San Andrés
Siempre que hay que hablar sobre Túnez, Libia o Ucrania en LPD, me llaman. Soy el especialista en países en los que puede que haya estado, o puede que no. Es un poco duro exhibir tal grado de especialización periodística en temas variopintos, pero qué quieren que le haga; ¿cómo voy a resistirme al pastizal que paga LPD en visibilidad?
Así que cuando fui a ver al cine San Andrés y vi que la cosa iba de terremotos, inmediatamente pensé: “ya estamos otra vez”. Porque tuve claro desde el principio que me iba a tocar a mí hacer la crítica. ¿Acaso el motivo es que San Andrés sea un bodrioculón con todas las letras, una de esas películas tan malas como divertidas que, por razones que no vienen al caso, voy a ver a menudo? Pues en parte sí.
Pero, por otro lado, en 1960 se produjo en Chile un terremoto de 9.5 puntos en la escala Richter, el más intenso jamás registrado. El epicentro del terremoto tuvo lugar en Valdivia, una apacible ciudad del sur de Chile bañada por el río del mismo nombre (se llama Calle-Calle al llegar a la ciudad, allí confluye con otro y pasa a llamarse Valdivia). El terremoto, que duró varios minutos, fue tan salvaje que la tierra se movía en olas, como si fuese agua, destruyó casi todas las casas de la ciudad y cambió el curso del río (que no es un río “español”, un riachuelo prácticamente seco, sino un pedazo de río, mucho más grande que cualquiera de los que surcan la península ibérica), que pasó a fluir a varios kilómetros de distancia del cauce original y dejó en el camino decenas de lagos. Murieron miles de personas.
Y yo estuve allí.
Y con eso quiero decir que estuve en Valdivia apenas 55 años después de que sucediesen los hechos que acabo de narrar. Además, durante mi periplo chileno, también tuve ocasión de vivir varios terremotos en el norte de Chile, uno de ellos de 8.2 grados Richter, lo que me convierte en uno de los cientos de millones de personas vivas que han experimentado algo semejante.
Podría contarles mucho más sobre terremotos, pero casi mejor hablemos de la película. El título hace referencia a la falla de San Andrés, que recorre la costa oeste de EEUU, punto de unión de dos placas tectónicas gigantescas, una de las zonas con mayor actividad sísmica del mundo. ¿Recuerdan el plan de Lex Luthor en Superman I para provocar el hundimiento del oeste de California y la aparición de una nueva línea de costa de terrenos hasta entonces desprovistos de valor que el propio Luthor, en un homenaje al emprendedor español, habría comprado para edificar chalets? Pues eso.
Desgraciadamente, el argumento de la película es más convencional. Les diría que voy a poner espoilers, pero total… Como si hubiera alguno que no se viera venir. Tanto, que cabría decir que es todo una sarta de tópicos, pero ojo: funcionan bien, el asunto entretiene. Tenemos a un cachas del servicio de emergencias de los bomberos de Los Ángeles. Un hombre dedicado a su trabajo, pero cuya vida personal se derrumba; nunca superó la muerte (ahogada) de una de sus hijas. Su mujer no puede soportar tanta introspección y le deja por otro, un arquitecto forrado. Su preciosa hija quiere mucho a su padre, pero claro, por otra parte el padrastro está forrado y le lleva en su jet a San Francisco.
Es una historia que no habíamos oído nunca, pero esperen, aguanten la respiración: la película servirá para que el bombero se encuentre a sí mismo y sea capaz de perdonarse, por fin, por la muerte de su hija, recuperando a su familia en el proceso. Y como todo ello sucede en un trasfondo de espectaculares y terroríficas catástrofes, de terremotos destruyendo calles y edificios como si estuvieran hechos por un contratista español en Lorca, pues la cosa está entretenida.
La película empieza con una secuencia que es toda una declaración de intenciones: el ridículo es sólo un punto de vista. Una despreocupada adolescente americana va en su coche por una carretera de montaña. Conforme ve que otros coches aparecen en sentido contrario, hace el tipo de cosas que se supone que no es prudente hacer: mirar su móvil, girarse para echar un trago a un refresco, … Pero no le pasa nada. ¡El modo de vida americano!
Hasta que hay un desprendimiento de la montaña, la chica se pone nerviosa, gira repentinamente y se cae por el acantilado. Da no menos de veinte vueltas de campana, cae unos cien metros, y al final el coche se queda colgado al borde del abismo. ¿Ella? Realísticamente, no tiene ni un rasguño. Bueno, tose un poco porque ha tragado algo de polvo, la pobre.
Nuestro héroe, al mando de un helicóptero, va al rescate. El problema es que el coche está ubicado en un desfiladero angosto. Así que maniobra con el helicóptero haciendo eses y esquivando por milímetros las rocas (que es algo que seguro que explican en primer curso en la escuela de salvamento). Se desliza hasta donde está la chica con el coche. Ella quiere salir, pero él dice que mejor no, que arrastrarán al coche y a ella dentro. ¿Por qué razón? Pues no sé, igual en el desguace le dan algo. El caso es que para lograrlo pone en peligro a toda la tripulación, está a punto de estrellarse varias veces y al final, total, el coche cae igualmente al abismo, aunque logran coger a la chica en el último momento (que, suponiendo que hubiera caído, y dados los antecedentes, lo mismo salía del coche en llamas por su propio pie, en plan Juego de Tronos).
Luego nuestro héroe tiene que irse a salvar vidas a Nevada, donde un terremoto se ha llevado por delante la presa Hoover, construida por el presidente del mismo nombre en un desesperado intento por crear empleo durante la Gran Depresión (luego llegó Roosevelt y se llevó todo el mérito con su New Deal). Espectaculares imágenes de la presa resquebrajándose. Pero en esto que, cuando va de camino, recibe una llamada. ¡Su exmujer está en peligro, hay una serie de terremotos terroríficos en Los Ángeles! De manera que el bombero, sin encomendarse a nadie, da media vuelta con su helicóptero (que no es suyo, conviene recordar, sino propiedad de una agencia pública del Gobierno. ¡Malditos burócratas!) y se va hacia allí.
Yo siempre había pensado que los helicópteros son muy potentes, pero muy vulnerables. A la que tocas las aspas, o el combustible, o cualquier cosa, no tarda en estrellarse, o directamente estalla en el aire. Todos los videojuegos y películas al uso te explican lo mismo. Pero este helicóptero para mí que es de adamantium, o algo. Hay que ver cómo resiste todo tipo de escombros que le golpean por todos lados. Desde El Trueno Azul que no veíamos nada semejante. El bombero salva a su exmujer y luego se va en helicóptero a San Francisco para hacer lo propio con su hija, a la que su malvado padrastro, en un sorprendente giro dramático de la historia, ha dejado tirada a las primeras de cambio.
Por desgracia, estos terremotos sólo son el principio. Van a producirse terremotos de intensidad 9 y pico a lo largo de toda la falla de San Andrés. ¡Menos mal que un grupo de científicos a los que nadie hacía caso (¡son científicos!) han descubierto un sistema para pronosticar terremotos que les permite avisar a los demás de lo que va a ocurrir! Lo gracioso es que da la sensación de que ni siquiera los productores de la película les hacen caso, porque su parte de la historia aparece más recortada que un plan de la Troika para un país del sur de Europa y básicamente su papel en la historia es… pues no lo sé, la verdad. Poner algún pretexto científico de prestigio en la película para llenar minutos (tampoco muchos), que los planos de desastres causados por terremotos, si están bien hechos, son muy caros.
La hija, que es muy lista, se defiende como puede de tanto terremoto, con la ayuda de dos simpáticos espontáneos británicos (qué hacen ahí no lo sé, igual es una coproducción). Pero la cosa se pone peor, y peor, y peor, sobre todo cuando un tsunami gigantesco (incluso mayor que el que viví en Chile; sí, también viví un tsunami) arrasa la bahía de San Francisco y arrambla con todo lo que quedaba más o menos en pie. ¡Menos mal que nuestro héroe y su exmujer disponen ahora de una LANCHA que se lanza contra el tsunami, lo escala y lo supera exitosamente, llegando a tiempo al “otro lado”!
Cómodamente, recorren con la lancha todas las calles de San Francisco, hasta que encuentran a su hija, que está a punto de ahogarse en el interior de un edificio. Nuestro héroe intenta salvarla, pero no puede. Menos mal que su exmujer, que esperaba fuera con la lancha, decide lanzarse contra el edificio, lo atraviesa, aparca dentro, recoge a su hija y todos salen cómodamente instalados en la lancha. Pero la hija ha tragado mucha agua y se ha ahogado, tal vez sin remisión (como su otra hija… ¡qué paradoja! O ¡qué coincidencia!). Nuestro héroe se pone a hacerle la reaminación cardiorespiratoria, desesperado… ¿llegará a tiempo?
Pues claro. Pantallita final mítica con todos los personajes mirando cómo comienza la reconstrucción. Como si a alguien se le hubiera escapado ese matiz optimista, el padre lo verbaliza: “ahora, a reconstruir”. ¡Esto es AMÉRICA!
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Comentario de alfonsotwr (08/07/2015 13:15):
Solo echo en falta de un cameo de Jaws para que la película lo hubiera petado del todo.
Comentario de Superpato (08/07/2015 15:32):
Detecto en este texto una humillación a las victimas del terremoto de Lorca que le inhabilita a usted para cualquier cargo público en el futuro.
Ahora que lo pienso, pagaría porque le nombraran cualquier cosa solo por presenciar el espectáculo de un ejército de gente de orden rebuscando en todos sus artículos en LPD. Y, ya puestos, no me quiero ni imaginar los estragos que podría causar en esas mentes blancas e inocentes si tuvieran que analizar “Me tenéis contento” si el agraciado fuera Álvaro.
Respecto a la película, pues echo de menos que el putohelicóptero en su misión de rescate tenga que enfrentarse a un grupo de tibutones mutantes voladores, pero no se puede tener todo.
Comentario de ieau (08/07/2015 15:59):
Superpato, a nivel autonómico, con una publicación en la que dijera “Vixca Valencia” y “no mos fareu catalans”, quedaría rehabilitado al momento sin importancia de las animaladas que hubiera dicho con anterioridad. Mano de santo, ya le digo: daría igual que hubiera sido, v.g., militante del frap.
Comentario de Superpato (08/07/2015 16:14):
No olvidemos que es aragonés, seguro que en algún momento se habrá manifestado contra el trasvase del Ebro.
Comentario de Rafa (08/07/2015 16:21):
Ha sido leer este artículo y acordarme de ustedes
http://www.diariodesevilla.es/article/andalucia/2067808/torres/hurtado/las/mujeres/cuanto/mas/desnudas/mas/elegantes/y/los/hombres/cuanto/mas/vestidos.html
Comentario de Guillermo López García (08/07/2015 16:30):
No se preocupe, Superpato: el día anterior a mi toma de posesión del cargo lanzaríamos un nuevo diseño de LPD, y con él perderíamos -como es tradición- entre el 20% y el 50% de nuestros contenidos. Con eso ya estaría arreglado el problema en su mayor parte, y si no es así acuso a quien me acuse de complacencia con el terrorismo y abandono de las víctimas, y a otra cosa
Comentario de ieau (08/07/2015 17:22):
Aragonés por ius sanguini y por ius soli, pero si uno es de donde pace, el insigne churro don Guillermo lleva paciendo por la terreta buena parte de su vida…
Comentario de Trompeta (08/07/2015 18:04):
Joder, con el titulo de San Andres, pensé que a D. Boix le había dado un patatus y estaban con la necrológica…
Comentario de E. Martín (10/07/2015 20:54):
A mi es que me pareció aburrida a más no poder. Es la primera película que ma hace decir “bufs, demasiada infografía” que esos exteriores de la lancha por la ciudad parecían un juego que acaba de salir y que tienes que poner todos los parámetros al mínimo porque la tarjeta gráfica no llega.