“The Great Depression and the New Deal: a very short introduction” – Eric Rauchway
Razones para hacerse liberal
Como ya sabrán, Estados Unidos es la Meca de los liberales. Especialmente de ciertos liberales patrios, que creen que debemos imitar a los americanos en todo lo posible, ya sea acompañándoles en sus guerras, siguiendo su modelo económico, o copiando su sociedad, siendo uno de los principales argumentos el que “nos salvaron de los nazis”. Porque en su concepción de la Segunda Guerra Mundial, lo que aportó la URSS (un país arrasado y 20 millones de muertos) no cuenta “porque, ya sabes, Stalin”, mientras cada acción de los americanos era decisiva (suponemos que “pese a, ya sabes, Roosevelt”). Pues fíjense ustedes que tras la lectura de este libro, yo estoy por decir: hagámoslo. Imitemos a los americanos. Porque lo que hacían los americanos de aquellos años mola: abandono del patrón oro, intervención masiva de los bancos, ley Glass-Steagall para separación de banca comercial y de inversión (que se mantuvo hasta 1999, hasta que fue abolida por un Clinton al que persiguieron mucho por las felaciones de la becaria, pero las que tendrían que haber investigado son las de la banca), establecimiento de la Seguridad Social, inversión masiva mediante obra pública para crear empleos, subsidios para todo lo imaginable, fijación de precios, derogación de la Ley Seca… ¡yo compro!
(Pero nadie me vende, porque los liberales, compungidos, me explican que América es un país muy variado, que de hecho hay muchas Américas, y que la buena a imitar no es la de 1935 sino la de 1985. O incluso, si lo suyo es muy grave, la de 2005, ejemplo de gestión, buen hacer y prosperidad, a la que lo único que se le puede reprochar es no haber sido lo bastante americana, razón por la que cayó víctima, dos años más tarde, de la envenenada herencia de Clinton -superávit público y cero guerras en marcha-, y que ya habría superado de no ser por Barack Obama. Es decir, que debemos imitar a los USA porque nos salvaron de los nazis, pero no a los USA que nos salvaron de los nazis. Muy complicado todo.)
La palabra importante es “short”
Eric Rauchway es profesor de historia y especialista en la época, y en teoría ha condensado en este librito muy corto (160 páginas) lo esencial sobre la Gran Depresión. Y como introducción está bastante bien, pero la verdad es que se queda uno con ganas de más. Especialmente porque tantas y tantas cosas de la Gran Depresión nos pueden recordar nuestra crisis actual. Pero claro, los relatos de macroeconomía y política monetaria no pueden competir con los de la Segunda Guerra Mundial. Nos sabemos los detalles de la Operación Urano pero nada de la Tennessee Valley Authority. Así nos va.
Así les fue también a los vivieron aquellos años. Alguien nacido en 1896 conoció el mundo de la Belle Epoche, luchó toda la Primera Guerra Mundial, vivió el desenfreno de los locos años 20, y se comió la mayor crisis económica del siglo XX – ¡antes de cumplir los 35 años! ¡Si a esa edad la mitad de los jóvenes españoles ni se han podido emancipar! Siendo hijos de la Segunda, valoramos poco el enorme impacto que tuvo la Primera Guerra Mundial, que destrozó el viejo mundo del siglo XIX. También económicamente: el libre tránsito de bienes, capitales y personas quedó restringido por la guerra, y el Tratado de Versalles no pensó en el futuro económico del mundo. Pero el cambio más importante fue que Estados Unidos pasó de ser deudor de Europa a convertirse en el acreedor del mundo. Algo que no debería ser problema mayor, pero que combinado con su proteccionismo cada vez más fuerte (impulsado por lobbies locales que querían protegerse de unas economías europeas en recuperación) iba a sentar las bases de la Gran Depresión a nivel internacional. “Me tienes que pagar tus deudas en dólares, pero como mis aranceles te impiden ganar esos dólares exportándome bienes, te ofrezco nuevos préstamos para ir pagando tus deudas.” Qué originales, ¿verdad?
Todo fue bien mientras fluyó el crédito, externo pero también interno, con las empresas impulsando el consumo a crédito (especialmente del automóvil). La burbuja que se acumulaba era cada vez mayor, pero todos vivían felices. Afirma Rauchway que, contrariamente a la creencia popular, no había mucha gente jugando en bolsa, aunque casi todo el mundo creyera que su propia prosperidad dependía de Wall Street, lo que explica el mazazo psicológico del Crash del 29.
Pon un Mariano en tu crisis
En 1928 la economía aún va viento en popa y hay elecciones a presidente. El candidato republicano Herbert Hoover se apropia del legado de ocho años de gobiernos republicanos y promete el pleno empleo “abolir la pobreza”. Hoover era famoso y aclamado por su gestión de unas inundaciones en el Sur el año anterior. Gestión que dejó una serie de perlas muy ilustrativas, como permitir a los terratenientes blancos retener a sus trabajadores negros (que querían aprovechar para emigrar al Norte) en campamentos de refugiados, y luego obligar a esos mismos terratenientes a donar dinero a un fondo de reconstrucción “or I’ll send your niggers north starting tonight” (créanselo o no, por entonces los republicanos aún eran el partido de los negros). Fondo de reconstrucción al que le dio una gran publicidad (en plan “mirad que pedazo de Hucha de Pensiones que he reunido, las pensiones están seguras”) pero que luego no gastó, pues consideraba que cualquier tipo de subvención del gobierno federal, incluso para gente que lo ha perdido todo por una inundación, era EL DEMONIO (opinión que no se alejaba mucho del sentir general de la población en aquellos años, todo sea dicho, algo que la Depresión se encargaría de cambiar).
Frente a este favorito del establishment y con cierto gancho para la prensa, el Partido Demócrata presentó a Alfred Smith, gobernador del estado de Nueva York… e irlandés católico, condición por la que le cayó encima de todo. Hoover no entró en la lucha en el barro, pero la prensa conservadora vapuleó a Smith porque con él el país iba a ser gobernado desde el Vaticano, por no ser un verdadero americano y representar todo lo malo de la “ridícula ciudad de Nueva York, llena de extranjeros”, y por querer llenar el país de “juegos de cartas, cocktails, caniches, divorcios, novelas, bailes, teoría de la Evolución, Clarence Darrow, arte nudista, actores, carreras de perro y modernismo.” Y es que para cierta prensa, y estoy seguro que se les ocurrirá algún ejemplo en España, fomentar divorcios no estaría reñido con rendir el país al Papa Pio XI porque lo importante es dar caña. Las elecciones no tuvieron color y ale, que siga la prosperidad.
Sin embargo, a los pocos meses, a Hoover le estalló la crisis en toda la cara con el Crash bursátil. Inmediatamente él y los potentados salieron en trompa a declarar que “los fundamentos de la economía son sanos”, y las grandes empresas se comprometieron a mantener sueldos… pero lo compensaron con menos horas o despidos, y las pymes ni siquiera eso. Estados y ayuntamientos vieron reducidos sus ingresos fiscales mientras sus gastos en asistencia a los necesitados se disparaban; sus impagos empezaron a arrastrar a los bancos, todo ello mientras Hoover no hacía absolutamente nada e incluso se jactaba de lograr un presupuesto equilibrado, creyendo que dejada a su albur la economía se recuperaría sola. Lo más que hizo fue conceder una moratoria de un año a los países europeos en el pago de sus deudas. La cosa, tras el Crack del 29, se convirtió en un lento declinar hacia una recesión cada vez mayor. Tracen ustedes mismos sus paralelismos con otras crisis. Finalmente en 1931 vino el toque de gracia, con la quiebra del banco austriaco Creditanstalt, que fue el Lehman Brothers de la época y arrastró a muchos bancos más. La Reserva Federal subió entonces los tipos de interés para mantener el patrón oro, con el beneplácito de Hoover que afirmó que el oro era “la única garantía eficiente para la seguridad de los contratos y la moralidad de las transacciones económicas”. La subida estranguló a la economía, que se desplomó definitivamente al pozo.
No obstante, y a pesar de un paro del 25% (13 millones de trabajadores parados), Hoover se presentó a la reelección en 1932, sacando casi un 40% del voto popular. La mecánica de las circunscripciones mayoritarias y del voto útil. Lo mencionamos por si alguien se hace muchas ilusiones de cara a un castigo claro al PP en las próximas generales. Pero pese a un porcentaje que en España te podría dejar muy cerca de la mayoría absoluta, Hoover perdió, y accedió a la presidencia Franklin Delano Roosevelt, un radical, podemita y antiamericano, mezcla a partes iguales de Pablo Echenique (la polio le postró en silla de ruedas), Íñigo Errejón (era de familia rica, ¡un traidor a su clase que ayudó a los pobres dándoles derechos en vez de limosna!) y Pablo Iglesias (un ego que según sus coetáneos no cabía en la Casa Blanca, cierta tendencia al cesarismo carismático, y tertuliano en el medio masivo de comunicación de la época, la radio, desde donde aleccionaba a las masas con su mezcla de acento elitista y vocabulario popular).
Salvando el capitalismo
Como se pueden imaginar, Roosevelt tiró de la “herencia recibida” durante todo el tiempo que pudo (básicamente, hasta que pudo tirar de “Hirohito es el nuevo Hitler”), pero al contrario que otros dio algunos golpes de efecto nada más llegar. A los dos días, su gobierno intervino el sistema bancario (usando unas leyes para tiempos de guerra) y relajó el patrón oro, y aunque algunos bancos quebraron los demás salieron bastante reforzados. Como dijo un asistente suyo, “salvamos al capitalismo en ocho días”. Posteriormente, claro, no todo fue tan rodado, en parte por las contradicciones internas: por una lado, subvenciones a granjeros para que no cultivaran y así reducir el exceso de oferta, por otro creación de empleo público cultivando tierras. Pero en general, la administración Roosevelt demostró ser muy rápida en quitar cosas que no funcionaban y afianzar las que si lo hacían. Empezando por el nombre de toda la cosa, “New Deal”, una expresión que Roosevelt había usado de pasada durante el discurso de nominación pero que la prensa repitió con entusiasmo, así que se apropió de ella, pese al ligero tufillo tahúr que pudiera tener (uno de sus significados es “nuevo reparto durante una partida de cartas”).
A pesar de haber pasado a la historia como un presidente muy intervencionista, Roosevelt nunca puso en duda el capitalismo, pero siempre con controles. Por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial, siendo secretario adjunto de la Marina, ante la duda de si había que montar astilleros públicos para acorazar barcos o subcontratar a empresas privadas, él propuso subcontratar – y al mismo tiempo montar un pequeño astillero público para tener a funcionarios que conociesen lo suficiente el proceso y la estructura de costes como para poder subcontratar eficientemente, y también como amenaza a las empresas privadas. La misma filosofía impulsó la creación de la Autoridad del Valle de Tennessee, que encauzó el rio mediante obras y presas a lo largo de siete estados y produjo y vendió energía eléctrica (a sitios donde no había llegado antes y a mitad de precio) y fertilizantes para la zona. Sin nacionalizar a las empresas privadas, pero mostrando que al gobierno no le iba a temblar la mano por entrar en su negociado si abusaban de sus clientes.
Estas y otras acciones de salvamento vinieron acompañadas de una verdadera sopa de letras de agencias, empresas públicas, programas y comisiones que empezaron a regular más y más detalles de la vida de los ciudadanos americanos, aunque Roosevelt siempre tuvo cuidado de no parecer demasiado “socialista”. Eso incluía mantener la segregación racial en los programas federales, pues los votantes blancos del Sur seguían siendo parte fundamental del bloque de votantes demócratas. El New Deal también metió los dedos en la cultura, con programas destinados a retratar a los estadounidenses de la época y acercar la alta cultura a la gente común, todo ello provocando una creciente histeria anticomunista entre los republicanos (un congresista llegó a preguntarle a una funcionaria si era comunista ese tal Christopher Marlowe cuyas obras representaban).
Bolchevismo made in USA
Probablemente la pieza más importante a largo plazo de todas las reformas de Roosevelt fue la Seguridad Social. Como nenazas eurosocialistas que somos, la cosa nos parece que no pasa de parche: era realmente un seguro por y para trabajadores fijos que se pagaba exclusivamente con contribuciones. Además, no era universal, excluyendo a muchos trabajadores del campo y del hogar (fundamentalmente negros), y Roosevelt se negó a que recibiese un céntimo de subvenciones del gobierno federal. Aún así, a los empresarios les sentó como si les obligasen a tatuarse la hoz y el martillo en la frente, cabreados como estaban ya con el empoderamiento de los trabajadores, como le escribió un ejecutivo de Du Pont a otro, tras ver como cinco negros se negaban a aceptar trabajos alegando que eran mejores los del gobierno federal: “[debería aparecer una organización] para educar a la gente en el valor de animar a la gente a trabajar; animarles a enriquecerse.” El resultado fue la American Liberty League, fundación “apolítica” cuya principal misión fue impedir por todos los medios la reelección de Roosevelt, uno de cuyos ayudantes la comparó al celofán porque “primero, es un producto de Du Pont, y segundo, es totalmente transparente.”
Los conservadores opuestos a Roosevelt recibieron inicialmente un decidido apoyo del Tribunal Supremo, que torpedeó varias leyes del New Deal alegando que eran inconstitucionales (y que llevó a Roosevelt a intentar “matar a Montesquieu”, solo que a él no le salió tan bien como a otros). Tanto se entusiasmaron los republicanos, de hecho, que cuando el Tribunal declaró inconstitucionales los salarios mínimos para las mujeres, no pudieron distanciarse claramente. Así llegaron las elecciones de 1936, y aunque el paro seguía siendo alto, la economía se estaba recuperando claramente, y Roosevelt, por educación y extracción el niño mimado de una familia rica y aristocrática, se había perfilado como el presidente del hombre común, logrando inmensos apoyos entre las clases medias y bajas, y ganando en todos los estados salvo Maine y Vermont (paradojas de la vida, hoy esos estados son tan progres que el próximo presidente republicano es capaz de cambiárnoslos a los europeos por Polonia y los estados bálticos) con un discurso que hoy sería impensable en un partido mayoritario; vamos, que lo hacen Pablemos o Varoufakis y están una semana crucificándoles por frentistas y sectarios en los mismos medios que nos dicen lo bueno que era Roosevelt por rescatar a su país de la Gran Depresión. Pero claro, ¿cuántas veces ha salvado Pablemos al capitalismo?
“[Declaramos la guerra a] los privilegiados príncipes de estas nuevas dinastías económicas. Estos monárquicos económicos afirman que queremos derribar las instituciones de América. Por lo que realmente protestan es porque queremos quitarles el poder. Nuestra lealtad a las instituciones de América requiere que derribemos ese poder. […] Hemos tenido que luchar contra los enemigos de la paz: monopolios de negocios y financieros, especulación, banca sin escrúpulos, antagonismo de clase, seccionalismo, beneficiarios de guerra. Ellos habían empezado a considerar el gobierno de los Estados Unidos como un mero apéndice de sus propios negocios. Ahora sabemos que el gobierno del dinero organizado es tan peligroso como el gobierno del crimen organizado. Nunca antes en la historia han estado estas fuerzas tan unidas contra un candidato como lo están hoy. Son unánimes en su odio hacia mi – y yo doy la bienvenida a su odio. Me gustaría decir de mi primera administración que las fuerzas del egoísmo y el deseo de poder encontraron su rival. Me gustaría que dijeran de mi segunda administración que en ella esas fuerzas encontraron su derrota.”
El tropiezo de 1937
Esta segunda victoria despejaba ya el camino a una hegemonía del partido demócrata, que iba a poner al presidente durante 36 años (con el interregno de Eisenhower, pero claro, “Ike” había ganado una Guerra Mundial él solito), y que solo la Estrategia Sureña iba a romper. Pero en 1937 aquello parecía imposible, pues la economía volvió a caer en la recesión. Una recesión que incluso hoy nos daría yuyu (el paro pasó del 14% al 19%, y la producción industrial se redujo un tercio), pero que comparado con lo ocurrido ocho años antes se antojó poca cosa, y de hecho en 1938 la economía ya se recuperaba, aunque el nivel de empleo de 1929 no se alcanzaría hasta 1943.
Esta mini-recesión ha sido utilizada tanto para justificar como para denigrar al New Deal: sus defensores la explican como consecuencia del recorte de dos programas clave, el Works Progress Administration y la Public Works Administration, mientras sus detractores dicen que tan bueno no debió ser el New Deal si los Estados Unidos tardaron tanto en recuperarse y encima tuvieron una recesión más. Pero obviamente la gente de la época lo tenía bastante claro, y de hecho el ver a tantos trabajadores perder su empleo y su prosperidad por culpa de una crisis económica llevó a un importante cambio de mentalidad en la sociedad estadounidense: que los desamparados no siempre “tenían la culpa”, y que la comunidad tenía la obligación de ayudarles, porque cualquier día le podía tocar a uno mismo. En 1940 Roosevelt pudo presentarse y ganar un inaudito tercer mandato, y en los años finales de la Segunda Guerra Mundial se propuso crear una Carta de Derechos para los estadounidenses que incluyese el derecho a un trabajo digno, a una sanidad eficiente, a poder comprar y consumir en mercados abiertos… en fin, una hemorragia cerebral lo mandó todo al traste. Le queda el mérito de haber inventado el keynesianismo antes de Keynes (quien publicó su “Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero” en 1936, cuando el New Deal llevaba ya tres años en marcha); el orden económico internacional de la posguerra, decidido en Bretton Woods, también le debe bastante al New Deal.
Rauchway escribe en 2008, así que no hay referencias a la crisis actual. Bueno, en realidad no hay referencias a mucho más, fíjense que en todo el libro no hay ni una referencia a Hitler, todo es local a Estados Unidos. Es lo que tiene ser una “breve” introducción al tema. Rauchway en todo caso ha publicado un libro más detallado sobre el tema, y parece que ya se pondrá más político y hablará principalmente de política monetaria, en vez de liarnos en la sopa de letras de los diversos programas del New Deal (la SEC, la PWA, la WPA, la AAA, la CCC y un porrón más).
¿Qué nos importa todo esto a nosotros?
Roosevelt es considerado por los americanos como uno de sus más grandes presidentes, y desde luego el más influyente del siglo XX. Tal vez el obituario que le dedicó el New York Times
Dentro de cien años los hombres se pondrán de rodillas para agradecerle a Dios que Franklin Delano Roosevelt estuvo en la Casa Blanca.
sea excesivo, pero a la vista de cómo se ha ido destruyendo su legado desde los setenta y muy especialmente desde los años de Reagan, y de cómo vamos todos de cabeza de vuelta al siglo XIX porque “no hay alternativa” al modelo económico, ciertamente hay que agradecerle que nos legara un ejemplo de que las cosas, efectivamente, pueden cambiar, y mucho. Que hay alternativas. Que sí se puede, vamos. Y además aún quedan treinta años para que se cumpla el siglo desde su muerte. Tiempo de sobra para que las cosas se tuerzan lo suficiente y los españoles voten a un presidente tertuliano con silla de ruedas y todo.
Compartir:
Tweet
Comentario de Latro (09/11/2015 11:01):
Hombre, lo de adelantarse al keynesianismo… el New Deal en parte tiene sus influencias del pensamienot keynesiano en si, otra cosa es que Keynes escribiese la biblia del asunto luego :P
Por cierto que cuando estaba leyendo la historia de Fordlandia (si, soy un pesado), salia esto de la Tennesse Valley Authority. Resulta que el plan original era de Ford, pero se le opusieron políticamente por nada, bagatelas como que quizas el desarrollo y la asistencia a toda una comunidad atrasada y rural como era ese valle era un trabajo para el gobierno y no cosa de darle la soberania a la Ford y que hiciese lo que le saliese del moño. Ford se quedó con esa espina clavada y bueno, muchas otras, porque al final gran parte de sus ideas nunca llegaron a darse, pero de ahi le venia una de las muchas razones para despotricar de Roosevelt y el New Deal.
Comentario de Trompeta (09/11/2015 12:21):
“El Pablo Iglesias de los presidentes de Estados Unidos salva al capitalismo” pone en la página principal de LPD.
Amos no me jodas, el articulo se puede leer y tal pero comparar a Franklin Delano Roosevelt según el aticulo “un radical, podemita y antiamericano, mezcla a partes iguales de Pablo Echenique (la polio le postró en silla de ruedas), Íñigo Errejón (era de familia rica, ¡un traidor a su clase que ayudó a los pobres dándoles derechos en vez de limosna!) y Pablo Iglesias (un ego que según sus coetáneos no cabía en la Casa Blanca, cierta tendencia al cesarismo carismático, y tertuliano en el medio masivo de comunicación de la época, la radio, desde donde aleccionaba a las masas con su mezcla de acento elitista y vocabulario popular).” ya me parece mucho, mucho , muchoooooo.
Si quiere el autor que votemos a Pablemos, a mi me esta ayudando tanto como las parid… las declaraciones de Beatriz Gimeno, nada.
Comentario de emigrante (09/11/2015 13:15):
“mezcla a partes iguales de Pablo Echenique (…), Íñigo Errejón (…) y Pablo Iglesias”
Y de Monedero heredó las gafas, no?
A mí lo que más me sorprende de toda esta historia es el cambio de roles entre el partido demócrata y el republicano. El siglo empezó con el anterior Roosevelt (Tedy), republicano y al mismo tiempo una especie de Pablo Iglesias con espuelas, para terminar con Reagan y los Bush.
Comentario de Trompeta (09/11/2015 13:51):
Por cierto que Pablemos en u linea, Don Carlos Jenal http://politica.elpais.com/politica/2015/11/08/actualidad/1446986666_693665.html
Ya no convencen ni a los que tenian convencidos, por malos que vaya Betty Gimeno a sodomizarlos…
Comentario de Miki (09/11/2015 19:51):
Si se le ha quedado corto y sin referencias a Hitler, tranquilo, Rauchway acaba de sacar (ni un mes escaso hace) un libro que va más allá del período que cubre el que aquí reseña. Ale, a currar, que el pueblo quiere saber qué tal está.
Comentario de Carlos Jenal (11/11/2015 16:33):
@Miki Si se refiere a “The Money Makers”, hay un enlace en el antepenúltimo párrafo. Le tengo ganas, no crea, pero cobrar 14.54$ en Kindle por 16.94$ en tapa dura… esto si que es un patrón oro.
Pido perdón a todos los que vinieron buscando periodismo independiente y se encontraron… pues periodismo independiente, joder. No es que Roosevelt fuese podemita, claro, pero su victoria y su programa le sentaron a la sociedad americana de la época de manera muy similar a como le sentaría a gran parte de la española una victoria de Podemos (en la que, sinceramente, no creo por ahora): creían que habían llegado los soviets.
Comentario de Trompeta (11/11/2015 17:49):
@6 ¿Debemos entender lo de “periodismo indepedendiente” en plan Escolar Jr?
No, supongo que no,pues entonces le ha faltaría al articulo el tufo hembrista de los sicarios del NWO que escriben en la web de humor de Mini-Escolar.
Vamos , referencias ad nauseam de la Sra Roosevelt en plan mujer emponderada, que era la que lo hacía todo, mientras el falocrata de Teddy se iba de juerga.
Comentario de Latro (11/11/2015 18:18):
Trompeta, ¿se ha planteado alguna vez, digo yo, dejar de dar el coñazo?
Porque dar la plasta asi, con un monotema, ya se hable de Cataluña, Roosevelt, los marcianos o la paella de caracoles, asi, sin cobrar, es como que demasiado ya.
Comentario de Latro (11/11/2015 18:22):
Al tema, Don Carlos, por mi, todo bien. Yo entiendo las referencias como lo que son, parte coña, parte estilo de la casa (aqui TODO es ESPAÑA :P) y parte lo que indica. No se yo, porque Podemos unos dias parece querer resucitar al Ché y otros parece que Iglesias se cortará la coleta para buscar el voto del centro(-derecha), pero si que esa mania de que todo lo que no sea escuela austríaca o de Chicago es COMUNISMO que viene a acabar con todo y el camino a la servidumbre y bla bla bla … pues ya se ve, siempre tiene que salir alguien a salvar al capitalismo y, por encima, recibir palos de los talibanes correspondientes.
Comentario de antonio (11/11/2015 18:32):
6.C.Jenal
‘‘Creían que habían llegado los soviets”.
En realidad los soviets si ya habían llegado. Recuerde y no olvide, que tanto el New Deal yanqui como los Estados Sociales europeos fueron el pacto social entre élites y los sindicatos y partidos socialistas de la mayoría social .Ese pacto, resumido, era: vosotros os olvidáis de revoluciones y nosotros no nos llevamos todos los beneficios.
Podemos, o cualquier otro partido de izquierdas, en mi opinión, va a necesitar algún nuevo tipo de soviet detrás,para alcanzar el poder primero, y después de eso, aplicar la cuarta parte de los programas de los Roosvelt, W. Brandt, O.Palme, Bruno Kreisky, etc…
Comentario de Trompeta (11/11/2015 18:37):
@ 8 Latro, relaja, tomate un poco de medicina para la tensión.
http://orig00.deviantart.net/53c0/f/2010/177/9/6/critic_and_mr__alcohol_by_ljphil.jpg
Respondiendo a tu pregunta, pues va a ser que no.
Hembrismo & separatismo delenda est !
3:)
Comentario de bacteria (11/11/2015 23:35):
Joder, NWO, hembrismo, podemitas, separatismo…, esta mierda me suena, el Trompeta éste es uno de los tarados que se ha escapado del estercolero/manicomio del foro burbuja.info. Yo le banearía sin contemplaciones, pero sabiendo de la bonhomía (y el aguante) de los encargados de esta Santa Casa, no va a ser, así que ignórenle por favor, a ver si se cansa.
Comentario de Caliban (12/11/2015 07:57):
Mejor te la tomas tú, bufoncillo amargado y misógino. Tus poluciones mentales no interesan lo más mínimo a nadie por estos lares.
Comentario de Trompeta (12/11/2015 09:30):
@ 12 http://cdn.memegenerator.es/imagenes/memes/full/2/75/2756168.jpg
Comentario de Lluís (12/11/2015 10:50):
#10
La idea era que los de Podemos y demás eran el soviet y la cheka. Por lo pronto, todavía hay diferencias, la CUP es Corea del Norte y Podemos únicamente es Venezuela.
Pero ese es el discurso que necesita el PSOE. Para que la gente de centro, incluso la gente de centroderecha les vote para evitarse males peores. Que lo que necesita el PSOE y necesita el país sea compatible, ya es harina de otro costal.
#11, #13
Oiga, ¿qué la ha pasado? ¿Su pareja se ha largado con un separatista y cuando ha intentado aplicar su propia versión del 155 le han obsequiado con una orden de alejamiento?
Comentario de antonio (12/11/2015 15:35):
14.-
‘La idea era que los de Podemos y demás eran el soviet y la cheka’. Dice bien, Podemos ‘era’, en pasado, exactamente hace sólo 3/4 años. Algunos medios de La Caverna reaccionaria los denominaban soviéticos, cierto. Pero con sólo un mínimo repaso a sus proclamas de entonces (nacionalizaciones, renta universal, etc.) se ve lo que queda hoy:la enésima, pero esta vez si util y redistributiva, reforma fiscal ,… que desparecerá del programa en cuanto alcancen La Moncloa. Podemos, necesarios (acumulación de fuerzas hacia la izquierda), pero insuficientes.
Comentario de Trompeta (12/11/2015 17:51):
@14 Para nada, vaya idea más rara que se saca usted de la manga. :O .
Yo es que los fanatismos me dan mucha grima, ¿sabe?.
@ 15
Ese es el problema, hace un tiempo yo hubiese votado a Podemos, pero empezaron las listas plancha, el “fichaje de la Kalesí cañi-ñiiiiií” Tania, Beatriz Gimeno, el núcleo irradiador, etc… y pasas de votarlos a desear que se disuelvan porque empiezan a hacer buenos a Don Tancredo y Ken.
Vamos que relacioandolos con el articulo, de Roosevelt como mucho tendran la soberbía que dicen que tenía el estadista USA, pero el talento ni de coña.
Comentario de Pfutro. (12/11/2015 19:08):
@ 16
Señor Trompeta:
Las comparaciones son odiosas. Ningún partido se puede comparar al PP. Con sus casos de corrupción. Con sus recortes de derechos. Con su vuelta al siglo XIX. Con sus promesas incumplidas. Con la simpatía de sus dirigentes. Con sus mentiras, etc. Nadie, excepto quizás CiU, bueno CDC, o como quieran llamarse ahora. Este es el único partido que puede hablar de tú a tú en este sentido al PP. Hay otros partidos corruptos, pero que no llegan a la suela del zapato del señor Rajoy. Nadie como él. Bueno, quizás el señor Mas. Y la gente les seguirá votando! Así nos va!
Podemos le podrá caer antipático, pero de ahí a compararlo con el PP hay un abismo (el de Helm).
De todas formas en Españistain cada presidente del gobierno hace bueno a su predecesor. Miedo me da el que substituya a Rajoy. Y por las encuestas que hay no parece que el señor Iglesias sea el próximo Presidente del Gobierno. Al menos en la próxima legislatura.
Have a nice day.
https://es.wikipedia.org/wiki/Abismo_de_Helm
Comentario de Latro (13/11/2015 12:49):
La verdad es que cuando hemos llegado al punto que el candidato de IU, los que se supone que eran los comunistas alguna vez, le regala a Rajoy el libro de Keynes (con lo que en el Latrometro particular lo que pierde en seguir la puta moda de los regalitos lo gana por el libro)…
A mi me parece genial, porque estoy de acuerdo, claro, pero esta era la gente que, en teoria, deberia despotricar del keynesianismo como un parche que evita que el proletariado se levante a romper sus cadenas o algo asi…
Comentario de antonio (13/11/2015 18:02):
Keynes no tiene porque estar mal. Una socialdemocracia avanzada, tampoco.El problema es determinar cuanta parte del pastel económico (PIB anual) se deja en manos privadas. Puede que teniendo en sus manos el 20 % ya fuese una porción peligrosa y no apta para consumo humano. Poseyendo sólo el 50/60 % del Pib desde mediados del siglo pasado, en los ochenta seguian detentando el poder suficente para, via sobres al 3 % a politicos corruptos de un estado no soberano, adquirir(devorar) a precio de saldo los bienes públicos europeos: empresas eficientes, y el estado del bienestar: sanidad, educación, lo que sea. Renzi en Italia, p.ej, ya vende islas estatales…