Premios Ondas, el periodismo valiente
Nunca le habíamos prestado aquí mucha atención a los Premios Ondas. Los hemos visto un poco siempre desde la distancia, como una especie de aquelarre en el que unos periodistas-empresarios se premian a sí mismos y a sus amigos con estatuillas y palmaditas en la espalda. Posan ese día para las fotos, montan un tinglado de varietés sofisticadas por la noche y se van a casa tan campantes. No nos parece mal, todo lo contrario, la gente tiene derecho a divertirse. Es más, esto es España, y como ha dicho en numerosas ocasiones Giles Tremlett, los españoles son el pueblo que sienten que tienen la obligación de divertirse. El problema surge con otra actitud muy española, el sentimiento de culpa. Cuando llega la resaca tras la fiesta, se levanta uno con dolor de cabeza y grita: “¿Por qué? ¿¿¿POR QUÉÉÉÉ???” Entonces nos repetimos que “nunca máis”, que se acabó eso de salir por ahí de comilona-copas-cenorra-copas-jolgorio-resopón, que eso no lleva a ningún sitio y mejor quedarnos en casita viendo películas de Terrence Malick. Así que intentamos conjugar ambos impulsos de nuestro ADN: la obligación de salir y el recogimiento culposo.
Entonces, como la cabra tira al monte y queremos volver a salir de jarana, nos buscamos excusas. Es como cuando te gustan las películas de Van Damme o de Bud Spencer. Somos incapaces de reconocer que nos gustan porque sí, tenemos que andar dándole vueltas a buscar una explicación coherente y elevada de tales gustos. Eso o disimular y despreciar en público lo que tanto disfrutamos en privado. Pues con los Ondas ha pasado algo similar: como no queda muy guay-fashion-reivindicativo eso de premiarse a uno mismo, ha habido que buscar una excusa que le dé lustre a la ceremonia y el sarao. Es un proceso que ha llevado años, no se crean, pero que ha alcanzado un gran perfeccionamiento. La solución: los Ondas premian el periodismo valiente y comprometido.
Así lo recogen, con la resaca, los principales medios, desde la hoja parroquial del Premio hasta la radio en su parte informativo. En todos ellos se destaca el periodismo valiente y comprometido que se hace en España. Es tan potente, poderoso y numeroso ese periodismo que uno ve la foto de los premiados en la escalinata y apenas caben todos, hay más gente ahí que en una reunión de asesores de un barón regional del Partido Popular. Eso sí, a todos ellos se les ve el “gesto”, la gravedad del momento, la responsabilidad de su trabajo en circunstancias tan adversas para la democracia. Se les percibe como unos profesionales como la copa de un pino, dispuestos a arriesgar fortuna y gloria si hay que defender a la ciudadanía y enfrentarse al poder. Uno ve las fotos y respira aliviado. Al frente de todo el grupo, dos periodistas de postín, una de ellas, famosa por su compromiso férreo con la igualdad (ahí están sus simpáticos comentarios racistas). La otra, una aguerrida y represaliada entrevistadora, que lucha contra los elementos para que se escuche su voz. Por eso tiene que buscar acomodo en medios alternativos y de gestión asamblearia para poder seguir con sus incómodas entrevistas.
En las crónicas detalladas de los medios oficiales ya pueden ver cómo fue la gala de los premios Ondas. Verán el listado de premiados, de programas y periodistas (“profesionales de la información”, perdón) que se repiten año tras año. Son los mismos galardonados desde hace lustros, y las imágenes que podemos ver estos días sólo se diferencian en las de años atrás que tienen un pelín más de maquillaje y de photoshop. Iñaki, Luis, Julia… estaban todos allí. Uno ve las crónicas y no para de preguntarse lo siguiente: con un periodismo tan comprometido desde hace años, ¿por qué hemos llegado a esta situación? Estamos protegidos por periodistas que no paran de darnos consejitos y bendiciones y, sin embargo, el presidente del gobierno no comparece o lo hace con un plasma, los banqueros son elevados a la más alta categoría social después de cebarse con los ahorros de los ancianos, las instituciones están carcomidas por la corrupción, y sin embargo todo sigue más o menos igual, en orden. Si un político hace sonar la campana, allí van todos los profesionales, dirigidos por los jefes de los profesionales, a cubrir todas las ruedas de prensa plagadas de no-preguntas o de preguntas comodísimas, que para el caso es lo mismo.
El problema es que, en España, tenemos este periodismo de oposición de salón o su modelo antagónico, el periodismo abertzale de PedroJota-Marhuenda-Intereconomía. Al menos, ése es el panorama que nos presentan los grandes medios. El aquelarre ha llegado a su fin un año más con un nuevo masaje de todos para todos. ¿De qué han hablado los Ondas? ¿De los EREs que se están llevando a cabo en las empresas que los organizan? ¿De la precariedad alimentada y aplaudida (con sordina, para no hacer ruido) por los principales diarios, televisiones y radios del país? No, los Ondas nos han dejado una nueva profecía de Iñaki, un mensaje que nos hace reflexionar: “Lo que está pasando, está pasando. Lo que viene detrás no está escrito”. España va bien. Amén.
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Comentario de Meteorito (21/11/2013 09:38):
Alégrate, hombre, que el premio Ondas de la música no se lo han dado a Lou Reed, se lo han dado a una renovadora alternativa de verdad como Gloria Estefan.
Comentario de alter_ego (21/11/2013 09:52):
Una reunión en que todos se chupan la pollas unos a otros. no tiene el más mínimo interés.
Comentario de Latro (21/11/2013 12:47):
El Iñakismo ese esta casi casi a punto de llegar a la mítica frase de Plan 9 from Outer Space, “And remember my friend, future events such as these will affect you in the future”
Comentario de Alcalá (21/11/2013 13:45):
Bah, tómenselo como lo que es: una fiesta gremial de una profesión en decadencia, implacable con el indefenso y servil con el poderoso.
A ver si con un poco de suerte, redes sociales mediante, dentro de no mucho se convierten en un triste recuerdo… ojalá.
Comentario de Rafa (22/11/2013 12:21):
Y a Julito Ruiz también le ha caido uno!!!
Comentario de John Constantine (23/11/2013 10:42):
No se que dan mas ambas señoras y el resto de premiados, si asco o pena.
Y el catetismo que demuestra la foto elegida para el artículo es de chapeau. Casi tanto como cuando, en otros galardones, Pepa bueno y Genna Nierga mojaban el suelo de babas frente a la Letizia.
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