado.
Como Harold Godwinson estaba junto a la cama de Eduardo cuando este murió, y resulta que también andaba reunida por ahí la nobleza del reino, no le costó mucho convencerles para que le apoyaran (aunque ser de la familia real era un plus importante, la monarquía inglesa tenía un fuerte componente electivo), y al día siguiente, 6 de enero, apenas enterrado el Confesor, ya le estaban coronando en la abadía de Westminster.
La coronación tan rápida era para adelantarse a Guillermo, Duque de Normandía, conocido posteriormente como El Conquistador, pero nosotros nos quedamos con su mote inicial: El Bastardo. Bastardo por su nacimiento fuera del matrimonio, no porque fuese una persona especialmente mala. Por ejemplo, a diferencia de los sajones, él no practicaba el asesinato político, perdonó muchas veces a sus enemigos, y no acostumbraba a matar a prisioneros (aunque sí que les cortaba las manos y los pies y además les sacaba los ojos, si le habían tocado mucho las narices). Este caballeroso comportamiento (al menos entre caballeros, la plebe era otra cosa) aún no había llegado a Inglaterra pero se estaba extendiendo por todo el continente, y los normandos (originalmente, vikingos noruegos que habían conquistado el norte de Francia) lo abrazaron con fervor, como parte de su rápida integración con la población francesa local, a los que habían sometido un siglo atrás. La otra vía de integración de los normandos fue el ser más cristianos que nadie, hasta unos extremos que, francamente, hace necesario fijarse bien para distinguirlos del Daesh. Entre otras cosas, los nobles normandos siempre fueron de los más entusiastas participantes en las Cruzadas. Por lo demás, el Bastardo era un gobernante bastante eficaz, bregado en estas lides desde niño, ya que su padre murió joven y él se pasó años siendo el balón de juego de los nobles normandos, hasta que se los pudo quitar de encima. Para 1066 dirigía su ducado como un cuartel militar, y había logrado la paz con todos sus vecinos, así que precisamente en ese momento –otra de las grandes casualidades que facilitaron la Conquista, 1066 era para echar los Euromillones cada semana- tenía recursos de sobra para dar el salto al trono inglés.
Pero en vez de correr hacha en ristre a por Harold, que es lo que habría hecho cualquier otro sajón, el Bastardo empezó su conquista de manera muy rajoyana y muy poco bastarda (o muy mucho, depende de los bastardos con los que usted se haya encontrado en la vida): no hizo nada hasta asegurarse el apoyo del Papa Alejandro II, un partidario del movimiento reformista que se ilusionó con meter en el redil a la algo díscola iglesia inglesa. Logrado el mandato papal, el Bastardo planteó a sus nobles la conquista como una empresa de capital riesgo: venid a participar en mi justa causa, y cuando haya reparto del botín tendréis vuestra parte. Reunió un ejército y una flota (con creces la parte más difícil, dada la superioridad naval sajona), y se preparó para cruzar el Canal de la Mancha en verano de 1066. Harold Godwinson a su vez reunió un ejército propio y se puso a defender las costas del Canal. Esta drôle de guerre duró todo el verano, con Harold y continuas tormentas impidiéndole el paso al Bastardo, hasta que el 8 de septiembre Harold despidió a sus tropas y se fue a Londres. Y aquí vuelven las carambolas milagrosas que posteriormente hicieron pensar que la conquista normanda era por voluntad divina, porque era imposible tener tanta suerte. Ese mismo día, Harald Hardrada desembarcaba en el norte y se unía a Tostig, y juntos derrotaron a los condes del norte en Fulford. Harold Godwinson, seguramente maldiciendo que a estas alturas del año aún hubiese gente con ganas de batallar, salió pitando y en solo cuatro días llegó al norte.
De la subsiguiente batalla de Stamford Bridge realmente se sabe muy poco. Hay dos anécdotas molonas sobre la misma, pero resultan contradictorias: una es que los ejércitos estaban separados por un río con un puente, y que allí un solo guerrero noruego logró detener al ejército inglés al completo, matando a 40 ingleses en combate, hasta que alguien se coló bajo el puente y le atacó a traición por debajo. Esto sugiere que Harold pilló a Harald por sorpresa (pillar por sorpresa al enemigo, de hecho, era su táctica favorita), pero esto se contradice con la otra anécdota, que habla de una entrevista entre ambos antes de la lucha, y en la que Harold le respondió a Harald, cuando este demandó tierras inglesas, que la única que le iba a dar eran “seis pies de tierra inglesa, y ya que es tan alto uno más”. El caso es que los ingleses ganaron, y tanto Harald como Tostig murieron. Dos menos. Harold volvió a toda mecha al sur.
Hastings
Pero en el breve mes que había estado ausente, y aprovechando el veranillo del membrillo, el Bastardo había pillado un día perfecto para navegar y había desembarcado tres días después de Stamford Bridge en Pevensey, para luego marchar tierra adentro y ocupar la ciudad de Hastings. Y ala, a esperar que le rindieran pleitesía y viniesen a someterse. Lo que vino fue Harold, con un nuevo ejército reunido a toda mecha, y dispuesto a aprovechar de nuevo el factor sorpresa, en vez de usar una estrategia de desgaste. Solo que aquí la cagó… y sorprendentemente, el Bastardo ofreció una batalla encarnizada, cuando él de toda la vida había sido un guerrero conservador de incursión-asedio-retirada táctica, que las batallas las carga el diablo. Algo que Morris explica por la profunda certeza del Bastardo de que Dios estaba de su parte… y la necesidad de demostrárselo cuanto antes al buen pueblo inglés.
Recuerdo haber oído una vez de una conferencia de historiadores que concluyó que ninguna guerra o batalla cambió nada en el largo plazo de la evolución humana. Conferencia que para más inri tuvo lugar… en Hastings. La batalla homónima del 14 de octubre (aunque se libró en un monte cercano), sin embargo, es posiblemente la más decisiva en la historia inglesa. Harold ocupó la altura del monte, y sus soldados formaron el tradicional muro de escudos sajón, contra el que los normandos, pese a su caballería armada, se estrellaron una y otra vez, aunque lo compensaban con una verdadera lluvia de flechas y saetas. La cosa iba y venía, con cambiante suerte, retiradas fingidas y bastantes muertos, hasta que, ya entrada la tarde, una solitaria flecha hizo historia clavándose en el ojo de Harold Godwin y llegando hasta el cerebro. O al menos eso cuenta la leyenda, que muy probablemente sea propaganda normanda. A ojos medievales, que una flecha aleatoria acertase con tan mala suerte era la forma en que Dios expresaba “macho, Harold, que ya no sé como decírtelo, pero que tu no eres el rey legítimo” (y quedaba mejor en los cantares que la más probable verdad: que Guillermo, consciente de que su legitimidad siempre sería dudosa mientras Harold viviese, ordenó a un comando de sus mejores guerreros que acechase al inglés, y en cuanto vieron un hueco lo cosieron a hachazos). Dos hermanos de Godwin ya habían muerto. Ahí se acabó la suerte anglosajona: el ejército se descompuso, y en la retirada la caballería normanda hizo una escabechina.
En principio los nobles ingleses pensaron que la cosa tenía remedio y no-vamos-a-someternos-al-invasor-que-se-lo-debemos-a-nuestro-pueblo. Como incluso para los papeles más ingratos siempre hay un voluntario que quiere figurar, Edgar Ætheling “el húngaro” fue elegido rey –aunque no coronado- en Londres. Pero el Bastardo no se dio por enterado y avanzó sobre la ciudad. Y cuanto más se acercaba, más y más de los nobles ingleses empezaban a desertar la causa de Edgar y a rendirse al invasor. El propio Edgar, viéndole las orejas al lobo, salió a su encuentro y se sometió. El Bastardo, que como hombre moderno del siglo XI consideraba que lo importante y que hacía al rey era la coronación y que una elección no valía de nada porque el único elector que contaba era Dios, graciosamente le perdonó y le incorporó a su corte antes de seguir hacia Londres, donde el 25 de diciembre (y con un contingente de caballería pesada a las puertas de Westminster, que en un momento dado confundió unos gritos con una revuelta y quemó algunas casas) fue coronado monarca de Inglaterra.
Dominio
Y con casi dos tercios del libro ya pasados, empezamos a llegar a la parte por la que me compré el libro: la que contesta a la pregunta ¿cómo lograron los pocos miles de normandos conquistar, controlar y dominar a casi dos millones de anglosajones? Pues con innovación y brutalidad a partes iguales. La Khaleeshi llegó a Poniente con tres dragones que le vinieron muy bien. El Bastardo, más humilde, se trajo dos leones en el escudo (su bis-bis-nieto Ricardo Corazón de León añadiría el tercero y definitivo), pero su verdadera arma secreta para dominar Inglaterra fue una innovación que se trajo del continente: los castillos (o más concretamente, su versión low cost de Mota castral, que se podía levantar muy deprisa con tierra y madera).
A diferencia de España, donde los castillos servían como frontera frente al moro (bueno, y frente a los cristianos de otras Comunidades Autónomas), y de Inglaterra, donde apenas había, en el reino de Francia los castillos eran el principal medio de dominio de un territorio, y los enfrentamientos armados solían implicar largos sitios a los castillos, que eran muy difíciles de tomar al asalto. Las batallas campales tipo Hastings, de hecho, eran totalmente excepcionales. Pues bien, el Bastardo (ahora ya “el Conquistador” para la historiografía oficial) empezó a sembrar el país de castillos, cada uno con su terrateniente normando, al que se recompensaba con tierras. El reparto de las tierras es relativamente bien conocido, porque en 1086 Guillermo aplicó otra interesante innovación para asentar su dominio: el primer catastro en la historia de Inglaterra. Una idea propia de un Registrador de la Propiedad (lo que refuerza la idea de Rajoy como una reencarnación del Bastardo). El catastro estaba resumido en un libro tan inapelable que los propio contemporáneos le pusieron el mote “libro del Día del Juicio”, o Domesday Book. Gracias al Domesday (que recoge no solo al dueño de cada terreno, sino también al que era el dueño “el día que Eduardo el Confesor estaba vivo y muerto”) se puede observar la enorme transferencia de terrenos que se produjo durante el reinado del Bastardo.
Es un listado de invitados impresionante [el de la reunión de Salisbury en 1086] – uno de los mayores desde la coronación de la Reina Matilda en mayo de 1068. Pero un gran cambio había ocurrido en esos 18 años. Concesiones escritas de la época de la coronación de Matilda revelan una mezcla de nombres ingleses y franceses, con la mayoría en inglés. Pero en 1086 los ingleses han desaparecido, y la lista es exclusivamente normanda (o en el caso de los obispos, continental). En 1068 diez de los quince obispados de Inglaterra estaban ocupados por ingleses, otros tres por alemanes por concesión del Confesor, y solo dos habían sido nombrados por el Conquistador. Pero por la época del Domesday solo un inglés permanecía en su cargo. En cuanto a la aristocracia, el eclipse es total. […] Cuando miramos los testigos de 1086, no hay un solo nombre inglés entre ellos.
Lo que es cierto de la corte, también lo es del país. De los 1000 tenants-in-chief [vasallos directos del rey] del Domesday, solo 13 son ingleses, de los cuales solo 4 tienen tierras de más de 100 libras, y el más rico, Eduardo de Salisbury, bien pudo haber sido medio normando. Los thengs del rey -los 90 o así lores que habían poseído más de 40 hides [un hide es la tierra necesaria para mantener a una familia entera, o una granja, se suele igualar con unas 50 hectáreas] – habían desaparecido. Incluso si bajamos al siguiente nivel feudal y empiezan a aparecer nativos, siguen siendo una minoría. De los 8000 sub-vasallos registrados en Domesday, solo un 10% son ingleses […] los thengs medianos, unos 4000-5000, han sido borrados.
Domesday por tanto revela un cambio cataclísmico en la composición de la clase gobernante inglesa, con normandos sustituyendo a lores nativos en casi cada aldea y asentamiento. Revela, además, grandes cambios en la distribución de la riqueza. Dicho con simpleza, había más superricos en Domesday que veinte años antes. Mientras en 1066 había una “clase media” de miles de thengs, en 1086 la mitad de la tierra inglesa estaba en manos de 200 barones […] y la mitad de esa tierra, es decir, un cuarto de toda la tierra de Inglaterra, estaba en las manos de solo 10 magnates. […Pero] tras la Conquista, ninguna coalición de magnates, da igual lo grande que fuese, podía igualar los recursos del rey. Incluso si juntamos los ingresos del top 10 del Domesday, el total no alcanza los de Guillermo -unas asombrosas 12.600 libras-, pues el rey tenía el doble de tierras que ellos juntos.
Lo que hizo Guillermo en la mentada reunión de Salisbury fue básicamente renovar su pacto con los nobles normandos -una vez que la joint-venture de capital-riesgo se había consolidado- que con la aquiescencia de la Iglesia juraron lealtad a este nuevo régimen con el Domesday como referencia y garantía del reparto del botín. Guillermo consideraba que desde la Conquista cada terrateniente en Inglaterra lo era por gracia suya, y que toda la tierra inglesa pertenecía a la corona. El reparto empezó en el mismo Hastings, donde se desposeyó a todos los nobles muertos en la batalla, por haberse levantado en armas contra el legítimo rey. A los demás los respetó, e intentó gobernar como Eduardo el Confesor. Sin embargo, sucesivas rebeliones de nobles sajones (que al contrario que tras la conquista danesa de 1016 no quisieron someterse y esperar un momento más propicio) le obligaron a luchar una y otra vez, y así le dieron la oportunidad de desamortizar más tierras, aunque a la tercera rebelión en 1069 se hartó y decidió mostrar un poco de brutalidad dejando el norte del país arrasado. Se calcula que en total, su reinado vio una disminución de la población en un 10%. Después de pasar el Norte a fuego y espada, la cosa se calmó. Tanto, que en 1075 la nueva nobleza normanda ya estaba lista para pelearse entre ellos por el reparto del botín y fruslerías varias. Esta revuelta, prontamente aplastada, en cierto modo es la precursora de una constante en la historia de la Inglaterra medieval. En 1088, en 1135, en 1173, en 1215, en 1264, en 1455… cada 50 años o así, hay una revuelta de los barones contra el rey o una guerra civil, con una alegría que aquello parecía el siglo XIX español. ¡Y mírenlos ahora, resolviendo todos sus conflictos a golpe de referéndum! De todo se sale, incluso de las guerras civiles.
Junto a las yoyah, también está muy bien tener a Dios de tu parte. El Bastardo, con el apoyo papal, sustituyó progresivamente a los obispos de todas las diócesis inglesas por hombres afines. Los normandos trajeron una nueva iglesia, más estricta y militante, y mucho menos tolerante ante costumbres y reductos paganos, y en general más sometida a Roma. Una Iglesia que aplicaba las costumbres “caballerosas” y las reformas en boga en aquellos días… y que según Morris le dieron a Inglaterra un sentimiento de superioridad moral sobre sus vecinos celtas de Gales, Escocia e Irlanda, poniendo la primera piedra para las guerras de conquista posteriores. De hecho, para muchos la explicación a la propia Conquista era moral: los anglosajones habían pecado y por eso Dios había enviado a los normandos a conquistarles. En algunos casos, incluso se quemaron reliquias de santos anglosajones.
Sic Transit
Al Bastardo apenas le dio tiempo a hacer mucho más. Al año siguiente, 1087, moría en Rouen tras una larga enfermedad que le dio tiempo a confesar sus múltiples pecados (parece que tardó un día entero y que hicieron falta varios confesores). Aflojada su mano de hierro, los nobles se pusieron levantiscos desde el primer momento, saqueando incluso su habitación, hasta que solo su cuerpo desnudo yacía en ella. Unos monjes se lo llevaron a Caen, donde fue enterrado en una abadía que había fundado… sobre terrenos robados, como denunció -con evidente mal gusto pero buen sentido de la oportunidad- el hijo del dueño legítimo durante el funeral (reunieron algo de dinero ahí mismo y el hombre se calló). Finalmente la humillación final: como estaba tan obeso, el cuerpo de Guillermo no cabía en el sarcófago de piedra, y al intentar meterlo a presión reventaron sus intestinos, liberando un pestazo tan insoportable que los buenos monjes terminaron el funeral a la carrera.
Su legado, en cambio, sigue muy vivo, e Inglaterra no dejó de ser normanda. Señal de que lo había dejado todo atado y bien atado. Aunque los normandos afirmaban que ellos no querían cambiar nada y que todo fue continuidad, aquello era pura propaganda en cuyo nombre Harold Godwinson fue borrado de los documentos (en los dos millones de palabras del Domesday, solo se le menciona en dos ocasiones, y es obvio que por error). El nuevo reparto creó una monarquía fuertemente centralizada que se convirtió en el epítome de la “sociedad feudal”, y cambió a la sociedad inglesa hasta el día de hoy, con una desigualdad en el reparto de la tierra que solo es superada por Brasil. Algo que ni los propios beneficiarios pueden negar. A cambio, también es cierto, Guillermo liberó a muchos de los siervos y esclavos de los anglosajones (porque los hombres “libres” pagaban impuestos, y los esclavos no). Estos, que representaban un 15-20% de la población, sí vieron mejorada su situación. El 75% de la población que eran los campesinos libres, en cambio, se encontró con que sus nuevos barones normandos querían jugar al viejo juego de la extracción de rentas, y vieron aumentados sus impuestos, o tuvieron que trabajar uno o dos días por semana en las tierras del señor. Y en cuanto al 5% superior, como ya dijimos, fue aniquilado.
¿Y cuando acabó realmente la Conquista? Pues dejando aparte a quienes piensan que esta sigue ahí, según Morris solo hizo falta un siglo y medio, así a ojo. Los cada vez más frecuentes matrimonios mixtos, el colapso del Imperio Angevino, y que los nobles normandos perdieran sus posesiones continentales, quedándoles solo las británicas, ayudó a que ingleses y normandos se fusionaran en una identidad común, usando una sola lengua. Quizás el mejor símbolo de lo que fueron la Conquista y su posterior asimilación fue la muerte -temporal- del inglés como idioma escrito. Tanto la chancillería real como los monasterios lo abandonaron en favor del francés y del latín (idioma en el que también fue escrito el equivalente inglés de la Constitucióndel78: la Carta Magna). Al cabo de siglo y medio el inglés volvería a emerger como lengua común… pero profundamente transformado, un híbrido entre los dialectos germanos del norte de Alemania, miles de galicismos, y algunas importantes mutaciones, tal como la perdida de los casos gramaticales, y el abandono de un alfabeto sajón -en el que aún se podían encontrar runas– a favor de los caracteres latinos del continente. Y también empezó allí algo que no se daba en el inglés antiguo: el que cualquier parecido entre la escritura y la pronunciación sea pura casualidad. Infinitas generaciones de alumnos extranjeros de la lengua de Shakespeare tienen que experimentarlo con gran dolor cada curso escolar, pero ninguna serie de la HBO nos relata su sufrimiento.
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Comentario de keenan (24/12/2016 16:31):
He gozado como una perra leyendo este artículo. Recomendarles por enésima vez la noveluca titulada escuetamente “Londres” de Edward Rutherfurd; en el primer cuarto del libro se habla bastante de la conquista normanda, y en concreto de la construcción de la torre de Londres (evolución de la mota normanda).
Algunas cosas que se os han pasado:
La relajación de la flota inglesa que plegó velas, y permitió a Guillermo cruzar el canal cómodamente, se debía a que era Septiembre, y había que recoger la cosecha. El rey Harold dijo que nones, pero no le debieron hacer mucho caso. El tema es que el ejercito inglés era poco profesional, basado sobre todo en levas de campesinos que reclutaban los terratenientes, lo que no significa que no fueran capaces o valientes. Pero no había tradición militar ni un mando centralizado. Cada terrateniente (no recuerdo si ya se usaba el título de barón) hacía más o menos lo que le parecía, aunque todos estuvieran de acuerdo en que había que parar los pies a Guillermo.
Otra cosilla sin importancia: los normandos no solo importaron la religión católica “como dios manda”, sino también a los primeros judios que se asentaron en Londres. Como tenían vedado ejercer la mayor parte de oficios, se dedicaron a lo de siempre… prestamistas.
Otro punto que no mencionaís es la buena disposición de la burguesía londinense (bueno, lo que se entendía en aquel entonces por burguesía) hacia todo extranjero que se ciñó corona y se hizo llamar rey, ya fuera danés o normando. La única condición que ponían era que no les tocaran lo suyo; a saber: el monopolio del comercio. Nadie podía poner un simple puesto en el mercado (el “cheap”), o dedicarse a la compra-venta de mercancias, salvo que fuera ciudadano de Londres.
Por cierto, ya que hablamos de paralelismos con Juego de Tronos, es muy evidente que los Primeros Hombres y los Ándalos son un trasunto de las tribus celtas y los invasores Sajones, respectivamente.
Comentario de Asturchale (24/12/2016 16:33):
Increíble, oiga. Acabo de leerme de una sentada “Nuestro Desamor a España”, centrado en los conflictos entre los reinos de Castilla y de Leon, en esta misma época, y las coincidencias son asombrosas. El papado, apoyándose en las dinastías borgoñonas, irrumpe en la política de la Península, toma partido por Castilla, acaba con la hegemonía leonesa, impone el rito litúrgico latino frente al visigodo y provoca una auténtica revolución. Algo parecido sucedía en Alemania, donde Gregorio VII vence al emperador en el Conflicto de las Investiduras. Un terremoto comparable a la Revolución Francesa.
Comentario de de ventre (26/12/2016 21:19):
eh, ya no sale en la portada de la página!
bolivarianos! dejen de mancillar el buen nombre de William the conqueror!
gran artículo, como siempre
j
Comentario de baranda (27/12/2016 23:59):
Yo me guardo la lectura para el 1 de Enero, pero vengo a comentar lo mismo que de ventre:
<
—
>
Aquí estan conviviendo dos versiones de la portada y sale una u otra aleatoriamente, seguro cosa del total cache.
Comentario de keenan (28/12/2016 14:13):
Por cierto, muy bueno el enlace al articulo de The Guardian sobre la relación entre apellidos de origen normando y renta, 10 siglos después.
Me he puesto con Ivanhoe, de Walter Scott, que aunque está ambientada más de un siglo después de la conquista, gira alrededor de la “resistencia” sajona.
Comentario de delta (31/12/2016 07:44):
Me acabo de dar cuenta del enorme complejo de superioridad que siento, como español, sobre dicha etapa de la historia de Gran Bretaña. Creo que hasta que no comienzan a ser ese estado con influencia en la vida de la Europa continental, incluida la peninsula iberica, esa parte de su historia queda muy por detras de otras que aun no conozco lo sufciente y que si ayudaron a dar forma al mundo que conocemos. Y por latitud y viajes de trabajo, en esos siglos en torno al SX, ahora me esta pegando por los sucesivos califatos y post califatos del islam.
La pena de estar bajo la orbita anglo, es que nunca sobaremos lo suficiente la historia que realmente importa, y nos veremos mil veces la que es poco mas que la vida en los descampados de la periferia del mundo en aquellos años.
La distancia en aquella época entre un Toledo o una Córdoba y “eso” que habia en el norte, es casi como del sapiens al australopithecus.
Comentario de keenan (02/01/2017 14:33):
@delta: Esa superioridad no es mas que oriente vs occidente, cuando oriente molaba y occidente apestaba. También resulta que ahora revindicamos Toledo o Cordoba cuando en teoría, desde el punto de vista cultural, tenemos mucho más en común culturalmente con los reinos cristianos de esa época.
Por cierto, volviendo al tema normando, hay una peli llamada Ironclad que se ambienta en la misma época que Ivanhoe. Solo con saber que Paul Giamatti hace de John Lackland me entran ganas de verla. A ver si la consigo.
Comentario de Berserker de corredoira (02/01/2017 15:29):
Hombre, la echaron ayer por la noche…
Excesiva y con el rigor histórico habitual…
Muy de acuerdo con lo de que somos, culturalmente, más carolingios que tardorromanos ..
Además, los del Norte, aparte de ser tan o más bestias que los anglosajones, tuvimos nuestra propia y breve invasión danesa, importamos francos para repoblar el desierto del Duero y acabamos siendo más papistas y cruzados que nadie…Siempre que no hubiera oro por el medio
Comentario de keenan (02/01/2017 17:32):
@Berserker: me pasan mucho esas cosas, debe ser que he oido anunciarla con la atención en otra cosa, y luego he pensado en bajarmela creyendo que era un poco por inspiración divina.
Lo de Juan Sin Tierra y Ricardo Corazón de León es bastante de mofa. Era elegir entre un extranjero tiránico y prepotente y otro extranjero, aún más si cabe (ya que Ricardo no hablaba otra lengua que no fuera el francés, y al que las islas se la traían al pairo mientras tuviese a mano sarracenos que matar y mancebos con los que fornicar). Me rio yo de Westworld, las cruzadas si que fueron un parque temático para muchos reyezuelos y nobles de la época. Además de un negocio, claro.
Comentario de Lluís (03/01/2017 08:30):
#9
Quizá si Ricardo hubiese tenido 20 años más para gobernar y demostrar de lo que era capaz en casa, ahora no tendría tan buena prensa. Al final, se quedó con el aura de cruzado, encarcelado por un mediocre envidioso cuando volvía a casa y al que, mientras tanto, un hermano traicionero e igual de mediocre intentaba birlar el trono conspirando con los enemigos de la patria.
Comentario de devilinside (03/01/2017 11:51):
#9 10 De hecho en su propia época no tenía demasiada buena fama, excepto en casa. Era conocido en las crónicas por no respetar pactos, atacar gente indefensa, etc., etc., en contraposición a su rival en las Cruzadas, Saladino (éste, en una batalla, al ver que caía el caballo de Ricardo, le mandó uno en tiempo real, por ejemplo). Además tenía fama de “entender”, que en aquella época era más complicado. Al margen de las pelis y novelas que mencionáis, tenéis “El León en invierno”
Comentario de Lluís (03/01/2017 14:45):
#11
Si, conozco la película, para mi gusto se asemeja bastante más a la realidad que todas las sagas de Robin Hood y compañía, donde lo único que no es del todo infumable es la mala relación entre señores normandos y siervos sajones.
Por otra parte, a “Corazón de León”, por lo que tengo entendido, también le llamaban “si y no”, por su indecisión en temas que no tuviesen que ver con repartir yoyas.
Y eso si, hay que reconocer que lograr enemistarse con gran parte de los dirigentes europeos en tan poco tiempo, es una hazaña. Y sin necesidad de utilizar el twitter.
Comentario de Casio (03/01/2017 15:49):
Conquista, sustitución de las elites, concentración de la riqueza y pauperización de los hombres libres. Si hubiera gitanos y gazpacho en vez de judios y pastris estariamos hablando de Andalucia !
Comentario de Pablo Ortega (03/01/2017 16:42):
@keenan: espero que incluya a Constantinopla en ese “Oriente”, pues precisamente a inicios del siglo XI el Imperio bizantino alcanzó su máximo apogeo y poder en 5 siglos. De hecho, los sarracenos veían en Constantinopla a su verdadero gran rival, no a los desvencijados bárbaros occidentales.
Aunque para lo que es la Edad Media occidental, nada es más interesante que el Sacro Imperio Romano, con sus constantes luchas entre el Imperio y el Papado, y rebeliones feudales. Pero casi no hay películas de Otón I el Grande, Enrique IV, Federico I Barbarroja o Federico II Hohenstaufen.
Comentario de Mr. X (03/01/2017 16:54):
Federico II: he ahí un tío que realmente molaba.
Comentario de Lluís (03/01/2017 19:07):
#14
Pues aguantaron más esos bárbaros que el Imperio Bizantino. No deberían andar tan bien las cosas cuando, unos pocos decenios después, otros bárbaros de medio pelo, los turcos, prácticamente se lo cargaron tras una única batalla.
En cambio, Bulgaria y Serbia todavía existen hoy, no son grandes potencias mundiales ni lo eran en su época, pero ahí están todavía. Mientras, Santa Sofía es una mezquita.
Y precisamente Federico II, ahora que ha salido, prefirió entenderse con los sarracenos. Supono que eso de que pudiese entrar en Jerusalén negociando, cuando Corazón de León no había podido hacerlo por las armas, no mola demasiado. Pablo, supongo que le agradará, tuvo buenas relaciones con el emperador de Nicea.
Comentario de emigrante (03/01/2017 20:27):
Ahí donde lo tienes Guillermo el Conquistador es el último que ha conseguido invadir la isla con éxito. Desde entonces nadie ha podido, Felipe II fracasó y con Napoleón y Hitler ni siquiera hubo “güevos” de cruzar el canal.
#6, el caso paradigmático es el del rey Arturo que mira que han corrido ríos de tinta y kilómetros de celuloide con sus historias y ni siquiera hay pruebas de que existiera. Por cierto, hace muchos años siendo un adolescente leí “Camelot” de T. H. Withe. En ese libro se basa la película de Disney “Merlín, el Encantador”. El caso es que en sus páginas encontré el mayor anacronismo hasta la llegada de los Monty Phyton y sus caballeros de la tabla cuadrada. El bueno de Withe pretendía que las guerras en las que estaban envueltos los caballeros de la Tabla Redonda eran conflictos entre sajones y normandos y que el propio rey Arturo era normando. Que estas cosas pasen en Hollywood no me sorprenden pero de un caballero británico esperaba algo mejor.
Comentario de Pablo Ortega (03/01/2017 21:34):
Ya déjese su menosprecio al Imperio bizantino, Lluís, que ya probé una vez el por qué de no ser por ellos ahora estaríamos rezando en dirección a La Meca. Esos bárbaros occidentales lograron desarrollarse precisamente gracias a la existencia de Bizancio como escudo en el Este.
Por cierto, Mantzikert no fue una herida mortal para el Imperio, que no solo siguió existiendo por varios siglos más, si no que siguió siendo poderoso y le causó graves problemas a los primeros cruzados (costó Dios y ayuda para que los muy tontos le juraran fidelidad al emperador que supuestamente iban a ayudar). Eso de que los turcos “se lo cargaron en una sola batalla” es una ridiculez.
La identidad romaoi (o sea, bizantina) siguió existiendo hasta el siglo XX, de hecho fue la base de la Megali Idea, el viejo sueño griego de reconquistar Constantinopla y Asia Menor, refundando el Imperio. Fíjese que la obsesión era tal que incluso se consideró seriamente nombrar como “Constantino XII” al rey griego Constantino I, el germanófilo de la Primera Guerra Mundial. Y tal vez, de no ser por Ataturk y si los griegos hubieran tenido a Venizelos al mando, hubieran logrado reconstituir el viejo Imperio. Aún hoy los griegos son muy conscientes de su legado bizantino y hay estatuas de varios emperadores en Atenas. No por algo hoy un Comneno es ministro de Defensa de Tsipras.
La verdadera herida de muerte del Imperio fue la Cuarta Cruzada, cuando Occidente pagó con sangre y traición su deuda con Bizancio. De hecho, fue esa cruzada la que sembró un abismo aún hoy no del todo superado entre el Papado romano y el patriarcado de Constantinopla. Fue por como los bárbaros francos conquistaron la Ciudad, la saquearon, la violaron, pusieron a una prostituta en el trono del patriarca en Santa Sofía, y de paso se apoderaron del trono imperial como si fuera de ellos; que los bizantinos no quisieron verles ni en pintura durante lo que le quedaba de vida al Imperio.
De hecho, ese saqueo supuso la desaparición de muchos documentos de la antigüedad que el Imperio había logrado conservar. Santa Sofía, gracias a Ataturk por cierto, es un museo, no una mezquita.
Lo mejor de Federico II Hohenstaufen es la leyenda que dice que él nunca murió si no que se retiró a las montañas, esperando pacientemente a los últimos tiempos para volver a salvar a Alemania del mal. Para cuántas películas no daría esa leyenda. Aunque no sé si le agradaría a los alemanes, viendo lo extraordinariamente sensibles que son respecto a su pasado y que casi ninguno de ellos gusta de reivindicar el Imperio de los Hohenzollern o siquiera el Sacro Imperio Romano. Es más, diría que por lo que tengo entendido, casi ni los conocen.
Comentario de Lluís (04/01/2017 10:52):
Pablo,
Para empezar, la leyenda del emperador que espera para volver a rescatar Alemania se refiere a Barbarroja (Federico I), no a Federico II.
Oiga, sus pruebas eran patéticas entonces y, si no han cambiado, lo siguen siendo ahora. Aunque no lo crea, yo no desprecio al Imperio Bizantino ni a ninguna civilización en particular, sólo que tampoco los sobrevaloro, algo que hace vd. Eso de que sin ellos estaríamos rezando cara a la Meca es una afirmación que creo gratuíta, no lo hacen en los Balcanes, que tuvieron su ocupación musulmana durante siglos. Sigo pensando que en su momento el Califato experimentó varias crisis internas, que le impidieron seguir expandiéndose, lo digo porque su crecimiento se frenó incluso en sitios donde no había ningún estado poderoso y organizado que les pudiese hacer frente.
Y Manzikert tiene su importancia. A partir de allí, el Imperio quedó despojado de fuerza militar propia, hubo que recurrir a estranjeros, incluso a mercenarios turcos. De ahí la petición de ayuda de Alejo I a Occidente, que desencadenó las Cruzadas, quería aprovechar las reyertas entre los diferentes jefecillos turcos para reconquistar Asia Menor, pero no tenía tropas. Y lo de 1204 se explica simplemente porque el Imperio ya no tenía prácticamente fuerza, de lo contrario no se explica como un ejército extranjero, bastante menos poderoso que otros a los que habían tenido que enfrentarse siglos antes, pudo tomar la capital en pocas semanas.
Comentario de Mr. X (04/01/2017 11:31):
“Para empezar, la leyenda del emperador que espera para volver a rescatar Alemania se refiere a Barbarroja (Federico I), no a Federico II.”
A los dos.
La de Federico II cuenta que desapareció en el cráter del Etna, en su querida Sicilia, en lugar de morir pacíficamente en su cama, como sucedió en realidad.
Comentario de Pablo Ortega (04/01/2017 19:52):
@Lluís: a ver, resumamos en pocas palabras hasta donde llegó el califato: fueron frenados por los bizantinos en Constantinopla, por los chinos en el Talas y por los francos (que como ya se dijo, no eran unas nenas como los visigodos) en Poitiers. Si les quedaba algún terreno donde su expansión se detuvo de forma natural sería el Sahara, y casi nadie tiene interés por un enorme desierto, por más árabe beduino que seas. Es más cómodo vivir en tierras fértiles.
Los Balcanes no se volvieron musulmanes (aunque Bosnia y Albania sí, por cierto) por el hecho de que ya el Islam no era lo nuevo y lo cool en pleno siglo XV, estando el cristianismo plenamente integrado en la identidad nacional de griegos (o mejor dicho, romaoi), serbios, búlgaros y rumanos. En pleno siglo VIII no existía esa identificación tan profunda entre la nación y el cristianismo (es más, ni siquiera existía una “nación” serbia o búlgara), por ende es probable que se volvieran musulmanes, mientras el califato seguía expandiéndose hacia el Oeste. No más véase lo que pasó en Siria y Egipto donde el monofisismo se había convertido en una forma de afirmar una identidad nacional diferente al Imperio. ¿Quién los iba a parar? ¿Carlos Martel? ¿El Papa? Por favor.
Yo lo que veo es que usted sobrevalora al califato, tanto el Omeya como el Abasí, el cual ni era tan poderoso, ni estaba bien cohesionado, baste ver todas las rebeliones chiítas, cuando no de otros interesados en el trono de Damasco.
Y para que sepa, el Imperio de los Comneno recuperó algo de fuerza militar propia gracias a las Cruzadas y a los trabajos y reformas de Alejo I, que fue lo que le permitió al Imperio incluso intentar reconquistar Italia durante el reinado de Manuel I, o enzarzarse en mil y un guerras inútiles contra los latinos de Antioquía porque éstos no querían cumplir con las promesas hechas a Alejo I. ¿Sabe qué era el sistema de la pronoia?
Lo de 1204 se debió a un Imperio desunido que llevaba varios años en la anarquía, gobernado por emperadores inútiles (nunca jamás tuvo Bizancio peores emperadores que los Ángel) y para colmo de males ese ejército cruzado estaba en Constantinopla porque uno de esos inútiles les pidió su ayuda para recuperar el trono imperial. Bizancio había pasado episodios de anarquía similares en el pasado, pero había logrado levantarse y recuperar su poder. La Cuarta Cruzada acabó con toda posibilidad de revitalización, aunque es justo apuntar que mantener unido lo que quedaba del Imperio y frenar a sus enemigos era cada vez más difícil.
Y ya Mr. X dijo el por qué la leyenda aplica también para Federico II, de hecho, por varias épocas la leyenda más popular era la que se refería a él y no a su abuelo.
Comentario de Lluís (04/01/2017 20:32):
Mauricio,
Precisamente porque el Califato tenía unos cuantos problemas (y el menor no era el de controlar lo que hacían en Tánger desde Bagdad o Damasco), no pudo progresar más. Además de las zonas que vd. menta, podía expandirse por el valle del Nilo, por Asia central o por la actual Ucrania, donde no había estados fuertes que les pudiesen hacer frente.
Yo, ya puestos, tampoco menospreciaría a los francos.
Y el imperio de los Comnenos no era nada del otro mundo. Si, sé perfectamente lo que es la pronoia, precisamente es la incapacidad del estado para mantener un ejército con sus propios recursos. De hecho, es algo a medio camino entre el sistema feudal occidental y la iqtá musulmana, desarrollada ya por los omeyas.
Y un gobernante inepto puede hacer algo de daño, pero un estado fuerte puede sobrevivir. Al final, seguramente hiciese más daño un Manuel Comneno con sus delirios de grandeza que otros. El imperio que pilló Isaac era el que dejó Manuel.
Comentario de Pablo Ortega (05/01/2017 00:49):
Que soy Pablo coño!
El califato llegó hasta el río Sir Daria en Asia central, es decir, hasta lo que hoy en día es la zona meridional de Kazajstán, ya se sabe un país rico y próspero, lleno de recursos. Si seguían expandiéndose hacia el Norte lo que les esperaba era estepa, Siberia y más estepa. No valía la pena. Y hacia el este los esperaban los chinos.
En Ucrania y el río Volga los esperaban los jázaros, fieles y útiles aliados del Imperio bizantino, y todo intento árabe de avanzar hacia Ucrania a través del Cáucaso y el Volga hubiera tenido que lidiar con ataques bizantinos en su retaguardia.
Su único punto valdría con el valle del Nilo, pero es bueno apuntar que río abajo (pues los musulmanes fueron expandiéndose por lo que alguna vez fue Nubia) existía el reino cristiano etíope de Aksum, que aunque no era un Estado poderoso, tampoco hubiera sido fácil de conquistar. Pero aquí tiene Ud. razón.
Para todos los demás puntos, estaban frenados por las enormes distancias, la falta de valor del terreno y lo que quedaba del Imperio romano.
No menosprecio a los francos, solo digo que es bien evidente que un gran y bien apertrechado ejército árabe hubiera acabado con cualquier rey franco anterior a Carlomagno. Lo mismo aplica con los etiopíes, por cierto.
El Imperio de los Comneno era una potencia de segundo orden, puede que una potencia decadente, pero seguía siendo una potencia. No se haga el loco respecto a la pronoia porque usted estaba hablando de la necesidad que tuvo el Imperio de usar tropas mercenarias, incluso turcos y cruzados, para seguir luchando; no de cómo Constantinopla empezó a feudalizarse para poder conservar un Ejército PROPIO, aunque en realidad la tendencia había comenzado en el siglo X cuando dos militares de buenas familias terratenientes, Nicéforo Focas y Juan Tzimiscés, llegaron al trono.
En fin… no hablábamos de la Edad Media occidental y Guillermo el Bastardo?
Comentario de Lluís (05/01/2017 11:08):
#23
Perdone por lo de Mauricio, un lapsus, es que a veces son tan intercambiables, que uno se despista.
Los jázaros no eran un estado poderoso ni fuertemente centralizado, basta ver cómo terminaron sucumbiendo ante los “rus”. El Imperio Bizantino estaba estrictamente a la defensiva en todos los frentes, incluso tuvo que abandonar algunas islas del Mediterráneo (Baleares, Córcega, Cerdeña), por lo que difícilmente habría podido destinar demasiados recursos a defender un aliado en una región abierta a merced de cualquier incursión.
No me hago el loco con la pronoia. Pero no aportaba ni la mayoría de integrantes al ejército imperial, sus mejores y más numerosas unidades seguían siendo mercenarios extranjeros. Su núcleo seguía siendo la Guardia Varega, y existían contingentes de pechenegos, cumanos, francos, turcos,… Seguramente Alejo I y sus inmediatos sucesores lograron incrementar el porcentaje de nativos en sus fuerzas armadas, pero una gran parte de las mismas siguieron siendo mercenarios extranjeros. La prueba es que para detener a los pechenegos tuvo que llamar a los cumanos, para detener a los normandos utilizó a venecianos, pechenegos y turcos, o para volverse contra los turcos tuvo que llamar a los cruzados.
El problema no es, tampoco, si un gran y pertechado ejército árabe hubiese podido acabar con un ejército franco antes de Carlomagno, el problema está en cómo se habría podido mantener un gran y pertechado ejército árabe -o cualquier otro- en la Galia, a miles de kilómetros de sus bases. En España tuvieron la suerte que intervinieron apoyando a una facción de la nobleza visigoda, y ésta más o menos les facilitó las cosas.
Comentario de Teodoredo (07/01/2017 17:34):
La Conquista Normanda no tengo claro si es de muchas risas, pero el que quiera partirse la kaja con la de Al-Andalus que no dude en pasarse por la web del macho de Denia a disfrutar de ese descacharrante “Ya vienen”. Brutal, impagable, ni Mauri y Pablo escribiendo a dos manos habrían escrito algo más demoledor.
Y os dejo que tengo que ir a apalear progres que son la causa de tos los males der mundo. ¡Matrix! ¡Goebbels!
Saludines
Comentario de Berserker de corredoira (08/01/2017 10:41):
La respuesta la dieron los mongoles: cosificando a sus enemigos y viviendo del país. Las líneas de suministros las necesita la infantería o la maquinaria de asedio, un ejército basado en la caballería solo necesita forraje y campesinos.
Los cristianos y musulmanes hispanos hicieron la guerra de ese modo durante cientos de años y no se preocuparon mucho de la logística, solo de la riqueza de los territorios por donde pasaban.
Comentario de Pablo Ortega (08/01/2017 19:24):
@Lluís: por lo que veo usted no sabe ni pío de Historia Medieval en Europa oriental y Medio Oriente, para andar diciendo chorradas como que los jázaros eran un Estado débil, cuando se las arregló para seguir existiendo por varios siglos, y ya solo a finales del siglo X, en plena decadencia, es que fueron destruidos por Sviatoslav. ¡Si hasta se pudieron dar el lujo de elegir convertirse al judaísmo cuando lo habitual era volverse cristiano o musulmán! Es gracias a los jázaros que se formó una gran comunidad askenazí en Europa oriental. Tan débiles eran, que tuvieron el privilegio de entregar a dos de sus princesas para ser esposas de los emperadores Justiniano II y Constantino V.
El Imperio bizantino estaba tan a la defensiva que el emperador Constantino V, el Dragón, logró retomar temporalmente varias plazas de Siria del Norte y llegar hasta el Danubio en sus campañas contra los búlgaros. Eso por hablar del siglo VIII, pues aún en pleno siglo VII, el Imperio emprendió algunas ofensivas en Asia Menor e incluso forzó al califato, hacia el 689, a pagarle tributo por unos años. Obviamente hubiera obstaculizado en todo lo posible el avance islámico por el Cáucaso y hubiera concertado una tenaza con los jázaros. Las islas del Mediterráneo occidental estaban demasiado lejos para poder ser defendidas eficazmente tras la caída de Cartago, mientras el Cáucaso y el Volga estaban demasiado cerca del corazón del Imperio para que Constantinopla pudiera dejar a los jázaros a su suerte. ¿Cómo iban a hacerlo si el mismísimo Justiniano II estaba casado con una jázara?
Lo cierto es que durante el reinado de Manuel I el ejército bizantino habitual de campaña contaba con 40 mil hombres nativos, sin contar mercenarios y aliados, ya otra cosa es que usted nos quiera contar la milonga de que el Imperio tenía para pagarle al doble de soldados mercenarios. Pero siga menospreciando al Imperio pese a todos sus logros y pese a todo lo que debemos, desde la compilación definitiva del Derecho Romano (el Código de Justiniano) hasta la conservación de centenares de autores clásicos.
El susodicho ejército árabe que se encargaría de someter la Galia se hubiera logrado pertrechar si los árabes se hubieran apoderado del Imperio y convertido a Constantinopla en su nuevo gran centro de poder, con todo lo que eso suponía en acceso a recursos, hombres y ciencia militar. Desde allí marchar hacia Italia y Europa central hubiera sido un juego de niños.
Lo innegable es que es gracias a Bizancio que no estamos hoy rezándole a Alá, baste ver que se las arreglaron para sobrevivir por mil años pese a todos los golpes e invasiones que sufrieron. Incluso en su más horrenda decadencia y debilidad bajo los Paleólogo, se las arreglaron para resistir un siglo después de la llegada de los turcos a Europa, eso sí, con algo de suerte y la ayuda de Tamerlán.
Comentario de Lluís (09/01/2017 08:15):
#26
De acuerdo, eso de vivir del terreno se ha hecho siempre, pero no todos lo han logrado, en particular cuando el enemigo te aplica una política de tierra quemada y el ejército atacante, al llevar infantería e incluso máquinas de asedio (por no hablar del botín acumulado) sólo puede avanzar 15 o 20 km. al día. La lista de fracasos más o menos sonados por no haber podido aprovisionarte sobre la marcha no es despreciable.
Y en el caso de los árabes, diría que allá a mediados del siglo VII, cuando enviaban un ejército a ocupar, no simplemente a hacer alguna razzia, no llevaban sólo caballería.
Comentario de Lluís (09/01/2017 08:37):
Pablo,
Vd., por lo que veo, tampoco sabe gran cosa de nada. Y no porque no haya leído, que eso parece que lo ha hecho, sino porque es incapaz de desarrollar un mínimo sentido crítico.
¿Qué sabe de los jázaros? Practicamente, nada. Sus fuentes, aparte de lo que pueda encontrar en la wikipedia, serán los cuatro textos marginales que pueda encontrar en los manuales clásicos de historia bizantina a los que puede haber tenido acceso, que no hay tantos y en buena parte se van escribiendo uno a partir del otro. Vamos, que su conocimiento se limitará a los tratados que pudiesen hacer en su día con los emperadores, la conversión al judaísmo de sus élites (más que nada porque es algo curioso) y quién terminó con ellos, otra megapotencia como los rusos/varegos de la época, y por cierto Bizancio no les ayudó en ese trance, y eso que la posición del Imperio era más sólida entonces que en la época de Justiniano II.
Supongo que a vd. con eso le basta. Lo digo porque seguremante haya más información sobre los jázaros, pero no va a encontrar en español y seguramente encontraría una poca en inglés, pero no en forma de libros, sino en actas de congresos de historia, tesis doctorales y similares, las más realizadas por investigadores de la zona y redactadas en ruso o ucraniano. A mi se me ocurriría que, si de verdad quiero conocer algo sobre los jázaros, me dirigiría a las universidades de la zona, básicamente a las de Ucrania, seguro que eso despierta más interés en la universidad de Kiev que en las de Londres, Paris o Caracas, y hay que tener en cuenta que, si han de intervenir arqueólogos, lo tienen más fácil los de la zona que una expedición que pueda ir de EEUU, Australia o Europa Occidentale, que va a tener bastantes problemas con la burocracia. Y tenga también en cuenta que, en toda la época zarista y soviética, a los capos de Moscú seguramente no les interesaría trabajar en nada que pudiese dar alas a los nacionalistas de la zona.
Respecto a las aportaciones del Imperio, vd. habla de la recopilación del derecho romano. Sin aportar nada nuevo. Como en todo lo demás, difícilmente podrá encontrar una civilización que, en 10 siglos, haya aportado tan pocas cosas a nivel técnico o cultural. Se limitarían a conservar el conocimiento greco-romano (más o menos igual que los musulmanes, en los siglos X-XI las principales bibliotecas las tenían ellos). No es que la Edad Media occidental diese para mucho, pero entre el 700 y el 1500, la Europa Occidental evolucionó bastante más en la mayoría de aspectos, y eso que durante buena parte de este tiempo, nuestros antepasados estuvieron más pendientes de saquear y matar al vecino que de otra cosa, y eso que las organizaciones estatales, sobre el papel, eran mucho más débiles que las del Imperio.
Comentario de Berserker de corredoira (09/01/2017 10:38):
Lluís, no soy Pablo, no me voy a liar.
La política de tierra quemada tiene un coste para el defensor y la puede usar quien puede defenderse en profundidad, lo que no parece el caso de la Galia, que 200 años antes tampoco pudo defenderse de las bandas todas.
Le pongo como primera condición el desprecio por las bajas civiles: o conmigo o abono para el pasto. Se ocupan mejor los espacios vacíos. Y si hablamos de razzias, el bueno de Almanzor las hacía de sus buenos 1000 Km (Cordoba-Barcelona, Cordoba-Asturias, Cordoba-… ) sin despeinarse. Eso da para llegar al Rhin.
No tengo un conocimiento profundo de las armadas musulmanas del siglo VII, pero en lo que respecta a Hispania, el predominio de la caballería ligera era absoluto. Si le sumamos los problemas logísticos que tendría un ejército de infantería franco para vivir de un terreno quemado y con la caballería enemiga rapiñando a sus espaldas…Digamos que Hispania les llenó la boca y entre la digestión de la presa y las disensiones dinásticas no tuvieron ganas para cruzar los Pirineos. Y para cuando pudieron planteárselo, ya está Carlomagno ahí.
Y si quiere ver un ejemplo de lo que puede hacer una fuerza de caballería despiadada, en el texto se lo dicen: el propio Guillermo devastando el Norte..
Comentario de Berserker de corredoira (09/01/2017 23:10):
Bueno, después de repasar la situación en la Galia, allá por los tiempos de Tarik, tenía muchas espinas la rosa…como no les echaran una mano desde los flancos, conquistar la Galia iba a necesitar mucho tiempo, muchos recursos y mucha perseverancia.
Comentario de Pablo Ortega (10/01/2017 16:31):
@Lluís: debería empezar por contarnos cuáles fueron los grandes aportes técnicos y culturales del Imperio romano propiamente dicho, el “original”. Por si no lo sabía, todos los grandes logros romanos en ingeniería se dieron durante la República, y cualquier logro posterior (como el puente de Trajano sobre el Danubio) era solo un reflejo de dichos logros, construido con los conocimientos heredados de tiempos republicanos. Igual pasó con la literatura, los mejores literatos romanos vivieron durante la República o como mucho durante la dinastía Julio-Claudia. A partir de la dinastía Flavia la literatura romana secular cayó en una profunda decadencia, no digamos ya la ciencia. En filosofía, los romanos no aportaron nuevas tendencias, más allá de reformulaciones del estoicismo, el epicureísmo, el mitraísmo (el Sol Invicto) y el cristianismo. Cada vez se gastaron más recursos humanos en debatir sobre teología, tendencia que heredaría el Imperio de Constantinopla.
Y mejor ni hablemos del nulo avance tecnológico del Imperio, que le van a dar ganas de llorar. Mi tesis es que es triste criticar a Bizancio por sus pocos avances técnicos cuando el Imperio romano “original”, el bueno, el fetén, el de Augusto y Marco Aurelio, estaba igual de estancado a lo largo de 5 siglos (que se dicen pronto). De paso Ud. menosprecia grandes obras literarias como el Suda de Focio, la Cronografía de Miguel Psellos o el Digenis Akritas (precursor de la literatura caballeresca occidental). De paso, es injusto comparar la Europa occidental en el período 700-1500 con su equivalente bizantino considerando que luego de 1204, el Imperio oriental fue un fantasma, un zombie que se mantenía vivo a duras penas, que no era siquiera una sombra de lo que había sido solo dos siglos antes durante el reinado de Basilio II el Bulgaróctonos.
Habla Ud. sobre la nula ayuda bizantina a los jázaros cuando los rus los destruyeron. Hay que recordar que los Rus no eran enemigos irreconciliables del Imperio como el Califato, que el Imperio estaba ocupado en varias campañas en Bulgaria y Siria, y sobre todo, las firmes esperanzas bizantinas en lograr ganar Rusia para la Cristiandad ortodoxa (pues ya se había bautizado la reina Olga de Kíev, pese a que su hijo Sviatoslav, el destructor de Jazaria, aún era pagano). En todo caso, si se fija bien, hemos estado hablando de los jázaros de los siglos VII y VIII, no de los jázaros del siglo X. Si es por decir gilipolleces sin fijarnos en el contexto histórico, como si este fuera invariable, se puede decir que no tiene el menor sentido que Gran Bretaña prefiriera aliarse con Francia contra la Alemania imperial en 1914, cuando Prusia había sido un aliado histórico de Londres por siglos, y los mismos reyes británicos eran (y son) de ascendencia alemana.
En efecto, tiene Ud. razón sobre la escasez de fuentes sobre los jázaros en español o inglés, eso no se lo voy a negar, y no es mucho lo que sé de ellos, pero si sé lo suficiente para poder decir al menos que conquistar Jazaria para el Califato no hubiera sido un paseo militar como lo fue Guadalete. Sonará esquemático lo que voy a decir, pero dos princesas jázaras no hubieran llegado jamás a emperatrices de Constantinopla si el reino jázaro hubiera sido tan débil como Ud. lo pinta. En todo caso, presumo que Ud. si habrá leído esas tesis doctorales y ensayos escritos en ruso o ucraniano, sería bueno que compartiera su conocimiento con todos nosotros.
No veo el por qué considerar, como varios historiadores lo han hecho antes que yo, historiadores de mucho prestigio por cierto, que Bizancio fue el escudo de Europa me convierte en alguien sin sentido crítico. Pero no se preocupe, Ud. vale más que Ostrogorsky, Holland o Norwich. Esto sin duda es una apelación al argumento de autoridad, pero en este caso es legítimo porque no se discute si esos historiadores tienen razón o no, si no si tenían sentido crítico.
@Berserker: y precisamente esa “mano desde los flancos” debía venir desde una Constantinopla árabe.
Comentario de Berserker de corredoira (10/01/2017 16:42):
Pablo, no era necesario. Ni el cristianismo ni el Islam eran lo que son hoy. Una alianza con los lombardos o que Carlos o Pipino se hicieran un Manzinkert contra los sajones y se dejaran medio ejercito en los bosques del Norte y Munuza se podría haber bañado en el Sena.
La historia o son solo batallas decisivas, sino tambien alianzas oportunas, desgracias puntuales, rencillas dinásticas, catastrofes demográficas o fiscales…gracias a ellas, Guillermo puso el pie en Inglaterra, y no fué por ser el más metódico y preparado de los invasores.
Comentario de Pablo Ortega (11/01/2017 04:16):
@Berserker: puede que el cristianismo hoy sea más poderoso que el cristianismo del siglo VIII, pero el islam de aquel momento era más poderoso que ahora, y sobre todo, ESTABA UNIFICADO, aunque fuera más teóricamente que otra cosa. Los “buenos tiempos” que los soldados del ISIS o Al-Qaeda sueñan con revivir son precisamente esos tiempos donde el Califato Omeya se apoderó de la mitad del mundo conocido, formando uno de los imperios territorialmente más grandes de la Historia, comparable, como mínimo, con el Imperio de Alejandro Magno.
Lo cierto es que un ejército fetén del califato que se hubiera dirigido hacia Occidente no debería haber tenido demasiados problemas con los francos y los lombardos, y más contando con la ciencia militar heredada de Bizancio y con armenios, anatolios y griegos sirviendo en las tropas del califa. Ahora bien, no habría sido fácil y es posible que los francos y los lombardos, por no decir otros pueblos, hubieran podido resistir, pero antes de Carlomagno lo veo muy complicado. Ahora bien, las casualidades existen, eso es innegable, pero como mucho, las probabilidades, en un escenario NORMAL (sin sorpresas extrañas como la retirada de los mongoles en 1240 tras la muerte de Ogodai), de una Europa occidental bárbara y atrasada contra la más grande potencia de la época eran del 10%.
Y de paso habría que ver si los francos hubieran auxiliado a los lombardos si el Islam los hubiera atacado uno por uno, primero Italia (que era a fin de cuentas donde quedaría algún vestigio del Imperio romano, recuérdese que Bizancio controló el sur de Italia precisamente hasta los tiempos de Mantzikert) y después la Galia.
Comentario de Lluis (11/01/2017 08:52):
Pablo,
Mal que le pese, Focio o Psello eran unos enciclopedistas. Muy buenos, desde luego, pero su área se limitaba al conocimiento existente hasta la fecha (y no todo), sin aportar nada nuevo. Ni siquiera en el aspecto técnico, y eso que podían presentarse como los herederos de los antiguos griegos o egipcios, mientras que en Occidente no existía ese substrato. Eso si, el Imperio unificado tampoco desarrolló gran cosa, con la salvedad que está comparando 400 años contra 1000. En Occidente, por contra, se desarrollaron ciertas cosas, como la primera revolución agraria (un campesino tracio del siglo XV trabajaba exactamente igual que un predecesor suyo del siglo VI, en el norte de Francia no), algunos artilugios, mejoró la navegación, se desarrollaron técnicas mercantiles e incluso en el campo de las ideas y la teología salieron algunas cosas novedosas, eso si, ciertas ideas venían de Oriente. Y eso que, en el siglo IX, Occidente estaba más atrasado.
Vd, de los jázararos, sabe casi tan poco como yo, con la salvedad que vd. suelta cosas totalmente contradictorias. Yo no sé si dominar a los jázaros hubiese sido un paseo militar para los árabes, de hecho ni siquiera lo intentaron, supongo que, como a todo hijo de vecino, le atraen sitios más ricos, pero los rusos, bastante menos poderosos que el califato, no tuvieron demasiados problemas. Y luchas con otros enemigos, el Imperio tenía menos en esa época que cuando los árabes atacaron.
Yo no pretendo saber más que ningún historiador potencial. Pero si sé difenciar lo que es un hecho demostrable de lo que es una simple opinión, y eso del “escudo de Europa” lo es, aunque lo diga Ostrogorsky. De la misma forma, puede encontrar historiadores que opinen que la civilización occidental se salvó en Poitiers o incluso en Covadonga.
La ciencia militar heredada de Bizancio no debía ser gran cosa. De hecho, a esa ciencia se la pasaron por el forro en Yarmuk y en otros encontronazos de menos calibre, por tierra o por mar, y eso que entonces los armenios, anatolios y griegos que menta servían en los ejércitos imperiales. ¿Lo habrían hecho mejor con un turbante? Y sigue sin explicar lo principal, cómo habrían podido desplazar y mantener aprovisionado a un ejército fetén de esos que le gustan tanto en el centro de Europa, con comunicaciones deficientes y un territorio que, además de hostil, no produce lo suficiente para alimentar a un gran ejército en campaña.
Comentario de Pablo Ortega (11/01/2017 18:15):
@Lluís: en realidad, cuando hablo del Imperio unificado, no son 400 años, son 500 (27 a.C. – 476 d.C.), y en segundo lugar, usted olvida que el Imperio bizantino como tal duró desde la muerte de Teodosio II (395) hasta la Cuarta Cruzada (1204), el asediado y fantasmal Imperio de los Paleólogo no era precisamente el mejor lugar para el desarrollo de la ciencia, pese a que aún quedaban algunos filósofos y teólogos. Así que, por hacer una comparación plenamente justa, serían 500 contra 800 años. Lo que en todo caso no quita que el Imperio romano unificado tampoco desarrolló gran cosa, por lo que el problema no era solo de Bizancio, si no también del considerado como “el más grande Imperio de la antigüedad”, el aún hoy en día objeto de admiración y modelo a seguir.
Psellos no era un enciclopedista, era un historiador legítimo, de hecho, es considerado uno de los mejores cronistas que nos legó Bizancio junto a la princesa Ana Comnena.
En filosofía y teología, el Imperio aportó varias ideas interesantes, como los intentos de formar una nueva religión neoplatónica por parte de Gemisto Pletón (ya en la agonía final del Imperio), la misma iconoclastia (que merecería un sitio entre los precursores de la Reforma Protestante), el derecho divino de los reyes tal como se ha entendido en Occidente (herencia de los basileus), el fuego griego, Juan Italus (que hasta tuvo los cojones de defender la transmigración de las almas en plena Edad Media, pero de él no se acuerda nadie), el Digenis Akritas (que sigue Ud. ignorando olímpicamente), el precioso arte bizantino (tan admirado por todo el mundo, mientras en Occidente se tuvo que esperar a Giotto, ya en pleno siglo XIII, para poder ver algo cercano a la perdida grandeza de los artistas antiguos), las cúpulas de las basílicas (como Santa Sofía), y hasta primitivas granadas de mano. Tan estancados no estarían, si lograron esas cosas.
Esa ciencia militar que Ud. menosprecia sirvió para que el Imperio sobreviviera por MIL AÑOS, que se dicen pronto, mientras que muchos de los imperios occidentales de los que tanto se ufana hoy están muertos y enterrados. Todo lo que queda hoy de la arrogante Venecia son unos bonitos edificios y el nombre de mi país, no digamos ya de la petulante Francia colonial (que hoy no pinta nada en el mundo), los Habsburgo, la España imperial, o el Imperio alemán de los Hohenzollern.
Y sabe bien que los historiadores que opinan que Europa se salvó en Poitiers son una minoría pequeña y despreciada por el consenso historiográfico.
Pero si sigue empeñado en comparar el boyante Occidente de los siglos XIII-XV con el moribundo Imperio romano de la misma época (moribundo gracias al saqueo cruzado de Constantinopla, por cierto), adelante.
Sobre los jázaros, creo haber mencionado ya que los rusos eran en ese momento aliados del Imperio, o al menos aliados potenciales, como ya lo había probado el bautismo de la princesa Olga y más o menos por la misma época de la destrucción de Jazaria, el gran príncipe Vladimiro el Grande se convirtió al cristianismo, llevando a Rusia consigo al carril de la Iglesia ortodoxa. Y obviamente en ese momento a Bizancio le interesaba más su alianza con Rusia que mantenerse fiel a la decadente Jazaria. De paso, siga diciendo que el poder jázaro en el siglo X era igual al de los siglos VII y VIII, y ya que estamos, la Francia de Napoleón era tan débil como la Francia de 1940 humillada por Hitler, es obvio que Gran Bretaña, Prusia, Austria, Rusia y España eran unas nenazas incapaces de ganarle a semejante paisucho.
De hecho, tanto que menosprecia Ud. a la Wikipedia, y según la Wikipedia en inglés, los jázaros fueron capaces varias veces de rechazar ataques árabes, si no incluso de penetrar hasta Mosul en pleno Califato Omeya: https://en.wikipedia.org/wiki/Arab–Khazar_wars Lo dicho, unos debiluchos de mala muerte. Al final tanta tontería que dijimos los dos, y los jázaros si fueron capaces de vencer al califato (con ayuda bizantina, pues el califato luchaba contra ambos al mismo tiempo).
Comentario de Pablo Ortega (11/01/2017 18:26):
Por si le interesa, yo no veo porque las comunicaciones habrían ser deficientes en plena Europa central, sobre todo asumiendo que los árabes hubieran atacado hacia la Galia en vez de internarse en los territorios aún paganos de Alemania que no se habían sometido a los francos (como los sajones). La política de conversión permitía consolidar el control islámico sobre la región y por ende tener unas comunicaciones seguras hacia el frente, sobre todo a través de la Italia conquistada y al-Andalus. Fue exactamente ese mismo sistema lo que permitió las comunicaciones entre Túnez y Damasco, o si lo prefiere, entre Damasco y generales y gobernadores árabes en Asia central.
Fue esa política de conversión, de hecho, lo que le permitió al califato tener una flota sirio-egipcia con la cual atacar al Imperio en el siglo VII, cuando los árabes nunca habían sido pueblo de mar. De hecho, incluso es posible que la capital del califato hubiera sido trasladada a Constantinopla, la cual era considerada por varios de los Omeyas (como su fundador, Muawiya) como el mejor lugar posible para ser la capital del mundo, pues era la ciudad más grande, desarrollada y hermosa de la época.
Lo veo a Ud. muy seguro de que los católicos occidentales iban a ser más hostiles a los árabes de lo que fueron los católicos de Cartago o la España visigoda.
Comentario de Lluis (11/01/2017 18:54):
Pablo,
En 476, o en 420, el Imperio no estaba demasiado unificado, y la versión occidental del mismo se limitaba a poco más que Italia y algún fragmento de la Galia o Hispania.
Respecto a la iconoclastía, me temo que eran ideas que surgieron de la influencia islámica, y si quiere buscar a los precursores del protestantismo, busque más bien a Hus o Wycliff. Sé lo que es el Diogenis Akritas, pero cantares más o menos épicos los ha habido en todas partes, desde las sagas nórdicas hasta el Gigamesh, nada nuevo bajo el sol, y apostaría a que si tuviésemos conocimiento de la literatura china o india, encontraríamos cosas semejantes.
Me gustaría que me explicase en qué consistía esa ciencia militar tan potente, ninguna de las instituciones militares (estratiotas, pronoia) era realmente novedosa, ni la organización ni el armamento, con la excepción del fuego griego. Jugaron bien sus bazas, se lo admito, la gran suerte era que la capital era una plaza muy difícil de tomar, se pudo mantener el control del mar y era más fácil defenderse en las fronteras de Anatolia que en el norte de África.
Por otra parte, sigo sin ver cómo se podía enviar y abastecer un gran ejército en la Galia desde Constantinopla. Ésta podía ser una buena ubicación para la capital del mundo, pero el califato empezó a desmoronarse por sus fronteras, era complicado, desde Damasco, controlar lo que pasaba en Marruecos y, encima, con el traslado a Bagdad empeoraron las cosas. Un viaje desde la capital hasta provincias remotas podía durar meses, y si en lugar de un par de emisarios había que mandar un ejército para meter en cintura a algún rebelde, podía ser una tarea casi imposible. Lo digo porque cuando los supervivientes Omeyas se instalaron el Al-Andalus, los abásidas no pudieron hacer nada, incluso tuvieron que tragar con la independencia del norte de África.
No es que los católicos de Francia o Alemania fuesen más o menos hostiles, lo que importaba es que lo fuesen las élites. Pero de lo que se trata es de poder mantener un ejército en campaña en una zona pobre, y si no me equivoco, para ir de Constantinopla a Francia hay que pasar por unos cuantos sitios que, por entonces, no podían ofrecer demasiados recursos a un ejército que tuviese que vivir de la tierra, ni existía una red de comunicaciones que permitiese abastecer de forma eficiente o simplemente mantener en contacto al ajército en campaña con la huesta de la retaguardia.
Y por cierto, si quiere ver arte, le sugiero que eche un vistazo al románico o el gótico.
Comentario de Gekokujo (17/01/2017 02:58):
Un ejército musulmán sí podría haberse mantenido del terreno en el reino franco, el problema era que este estaba densamente poblado al contrario que los reinos peninsulares, en una proporción aproximada de 2 a 1. Para cuando cruzan los Pirineos el reino franco está a punto de alcanzar el cénit de su expansión, un bocado bastante duro incluso para los aguerridos invasores. Hubiesen necesitado refuerzos que claro está nunca llegaron. Tras la derrota del rey visigodo en 711, el resto de Hispania no ofreció gran resistencia y la mayoría de núcleos importantes pactaron una rendición clemente. Los hispanorromanos no tuvieron mucho reparo en adaptarse a los nuevos señores e incluso islamizarse. Esta “indolencia” facilitó la mixtificación y para el siglo X un invasor musulmán era prácticamente indistinguible de un un cristiano. También cabe mencionar la cuestión étnica, los invasores que englobamos bajo el término musulmanes, procedían de diferentes lugares, siendo mayoría los del norte africano, pero también componentes árabes, sirios o eslavos. Visto así se comprende que fuesen fácilmente asimilados por los locales.
Comentario de Pio baroja (19/01/2017 14:06):
Viendo el articulo y refrescando la historia de la Isla de Gran bretaña, hay que reconocer que en los diferentes momentos de la historia decisivos ganó la opcion mas cabrona para, como diria una conocida mia, los menesterosos. Los Britanicos no han sido amables como colonizadores, pero se ve que ya tenían experiencia machacando a los autoctonos de la isla.
Comentario de Pablo Ortega (22/01/2017 00:30):
@Lluís: sigue pidiéndole originalidad a Bizancio, cuando el Imperio romano fetén, el bueno bueno, el de Augusto y Marco Aurelio, como ya le dije antes, tuvo pocas o ninguna ideas originales, a lo sumo su constitución política, tanto la de la República (que en sus primeros tiempos era una mezcla de oligarquía y democracia) como la del Alto Imperio (donde el Senado aún pintaba algo).
La iconoclastia venía de los primeros tiempos del cristianismo, tiempos que nunca fueron del todo olvidados, y no solía faltar en los tiempos pre-islámicos algún que otro excéntrico clamando contra los íconos. Claro está, el islam le dio fuerza a todo eso, sobre todo en Asia Menor, y sin duda la iconoclastia fue alimentada por la convicción de que la pérdida de Siria y Egipto era un castigo divino por la idolatría. Por todo eso, la iconoclastia sí merece algún puesto como precursor de la Reforma, aunque en este caso hablamos de una “revolución desde arriba”.
Dígame usted más bien porque el sistema de themas y los estratiotas no tenían nada de original, el por qué convertir a toda Asia Menor (y luego los Balcanes) en una serie de distritos militares defendidos por campesinos-soldados no tenía nada de original (y todo eso muy bien organizadito como siempre Roma acostumbraba hacer). Gracias a los themas, el Imperio tuvo un ejército permanente, nativo y fiel a la idea imperial (aunque nunca faltaba el usurpador de turno) durante 4 siglos, que se dicen pronto. Ya si quiere conocer esa ciencia militar, empiece por la caballería pesada imperial, los legendarios catafractos, con una disciplina y entrenamiento superiores a los de sus equivalentes partos o persas. Incluso existía un manual del arte de la guerra escrito por ni más ni menos que un emperador, el Strategikon de Mauricio, siendo deber de cada comandante bizantino el leérselo.
Usted habla de una expedición directa desde Constantinopla hacia la Galia, cuando en realidad la cuestión hubiera sido más gradual. Si Constantinopla hubiera caído, los árabes sin duda hubieran avanzado sobre Italia y el Papado (los últimos reductos a fin de cuentas, recuerde que en esos tiempos Roma aún era parte del Imperio), y hubieran disfrutado de cierto tiempo para consolidar, colonizar e islamizar Italia y Europa central (pues no veo a los ávaros o a los búlgaros como grandes rivales, o si para empezar éstos hubieran buscado jaleo con el califa de Damasco). Estamos hablando de tener ya una base firme en Grecia e Italia, lo que hubiera permitido establecer una buena línea de comunicaciones, como la había con sitios más lejanos como Cartago.
Habla usted de los problemas del califato para controlar sus dominios más lejanos, pero el norte de África no se llegaría a perder como tal hasta mediados del siglo IX, muerto ya Harún al-Rashid. al-Andalus, abandonada la política expansionista, era solo una provincia demasiado lejana, la periferia de la periferia, para que valiera la pena conservarlo, sobre todo mientras al menos los Omeyas reconocieran la autoridad religiosa de quiénes los habían derrocado. Aún de haberse fraccionado el califato, se podría haber formado una alianza entre los emires de Italia y al-Andalus para someter a un reino franco que no hubiera sido ni de lejos tan fuerte como el de Pipino y Carlomagno (sobre todo por los recursos que aportaba el reino lombardo y la pérdida de un Papa dispuesto a legitimar la usurpación de Pipino), y de haberse producido un Poitiers, hubieran existido mayores ánimos para intentar vengarlo.
Po eso mismo no veo porque las élites italianas hubieran sido hostiles (o al menos más hostiles que las élites de Constantinopla, las cuáles tenían muchos más motivos para ello), y si Carlomagno pudo someter y cristianizar a los sajones, ¿por qué el Califa no? Ni siquiera puede garantizar si hubiera surgido algún pretendiente opositor a la hegemonía carolingia, o una disputa entre los mismos carolingios, que sirviera para repetir la conquista de Hispania. Aunque, y en esto hay que ser justos, los francos hubieran dado más pelea que los visigodos, por una larga lista de motivos que usted conoce. Pero llevaban las de perder, aunque no niego que tenían sus posibilidades. Total, si hoy existen pastores cristianos casando gays, todo es posible.
Ni siquiera las catedrales góticas son comparables a Santa Sofía, por cierto, así que déjese de polladas. Para ser tan conocedor, ni sabe que aún gran parte de Galia, Hispania, el norte de África e Italia estaban bajo el dominio del Imperio occidental en 420 (cuando aún reinaba Honorio, los vándalos aún seguían en las tierras de Susanita).
@Gekokujo: por eso mismo es que lo digo, de haber caído Constantinopla, la islamización de Italia era cuestión de tiempo, de ahí hubieran venido los refuerzos. Tampoco es que los francos hubieran perdido de todas formas, pero con decir que no eran los favoritos ya es más que suficiente. Aunque tampoco Trump era favorito y mírelo sentado en la Oficina Oval.