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Vacío: el letizio definitivo

Está el PP muy ajetreado, avisando de los riesgos que correrá España si la gente vota bolivariano y no apoya la estabilidad, el rigor, la solvencia, que sólo pueden garantizar el PP (y a la vista están los magníficos resultados de su gestión y el nivelazo del discurso público que despliegan). Por otro lado, Pablemos está muy sonriente y feliz, diciendo que quiere pillarse todos los votos que haya a la izquierda del PSOE para ser presidente del Gobierno y cambiarlo TODO (bueno, todo menos la Monarquía, las instituciones financieras, el entramado empresarial, los chiringuitos de las familias predominantes desde 1815, el auxilio espiritual de la Iglesia y un largo etc) mediante la aplicación de su programa, aunque ahora mismo su programa no sabemos muy bien cuál es. Sólo sabemos, y de esto no cabe la menor duda, que no será bolivariano.

En medio, está Snchz. Guapemos. O, como hemos pensado Álvaro Corazón Rural y yo que es oportuno denominarle en las presentes circunstancias, Vacío.

ESPAÑA

Lo normal, en procesos de polarización política como el actual, es que Vacío lo pasara bastante mal. Pero aquí no tiene por qué pasar esto. En primer lugar, porque el PP está muy, muy, muy tocado, y no parece que el rajoyismo y sus “estremecedores cambios” en el partido (ninguno, por ahora, en el Gobierno) vayan a insuflar ilusión y renovadas esperanzas en la gente. Con el fin de comunicar con los más íntimos anhelos y esperanzas de los españoles, han puesto a uno que es joven y sale en la tele; el problema es que cuando comenzó a salir en la tele dijo que la gente está ahí preocupada con las fosas comunes de nosequién que fue asesinado en nosequé guerra, jijijaja [1]. Y, desde entonces, sus declaraciones han ido en la misma línea. El PP ha quitado a un señor de mediana edad que daba grima y ha puesto a otro más joven que da, si cabe, más grima.

Por otro lado, Pablemos ha perdido parte del entusiasmo inicial del votante más radikal -que quiere que no se privaticen los servicios públicos para regalárselos a hijos de Aznar, y eso- con esa estrategia de acercarse al centro y regalarle DVDs de Juego de Tronos al Preparado. El bombardeo mediático sobre concejales que se carcajean del Holocausto día sí, día también, no ayuda a consolidar el voto protesta menos ideologizado o meditado, ni a ampliarse a otros votantes de diversas procedencias.

Mientras tanto, Vacío está ahí, en medio, sin hacer nada. Lleva meses haciendo un Rajoy, consolidando su poder en el PSOE. Ha logrado ser candidato sin primarias ni oposición. El PSOE ha sacado un resultado horrible en las recientes elecciones autonómicas y municipales, pero a base de pactar con unos y otros ha recuperado un montón de poder territorial. Y, con ello, el PSOE ha dado la imagen de que se está recuperando; sobre todo, por contraste con el PP.

Vacío es el candidato de los letizios, una vez ha quedado claro que Ciudadanos se desinfla a velocidad alarmante, conforme consolida a los gobiernos regionales más corruptos e impresentables de España en pro de la gobernabilidad. Los letizios buscan, ante todo y por encima de todo, agradar al poder, a los que mandan, a ver si así cae algo. Los letizios son como el esclavo que sostenía la corona de laurel del César, pero en vez de decir “recuerda, César, que eres mortal”, susurran “recuerda, César, que eres cojonudo y quiero un cargo”.

Y entonces, ¿por qué los letizios no llevan años aporreando las puertas del PP? No crean que no lo harían, si pudieran (y, por supuesto, hay letizios en el PP, como debe ser). Pero el problema es que el rajoyismo, la derecha española, estéticamente, son duros de tragar para un buen letizio y su imagen de modernidad. A Letizia no le cae bien Rajoy, que si a estas alturas no sabe que existe un programa de TV llamado El Intermedio donde le critican, ya me dirán lo que le podrá comentar a Letizia sobre los absurdos grupos indie que se supone que le gustan.

Por esas razones, los letizios han ido peregrinando en torno a la órbita del “casi PP”, en sus diversas manifestaciones. Dirigentes que puedan defender lo de siempre, y a los de siempre, pero sin tanto descaro (al menos, antes de tomar posesión). Y para eso, Vacío es perfecto; para Letizia (¡son amigos!) y para los letizios. Porque Vacío no es que vaya a decir, siempre y en todo momento, lo que agrade a Letizia y los de su ralea. ¡Con Vacío, directamente, puedes darle los textos para que se los aprenda de memoria y recite lo que sea menester!

Vacío es lo de siempre, lo que haga falta, pero con un agradable toque de modernidad. Es joven, es guapo, y cuando dice lo que quiera que esté recitando del argumentario letizio del día, parece como que va a entrar a canasta y machacar el aro. Vacío puede pactar con Ciudadanos, con Podemos III Asamblea Pablemista-Posibilista, con los nacionalistas, con el PP. Tú insertas el discurso y Vacío lo recita con soltura. Para todos los públicos. “El cambio tranquilo”, mucho más que Rivera y sus golfos emprendedores.

Vacío consolida, en sólo un año, la Operación Preparado, que se inició con los tambores de fondo de que a ver si dimitía el Campechano de una vez, y cristalizó meses después [2], ante el terror con el que el establishmente acogió ese 8% de votos de Podemos, cuando parecía que aquello aún no estaba totalmente controlado. Entonces comenzamos a comernos al Preparado. Y, como en 1982, es el PSOE el partido encargado de hacernos tragar el menú. Entonces fue el PSOE el que se lanzó a los brazos de Juan Carlos de Borbón, ese héroe que salvó, él solito, la democracia del golpe de Estado auspiciado con inteligencia por los amigos y aliados de Juan Carlos de Borbón para desactivar otro golpe peor (¡Juego de Tronos!). Que hizo la Transición. Que lo hizo todo.

Ahora Vacío va a ser el encargado de que la gente tolere al Preparado, cuyos méritos se resumen en que está muy Preparado para estar donde está, y seguir estando allí el tiempo que haga falta. Y para solemnizar el asunto hemos tenido el show de la presentación de Vacío, con una bandera gigante de España. Toda una declaración de intenciones, porque en España, cuando sacas una bandera gigante, normalmente no es para unir más que lo que nos separa, sino para atizar con la bandera unos cuantos españazos a diestro y siniestro. Pero si lo hace alguien como Vacío y el PSOE es para dejar bien claro de qué va la cosa (por si quedase alguna duda): nos vamos a comer al Preparado, y todo lo que ello comporta. Como siempre.

Los experimentos, aquí, con gaseosa. La gente se ha hartado, otra vez, del PP (ese superpoder de la derecha española, que es pillar una mayoría absoluta y hacerse tan insoportables para la mayoría que pasan directamente de ahí a la oposición), y para que esto no se desmande hay que buscar un espantajo algo más creíble, pero igual de aplicado (más aplicado, en realidad, que Rajoy), y que el populacho no moleste más de la cuenta. Según cuál sea el pacto que acabe urdiéndose, a los chavales de Podemos les damos dos o tres ministerios bien alejados de la centralidad del tablero, pero que permitan incorporarse a la “casa común” del núcleo dirigente, y a otra cosa. Si les salen las cuentas electorales y suman 176 o más, claro. Y, sobre todo, si suman “bien”, con Vacío por delante de Iglesias (o de Rivera, o de quien sea menester).

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