House of Cards
Tejemanejes en Washington
El personaje de ficción de moda se llama Frank Underwood. Atrás han quedado ya el presidente Bartlet, Tony Soprano o James McNulty. Underwood ha creado rápidamente hemorragias de pasión en los medios de comunicación, aumentadas tras la edición de la segunda temporada de House of Cards, una serie que vuelve a confirmar la búsqueda en el audiovisual estadounidense de nuevos formatos y temáticas. Para empezar, esta búsqueda se concreta la plataforma de distribución la serie, Netflix, que lanza en streaming las temporadas completas. De este modo, el usuario no tiene que esperar cada semana al estreno de un nuevo capítulo, sino que dispone de todo el paquete de episodios para que lo consuma a su ritmo.
El cambio de paradigma por el que apuesta Netflix no es ninguna tontería, ya que hablamos de una serie con un presupuesto de 100 millones de dólares por temporada y que se ha convertido en la última joya de la corona de un servicio que muchos consideran ya la nueva HBO. De hecho, Netflix cuenta ya con más de 40 millones de suscriptores que pagan su cuota mensual, compitiendo directamente con HBO y habiendo dejado atrás hace tiempo (puesto que su crecimiento ha sido exponencial en los últimos dos años) marcas como Showtime. Netflix no descubre nada nuevo pero sí viene a certificar un cambio de producción y consumo en la ficción televisiva.
Para que ese cambio se confirme, en Estados Unidos apuestan por productos de calidad. No se trata ya de la factura técnica (en las producciones norteamericanas mainstream eso se da por supuesto) sino de la asunción de una serie de riesgos calculados. En House of Cards el principal es el del argumento, los tejemanejes de Frank Underwood, un congresista norteamericano que se dedica a conspirar para alcanzar la vicepresidencia del país y, desde ahí, la misma presidencia. Como ya se ha anunciado la realización de una tercera temporada, los creadores prometen más morbo, como es seguir las conspiraciones asesinas de un tipo inteligente y maquiavélico que ocupa el Despacho Oval.
Evidentemente, esta trama argumental se inscribe en una larga tradición del cine norteamericano consistente en mostrar los asuntos más sucios de los bastidores de la alta política. House of Cards se sitúa en la estela de películas como El político, de Robert Rossen, Un león en las calles, de Raoul Walsh o El último hurra, de John Ford, películas que muestran de manera explícita los métodos poco ortodoxos de ascenso en la política yanqui. La tradición es muy amplia e incluso cintas como Poder absoluto, de Clint Eastwood, nos mostraban un presidente asesino que no rendía cuentas con la justicia, por mucho que no saliese indemne.
Pero aquí el malvado y fascinante protagonista es demócrata y no duda en estar peleando siempre en el barro. Los demócratas de El Ala Oeste de la Casa Blanca, y de Aaron Sorkin en general, tendían siempre al “wishful thinking”, es decir, eran buenas personas en un mundo plagado de maléficos republicanos. House of Cards nos cuenta que los repúblicanos son malos, eso siempre está fuera de toda duda, pero añade que la política de Washington no entiende de colores a la hora de conspirar, medrar y hacer “alta política”. Todo se arregla con métodos expeditivos, llegando Underwood a asesinar a quien interfiere en sus planes (un congresista amigo y una joven periodista) para, a continuación, borrar todo rastro de su implicación en los asesinatos.
Aquí se ve claramente la huella de uno de los creadores de la serie, Beau Willimon, guionista y productor de Los idus de marzo, el film de George Clooney que trataba también la suciedad de la política norteamericana sin cortarse un pelo. En el equipo responsable de la serie se encuentra también gente como David Fincher (que trabajó con Sorkin en La red social) y el mismo Kevin Spacey (que interpreta a Underwood, personaje que comparte muchos rasgos y situaciones con el Lester Burnham de American Beauty) y quien no se cansa de promocionar el producto diciendo que él no juzga a los personajes que interpreta, declaración muy tramposa si tenemos en cuenta que Spacey no es un mero actor que mira desde fuera el proceso de creación de House of Cards.
Con todo, la necesidad de mantener el interés del espectador a lo largo de varias temporadas obliga a muchos trucos arriesgados, máxime teniendo en cuenta que el material de partida (una novela y una mini-serie de la BBC) necesita un amplio desarrollo. De ahí que chirríe un poco la descripción de la política norteamericana como una obra de teatro de unos pocos personajes arquetípicos (el millonario relacionado con el presidente o el representante del lobby) entre los que es fácil destacar con algunas maniobras para llegar a ocupar la Casa Blanca.
El mensaje es muy obvio y lo expresa Underwood en una de sus confidencias breves con el espectador (artificio que usaban los hermanos Marx en sus películas) cuando dice que “estoy a un paso de la presidencia y sin ningún voto emitido a mi favor, la democracia está sobrevalorada”. El problema es que la excesiva reducción de personajes se desvela como una estrategia efectista, así como diversos momentos del guión, como el trío sexual con el escolta. Sin embargo, es curioso seguir la trayectoria de Underwood y de Netflix para ver cómo deriva esta nueva televisión basada en la emisión de una serie que sigue la estela del ala liberal del cine norteamericano.
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Comentario de teresa (28/02/2014 12:54):
¿El trío con dos tíos no te olió a Productor ejecutivo Kevin Spacey?
Sobre el tema ‘binge-watching’. Estuve leyendo que posibilitar la descarga de toda una temporada en un período de tiempo corto necesita una cantidad ingente de servidores y tecnología, es decir, un pastón. También leí que precisamente Netflix en una de las partidas que más emplea su presupuesto es en esto. Es decir, el “regalo” de darnos toda una temporada a la vez, que nadie más lo hace (ni Hulu, ni Amazon) les ha costado un cojón. Por lo que me lleva a preguntarme ¿Solo por diferenciarse del resto?, ¿hay algo más? Los Angeles Times dio su teoría, y me convenció (hasta que llegue otro y me convenza de otra suposición mejor): el binge-watching favorece nuestra adicción seriéfila, genial, aunque me avergüenza también (me siento una yonki), y a la vez encubre que pasamos por encima de los defectos de la serie con motivo del atracón.
Me he puesto como reto a partir de ahora que cualquier nuevo estreno de Netflix me lo voy a ver a capítulo por día y dejarlo respirar.
En fin, apasionante el tema de las nuevas online.
Comentario de teresa (28/02/2014 13:05):
Otra cuestión: ¿Cuántas series ha producido Netflix en 2013? Únicamente dos, más luego tiene un catálogo en permanente rotación de películas online. 8 dólares al mes. HBO cuesta 50 dólares al mes. La diferencia es enorme. Pero HBO te ofrece muchísimos más productos al mes, no solo dos series al año.
Si viviera en EEUU probablemente me haría de Hulu (importa series BBC, se curra su catálogo con productos que personalmente me interesan más, es más diverso que solo cine + 2 series al año).
Estoy en fase anti netflix ON. Se me pasará.
Comentario de teresa (28/02/2014 13:06):
Perdón, hablo de HBO porque tiene la opción hbo go, es decir, también puedes verlo online.
Comentario de Paco Pérez (28/02/2014 15:58):
Jorer! Pirate bay rulez! Ya no es la pasta, son las comeduras de coco.
Comentario de InVino(Veritas) (28/02/2014 20:42):
Teresa, yo no creo que sean comparables. Netflix en el fondo es un videoclub (la mayor parte de la gente que conozco sigue teniendo la opcion de que te manden DVD a casa , ademas del online) mientras que la HBO es una cadena. El asunto de House of Cards es mas un gancho para que la gente se apunte a Netflix, pero su negocio sigue siendo ofrecer peliculas y series de otros.
Comentario de Francesc (28/02/2014 21:07):
A mi me enganchó mucho desde la primera temporada, cuando nadie conocía la serie y yo me mesaba mi barba de intelejtual hablando de esta series o de la nueva ficción danesa.
Ahora, aunque me sigue gustando, la verdad es que desprende cierto tufillo reaccionario. Pintan a un político malvado, pero malo porque sí, por joder y fastidiar, teniendo conciencia el mismo de su malignidad, y claro, para que la gente no se pierda lo dibujan, a él y a su mujer, como un matrimonio liberal! L’horreur! Que degeneración! Y peor, hace un trío, y con un hombre y no con dos mujeres, que ya sería malo, pero menos malos. Que se haya cargado a dos personas ya tal. Que digo yo que poner a un hombre malo heterosexual era irreal o algo.
(Y eso, admitiendo que parte del comportamiento sexual que muestran de Underwood sí que es reprobable, como chuscarse a un empleado).
Comentario de teresa (01/03/2014 01:53):
Paco Pérez, la tienes disponible en Yomvi, una buena opción para verla y barata, donde encontrarás también True Detective y en abril Juego de tronos. 9,95 +iva al mes, y el primer mes gratix. Que digo yo que habrá que pagar por la cultura si te la ofrecen en legal y a un precio asequible. Al menos es un primer intento ‘made in Spain’ que se acerca a lo que seguramente querríamos tener, y no está de más empezar a premiar iniciativas así, y con una diferencia de solo un día entre ventana de explotación (al fin los periodos de explotación según ventanas se acortan).
Invino, ‘in my opinion’ cuando un operador ya no solo distribuye sino que también produce se puede comparar. He leído bastantes artículos yankis en los que se les analiza como competidores en cuanto a que Netflix es la opción barata para los usuarios que consumen ficción (pelis y series) y HBO ofrece el servicio HBOgo para ver también su programación por internet, y se pisan los talones (sobre todo Netflix citando constantemente a HBO para que los usuarios los acaben comparando).
De hecho ahora todos quieren producir y están empezando a hacerlo (no solo ser un distribuidor de contenidos online): hulu, amazon, microsoft… Todos compiten con todos, y creo que todos ya tienen claro que el ‘content is the king’. ¿Se quedarán los usuarios sólo con netflix?, ¿puede un norteamericano medio (netflix tiene 32 millones de suscriptores en usa) costearse un HBO + Netflix mensual? No lo creo. El usuario al final se decanta por uno de pago, no por los dos, o tal vez sí, pero solo algunos, en ningún caso con tres. Por tanto compiten.
En cualquier caso hoy me he llevado un chascazo del copón al enterarme que ahora la dueña de la banda ancha más grande del país y ha hecho una trece-catorce, convirtiéndose en productora (nbc), distribuidora (canales de cable), y operadora de la red (banda ancha) y la gran mandamás del mes (aún tengo que digerirlo, estoy en shock).
El primer giro ha venido porque Comcast, no solo dueña de la NBC sino el mayor operador de servicio de internet en EEUU, ha comprado Time Warner Cable (cuidado con confundir con Time Warner, no es lo mismo), el otro gran gigante de cable, cable online, y servicio de internet, de manera que entre las dos se quedaran con 1 de cada 3 hogares de EEUU y todas las fases que van desde el contenido al usuario final (contenido, ventana e internet)
La segunda hostia ha sido para Netflix, que tiene contenido y lo distribuye, pero no es dueña de la banda ancha, mientras que Comcast sí. Señores de Netflix, ¿quieren ser ustedes los nº 1 y dar un servicio a sus usuarios hiper rápido y de calidad? Pues mire usted, me consumen ustedes demasiada banda ancha (el 30% de todo EEUU), o mejor dicho, voy a cogerles a ustedes un poco por los cojones. O me sueltan pasta, o les jodo el negocio. Netflix se baja los pantalones y acaba pagando la “tasa comcast”:
http://www.eluniversal.com.co/tecnologia/acuerdo-netflix-comcast-plantea-cuestion-del-costo-de-contenidos-de-internet-152708
Imagináos que eso lo hiciera aquí Telefónica con Yomvi (bueno, no es un gran ejemplo, pero es el único que tenemos), o a Youtube, o con cualquier empresa de medios ubicada en internet “Si quiere tener usted acceso a los usuarios me tiene que pagar a mi también para que su servicio sea rápido, no solo los usuarios me pagarán por tener acceso internet”. Es un planteamiento perverso y un poco peligroso. Me recuerda a la famosa tasa que puso el Gobierno español en el 2010 en el que incluyó en el 5% de la inversión en la producción de cine o miniseries a telefónicas, vodafones, etc, pero en este caso era para reinvertirlo en la industria audiovisual, bastante más atractivo para el sector, y en el que los que soltaban la pela eran precisamente los operadores, no los usuarios (bueno, los usuarios cuando contratan la banda ancha y el canal o contenido ON DEMAND, al igual que en el caso anterior)
Lo que sí que parece ser que es increíble en Netflix según me han contado hoy es su tecnología en cuanto a la experiencia del visionado (full HD, 4ks, lo pasas de tu pantalla móvil a tu pantalla tele en un microsegundo sin saltos ni interrupciones, te guarda el pause).
Me pongo a comparar, pues a hbo con netflix y llega comcast con time warner, y la aventura microsoft, amazon o hulu y al final, tienes razón, se me queda cojo. Pero porque hay que valorar a todos estos operadores, no solo a dos.
Comentario de hglf (01/03/2014 16:31):
Hola
Todo esto ya lo había predicho Bradbury en Fahrenheit 451.
Saludos
Comentario de lovethebomb (03/03/2014 20:58):
Muy buena la critica, solo un comentario acerca de las confidencias del personaje al espectador…
en la miniserie original ya sucedia, y es un “truco” bastante viejo… si mal no recuerdo el primero que lo ejercio fue Shakespeare con Ricardo III, que en su camino al poder hacia exactamente lo mismo, socarroneria incluida.
La obra puede resultar un poco peñazo por una razon: trata los tejemanejes de una serie de personajes históricos cuyo conocimiento se daba por supuesto en la época, pero hoy ya no y es facil perderse. Como empezar Juego de Tronos a mitad de la tercera temporada :-P
No obstante, resulta interesante ver como usaba este recurso: Al principio cuando Ricardo III es solo un personaje mas de la corte, tullido y cínico, te genera simpatía y las confidencias son constantes. Trata al resto de personajes de ingenuos o tontos. En el segundo acto ya es rey y empieza a hacer maldades, al tiempo que sus “confidencias” se van espaciando. En el tercer acto el espectador ya odia al personaje por cabrón sin escrupulos y deja de haber “confidencias”, se le deja solo.
Perdón por el offtopic, y aquí viene un spoiler: En el primer capitulo de la segunda temporada, tras cargarse creo ya a los dos pjs… no hace confidencias. Hasta el final del capitulo, que empieza con un “¿Creíais que me había olvidado de vosotros?”. Es interesante ver como evoluciona la mentalidad de la gente y lo bien que toleramos ahora a los villanos. ¡Tanto como a los corruptos en España!
Comentario de Manuel de la Fuente (04/03/2014 13:53):
Muchas gracias, lovethebomb, ya lo he cambiado en el texto porque sí, sonaba raro como estaba.