Seth MacFarlane en el Oeste

Clint Eastwood dijo en cierta ocasión que las grandes aportaciones de la cultura norteamericana habían sido el blues y el western. Si tenemos en cuenta que la cultura del país se fundamenta en la frontera como elemento simbólico (no sólo desde un punto de vista físico sino también expresivo), estos dos géneros definen a la perfección los distintos rasgos del ser estadounidense en las manifestaciones más relevantes de la cultura popular, el cine y la música. El westernsupone una reflexión sobre la configuración de Estados Unidos en un contexto (finales del siglo XIX) marcado por un hecho fundamental: la Guerra de Secesión.

La cultura del western es la historia de la modernización del país, con todos sus conflictos sociales (racistas y de clase), con los problemas que comporta el progreso (ejemplificado en la llegada del ferrocarril) y el tránsito a una economía plenamente capitalista. En su proceso de construcción de una nueva identidad, el cine contribuyó desde el principio a mitificar ese periodo de la historia presentándolo como un relato de conquista. No obstante, en los años 60 y 70 ese orden de las cosas que habían presentado los géneros cinematográficos empezaron a cuestionarse a través de mecanismos como la parodia [acceso al artículo completo]


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