Las trampas del documental musical

Estos días se estrena en España A veinte pasos de la fama, el documental musical que ganó el Oscar el año pasado y que se centra en las carreras de las coristas del rock. Al igual que los actores secundarios en el cine, estas cantantes han sido constantemente ninguneadas por la industria pese a su importancia en la configuración de ciertos sonidos (el Motown, por ejemplo) y su participación en discos y conciertos de las principales estrellas de la música popular. Sin ir más lejos, en este documental intervienen músicos como Mick Jagger, Bruce Springsteen, Sting o Stevie Wonder. La película trata de hacerles justicia a estas cantantes, ya que muchas de ellas ni siquiera aparecían en los créditos de las grabaciones, al tiempo que traza un recorrido por el rock desde el punto de vista de quienes normalmente han constado en segundo plano.

Hasta aquí, todo bien. No obstante, cuando nos metemos en detalle, llegan los problemas. Porque lo que se vende como un reivindicación necesaria acaba convertido en una loa complaciente a las supuestas bondades de una industria, la musical, dedicada sin descanso a tapar aquellos aspectos que resultan menos ejemplares. Para empezar, ya resulta sospechosa una película sobre la historia del rock norteamericano en la que no se pronuncie la palabra “racismo”, ya que las tensiones raciales constituyen un elemento fundamental en el origen y desarrollo de la cultura rock [acceso al artículo completo]


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