The Walking Dead
Comisión Nacional del Mercado de la Carne
El género de terror es posiblemente el más simple de todos. Al fin y al cabo, apela a la emoción más primaria de todas, y todos sus guiones giran alrededor de cuatro monstruos originales que se repiten periódicamente: Frankenstein, el Hombre Lobo, La Momia y Drácula. Todos los demás vendrían a ser combinaciones entre ellos, como el que hoy nos ocupa, el zombi.
El zombi clásico es una mezcla de Hombre Lobo (la pérdida de la capa civilizada que nos hace humanos y un retorno a nuestros instintos animales más básicos) y la Momia (muertos resucitados que persiguen a los vivos). Los primeros zombis eran más Momia que Hombre Lobo, entre otras cosas por sus andares tambaleantes y su origen, que solía implicar algún tipo de maldición religiosa. Pero Hollywood, cuyo empeño por matar a la religión solo es superado por el de Manuela Carmena (y también porque la audiencia del siglo XXI le teme más al ébola que a Dios), ha sacado el componente divino y los zombis modernos son creados por virus o armas biológicas, metiéndole así una parte de Frankenstein a la receta. El progreso y este mundo acelerado nuestro también han provocado un aceleramiento del zombi: véase los velociraptores humanos de “28 días después” o de la serie Resident Evil. Un zombi tan lento como los de George A. Romero, que te da tiempo a hacerte un selfie con él y postearlo en tres redes sociales antes de que alguien toque cerebro, no puede meterle miedo hoy en día a un adolescente, tradicional público objetivo de este género.
Mundo Zombi
Tenemos así al zombi moderno, mezcla, como dijimos, del Hombre Lobo, la Momia y Frankenstein, pero sin nada de Vampiro. Hay razones de peso para esto. El zombi y los petardos de Crepúsculo son extremos opuestos y excluyentes, pero entre ambos reflejan perfectamente nuestra sociedad y su economía de montaña rusa, que como la situación deportiva del Real Madrid solo conocen dos estados: crisis-crisis-crisis-fin-del-mundo y euforia-euforia-euforia-reyes-del-mundo. La serie Crepúsculo se escribió en los años de vino y rosas de 2005 a 2008, y la serie que hoy nos ocupa empezó su andadura en las simas abisales de 2010 (pero basada en un cómic de 2003; una vez más, el cómic como vanguardia de la sociedad): el vampiro inteligente, sofisticado, seductor e inmortal como ideal durante el boom, el zombi como metáfora de una sociedad donde nos devoramos unos a otros durante el bust.
Los vampiros suelen ser aristócratas individualistas derrochadores de glamur, y los zombis un colectivo de descerebrados sin estilo ni higiene personal. Los vampiros son muy fuertes físicamente y no despiertan reacciones políticas; los zombis, a pesar de su endeblez individual, son vistos por las autoridades como una amenaza por su elevado número y porque son capaces de atraer a más adeptos a la causa, razón por la cual nunca falta la escena con un batallón de soldados disparándole a la masa zombi que ni en el Acorazado Potemkin. El vampiro te chupa la sangre, pero su verdadero peligro está en que corrompa tu alma inmortal; el zombi no se anda con zarandajas espirituales. El vampiro te embruja con su cháchara neoliberal (“te voy a chupar la sangre porque tu en el fondo lo quieres”); el zombi es materialismo dialéctico en estado puro (dialéctica que se resume en “yo tengo hambre, tu eres comida”). El vampiro crea un problema que resuelve un héroe solitario en una aventura singular, usando una mezcla de datos eficientemente recompilados y fortaleza en la Fe Verdadera. Los zombis son un problema social y requieren de una respuesta política. La pregunta “¿eres más de vampiros o de zombis?” nos retrata como la preferencia por los perros o los gatos. Resumiéndolo todo mucho: que los vampiros son de derechas y los zombis de izquierdas. ¡Ale, ya nos hemos quedado a gusto de postureo LPD!
Como construcción deudora del realismo soviético, pues, en The Walking Dead, la serie de televisión de zombis que hoy nos ocupa, el terror no lo ponen tanto los zombis sino quienes desde siempre y por siempre lograrán asustarnos más: los otros humanos y las relaciones de clase/dominación que establecen entre ellos. Para ello, la serie acude a un clásico del género zombi: el apocalipsis zombi. Una epidemia produce zombis antropófagos y el mundo entero se va al carajo: las naciones y sus instituciones caen, la civilización se desintegra, y los vecinos ya no se dan ni los buenos días. Aquí los guionistas de zombis tienen que hilar fino (o confiar en que el espectador acepte sin cuestionar mucho que “esto es así” como base del guión) cuando “diseñan” al zombi: si el zombi es lento y te tiene que morder para infectarte, es difícil creerse una epidemia, ¡si hasta el Ministerio de Sanidad con Ana Mato al frente ha frenado el ébola, y ese se contagia sin mordedura! En cambio, si haces a los zombis muy agresivos y contagiosos para hacer creíble el apocalipsis, luego tienes que explicar cómo es que los protas no se infectan si no paran de luchar cuerpo a cuerpo con ellos y siendo salpicados por todo tipo de fluidos corporales. Pues bien, en The Walking Dead esto lo resuelven de manera elegante (o con mucha cara, según se mire): no muestran el estallido. El prota principal es un policía que entra en coma tras un accidente. Cuando despierta todo está ya hecho y el Apocalipsis ya ha llegado. Además, en TWD añaden una nueva vía de creación de zombis: el virus ya está en tu cuerpo y te puede convertir cuando mueres de muerte natural (salvo que la muerte natural sea un aplastamiento de tu cerebro, ¡que si no sería imposible matar zombis!). Cada humano es un futuro zombi, y cuantas más muertes humanas, más zombis.
No diga zombis, diga caminantes
En fin, que ya desde el episodio piloto de la serie es como si Pablemos hubiese ganado las elecciones y todo el mundo se hubiese convertido en Cubazuela del Norte, capital Madrid: nadie trabaja, nadie recoge la basura, nadie se ducha, todo el mundo viste igual (igual de desarrapado), todos comen lo mismo (vísceras humanas), todos van por ahí en muchedumbres gruñendo consignas, todos caminan tiesos como marionetas etarras: ¡todo el mundo se ha Sumado al Cambio Zombi!
¿Todo el mundo?
Pues no: un pequeño grupo de agentes burgueses resiste, ahora y siempre, al perroflautismo opresor, y de sus andanzas se alimenta la serie. No vamos a describirles a todos los protagonistas para no aburrirles (y dicho sea de paso, aquí empiezan los SPOILERS), ya que son más que en Juego de Tronos (y mueren con la misma alegría e incluso en mayor número, como nos recuerda la gente que se dedica a recompilar minuciosamente estas cosas, y a la que le deseamos lo mejor pero esperamos no conocer nunca en persona), cuyos caminantes blancos ciertamente parecen unos proto-zombis cuya aparición cambiará el panorama político al sur del Muro. Por cierto que en la serie, que ya va por la sexta temporada, nunca usan la palabra “zombis” (“caminantes”, “mordedores”, “muertos”, “cuerpos”…): se ve que no son ni de zombis ni de derechas, sino de La Gente Caminante ™.
Rick Grimes: el prota principal, dentro de que el reparto es bastante coral, y líder de la resistencia ciudadana ante las masas moradas. Policía local que entra en coma el día del estallido y se pierde el colapso del mundo tal y como lo conocemos. Eso es como ser bético y pasarte atascado en un ascensor el fin de semana entero en que el Betis gana la Champions mientras el Sevilla FC baja a Tercera Regional. Los guionistas, que no quisieron complicarse la vida.
Rick Grimes, alias “no me cambio la camisa por muy sucia que esté”, como miembro de las fuerzas armadas opresoras, cree estar protegiendo al sistema cuando en realidad lo debilita: igual que los antidisturbios crean opositores cada vez que revientan una manifestación pacífica, cada humano vivo al que Rick mata en defensa de la libertad se convierte en un nuevo podemita. El principio represión-reacción.
Lori Grimes: esposa de Rick y personaje más odiado de las primeras temporadas. Una mujer cautiva en la ideología burguesa, lo que la lleva sin remedio a arrimarse al líder hipermasculinizado más cercano (varón y machote con pistola y uniforme) y a quedarse embarazada para cumplir su rol de acuerdo con las consignas del heteropatriarcado. Ser el más odiado en un mundo post-apocalíptico tiene mérito, pero como en la serie no se van a cargar a una embarazada –y eso que se ven cosas fuertes-, su muerte se tiene que posponer un buen rato.
Carl Grimes: el hijo de Rick y Lori. Un niñato en la primera temporada, pero llega la quinta y sigue vivo. Entremedias, se lleva un disparo de un cazador, causa la muerte de Dale (a este nos lo saltamos, cumple el papel de “abuelete majo y faro moral del GRUPO”) por jugar tontamente con un caminante, y tiene que pegarle un tiro de gracia a su madre para que esta no se zombifique tras desangrarse por las lamentables condiciones higiénicas causadas por la Sanidad de Podemos. Cosillas que te hacen un hombre, lo que explica que a estas alturas el “niño” está para irte de cañas con él hasta cerrar los bares.
Shane Walsh: compañero y mejor amigo de Rick. Como tal, lo primero que hace tras el apocalipsis es rescatar a Lori… y decirle que su marido ha muerto, pero que ahí está él para lo que ella necesite. Sí, incluido y muy especialmente eso que piensan. Como ven, su ética no ha durado ni medio minuto en el mundo de los zombis. La aparición posterior de Rick le deja permanentemente cabreado, así que se dedica a hacer de explorador (con su flamante Hunday Tucson del 2012 perfectamente limpio en un mundo donde todo se ha derrumbado salvo los lavaderos de coche) para no tener que estar cerca de Lori. También intentará matar a Rick un par de veces durante la serie. Lo dicho, un típico mejor amigo de serie de televisión. En su defensa, diremos que es igual de hijoputa con todos los demás. Remata su función ideológica transformándose en un cabeza rapada.
La familia Green: papá Hershel y sus hijas Maggie y Beth. Cuando la serie llega a su rancho familiar en la temporada dos, el resto de la familia y los vecinos ya han caído en la Centralidad del Tablero (y por tanto los tienen encerrados en un granero que te pasas media temporada viendo desde fuera, sabiendo exactamente lo que hay dentro, pero nada, los guionistas intentando darle misterio). Todo para que la vida en el rancho siga como antes: la sociedad rural, creyendo estar a salvo de las convulsiones sociales de la ciudad gracias a su conservadurismo innato. Y es que en los pueblos pequeños, eso de votar Podemos está muy mal visto. Al final, como debe ser, las masas de zombis llegan a la granja para colectivizarla en un koljós de esos que no producen nada y causan hambrunas, y dispersan al grupo.
T-Dog: negro de de cuota, y perdón por decirlo así y no pretendemos faltarle al respeto al actor que interpreta con corrección a este personaje, pero si produces una serie de televisión con un reparto de una docena de actores y ambientada en los alrededores de Atlanta, Georgia, y en todo tu reparto solo hay un afroamericano… tufa un poco a que le has metido por aparentar. Máxime cuando el personaje en el cómic no aparece, y su principal función en la serie es hacer visible el racismo de Merle Dixon. Para compensar, y una vez han rellenado las filas con más gente de color (de repente, empiezan a aparecer tantos actores de The Wire que te crees en Baltimore), le conceden una muerte épica salvando las vidas de los demás.
Glenn Rhee: ¿les cuento un chiste? Tras la caída de la URSS, un ruso emigra a Estados Unidos y vive varios años allí. Cuando le preguntan que qué opina de los americanos, responde: “mire, son gente muy espabilada, que se mueve mucho, se informa mucho, son muy avispados para los negocios, buenos negociadores… pero todavía no he conocido a nadie que realmente fabrique nada.” ¡Pues claro, tovarish! De eso se encargan los asiáticos en la vida real, y Glenn Rhee en la serie.
Glenn Rhee es la segunda minoría étnica que nos encontramos, en este caso coreano-americano, lo que parece garantizarle la supervivencia, al menos hasta que la serie fiche a otro asiático que se encargue de ir a las ciudades infestadas de caminantes a jugarse el tipo obteniendo los recursos necesarios para que sobreviva el grupo. Mientras tanto, ha aprovechado su estatus de superviviente para ligarse a Maggie Green y para realizar una asombrosa transformación física. Si en la primera temporada aún parece que se ha escapado del mismo jardín de infancia donde Pablemos deja a Íñigo Errejón cuando va a los debates, para la quinta ha evolucionado a malote matón con perilla y ropa ajustada, como símbolo del creciente poder asiático en este nuevo siglo.
Merle Dixon: un pedazo animal, racista y misógino, al que el apocalipsis zombi ha liberado para dar rienda suelta a sus peores instintos. Caricatura del redneck hijo de primos hermanos y criado en un parque de autocaravanas de Arkansas, y que basa toda su autoestima en “al menos no soy ni negro ni vegetariano”. En los años 30, era el típico matón pistolero que usaba la patronal para reventar huelgas.
Daryl Dixon: hermano de Merle. Igual de agresivo, pero con el tiempo se va ablandando y se integra bastante bien con el resto del grupo, lo que hace que pierda toda su gracia: aunque le pinten de lobo solitario, el efecto es el de pitufo gruñón. Fun Fact: su arma favorita para matar zombis es… una ballesta. Que si, seguro que es muy silenciosa y tal, pero recuperar las flechas es un coñazo. Empieza siendo secundario, pero en la temporada cinco ya sale el segundo en los créditos, gracias a la juegodetronización del resto del reparto.
Carol Peletier: uno de los favoritos del público, y con razón. Una blanda ama de casa que escapa de Atlanta con su abusivo marido Ed y su hija Sofía. Ed no sobrevive a la primera temporada y Sofía… en fin, en una de las escenas más bestias de la segunda temporada, Rick le mete una bala en la frente a una Sofía zombificada, en las narices de Carol.
Tras esta experiencia, en el cómic Carol se acaba suicidando. En la serie, sin embargo, experimenta una transformación gradual hacia algo nuevo: la mosquita muerta de los suburbios se convierte en alguien capaz de las mayores brutalidades cuando “es lo que hay que hacer” (como un Ministro del Interior “de orden”, vaya, aunque sin amiguitos imaginarios que le ayuden a aparcar), pero sin perder la conciencia del horror que está haciendo. ¿Hay que amenazar, matar o traicionar? Ahí está Carol. Claro, estas cosas, por muy necesarias que sean, no te hacen muy popular, así que la buena mujer sufre un par de expulsiones del grupo, para acabar volviendo gracias a sus méritos, generalmente salvarles la vida a uno o varios compañeros.
Andrea: abogada y no la persona más recomendable que tener a tu lado en un apocalipsis zombi. En el comic, Andrea (que pierde a su hermana) acaba cumpliendo el papel de Carol, en la serie es un continuo “quiero y no puedo ser como Carol haciendo de ángel de la muerte con buen corazón”. La ponen de francotiradora, y acaba confundiendo a Daryl con un caminante y casi lo mata. Se pelea con Lori, se lía con Shane, se lía con el Gobernador, (en el comic se lía también con Rick, una vez que Lori deja de molestar)… En suma, Andrea rezuma Falsa Conciencia por todos lados, y su final, aunque tardío, nos alegra a todos.
La familia Samuels: la madre ni aparece, y el padre muere muy deprisa, prácticamente su única intervención es pedirle a Carol que se haga cargo de sus hijas, Lizzie y Mika. Cosa que Carol hace, para encontrarse con que una de las dos (pequeñajas y rubias, hoygan, no me pidan que distinga) es una votante de Podemos y que hace propaganda para el Movimiento amante de los zombis algo psicótica, lo que lleva a un conflicto cuya resolución… en fin, que se irán a la cama con mal cuerpo.
Tyreese: candidato a Mejor Persona Todavía Viva, Tyreese es todo bondad y perdón en un mundo enloquecido. Esto debería reducir su esperanza de vida a lo que tarda en pudrirse un huevo abierto, pero Tyreese sobrevive bastante gracias a un físico de toro bravo, y porque el capitalismo siempre necesita un Steve Jobs para convencer a la chusma que sí, que todos-todos-todos podemos triunfar siendo buenas personas en el sistema capitalista.
Michonne: la mujer que susurraba a los caminantes. Concretamente, a su novio y al mejor amigote de este, que se los lleva zombificados por ahí, con una correa al cuello tras cortarles los brazos y las mandíbulas con la katana que utiliza como marca personal. Llevar tus propios zombis al apocalipsis trae suerte, se ve, o al menos aleja a los demás. Gracias a estas costumbres un tanto asquerosillas, es una superviviente nata (como todos los que duran más de tres temporadas) y, pese a ellas, una parte importante de la Resistencia Libre.
El Gobernador: malo malote en las temporadas tres y cuatro, representa el estado superior del capitalismo zombi: el zombimperialismo. El Gobernador llevará a su gente contra el grupo de Rick cual imperios europeos chocando en 1914, dejando el campo libre a los bolcheviques morados, los únicos que ganarán algo. En lo personal, el Gobernador sufre un inmenso drama: ¡su hija se ha hecho de Podemos! ¡Y es imposible razonar con ella o sentarse a comer juntos! Pese a todo el amor y la paciencia que el hombre emplea, su hija no quiere ver las ventajas de la democracia liberal. Pero él la quiere igual.
Gareth: otro malo malote, pero que dura un poco menos que el Gobernador. Dirige el santuario-trampa de Términus de la cuarta temporada, un refugio que sería el sueño dorado de todo hipster: una antigua estación de trenes con arquitectura industrial y mucho ladrillo visto, huertos urbanos, artesanía y paneles solares. El propio Gareth gasta ropa vintage lavada a la piedra con ese aspecto gastado que solo logran las marcas muy caras, y un corte de pelo que no baja de 50 euros, pero es que hoy en día ser hipster no está reñido con ser de derechas y disfrutar del fruto de tu esfuerzo construyéndote una personalidad interesante mediante los productos que consumes. Entre esto y la molesta manía de su grupo de imitar a los zombis de Podemos en un punto menor pero clave de su programa (comer personas vivas), todos nos alegramos de su muerte, que de manera apropiada no se produce con una fea y anónima arma de fuego, sino con dedicación personal por medio de un artesanal machete afilado a la piedra. Hipster hasta la muerte.
Eugene Porter: el hombre que asegura que tiene la fórmula para acabar con la pandemia de descerebrados que lo han invadido todo y que han dejado los ayuntamientos que da pena verlos. Es decir, estamos ante el Albert Rivera de TWD. Eugene es un tío muy inteligente y algo autista pero sin ninguna habilidad para luchar, cazar o sobrevivir en un mundo salvaje. ¿Qué hace? Arrimarse a quien puede hacerle sobrevivir, y contarle a todo el mundo que él tiene la cura para el virus, venga, solo tienen que llevarle en volandas a la capital de la nación para que haga su magia y arregle el embrollo. Por supuesto, pasado el 20-D se descubre que iba de farol. ¡El “agente naranja” ha fracasado, y no hay nada que pueda detener a los zombis podemitas!
Sargento Abraham Ford: un ex militar que ha perdido a su familia y que ve su propósito en el mundo post-apocalíptico en intentar llevar a Eugene a Washington. Es un poco dado a ciertos estallidos de mal humor; si se dedicase -por ejemplo- a hacer encuestas de intención de voto y tu le dices que no vas a votar a Rivera, igual te agarra de las solapas y te dice “piénsatelo otra vez” mientras saltan chispas de sus ojos. Al final, su trabajo, como el de toda la prensa comprometida con el regeneracionismo, es inútil, pero al contrario que Metroscopia, él sabe verlo y abrirse a un futuro nuevo.
Gabriel Stokes: proveedor del opio del pueblo. Un sacerdote episcopaliano que se encerró en su iglesia tras el estallido, sobreviviendo a base de comida enlatada recolectada para los necesitados. Sus fieles, que corrían a pedirle santuario, se encontraron las puertas de su iglesia bien cerradas y a los zombis detrás. A uno le dio tiempo a grabar “Arderás por esto” en la madera de la pared, antes de ser convertido como el resto por las masas bolcheviques al ateísmo marxista.
Posteriormente a su incorporación al Grupo, el padre Gabriel no deja de dar problemas. Su deseo de autodestrucción le lleva a poner en peligro a los demás. Por menos de eso Carol ha abandonado el grupo un par de veces, pero al padre Gabriel se le perdona, pues no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
No future
La serie, una vez se ha visto que Eugene “Rivera” iba desnudo, nos aboca a un futuro zombi sin solución posible. El mundo ha cambiado para siempre y de una u otra manera pertenece a los zombis. Los agentes burgueses tendrán que vivir con ellos, aceptar que están ahí, puede que incluso escuchar algunas de sus demandas.
En el comic ya se han tirado años y años deleitándose en relatos apocalípticos, pero en televisión el espectador medio carece de la capacidad semiautista del friki para meterse más y más en el mismo rollo, de modo que la cosa pronto empezará a cansar. Estamos ya en la sexta temporadas, y uno se pregunta cómo van a resolver la serie. O todos muertos (o en este caso no-muertos), o hacen de una vez lo que yo hubiese hecho desde el primer día: buscarse una isla pequeña, Nantucket o Formentera o alguna similar, con las instalaciones básicas para mantener viva una pequeña comunidad (un hospital, una depuradora, una central eléctrica eólica y una flota pesquera), limpiarla de zombis, y crear un santuario civilizado, que por ahora no se ha visto que los zombis sepan nadar. En lugar de eso, los protas no paran de dar tumbos por las zonas rurales de Georgia, donde tras cada árbol y en cada casa hay un zombi oculto, y cuando limpias un sitio al poco rato te llegan más desde fuera, con esa enorme movilidad de la población americana, capaz de mudarse siete veces de un estado a otro a lo largo de su vida.
Pero frente al determinismo zombistórico, que asegura que la Utopía Zombi es la fase final de la sociedad humana, los agentes burgueses tienen a su favor su firme convicción democrática, y su amor unos por otros y por la libertad. Eso… y que los medios de producción han sido todos destruidos, retrotrayendo a la humanidad a su fase de cazadores-recolectores. ¡Ya no hay plusproducto ni plusvalía, y por tanto hemos desactivado los fundamentos ideológicos de la hidra marxista! Vamos, que ya solo es cuestión de dejar que los podemitas se pudran de puro podemismo, o se coman entre ellos, y entonces los burgueses heredarán la Tierra cual Atlas Liberado y podrán construir la sociedad liberal definitiva, dedicada solo a producir riqueza y cumplir la ley.
Hasta que se den cuenta de que, hoygan, alguien tiene que hacer algo de trabajo manual y fabricar cosas. Y todo vuelva a empezar.
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Comentario de hglf (12/03/2016 18:31):
Saludos
Zombies = jacobinos
vampiros = girondinos
Bue… algo similar habia pensado yo a lo que plantea el autor de la reseña.
No he podido ver ninguna temporada completa… y tampoco se hasta cuándo durará el invento… a lo mejor se descubre que todo es un sueño y están todos en el purgatorio
Saludos
Comentario de E. Martín (12/03/2016 19:50):
Los zombis rápidos nace con El Retorno de los Muertos Vivientes, de O’Bannon.
Los zombis de Resident Evil son, y siempre han sido, lentos.
TWD, la serie, se basa en una estricta fórmula: no más de UN negro en el grupo. La llegada de un negro nuevo (Tyreese) anuncia la inmediata muerte del anterior ocupante del cargo. Michonne está exenta por la Regla del Arma Molona (en su caso katana, en el de Daryl ballesta).
Y si te has leido el comic el Glenn de la serie es unas risas continuas…
Comentario de emigrante (13/03/2016 08:31):
Yo identifico más a los zombies con los refugiados o los inmigrantes del otro lado del Mediterráneo. Se les parecen más, desarrapados, hambrientos, aspecto lamentable…, que los indignados. Además son imparables, a los podemitas le sueltas un par de antidisturbios y una ley-mordaza y desaparecen de las calles.
Comentario de Bunnymen (13/03/2016 13:27):
Discrepo en cuanto a que el zombi represente al monstruo de izquierdas y postulo al hombre lobo a ese lugar, por los siguientes motivos:
– A los lobos pelo en pecho y pantalón vaquero rajado les quema el aire de superioridad de los glamourosos vampiros. Ese odio cainita de la izquierda.
– Predominio de lo rural frente a lo urbano. Suelen acechar tascas de pueblo mientras que el vampiro merodea por discotecas exclusivas.
– El físico frente a lo intelectual. El común de los licántropos bien está conformado de obreros, estibadores u oficinistas). Los lobos pasan el tiempo corriendo por campos y bosques, currando para comer, no leyendo viejos libros de conocimientos arcanos en lo alto de un torreón a la luz de una tenue vela.
– Acceso por mérito al estado de licántropo. No basta con ser mordido, previamente hay que llevar al lobo dentro y ya se accede directamente al alfa de los hombres lobo. Frente al vampiro, que al morder a un mindundi crea un vampiro clase B o vampiro compi-yogui, o vampira de harén si la mordida es mujer.
Los zombis no se situarían ni a la izquierda ni derecha, siendo la parte de voto que fluctúa hacia progresista o conservador según quien controle TVE1 en ese momento o el cabreo que siempre genera el que lleva mandando tiempo. Lo mismo votan hoy a Pablemos o Rivera como antes a Zapatero y antes a Aznar y en las municipales a Jesús Gil.
Pingback de The Walking Dead (13/03/2016 14:30):
[…] The Walking Dead […]
Comentario de Pablo Ortega (13/03/2016 18:39):
Yo solo venía a pedir respeto a la santa religión, hay chistes que son tolerables, pero la gracieta esa de los “amigos imaginarios” es una chanza digna del peor Dawkins. Pido respeto para el ala cristiana de LPD.
De paso, nunca me vi TWD, aunque está en mi lista de series por ver, pero primero está Juego de Tronos (sí, soy un desgraciado hereje que aún no vio Juego de Tronos).
Comentario de jose (13/03/2016 18:47):
La simpatía por los vampiros es en efecto un detector de pijos. Su desprecio por el ajo y la cultura de masas -religión- los delata. Lo que más me gusta de ellos es que haya que matarlos hundiéndole el pecho con una estaca.
Comentario de emigrante (13/03/2016 20:56):
#4, tal como los describe los hombres-lobo serían más bien los ecologistas, vegetarianismo aparte. Por cierto hoy los Verdes han tenido un triunfo histórico en el Land de Baden-Württenberg, primera fuerza con más del 30%. La victoria hay que achacarsela al candidato, el hasta ahora ministro-presidente Winfried Kretschmann que cuenta con más de un 90% de aceptación entre la población.
En cuanto a los zombies coincido en que son la masa independientemente del signo político de quién los pastoree.
Comentario de perri el sucio (13/03/2016 21:31):
pablo ortega o el enésimo ofendido que oye campanas y no sabe dónde. No ande pidiendo respeto para el tipo que aparca con la ayuda de marcelo, que es el mismo que le dictó la ley mordaza, a ver si va a quedar también usted como un iluminado ridículo.
Comentario de Teodoredo (13/03/2016 21:42):
^8 Pos a mí lo del ala cristina de lpd ma bustado munxo.
Comentario de Bunnymen (14/03/2016 09:49):
Todo mi apoyo y simpatía al ala cristiana de LPD.
Comentario de Oliveral (14/03/2016 10:16):
Señor Jenal. Soy seguidor suyo, pero tampoco se crea que es usted Mariano Rajoy y yo un palentino octogenario de esos que de toda la vida ha regentado una mercería en la Calle Mayor de la capital. A mi, que sé lo que es pasar un día entero en un colegio electoral, los zombis de Walking Dead me recuerdan más a los votantes de Don Mariano, que como me comentó hace bien poco una apoderada del Partido Popular, “es todo un señor”. Es cierto que la indumentaria podemita puede asemejarse más a la de los caminantes de la serie televisiva en liza. Pero no se crea. Los trajes y demás galas de la gente de bien que se acercaba a cumplir con su democrático deber después de salir de misa, bien los podría encontrar usted en una exposición de fotos antiguas de esas que organiza ocasionalmente nuestra Exma. Diputación Provincial. Los jóvenes de las nuevas generaciones, incluida su rama ciudadana se me antojan más a caminantes recién convertidos. En cuanto a las reminiscencias neoliberales de los vampiros, pues mire, reconozco que está bien traída. Pero no sé… a mi como que los dráculas de diversa índole me recuerdan más a viejos comunistas del mundo académico. Dese cuenta de que no dejan de ser pobres desgraciados detrás de los cuales no en pocas ocasiones se esconde una trágica y triste historia de amor no correspondido o truncado por la muerte. El rollo aristocrático que rezuman va más en plan intelectual de clase alta de capa caída, gente de esta que insiste en confiar en el cursillo para ligar de LPD que tanto daño ha hecho. Vieja casta académica, vamos, en su castillo ruinoso y esas cosas. Yo, al que veo así más podemita, es al gobernador, con ese aire de padre protector que le da al pueblo lo que pide y váyase ustéd a saber la de cabezas de enemigos que tiene luego guardadas en frascos de formol. ¡Si hasta apuestan por la finaciación pública de investigación y desarrollo con un médicos que responden directamente ante el gestor público! Michone es la auténtica liberal, individualista que defiende el derecho de todo ciudadano a portar armas y al libre movimiento de capitales -y, bueno, de personas pues depende, pero es que ella misma es capital humano, ¿ve cómo encaja?- que desconfía de líderes carismáticos que velan por la comunidad en vez de apostar por el laissez faire, y hace bien. Y ella sabe mantenerse a sí misma, que una emprendedora bien sabe salir adelante y no necesita rentas básicas ni polleces semejantes. Además está muy buena. Si no fuera tan negra y no llevara rastas igual hasta me la podría imaginar encabezando alguna lista electoral de C’s y todo.
Comentario de Teodoredo (14/03/2016 11:03):
^11 Los zombies son las hordas palentinas abalanzándose sobre las bolsas de pan y queso que ruedan por la cuestal Hristo en los sanantolines, arrasando kuanto encuentran a su paso.
Comentario de Apróstata (14/03/2016 13:12):
Me ha conmovido la indignación del ala cristiana de LPD con el comentario del amigo imaginario del misnitro.
Por favor, una entrada ya sobre apariciones marianas y la influencia de santos y vírgenes en el actual gobierno en funciones!!!
Comentario de paco (14/03/2016 14:36):
fantastico articulo nunca imaginaba que los zombies salieran de esos protomonstruos.
para mi los zombis son sin duda los jubilatas, ahi llevandoselo crudo con las pensiones mientras los jovenes cobran cuatro duros… esa es la alegoria que veo yo en la serie.
en un episodio del programa de chicote pusieron la musica de walking en una secuencia donde los conmensales caducos iban del autobus al restaurante protagonista… impactante
Comentario de Oliveral (14/03/2016 17:39):
12_ Hay muchas escenas de la historia del cine que recuerdan a esa imagen. Véase Stalingrado, cuando los heridos intentan subir al último avión que los podía sacar del cerco. No obstante, la fiesta del pan y del queso, que no tiene lugar en los Sanantolines sino en la fiesta de Santo Toribio, a primeros de mayo. Desde luego, no sé cómo el Ayuntamiento no promociona más esta fiesta…
https://www.youtube.com/watch?v=GjxeFjinhtI
Comentario de Teodoredo (14/03/2016 17:48):
Vale, es verdad, Santo Toribio… siempre los confundo.
A mí la que más me busta es el bautizol niño, de un valor etnográfico incalculable.
Saludines
Comentario de perri el sucio (16/03/2016 00:16):
Sólo terciaba para señalar que, aunque el fondo del asunto es cierto, estaría bien señalar que:
-en la ficción actual de vampiros es habitual que los vampiros estén tratados con ambivalencia, cuando no con abierto colegueo o hasta papeles protagonistas.
-pelis de zombis (y asimilables) donde los zombis sean buenos o al menos tengan algo de profundidad, son muy escasitas y muy muy frikis.
Señal de que da igual que el monstruo sea de izquierdas o derechas, el cine de terror siempre está del lado de la burguesía y los pijos.
http://ozodioaloztrez.blogspot.com.es/2012/07/cinefilia-rec-terror-proletario.html
Comentario de pululando (17/03/2016 10:22):
Seis puñeteros años viendo la jodía serie esta. Una serie en donde los personajes actúan casi siempre de la forma más absurda que pueden… “buscarse una isla pequeña” dice, pero si ¡han tardado cinco temporadas en levantar una tapia!
Pero vamos, que no puedo dejar de verla, es pura “drogha”. (Y el hecho de que en la temporada actual “pasen cosas” es una agradable novedad).
Comentario de Carlos Jenal (18/03/2016 13:12):
Pido perdón por haberme expresado mal: no es que los zombis sean los votantes de izquierdas, es que las series y películas de zombis me parecen “de izquierdas” porque en ellas afloran problemas sociales como la violencia, la acción colectiva, cosillas estructurales y más cosas de esas que nos hemosionan mu jondo si tenemos el corazoncito más hacia el lado izquierdo. En cambio, en las series y películas de vampiros eso nunca sale, todo va de la existencia de un malvado y muerto el perro, muerta la rabia, y ya pueden los aldeanos vivir libres y tranquilos. ¡Redención y Libertad!
También quiero aclarar que defiendo el derecho de todo el mundo a tener todos los amiguitos imaginarios que quiera.