El quinto poder
Esta película cuenta la historia de Wikileaks desde el punto de vista de uno de los más acérrimos colaboradores de Julian Assange, convertido ahora en archienemigo; un informático alemán, Daniel Domscheit-Berg. La perspectiva de la película es obviamente favorable a este personaje: un hombre íntegro, que cree en lo que hace, bondadoso, que quiere que la verdad resplandezca. Pero también alguien responsable, que no quiere hacer daño a nadie; hacer el bien sin provocar ningún mal. Frente a él se alza Julian Assange, vanidoso, charlatán, engreído, siempre coqueteando con las mujeres, fardando de pelo blanco, a ver si cae algo. Assange se pasa la vida predicando cual gurú, sazonando su palabrería de fantasías de toda clase, muchas de ellas referidas a su persona y su heroísmo, por ejemplo cuando nos cuenta cómo sufrió de niño en una secta destructiva en… Australia (cualquiera diría que el Teide está en Australia).
Pero Assange también es un encantador de serpientes, un hombre carismático (¡cuánto nos recuerda a Felipe González y su auto-fundación!) al que Daniel conoce en el ambiente hipster de Berlín (impagables las referencias a la oscuridad de la Alemania Oriental y lo bien que está Berlín ahora: ¡podemos realquilar por una pasta las mierdas de apartamentos del Este, que se están cayendo a pedazos, a miles de incautos hipsters que conducen orgullosos su BMW o Mini desde la izquierda!). Paulatinamente, Daniel se ve más y más involucrado con Assange, a pesar de sus mentirijillas y particularidades, cada vez más irritantes. Y lo hace a costa de su vida personal, de su trabajo e incluso de su integridad. Juntos montan Wikileaks, un sistema de filtrado de información basado en dos principios: la garantía de anonimato para las fuentes que filtran los datos y la integridad de dichos datos, que no son editados ni adaptados por ningún intermediario.
La relación entre ambos resulta poco interesante, por caricaturesca (en particular, en el caso de Assange) y porque su final es más que previsible. La película, sin embargo, es muy interesante por el trasfondo de la historia, que a fin y al cabo es lo que tiene de miga esta historia, mitómanos aparte: cómo surge Wikileaks, cómo funcionaba y qué efectos tuvo. La conclusión es contradictoria, y no demasiado original: si bien es cierto que el mundo se ha vuelto mucho más transparente, aunque sólo sea porque la información ahora puede transmitirse, reproducirse y hacerse visible por muchas más vías y mucho más rápidamente que antes, también es verdad que para llegar al gran público no basta con cuatro friquis en un garaje. Hay que contar con aliados poderosos, que puedan poner el foco sobre los temas que a uno le interesan, en lugar que oscurecerlos: los medios de comunicación, las instituciones políticas, eventuales mecenas económicos, … Sin los poderes tradicionales, la contracultura revolucionario-anarquista tiene sus limitaciones. Al mismo tiempo, sin gente dispuesta a jugársela (a filtrar información, a manifestarse, a enfrentarse a los abusos del poder en sus diversas formas), Internet tiene poco que decir. El activismo digital está muy bien, pero es poco probable que, por ejemplo, Barack Obama se estremezca de terror en el Despacho Oval cuando vea cuántas firmas de Change.org, “me gusta” en Facebook y retuits críticos reciben sus políticas.
Es particularmente divertida la evolución de los medios de comunicación, que pasan por las clásicas tres fases (que también vivieron con las redes sociales, los blogs, los medios digitales, las páginas personales con gifs animados,…): primero el desprecio (“eso de Internet es cosa de cuatro flipados sin la formación y el rigor informativo para, por ejemplo, perpetrar un informativo de Intereconomía, o una portada de La Razón”), después el odio africano y la criminalización (“¡Pornografía infantil! ¡Pornografía infantil! ¡DESCARGAS ILEGALES!”), y finalmente papanatismo con la fe del converso (“Twitter dice que” o Cebrián diciendo que El País es una mierda). Sólo echamos en falta, de hecho, alguna referencia a las negociaciones con el diario El País, incorporado al grupo de cinco grandes medios de comunicación que publicaron sincronizadamente los cables de las embajadas de EEUU en todo el mundo. Uno esperaba escenas tipo Cebrián, Javier Moreno y sus 25 subdirectores llegando en jet privado a Nueva York para negociar la publicación, talmente como una delegación española viajando en apoyo de la Candidatura de la Austeridad para optar a unos Juegos Olímpicos.
Al final, el gran problema que separa a Assange de sus colaboradores se basa en lo mismo de siempre: los límites de lo que puede publicarse y lo que no. ¿Es legítimo publicar información de indudable relevancia pública, pero que puede poner en peligro a los diversos informadores que tiene EEUU a sueldo en el resto del mundo? En la película se defiende que no, y la cosa se ventila con una apelación genérica a la bondad de los participantes en Wikileaks, así como de los medios de comunicación asociados (en algún momento al espectador se le saltan las lágrimas… de la risa, claro). Pero el horrible malvado Assange, en su ansia infinita de poder y para ligarse a más y más tías buenas, publica los 250.000 documentos y pone en peligro a cientos de miles de personas. ¡Qué irresponsable!
La parte final de la película deja a Assange del todo convertido en un villano sin remisión, porque, como queda convenientemente destacado, tiene una acusación de violación a sus espaldas (y recuerden que, según la película, le gustaba flirtear con mujeres. ¡Culpable! ¡Que le corten la cabeza). Tan sospechoso es el asunto que el país que le da asilo es… Ecuador. Que, recuerden, no es un país anglosajón, ni siquiera de Europa Occidental. ¿Acaso hacen falta más pruebas? Por su parte, y por contraste, los diplomáticos de EEUU son honrados trabajadores que buscan el bien de su país montando golpes de Estado en todo tipo de regímenes enemigos de la libertad (y que son sustituidos por dictadores demócratas). Es una vergüenza que la irresponsabilidad de un loco de pelo blanco, un ególatra desequilibrado, haya puesto en evidencia a todo el Departamento de Estado. Estos apuntes finales un tanto facilones empañan el balance global de una historia en general entretenida y bien contada.
Retrospectivamente, es difícil negar la importancia de Wikileaks y sus informaciones. El bombazo informativo no tuvo un efecto tan colosal como cabía esperar en un principio, pero puso sobre la mesa un montón de verdades incómodas sobre EEUU, o más bien sobre lo que piensa EEUU de los demás países, tanto hostiles como “aliados”. Y con ello abrió una crisis diplomática sin precedentes para este país, y que en los últimos tiempos no ha hecho más que arreciar con el nuevo escándalo de las escuchas telefónicas, poniendo de manifiesto dos grandes verdades: la primera, que si bien las nuevas tecnologías facilitan muchísimo acceder a la información que los demás no quieren que sepas, también facilitan que los demás sepan que estás accediendo, y además dificulta que todo este proceso (el espionaje y el espionaje del espionaje) pueda mantenerse en secreto. Y aunque está claro que todo el mundo tiene más o menos asumido que el espionaje está a la orden del día, una cosa es que se “sepa” genéricamente, y otra que se sepa dónde, cuándo y cómo.
La segunda cosa, que a la hora de la verdad esto tampoco tiene mucha importancia. ¿Acaso la posición de EEUU se ha debilitado significativamente en los últimos años? ¿Acaso estas crisis han comportado “graves consecuencias?”. Algún pataleo de Angela Merkel, un fascinante cruce de acusaciones, o algo, con el Gobierno español, pero a la hora de la verdad esto está atado y bien atado. Al menos, en el medio plazo, mientras el balance de poder no experimente cambios significativos (más allá de ocasionales oleadas de histeria de “los chinos se nos van a comer”; sobre todo, por la vía de extender su modelo de miseria social a todo el mundo, ahí sí).
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Comentario de Latro (30/10/2013 17:00):
¿Ecuador no es un país occidental?
Comentario de Guillermo López García (30/10/2013 17:17):
A los ojos de los países que hablan de “Occidente” refiriéndose a ellos como salvaguarda de las libertades, no. Pero tienes razón, está mal expresado. Lo cambio
Comentario de hglf (30/10/2013 19:16):
Ecuador es tropical
Saludos
Comentario de perri el sucio (31/10/2013 00:58):
geografía para liberales:
occidente es una forma elegante de decir europa (con ciertas dudas sobre países donde la gente siempre está de fiesta, no madruga ni es trabajadora como los germanos y anglosajones etc etc etc) en la que se puede incluir a eeuu y la commonwealth (sí, australia es occidente)
Comentario de Tartamundos Trotamudo (31/10/2013 09:50):
Los trópicos son tropicales.
Ecuador es ecuatorial.
Comentario de JoJo (31/10/2013 10:51):
A ojos de los gringos Ecuador es un país con mayoría de población no blanca y perteneciente a su patio trasero; la localización geográfica es secundaria. Respecto a la peli, no me gustó nada. Todas las tramas en que salen funcionarios americanos sobran. La mayor parte de los viajes de Assange y Berg por Europa sobran: en esas escenas se tratan más temas anecdóticos o de cotilleo que relativos a Wikileaks. Por otro lado, faltan muchas cosas en la película. Si Assange y luego también Berg se pasan la peli viajando, ¿de dónde sacan el dinero para tanto trajín? De hecho, ¿de dónde sacan el dinero para todo lo que hacen? ¿Alguien les patrocina? ¿Cómo nace Wikileaks? ¿Cómo consiguen sus fuentes y sus informadores? En la peli, Assange es un ególatra, un maleducado y un guarro, casi un antisocial. ¿Puede una persona así ganarse adeptos e informadores para su causa? En la película lo hace, sorprendetemente porque en realidad, dan ganas de tirarle de los pelos blancos esos de los que tanto presume. Si alguien quiere enterarse de cómo se forma y crece Wikileaks, ésta no es su película.
Comentario de Latro (31/10/2013 11:58):
La localización geográfica no es que sea muy relevante, pero me resisto a clasificar a un país que culturalmente tiene tanto que ver con nosotros como cualquiera de Europa o más como “No Occidente” sólo porque resulta que hay indígenas. Un país “cristiano” (por la cuenta que me trae, pero quiero decir, culturalmente), cuyo nacimiento tiene todo que ver con la historia de Occidente, desde la conquista hasta los movimientos revolucionarios del XIX, que culturalmente comparte las mismas raices que cualquiera de Europa o Norteamerica aunque tenga otras también (que, francamente, no pintan mucho a la hora de hablar de su sistema político o cosas asi, ya que de eso ya se encargaron los conquistadores de hace siglos)…
Comentario de JoJo (31/10/2013 13:06):
#7 Latro, he comenzado mi comentario diciendo “a ojos de los gringos”. Lo que opina el gobierno de EE.UU. es una cosa y lo que opinemos aquí es otra. Las variables de análisis del gobierno de USA son las que son y no siempre toman en consideración la cultura, la religión ni la historia de un país. Lo de occidente ya lo ha corregido Guillermo en el post y además, insisto, no importa la localización geográfica: piense en Filipinas que está en el oriente del oriente y fue colonia española y, a partir de 1898, dominio (por llamarlo de alguna manera) estadounidense. Su cultura es europea, su religión, cristiana y su lengua el inglés y todavía algo el español pero occidentales no son.
Comentario de Quebec (31/10/2013 18:52):
Uf, que la cultura filipina es europea tendría MUCHOS matices que ponerle, ya hablemos de su dominacion española durante varios siglos o su dominación por EEUU durante 50 años. En lo que a la dominación española respecta, la realidad es que España nunca consiguió dominar la totalidad de las 7000 islas que configuran el archipielago filipino y su dominio se asentaba en areas concretas desde donde constantemente se lanzaban expediciones hacia el interior, y sólo en el siglo XIX se emprendió una tarea colonizadora de mayor envergadura. Eso explica que despues de que el español solo dominase en esas areas luego de la ocupación americana y de una devastadora invasión japonesa el español quedase en el estado en el que está hoy. Es un caso completamente diferente al de Ecuador, que en efecto es geográficamente occidental, pero no lo es en el plano ideológico. Con ideológico podemos entender a los paises del bloque OTAN y ANZUS (Australia, Nueva Zelanda), vamos, los alineados con EEUU y de cultura o europea o puramente anglosajona. Ningún país sudamericano entra dentro de esa categoría a mi juicio, aunque geográficamente sean occidentales. Supongo que jerga heredada de la guerra fría…
Comentario de Joanet (31/10/2013 22:01):
Para mi occidental es greco-romano y anglo-sajón. Es decidir la vieja europa que se expandió ya sea por Norte-America, Nueva Zelanda, Austràlia y parte de Sud-Àfrica. Israel no lo es.
Pero en estos ultimos paises los nativos no los son, lo mismo que pasa en de mejico hacia abajo.
Para mi el cristianismo no és ‘occidente’ ya que es universalista, para el papado tanto vale un chino, que un africano que un blanco europeo.
Sobre la peli no puedo opinar porque no la he visto pero si es tan mala como la de Steve Jobs, vamos bien.
Comentario de Schwejk (01/11/2013 10:44):
Como respuesta a esta película algunos periodistas vinculados a Wikileaks han rodado el documental Mediastan. La tesis central de esta peli es que no hay tantas diferencias en cuanto a libertad de expresión entre una dictadura de Asia Central y las sociedades occidentales.
Comentario de Schwejk (01/11/2013 10:44):
Un enlace:
http://jman.tv/store?p=5104
Comentario de Teodoredo (01/11/2013 12:20):
Jojo, yo diría que la lengua dominante en filipinas es… el filipino. ¿No?
Saludines
Comentario de lingüista (01/11/2013 14:58):
#12. Tagalog
Comentario de parvulesco (01/11/2013 15:31):
Empecemos por el principio: España NO es Occidente.
Comentario de Llamadme Israel (08/11/2013 12:53):
Hay un punto relevante y que me parece muy divertido: Soledad Gallego Díaz publicó en el País un artículo titulado “Bien por Nueva York” con motivo de la detención por la acusación de violación de DSK. http://elpais.com/diario/2011/05/22/domingo/1306036359_850215.html
Dicha acusación apestaba a montaje para quitarse de en medio a un Director del FMI incómodo a leguas de distancia. Es curioso que un artículo ¡Del mismo día de la detención! De Stiglitz daba las claves de las razones por las que era incómodo para los poderes fácticos. Como marca indeleble de la infamia, aún se mantiene un “disclaimer” en el archivo de este artículo diciendo que se publicó antes de la detención, como si ésta invalidara el contenido del mismo cuando en realidad éste explica muy bien aquella. http://elpais.com/diario/2011/05/15/negocio/1305465269_850215.html
Lo que realmente me divierte es que SGD mantuvo un silencio sepulcral (alguien diría otra expresión pero se consideraría machista, aunque sería mucho más apropiada) ante la detención por la acusación de violación de Assange. Opino que es otro montaje de lo más evidente para quitarse de encima a un tipo peligroso, por más que su comportamiento personal sea cuestionable.
Pero claro, el País publicó los cables de Wikileaks y hubiera quedado feo criticar por violador a quien los suministró.
O no, en realidad demuestra que SGD tiene principios, pero que si no convienen a Cebri, tiene otros.