“A Short History of China” – Gordon Kerr; “The Great Wall (China against the world)” – Julia Lovell
Desde hace miles de años, China es el futuro. Yo ya he llegado a un punto donde compro en una frutería china, casi todos mis electrodomésticos son made in PRC, y mi puesto de trabajo lleva ya años existiendo gracias a que exportamos al Imperio del Medio. De modo que nace en mí la curiosidad por un país que representa la sexta parte del mundo por población y riqueza, y por su milenaria historia. Es decir, que para este año 2015 (o para este año de la Cabra, símbolo de honradez y sinceridad, pero también de resistencia al cambio, que comienza este 19 de febrero, año 4713 del calendario tradicional Huángdì) me he vuelto a meter en una Wishlist. Buscando libros que me respondan a estas inquietudes, he optado por la “opción china”: los más baratos del mercadillo. Un libro que analiza la historia de China reflejada en la Gran Muralla, y como apoyo otro con una “Breve historia de China” (y tan breve que por si sola no hubiese merecido un post, se tarda en leerlo lo que dura un viaje transoceánico más o menos… que supongo que era justo la intención: que el ejecutivo que toma el avión en San Francisco se pueda bajar en Shanghái sabiendo lo justo de China para no meter la pata). Y hoy lo comparto todo con ustedes gracias a La Página Que Reúne Todo Bajo el Cielo.
China y sus murallas
El libro de Lovell (disponible en castellano bajo el título “La Gran Muralla: China contra el mundo”) es una aproximación a la historia de China a través de la historia de sus sucesivas y diversas murallas chinas. Porque a los chinos les gusta una muralla más que a un tonto un lápiz: cada dinastía construyó sus propias murallas, cada ciudad china estaba rodeada de murallas (y hasta separaba sus barrios con murallas), la palabra para “ciudad” y “muralla de la ciudad” son la misma, y los primeros ideogramas para “capital” muestran una garita sobre una puerta en una muralla. Pero el principal interés del libro son las largas fortificaciones que separan al núcleo del Imperio del Medio de las estepas asiáticas.
Lovell también recoge algunos de los mitos que rodean estas changcheng ó “murallas largas”, que es como se llaman en chino. Los verdaderos creadores del mito de la muralla son los occidentales, que le pusieron lo de “Grande”. A los chinos que las levantaron nunca se les habría ocurrido llamar “grande” o “gloriosa” a una edificación que se cobraba miles de vidas en su construcción y que exiliaba a cientos de miles de obreros en el quinto culo durante años. En China, las maldiciones gitanas son del tipo “así te mande el Hijo del Cielo a construir murallas largas por diez mil años” (“diez mil” es como los chinos dicen “infinito”). Sin embargo, viendo como esas estructuras impresionaban a los “narices largas” (los occidentales), los intelectuales chinos del siglo XIX en adelante reinventaron las murallas como una obra del pueblo, y asumieron gozosamente el mito de que son visibles desde el espacio, lo cual es falso, pues al estar hechas de material del terreno, apenas destacan.
Pero el mayor mito de las murallas largas es el de su propósito. Todos los historiadores y cronistas siempre enfatizaban este punto: que su propósito era resguardar a los pobres y pacíficos campesinos chinos de las hordas invasoras de los nómadas de las estepas, lo cual corrobora la imagen que los chinos tienen de sí mismos como pueblo pacífico que históricamente solo se defiende y nunca ha atacado a nadie (cuando les hablas del Tíbet no saben a qué te refieres). Lovell deja claro que esta interpretación chirría, y por cosas como esta su libro es bastante menos ejecutivo-friendly que el de Kerr, que resulta poco más que un China For Dummies. Para empezar, las murallas no estaban edificadas cerca de tierra cultivable, sino que frecuentemente se ubicaban en mitad de la estepa donde no había nada que defender. Además, su defensa, obviamente, era problemática: si repartes tu ejército a lo largo de mil kilómetros de muralla y el enemigo concentra el suyo en un punto, perforará la muralla sin problemas. ¿Por qué entonces no pararon de construirlas? Pues por el prestigio inherente a una magna obra pública (hay que ver cuánto hijo del cielo tenemos en nuestra Casta), y como modo de reivindicar territorios, en plan “hasta aquí llegan mis dominios”. Y pese a su dudoso valor militar, en tiempos de paz permitían controlar las migraciones de los nómadas, asentando a las tribus pacíficas y expulsando a las hostiles. Con lo cual a la larga creaban más problemas de los que resolvían, pues las tribus expulsadas tarde o temprano solían formar grandes federaciones y volvían en forma de horda para derribar las murallas –y al imperio que se refugiaba detrás- que alteraban sus migraciones y su forma de vida. Sin quitar que las tribus no eran precisamente hermanitas de la caridad, Lovell afirma que las murallas crearon en parte a las hordas salvajes de las que afirmaban proteger a los chinos.
Alicantando el paisaje: la construcción de una muralla larga
Todos tenemos una idea de cómo es la Gran Muralla, alguno incluso habrá estado allí –o conoce a quien haya estado- y hablará de lo impresionante que resulta. Casi siempre esto se refiere a la muralla de los Ming al norte de Beijing, una excursión a unas dos horas desde la capital. Es relativamente moderna, está hecha en piedra y fue restaurada a mediados del siglo XX para visitas turísticas.
La gran mayoría de las diversas murallas, sin embargo, no es tan impresionante. El proceso de construcción era el siguiente: se levantaban dos paneles –con piedra cuando estaba disponible, pero si no con madera, lianas o lo que hubiera a mano- a una distancia de unos dos metros (o más, todo en función de la altura que se deseaba alcanzar), y se rellenaba el espacio con capas de tierra, grava, madera y cualquier cosa que hubiera disponible, que se apisonaban con los pies. Con lo cual, a lo largo de los años, la erosión ha dejado su marca y gran parte de las viejas murallas es apenas una elevación en el terreno.
Al menos, la construcción no tenía los pesados trámites burocráticos de ahora. El Hijo del Cielo decidía que había que construir una muralla larga, y despachaba sin más a algún general con cien mil hombres a construirla. Muchas veces se aprovechaban accidentes de terreno, o se reutilizaba parte de un muro anterior.
Historia temprana de China en un minuto
Una vez montada la muralla, tiramos de Kerr para ver algo de historia antigua de la civilización china, que al principio es igualita que las demás, pues comienza con un rio, y luego evoluciona a… dos ríos. La cuenca del Huang He o Rio Amarillo es el lugar del nacimiento de los primeros asentamientos permanentes y donde surgirán los Reinos Combatientes, luchando entre sí por la supremacía, hasta que el reino de Qin se impone a los demás en 221 a.C, y su soberano, Qin Shihuáng, se proclama Primer Emperador. Shihuang es el creador de “China”, el que creó la primera capital en Xian (con los guerreros de terracota que guardan su tumba), y que empezó la construcción sistemática de las primeras murallas largas en el norte, unificando intentos parciales anteriores, para defenderse de los Xiongnu (Kerr los asocia con los hunos, aunque dada la escasez de fuentes es muy complicado establecer con precisión que ocurría más allá del Muro). Odiado y condenado por la posteridad por su crueldad y desprecio de la vida humana (su dinastía no sobrevivió a su hijo), la figura del Primer Emperador no sería reivindicada, significativamente, hasta los tiempos de Mao Tsetung.
Posteriormente, durante un periodo de invasión y anarquía, muchos nobles huyeron de la cuenca del Rio Amarillo a la gran cuenca al sur, la del Chang Jiang, que significa “rio largo” (hay que ver que obsesión por tener el más largo en todo, casi como que denota una carencia en algo), y que aquí conocemos como Rio Yangtsé. Allí les costó adaptarse a las extrañas costumbres –¡los nativos del Yangtsé comían arroz en vez de trigo!- pero con el tiempo se produjo una fusión de costumbres sureñas y alta cultura norteña. Es decir, siguieron comiendo arroz, pero escribían con los ideogramas del norte, que pronto serían el gran unificador cultural de China, y adoptaron la filosofía confucionista.
Esta filosofía, creada por Confucio -un aspirante a asesor de algún rey que nunca logró un carguito y murió pobre y amargado-, predicaba que el bien y la armonía reinarían en el mundo si todo el mundo fuese bueno y armonioso. ¿Y en qué consiste ser bueno y armonioso? Pues en obedecer a los padres (o a la autoridad), respetar a los dioses y no exigiendo vivir por encima de nuestras posibilidades (nótese cómo ha triunfado Confucio que ahora en España – excepto por lo de ser pobre y no tener carguito- tenemos un gobierno netamente confucionista). Frente a esta escuela –que predica que el hombre es bueno por naturaleza y solo hay que dejarle- se alza otra distinta en la tradición china, la escuela Legalista del Primer Emperador, que predica que el hombre es malo por naturaleza y que hay que atarle en corto con un montón de leyes estrictas (nótese como en España, en creativa síntesis hegeliana, tenemos también un gobierno netamente Legalista).
Siguen a continuación una serie de dinastías, cuyos nombres parecen variaciones de combinatoria de las letras X, Y, ZH, N, Q y G; y cuyos ciclos de ascensos y caídas se hacen repetitivos y pesados. En todo caso, lo de los ciclos repetitivos parece asumido incluso por los historiadores y cronistas chinos, que a menudo lo usaban para legitimar a una nueva dinastía. La legitimidad de un emperador estaba en el “Mandato del Cielo”, comparable a la “Gracia de Dios” en la Edad Media europea (sé lo que piensan, pero es que en algunos países la Edad Media no terminó hasta el siglo XX). No obstante, el Cielo podía traspasar dicho Mandato a otra dinastía cuando la reinante caía en la decadencia o no se mostraba digna, y eso tarde o temprano les pasaba a todas. Así una dinastía ascendente podía justificar el haber destronado a la anterior, sin a la vez deslegitimizar todo lo que esta hubiera hecho, tal como unificar el país y aplastar a nobles levantiscos o independentistas.
Los mongoles
Llevamos dos milenios de historia, y lo cierto es que más allá de las murallas y de Confucio, poco sabría decir el occidental medio de ese periodo de la historia de China, pero eso está a punto de cambiar. Estamos sobre el año 1200, y en las estepas del norte un señor bajito y achinado llamado Temüjin está unificando a los mongoles. Al dar nombre a todo un país, ha calado la idea de que todos los nómadas del norte eran mongoles. Nada más lejos: junto a los mongoles estaban los Tátaros, los Kerai, los Jalayr, los Talehud… todos enfrentados entre sí, e incluso dentro de cada confederación tribu contra tribu y clan contra clan. Todo ello apoyado por la dinastía china de turno (los Jin del norte, en aquel momento), que seleccionaba a un aliado para que mantuviera a raya a los demás, para cambiar de favorito en cuanto se hacía demasiado fuerte.
Los mongoles, hasta ese momento, eran asiduos usuarios del sistema de tributos montado por los Jin. Aquello funcionaba de una manera curiosa: los delegados de pueblos lejanos peregrinaban a la corte imperial en Beijing, hacían el kowtow (postrarse tres veces hasta el punto de que la frente toca el suelo) ante el Hijo del Cielo y le ofrecían algún tributo, a veces simplemente un par de cabras o caballos. A cambio de este gesto de sometimiento, el Emperador les “regalaba” plata, seda y otras riquezas y útiles, supuestamente como muestra de su increíble fortuna y magnanimidad. Así se mantenía la ficción de un Emperador que gobernaba “todo bajo el Cielo”, y se pagaban sobornos a las tribus para que se mantuvieran tranquilas.
Temüjin sin embargo decidió no someterse al kowtow, unió bajo su mando a las tribus oprimidas en aquel momento por los nuevos favoritos de Beijing, adoptó el título de “Gran Jefe” –Gengis Kan- y arrasó a los Jin con una combinación de sobornos (solía decir que una muralla era tan fuerte como la determinación de sus defensores), diplomacia y brutalidad animal totalmente desbocada que dejaba a los chinos paralizados ante la mera noticia de un avance mongol. Ciudades arrasadas donde se masacraba a mujeres y niños, campos quemados, ejecuciones bestiales de miles y miles de personas… Desde una distancia de ocho siglos, podemos decir asépticamente que los mongoles fueron la maquinaria militar más eficiente de la historia y que impulsaron el comercio al unificar los territorios y tal, que es lo que hacen muchos historiadores occidentales, pero tal vez sería más justo intentar imaginar el año 2800 en un mundo donde los nazis ganan la Segunda Guerra Mundial y realizan su Generalplan Ost para saber cómo se sienten los chinos al respecto.
El hijo de Temüjin, Ogodei, continuó con las conquistas y adquirió un imperio que se extendía desde Corea por China y la Ruta de la Seda hasta el Mar Negro. Su nieto, Kublai Kan, inauguró la dinastía Yuan. De su reinado proceden las primeras noticias de China que llegaron a Europa, por obra de Marco Polo. No obstante, su dinastía racista y autoritaria apenas duraría un siglo, cuando la peste se extiende por China –por la misma época que se cargaba a un tercio de la población europea- y una rebelión los expulsa y entrona a los Ming, que en plan “a mi no me asustan estos mongoles” mantienen la capital en Beijing, en el extremo norte del país, muy cerca de Mongolia.
Los Ming
Los Ming han entrado en nuestra cultura popular por sus jarrones: cada vez que el cine nos presenta un objeto antiguo de gran valor, suele ser un jarrón Ming. Hay algo de verdad oculta en esto, pues los Ming convirtieron a China en el gran fabricante mundial del lujo (porcelana y seda, principalmente). Su gobierno (1368-1644) coincide con el comienzo del galeón de Manila, vía por la cual sus productos acabaron llegando hasta Europa, a cambio de ingentes cantidades de plata del Perú.
Como gobernantes, los Ming son un ejemplo de libro de cómo un linaje que llega al poder salvando a la nación de la anarquía acaba degenerando en inútiles chupópteros. Algo por lo que pasan todas las dinastías, incluso en España (nota para el Fiscal General del Estado: me refiero, obviamente, a la dinastía de los Habsburgo).
Sirva un botón de muestra: al principio, los Ming dominaron el norte mediante fortalezas avanzadas y una hábil diplomacia, demostrando que se podía ser un gran poder sin murallas. El Emperador Zhengtong decidió que ser diplomático con los bárbaros estaba por debajo de su dignidad como Hijo del Cielo, lo que le llevó a cancelar acuerdos, y a los mongoles a atacar puestos avanzados. En 1449, malaconsejado por su eunuco Wang Zhen, Zhengtong decidió marchar al norte con un ejército de medio millón de hombres para castigar a los mongoles. Llegados al fuerte de Datong, donde una ofensiva del líder mongol Esen había dejado el campo sembrado de cadáveres, Wang Zhen se acobardó un poquito, así que allí mismo proclamó una gran victoria del Emperador, el fin de la campaña, y el retorno a Beijing. Pero temiendo que los soldados imperiales atacaran sus posesiones (los eunucos eran odiados por la administración del Imperio, ya que solo eran leales al emperador y funcionaban como una guardia de corps con enormes privilegios), situadas junto al camino de vuelta, Wang Zhen convenció al emperador para volver por una ruta más al norte. Allí fueron sorprendidos por los mongoles, que aniquilaron al ejército y capturaron al emperador. Wang Zhen fue ejecutado por sus propios oficiales.
La cosa se salvó porque los funcionarios en Beijing reaccionaron ascendiendo a Zhentong a “Gran Emperador Emérito” y coronando a su hermano menor como Emperador Jingtai, de modo que Esen no pudo aprovecharse del hecho de tener tan alto rehén. Confundido, se retiró, siendo asesinado por sus subordinados por no haber sido capaz de explotar la gran victoria contra los chinos (nótese como nuestra clase política se parece a una horda mongo… vale, ya lo dejo).
El caso es que el episodio despertó una vez más el miedo a los bárbaros del norte, y la consecuencia que se sacó fue la de siempre: construir murallas largas, que ya fueron las que entraron en la conciencia occidental y que existen aún hoy al norte de Beijing.
Los Qing
Apenas dos siglos les sirvió el invento. Un despilfarro brutal de la corte y un sistema impositivo basado en la tierra -cuando la economía ya se desplazaba a las ciudades, impulsada por la entrada masiva de plata- empobrecen a la población rural. Cuando estalla la burbuja de la plata merced al cierre de Japón al exterior y a cambios en la política comercial española desde las Filipinas (España: ¡exportando burbujas que empobrecen al mundo desde hace siglos!), el resultado son hambrunas y rebeliones internas, y el asalto a China de los Manchúes, una nación de nómadas procedentes de Manchuria, que asumen el Mandato del Cielo como la dinastía Qing, e imponen entre otras cosas sus costumbres norteñas, como la de afeitarse la cabellera por delante y dejarse una coleta por detrás, imagen que se usó como caricatura de los chinos durante el siglo XIX.
Con los Qing ya no se construyen más murallas, ya que la guerra empieza a depender tanto de la tecnología y del avance económico que los bárbaros de las estepas no pueden competir. El “peligro” para China ahora viene del mar: de los occidentales y de los japoneses. En lo concerniente a la “Gran Muralla” y a China en general, es en esta época –finales de los Ming, principio de los Qing- cuando se forjan los mitos, obra, principalmente, de las órdenes religiosas católicas. Los primeros en llegar fueron los Dominicanos y Franciscanos, que lo hicieron creyendo que eso iba a ser un “Nueva España 2.0”, con una rápida conquista militar y cultural, seguida en pocos años de conversiones masivas. Naturalmente, se llevaron un chasco tremendo cuando un estado unificado y con una cultura muy fuerte no se doblegó. Tras ellos llegan los Jesuitas, que si que triunfan a la hora de “infiltrar” China -dedican años a aprender la lengua y las costumbres locales, y alguno, caso de Mateo Ricci, hasta logra un puesto en la corte del Emperador- pero fracasan a la hora de cristianizarla. Los chinos están tan convencidos de su superioridad cultural que eso les cierra a influencias extranjeras. Aprenden gustosos lo que los Jesuitas les enseñan de ciencia y tecnología occidentales, pero no lo asumen como prueba de una cultura superior, sino como un tributo de tierras lejanas, en forma de conocimiento, que de manera natural y como no puede ser de otra manera, llega al centro del universo, a la corte del Hijo del Cielo.
El fracaso de los Jesuitas tiene también mucho que ver con su profunda inmersión en la cultura china: en su intento de cristianizar China, acaban chinificando el cristianismo, lo que les hará chocar con la jerarquía eclesiástica. Por ejemplo, reinterpretan el mandato de Confucio de adorar a los antepasados como una mera muestra de respeto sin connotaciones religiosas, cosa que no es. En parte para justificar estas desviaciones de la doctrina católica, y en parte para justificarse su enorme esfuerzo y los años perdidos, los Jesuitas en sus libros e informes pintan una China rica y próspera, sublime y maravillosa, milenaria y culta, por cuya conversión bien vale la pena revisar algún punto del Catecismo. Esa imagen espléndida de China –y de una muralla igualmente espléndida que la protege- es la que se impone en Europa, al punto de que Voltaire –educado por los Jesuitas- la pone como ejemplo del estado ideal.
La Muralla en la edad moderna
Los capítulos finales le sirven a Lovell para narrar los usos y abusos propagandísticos de la muralla. Enaltecida por los occidentales, los chinos la adoptan como emblema nacional, especialmente durante sus periodos de desunión, como símbolo de que tiempo atrás la nación era capaz de involucrarse en proyectos comunes de utilidad general. Sun Ya-tsen, fundador de la China moderna -y padre de la patria tanto para nacionalistas como para comunistas, lo que tiene mérito-, es el primero en reivindicarla, seguido de Mao Tsetung, cuya Larga Marcha le llevó a refugiarse en las provincias norteñas, cerca de la muralla Ming. Con Mao, China vuelve a cerrarse al exterior, y la muralla como concepto recupera todo su esplendor. El Telón de Bambú, lo llamaron. Es en este momento (años 50) que se restauran secciones para visitas turísticas, muy notablemente la zona de Badaling al norte de Beijing. Ahora, como parte ritual de cada visita de estado, se lleva a los mandatarios extranjeros a la muralla, emulando las visitas de los bárbaros, que cruzaban la muralla para rendir pleitesía al Hijo del Cielo; un simbolismo que no se le escapa al chino de a pie. Desde Nixon hasta Obama, todos han pasado por ahí.
Lovell termina hablándonos del Gran Cortafuegos de Internet, y de cómo las autoridades lo levantaron para mantener al extranjero fuera de China. Algo casi imposible, dados los miles de trucos para evitarlo, por eso las autoridades, en la mejor tradición Legalista, han levantado Murallas en las mentes de los chinos, que son los primeros en cortarse a la hora de hablar mal de China o de su gobierno.
No obstante, a todas partes llega esta modernidad en la que vivimos, y poco a poco las cosas cambian. Tras la anestesia política que representa el crecimiento económico (de eso sabemos un rato aquí), las crecientes desigualdades sociales y las tensiones regionales buscan una solución, y las autoridades parecen haber decidido que hay que dejar entrar a los bárbaros. No sé como habrán encajado la crisis (el libro de Lowell es de 2006, el de Kerr de 2013 pero no entra nada en el tema), pero dados mis –ahora- ligeramente menos ínfimos conocimientos de historia china, diría que es solo cuestión de tiempo que levanten una nueva muralla para mantener fuera esas tóxicas influencias bárbaras. Entonces yo me encontraré en el paro y tendré que enrolarme en una de las constructoras españolas, que estarán reviviendo al calor de los encargos de ladrillo procedentes de China.
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Comentario de Teodoredo (18/02/2015 19:01):
“Entonces yo me encontraré en el paro y tendré que enrolarme en una de las constructoras españolas, que estarán reviviendo al calor de los encargos de ladrillo procedentes de China.”
No sé, yo creo que China bastante tiene con sus propias promotoras, que de hecho ya están exportando ladrillo. Parece más factible que aquello pete à la espagnole que que llamen a los espagnolos para construir más.
Comentario de emigrante (18/02/2015 21:00):
Feliz año nuevo lunar a todos. En mi trabajo tenemos tres colegas chinos y hoy una de las chicas nos dejó unas pastas con una notita junto a la máquina de Café.
Respecto al tradicional aislamiento chino tras sus murallas hay por ahí una cita que se le atribuye a Napoleón que dice “dejad dormir a China, porque el día que China despierte el mundo temblará”. No sabría decir si ese aislamiento ha sido bueno o malo para occidente. Si a los chinos les hubiera dado por la navegación o por ir a ver mundo con su ejercito como Alejandro hoy todo sería muy distinto.
Me llama por tanto la atención que un país tan cerrado en sí mismo haya abandonado de la noche a la mañana la filosofía de Confucio para adopta la de filósofos occidentales como Marx o Lenin.
Lo que más me preocupa es la dependencia cada vez mayor del mercado chino. Si las relacciones se tuercen nos veríamos como Grecia ante la Troika.
PD. a veces me dan ganas de convertir a nuestra casta de legalistas confucianos en eunucos.
Comentario de galaico67 (19/02/2015 00:55):
Si el caso es que les dió por ir a ver mundo, creo que llegaron hasta Madagascar, con una flota en la que la nave capitana dejaba a las carabelas como chalupas…se pasearon por el Indico, vieron lo que había, presentes por aquí, diplomacia por allá, sin robar ni un clavo y , una vez informada,la burocracia imperial decidió que para lo que había, no merecía la pena. Desarmaron la flota, legislaron contra el andar de paseo por ahí fuera, no fuera a ser que s erevolucionaran, y hala, a seguir con el ciclo de invasiones desde la estepa y el olvidado – en el comentario- esfuerzo por extender sus fronteras hacia Sur, tropezando una y otra vez en lo que hoy es Vietnam.
Comentario de Nacho Pepe (19/02/2015 04:51):
#3 Tropezando es un decir. Que Vietnam ha pasado un total de 1000 años bajo control chino. Los periféricos españoles pueden guardar la esperanza abrigados por ese ejemplo de pertinaz nacionalismo y paciencia infinita para esperar el momento de recuperar tan merecida soberanía.
Respecto al primer libro, comentar que me hicieron leer por aquí otro libro sobre la gran muralla: Country Driving de Peter Hessler
http://www.goodreads.com/book/show/6945572-country-driving
Que ses un poco meh, pero para los que no hayan visitado esto supongo que interesante (les escribo desde casi-China, para los que no usen Tuiter).
El libro tiene tres capítulos y en uno el gringo este se agarra un coche de alquiler y se recorre todo lo que puede de las grandes murallas chinas (muchos tramos no son sino un montículo alargado de un palmo de alto) disfrutando de la China más remota (y, por tanto, cutre).
En fin, solo les dejo esta recomendación antes de enfrentarme al ladrillo del Sr. Jenal…
Comentario de Trompeta (19/02/2015 06:44):
Interesante el articulo, felicidades.Desde luego sobrevivir a las invasiones de Gengis Khan, a las de los nómadas, a la partición de Japón y los paises occidentales y volver a ser una superpotencia con sangre, sudor y lágrimas solo nos da una ligrea idea de lo que son capaces los chinos.
Por cierto un apunte de como se las gastaban los chinos :
http://es.wikipedia.org/wiki/Ballesta_de_repetici%C3%B3n
Si tenemos en cuenta que la URSS destrozó al 3º reich por superioridad númerica ( sin contar sus excelentes tanques, capacidad de sufrimiento y aviones de ataque al suelo ) imaginen lo que puede hacer una China a la que le sobra gente, mucho cuidado con ellos como decía Napoleón y se recuerda aquí, mucho cuidado…
Comentario de Trompeta (19/02/2015 06:46):
@ 4 “Que Vietnam ha pasado un total de 1000 años bajo control chino. Los periféricos españoles pueden guardar la esperanza abrigados por ese ejemplo de pertinaz nacionalismo y paciencia infinita para esperar el momento de recuperar tan merecida soberanía.”
Lo dudo, su capacidad de sacrificio se límita a llorar como nenazas porque no les dan mal, los nacionalistas catalanes al igual que los vascos son un mal chiste,carecen de agallas, determinación y capacidad para hacer nada más que estorbar.De momento Mas juega con ellos para mantener la poltrona, al menos alguien sabe sacarles jugo a algo inutil…
Comentario de Latro (19/02/2015 10:42):
Me imagino que a los chinos les pasará igual, pero solemos caer en la trampa de reducir a la gente a uno o dos arquetipos y no darnos cuenta de que son eso, gente.
Si, es verdad que la cultura china tiende a una “veneración de los ancestros” que viene siendo, básicamente, un conservadurismo muy marcado. Eso no quiere decir que en China nunca se hayan dado movimientos revolucionarios mas, digamos, iconoclastas; llevan dandose desde que China es China y mucho antes de serlo. Si es por movimientos populares de base que pretenden arrasar con todo, eso casi casi es tradición china ya. Asi de cabeza, tenemos desde la rebelión de los turbantes amerillos en el 184 antes de cristo hasta la rebelión de los boxers o la rebelión Taiping (alucinante caso de exportación de paranoias cristianas a China que termina en un jarto declarandose hermano menor de Jesucristo…) . Lo cual es normal, es la tension normal en toda sociedad y mas llevada a los extremos chinos – cuando el control de las élites, por asi decirlo, se basa en la insistencia total en que respetes a la jerarquia desde la de tu casa a la del imperio sin margen de disidencia, y vienen muy mal dadas, principalmente porque los que mandan son unos inutiles corruptos tarugos, lo normal es que la gente aguante hasta que explote.
Si fracasan se les pasa por encima y se refuerza el esquema anterior y si triunfan … ya lo repiten ellos.
Comentario de Judge Dredd (19/02/2015 11:17):
Me sorprende que no haya salido nadie todavía a recomendar o comentar el libro de Poch sobre China: La actualidad en China: Un mundo en crisis, una sociedad en gestación.
Vale que es puramente contemporáneo, pero sirve para hacerse una idea de por dónde van aquellas buenas gentes. Y, por lo que parece, estan disfrutando de unas bonitas burbujas que cuando exploten va a ser unas risas comparado con lo que gastamos por aquí.
Comentario de galaico67 (19/02/2015 11:40):
Por lo menos ellos no dependen del Bundesbank, aunque como dejen de dar crédito a los USA y vulevan a exigir el pago en plata…
Comentario de JoJo (19/02/2015 12:16):
Galaico, hablando de los juncos me has recordado esto https://www.youtube.com/watch?v=3Mgs0xnOL10 Son dos partes, 26 minutos en total, para el que tenga tiempo. Entre este capítulo y “Creación” de Gore Vidal, sé más de la cultura e historia china de lo que nunca llegué a imaginar. Por cierto, que yo ahora trabajo en el barrio chino de París y llevamos dos semanas, y lo que nos queda, en que los residentes no paran de dar la murga: todos los días a todas horas hay bailes de dragones, desfiles, tamborradas, petardos que ríanse ustedes de las Fallas… ¡Qué dolor de cabeza!
Comentario de Latro (19/02/2015 12:56):
Por cierto, sobre las consecuencias de la gran primera globalización internacional, la del Imperio Español comerciando plata americana con el Reino Medio al punto de lograr quebrar a ambos, es el tema de un libro, 1493, donde se encuentra uno con cositas como las continuas quejas de los españoles “de a pie” contra los chinos, pidiendo a la corona que regulase abusos como:
– Que se supone que les compramos la seda para hacer las camisas nosotros, pero los muy listos ya saben hacer las camisas al estilo europeo muchisimo mas baratas, y nos las meten de contrabando, y me estan acabando con el negocio.
– Que los barberos chinos en Filipinas y Méjico me estan quitando el negocio porque cobran mas barato y dan masaje y todo
Comentario de galaico67 (19/02/2015 13:02):
Tambien me parece haber leido algo de los ingleses poniendo en circulación reales de vellón falsificados – con plata de menos ley-, raspaduras y bueno, continuación de la guerra que nos llevabamos desde el siglo XVI, en los intervalos entre cañonazo y cañonazo…mientras los ingleses iban construyendo su cinturón mundial de bases navales.
Pingback de Lecturas interesantes del 20/02/2015 (20/02/2015 19:23):
[…] Año nuevo chino: Un país, dos libros Para este año 2015 (o para este año de la Cabra, símbolo de honradez y sinceridad, pero también de resistencia al cambio, que comienza este 19 de febrero, año 4713 del calendario tradicional Huángdì) me he vuelto a meter en una Wishlist. Buscando libros que me respondan a estas inquietudes, he optado por la «opción china»: los más baratos del mercadillo. Un libro que analiza la historia de China reflejada en la Gran Muralla, y como apoyo otro con una «Breve historia de China» (y tan breve que por si sola no hubiese merecido un post, se tarda en leerlo lo que dura un viaje transoceánico más o menos… que supongo que era justo la intención: que el ejecutivo que toma el avión en San Francisco se pueda bajar en Shanghái sabiendo lo justo de China para no meter la pata). Y hoy lo comparto todo con ustedes gracias a La Página Que Reúne Todo Bajo el Cielo. […]
Comentario de keenan (22/02/2015 20:50):
@Trompeta: Los nacionalistas perifericos carecen de agallas, ¿Que deberían hacer para ser reconocidos como omvres de berdá? ¿Declarar la independencía unilateral y echarse al monte en plan pecholobo a parar a las gloriosas tropas nacionales a pedradas (pedradas de 100 kilos, claro)? No lo sé, pero oiga, si son cobardes, casi lo prefiero.
Por otra parte yo creo que el cobarde fue Franco que no supo hacer un genocidio en condiciones como hizo el amigo Adolfo. En el fondo el generalísimo era un sentimental. Ahí se habría acabado todo, y ahora seriamos un país “normal” como Francia. O no.
A lo que voy: líbreme Diós de los valientes.
Comentario de Trompeta (22/02/2015 21:50):
@14 Que declaren la indepedencia unilateral YA.Todo lo demás llorar como las nenazas que son.Que ya aburren hasta a las piedras, y yo no tengo la culpa de que no se les levante… el animo XD.Franco dudo que hiciera un genocidio porque cuando no le llevaban la contraria no era de embestir, y ya sabemos que la mayoría de los que hoy le condenan y son idepedentistas perdian y ponian el culo entonces para que se dignase a darles lo que pedian (MÁS LLOROS)
Comentario de Pablo Ortega (23/02/2015 04:20):
@keenan: podrían hacer una campaña de desobediencia civil auténtica, como por ejemplo, no pagar impuestos a la opresora Madrit. O trancar calles y quemar cauchos como hicimos acá en Venezuela, que por lo visto los catalufos no tienen pelotas ni para eso.
Me mantengo y reafirmo en que el movimiento independentista catalán terminará el día que les arrojen el primer bote de gas lacrimógeno (aka “gas del bueno”, dixit Chávez).
Que movimiento más ridículo, cómo se nota que solo en la acomodada y decadente Europa la gente de verdad es capaz de pensar que un “país” puede independizarse con una marchita al año…
Comentario de Teodoredo (23/02/2015 11:18):
¿Se refiere a los retrasados mentales aquellos que además de atacar a gente normal y corriente iban quémandolo y jodiéndolo todo? ¿Los mismos que en el diario global-oficial se apañaron para presentarnos como reboluzionarios hauténtikos?
Comentario de Latro (23/02/2015 12:48):
Hala, otra interesante discusión donde Pablo habla de lo que no sabe ni conoce ni realmente le importa y Teodoredo le contesta con cosas que tampoco sabe de que van.
Y por supuesto, todo muy relacionado con China.
Comentario de Teodoredo (23/02/2015 13:05):
Menos mal que aún nos quedan putos amos como… LATRO ! Ou yeah !
Comentario de Latro (26/02/2015 16:30):
No se si va a leer usted esto, pero bueno…
No se si soy el puto amo o dejo de serlo. Pero, verá usted, don Teodoredo, de la misma forma que me irrita sobremanera que el señor Pablo se ponga aqui a dilucidar su intriga sobre quien tiene mas cojones que quien en el ranking mundial de protestas, y como eso es fundamento o no para decidir el ordenamiento o desmembramiento del estado español (nota para Pablo Ortega: ¿recuerda usted aquello de “arrechito murio cagando”? Pues eso), me irrita sobremanera que la situación de Venezuela y lo que esta pasando se resuma en “Sale en El País asi que es mentira”. Máxime cuando no hace ni dos dias que un estudiante de 14 años termina muerto a manos de un policia en Táchira. De un balazo en la cabeza.