“La Paja en el Ojo de Dios” – Larry Niven y Jerry Pournelle
Aprovechando el revival de ciencia ficción en LPD, combinado con el revival URSS en LPD, y aprovechando una relectura nostálgica, hoy traemos una novela de ciencia ficción “dura” del año 1975, deliciosamente anacrónica. Heinlein, nada menos, la calificó como “posiblemente la mejor novela de ciencia ficción que haya leído nunca”. Quizás algo exagerado, porque comparada con El Juego de Ender resulta algo difícil de leer, pero sin duda es una de las mejores “novela de primer contacto” que se han escrito.
Y sí, esto está lleno de spoilers, pero hablamos de una novela de los años setenta. Si no se la han leído hasta ahora, no lo harán nunca, así que “LPD servicio público” les permite fardar como si lo hubiesen hecho. Eso sí, si en unos añitos Hollywood decide hacer una peli, no se quejen. Aunque me da que lo cambiarían todo.
El universo del CoDominio
Para los neófitos, al principio de la novela hay una Cronología del universo ficticio del CoDominio, universo creado por Jerry Pournelle (y aún así, en las clasificaciones alfabéticas por autor la novela suele aparecer bajo la N de Niven): a finales del siglo XX, Estados Unidos y la URSS descubren dos tecnologías clave: el impulsor Alderson, que permite el viaje interestelar dando “saltos” entre puntos determinados por la gravedad de las estrellas, y el campo Langston, que permite crear campos de energía que protegen a las naves. Deseosos de mantener su superioridad, la URSS y los USA se alían para la conquista del espacio (y para mantener su dominio sobre los demás estados de la Tierra) y crean el CoDominio, una especie de Tordesillas estelar que asigna mundos a unos y otros para colonizar, con sus propias fuerzas armadas conjuntas y todo. Pero el buen rollo no dura mucho, y la Tierra es destruida sobre el 2100. En el caos subsiguiente, los mundos de Esparta y St. Ekaterina, colonizados por americanos y soviéticos, se alían para crear un Imperio del Hombre -con emperador y todo- y unificar los principales mundos colonizados.
En el siglo XXVII, este Imperio es atacado por una revuelta de unos pérfidos Separatistas, liderados por el planeta Sauron, cuyos habitantes han creado, mediante experimentos genéticos, una raza de superguerreros, los saurones. Tras graves pérdidas, el Imperio prevalece, pero muy debilitado. Muchos mundos pierden la tecnología especial y quedan aislados.
(Para deleite de los frikis de la Segunda Guerra Mundial, los saurones resultan lo más parecido a unos “supernazis en el espacio” jamás ideados: eficientes máquinas de combate, racionales hasta la muerte, y encima con nombres tirando a alemanes. Ante el lógico interés que despertaron, surgió todo un “universo compartido” de trash-fiction llamado significativamente “War World”, donde se exploran sus costumbres y sociedad, y donde si algo no falta son batallitas.)
MacArthur y Lenin combaten juntos
Tras unos siglos de oscuridad, un Segundo Imperio del Hombre se construye desde Esparta, unificando a leches a todos los planetas humanos, tal como si fuese Madrid unificando competencias a nivel estatal. Cuando empieza la novela, en el año 3017, la tarea está bastante avanzada, aunque la Marina Espacial Imperial tiene que machacar algún mundo por acá y por allá, como Nueva Chicago al inicio de la narración. Camino de Nueva Caledonia, con algunos civiles rescatados y otros sospechosos de sedición a bordo, la nave MacArthur, comandada por el marqués Rod Blaine (si, el Imperio tiene una nobleza tipo Inglaterra, que saludan muy marciales al escudo imperial, donde un águila de cabeza blanca sostiene una hoz y un martillo), intercepta una extraña nave: una cápsula impulsada por una “vela solar”, una fina tela de varios kilómetros cuadrados que usa el viento solar para navegar entre las estrellas. Es el primer contacto con alienígenas inteligentes en mil años de viajes por el espacio – y con las prisas por salvarlos, Rod Blaine se los carga.
Solo una estrella puede haber sido el origen de la cápsula: el Ojo de Murcheson, la única estrella entre Nueva Caledonia y el Saco de Carbón, una gran masa de polvo interestelar. Visto desde Nueva Caledonia, el Saco tiene forma de hombre encapuchado, y el Ojo parece justo eso, un ojo. Durante los años de oscuridad sin el Imperio, los caledonios han desarrollado un culto que dice que el Ojo es directamente el Ojo de Dios, y que afirma que les miró un siglo y medio atrás, manifestándose esa mirada divina mediante una luz brillante. Vaya paletos de provincias, dicen ahora los madrileños imperiales, eso fueron láseres de lanzamiento para la cápsula alienígena. Pero el Ojo es una gigante roja, incapaz de sostener planetas con vida, de modo que el origen tiene que ser la Paja, una estrella como el Sol de la Tierra, situada justo al lado del Ojo. Tan al lado que su único punto Alderson lleva al interior del Ojo, desde donde otros puntos Alderson permiten saltar a Nueva Caledonia. No obstante, con ayuda del Campo Langston los humanos pueden penetrar en el Ojo, y dos naves imperiales, la MacArthur y la Lenin, son enviadas a explorar la Paja en el Ojo de Dios.
Los duros protagonistas de la ciencia ficción “dura”
Hacemos un inciso para hablar de los protagonistas. Roderick Blaine y su tripulación parecen sacados de un manual para poblar películas de la Segunda Guerra Mundial: están los guardiamarinas novatos, el viejo sargento, el teniente resabido, el ingeniero capaz… tipos duros encargados de la dura tarea de reconstruir el Imperio. Alguno tiene algún ramalazo blando o directamente gayer, como el navegante Kevin Renner, que incluso prefiere ir con ropas civiles siempre que puede. En cambio el almirante Kutuzov, jefe de la expedición y comandante de la Lenin, es tan duro que directamente bombardeó un planeta de Separatistas con armas nucleares porque no se rindió –la clase de cosa con la que te ejecutan o con la que te ascienden, aquí y en St. Ekaterina-, y su superior el almirante Plejanov le azotó personalmente el culo al príncipe heredero imperial cuando servía de grumete en la Lenin, para asegurarse que el Imperio siguiese teniendo sus duros dirigentes.
Los civiles ya despiertan un poco más de interés, aunque solo sea porque comparativamente son unos blandengues. Lady Sally Fowler, la única mujer a bordo de la MacArthur, nos sirve para ver lo extremadamente machista que es el Imperio del siglo XXX: todo son atenciones, junto con una cierta presión social para que se case y tenga hijos, que ya tiene veintidós añitos la pobre. Sobre el tema del sexo, antes del altar no le dejes ni catar. Rescatada de un campo de concentración Separatista -porque los separatistas siempre montan campos de concentración, aquí y en la China Popular, en cuanto levantas la mano-, acompaña a la expedición al ser la antropóloga más respetada en cuarenta años-luz. El otro científico, Horvath, resulta menos interesante: solo obtiene el puesto por ser el presidente de la Academia, y representa la visión “buenista” en relación a los alienígenas. También viene David Hardy, un sacerdote-lingüista entrenado para evangelizar planetas que estuvieron largo tiempo aislados. Su búsqueda del alma pajeña nos deja fríos, pero se agradece su punto de vista levemente irónico.
Pero el plato fuerte, y personaje más interesante, es sin duda Horace Hussein Chamoun Bury al-Shamlan, leal súbdito de su Majestad Imperial, presidente de la asociación de comerciantes imperiales, dueño de Autonética Imperial, y ligeramente sospechoso de instigar la revuelta de Nueva Chicago. Originario de un planeta poblado por árabes llamado Levante, que secretamente busca superioridad sobre Dayan, planeta poblado por judíos (se nota que esto se escribió un añito después de la Guerra del Yom Kippur), lo cual motiva toda su conspiración. Comerciante de la cabeza a los pies, con enorme habilidad para el soborno y para camelarse a la gente, es puesto en custodia de Blaine porque el Marqués, dueño ya de un planeta entero, es el menos probable de ceder a un soborno. ¡Las ventajas de la nobleza, oiga! Bury vuela a la Paja en calidad de representante de la “sociedad civil”.
Los alienígenas más fascinantes de los 70: los pajeños
Los traductores de la novela o bien son unos cachondos, o unos ingenuos. Del original “The mote in God’s Eye” traducen a “La Paja en el Ojo de Dios”, y a los alienígenas, de “moties” a “pajeños”. La cosa tendría un pase, si lo llamativo de los alienígenas no fuesen sus extraños usos sexuales, como anuncia la contraportada. Seguramente la “parte alienígena” es de Niven, que en sus propias novelas del Mundo Anillo gusta de inventarse alienígenas raros, y la “parte Imperio” es de Pournelle, que no ha parado de sacarle punta al CoDominio.
Siguiendo el manual de John Wood Campbell Jr., maestro de autores de ciencia ficción, los mejores alienígenas son aquellos que son completamente diferentes, pero igual de capaces que los humanos. La sociedad pajeña está dividida en castas genéticamente diferenciadas para las tareas: los Mediadores median en conflictos y tienen en sus manos el entramado cultural. Su capacidad de inmersión y talento para los idiomas les permite aprender el inglés en menos de una semana; cada humano resulta asociado con uno, que será su Fyunch(click) y que entrará en una relación casi simbiótica con él, imitando gestos y modos de hablar. Los Ingenieros son casi autistas, pero con unos conocimientos técnicos amplísimos innatos. Les ayudan los Relojeros, mini-Ingenieros que pululan a cientos por ahí. Los Jardineros se encargan de la agricultura. Los Mensajeros transmiten mensajes. Y la casta de los Amos toma las decisiones. Como todos los especialistas, son altamente inteligentes en su campo – hasta que, de vez en cuando, se les va la olla y se vuelven perroflautas galácticos. A esto lo llaman Eddie el Loco.
El primer contacto es con una Ingeniera y sus ayudantes Relojeros, que les arregla y optimiza un montón de trastos, pero es incapaz de comunicarse. Cuando llegan embajadores Mediadores desde Paja Uno (el planeta principal), Blaine decide retenerla para que no revele las capacidades de la tecnología humana. Con el turbador resultado de que al poco tiempo se mueren ella y -aparentemente- los Relojeros, cosa que los Mediadores asumen con cara de póker.
Como gesto de buena voluntad, los Mediadores pajeños invitan a una expedición a bajar a Paja Uno, el planeta principal, para iniciar negociaciones. Paja Uno está superpoblado, y muestra grandes cráteres que los pajeños explican con guerras pasadas, “piro ahora siomos buinos, paisa, tu no temer”. Los pajeños se presentan a si mismos como unos pobres diablos ahogados por la falta de recursos, y solo piden ayuda para poder salir del sistema de la Paja y colonizar otros mundos, como delegados de provincias que piden subvenciones en Madrid, no como esos pérfidos Separatistas, oiga, nosotros siempre dentro del orden constitucional.
Pero mientras hablan y se van conociendo mutuamente, la MacArthur empieza a transformarse: los Relojeros han infestado la nave, reproduciéndose como una plaga y alterando su maquinaria. La nave debe ser abandonada y detonada, para evitar que sus secretos caigan en manos de los pajeños. Durante la evacuación, Bury tiene un “momento Losantos” cuando descubre que unos borrokis Relojeros intentan subir a la Lenin. Bury pasará de apoyar Separatismos y financiar 11M’s, a ser defensor a ultranza del Imperio, como único garante de una humanidad unida y dura frente a los pajeños.
Otras tres personas tendrán una aventura menos feliz: tres marines del espacio, con distintos grados de dureza, acabarán aterrizando en Paja Uno durante la evacuación de la MacArthur. A través de ellos, y de una Mediadora renegada, empezamos a descubrir los secretos que guardan los pajeños.
La vida sexual de un pajeño
El primero son los ya mentados usos sexuales. Todos los pajeños nacen hembras, y cuando llegan a la madurez sexual deben quedarse embarazadas o mueren al cabo de un tiempo, como la Ingeniera. El cambio hormonal del parto provoca la bajada de un óvulo al canal del parto, donde forma un único testículo, que convierte a la pajeña en macho. Pasado un tiempo, sin embargo, el testículo se marchita y se cae, el pajeño vuelve a ser pajeña, y el ciclo vuelve a empezar. Obviamente, la idea de un matrimonio permanente “como Dios manda” entre un hombre y una mujer les parece de risa. La necesidad de procrear crea una presión demográfica brutal, especialmente en las castas inferiores, con las consiguientes guerras por los recursos. Los Mediadores, hijos estériles de Ingenieros y Amos, intentan evitar lo peor, pero siempre llega un punto donde eso ya no es posible. (Si, en esto consisten los extraños usos sexuales. Si les decepciona, imagínense yo, que me compré la novela con 17 añitos.)
El segundo es que la civilización pajeña tiene una antigüedad mucho mayor de lo que nadie cree. Encuentran un museo cuyo túnel de acceso -atomizados por los marines cuando hacen un agujero de salida, cual funcionario de Fomento cargándose el palacio de Maximiano Hercúleo para que pase el AVE- tiene once mil años de antigüedad. Y la civilización en Paja Uno es más vieja aún, pero la presión demográfica ha llevado al colapso a todas las culturas habidas. Tras cada colapso, vuelven a levantarse, para crecer y crecer cual burbuja inmobiliaria, chocar contra los límites del planeta, y provocar un nuevo colapso. A esto lo llaman Ciclos, y la meta-civilización pajeña, el conocimiento que pasa de Ciclo a Ciclo, por así decirlo, los considera inevitables, todo está enfocado a ellos, se asume con naturalidad que el destino de una civilización es colapsarse con enorme sufrimiento y con la muerte violenta del 99% de la población. De hecho, el propósito del museo milenario es salvar conocimiento de Ciclo a Ciclo, para que no se produzcan colapsos porque la población crezca más deprisa que los conocimientos técnicos en un nuevo Ciclo (con el petróleo y el uranio agotados hace muchos Ciclos, tienen que pasar directamente de quemar madera a las plantas de fusión).
El tercer secreto ya les asusta un poco más: resulta que los pajeños tienen una casta para combatir, los Guerreros, que se les ha olvidado mencionar. Un cruce entre un galgo de carreras y una termomix, para que se hagan una idea. Algo que despierta en los imperiales el recuerdo a los saurones.
El cuarto ya resulta parcialmente conocido: los pajeños ya conocen el impulsor Alderson; de hecho, conocían incluso el punto Alderson, por el que surgieron la Lenin y la MacArthur, como el Punto de Eddie El Loco. Si no han salido antes del sistema, es porque ninguna nave enviada a través del Punto jamás volvió. Obvio, aparecían dentro de una gigante roja que los fundía. Pero ahora que saben de la existencia del campo Langston, es solo cuestión de tiempo que sus Ingenieros lo repliquen y puedan salir del sistema.
Como tipos duros que son, los marines escuchan imperturbables y, conscientes de que sus conocimientos del campo Langston darían a los pajeños la ventaja que necesitan, optan por una solución Eddie el Loco.
¡Solo queremos un pacto fiscal!
La Lenin se prepara para volver cuando los pajeños envían embajadores para el Imperio: dos Mediadores y un Amo. Pese a las reticencias de Kutuzov, se les acoge a bordo y la Lenin efectúa los saltos de vuelta a Nueva Caledonia, donde el Virrey del Sector Trans-Saco de Carbón espera con autorización para negociar un tratado. Que resulta que es lo principal que quieren los pajeños.
De hecho, son tan hábiles negociando, que a cambio del pacto fiscal tratado ¡ofrecen gobernabilidad! Ofrecen terraformar un mundo para el Imperio por cada uno que terraformen para ellos, incluso ofrecen una flota entera nuevecita que solucionaría las carencias militares del Imperio y permitiría pacificar de una vez por todas el Saco de Carbón. Las autoridades se encuentran con un regalo de Navidad inesperado, todo el mundo está encantado con los pajeños, y todo son presiones para firmar el tratado que, como resultado colateral, dejará a los pajeños sueltos por el Imperio. Horace Bury, la única voz que habla contra ellos, está aislado por las autoridades, que han recibido nuevos datos desde Nuevo Chicago y le aprietan las tuercas.
Pero hete aquí que un hombre no termina de creerse la historia de los pajeños buenos: Kevin Renner, el blando, lo más parecido a un antihéroe que esa pléyade de tipos duros puede generar, resulta ser el tío más duro de todos. Pese a ser un ignorante -¡ni siquiera es noble!-, un veterano a punto de licenciarse y en general un don nadie, empieza a atar cabos sueltos desde la información disponible hasta poner en aprietos a los embajadores, que acaban reconociendo tanto la existencia de Guerreros como sus inevitables explosiones demográficas. Ante la perspectiva de una nueva guerra contra saurones mejorados, la clase política se plantea directamente mandar a Kutuzov, el hombre al que se acude “cuando tenemos un problema y queremos solucionarlo”.
Llegados a este punto, la cosa parece abocada a un genocidio, o de unos o de otros, pero los Mediadores encuentran una solución Eddie el Loco: bloquear el sistema de la Paja y esperar que llegue el fin de Ciclo, que ya era casi inminente. Cuando se produzca el Colapso, los humanos podrán entrar y ayudar a los supervivientes a reconstruir una civilización nueva, sin los peligros de la vieja. Mientras tanto, el miedo a los pajeños logra lo que no lograron las amenazas militares: unificar el Saco de Carbón, pues ante el peligro de una invasión mora alienígena, los Separatistas entienden que “mejor Madrid Esparta, que ya lo conocemos, y además así tenemos liga de fútbol y harina”, y cesa la guerra. Horace Bury se enrola como agente de la Inteligencia Imperial para vigilar a los comerciantes, no sea que alguno se salte el bloqueo. Y Kevin Renner, obligado a seguir enrolado, es asignado a su vigilancia.
El principal peligro para una obra es su autor
La novela acaba aquí, sin un final claro, y sin saber si todo esto del bloqueo funcionará. Precisamente ese me pareció siempre uno de sus puntos fuertes, dejar abierto a la imaginación lo que podría pasar. Pero 20 años después, los autores decidieron que había que cerrar la historia, se marcaron un “Fundación y Tierra” y publicaron “El Tercer Brazo” (aparentemente con los mismos traductores, el original era “The Gripping Hand”). Como avergonzados por no haber sido capaces de preveer la sociedad de la información, de repente el mundo aparece hiper-tecnificado y mega-conectado en red, y los jóvenes ya no son los guerreros mojigatos de antes, sino unos pijos libertinos que van por ahí con sus yates espaciales privados a hacer la guerra por su cuenta. Con lo cual se cargan toda la atmósfera vintage y guerra-fría-style, de tipos duros tomando decisiones duras en un universo duro, que era el otro punto fuerte de La Paja en el Ojo de Dios.
Y tampoco es que los autores de ciencia ficción tengan que morir jóvenes como estrellas de rock, pero “escribe deprisa, muere a mediana edad y deja una obra no mancillada por las ofertas de las serpientes de las editoriales a una vieja gloria” se lo podría tatuar más de uno en el brazo.
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Comentario de Paco (10/11/2013 14:54):
Como me haceis reir y encima ya no tengo que leer el libro. Gracias sois la hostia
Comentario de Moseguello (10/11/2013 17:55):
Ya hace años que no lo sigo, pero de Larry Niven (que fue asesor de Reagan) recomiendo muchísimo su tróspido newsletter/blog. Allí advertía de los peligros de la infiltración islamocomunista en américa para destruirla desde dentro, cual tumor canceroso; además de explicar con todo lujo de detalles que USA no gasta lo bastante en defensa y que quien no tenga un arsenal en el sótano debe ser vigilado, que igual es un rojo subversivo.
Comentario de Rafael (10/11/2013 20:00):
Amo este puto libro con toda mi alma
Comentario de David (10/11/2013 20:27):
A mi la verdad es que el tercer brazo no me disgustó, y le da bastante más profundidad al personaje de Bury.
Otra cosa es que Larry Niven sea un facha de mucho cuidado, aunque en otro de sus libros con Pournelle, el Martillo de Lucifer, hasta llega a admitir que los comunistas son humanos y todo.
Comentario de Carlos Jenal (10/11/2013 22:57):
@David & Moseguello; lo que he visto de Niven (el Mundo Anillo y poco más) no me ha hecho pensar que fuera muy facha, más que nada porque a facha, a Pournelle no hay quien le gane.
Bury es el prota total del Tercer Brazo, pero yo es que no busco mucha profundidad en los personajes de ciencia ficción. Y todos los Burys del Saco de Carbón no compensa el bajonazo de una novela a otra.
@Rafael, a mi “La Paja” me gustó tanto que hasta me agencié varias novelas de “War World” y hasta “The Prince”, la colección de novelas que hablan de los comienzos de Esparta y del Imperio. Igual algún día las comento por aquí, son tan trash que no hay otro foro digno que no sea LPD.
Comentario de Bunnymen (11/11/2013 19:22):
No me entero bien, ¿Nuevo Chicago es Cataluña?, ¿Es Euskadi? …¿Y como terminan? ¿Los exterminan? , ¿Los someten?, ¿Acaban aceptando una unión en términos federalistas con pacto fiscal?
Y lo del ciclo reproductivo del pajeño tampoco lo pille del todo, ¿Por qué muere la ingeniera y no se autofecunda?, ¿o cuando se les cae el testículo este se convierte en un lajeño-bebe?
Lo único que me queda claro de estas historias futuristas es que mucha tecnología y mucho avance científico y humanista pero al final las cosas se dirimen a la antigua.
Comentario de Eye (11/11/2013 22:00):
En comparación con El Juego de Ender, hasta las memorias de Ánsar son buenas. Lo siento, si no lo digo reviento…
Comentario de Latro (12/11/2013 01:17):
#6 No son hermafroditas, simplemente una hembra que ha dado a luz se vuelve macho por una temporada.
La parte a explicar es de donde salio el primer macho, claro :-P
Y si, vamos, si hablamos de la cienciafachaficción a la Niven y Pornuelle, las cosas se resuelven a hostias, o con la amenaza de hostias, o con la hostia preventiva. Y aún son de los de pensar un poco en algo mas que eso y tener algun tipo de “gran idea” a exponer en el medio, porque mas allá de eso esta la ciencia ficción “militar”, que es, básicamente, las hostias y nada mas.
Comentario de Carlos Jenal (12/11/2013 08:47):
#7, Eye, hay que tener el alma de un insector (bueno, un fórmico) para decir eso.
Y ahora hágame sitio en el cadalso porque vengo con mi propia herejía: aunque me encanta El Juego de Ender, creo que La Sombra de Ender es una novela mejor.
Comentario de kirikiño (12/11/2013 10:36):
¿El de la Sombra cuál era? yo recuerdo con cariño uno de un planeta colonizado or brasileños, que había además unas bestezuelas por ahí que no sabían muy bien qué hacer con ellas.
Comentario de de ventre (12/11/2013 12:25):
creo que se llamaba “las bestezuelas del planeta brasileño de ender”
ahora en serio, ¿no se les pasaran estas cosas con la edad? ¿se lo han hecho mirar? yo me repasé los 5 libros de la saga de Ambar de Roger Zelazny que en mi juventud fueron el alfa y el omega y sentí tanta verguenza ajena de mi adolescencia que me tuve que leer la recherche en un fin de semana para volver a poderme poner las gafas de pasta
j
Comentario de Latro (12/11/2013 12:41):
No, no se nos pasan. Probablemente a usted tampoco hacer el snob.
Comentario de Bunnymen (12/11/2013 13:21):
Yo estoy entre “Ender y sus amigos en el castillo fantasma” y “Ender se va de camping”, a partir de ahí creo que la saga decae. Aparte la sipnosis me recordó mucho, por la forma de los viajes sobre todo a “La guerra interminable”, también setentera. Se ve por la cantidad de libros dedicados al tema que el impulso y curiosidad humanas por encontrar formas de vida inteligentes fuera de nuestro planeta en lo profundo está motivada por la ganas de hinchar a ostias a extraños, somos unos hooligans.
Respecto al offtopic, a mi el gusto por la ciencia ficción es como la afición al futbol, me viene y se va por ciclos.
Comentario de Bunnymen (12/11/2013 13:41):
Joderse, el Guillermo es un crack…
http://www.lapaginadefinitiva.com/2006/08/30/la-guerra-interminable/
Comentario de de ventre (12/11/2013 16:15):
(buen golpe, latro)
“la guerra interminable” era buenérrima! y “muerte de la luz”! ninguna de las dos me las he vuelto a releer por miedo a que me resultarán deleznables tras salirme pelos ahí abajo (en los nudillos de los toes se entiende).
j
pd. ya me acuerdo del título que buscaban: “ender otra vez en la isla de kirrin”
Comentario de Hauiskso (12/11/2013 16:15):
La Paja en el Ojo de Dios, los pajeños, el Tercer Brazo… Maravillosos nombres.
Comentario de hglf (12/11/2013 16:25):
#14 : Había tanto sol sobre las cabezas en ese artículo del 2006. Mucha ilusión, ante los límites inconmensurables de la Nueva Frontera del ciberespacio…
Por mi parte, ya no leo ciencia ficción. Me parece que ahora está en decadencia, como el rock and roll, puesto que ya no escucho de nuevos autores o nuevos proyectos. Creo que el desarrollo científico último ha alcanzado de arruinar la capacidad de crear fascinación por el género.
Por si no lo conocen, les paso este link
http://axxon.com.ar/
de irreductibles separatistas gauchos.
Comentario de Moseguello (12/11/2013 18:41):
Hablando de CiFi de contactos, el mejor (afirmo dogmáticamente) fue el recientemente fallecido Iain Banks con su universo de la Cultura. Caviar del bueno, que comparado con los oficinistas insufribles tipo Scott Card que triunfan en el género escribía bien el cabrón (QEPD). A Guillermo le encantaría el segundo libro: !un torneo de Civilization para elegir quien gobernará un planeta!
“…a post-scarcity semi-anarchist utopia consisting of various humanoid races and managed by very advanced artificial intelligences. The main theme of the novels is the dilemmas that an idealistic hyperpower faces in dealing with civilisations that do not share its ideals, and whose behaviour it sometimes finds repulsive.”
http://en.wikipedia.org/wiki/Culture_series
Comentario de kirikiño (12/11/2013 20:42):
#11.creo que se llamaba “las bestezuelas del planeta brasileño de ender”
Me he tenido que descojonar.
Comentario de Alcalá (14/11/2013 11:45):
OJOCUIDAO (spoiler Ender):
A mí lo que me encantó de la segunda de Ender fue ver como en apenas un par de generaciones, el susodicho pasó de ser un mito viviente a ser considerado un genocida de tomo y lomo. ¡¡Maldito zapaterismo!!
Por otro lado, ¿en esta Santa Casa alguien ha leído a Robert Silverberg? Estoy acabando Roma Eterna (ucronía en la que el SPQR llega al presente) y está, como de costumbre en Don Roberto, para mojar pan.
Comentario de Latro (14/11/2013 12:50):
A Silverberg le leí alguna cosa que otra hace añales, pero nunca le he seguido con mucho detalle.
Recuerdo una obra muy setenetera que me gustó mucho sobre un futuro en el que la gente vive apiñada en arcologias donde la sociedad se controla de forma tajante por metodos tales como ” una noche cada X todo el mundo a follar con la pareja de otro, asi no hay envidias ni celos”.
Si, la cosa es mas profunda que eso pero evidentemente el sexo fue lo que se me quedo en la cabeza.
¿”The World Inside” creo que era? Apartando todo el rollo morbido del sexo “libre” y otras cositas parecidas por ahi que sabemos que son mitad reflexión mitad a ver si pongo algo de porno y esto vende, no estaba nada mal.
Comentario de Atlas (14/11/2013 16:16):
“El Mundo Interior”, de Silverberg, es un novelón. Comienza como un chicktract antihippies y acaba siendo un estupendo retrato psicológico de una sociedad a través de sus individuos. La adoré muy mucho, pero eso tampoco tiene tanto mérito, porque en general ailoveo mucho a tito Bob.
PS. Saludos, y tal… soy un lurker de antiguo que ha decidido evolucionar y convertirse en comentarista.
Comentario de de ventre (14/11/2013 16:33):
a mí robert silverberg me chiflaba: el libro de los cráneos, muero por dentro, a través de un millón de años, etc.
y sobre todo, alas nocturnas, que sigue pareciéndome tan bonita como cuando me la leí de quinceañero.
y es verdad, había sexo a raudales: en gilgamesh el prota no se quitaba de la cabeza la mortalidad y sus problemillas de eyaculación precoz, como para no sentirse identificado!
j