Cuatro muertos más para el desierto, de Christopher Pollinini

 

(Como ya saben quienes nos leen desde hace tiempo, una de las cosas que más nos gustan de LPD es que los lectores y sus comentarios enriquecen mucho esta página y permiten diálogos civilizados y siempre instructivos, lo que no es la norma siempre por uthhí. Además, hay muchos lectores de esta páginas que, como si fueran catalanes de esos de los que habla Rajoy, “hacen cosas” y también escriben. Para nosotros es siempre un placer cuando nos mandan cosas interesantes, y hoy debuta Urko recensionando una novela poco conocida pero muy interesante de alguien que también es lector de esta página. Si es que, joder, ya lo decíamos, ¡todo el mundo por aquí “hace cosas”!. ¡Muchas gracias!)

Cuatro muertos más para el desierto, de Christopher Pollinini, por Urko

Este mismo 2015 ya habían tenido lugar las elecciones en Andalucía y las autonómicas, pero en cuestiones de política, el año ha terminado en apoteosis: diciembre de campaña hipermediática, elecciones generales el día 20, mensaje del rey en el que se les hacía una velada referencia y las comilonas de nochebuena y navidad con tu cuñado explicándote los pactos que ahora proceden, en aras de la estabilidad y prosperidad del país. Tras las elecciones habrá notado, querido lector, que ha comenzado una nueva campaña en todos los medios de comunicación, con el fin de que nos enteremos de que lo conveniente ahora es un pacto para posibilitar la gobernabilidad o, en otras palabras, que el PP gobierne con el apoyo o abstención del PSOE, la Gran Coalición (acá GK). Yo me di cuenta cuando el día 23 fui al baño a hacer mis necesidades y puse Radio Nacional de España durante 5 minutos, en los que de 6 llamadas de los oyentes, las 6 fueron loas a la GK. Tengo que reconocer que escuchar aquello me ayudó en la labor.

¿Y recuerdan que en otoño se oía por todas partes que Ciudadanos iba a ser el segundo partido más votado y subiendo? El 20-D se pinchó aquella burbuja y nadie ha dado ninguna explicación. La verdad es que en España (como en tantos otros sitios), lo de que los medios nos cuenten milongas u omitan cosas importantes en fechas de acontecimientos políticos es una tradición que viene de muy atrás. Por ejemplo, cuando en el 1975 Francisco Franco agonizaba, el Parte informaba que su estado mejoraba y la realidad solo se conocía por informaciones que se pasaban de boca en boca. Al mismo tiempo, el país perdió las provincias del Sáhara en apenas unos meses y con ello un 40% de su territorio, pero esto pasó casi inadvertido. Incluso a día de hoy, cuando se echa la vista atrás, toda la atención y los aplausos se los lleva el proceso de transición, tan modélico e incuestionable, mientras que de lo que pasó en el Sáhara se acuerda Willy Toledo… solo podría ser peor si en vez de Willy Toledo fuera Ramoncín.

La novela Cuatro muertos más para el desierto transcurre precisamente en ese contexto, en las provincias del Sáhara inmediatamente anteriores a la Marcha Verde, con la que Marruecos ocupó pacíficamente aquel territorio. Aquello estaba muy liado y había muchas facciones, a saber: el ejército español que había anunciado que se retiraría del territorio, pero que contradictoriamente había sembrado de minas algunas de las zonas de la frontera; colonos marroquíes animados por su gobierno a ocupar el territorio tras la retirada de los españoles y que se estaban juntando por cientos de miles en la frontera; el Frente Polisario, una organización armada que defendía la independencia del Sáhara post-español que consistía en la unión de diversas tribus autóctonas; otras tribus que no hubieron acabado de confluir con el Frente Polisario; y por último, paramilitares y mercenarios en busca de enriquecerse aprovechando las aguas revueltas. Piénselo: por un lado en la península Franco agonizaba captando toda la atención mediática, había un rey con un respaldo incierto, una ETA atentando cada vez más y con cierto apoyo popular… y por el otro lado un Sáhara sin recibir atención, con sus enormes territorios, vacío de poder, familias adineradas que tienen que salir pitando y lío ¡era el lugar ideal para terroristas, ladrones y traficantes!

El protagonista, Alberto Correa, es un pobre chaval que ha crecido en el barrio del Raval de Barcelona y que malvive del hurto y el trapicheo. Un día, un mafioso del barrio le engatusa para que vaya al Sáhara a hacerle un trabajillo que consiste en memorizar una serie de caras y datos de gente importante que vive en esa región, en principio para ayudarles a escapar. Una vez ahí, acaba contando dichos detalles a un grupo de paramilitares que los usan para hacer atracos y robos, pero el tema se complica en el momento en el que asaltan la vivienda de un jefazo del Frente Polisario y hay un tiroteo. La historia se cuenta en dos hilos temporales que se van intercalando, algunos capítulos siguen la historia del 1975 y otros la de la actualidad en la que, 40 años después de los acontecimientos del Sáhara, alguien ha disparado a Alberto dejándolo en coma en el hospital. La parte de la historia que se desarrolla en la actualidad también sucede en Barcelona y gran parte de la gracia del libro está en el contraste de las descripciones de la ciudad de hace 40 años y la actual.

Total, que el libro es un thriller que gira en torno a quién ha sido el que ha disparado al protagonista. Es una delicia en muchos aspectos, como el ya citado contraste entre las Barcelonas del 75 y del 15, o en cuanto a la documentación de los últimos meses de vida de Franco, o el acercamiento que hace el autor a los distintos tipos de relaciones entre personas. Pero ninguno de estos aspectos es el más destacable, sino que lo que hace a la novela especial es su estructura, la cual se entiende mejor si se conoce al autor. El libro es la ópera prima de Christopher Pollinini, ingeniero químico de formación y profesión, al cual, en su mente más cartesiana que la de otros escritores más al uso, le mosquea que en los thrillers los autores siempre guarden una pista básica hasta el final, necesaria para conocer el porqué de la historia. Así que para su novela decidió ir dejando pistas por todos los capítulos, para que un lector atento pudiera juntar las piezas desde, más o menos, la mitad. A mí me costó bastante más pero… entonces Christopher me dijo que releyera ciertas partes y aún me sentí más estúpido al comprobar que las pistas eran claras y cristalinas. Aquí me gustaría aclarar que, efectivamente, conozco a Christopher, no vaya a parecer que yo sea el primero que guarda una información importante hasta el final del artículo.

Por lo tanto, tras estos sufridos meses de campaña electoral en los que nos han intentado endosar milongas de todo tipo (y las que quedan…) y en los que nos han tratado una y otra vez de tontos, quizá le apetezca a usted un entretenimiento informativo, elegante y en el que su perspicacia sea recompensada. En ese caso, Cuatro muertos más para el desierto le gustará.


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  1. Comentario de galaico67 (10/01/2016 12:21):

    Comentar un libro sin ojocuidados no es comentar ni ná, …pero, igualmente,agradezco el esfuerzo.
    Eso sí, sin magia y sin dragones, no se yo si venderá mucho…

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