Imperios del mar – Roger Crowley

Este magnífico libro, narrado con pasión y detalle, relata la batalla que tuvo lugar en el Mediterráneo a lo largo del siglo XVI entre musulmanes y cristianos, los primeros liderados por el Imperio Otomano y los segundos por España. Viene a ser una especie de segunda parte de otro libro del mismo autor (que, sin embargo, si no me equivoco, publicó después) sobre la caída de Constantinopla, en 1453, que cerró el acceso de los cristianos, sobre todo las repúblicas comerciales (Génova y Venecia), a los productos comerciales de Oriente. Ambas intentarían acceder por otras vías mucho menos accesibles (a través de Egipto-Suez, sobre todo), y también sería este uno de los factores más importantes que explican el interés de los países más occidentales de Europa, Castilla y –sobre todo- Portugal, por buscar rutas alternativas circunnavegando África o adentrándose en el Atlántico.

El libro se centra en el periodo que transcurre entre la caída de Rodas, en 1521, y la década posterior a la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571 (para narrar también sus principales consecuencias). Y se nos muestra como una tragedia en tres actos, los tres otras tantas invasiones otomanas de enclaves estratégicos cristianos: Rodas, en 1521; Malta, en 1565; y Chipre, en 1571.

Tras la caída de Constantinopla, durante un tiempo el Imperio Otomano se centra en consolidar su posición en Europa, invadiendo los Balcanes y, más adelante, la llanura húngara. Venecia, por su parte, principal potencia cristiana, mantiene una cuidadosa neutralidad, evitando en lo posible chocar con los otomanos, para preservar sus intereses comerciales y sus enclaves estratégicos en el Mediterráneo oriental. En el Oeste, Castilla finaliza la Reconquista y poco después expulsa a los moriscos de sus reinos (no sólo de Granada, también del resto de Castilla). También se produce la unión dinástica entre Castilla y Aragón, que provoca que el reino resultante (que, recuerden, se llama ESPAÑA, ESPPPPPP-P-P-PAÑA) entre con muchísima más fuerza en el ámbito de influencia e interés de la Corona de Aragón: el sur de Italia (conquista de Nápoles, a principios del siglo XVI), y el norte de África, donde el cardenal Cisneros se monta sus cruzadas ad hoc a la espera de que llegue Carlos I. Además, claro, se produce el descubrimiento y conquista de América, con el río de oro resultante, y la entrada en el escenario europeo gracias a la cuádruple herencia de Carlos I y su adquisición del título de Emperador del Sacro Imperio.

En fin, cuando llegamos a 1521 todo está dispuesto para un pavoroso choque de religiones, voluntades y máquinas militares en el Mediterráneo. Porque, además, en el Imperio Otomano asciende al trono su gobernante más notable, Solimán el Magnífico, que protagoniza uno de los dos grandes asedios a Viena (el otro se produciría a finales del siglo XVII). Solimán se considera heredero del Imperio Romano (aquí todo el mundo se arroga este tipo de dignidades; seguro que Aznar también, a poco que rasquemos; Pablemos ya lo piensa cuando se pone a recibir aplausos del respetable; Rivera, lo que mande el IBEX; y Vacío, pues no sé, lo que le digan sus asesores. Aquí el único razonable, como en tantas otras cosas, es Rajoy) y aspira a conquistar Roma. Pero, por lo pronto, lo que busca es quitarse de encima el coñazo de Rodas y los Caballeros de San Juan, la Orden de los Hospitalarios, consagrados a la Fe en Cristo y que desde su inexpugnable isla, a pocos kilómetros de las costas de Anatolia, se dedican… a la piratería.

Y no crean que sólo contra los malvados musulmanes, no; a lo que caiga. De algo tenían que vivir, los caballeros. Y aunque poseían pocas galeras de guerra, estaban sólidamente armadas y contaban con una base privilegiada para hacerse con todo tipo de cargamentos que navegaran desde Grecia y Anatolia a Egipto, muchos de ellos con fieles que se dirigían a su peregrinación a La Meca.

Hasta ese momento, los otomanos no se habían preocupado demasiado de su flota, pues no la necesitaban. Construyeron una enorme para invadir Constantinopla, pero luego se concentraron en la guerra terrestre, expandiendo su imperio en todas direcciones. No sólo en Europa, también en Egipto, Iraq, Persia, … Pero realidades tan molestas como la de los Caballeros les obligaron a volver por sus fueros. Además, si querían conquistar Roma, objetivo último de Solimán, evidentemente necesitarían una flota (a no ser que intentasen dar toda la vuelta por Austria y Lombardía para llegar a Roma, cruzando los Alpes como Aníbal, pero por el lado oriental).

Dicho y hecho: los otomanos construyen una flota enorme, incomparablemente mayor que la de Venecia (acompañada, además, de un ejército terrestre inagotable), y se lanzan contra Rodas. La isla tiene excelentes fortificaciones, pero está demasiado cerca de Anatolia. Los turcos pueden permitirse esperar allí todo el invierno, el tiempo que haga falta, mientras continúan recibiendo suministros. Solimán, que no tiene un pelo de tonto, ofrece a los Caballeros una rendición honrosa, que les permitirá conservar la vida y parte de sus posesiones. Éstos aceptan, la isla cae en poder de los otomanos y los Caballeros encuentran acomodo en otra isla, que les cede el rey de España, a cambio de que la defiendan: Malta.

Los turcos han conseguido limpiar el mar Egeo de cristianos. Más o menos el Mediterráneo se divide en dos partes, separadas por el estrecho que separa Sicilia de Túnez, en cuya parte central se ubica, precisamente, Malta. Pero esto no significa que en “su” parte los cristianos controlen la situación. Por el contrario, los años posteriores a la caída de Rodas son los de la efervescencia de los grandes piratas islámicos, que al principio operan por su cuenta, hostigando las costas italianas y españolas. Los corsarios capturan esclavos en grandes cantidades y aterrorizan a la población cristiana, de manera que el Emperador Carlos I monta una expedición contra Túnez, principal nido de piratas. La expedición es un éxito y los cristianos lo arrasan todo, exterminando a miles de musulmanes. Pero el más importante de los corsarios, Barbarroja, que logra huir, se pone bajo la égida del sultán otomano y comienza a asaltar las poblaciones cristianas con mucha mayor eficacia y crueldad que antes: los esclavos son capturados por miles, cada año, y los otomanos dejan desiertas poblaciones enteras (los que no sirven como esclavos son pasados a cuchillo, o peor aún, masacrados de formas tan diversas como horribles).

Ante esto, los cristianos, y en particular España, se ven sobrepasados. Los corsarios son más ágiles, rápidos, y diestros en el manejo de sus galeras que las flotas que pueden oponer los cristianos. Y además, detrás de ellos está la inmensa flota otomana. Durante décadas, los musulmanes les comen la moral, mientras drenan sus recursos humanos en las poblaciones costeras. El efecto, psicológico y material, es devastador. El Emperador Carlos, dedicado a multitud de frentes al mismo tiempo, no da abasto. Por otro lado, los soldados españoles tampoco tienen demasiado interés en servir en una guerra en el norte de África, donde no hay nada, cuando pueden irse a América o Europa, a defender la fe contra los indios o los herejes y sus demoníacas montañas de oro que –por comparación con África- es posible obtener allí. Además, el único intento serio de oponerse a la flota musulmana, en Préveza en 1538, acaba en un estrepitoso fracaso. España se queda sin flota digna de tal nombre en el Mediterráneo. Y tampoco puede contarse con los venecianos, que todos estos años se han especializado en ponerse de perfil y que, directamente, comienzan a borbonear al Papa y a los cristianos mientras pelotean con más y más ahínco al Turco.

La llegada de un nuevo rey, Felipe II, no mejora las cosas. El monarca no es amigo de meterse en aventuras irresponsables, a menudo poco definidas, como su padre. El problema es que Felipe se ubica, más bien, en el extremo opuesto: a menudo, su táctica consiste en no hacer nada de nada. ¿Les suena? Sí, en efecto: Felipe II, tal y como es perfilado aquí, se nos aparece definitivamente como uno de los mayores dirigentes de la Historia de España. Un hombre tranquilo, pausado, que prefiere no tomar ninguna decisión antes que adoptar una decisión precipitada. En resumen, un Rajoy.

Por eso, cuando los turcos se dirijan, en 1565, contra Malta, isla tributaria de España y que constituye la última línea de defensa para impedir el acceso franco de los otomanos al Mediterráneo Occidental, a escasos kilómetros de Sicilia, Felipe hará lo que mejor sabe hacer: un Rajoy. Les dice a los Caballeros, acaudillados por el francés La Valette (que participó en la defensa de Rodas, más de cuarenta años atrás), que resistan como puedan, y que él intentará enviarles refuerzos. Y al gobernador de Sicilia, el veterano soldado don García de Toledo, le prohíbe enviar refuerzos a Malta, que la cosa está muy cara. Mientras, eso sí, a lo largo de todos estos años, se dedica, pacientemente, a construir galeras en las atarazanas de Barcelona, para intentar reducir la enorme distancia que le lleva el Turco.

Los otomanos, en número superior a los veinte mil hombres, asedian Malta, apoyados por una flota de más de cien galeras. En frente se ubican los Caballeros y sus aliados (unos cinco mil), apoyados por los habitantes de la isla. La conquista no puede demorarse demasiado tiempo, porque en Malta no hay nada: no hay ríos, ni vegetación, ni apenas cultivos. Un ejército que tenga que invernar allí lo tendrá crudo para sobrevivir. Además, Malta apenas cuenta con dos puertos en los que ubicar la flota otomana con seguridad, y ambos están controlados por los Caballeros. Para hacerse con uno de los puertos, los otomanos han de conquistar el fuerte de San Telmo, una construcción que domina la isla, mal construida y con una guarnición escasa. Tan escasa que se amotina y trata de huir, pero La Valette logra convencerles en el último momento de que resistan hasta el final, con el objetivo de ganar tiempo hasta que lleguen los prometidos refuerzos del rey de España.

Dichos refuerzos llevan semanas acumulándose en la isla, pero García de Toledo no puede enviarlos hasta que tenga el permiso de Felipe II. Y el permiso se demora. Se demora más. Se demora como una legislatura de Mariano Rajoy, Ustedes ya me entienden, que va camino de durar cinco o seis años en sucesivos mandatos en funciones. Mientras tanto, cae San Telmo, y los otomanos, que tienen prisa por conquistar la principal guarnición de los Caballeros (el Burgo), que resguarda el puerto, emprenden sucesivos asaltos. Más de una vez logran abrir brecha y parece que la isla va a caer, pero contra todo pronóstico resisten. Sin embargo, los defensores comienzan a estar desesperados: ya no son más que ochocientos, frente a los quince mil hombres que aún le quedan al comandante otomano.

En estas que, por fin, llegan las tropas de García de Toledo. Ocho mil hombres de refresco que se refugian inicialmente en la capital maltesa (no en la fortaleza de los Caballeros), ubicada en el centro de la isla. Un renegado comenta al comandante turco que los soldados españoles han llegado más muertos que vivos tras la travesía y que llevan dos días sin comer. El momento parece propicio, pero la información es falsa: frente a los turcos, que ellos sí que están más muertos que vivos, tras meses de asedio infructuoso con un calor infame, los españoles les dan sopas con honda.

La situación se ha vuelto mucho peor para los turcos, que están a punto de levantar el campamento, pero al final deciden jugárselo todo a una carta y realizan un último asalto al bastión de los Caballeros. Asalto que fracasa merced a la mala organización del mismo y se convierte en una carnicería en la que mueren casi todos los soldados que les quedan a los turcos, masacrados a placer por los defensores y por el ejército de García de Toledo. Sólo la flota sale indemne del asunto, y vuelve a Estambul para recibir el cariñoso saludo de Solimán.

Sin embargo, la victoria de Malta sólo permite contener los posibles daños derivados de la pérdida de ese enclave, pero no impide que los otomanos sigan gozando de la superioridad naval que ya tenían, y que la empleen más que nunca para atormentar a las poblaciones cristianas. Felipe sigue sin hacer nada, a pesar de que la rebelión de las Alpujarras, cuyos pobladores directamente solicitan la ayuda del Turco, pone sobre la mesa el peligro de que los otomanos invadan la Península. También es verdad que el hombre tiene otras preocupaciones en los Países Bajos, en América, en Francia (que en tiempos de Carlos I pactó alegremente con los otomanos, y podría volver a hacerlo), en Portugal, en fin: ¡en todas partes! Y que, como siempre, buena parte del problema deriva del dinero. Porque la guerra de galeras, que exige no sólo construir los barcos y mantenerlos, sino –sobre todo- equiparlos con tripulación (chusma para los remos, marineros para gobernarlos y soldados para los abordajes), es enormemente cara.

La chusma suele estar compuesta por esclavos que viven una horrible vida: meses y meses remando, encadenados a su banco, del que no se levantan bajo ninguna circunstancia (se hacen allí mismo sus necesidades), torturados por el látigo que les obliga a seguir remando, a pesar de su deplorable estado, literalmente hasta la muerte. Pero la chusma, dentro de lo que cabe, tiene una ventaja desde el punto de vista del Rey Burócrata: si está compuesta por esclavos capturados o por delincuentes convictos, sale casi gratis (sólo el importe de su subsistencia, que desde luego no es mucho). Los marineros y soldados, en cambio, son otro cantar.

todo el mundo empleaba remeros encadenados: esclavos capturados, convictos y, en los barcos cristianos, pobres de solemnidad que se vendían a sí mismos a los capitanes de las galeras. Eran estos desgraciados, encadenados en grupos de tres o de cuatro a un banco de treinta centímetros de ancho, los que hacían posible la guerra naval. Su única función era trabajar hasta la muerte. Encadenados de pies y manos, excretando allí donde estaban sentados, alimentados con cantidades ridículas de galleta negra, y tan sedientos que a veces llegaban a beber agua del mar, los esclavos de las galeras solían tener vidas cortas y amargas. Los hombres, desnudos a excepción de unos calzones de lino, tenían la piel quemada por el sol; la falta de sueño en el estrecho banco les hacía propensos a la locura; el ritmo del tambor y el látigo del capataz –una cuerda alquitranada o un pene seco de toro- les impulsaban más allá del agotamiento durante largos tramos de esfuerzo intensivo cuando un barco intentaba capturar a otro o escapar de él (…) Las enfermedades podían diezmar una flota en cuestión de semanas. La galera era una trampa mortal –una alcantarilla fecal que emitía una peste tan potente y fétida que se percibía a tres kilómetros de distancia (era costumbre sumergir el casco entero bajo el agua cada cierto tiempo para limpiar el barco de suciedad y ratas) (…) De una u otra forma, la galera a remos consumía hombres a modo de combustible. Cada desdichado moribundo lanzado por la borda debía reemplazarse, y nunca había bastantes (págs.. 119-120)

Durante todo este tiempo, los venecianos han seguido pasando de todo, e incluso organizan una celebración por las calles de Venecia para conmemorar la caída del fuerte de San Telmo en Malta, en honor del Turco. Sus intereses se centran en asegurar la paz con los otomanos a toda costa, pues son muy conscientes de que tienen mucho más que perder con la guerra. Pero todo esto va a cambiar rápidamente cuando el afán de Venecia por aplacar a los otomanos, a la postre, no sirva para nada. Éstos deciden que la presencia de esos molestos cristianos en sus mares tiene que acabar. Más concretamente, los otomanos van a por Chipre, y comienzan el asedio de la principal ciudad veneciana, Famagusta, con un ejército enorme.

Y entonces, súbitamente, a los venecianos les entra muchísima prisa por enfrentarse al Infiel, por erigirse como paladines de la Cristiandad, por participar, con valentía y arrojo, en primera fila de esta crucial guerra por los ideales civilizatorios. Y no es que las demás potencias cristianas los acojan con mucho entusiasmo, pues saben perfectamente que, si a Venecia le conviene, romperán el pacto como energúmenos sin honor que son, que nunca podrían sobrevivir en la Casa de Gran Hermano (sí, sí, ni siquiera en GH VIP), y volverán arrastrándose y suplicando el perdón del Turco. Pero, como por lo pronto esto es lo que hay, tanto el Papa como Felipe II deciden aprovechar la ocasión y montan una Liga Santa, que en teoría se renovará todos los años, para enfrentarse conjuntamente a los otomanos.

El primer año, mientras los turcos comienzan a sitiar Famagusta, la Liga hace un Felipe II, es decir, un nuevo Rajoy. A lo que íbamos: no hacen nada. Se dan un paseo por el Mediterráneo, pero comienza la estación de lluvias y tormentas y deciden volverse por donde han venido. Las desavenencias se hacen oír cada vez más. Para el segundo año, Felipe II nombra a su hermanastro don Juan de Austria, hijo bastardo de Carlos I, comandante de la flota. Los venecianos aceptan a regañadientes. Naturalmente, Felipe pone a varios marinos experimentados para asesorar a Don Juan de Austria, que por mucho que sea un hombre carismático, naturalmente dotado para mandar y que ya ha demostrado su pericia en la escabechina la guerra de las Alpujarras, no tiene ni idea de manejarse en el mar, menos aún de dirigir un combate naval. Además, los asesores de Felipe II tienen un segundo cometido: asegurarse de que, bajo ningún concepto, Don Juan de Austria arriesgue las preciosísimas galeras españolas para el propósito para el que fueron construidas en los años anteriores. Lo que vendría siendo un Rajoy de luxe, que se sustancia en que, para Felipe II, la Liga Santa es, ante todo, un mecanismo para lograr que los fondos de la Iglesia le financien la reconstrucción de la flota. Y si la flota le basta para que los otomanos no den tanto el coñazo en las costas españolas, para él ya está bien.

Pero una terrible noticia va a precipitar los acontecimientos: los otomanos, tras diez meses de asedio, logran tomar Famagusta. El comandante veneciano, Marco Antonio Bragadin, acuerda una rendición con los otomanos en términos honorables, similares a los que obtuvieron los caballeros de Malta de Solimán casi cincuenta años atrás. Pero algo se tuerce en la visita de Bragadin al comandante otomano para rendir la plaza, y la cosa acaba como el rosario de la aurora:

La muerte de Bragadin fue lenta y horrible (…) Las heridas de su cabeza se habían infectado y el dolor lo estaba volviendo loco (…) Bragadin fue sometido a espantosos rituales de humillación. Más muerto que vivo, lo ataron a una silla y lo izaron hasta lo más alto del mástil de una galera, sumergido en el mar y luego mostrado ante toda la flota mientras le gritaban burlas e improperios. ‘Mira a ver si puedes ver tu flota; mira, gran cristiano, a ver si viene socorro para Famagusta’. Luego fue llevado a la plaza de la Iglesia de San Nicolás, que había sido convertida en mezquita, y allí le arrancaron la ropa. El carnicero que ejecutó la última tortura –y esto no se perdonaría en Venecia- fue un judío. Ataron a Bragadin a una antigua columna procedente de Salamina, que todavía permanece en pie, y lo desollaron vivo. Murió antes de que el carnicero llegara a la cintura. Se disecó la piel rellenándola con paja. Vistieron el monigote con la ropa carmesí del comandante, lo colocaron bajo su parasol rojo y, subido a una vaca, lo hicieron desfilar por las calles de Famagusta como escarnio póstumo. Luego fue exhibido por toda la costa de Levante hasta que, finalmente, fue enviado a Selim a Estambul (págs.. 314-315).

Estupor general. Desaforadas ansias de venganza por parte de los venecianos. No se descarta, incluso, que si llegasen los otomanos con una buena oferta para Venecia, comercialmente ventajosa, en el fervor del momento los mandaran a la mierda. Ahora Venecia quiere luchar a toda costa contra sus odiados enemigos (y grandes clientes), los otomanos. Los españoles que acompañan a Don Juan de Austria se resisten, pero este ve llegada “la mayor ocasión que vieron los siglos”, pasa de las instrucciones de Felipe II y decide luchar. Emotivo discurso en la nave capitana, recibido con entusiasmo y aplausos. La flota se dirige hacia un golfo en el que los exploradores dicen que pueden hallarse los otomanos, un lugar llamado… LEPANTO.

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Las fuerzas están razonablemente igualadas: 315 embarcaciones cristianas, de las cuales 200 galeras y seis grandes galeazas (mucho más altas y difíciles de abordar), frente a una flota otomana ligeramente superior en número, con 260 galeras. Las cifras de combatientes también favorecen a los otomanos: 91.000 cristianos por 120.000 musulmanes, aunque en cuanto a tropas de combate el número sí que era similar.

Ambas escuadras se dividen en cuatro cuerpos: ala derecha, centro, ala izquierda y un cuerpo de reserva. Conforme empieza la batalla, suceden dos cosas. La primera, se produce un cambio en la dirección del viento, que favorece a los cristianos (¡¡¡MILAGRO!!!). La segunda, los venecianos emplazan delante de la flota sus enormes galeazas, como fortalezas flotantes que son. Conforme se acerca la flota otomana, comienzan a disparar la artillería y organizan un desbarajuste considerable en la organización de la flota otomana. Los venecianos, que comandan el ala izquierda cristiana, aprovechan la ocasión y se lanzan en pos de los otomanos. Pánico, caos y nada de rajoyismo: el ala derecha otomana se hunde y muchas de sus embarcaciones acaban varadas en la costa, con los tripulantes tratando de huir (y son, en su mayoría, ejecutados o capturados por los venecianos). En el ala derecha cristiana, en cambio, las cosas van mejor para los otomanos, cuyo comandante, Dragut, lleva toda la ventaja al cristiano Andrea Doria. La batalla, en fin, se dirime en el centro, entre Don Juan de Austria y el comandante otomano Alí Bajá. Y se dirime, claro, al modo español:

En la San Giovanni el sargento español Martín Muñoz, que estaba bajo cubierta víctima de la fiebre, oyó al enemigo abordar el barco y se levantó de la cama dispuesto a morir. Espada en mano, se lanzó contra los asaltantes y mató a cuatro antes de caer sobre un banco de remeros, asaeteado por nueve flechazos y habiendo perdido una pierna por una bala de cañón. Se sentó preparado para morir y con su último aliento gritó a sus compañeros: ‘señores, que cada uno haga otro tanto’. En la Doncella, Federico Venusta se mutiló la mano al explotarle una granada. Pidió a un forzado que se la cortara. Cuando el galeote se negó, se la amputó él mismo y luego fue a la cocina, ordenó que le ataran un pollo muerto sobre el muñón sangrante y regresó a la batalla, gritando a su mano derecha que vengase a su izquierda. Un soldado que recibió un flechazo en un ojo, se arrancó la flecha, globo ocular incluido, se ató una venda a la cabeza y siguió luchando (pág. 358).

Una vez las galeras quedan trabadas en combate, aquello ya no es una guerra naval, sino terrestre. Es decir, que llega la hora de las tortas. Y ahí pocos pueden competir con los españoles, que además van provistos de arcabuces frente a las metrosexuales flechitas otomanas (más rápidas, pero menos precisas y, sobre todo, menos eficaces), y cuyos piqueros hacen también estragos en el asalto de las galeras otomanas. España, en resumen, exporta la guerra de los Tercios de Flandes a Lepanto, y la cosa le sale bien: la flota otomana es prácticamente destruida. Los turcos pierden 190 galeras y galeotas, por unas 40 cristianas. Mueren unos 30.000 turcos, por 8.000 cristianos, y otros 5.000 son capturados. Además, se libera a 12.000 cautivos cristianos que remaban en las galeras de los otomanos.

Al poco tiempo, la Liga Santa deja de funcionar, y en la práctica los otomanos continúan controlando totalmente el Mediterráneo oriental. Pero sus incursiones en el occidental (el que le interesaba a Rajoy II) se ven mucho más limitadas durante décadas. Sobre todo, el mito de la invencibilidad otomana en el mar se desvanece. El Imperio Otomano deja de ser una amenaza real para el mundo cristiano. Incordiará un poco en el XVII, pero con mucha menos fuerza. Y después, dos siglos de decadencia hasta desembocar en la I Guerra Mundial. En resumen: por una vez en la vida, España vence en una batalla naval. Una batalla naval… terrestre.


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  1. Comentario de Berserker de corredoira (16/03/2016 15:43):

    Guillermo, un poquito de porfavor, Isla Terceira…
    Y si Lepanto fué un combate de infanteria, la mayoría de las batallas navales son combates de artilleria,( veanse casi todos los encuentro navales de la IWW) al final los barcos son un sucedaneo del suelo.
    Y el poder naval otomano- a nivel imperial, no corsarios obligando a que todas las ciudades de la costa mediterranea cristiana estén o fortificadas o situadas a cuatro o cinco kilometros del mar- se finiquíta cuando otro español, en un combate de artillería, demostró que una flota de navios de altura occidentales se podría encargar de cualquier flota de galeras, por muy superior en tamaño que fuera.

  2. Comentario de Superpato (16/03/2016 19:27):

    Los de Histocast le dedicaron un programa de unas 4 horas al sitio de Malta, por si te interesa Guillermo. Suelen estar muy documentados y ser bastante amenos. Eso sí, la tierra les tira. O eso deduzco, pese a no ser ni mucho menos un experto, cuando escucho como explican que lo de la Armada Invencible fue en realidad una victoria española…

  3. Comentario de Latro (16/03/2016 19:42):

    Gracias, Guillermo, por joderme cualquier sentido de la épica histórica que me pudiese quedar. No hay mas que leer esos testimonios verídicos de la hombria y capacidad de nuestros antiguos compatriotas para sobreponerse al dolor cuando es necesario seguir matando enemigos …

    … y recordar que según lo que dices pocos párrafos antes, aquello olia a mierda que tiraba para atrás.

    ¿Usted cree que es justo afearle la memoria a Cervantes de tal manera? Que ahora me lo estoy imaginando en pose heroica española (es decir, de estar bien jodido pero seguir ahi dispuesto a dar mas hostias) y no hace mas que venirseme a la cabeza como huele el campo cuando toca usar el estiércol.

  4. Comentario de Berserker de corredoira (16/03/2016 22:10):

    Lo de la gallina no es coña ni locura del fulano, era “procedimiento” médico de la época…
    Hacia el final de esto, pag 235:
    http://www.dendramedica.es/revista/v4n2/La_vida_en_las_galeras.pdf

  5. Comentario de Mr. X (17/03/2016 08:07):

    2-Yo también oigo a menudo Histocast, y está muy bien… excepto cuando se ponen a hablar de los Tercios o similares y se convierten en locutores deportivos comentando un partido de La Roja. Pero para cosas internacionales -magníficos, por ejemplo, los programas sobre las causas de la I guerra Mundial o la desintegración de Yugoslavia- son cojonudos.

  6. Comentario de Superpato (17/03/2016 09:15):

    Si, en general son cojonudos. Cuando hacen monográficos sobre alguna batalla de 5 o 6 horas es la polla: Waterloo, Gettysburg, Verdum, etc. Otras veces entran demasiado en detalle (sobre todo en la GM II) y te acabas perdiendo.

    Pero su punto flaco es claramente cuando tocan temas de España. No por falta de datos sino de objetividad. Por suerte, el integrante que solía tratar nuestra historia montó su propio Podcast, así que ellos se centran más en historia mundial.

  7. Comentario de yomismo (17/03/2016 12:10):

    Gracias por descubrirme Histocast, no lo conocia.
    Y, para Superpato, agradeceria añadieras info/enlace del nuevo podcast del “fugado” de Histocast si se trata tambien de un podcast de temas de historia.

  8. Comentario de Fondoy (17/03/2016 17:09):

    Excelente el enlace sobre la gallina; era un remedio bastante conocido, y sirve con cualquier animal; lo importante es que el miembro afectado esté en contacto con las vísceras (preferentemente el hígado); también es mano de santo en miembros congelados (creo que sale en una peli).
    En la 2ª WW, con tantos pilotos abatidos sobre el gélido Mar del Norte, se descubrió que el mejor tratamiento de la hipotermia era desnudar al piloto y que le diese calor una mujer desnuda (otro hombre quedaría raro), y no es ninguna coña; se ve algo parecido en la peli El Santo, cuando la doctora “somete” a este tratamiento a Val Kilmer.

  9. Comentario de Superpato (17/03/2016 17:27):

    El spin-off de Histocast se llama “Memorias de un Tambor” y es exclusivamente sobre historia de España. Lo tienes en IVOOX y creo que tiene también en una web propia.

    A veces hace programas sobre una época en concreto, que son un poco coñazo, y otras sobre un episodio en concreto, que suelen ser mucho mejores. A éste se le nota todavía mas el no-nacionalismo que a los de Histocast, pero es un mal menor. Te recomiendo los que son de exploración (Magallanes, Colón, las expediciones al Pacífico y a la costa oeste americana). Todavía en Histocast (no se han peleado ni nada en plan culebron, de vez en cuando aparece) hicieron el de Annual que, aunque es durísimo, es de los mejores tienen.

  10. Comentario de Berserker de corredoira (17/03/2016 17:31):

    Bueno, las “frotaciones de pecho” o las “fregas de unto vivo” calientan y elevan la moral, pero la física y la termodinámica todavía son ciencias, así que dame sopitas y ondas infrarrojas primero y la chica cuando tenga el cuerpo joyero…

  11. Comentario de jose (17/03/2016 19:40):

    “España por fin vence en una batalla naval. Una batalla naval… terrestre”

    Qué atrevida es la ignorancia. Vea un mapa político del siglo XVI o XVII. Descubrirá para su sorpresa que el Reino de España dominaba el mundo, sobre todo gracias a su flota. Porque, como puede imaginar, es difícil controlar todas las rutas marinas del mundo sin tener barcos.
    En fin, muy pintoresco todo el artículo.

  12. Comentario de Berserker de corredoira (17/03/2016 22:05):

    11# Bueno, lo que se dice dominar, no dominaba, batallar un montón, repartir sin conocimiento, pero con los “mendigos del mar” no hubo forma, las posesiones americanas se llevaron un pastizal en fortificaciones de alta calidad y la flota era bastante amateur, en cuanto los ingleses se pasaron al equipo contrario, las cosas se pusieron cada vez más complicadas, sobre todo porque los enemigos del rey nuestro señor controlaban los suministros navales del Norte de Europa y los hispanos preferian andar a la busqueda de oro que plantearse controlar recursos estratégicos en sitios donde se pasa un frío pelón , como, por ejmplo, en Norteamerica.

  13. Comentario de notengoniidea (17/03/2016 22:56):

    Aun así mantuvieron un imperio ultramarino trescientos años, mas que cualquier otra potencia, y virtualmente sin aliados, salvo Francia ocasionalmente en la época de los Pactos de Familia.

    Al hilo de los suministros navales, el Conde -Duque postuló una estrategia báltica, tratando de apoderarse de un gran puerto en el norte de Alemania, y al parecer eso influyó mucho en la intervención de Gustavo Adolfo. Apoderarse de Lubeck, por ejemplo, hubiera dado un vuelco a la querra contra las Provincias Unidas.

    Lo cierto es que el Nuevo Mundo tenía recursos de sobra para armar navíos, pero parece que no se fomentó demasiado la construcción naval en esas latitudes hasta el XVIII, época en la que La Habana, por ejemplo, era uno de los astilleros mas grandes del mundo.

  14. Comentario de RAM (17/03/2016 23:10):

    Bueno Herr Berserker, hay que admitir que en lo que la guerra de galeras se asemeja a un combate de infantería es en que los mamporros directos de hombre a hombre y en abordajes son más abundantes. La “otra” guerra naval que se empezó a desarrollar, que acabó por plasmarse en navios de linea, implicaba un tipo diferente de maniobra centrado en combatir a distancia. Parker decía, de hecho, que el interés español en los abordajes había supuesto una desventaja decisiva en la batalla de las Gravelinas. Batalla que ciertamente no pasó de ser una escaramuza, pero donde ciertamente los ingleses tuvieron la habilidad de poder cañonear a mayor distancia y maniobrar mejor, siendo cierto que muchos de los buques españoles no eran verdaderos buques de guerra y que tampoco iba la Armada con mando competente.

    Y aunque tenga poco que ver porque tambien los españoles consiguieron victorias en ese tipo de combate (Ver Agustin Ramon Rodriguez Gonzalez y sus “Victorias por mar de los españoles”), ¿no inventaron los romanos el Corvus siendo tradicionalmente mejores soldados peores marinos que sus enemigos? Y fijese que estupendo, se la hincas a la cubierta de la trirreme enemiga cuando lo que intenta es romperte los remos para inmovilizarte y a ver quien es el marinerete en taparrabos de lino que se enfrenta a un legionario acorazado con ganas de yoyah.

  15. Comentario de Berserker de corredoira (17/03/2016 23:38):

    Ya sobrepasamos el periodo histórico de Lepanto, pero recuerdo un documental sobre la campaña de la felicisima armada, cuando se cumplían cuatrocientos años de aquella y, la verdad, los marinos españoles no tuvieron opción. Ni estaban preparados para un combate de artillería- y los ingleses ni borrachos les iban a dar ocasión de la famosa descarga cerrada y sus y a ellos-, ni preparados para la maniobra en esas aguas- sencillamente el aparejo que tenían la mayor parte de las naves no les permitía virar contra el viento, y a ver quien es el guapo que vuelve a poner a una flota tan heterogenea en formación y la mantiene-, ni tenían puertos de abrigo donde reaprovisionarse y reponerse de un mal paso o esperar a vientos favorables-.
    Los españoles lo fiaban todo a la solidez de sus barcos, a la capacidad de encajar golpes y al momento de emplear la infantería. Ingleses y holandeses a todo lo contrario, a evitar ponerse a tiro y a maniobrar para empujar a los barcos contrarios a posiciones sin defensa o, si pintaban bastos, a huir donde ella no les pudiera seguir.
    En la fallida invasión, la mayoría de los barcos del norte, mercantes artillados, de España dierón la vuelta a las islasy volvieron a sus puertos, con averías pero volvieron. Sin embargo, la mayoría de lo que llevaba remos, aparejo latino o era demasiado grande y torpe, acabó dejando ahogados en las playas y ahorcados en las colinas irlandesas

  16. Comentario de Lluís (18/03/2016 07:53):

    #11

    Hombre, eso de que España dominaba el mundo en el XVI…. Como que no. Sería la mayor potencia europea de la época (con permiso de los turcos y, si lo que hay que mirar es únicamente los kilómetros cuadrados, de la mancomunidad polaco-lituana), pero precisamente la mirada esa en el mapa deja zonas como África o Asia con muy poco español. Y los mapas son también engañosos, porque incluso en América uno podía recorrer unos cientos de kilómetros en muchas zonas del continente sin encontrar un solo europeo. Poner eso como dominios del rey de España, o de cualquier otro, es un pelín exagerado.

  17. Comentario de Latro (18/03/2016 08:55):

    Bueno, estamos en 2016 y aún hay muchos pedazos de America que son técnicamente dominio del país en el que se ubican, si, pero si consideramos eso como “nadie mas tiene derecho de, algun dia, hipotéticamente hablando, venirse a esta selva/desierto a hacer nada. El día que sepamos o podamos sacarle rendimiento será para nosotros”

    Muchas menos, claro, que de aquella, pero eso, lo que “cuenta” es si puedes sacarte de encima a los otros lobos que buscan comerse la oveja primero, aunque luego no te la comas.

    Del resto pues vamos, lo típico, hacemos una historia muy centrada en lo europeo, pero no la LPD, la civilización occidental en general. Ahora, dentro de ese ámbito, si, hablamos de los años de ser la primera potencia (pero sin pasarse, quiero decir, no hablamos de diferencias estilo EEUU vs cualquier otro hoy en dia)

  18. Comentario de Mauricio (18/03/2016 12:32):

    “pero sin pasarse, quiero decir, no hablamos de diferencias estilo EEUU vs cualquier otro hoy en dia”

    Las ffaa USA solo pueden atender dos frentes bélicos de alta intensidad al mismo tiempo, están organizadas para eso, o uno solo en caso que se tratase de China o Rusia. España se enfrentaba simultáneamente a turcos (la URSS/China de la época), ingleses, holandeses, franceses, protestantes, rebeliones moriscas, portugueses, etc y, mientras tanto, se iba expandiendo por el mundo. Yo creo que éramos más potencia que los USA actuales, claro que la hegemonía USA no es solo militar y, esta, hoy en día, tiene otros condicionantes. Por ejemplo, en el s.XVI no existía algo similar a una bomba atómica, había que ir y echar los dados.

  19. Comentario de Latro (18/03/2016 13:02):

    Aish…

    Presupuestos militares del mundo, hoy en dia, en miles de millones de $ gastados y % del gasto mundial

    1 Estados Unidos 607,0 41
    2 Popular China China 84,9 8,2
    3 Rusia 70,6 4,1

    La cosa para la época española estaba muchisimo mas nivelada, no habia esa diferencia material a favor de ninguna potencia, asi que cada guerra era un riesgo mucho mayor, nada de operaciones facilongas contra ejércitos de tercera. Claro que tampoco se gastaba uno la pasta en nada mas complejo que una galera con remos, pero eso, no habia esa diferencia apabullante y, si nos ponemos a ver, desde el punto de vista de recursos nos superaba Francia ampliamente… por el hecho de ser mas o menos el doble de franceses que de españoles.

    La potencia miliar española se basaba en tener un ejército con un alto grado de veterania, espíritu de cuerpo, organización “moderna” para la época (el invento de los tercios), etc… mientras duró, claro.

  20. Comentario de Guillermo López García (18/03/2016 15:27):

    #11 Se trata de la critica de un libro que explica pormenorizadamente cómo las potencias cristianas perdieron casi totalmente el control del Mediterráneo a manos de los turcos. Por no hablar del dominio holandés del mar, que obligó a forjar el Camino Español. Pero usted siga con sus delirios de parvulario

  21. Comentario de Berserker de corredoira (18/03/2016 22:37):

    Latro, una nao bien dotada de cañones de bronce – y aquí, SXVI, bien dotada son 15 o 20 cañones gruesos, y ferralla para el abordaje-, más suministro de velas y cabos, más carenados, reparaciones y estar en servicio nueve o diez meses al año, no era una cosa precisamente barata. Con un par de ellas los ingleses bloqueaban la ayuda/injerencia española en Irlanda

  22. Comentario de Latro (19/03/2016 00:06):

    Ir a la guerra nunca fue barato. Lo único que digo es que ninguna de las potencias tenia una diferencia tan absurda de material, tecnología o recursos como hoy la tienen los EEUU con respecto al resto de la competencia. Que las cosas estaban tan equilibradas como para que la “superioridad” de cualquier bando en cualquier época no fuese una cosa segura o que se pudiese perder en cualquier momento (sobretodo si no haces mas que ir a guerras a ver cual es la primera que pierdes…)

  23. Comentario de Berserker de corredoira (19/03/2016 00:38):

    Superioridad había, lo que no había era “capacidad de proyección de la fuerza”. Los holandeses arruinaron medio país para que los Tercios no se los pasaran a cuchillo y los ingleses estaban más que medio cagaditos con que pudieran desembarcar dos o tres Tercios de vez con suministros para una temporada, pero el caso es que si había que llevar refuerzos a Flandes había que hacer un tour por centroeuropa de dos o tres semanas, si el tiempo acompañaba y una chorradita como conquistar Irlanda y darle para el pelo a las milicias locales – aparte de que los irlandeses católicos eran una banda- era más complicado que plantar la bandera en Iwo Jima. Si mando una flota , chungo para llegar, chungo para desembarcar tropa, chungo para desembarcar la artillería, chungo para los suministros…( y no solo para los españoles, a los turcos en Malta,en Chipre, en Creta, Drake en Coruña y Lisboa,). Ahora superioridad aerea, campaña de destrucción a conciencia y , después de una temporadita, a desembarcar medio millón de hombres, McDonalds y boleras incluidas, en el mismo culo del mundo. Y si no se hace antes es por no tener que hacer funerales militares, que total es cuestión de imprimir unos papelitos más. Ni siquiera tienen que encontrar una montaña de plata y llevarsela con ellos…

  24. Comentario de samuelson (20/03/2016 10:37):

    La chusma sufría condiciones inhumanas para nuestros parámetros pero no era el holocausto que describes. En condiciones normales, es decir, fondeados o incluso haciendo cabotaje de patrulla, estaba reglamentado que un número de galeotes de confianza, en torno a un 10 por ciento, pudiera estar desencadenado e incluso circular por la galera cumpliendo funciones auxiliares. Dentro de los galeotes existía una clara clasificación. De mejor a peor trato, los primeros son los voluntarios, hombres libres que se contrataban para remar, que los hubo, aunque pocos. Luego los delincuentes convictos, luego los prisioneros musulmanes y los últimos y más despreciados, los renegados. Los comandantes de galeras españolas ponían gran interés en conocer a la chusma que tenían a sus órdenes. No eran una masa amorfa. Pedían informes a los tribunales condenadores sobre los delitos y las circunstancias de cada penado a efectos de evaluarlos para depositar en ellos cierta confianza o bien aumentar la vigilancia sobre los mismos. Lo mismo que se sigue haciendo en cualquier prisión hoy día.

  25. Comentario de samuelson (20/03/2016 10:47):

    Sobre la bomba atómica. En el escenario de Flandes sí la hubo y España renunció a ella desde el principio. Se trataba de romper los diques y anegar el territorio arruinando pueblos y ciudades. Al principio de la guerra se planteó la cuestión en el Consejo de Guerra de Castilla y se desechó. La razón principal era que el desastre afectaría por igual a los rebeldes que a los leales.

  26. Comentario de Berserker de corredoira (20/03/2016 11:49):

    24# En el enlace que puse vienen bastante detalladas las condiciones, incluso con porcentajes de enfermos, y un holocausto no sería – Dragut fué remero con los venecianos la nada despreciable cifra de cuatro años-y puede que hubiera tratos y tratos, pero ya la vida de marinero libre era asquerosa como para plantearse la de un tipo encadenado a un remo y patrullando el mediterraneo…
    25#De hecho la bomba, a nivel táctico, la usaron los holandeses, convertir el campo en mar cuando los Tercios se acercaban fue una táctica usada varias veces y que los campos de Holanda aún pagan hoy. Ventajas de tener acceso al trigo a través del Báltico y disponer de una flota potente, puedes perder suministros locales si tienes a tu disposición una fuente equivalente.

  27. Comentario de samuelson (20/03/2016 12:20):

    No conocía el texto que has enlazado. Muy interesante.
    Hace tiempo leí esta tesis doctoral sobre el asunto, bastante exahustiva.
    http://eprints.ucm.es/12040/1/T32670.pdf

  28. Comentario de RAM (20/03/2016 19:51):

    “La cosa para la época española estaba muchisimo mas nivelada, no habia esa diferencia material a favor de ninguna potencia, asi que cada guerra era un riesgo mucho mayor, nada de operaciones facilongas contra ejércitos de tercera. Claro que tampoco se gastaba uno la pasta en nada mas complejo que una galera con remos, pero eso, no habia esa diferencia apabullante y, si nos ponemos a ver, desde el punto de vista de recursos nos superaba Francia ampliamente… por el hecho de ser mas o menos el doble de franceses que de españoles.”

    La Monarquía hispánica era, en teoría, el estado más rico de Europa y con mucha diferencia. Los habsburgo controlaban los principales yacimientos de plata conocidos tanto del viejo como del nuevo mundo, donde la reserva de metal precioso le concedía créditos ilimitados. El problema era el pequeño detalle de tener el atlántico de por medio, y de que las absurdas guerras de la monarquía obligaban a atender pagos inmensos que superaban ampliamente las posibilidades del disponible. Aquí hicieron su aparicion los banqueros centroeuropeos, que siendo verdaderamente linces aplicaban intereses totalmente abusivos: España en teoria (En teoría. La práctica fue otra historia) realmente podia atender al pago de cualquier interés, y si no hasta les pedimos Potosí como aval. En el caso español ya en la guerra de Granada los reyes católicos recurrieron a banqueros europeos para sus objetivos, pero el monto de la deuda era mucho más modesto. Sus herederos se encontraron de repente teniendo que pelear contra los protestantes holandeses, contra los turcos, contra los franceses, contra los ingleses más adelante, defender un inmenso imperio, etc. Era realmente muy dificil, y el oro aunque permitiera financiar todas esas aventuras a la larga fue un rio en el que los habsburgo -y la economia española- se ahogaron, parafraseando a Asturchale.

    Lo de inundar los campos holandeses recuerda bastante al dilema al que se enfrentaron los americanos en Vietnam: La USAF estudió muy seriamente la posibilidad de atacar con sus B-52 los diques norvietnamitas arrasando con ello la agricultura y matando de hambre al enemigo, teniendo en cuenta que estaban ya lanzando más bombas que en la PGM y SGM juntas y no estaban consiguiendo gran cosa contra una sociedad fundamentalmente rural. El coste político fue juzgado demasiado elevado.

  29. Comentario de RAM (20/03/2016 19:52):

    Anexo al principio: Por supuesto la superioridad demográfica y agricola de Francia era otra historia.

  30. Comentario de Berserker de corredoira (21/03/2016 09:37):

    Quizás el problema – para Castilla & Aragón – fue que llegarán unos alemanes al trono. Cuando hubo la oportunidad de que naciera una burguesía fuerte y llegó oro para financiar lo que se quisiera, los castellanos se vieron envueltos en el gran juego Centroeuropeo pero ni siquiera crearon una industria armamentística, casi todo, desde arcabuces hasta velas, se compraba fuera.
    Ahogados por un río de oro, si, Pero tambien por el triunfo de la alianza entre una nobleza local que iba perdiendo poder y una dinastía que no contemplaba la Península como su centro, sinó como su brazo armado.

  31. Comentario de Sgt. Kabukiman (22/03/2016 22:46):

    @19 La diferencia en presupuesto no se corresponde con la diferencia en poderío. Segun esta gente, las diferencias no son tan grandes.

    http://www.globalfirepower.com/countries-listing.asp

    Me imagino que formar un soldado, el mismo soldado, en USA o en China no costará la misma pasta, de la misma manera que no costará lo mismo formar un médico o un ingeniero.

  32. Comentario de Sgt. Kabukiman (22/03/2016 22:46):

    Formar un soldado o fabricar un avión, un tanque, o un fusil de asalto.

  33. Comentario de Lluís (23/03/2016 08:33):

    #31

    También depende de qué soldado formes.

    En la China, el servicio militar es obligatorio, como aquí antes. Los que van allí, normalmente en contra de su voluntad, en lo que piensan mayormente es en el tiempo que les queda para regresar a la vida civil. Y no creo que el servicio militar dure allí 5 años, por lo que difícilmente un soldado de reemplazo logrará un elevado nivel de eficacia. Eso, sin tener en cuenta el nivel que puedan tener los suboficiales y oficiales encargados de su adriestamiento.

    En EEUU, el Reino Unido o España, el ejército es profesional. Formado por elementos que eligen voluntarimente esa profesión y van a dedicar a ella buena parte de su vida, y buena parte de ellos no se pasa el día haraganeando en un cuartel tras recibir la instrucción básica, eso lo hacíamos aquí cuando la mili era oblitoria. Pueden conseguir un nivel de perfeccionamiento en el noble arte de matar por encargo muy elevado, independientemente de que chinos, rusos y americanos puedan tener armamento más o menos equivalente.

    Precisamente se habla de que el principal problema que tuvo Napoleón fue que no tuvo tiempo de reponer el ejército que había perdido en Rusia. No es que fuesen profesionales como los de hoy, pero eran forzados con lustros de servicio a sus espaldas, y experiencia en batallas, escaramuzas y campañas. Podía reclutar más hombres y equiparles de la misma forma, pero los que fueron a Waterloo no tenían la experiencia de los que entraron en Rusia.

  34. Comentario de Mauricio (28/03/2016 11:13):

    Latro,

    Su “aish” supongo que es porque conoce a cuánto ascendería a día de hoy el presupuesto del imperio español, el coste actualizado de una galera, un asedio, la flota de indias, el mantenimiento de una red de fortalezas, guarniciones y escuadras desde las Filipinas, Norte de África, América, Italia, Península, poner una pica en Flandes, la manutención de tropas, mercenarios, la ayuda a los Habsburgo y el coste de la infinidad de guerras en las que se vio envuelta España en los siglos XVI y XVII. El presupuesto USA que usted indica imagino que incluye los gastos de la guerra con superpotencias como Iraq y Afganistán…pues hágase una idea de lo que suponía estar en guerra con, estas sí, potencias como Francia, Imperio Otomano, Inglatera, Provincias Unidas, Portugal, piratas, protestantes varios, etc.

    Las guerras, a la larga, las ganas quien es capaz de movilizar más recursos; en palabras de Napoleón “dinero, dinero y dinero”. Si los presupuestos hubieran estado equilibrados habría sido imposible que España estuviera en conflicto, muchas veces simultáneo, con todos ellos durante siglo y medio. El esfuerzo económico español, de hecho, lo que hizo España en todos los ámbitos, no tiene parangón en la historia.

    Y por mucho que a Lopez le parezcan “ensoñaciones de parvulario” es imposible mantener un imperio colonial como el español, el tráfico con América, sin ser una potencia naval de primer orden. Que obsesión con negar lo evidente.

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