Nos disculpamos por las molestias

1. La Página Definitiva tiene una especial fijación por la literatura de ciencia ficción, tal como demuestran las reseñas de La Fundación, El juego de Ender, Los cantos de Hyperion, El adorador de la zarza ardiente o El imperio del planeta de las salchichas.

(Bill Watterson)

(Calvin and Hobbes)

2. Hoy toca otro clásico: Hasta luego, y gracias por el pescado de Douglas Adams, que es la cuarta entrega de la saga Guía del autoestopista galáctico, que se convirtió así en una trilogía galáctiva en cuatro partes. Esta fue la primera entrega que no está basada, al menos parte de su historia, en un guión radiofónico previo y en la que Adams moderó su estilo, que consistía en una sucesión de situaciones tan originales como absurdas contadas con una retranca que acaso tienen los lugareños de Biduído de Abaixo, para dar paso a una «especie» de novela romántica que se desarrolla casi en su totalidad en la Tierra. Parece que influyó la presión de su editor para que acabara pronto, y es que los editores de antes no son como los de ahora.

3. Sin duda, es la parte más ñoña, y sin embargo, a la que tengo un cariño «especial».

corazones

4. Esta entrega vuelve a retomar lo que quedó pendiente en el comienzo de la saga. El inicio de la saga ocurrió cuando en «un jueves, casi dos mil años después de que clavaran a un hombre a un madero por decir que, para variar, sería estupendo ser bueno con los demás, una muchacha que se sentaba sola en un pequeño café de Rickmansworth comprendió de pronto lo que había ido mal durante todo el tiempo, y descubrió el medio por el que el mundo podría convertirse en un lugar tranquilo y feliz. Esta vez era cierto, daría resultado y no habría que clavar a nadie a ningún sitio».

5. Lamentablemente, la chica del café Rickmansworth no pudo contar su genial idea y esta se perdió para siempre porque justo en ese momento una flotilla de vogones (seres alienígenas, primos lejanos de Aznar, para entendernos) destruyó la Tierra aduciendo que la Tierra ocupaba el espacio de una radial hiperespacial que se había aprobado.

6. Hay que apuntar que la destrucción de la Tierra había sido anunciada en un tablón de anuncios en el sistema planetario de Alfa Centauro en tiempo y forma adecuados. Curiosamente, este tablón de anuncios compartía pared con el tablón de anuncios de los contratos temporales de la Universidad de Aretxabaleta.

7. Escribiremos en un blog todo aquello de lo que no podemos hablar.

8. Originariamente, Adams iba a escribir unos guiones de episodios de radio para la BBC que compartían el final: la destrucción de la Tierra.

9. La saga galáctica se centra en las aventuras de Arthur Dent y Ford Prefect que logran escapar de la Tierra.

10. Arthur Dent representa al típico hijo de la Gran Bretaña, la Gran Bretaña idealizada por los escritores que no se molestaban en visitar las pobredumbres de su imperio colonial, que pasa su tiempo entre el pub y la cama de su casa. Sin embargo una mañana se levanta para ver cómo unos bulldozers están en su puerta para derribar su casa con el fin de construir una carretera circunvalación. Pero no iba a ser lo peor que iba a ocurrir esa mañana, ya que también era el día programado por los vogones para volatilizar la Tierra.

11. Arthur va a llevar entonces el peso de ser el último hombre en el Universo, y como Bilbo Bolson, va a emplear toda su flema inglesa para salir «aceptablemente victorioso» de todas las aventuras en las que se verá envuelto. Será capaz de adaptarse a las nuevas oportunidades que brinda el cambio, como bien podría haberle aleccionado el comandante de los vogones.

12. Ford Prefect es un amigo de Arthur que provenía del planeta Betelgeuse y que estaba en la Tierra como corresponsal autónomo de la «Guía del autoestopista galáctico». Ford será el que introduzca a Arthur en los recovecos de la vida en la galaxia y le enseñará la vida del autoestopista galáctico. De Ford se puede afirmar rotundamente que es un sobresaliente descendiente del Lazarillo de Tormes, pero claro, siendo de Betelgeuse esa afirmación es discutible.

13. Pasaré de este punto, ya que Adams nunca escribía chistes en base trece.

14. Arthur y Ford logran averiguar que la Tierra era un experimento diseñado para descubrir el sentido del Universo, de la vida y otras cosas así, por lo que un consorcio de psiquiatras contrató a los vogones para abortar el experimento que acabaría con la principal fuente de trabajo de psiquiatras y psicólogos. Se demuestra así que la Ley de hierro de la oligarquía no es solo propia de nuestro mundo, y en todas partes hay también quienes se resisten a su «destrucción creativa».

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15. Hasta luego, y gracias por el pescado comienza cuando Arthur llega a un planeta idéntico a la destruida Tierra.

16. Para su sorpresa, descubre que este planeta es verdaderamente la Tierra y solo han pasado unos meses desde que Artur tuvo que huir de los tanques castellanos Arthur tuvo que huir de las naves vogonas, pareciendo la vida de los demás terrícolas tal como era cuando se fue.

17. Nada más aterrizar coincide con dos de los tres personajes más destacables del libro. El primero es un camionero despreciable hijo de puta llamado Rob McKenna, que «era un Dios de la Lluvia. Lo único que sabía era que sus jornadas de trabajo resultaban desgraciadas y que sus vacaciones eran una sucesión de días asquerosos. Lo único que sabían las nubes era que le amaban y querían estar cerca de él, para mimarlo y empaparlo de agua».

18. Ya ven, no siempre ser querido trae la felicidad.

19. Jaime Rubio Hancock consiguió encontrar 19 consejos para ser más productivo, pero sin duda al lector que ha llegado hasta aquí no le hace falta ninguno de ellos. Aunque ciertamente agradecerá conocer el ideario descastrizado de LPD ahora que el muy comunista y keniano Nobel Obama parece que va a construirse una residencia vacacional en Varadero.

20. A McKenna nadie le tomaba en serio cuando contaba que siempre llovía por donde transitaba, ni su mujer, que «dice que es una tontería y que armo alboroto y me quejo de nada, pero —hizo una pausa teatral, lanzando peligrosas miradas— ¡siempre recoge la colada cuando telefoneo para decirle que voy camino de casa!». Cuando por fin los científicos lo investigan, llegan a la conclusión de que es un «Meteorológico Fenómeno Espontáneo Paracausal» que no altera los fundamentos de las Sagradas Leyes de la Ciencia, sino que simplemente obliga a incluir alguna enmienda transaccional.

21. El segundo personaje destacable es la chica del café Rickmansworth, que se llama Fenchurch. Desgraciadamente tras el shock del ataque de los vogones se le olvidó lo que comprendió aquel día en el café. Desde entonces, Fenchurch siente un gran vacío interior, con la percepción de haber perdido algo que ya nunca va a recuperar, como un notario tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

22. Fenchurch es la pareja adorable de la que te vas a enamorar, con la que con suerte comerás perdices y de la años después tal vez pensarás: «¿Cómo demonios me engañó y consiguió que nos casásemos? ¿Estaba borracho o drogado?».

23. Claro está, entonces, que Arthur y Fenchurch se enamoran, y hacen lo que suelen hacer los enamorados, pero además con el aliciente de emplear las habilidades alienígenas aprendidas por Arthur.

24. Sin embargo sienten que necesitan saber qué ha pasado tras la llegada de los vogones y creen que está relacionado con la desaparición de los delfines, de la que suponen que sabe algo un antiguo investigador de los delfines, Wonko el Cuerdo.

25. El 25 de mayo es el día de la toalla, en homenaje a Adams. Por favor, no confundirlo con el muy castizo —castizo en el sentido más torrentiano— día del orgullo friki, ¡por favor!

26. Una toalla es, según la Guía del autoestopista galáctico, «el objeto de mayor utilidad que puede poseer un autoestopista interestelar. En parte, tiene un gran valor práctico: uno puede envolverse en ella para calentarse mientras viaja por las lunas frías de jaglan Beta; se puede tumbar uno en ella en las refulgentes playas de arena marmórea de Santraginus V, mientras aspira los vapores del mar embriagador; se puede uno tapar con ella mientras duerme bajo las estrellas que arrojan un brillo tan purpúreo sobre el desierto de Kakrafun; se puede usar como vela en una balsa diminuta para navegar por el profundo y lento río Moth; mojada, se puede emplear en la lucha cuerpo a cuerpo; envuelta alrededor de la cabeza, sirve para protegerse de las emanaciones nocivas o para evitar la mirada de la Voraz Bestia Bugblatter de Traal (animal sorprendentemente estúpido, supone que si uno no puede verlo, él tampoco lo ve a uno; es tonto como un cepillo, pero voraz, muy voraz); se puede agitar la toalla en situaciones de peligro como señal de emergencia, y, por supuesto, se puede secar uno con ella si es que aún está lo suficientemente limpia».

27. «Y lo que es más importante: una toalla tiene un enorme valor psicológico. Por alguna razón, si un estraj (estraj: no autoestopista) descubre que un autoestopista lleva su toalla consigo, automáticamente supondrá que también está en posesión de cepillo de dientes, toallita para lavarse la cara, jabón, lata de galletas, frasca, brújula, mapa, rollo de cordel, rociador contra los mosquitos, ropa de lluvia, traje espacial, etc. Además, el estraj prestará con mucho gusto al autoestopista cualquiera de dichos artículos o una docena más que el autoestopista haya “perdido” por accidente. Lo que el estraj pensará, es que cualquier hombre que haga autoestop a todo lo largo y ancho de la galaxia, pasando calamidades, divirtiéndose en los barrios bajos, luchando contra adversidades tremendas, saliendo sano y salvo de todo ello, y sabiendo todavía dónde está su toalla, es sin duda un hombre a tener en cuenta».

28. Así Arthur y Fenchurch llegan al tercer personaje, Wonko el Cuerdo: Wonko era como le llamaba su madre cuando era niño y es «el Cuerdo» para tranquilizar a la gente sobre su salud mental, aunque sea él quien duda de la cordura de un mundo que necesita escribir instrucciones para paquetes de palillos que dicen: «Sujete el palillo por la mitad. Humedezca con la boca el extremo puntiagudo. Introdúzcalo en el espacio interdental, con el extremo romo cerca de la encía. Muévalo suavemente de dentro a afuera».

29. En la casa de Wonko descubren que los delfines —que tras los ratones de los laboratorio de psicología eran los seres más inteligentes de la Tierra— organizaron la Campaña para salvar a los Humanos para la que encargaron un duplicado de la Tierra a la que consiguieron transportar todo su contenido tras la destrucción del original. Después, los delfines se fueron a otra dimensión, dejando los mares a tiburones y balleneros.

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30. Tras visitar a Wonko, aparece el compañero de aventuras espaciales de Arthur, Ford Prefect, que les consigue colar en el platillo volante en el que había llegado a la Tierra y que había aterrizado sobre los Almacenes Harrods, pero sin llegar a afectar a la Embajada de Ecuador donde sigue pasando el tiempo Julian Assange.

31. En la nave viajaba un robot que procedía de una democracia muy antigua, gobernada por lagartos a los que la gente odiaba, pero que les votaban: mejor votar a lagarto determinado a que salga elegido el lagarto que no conviene. Aunque ahora algunos esperan que en la próxima elección gane un candidato que clama contra la casta lagarterana, pero al que otros difaman diciendo que no es más que un lagarto con coleta mona.

32. Una vez en el espacio, se dirigieron al planeta Preliumtarn, donde en la sierra de Quentulus Quazgar encontrarían el Mensaje Final de Dios a Su Creación. Todavía les quedaba una sorpresa en el camino al Mensaje Final: se toparon con un viejo «amigo» de la trilogía, Marvin, el androide paranoico, cuya edad era treinta y siete veces mayor que la del Universo mismo.

33. Lo cierto es que Marvin siempre se estaba quejando: «Cada parte de mí —se lamentó— se ha reemplazado por lo menos cincuenta veces… salvo… —Por un momento pareció animarse de manera casi imperceptible. Su cabeza oscilaba entre los dos con el esfuerzo que hacía por recordar. Al fin dijo a Arthur— ¿Recuerdas la vez que me conociste? Me habían encomendado la extenuante tarea intelectual de subirte al puente. Te mencioné que me dolían terriblemente todos los diodos del lado izquierdo. Y te dije que había pedido que me pusieran otros pero nunca lo hicieron».

34. Renqueantemente, Marvin llegó a leer el Mensaje Final y antes de que las luces de sus ojos se apagaran definitivamente y por última vez, para siempre, murmuró que después de todo le había sentado muy bien conocer el Mensaje Final.

(officialtimwood.tumblr.com)

(officialtimwood.tumblr.com)

35. Adams parece que no terminó muy contento con Hasta luego, y gracias por el pescado y en la siguiente entrega de la saga, Mostly harmless (que no sé a qué lumbrera de traductor se le ocurrió alargar el título hasta Informe sobre la Tierra: Fundamentalmente inofensiva), se cargó a Fenchurch antes de empezar la narración, dejando así claro que el amor es un episodio de locura pasajero que puede desaparecer en un simple salto hiperespacial.

36. En Mostly harmless —permítanme la licencia de usar el título en la lengua de Sir Francis Drake, y no el que ha puesto el traductor—, los vogones ejecutan un plan que completa lo que no consiguieron al principio de la saga: destruir la Tierra, también en todos los universos paralelos, y a todos los seres humanos que vagaban por el espacio: el círculo argumental se cerraba, retomando la idea primigenia de los guiones radiofónicos, donde la destrucción de la Tierra era el final… y no el principio.

37. Años después de publicar Mostly harmless, Adams falleció, consecuencia necesaria del plan de los vogones para conseguir que la galaxia quedara libre de las interferencias de los humanos. Aunque el poder de los derechos de autor es capaz de vencer a la muerte y los herederos de Adams no se han resignado a que la trilogía terminara dividida definitivamente en cinco partes, y cuentan las crónicas que hay publicada una sexta parte. Moraleja: pueden estar tranquilos los seguidores de George R. R. Martin, no habrá ningún problema en encontrar al que relate el asesinato de los Stark que todavía haya dejados vivos Martin.

38. La serie se empeña en demostrar una tautología básica: que nuestro Universo es absurdo, y si aún no se han dado cuenta es porque han viajado poco por nuestra Galaxia.

39. El final de las trilogía en cinco partes desde luego nunca lo suscribiría Paulo Coelho, ni ninguno de sus seguidores: no busquen consuelo en un Universo donde no queda nada humano y donde las conspiraciones llevadas a cabo por los vogones terminan siendo exitosas.

40. No queda más que concluir que no hay nada mejor que el humor inglés para poder admirar desde el sofá favorito el desquiciamiento universal.

41. Porque hay que tener en cuenta que para valorar adecuadamente el absurdo del Universo hace falta disfrutar de ciertas comodidades: el cerebro de un hambriento desahuciado solo es capaz de estar pensando en cómo conseguir los alimentos que necesita y en cómo encontrar un lugar protegido de la intemperie, no siendo capaz de procesar adecuadamente otra clase de información, etérea y suprema.

42. La respuesta a la vida, el Universo y todo lo demás.


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  1. Comentario de Meteorito (22/12/2014 22:15):

    Yo es que de ciencia-ficción sólo me he leido Crónicas Marcianas (uno de los mejores libros del siglo XX) y novelitas de Clark Carrados y Lou Carrigan. Pero es que ver la reseña ahí solica todo el día daba una cosa…

  2. Comentario de Armin Tanzarian (22/12/2014 22:27):

    Yo me he leido gran parte de la ciencia ficcion digna de leerse. Sobre Adams, me gusto el principio. Despues cada libro va perdiendo fuelle.

    Los libros de D.A. sobre Dirk Gently tienen su aquel.

    En resumen, para humor ingles es bueno, pero prefiero a Terry Pratchett, por ejemplo.

    Pido perdon por los acentos, pero escribo desde un teclado de un pais nunca romanizado (Polonia)

  3. Comentario de alfonsotwr (22/12/2014 23:02):

    Meteorito, a mí también me gusto mucho Crónicas Marcianas, especialmente aquel cuento recordando a Poe. Es una pena que ahora el título sea más reconocido por un lamentable programa de TV. Y bueno, aquí cada uno escribe lo que quiere y cuando le apetece…pero se agradece el acompañamiento :)

    Armin Tanzarian, yo leí algún libro de la serie Mundodisco y no me terminó de enganchar: quizás porque eran demasiado alejados de la «realidad».

    Y lo que dices del perder fuelle, yo creo que es difícil de evitar en las sagas: las secuelas pierden la frescura y originalidad de las primeras entregas, pero como los lectores estemos enganchados necesitamos la droja para poder vivir.

  4. Comentario de Tartamundos Trotamudo (23/12/2014 10:07):

    Pues a mi me encantó toda la saga del Autoestopista Galáctico (y la tengo muy reciente, la leí este mismo año).

    También guardo un gratísimo recuerdo de Crónicas Marcianas. Estoy con varias cosas de Bradbury estos días.

    La ciencia-ficción siempre ha sido uno de mis estilos favoritos. Soy muy fan de Asimov, Clark, Dick, Stephenson…

    Ahora estoy con “Islas en la red” de Bruce Sterling.

  5. Comentario de Bunnymen (23/12/2014 19:00):

    Yo pongo “sin noticias de Gurb” por delante de “guía del autoestopista galáctico” cualquier día de la semana a cualquier hora. Pero si nos ponemos omvres de verdad, recomiendo verse “critters” y dejar de leer tanto. Y ya poniéndonos omvres de las cavernas, nunca habrá mejor cci-fi que escuchar a miguel blanco por las ondas.

    Respecto a escritores favoritos, el hombre con un apellido de güisqui segoviano despues de una k que se ponia para hacerse el punki, el mejor (por ideas) y el peor (como narrador) a la vez. Es lo que tiene el abuso de sustancias.

  6. Comentario de baranda (24/12/2014 00:30):

    Yo al autoestopista y a los libros de Pratchett, que son muy entretenidos, no los pondría en ciencia ficción. Son más bien fábulas morales británicas con extraterrestres, mutantes y demás fauna fantástica en vez de zorros y cuervos. La ciencia ficción tiene que empujar los límites de la verosimilitud aunque sea un poco y por eso coincido con Bunnymen en escritor favorito.

  7. Comentario de alfonsotwr (24/12/2014 10:27):

    Si nos restringiéramos a hablar solo de CIENCIA ficción de la buena, deberíamos rendirnos a Julio Verne. Como decís, las ideas de PKD son muy imaginativas y desconcertantes paranoias futuristas, pero con poca base científica. Eso no quita para que a veces los locos también acierten o incluso que los científicos copien las ideas más descabelladas.

  8. Comentario de Armin Tanzarian (24/12/2014 17:41):

    De acuerdo con Bunnymen y con baranda.

    Sobre Julio Verne, sus libros son maravillosos, pero los personajes a veces un poco planos. Entiendaseme: no necesito romances a todas horas, pero tampoco pueden ser todos tan asexuados. O tan galantes y poco amigos de metel-lah…

    Mi voto como mejor ciencia ficcion para los cantos de Hyperion, ex-aequo con algo de Neal Stephenson.

  9. Comentario de Armin Tanzarian (24/12/2014 17:43):

    Anyado a lo anterior que hay libros fantasticos anteriores, pero la ciencia ficcion envejece muy mal. Ejemplo: el libro del juicio final (Connie Willis

    Tambien es muy buena Ursula K. LeGuin, aunque el tufo a feminismo barato le puede a veces.

    Perdon por la falta de acentos y “enyes”

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