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26-J: Rajoyismo de luxe

Hace cuatro meses, en la noche electoral, LPD avisaba: con estos resultados, y esta clase política, o bien se monta alguna fórmula de Gran Coalición, o bien estamos abocados a celebrar unas nuevas elecciones [1]. Y todo lo demás, fuegos de artificio. Hemos asistido a diversas escenificaciones partidistas para intentar convencer a los votantes de que la culpa del fracaso es de los otros, con mayor o menor grado de histrionismo y un indudable beneficiario: Rajoy, que desde el primer día se fue a la Moncloa, anuario del Marca y vídeo de “los mil mejores goles del fútbol español” bajo el brazo, y a esperar tranquilamente que los demás se estrellaran en su inconsistencia.

Es previsible que en las próximas elecciones baje la participación, y ya saben lo que eso significa tradicionalmente en España: todos con Rajoy [2]. Ese votante firme y sólido del Partido Popular, que va a votar, si es necesario, en autobús fletado por la residencia y con las monjitas organizando el asunto, no fallará esta vez, como no ha fallado nunca. Es posible que el PP sufra más en las zonas urbanas y en las provincias más pobladas (en donde ya se llevó un buen costalazo en diciembre), y también tengo curiosidad por ver cómo administra el votante de toda la vida: 1) la percepción de que, esta vez sí, en cualquier provincia puede votarse a cuatro opciones con perspectivas de obtener representación; y 2) la constatación de que PP y PSOE ya no son lo que eran.

Por otra parte, está por ver cómo se desinfla esta vez el globo de Ciudadanos. Ver las gráficas de sondeos y cómo se hunden sistemáticamente cada vez que hay elecciones (porque, claro, los resultados de las elecciones tiran a la baja, a veces hasta la mitad del porcentaje, los de los sondeos más entusiastas) comienza a ser casi una tradición [3]. Recuerden que de cara al 20D sondeos como el de Metroscopia les daban un 23% y casi ganadores de las elecciones y luego sacaron un 14%. Así que ahora va a ser digno de ver cómo los sondeos prefiguran una “remontada” de Ciudadanos… Más dura será la caída. Se supone que a C’s le puede beneficiar la imagen de firmeza pactista letizia, pero me pregunto si esto no será una ensoñación tecnocrática más de los letizios y el Preparado (como el propio pacto C’s-PSOE en su conjunto). Por otra parte, habrá que ver cómo administra ese exvotante del PP que se ha ido a Ciudadanos la idea de que Ciudadanos monte un pacto inútil con el PSOE y nos aboque a cuatro meses de desgobierno… ¡mientras España se rompe! Menos mal que estaba por ahí Rajoy, sosteniendo con sus propias manos la nave del Estado por la vía de no hacer nada, como en todos estos años.

A Podemos le ha salido razonablemente bien su apuesta de trolear al PSOE desde el minuto uno, aunque también se le han visto las costuras y, sobre todo, se aprecia una perturbación en la Fuerza: PABLO es cada vez más oscuro, chungo y macarra en sus apariciones y escenificaciones; y no precisamente por la cal viva. Menudean ya bastantes ejemplos de las implicaciones de dejar de lado el errejonismo y sustituirlo por mentes preclaras provenientes del PCE y sus luchas cainitas por el 2% de los votos. Por otra parte, si su lucha por la hegemonía de la izquierda ha de ser con el actual PSOE, la verdad es que no hay color; para empezar, porque el PSOE ha renunciado de facto a la izquierda con ese pacto inane con Ciudadanos [4], que sólo ha servido para evidenciar sus carencias en todos los ámbitos. Y además, porque la maniobra de absorción en tres tiempos de Izquierda Unida les ha quedado niquelada: primero, reparten carguillos en algunos ayuntamientos para continuar con el goteo de deserciones de las filas de IU hacia Podemos (sobre todo, de los más jóvenes: el politburó del PCE ya tiene la vida hecha y no lo necesita). Después, se niegan a pactar con IU y evidencian el error de IU al no plegarse a lo que quiera que pidiera Podemos, con su magro resultado electoral de sólo dos diputados y casi un millón de votos; finalmente, y aquí estamos, ante la evidencia de que los votos de IU pueden ser cruciales para una mayoría de izquierdas, bla bla bla, y sobre todo que juntándose con Podemos pueden sacarle mucho más partido a esos votos en términos de representación, la confluencia va a ser inevitable. Pero una confluencia en los términos dictados por Podemos, mucho más que en julio (cuando IU podía “vender” que aspiraban a grupo propio, que en 2011 sacaron 11 escaños, etc.). No sé si la operación les saldrá tan bien como esperan (el ala dura del PCE, los votantes de toda la vida, probablemente pasen de la confluencia, y habrá que ver si todos los votantes de Podemos están cómodos con la continuación de esa izquierdización explícita), pero desde luego, en términos de ventilarse a IU por parte de Podemos, genial.

Por último, queda el PSOE. El PSOE de Vacío, que ha elaborado un relato, ayudado por lo más granado del ecosistema mediático, de sacrificio y voluntad pactista, consistente en vetar el pacto con casi cualquier partido que no sea Ciudadanos. Y en pedir, desde la atalaya de sus 90 poderosos escaños, que los demás acepten avalar un pacto programático en las antípodas de lo que defienden para dejar que Vacío sea presidente y el PSOE pueda gobernar en solitario. Y así les ha ido, claro. Tal vez con un programa de mínimos, ley electoral, derogar leyes del PP, un poco de socialdemocracia descremada, podrían haberlo conseguido. Pero en el momento en que escogieron pareja de baile de manera tan evidente y se cerraron en banda con su pacto de centro reformista, se acabó. Es cierto que en Podemos no se planteaban seriamente, ni por asomo, dar apoyo a un Gobierno del PSOE (están aquí para hacerse con su espacio político, no para ejercer de pagafantas, como siempre). Pero las costuras del PSOE y sus apetencias les han hecho la vida más fácil. Las macarradas de Iglesias, su cal viva y sus ministerios, palidecen ante los equilibrismos de Vacío y su quiero y no puedo.

Al final, cuatro meses después, queda en el recuerdo la imperial rueda de prensa de Rajoy: los niños ya han terminado sus chiquillerías, y vuelta a empezar. Y no me hagan más preguntas, que me voy a ver el fútbol. Bastante fastidiado estará el hombre con que la nueva campaña le coincida con la Eurocopa; aunque, visto lo visto, puede hacer campaña limitándose a ver los partidos de la Eurocopa en bares de jubilados de la geografía rural española. Win-win.

Es inminente una nueva Porra electoral, un nuevo Especial Elecciones LPD, … ¡un nuevo de todo! Mientras vamos pergeñando el asunto, ahí va mi sueño: un resultado idéntico al de diciembre, pero esta vez con el PSOE asumiendo su responsabilidad y entronizando a Mariano Rajoy, cuatro años más, por el bien de España. Y aquí va mi apuesta: descenso de la participación, ascenso del PP, descenso de Ciudadanos menor que el ascenso del PP, que da para que ambos sumen (con el apoyo de PNV y CC, en su caso) y Rajoy continúe, mientras Podemos le hace el sorpasso en votos (pero no en escaños) al PSOE. Un escenario que podríamos considerar de Gran Coalición en diferido, forjada gracias al desgaste del PSOE y la escenificación, estos meses, de cuál es el nivel de los “candidatos regeneracionistas del cambio” y por qué, después de todo, lo de Mariano Rajoy tampoco es para tanto. Y lo que te rondaré, morena, que el hombre ya avisa de que se encuentra a mitad de su tarea [5], en lo que se podría interpretar como “he cumplido una legislatura en la presidencia y me queda aún otra”, pero recuerden que: a) lleva dos legislaturas, no una; b) lleva embarcado en su “tarea” desde 1983; y 3) es Rajoy, y a sus apenas sesenta años y tras consagrar su dominio sobre el partido por enésima vez, quien dice una legislatura dice tres o cuatro más.

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