“Making Money” – Terry Pratchett
Siempre se van los mejores
Hace poco, el 12 de marzo del presente año, falleció el escritor Terry Pratchett. Como somos unos cabrones desagradecidos (y yo al menos si siento que tengo que agradecerle muchas horas de diversión), no le dedicamos ni un obituario. ¡Ni siquiera tenemos criticadas sus novelas! Lo cual, teniendo en cuenta que tenemos reseñados a varios escritores gordos y calvos que escriben fantasía, es simple y llanamente imperdonable. Porque Terry Pratchett juega en otra liga. Al sumergimos en su mundo de magia y fantasía puede parecer que solo se trata de ganar dinero hilando aventuras sencillitas de final feliz con chistes fáciles, pero eso es solo la superficie. En cuanto profundizamos, nos salta a la cara un tesoro literario al nivel de Charles Dickens, y un autor con un corazón de oro del tamaño de un balón de fútbol reglamentario, además de un humanista convencido y británico hasta las cachas. A todos nos va a visitar la Parca algún día, pero leyendo una novela de Terry Pratchett uno casi se reconcilia con ella.
Reconozco que mi relación con la obra de Terry Pratchett ha rozado durante mucho tiempo lo enfermizo. Empecé a leerle con la primera edición (creo) que hizo Martínez Roca en España, una en tapa dura fracasada que acabó vendiéndose de saldo a 500 pesetas el ejemplar y cuyo redactor de los textos de solapa intentaba –en vano- ser tan gracioso como el autor. Cuando llegó a mis manos Lores y Damas (una edición en alemán, porque en España no estaba publicado) me lo leí del tirón, acostándome a las 6 de la madrugada del día siguiente. Repetí la jugada con El Quinto Elefante. Tengo una primera edición en tapa blanda de Rechicero a la que le faltan doce páginas y con la numeración incorrecta. Tengo la edición de Plaza & Janés de ¡Guardias! ¡Guardias! con el texto de contraportada erróneo y que, por alguna extraña razón, titularon “¡Guardias! ¿Guardias?” Todo este maltrato por parte de los editores españoles me llevó, a partir de Pies de Barro, a comprarme los libros en inglés, cosa que les recomiendo vivamente si su dominio del ánglico da para leer un libro. Y he perdido la cuenta de las veces que me he leído Dioses Menores (¿cómo no adorar a un hombre que explica que “la diferencia entre un demonio y un dios es la misma que entre un terrorista y un guerrero de la libertad”?). Y si ustedes ahora piensan “¡que adolescencia más triste!”, yo les digo: yo a Terry Pratchett y a esa adolescencia no los cambio ni por toda la juerga, la dronja y la promiscuidad adolescente que vivieron mis compañeros (bueno, igual si mis compañeros hubiesen vivido algo de eso, me lo pensaría, pero lo cierto es que no se comían un colín y su vida intelectual se limitaba a comprar el Marca para jugar a la Liga Fantástica).
El Mundodisco
Me considero, por lo tanto, un fan entregado en lo que se refiere al Mundodisco, que es el mundo de fantasía donde Terry Pratchett ubicaba sus novelas. Un mundo plano portado por cuatro elefantes que cabalgan a lomos de una tortuga cósmica llamada Gran A’Tuin. Este mundo, creado a base de meter en una batidora todos los clichés de las novelas de aventuras, fantasía, magia, mas unos cuantos juegos de rol y folklores de todo tipo (todo ello unido por la vasta cultura general que atesoraba Terry Pratchett, tanto más meritoria teniendo en cuenta que Pratchett abandonó el colegio con 17 años para trabajar de periodista y que se agenció sus conocimientos a base de leer “every book you really ought to read”), se convierte en manos de Pratchett en una mera excusa para contar historias.
Las primeras novelas, claro, se basan en el chiste fácil, pero a partir de Mort y especialmente de ¡Guardias! ¡Guardias! la cosa empieza a cambiar. En ¡Guardias!, Pratchett introduce la figura de Sam Vimes, comandante de la Guardia Nocturna, un cuerpo de la ley tan patético que hace que la Policía Municipal de Matalascañas parezca la Guardia de la Noche. Sam Vimes es un borracho cínico incapaz de mantener la boca cerrada, pero tiene un gran corazón (y es el protagonista de la mejor novela negra con viaje en el tiempo que yo haya leído jamás). A través de él y del ciclo de novelas relacionadas con la Guardia Nocturna de Ankh-Morpork, Pratchett nos cuela media docena de buenas novelas de detective. En otro ciclo de novelas, las relacionadas con la Muerte (un esqueleto de dos metros de altura, con guadaña, capa negra y un caballo llamado Binky; en las primeras novelas en castellano, por obra y gracia de los traductores, era un personaje femenino, cosa que tuvieron que corregir a partir de El Segador), nos filosofa acerca del significado de la existencia. En el ciclo de las brujas, con la bruja jefa Esmeralda “Yaya” Ceravieja, habla de la vida en general y de cómo la gente prefiere engañarse a sí misma. Y paro ya porque les tendría que relatar el Mundodisco entero.
La crítica
A todo esto, como la excusa para este post es una crítica literaria, vamos a ponernos con ella. La novela, “Making Money” (en castellano como Dinero a Mansalva), se inserta en un ciclo que podemos llamar “Modernización de Ankh-Morpork” y que arranca con las últimas novelas, una vez que Pratchett ha agotado el rollo mágico-medieval y busca mostrar cosas nuevas. Ankh-Morpork, la ciudad más grande del Mundodisco, concebida en las primeras novelas como una Nueva York medieval, ha evolucionado hasta convertirse en una especie de Londres victoriano, con sus minorías étnicas, su telégrafo óptico, sus primeros periódicos, su tecnología vagamente ciberpunk… y su sistema bancario, en manos de banqueros privados. El protagonista, Moist von Lipwig (“Húmedo von Mustachen” en la traducción al castellano; en serio, el Programa de Protección de Testigos de la Interpol debería tener un departamento dedicado en exclusiva a los traductores de Terry Pratchett), es –en apariencia- un probo funcionario y director de la Oficina de Correos que de repente tiene que gestionar el primer banco de la ciudad, cuyas acciones están repartidas entre los miembros de una familia de ricachones, los Lavish, enfrentados entre sí… y con el 51% siendo legalmente propiedad de un caniche, que está a cargo del propio Moist.
Los ricachones y el mundillo financiero del Mundodisco en general veneran un tótem que igual nos suena: el patrón oro. Toda moneda emitida debe estar cubierta por oro en las cámaras acorazadas de los bancos. Lipwig argumenta que es absurdo basar la moneda en sacar metales brillantes de la tierra para enterrarlos de nuevo bajo tierra pero en forma de lingotes, y se propone sacar moneda fiduciaria para dinamizar la economía de la ciudad (y de paso prestarle medio millón de nada al gobierno para unos proyectos de obra pública que tienen pendientes por ahí). El libro es del año 2007, pero el debate nos viene que ni pintado con la crisis del oro, perdón del euro.
Terry Pratchett aborda el tema con lo que –a los que intentamos sobrevivir a la crisis del patrón oro, perdón de nuevo, euro- nos parece una muy británica y algo ingenua fe en el sistema capitalista victoriano como el menos malo de todos. Que no es lo mismo que decir el mejor: ya la novela anterior de Moist von Lipwig, Cartas en el Asunto, trataba de grandes inversores sin escrúpulos que compran una próspera compañía y le sacan el máximo beneficio a costa de hundirla a base de recortes en seguridad y mantenimiento. Pratchett no se corta un pelo al describir la esencia del negocio bancario como un “a ver hasta donde podemos llegar”, y en pintar al ciudadano medio de Ankh-Morpork, sea emprendedor, asalariado o mendigo, como simpáticos egoístas siempre a la caza del dólar. Son estos homo economicus cuñadicus quienes solo aceptarían el rollo de la moneda fiduciaria “mientras haya oro en la caja fuerte del banco, porque así el banco está obligado a comportarse, es de cajón”.
Sin embargo, todas estas ideas sobre el valor, el dinero, el patrón oro y un largo etcétera, solo se exploran (ni eso, se explican) en unas pocas páginas, el resto se construye en cierto modo alrededor. A ello contribuye que Terry Pratchett como narrador encontró pronto su molde y no le gustaba cambiarlo. Ya haga esta exploración de la macro-economía, rinda homenaje al periodismo que ejerció, o haga una parodia chorra de los tópicos atribuidos a Australia, casi todos los libros del Mundodisco tienen entre 400 y 500 páginas (si me perdonan la excepción de Eric). Y hasta Ladrón del Tiempo, más o menos, casi todos se las arreglan sin capítulos ni nada (Pratchett argumentaba que la vida no acontece en capítulos cerrados). Esto provoca que algunos libros parezcan estirados, y otros se queden cortos. Making Money probablemente está entre los segundos, y solo se mantiene a costa de reducir la trama secundaria del malo malote (reduciéndolo a un malo ridículo de pacotilla, lo que sacrifica el conflicto entre el buenos y malos que suele estar presente en casi todas las novelas, aunque como diría Yaya Ceravieja: “quienes hablan del bien y el mal le dan demasiado al coco, lo importante es hacer lo correcto”), reutilizar personajes ya conocidos, y porque al lector que se esté leyendo esta 37ª obra del Mundodisco se le presupone un conocimiento suficiente de las 36 anteriores como para no necesitar largas explicaciones y contextos varios de como es Ankh-Morpork. Coño, ¡que es la 37ª! ¿Hay alguien que vaya a ver la 37ª película de Woody Allen pensando que va a remover los cimientos de su mundo?
Al final, tras algún moderado enredo, varias conspiraciones menores y algunos divertidos retratos (crear personajes y retratarlos adecuadamente es lo que mejor se le da –se le daba- a Terry Pratchett), el patrón oro de Ankh-Morpork queda expuesto como el fraude que es. Como les conozco y no quiero que me dejen los comentarios perdidos de economía y política monetaria, incluyo aquí un spoiler más para detallar un poco más el caso: resulta que en la caja fuerte del banco no había oro para cubrir la moneda. Y desde hace años, además. Solo lingotes de plomo pintados de amarillo, porque los Lavish se iban llevando el oro según les surgía algún capricho (y por lo que insinúan, es práctica común en todos los banqueros de la ciudad). De modo que la economía de la ciudad ha funcionado perfectamente hasta ahora… sin estar cubierta por oro, es decir, porque la gente se fiaba de la moneda sin más. ¡Ya tenían moneda fiduciaria!
Como a los buenos cuñados de Ankh-Morpork esto no les termina de convencer, Pratchett acaba usando un Deus ex machina: la puta magia. Resulta que en el Mundodisco abunda la magia, y si necesitas por ejemplo traducir un texto del Umniano Antiguo, en vez de usar Google Translate invocas el espíritu de un catedrático del tema muerto 300 años atrás (la necromancia está prohibida en Ankh, pero el catedrático donó su alma a la ciencia, y la invocación no corre a cargo de un negromante sino del Departamento de Comunicaciones PortMortem de la Universidad Invisible, así que ¡todo legal!). En este caso, la magia viene en forma de golems, ya saben, esas criaturas del folklore judío, hechas de barro con una tablilla consagrada que les da vida y existencia. Golems los hay a cientos en Ankh-Morpork, haciendo los trabajos pesados y tóxicos sin protestar, solo que aquí no están asociados al judaísmo, sino que cualquier sacerdote de cualquiera de las chorrocientas religiones chorras del Disco (Lipwig es observante del rito de Anoia, la Diosa de las Cosas Pequeñas que Perdemos por los Cajones) en principio podría crearlos, aunque el conocimiento exacto se perdió hace siglos. Por eso, la repentina aparición de varios golems nuevos, que amenazan con quitarles el sustento a los trabajadores, es aprovechada por Lipwig como base de su nueva moneda: el patrón golem. Enterramos los golems bajo tierra, y si alguna vez no podemos pagar, los sacamos y que ganen el dinero. Lo cual permite acabar el libro con una moraleja de esas que tanto nos gustan en LPD: lo que crea valor es el trabajo, en cambio el dinero y el oro en sí mismos no tienen valor. El dinero no es más que una convención social, como la escala musical diatónica o el conducir por la derecha: algo en lo que nos ponemos de acuerdo para regular intercambios, pero que debería poder cambiarse sin más cuando deja de servir al bien común. Punto que horroriza a un Lavish, que afirma que el patrón oro es necesario porque sino el dinero “estaría en manos de -¡puaj!- políticos”. Suponemos que aquí es donde empiezan las discrepancias y el debate deja de ser económico y se vuelve filosófico.
Le echaremos de menos
Más o menos cuando publicó Making Money, Terry Pratchett enfermó de una variante poco común de Alzheimer. Pudo continuar publicando, pero ya no al ritmo de dos libros al año de sus mejores tiempos. Confieso que los libros posteriores ya no los he leído, temiendo que no estuviesen a la altura esperada. A demasiados autores he visto ya arruinar su obra publicando infumables volúmenes que no aportaban nada a lo que crearon en sus mejores años. Ahora me puede la mala conciencia de no haber disfrutado de su obra en vida de Pratchett, y creo que enriqueceré a sus herederos. Solo espero que algo les llegue a los investigadores de Alzheimer.
Los libros de Pratchett han sido traducidos por todo el mundo (con éxito desigual, pues buena parte de la gracia está en como Pratchett maneja el idioma y se inventa jergas y hablas para sus personajes) y adaptados, como corresponde a un tesoro cultural británico, en varios telefilmes de la BBC (con éxito también desigual, pues es difícil trasladar su esencia del papel a la pantalla). Pero al final la pervivencia de su obra, si será recordado como un Dickens o un vulgar, insulso, y olvidado Winston Churchill (no nos referimos al ídolo de nuestros demócratas, claro, sino al novelista homónimo de principios del siglo XX que incluso llegó a eclipsar al saltimbanqui de la política británica… quien también probó suerte en el mundo de la fantasía), dependerá de los libros originales. La obra de toda una vida, y a mí me cabe en una estantería. En formato digital seguramente ocupe menos espacio que el tráiler de la última chorrada adolescente. Y ya nunca habrá más. Un poco deprimente, si lo pensamos. Pero así es la vida (y con esto nos despedimos con una cita de Imágenes en Acción): como una película a la que llegas 10 minutos tarde, y nadie te explica nada, y tienes que ir adivinando poco a poco lo que te has perdido. Y nunca te puedes quedar a un segundo pase.
Háganse un favor, y léanse alguna obra suya antes de morir.
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Comentario de Latro (27/04/2015 17:31):
Muchas gracias por hacerle un hueco a Pratchett. No vea usted lo jodidamente triste que me dejo la noticia cuando pasó y eso que ya todos sabiamos que en algun momento se iba a dar, ya fuese por darse o por su postura de querer quitarse del medio lo mas dignamente posible (Pratchett, para los que no sepan, hizo mucha campaña en favor de la eutanasia)
De las miles de páginas que se han escrito sobre su muerte, voy a destacar que dos autores, Gaiman (del que era amigo y que escribió junto con él “Buenos Presagios”, que es un libro genial) y Stross (que tambien le conocia de la escena de los premios y demas) destacaban que si bien todos tenemos a Pratchett por un buen tio, y lo era, y con un gran corazón, y lo tenia, los dos destacan su capacidad para ponerse de una mala leche implacable a lo Sam Vines cuando se le atravesaba cualquier variedad de capullo hijodeputa como los que solia criticar en sus libros.
Lo que me recuerda la debacle que esta pasando con los Hugos ahora y como uno de los capullos hijosdeputa que han amañado el premio para nominar sus paridas racistas y fascistas se puso a despotricar contra Pratchett preguntandose si era por “humildad cristiana” que no le partia la cara cuando hablaba de eutanasia.
Definitivamente, a todos nos llega la Muerte, pero joder, ya podia irse alguno antes que otro :/
Comentario de Latro (27/04/2015 17:36):
Y por cierto, el último libro de Mundodisco, que tambien es de Moist von Lipwig, “Raising Steam” (sobre el ferrocarril) si que me dejo con una considerable tristeza, porque lo note… desdibujado, incoherente, repitiendose… y claro, dolia pensar cual era la razón.
“Snuff” no es que fuese una de las grandes novelas de Sam Vines pero no le vi tanto deterioro, pero claro, entre una y otra van 2 años.
Comentario de Epicureo (27/04/2015 19:50):
Un gran comentario. Gracias por recalcar que las traducciones son muy malas. Buena parte de mi dominio del inglés se debe a Pratchett; necesitaba leerlo tal como lo escribió.
Siempre que estoy de bajón me releo algo de Mundodisco y siempre me siento feliz. La última que he vuelto a leer ha sido “Monstruous Regiment”, y me pareció monumental. Todo lo que hay que decir sobre la guerra y el feminismo está en esa novela. Todo lo que hay que decir sobre la religión está en “Dioses menores”. Todo lo que hay que decir sobre (cualquier cosa) está en (una novela de Mundodisco).
Comentario de Veps (27/04/2015 21:04):
Yo, como fan acérrimo de Pratchett no iba a comentar porque tantos superlativos com podría gastar sonarían exagerados. Eso sí, quiero romper una lanza a favor de los traductores. Aunque es verdad que los inicios editoriales del discomundo en España fueron un disparate hay cosas que dificilmente se podrían haber traducido mejor. Es decir, la muerte, en español, siempre ha sido femenina y tenía todo el sentido del mundo que el personaje fuese femenino… Hasta que por ahí el tercer o cuarto libro va el autor y la convierte en… Padre.
Por otro lado, Húmedo Von Mustachen será absurdo, pero de alguna manera hay que traducir Moist Von Lipwig en una saga llena de apellidos de este tipo en el que el criterio, creo que acertado, ha sido traducirlos (no veo en que mejorarían los lobros teniendo a Carrot en vez de a Zanahoria).
Comentario de Trompeta (27/04/2015 21:40):
Felicidades por el articulo, y desde luego siendo el patricio como era (por cierto una mala bestia pero muy eficaz) uno desearía que fuese el jefe de su estado en lugar de la caterva de malas copias del malo de Going Postal que nos dirigen desde hace muuuuucho tiempo.
Por cierto que fué interpretado por Charles Dance (Tywin Lannister , Sardo Nummspa, etc…) en una miniserie.
Comentario de Trompeta (27/04/2015 22:04):
Me refiero a que Vetinary fué representado por Charles Dance http://en.wikipedia.org/wiki/Terry_Pratchett%27s_Going_Postal
Comentario de Mr Proper (27/04/2015 22:24):
¿Para cuando una reseña de la “Saga de los Aznar”, del insigne George H. White (aka Pascual Eguindanos Usarch)? O un repost, en caso de que la reseña ya haya sido publicada con anterioridad. Nunca está de más recordar a los clásicos del pulp carpetovetónico.
Comentario de Rincewind (28/04/2015 00:40):
Buf… gracias por el artículo-homenaje, yo también sentí su muerte como si se tratara de alguien cercano.
Siempre había pensado que ¡Guardias!¿Guardias? era una gracieta del autor. Tal y como describe a los miembros de la guardia, desde luego parecen cualquier cosa menos aguerridos soldados.
Los libros están llenos de detalles buenos, no sabría elegir uno. El troll, Detritus supongo, que intenta guiñar un ojo y como es corto, guiña los dos a la vez. El vino retroactivo, del que Rincewind se bebe una botella entera y el día anterior le produjo una resaca espantosa. El río Ankh, no recuerdo como lo describe Pratchett pero viene a ser como el Manzanares, así entre verde y marrón, pero más denso y lodoso todavía. El bibliotecario. El Equipaje…
Y qué de horas le eché a la aventura gráfica Discworld, donde uno de los Monty Python ponía voz a Rincewind.
Creo que en España las librerías han maltratado un poco a Pratchett, siempre situándolo como libro dirigido exclusivamente a un público juvenil.
En fin, me pongo como tarea lo de leerme un libro en inglés. Lo intenté hace años y no fui capaz. Me resultó dificilillo para mi nivel de inglés de entonces, pero habrá que intentarlo.
Comentario de Armin Tanzarian (28/04/2015 08:20):
Me uno a las loas a uno de los grandes escritores del S.XX y al autor de este comentario.
Yo siempre he querido ser profesor en la Universidad Invisible.
Una pequeña corrección, si me permiten: creo que Anoia era la diosa de las cosas que atascan por dentro los cajones cuando quieres abrirlos.
Por último, respecto al patricio, autócrata de Ankh Morpork, una de sus grandes frases cuando le preguntan por la democracia: “Yo creo en la doctrina ‘un hombre, un voto’. El hombre soy yo y el voto es el mío”
Comentario de Rufus (28/04/2015 12:00):
Las que ha traducido Javier Calvo no están nada mal.
Comentario de Johnnie (28/04/2015 13:36):
Otro más que se une a la hermandad. Aunque me he unido en los últimos tiempos, a raíz de que me regalaran Going Postal, Making Money, The Truth y Interesting Times, así, de golpe, y me tuviera que buscar una guía para decidir qué leer primero (la más bonita que hay por ahí, actualizada en 2007: http://io9.com/how-to-read-terry-pratchetts-discworld-series-in-one-h-1567312812 )
Después han caído otras, con gran gusto, y con el convencimiento de que cualquier momento pasado leyendo a Pratchett es un momento en el que uno está más cerca de las cosas que valen la pena.
Comentario de Latro (28/04/2015 14:29):
Ya no lo sabremos, pero era interesante ver como el Patricio parecia estar montando un sistema mas democratico, o al menos, mas institucional, a base de poner a Moist a reparar entuertos. El Patricio no es que tenga muy buen concepto de la masa a la que gobierna, pero si que parece al menos interesado en formarla o darle instituciones que, algun día, funcionen sin él
Comentario de Tom Doniphon (28/04/2015 19:23):
Aquí otro que le debe muuuuchos buenos ratos a Pratchett. Me pillo totalmente desprevenido su muerte. Subjetivamente, creo que entre personajes de la cultura solo vivir la muerte de John Ford habría sido emocionalmente equiparable. Que jodida pena.
A mi aun me deben de quedar una docena de libros de Mundodisco por leer y envidio profundamente a quien vaya a sumergirse por primera vez en su obra. 41 libros que odias que sean finitos (de que se acaben). Espero que ahora las editoriales no se suban al carro de hacer “ediciones definitivas” y subir los precios, que hasta ahora yo compraba la edición de bolsillo de 8,95.
Pratchett era una persona de la que uno no sabe si destaca más su aguda inteligencia o su maravilloso sentido del humor. Supongo que el primero es requisito del segundo. Que recuerde ahora mismo, es el único escritor que ha conseguido hacerme reír, no arrancarme sonrisas, si no provocarme CARCAJADAS de tener que parar de leer. Cuando eso te llega a pasar varias veces por pagina, estas ante un grande. Y ello alternado con inteligentes reflexiones sobre casi cualquier tema, por no hablar de sus características descripciones, de una agudeza que ralla lo mágico. Pratchett era a la literatura lo que Bill Watterson al cómic.
Como bien se ha dicho, una de las muchas virtudes de Pratchett era crear personajes enormes. Incluso cuando coge arquetipos o tópicos como material de partida. Yaya Ceravieja y la saga de Brujas deberían ser declaradas patrimonio de la humanidad, y Nobby Nobbs consigue que ames a un pequeño cabrón si escrúpulos que solo quiere vivir tranquilo.
Para los que solo hayáis leído sus obras de Mundodisco, no puedo dejar de recomendar “La Trilogía de los Gnomos”. Tres libros, catalogables como literatura juvenil, sobre una colonia de gnomos que vive en los recovecos de un centro comercial. Entre otras cosas, es una exquisita reflexión sobre como se forman los mitos, tradiciones y religiones en las sociedades.
Cierro, que se me ha metido algo en el ojo.
Comentario de Ricewind (28/04/2015 20:20):
Me uno a las alabanzas al gran Pratchett, solo me había leído la saga de Ricewind que disfrute como un enano ahora en merecido homenaje pienso leerme el resto.
Comentario de Yopino (01/05/2015 21:43):
Mundodisco la serie se llama mundodisco como un programa musical de television de los ochenta y hay magia, brujas, adas y demás chorradas inglesas …y el autor es muy listo porque lo demuestra constantemente….que seductor.
Comentario de nachopepe (06/05/2015 15:44):
Me estoy leyendo el susodicho libro por culpa de usted.
1) Primera cosa que encuentro que me sigue haciendo la misma gracia que hace quince años (sí, tenía a Pratchett muy dejado,pero la colección descargada en pdf ahí esperando unos meses de asueto).
2) La “balanza de pagos”es la mejor metáfora de la teoría económica que he encontrado jamás.
3) Hay frases tan memorables que pienso guardarlas para encabezar los capítulos de mi tesis.