La riqueza de las naciones – Adam Smith
Para que nadie se lleve a engaño, yo de economía sé lo justo. Además, para evitar contaminaciones he hecho lo mismo que para algún otro artículo que he escrito para LPD y no me he leído ningún otro análisis sobre el mismo. Así evito el riesgo de acabar plagiando, pero lógicamente el valor del artículo como estudio serio se perderá como láminas de farlopa en una fiesta de Pocholo (lo de las lágrimas en la lluvia ya es un cliché).
Entrando en materia
Este libro, que data de 1776, está considerado como el pistoletazo de salida de la economía como ciencia y del liberalismo económico como doctrina y es un clásico entre los clásicos de la materia. El libro se gesta en un tiempo en que aún no existía la creación artificial del dinero con lo bueno y lo malo que eso supone. Esto es, no nos quedaremos como vacas que miran a un tren con disertaciones sobre los niveles necesarios de core capital tier 2 de Basilea III (ni siquiera sé si la expresión es de algo que existe), pero tampoco aprenderemos nada verdaderamente práctico del funcionamiento actual de la economía. No obstante sí que aprenderemos cosas de economía política y sobre cómo escribir un libro como Dios manda.
Entonces, ¿el libro mola?
Pues sí que mola, sí. De hecho es un libro extremadamente cojonudo. Advirtiendo, no obstante, que es un ensayo sesudo. Si leer ensayo sobre temas densos les aburre, este libro les parecerá una tortura insoportable, a la altura de leer cualquier libro para un futbolista estándar y casi como la buena educación para cualquier protagonista de un programa de Telecinco. Pero si les apetece aprender del tema en cuestión, es un libro maravillosamente escrito. La moderada complejidad del libro deriva de los temas que explica, no del deseo del autor de darse pompa haciendo una obra críptica, o rellenando páginas innecesariamente para luego vender el libro al peso, tal y como hacen otros autores que merecen morir. Este hombre trató de ser muy didáctico, por lo que se extendió mucho con los ejemplos y explicaciones. Pero al ser por una buena causa, quedaría feo quejarse de que en algún momento resulte un poco pesado. Por ejemplo, la parte de la digresión sobre las variaciones del valor de la plata, en que te regala páginas y páginas sobre que en el año tal del reinado del rey fulano, el cuartal de trigo valía X libras, Y chelines y Z peniques, pues no es muy útil para mantener un estado de vigilia, con atención felina, mientras ves el Tour de Francia, tras una comilona, unas horas después de volver de marcha para celebrar que has regresado a casa de un viaje con jet lag. Pero, en general, la sensación que me ha quedado tras leerme una edición de Alianza Editorial (completos libros I, II y III, extractos de los libros IV y V) no ha podido ser más satisfactoria, y me he quedado con ganas de más. A ver si sacan la segunda parte.
La chicha del libro
Tal y como cuenta el resumen de la contraportada, y yo coincido plenamente, ejem, las ideas fundamentales del libro son dos. Que la base de la riqueza de los países no es la acumulación de oro y plata, sino el que la gente pueda conseguir más o menos cosas con su trabajo. Y que la libertad individual es la mejor forma de obtener el bienestar general, dejando simplemente que la gente busque en competencia su propio beneficio. Siendo la mayor parte de las regulaciones del estado contraproducentes.
La primera proposición es sencillamente indiscutible a estas alturas de la película. La idea en la que incide Adam, o Smith si les molesta que me tome tantas confianzas, es que la división del trabajo ha sido la base del aumento de productividad que ha incrementado la riqueza de la gente. ¿Cómo? Supongamos que un bien concreto, no sé, un cinturón de castidad por ejemplo, requiere de 20 subprocesos para su construcción. Si pones a 20 personas a hacer cinturones de castidad, conseguirás hacer menos cinturones totales que si pones a las 20 a hacer cada uno de los pasos de forma especializada. Hagan una sesión de espiritismo con Satán para hablar con Henry Ford y verán que entre apología del nazismo y comentario antisemita les da la razón. Al hacer más cinturones con los mismos costes fijos, podrás venderlos más baratos, de forma que el resto de la sociedad podrá comprar más cinturones con sus propios ingresos para poder irse a invadir países tranquilamente sin temor de que el honor sea mancillado. El hecho de que todos hagan lo mismo en su trabajo permite que todos puedan tener más mercancías de toda clase y mejora en última instancia el bienestar de la sociedad. Al final, la cantidad de trabajo para conseguir su ansiado cinturón de castidad será el mismo, simplemente lo habrá cambiado por una cantidad mayor o menor de oro y plata con el que comprar el mismo cinturón.
La segunda idea es más discutida. Personalmente tengo que decir que es muy difícil leerse el libro sin simpatizar con el autor y con el liberalismo. Lo que busca el autor es el bienestar de la sociedad; y su doctrina, pese a lo que pueda parecernos en los tiempos actuales, es un ataque a los comerciantes e industriales que habían impuesto el sistema mercantilista que buscaba una balanza comercial favorable (acumulación de oro y plata de divisas) con medidas proteccionistas. A este respecto, Smith se convierte en un verdadero martillo de la clase de los empresarios durante todo el libro, lo que no deja de resultar gracioso cuando uno cae en la cuenta de que la mayor parte de los que ahora se dicen liberales no es que no se hayan leído los fundamentos de su teoría. Es que se han limitado a defenderla, porque liberalismo suena mucho mejor que decir: -queremos eliminar al estado para hacer negocio-. Liberales de verdad ¿a cuántos conocen?
Dejemos que el propio Smith cuente en un párrafo magistral la relación de ambas ideas:
“El aumento en la cantidad de oro y plata en Europa, y la expansión de su industria y su agricultura, son dos acontecimientos que aunque han casi coincidido en el tiempo, derivan de causas muy diversas, y virtualmente no tienen conexión entre sí. El uno ha surgido merced a un mero accidente [el descubrimiento de minas en América], en el que ni la prudencia ni la política han desempeñado papel alguno. El otro ha derivado de la decadencia del sistema feudal y del establecimiento de un gobierno que ha otorgado a la actividad económica el único estímulo que necesita: una tolerable seguridad de que va a disfrutar del fruto de su propio esfuerzo. “ p.328
Permítanme decir que para mí, esa última es la mejor frase del libro, y no la de la mano invisible, que se usa sacada de contexto, como cuento más abajo.
Y ahora otro extracto que si lo leen en Intereconomía o en la CEOE les da un patatús:
“El interés de los empresarios en cualquier rama concreta del comercio o la industria es siempre en algunos aspectos diferente del interés común, y a veces su opuesto. El interés de los empresarios siempre es ensanchar el mercado pero estrechar la competencia. La extensión del mercado suele coincidir con el interés general, pero el reducir la competencia siempre va en contra de dicho interés, y sólo puede servir para que los empresarios, al elevar sus beneficios por encima de lo que naturalmente serían, impongan en provecho propio un impuesto absurdo sobre el resto de sus compatriotas. Cualquier propuesta de una nueva ley o regulación comercial que provenga de esta categoría de personas debe siempre ser considerada con la máxima precaución, y nunca debe ser adoptada sino después de una investigación prolongada y cuidadosa, desarrollada no sólo con la atención más escrupulosa sino también con el máximo recelo. Porque provendrá de una clase de hombres cuyos intereses nunca coinciden exactamente con los de la sociedad, que tienen generalmente un interés en engañar e incluso en oprimir a la comunidad, y que de hecho la han engañado y oprimido en numerosas oportunidades. “ p. 343-344
El autor pasa muchísimas páginas explicando que, a igualdad de condiciones, uno preferirá invertir su dinero de forma segura en el sector primario o la industria, donde podrá verlo y controlarlo, antes que arriesgarlo en el comercio. Prefiriendo además el comercio dentro del propio país a los riesgos del comercio exterior. Casualmente, las utilidades del uso del capital para la sociedad son decrecientes siguiendo el mismo orden, es decir, los usos más seguros (y preferidos a igualdad de condiciones) son los que más empleo y riqueza generan para la nación. A eso es a lo que se refería el autor cuando hablaba de la mano invisible, permitiendo que el que cada uno busque su propio beneficio lograría el mayor beneficio para la sociedad.
Ahondando en ese principio, el autor se opone a las regulaciones de cualquier tipo, ya sean medidas proteccionistas o subvenciones a actividades concretas (salvo en el caso de la Ley de Navegación, que protegía a la marina y juzgaba importante para la defensa de Gran Bretaña). El planteamiento es que desviar capital del que sería su empeño natural solo producirá una pérdida, o como mucho una ganancia inferior de la que podría haber existido, debido al coste de oportunidad. De modo que lo más beneficioso, y además lo más justo, sería dejar que la gente decidiera en qué invertir su dinero en función de su interés, en lugar de poner esa decisión en manos de un burócrata que fácilmente podrá equivocarse o corromperse (introduzca ejemplo de país comunista de su elección aquí).
Otras cosas que no son la chicha pero que también están muy ricas
Otra gran parte de libro está dedicada a relatar la evolución de la economía europea en base al comercio campo-ciudad, exponiendo cómo el progresivo desarrollo de las ciudades, con su industria, fue lo que erosionó el sistema feudal y favoreció el desarrollo del campo. La idea es muy peregrina y desconozco si es original de Smith, pero sea o no cierta es absolutamente genial.
Se nos expone que tras la caída del imperio romano las tierras fueron repartidas entre los jefes invasores. Con la pérdida de la autoridad, cada finca dependía de su unidad para su supervivencia, pues en caso contrario quedaría a merced de la violencia de vecinos más fuertes, por lo que se impusieron los derechos de mayorazgo y las vinculaciones, ya que dividirla era arruinarla. Asimismo, el bajo nivel de desarrollo de la industria no dotaba a los nobles de otra cosa en qué gastar su excedente que en mantener mesnadas de apesebrados que luchaban por él y que constituían la base de su fuerza política. Pero a medida que fueron existiendo más lujos, los nobles encontraron nuevas cosas en que gastar su dinero para satisfacer su vanidad en lugar de mantener a gente. Además aceptaron contratos de arrendamiento de sus siervos, con los que les incitaban a realizar mejoras de la tierra sobre la seguridad de que no perderían la inversión. Todo ello con un objetivo tan pedestre como poder obtener más dinero de las rentas para gastarlo en más chorradas suntuosas. De esta forma, no solo fueron perdiendo la base de su poder (el que la gente dependiera exclusivamente de ellos), sino que el desarrollo de las ciudades fomentó el desarrollo material del campo al incentivar las mejoras. Paralelamente, las ciudades fueron aumentando su independencia, apoyadas por los reyes como forma de erosionar el poder nobiliario. De tal forma que el feudalismo habría acabado cayendo por la propia vanidad de los nobles.
“Y así fue como se impuso en las ciudades el orden y el buen gobierno, y junto con ellos la libertad y la seguridad de las personas, en un tiempo en el que los campesinos estaban expuestos a toda clase de atropellos. Los hombres en esa situación de indefensión están satisfechos naturalmente con apenas lo necesario para subsistir, puesto que la adquisición de algo más sólo podría desatar la injusticia de sus opresores. Por el contrario, cuando las personas están seguras de disfrutar del producto de su trabajo, naturalmente se esfuerzan en mejorar su condición y adquirir no sólo cosas necesarias para la vida sino también cosas convenientes y elegantes.” p. 512
“Pero lo que la violencia de las instituciones feudales jamás habría podido lograr lo consiguió gradualmente la acción silenciosa e imperceptible del comercio exterior y las manufacturas. Ellos proveyeron paulatinamente a los grandes propietarios con algo por lo que podían intercambiar todo el producto excedente de sus tierras, y que podían consumir ellos mismos sin compartirlo con arrendatarios ni sirvientes. La máxima vil de los poderosos parece haber sido siempre: todo para nosotros, nada para los demás. Así, tan pronto como descubrieron un método para consumir el valor total de sus rentas ellos mismos, no se mostraron dispuestos a compartirlo con otras personas. Por un par de hebillas de diamantes, o por otra cosa tan frívola e inútil, eran capaces de intercambiar la manutención, o lo que es lo mismo: el precio de la manutención de mil hombres durante un año, y con ello todo el poder y autoridad que así podrían haber conseguido. Pero esas hebillas serían de su uso exclusivo y ningún ser humano tendría la menor participación en ellas, mientras que con la vieja forma de gastar habrían participado en el gasto al menos mil personas. […] Y así, para satisfacer la más pueril, despreciable y sórdida de todas las vanidades, enajenaron gradualmente todo su poder y autoridad.” p. 525-526
Otro de los temas en los que se explaya el autor es en el comercio colonial. Smith no solo critica la existencia de ciertas compañías con monopolios en el comercio con las colonias, sino también la exclusividad de comercio de la metrópoli. Sosteniendo que con ello solo se consigue aumentar el beneficio de los comerciales a costa de los ingresos del resto de la sociedad. Además, y esto es algo verdaderamente significativo sobre la altura moral del autor, realiza una durísima crítica de la devastación causada sobre las poblaciones autóctonas y la absoluta falta de respeto por sus intereses, y lo hace sin ni siquiera comentar aspectos raciales o morales, simplemente económicos. También realiza un análisis extenso de la incipiente revolución americana, proponiendo un sistema que él mismo sabe imposible pero que resultaría indudablemente más justo. Concretamente, propone que las colonias colaboren efectivamente al sostenimiento del Imperio Británico pagando los mismos impuestos que la metrópoli, y que a cambio se les otorgue no solo libertad de comercio, sino escaños en el parlamento proporcionales a su contribución. Siendo consciente de que la evolución demográfica llevaría a que la mayoría de representantes acabara perteneciendo a los territorios de ultramar, momento en el que la sede legislativa debería trasladarse de forma natural al otro lado del Atlántico.
Siguiendo con los sistemas de economía política, en los últimos libros comenta cuáles deben ser las ocupaciones del soberano, que limita a tres: defender al país de otros países, defender a sus ciudadanos de otros ciudadanos con unas leyes justas y proveer aquellas instituciones e infraestructuras que sean necesarias para el bien común pero el mercado no pueda satisfacer por sí mismo. Para mi gusto falta garantizar el fútbol en abierto y el derecho inalienable a ir a 190 km/h por el centro de las ciudades en un todoterreno de alta gama para llegar rápido al sitio donde te vas a emborrachar mientras fumas en la puta cara de los demás a la vez que le gritas a alguien que no tiene ni puta idea del tema que sea que esté hablando. Pero no está mal para empezar.
Pese a lo visto anteriormente, es cuando trata cómo se debe gastar el dinero cuando saca la ametralladora M61 Vulcan y empieza a disparar contra todo lo que se mueve. Por ejemplo, cuando habla de las instituciones necesarias para el correcto desarrollo de un país, da un buen repaso, entre otras cosas, a la educación y a la religión, lo que no hace sino aumentar la simpatía por el autor de cualquier lector de bien y temeroso de Dios. En el caso de la educación, por ejemplo, propone la educación pública para las clases bajas (con parte de la retribución del maestro dependiente del pago de sus alumnos para asegurar su esfuerzo), y para las clases altas propone la educación privada con libre competencia, criticando de paso a los profesores acomodados que se limitan a leer un manual en clase. O afirmando que no es necesario hacer obligatorio ir a clase en educación superior, porque si las clases valen la pena los propios alumnos se preocupan de ir. Como no sé cómo enseñan los “shériffes” de esta página lo dejo ahí para no herir la sensibilidad de nadie. Pero hay que hacer notar en este punto que Adam Smith era profesor universitario.
En el caso de la religión, que toca solo ligeramente, nos deja verdaderas perlas que no sentarían nada bien en la sede de la COPE y que voy a poner más abajo para que puedan refocilarse como gorrinos igual que yo. Pero antes quiero comentar que la obsesión por los efectos positivos de la competencia lleva al autor a proponer un sistema con múltiples religiones coexistiendo como la mejor manera de evitar que una religión oficial pueda cometer atropellos o abusos de su posición de dominio. Sugiriendo (él mismo concede que utópicamente) que eso llevaría a una moderación y acuerdos entre ellas que acercarían más la religión oficial a esa religión natural que muchas veces se ha propuesto entre personas verdaderamente preocupadas por la ética de la sociedad. Y ahora las citas prometidas:
“[…] Las leyes relativas a los granos pueden compararse en todas partes con las referidas a la religión. La gente se interesa tanto por lo que concierne a su subsistencia en esta vida y a su felicidad en la próxima, que el gobierno cede ante sus prejuicios y, con objeto de preservar la tranquilidad pública, establece un sistema que la población aprueba. Quizás sea por esto que rara vez vemos que se aplica con respecto a ninguno de esos dos objetivos tan fundamentales un sistema razonable.” p. 573
“En el estado de cosas de la mayor parte de Europa en los siglos X, XI, XII y XIII, y durante algún tiempo antes y después de ese período, la constitución de la Iglesia de Roma puede ser considerada como la coalición más formidable que nunca se formó contra la autoridad y seguridad de gobierno civil, e igualmente contra la libertad, la razón y la felicidad de la humanidad, que sólo pueden florecer cuando el gobierno civil es capaz de protegerlas.” P. 732
Para ir cerrando el artículo, nada mejor que resaltar que la obra cita en múltiples ocasiones a España, concretamente como ejemplo de cómo hacer mal las cosas. Y lo hace con un uso tan aplastante de la evidencia que ni el más acérrimo defensor de la inocencia de Alberto Contador y del los-franceses-nos-tienen-henbidia (salvo, quizás, Tomás Roncero) podría objetar algo.
“En España y Portugal los malos efectos del monopolio, agravados por otras causas, probablemente han casi compensado los buenos efectos naturales del comercio colonial. Esas causas fueron: otros monopolios de diverso tipo, la degradación del valor del oro y la plata por debajo del que rige en la mayoría de los demás países; la exclusión de mercados extranjeros debido a inadecuados impuestos a la exportación y la estrechez del mercado local debido a impuestos incluso más inadecuados sobre el transporte de bienes de una parte del país a otra; pero sobre todo esa administración de justicia irregular y parcial que con frecuencia protege al deudor rico y poderoso frente a la demanda del acreedor lesionado, y que hacer que la sección laboriosa de la nación tema elaborar bienes para el consumo de personajes grandes y altaneros, ante quienes no se atreven a rehusar vender a crédito, y de quienes no tienen la más mínima seguridad de que les paguen.” p. 600-601
Conclusiones que me surgen en el club de caballeros debatiendo sobre Schopenhauer mientras jugamos al backgammon
Tras la lectura, uno no puede hacer otra cosa que simpatizar con el autor y con unas tesis que han sido sacadas de contexto tanto por defensores como por detractores del liberalismo. Es cierto que Smith pensaba en empresas pequeñas llevadas por su propietario, llegando a hablar abiertamente en contra de las sociedades anónimas con un consejo de administración, que considera mucho peor gestionadas y más dadas al derroche. También es cierto que cuando habló de que cada uno debía buscar su propio beneficio no había conocido a la United Fruit derribando gobiernos en Centroamérica. Pero es igualmente cierto que se curó en salud afirmando que “todo ejercicio de la libertad natural de unos pocos individuos que pueda poner en peligro la seguridad de toda la sociedad es y debe ser restringido por las leyes de todos los estados, de los más libres y los más despóticos” (p. 417).
Y así llegamos a este punto, un momento de encrucijada en el que se está planteando por primera vez en mucho tiempo si queremos hacer cambios en cómo nos organizamos. Por eso, conviene decidir bien a la hora de escoger entre la Escila de los mercados privados robándonos a mano armada y la Caribdis de la administración tragándose ingentes recursos con que repartir subvenciones absurdas. También hay que mostrar recelo cuando uno contempla la asignación de servicios y monopolios a dedo contra el interés general obviando que beneficiar a un sector concreto puede resultar más gravoso para la sociedad en su conjunto. Es precisamente en momentos así cuando no puede uno hacer otra cosa que leer libros de estos que le ayuden a hacerse una idea de cómo habrá que reconstruir la sociedad después de que le acabe dando por mandarlo todo a hacer puñetas y se líe a poner bombas en plan “El club de la lucha”.
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Comentario de Latro (10/06/2013 17:09):
No lo he leido, pero lo de que Smith dijo una cosa y los “liberales” actuales ni puto caso ya me lo habian contado. Ahora, le suelta usted lo de:
“El autor pasa muchísimas páginas explicando que, a igualdad de condiciones, uno preferirá invertir su dinero de forma segura en el sector primario o la industria, donde podrá verlo y controlarlo, antes que arriesgarlo en el comercio. Prefiriendo además el comercio dentro del propio país a los riesgos del comercio exterior. Casualmente, las utilidades del uso del capital para la sociedad son decrecientes siguiendo el mismo orden, es decir, los usos más seguros (y preferidos a igualdad de condiciones) son los que más empleo y riqueza generan para la nación. ”
A los forofos del libre mercado de Wall Street sin decirles quien lo dijo y le dicen que es un anarcocomunista.
Comentario de Otto von Bismarck (10/06/2013 18:11):
Latro, esa es precisamente la sensación que me quedó cuando leí el libro. Algo en plan: -O yo no lo he entendidob bien, o esto no es lo que me habían contado-.
Y eso que me he dejado muchísimas cosas en el tintero porque el libro es largo y no lleva ni una página de relleno. De todas formas, los comentarios están para el que quiera venir corriendo en su Cayenne a decirme que no tengo ni puta idea mientras me echa el humo de su Cohiba en la cara. Ese ha sido el motivo de escribir el artículo.
Comentario de James Heiden (10/06/2013 18:37):
Gracias por la reseña. Jo digo de todo corazón.
Leí en algún foro de opinión que una de las premisas del bueno del señor Smith es que para que el comercio funcione se debe presuponer honestidad entre el comprador y el vendedor ¿es cierto esto? es que esto también tumbaría el mantra de los neo-libeggales y su “cuanto más pillo seas, mejor”
Comentario de tabalet i dolçaina (10/06/2013 18:59):
Yo te invoco Mauricio, Mauricio, Mauricio. Sal de la cueva y arremete contra este infiel que ha osado profanar las Sagradas Escrituras del Liberalismo.
Comentario de Emanuel (10/06/2013 19:07):
Otto, espero que completes la triada: Ahora te tocan “Sobre la Libertad” de John S. Mill y el magnífico “La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo” de M. Weber.
Comentario de Latro (10/06/2013 19:26):
#3 Ese es uno de los campos de investigación de la economía, por ahí había un trabajo ya clásico sobre lo que se llaman “mercados con información asimétrica”. O sea, yo se que le vendo una basura, usted no tiene forma de saberlo. El ejemplo era el mercado de coches de segunda mano – el vendedor sabe de lo que cojea el cacharro, usted no.
¿A que le suena de algo?
Comentario de Bela Kun (10/06/2013 20:20):
Otto Von Bismarck hablando de Adam Smith, que clásicos estaís. Muy buena reseña ¿Seguireís con los grandes? ¿Os metereís al Capital?
Comentario de parvulesco (10/06/2013 21:28):
Y al mismo tiempo y en el mismo país que Adam Smith escribía sobre el milenarismo liberal, miles de campesinos eran expropiados de sus tierras, expulsados y tirados a la miseria, todo en nombre de la libertad individual (de los ricos, claro está) y del progreso económico. Capitalismo y Estado-nación van de la mano – el primero le prestaba la pasta al otro para sus guerras y el otro le prestaba la policía para domesticar y expropiar a los campesinos y trabajadores. Liberalismo es utopía.
“Que la base de la riqueza de los países no es la acumulación de oro y plata, sino el que la gente pueda conseguir más o menos cosas con su trabajo.”
A mí sí me parece discutible, porque es una afirmación normativa o descriptiva? Normativa totalmente de acuerdo, pero descriptiva ahí tienes el GDP growth, cómo maximizar nuestra eficiencia metiéndonos en la miseria absoluta y el commodity fetishism con el dinero como el ultimate fetish.
Comentario de EgoSum (10/06/2013 22:03):
Bravo. Sólo puntualizar que en los Estados comunistas las decisiones económicas no las toma un burócrata en su despacho, sino que lo deciden las masas y el partido en un debate público. Lo que usted comenta surge en la época de Kruschev, cuando los revisionistas ya se querían cargar el tinglado, como lograrían años después.
Saludos.
Comentario de Bunnymen (10/06/2013 23:41):
Es que todo sistema liberal acaba degenerando (si puede imponerse) en forma y fondo en feudal, pero maximizado (como el citado caso United Fruit), ya que cualquiera que adquiere una posición ventajosa no hará sino que usar cualquier método, digamos, no liberal (del proteccionismo y regulación tendenciosa, hasta la intervención armada y que coño, el soborno) para afirmarla.
Y esto es más que nada por que a la teoría siempre le falla el efecto práctico de la condición humana, que se resume en que, menos los personajes de ficción tipo Conan el bárbaro, el resto de seres humanos son básicamente una puta mierda indigna.
Siempre encantado de leerle Herr Otto.
Comentario de Verlaine (11/06/2013 01:17):
A #9
“Sólo puntualizar que en los Estados comunistas las decisiones económicas no las toma un burócrata en su despacho, sino que lo deciden las masas y el partido en un debate público”.
Ese Stalin todo guapo puliéndose al XVII Congreso del Partido Comunista (y de las masas, si nos ponemos al mismo nivel) para que el partido, en efecto, termine votando tras un debate público lo que él considera conveniente votar.
Toma debate público. http://es.wikipedia.org/wiki/Gran_Purga
Comentario de Johan (11/06/2013 02:42):
#9 esto que usted dice eran los soviets que se pulieron en favor del centralismo-democratico.
Se llamaba la unión soviética però no havia sovietes, ya que eran anarquizantes.
Comentario de Eye (11/06/2013 09:36):
Adam Smith ha caído bajo la misma maldición que Marx o Nietzsche: se le cita muy a menudo, pero casi nadie se molesta en leerlo o entenderlo. Y cuando se le cita suele ser para justificar cualquier tontería con una bonita falacia de autoridad.
Comentario de Oliveral (11/06/2013 09:52):
¿Alguien conoce algún católico practicante en España que se haya leído el Catecismo? Por la Biblia ni me molesto en preguntar…
Comentario de jose (11/06/2013 10:24):
14*
Si los católicos leyeran la Biblia -o simplemente leyeran- se harían judíos. Al fin y al cabo “ÉL” es el único que mola en la Biblia, el resto son unos pardillos.
Y ya saben el origen de “Adán” Smith…
Saludos
Comentario de asertus (11/06/2013 10:38):
La biblia es cosa de protestantes y herejes, los católicos de verdad sólo escuchamos a nuestros obispos, sean Rouco, Setién o Novell…
De la misma forma, como decía un comentario anterior, Adam Smith es un peligroso ancap, que critica la impresión masiva de dinero ( “digresión sobre las variaciones del valor de la plata”), y las subvenciones…
Pero esas cosas no es que sean de gobiernos neoliberales o comunistas, Nixon fue quién sacó el dólar del patrón oro para imprimir moneda y pagar guerras…
En cualquier caso, visto en su contexto, la obra era un manual anti “mercantilista”, lo que en su época era “anti-francés”, y proponía como alternativas el librecambismo…
De hecho su graciosa majestad lo tomó por doctrina y se la impuso amablemente a los chinos que no querían cambiar su plata y su cerámica por el buen opio que les quería vender…
El contexto lo es todo.. y, el contexto actual, es simplemente un escenario con ladrones y sinvergüenzas de fondo…, y ponga ahí su idiología favorita.
Saludos
Comentario de Otto von Bismarck (11/06/2013 11:30):
#3. No recuerdo leer nada al respecto. Y tengo subrayado el libro entero porque me gustó muchísimo así que casi puedo asegurarle que no dice nada de eso. Vamos, que es cierto que Adam Smith propugnaba que se dejara a cada uno buscar su propio beneficio como buenamente pudiera. La única restricción que ponía era respetar las leyes.
#5. Ojalá leyera más. De verdad se lo digo. Pero si usted se anima y hace una crítica medio decente la política de admisiones de esta, nuestra página amiga, pone menos reparos que la madame de un burdel. Yo soy la prueba.
#7 No sé cuándo pero sí. Tras leerme este libro que quedó un ansia viva de contrastar opiniones y lo primero que pensé es que me tengo que leer el capital. Pero duro que haga reseña. Mejor que el curso para ligar de Andrés no va a estar y hacerlo pa ná es tontería.
#8 Parvulesco (y otros también), siendo cierto todo lo que dice creo que hay que matizar unas cosas. Ningún sistema es perfecto, ahí estamos todos de acuerdo. Luego lo que hay que buscar es el sistema menos malo. La ventaja que tiene el sistema este es que aunque sigue habiendo putadas maléficas en el funcionamiento de la sociedad: 1- No tienes que preocuparte tanto como con una economía dirigida. 2- Ha demostrado que nos permite prosperar.
Es más, una cosa es que la desigualdad sea muy grande y vaya en aumento, pero si usted analiza sin apasionamiento la realidad material que nos rodea, un proletario de mierda de hoy vive infinitamente mejor que su equivalente de cualquier época de la humanidad. Nos podremos poner a hablar de si actualmente tratan de imponernos un retroceso por la puerta de atrás, pero eso es otro debate, en sí mismo, la economía de mercado (tratando realmente de corregir los fallos de mercado) me parece a día de hoy mejor que sus competidores. No ideal, tan solo mejor.
#9 No compro. Al lado de esta frase del artículo “…ha otorgado a la actividad económica el único estímulo que necesita: una tolerable seguridad de que va a disfrutar del fruto de su propio esfuerzo”. Recuerdo que escribí en el margen: -Esto no lo debió de leer Marx-. Lo bueno que tiene un sistema de precios libres es que aportan información. Cuando empezó a haber desabastecimiento de papel higiénico en Venezuela, su precio en una economía libre habría aumentado, eso habría hecho rentable para empresarios avispados que buscasen su propio beneficio (le importase el de la sociedad o no) dedicarse a fabricarlo o a importarlo para obtener brillantes monedas. Pero si sabes que una tía no te va a chupar la polla para qué molestarte en cortejarla.
#10 Bienfamado lepórido, precisamente a esos empresarios que usaban al gobierno para dictar leyes conforme a sus intereses este libro los pone a caer de un burro.
# 11 Muy antifrancés no creo que fuera Adam (algún defecto tenía que tener). De hecho de los fisiócratas franceses habla muy bien. Criticando los errores de su doctrina pero diciendo que al menos no podía hacer tanto daño como el mercantilismo.
Y perdón por alargarme tanto.
Comentario de desempleado (11/06/2013 13:23):
Leer a los clásicos es lo que tiene, que aprendes un montón. El Capital no lo he leído (no me atrevo), pero sí he leído este y el de Weber citado arriba. Recomiendo empezar por este último. Otro alemán digno de leer es Werner Sombart, su “¿por qué no hay socialismo en los eeuu?” es antológico.
Más recomendaciones: “teoría de la clase ociosa” de T. Veblen y, si quieren saber sobre el período histórico (más o menos) en que Smith publicó su obra desde el punto de vista de los de abajo, “la formación de la clase obrera en inglaterra” de E.P. Thompson.
Magnífica reseña.
Comentario de asertus (11/06/2013 14:08):
Ya puestos a gafapastismo de verdad, y relacionado de alguna forma con Werner Sombart, os recomiendo “We, The People”, de Leo Huberman…
Comentario de emigrante (11/06/2013 16:55):
#14, #15 y #16, la mejor frase que he oído para definir la Biblia en una película de labios de un pastor anglicano: “la Biblia es como un supermercado, cada uno entra y toma solo lo que quiere”. Y es que entre los autores de El Libro debió haber un protoespañol porque es capaz de afirmar una cosa y la contraria. Mientras en un sitio te recomienda poner la otra mejilla, unas páginas antes te dice que ojo por ojo y diente por diente. Lo que explica que haya confesiones tan diferentes basadas en el mismo libro.
La diferencia fundamental entre Smith y Marx es que el primero no conoció las consecuencias sociales de la revolución industrial. Si se hubieran conocido a lo mejor se habrían hecho amigos. Y ya que ha habido intentos de reunificar todas las religiones en una sola confesión sincrética, como el bahaísmo, por qué no hacemos la Teoría Económica del Libre-Marxismo fusionanado a estos dos. Despues de leer la reseña de von Bismarck me da la imresión de que no quedan tan lejos el uno del otro.
Y para terminar, un poco de proselitismo. Principios sociales del Bahaísmo (según wilipedia):
La unidad de la humanidad
La búsqueda individual de la verdad
La unidad de las religiones
La armonía entre la religión y la ciencia
La educación universal
La igualdad entre hombres y mujeres
La eliminación de toda forma de prejuicio
La eliminación de la pobreza y riqueza extremas
Un idioma auxiliar universal
La paz mundial basada en una legislación común
Comentario de Latro (11/06/2013 17:12):
Creo que he recomendado en esta web unas 20 veces el libro de “Red Plenty”, pero lo vuelvo a hacer para el que quiera ver una ficción pero basada en cosas reales de como CASI el comunismo soviético hace esa sintesis usando la novedosa herramienta de la programación lineal.
Casi, hasta que los burócratas mandaron a la mierda a los economistas y teóricos del invento porque aha, que voy a aprobar yo que un ordenador me quite el puesto de trabajo y diriga la producción en base a criterios que no sean el que a mi me salga del nabo.
Comentario de Andrés Boix Palop (11/06/2013 17:25):
Bueno Otto, como apostolado de la Razón y el Sentido Común, al igual que Adam Smith, estoy de acuerdo con casi todo lo que él pueda decir (para los estándares actuales, Smith es un peligroso bolchevique, así que…) pero muy especialmente en lo referente a la impresentabilidad de la asistencia obligatoria a clase. ¡Es tan alucinante que eso esté cada vez más implantado por culpa de Bolonia!
Comentario de sangonereta (11/06/2013 18:43):
Espectacular artículo! Me ha encantado. Escribe más.
Comentario de Regularizado (12/06/2013 08:08):
@Latro: no recuerdo su recomendación pero me lo estoy leyendo ahora mismo. Todavía voy por el primer tercio, pero ya me ha atrapado. En parte también es un Marx-acertó-pero-sus-implementadores-no, pero deja entrever que si fallaron fue por bastante menos de lo que nos cuentan, y que la URSS potencialmente pudo ser mucho más que “un Alto Volta con armas nucleares” (Helmut Schmidt).
Comentario de Otto von Bismarck (12/06/2013 10:07):
Mmmmm, me extraña que nadie “aiga” entrado a decir que no he entendido nada. Estoy acostumbrado a oír citar a Adam Smith y su onanista mano invisible a tipos que justifican invertir contra deuda soberana o especular con el precio de los cereales aunque eso suponga provocar colapsos de países, usando la coletilla de que el que él sea un hijodeputa, de alguna forma maravillosa, es lo mejor para sociedad. Me pensaba que lo mismo en otra obra sí usaba la mano invisible con ese sentido. Claro que también puede ser porque entre la audiencia de LPD la muestra está sesgada.
Con todo, tengo que decir que este libro debería ser de lectura obligatoria para los políticos y también para los jueces que se dedican a tumbar la resoluciones de la Comisión Nacional de la Competencia. Y no digamos ya para Arias Cañete. Yo me he vuelto muy liberal, especialmente en lo que respecta a las mujeres de los demás, pero en la economía también.
#22 Pues también debe de encantarle la parte en la que se dedica a atacar, metafórica motosierra en mano, al hecho de que la teología tomara por asalto las universidades y fagocitara a la física (y a las demás ciencias) haciendo que como más o menos venía a decir él: se supeditara una ciencia sobre la que tanto se puede conocer a la cerrazón dogmática de otra “ciencia” sobre la que tan poco se puede conocer.
Joder si es que hasta hablaba a favor de las diversiones públicas porque decía que ayudaban a mejorar es estado de ánimo de la gente y a evitar esa especie de melancolía que a veces ataca a las poblaciones y que las hacer presa fácil de la superstición y el fanatismo. Diciendo que el teatro es temido especialmente por el poder porque suelen ser los que más claramente ponene de manifiesto sus malas artes. Eso sí, decía que habia que fomentarlo dando facilidades para que todo aquel que se quiera dedicar al mismo pueda hacerlo. No con subvenciones, como repite Manuel en todos sus artículos. Pero piénsenlo un momento, ¡a Adam Smith le hubiera gustado el furboh! Es que dan ganas de invitarlo a una pisicola o argo.
Comentario de desempleado (12/06/2013 11:03):
@ Latro: ¡Claro que he leído “red plenty”! ¡En la lengua del imperio! Está editado por Turner y se titula “Abundancia Roja”. Ya decía yo que me sonaba lo que comentó del ordenador.
Otro momento entrañable es cuando entra en el restaurante lleno de escritores famosos (en la URSS pasaban esas cosas, los escritores, la literatura… IMPORTABA, que se lo digan a Stalin) y por allí andan I. Ehernburg o M. Shólojov. La novela es maravillosa.
Por cierto, de Ehernburg anda Acantilado traduciendo sus memorias desde hace eones. Siglo XXI publicó una biografía suya pero la tengo en la pila esperando para leerla junto con estas. Se acaba de publicar “Julio Jurenito” ¡grande, muy grande! Melusina también ha publicado alguna que otra cosa.
Prometo leer “El Don Apacible” este verano.
A ver cuando alguna editorial se curra una colección de literatura soviética. Casi todo lo que se publica es relacionado con el gulag. Harto me tienen.
Comentario de tabalet i dolçaina (12/06/2013 11:13):
Sr Otto, usted que edición a leído, la comentada por Pilar Bardem prologada por Julio Anguita. ¿Dónde esta Mauricio , cuando se le necesita?
Comentario de Andrés Boix Palop (12/06/2013 12:56):
#25 Ya te digo. Para los estándares actuales, bolchevique. O casi peor… ¡francés!
Comentario de desempleado (12/06/2013 13:23):
Más recomendaciones: sobre la caída del communismo en Europa Oriental (no es oro todo lo que reluce): “el puercoespín” de Julian Barnes.
Sobre la vida en la RDA: Uwe Tellkamp: “la torre” (este es tochazo, avisados están).
Comentario de Latro (12/06/2013 13:55):
Es que la visión de Smith es una que funciona para el supuesto que el mercado son una serie de pequeñas y medianas empresas e inversores pudientes pero no superbillonarios.
Cuando se pierden esos detalles del supuesto la cosa va como va. Más cuando esas mismas desviaciones no sólo desvirtuan el mercado sino el sistema político que se suponia tenia que mantenerlos alejados.
Comentario de emigrante (12/06/2013 15:31):
#30, uno de los fallos que le veo yo al sistema de la libre competencia es que, como en la peli de “Los inmortales”, al final solo puede quedar uno. Las empresas con más recursos irán desplazando del mercado a las menos competitivas hasta que el sector se convierta en un monopolio. Eso lo aprendí de la biología. Es un sistema inestable por definición. Y es que hasta para jugar al Monopoly una de las reglas dundamentales es que todo el mundo parte con la misma cantidad capital.
Y hablando de bolchviques, en una estrevista a Sarah Wagenknecht (Die Linke) una de sus propuestas más radicales era extremadamente liberal. Limitar la herencia a un máximo y que las grandes empresas pasen a poder del estado para que las reparta entre emprendedores de verdad. Es como la monarquía, dice Wagenknecht, que el viejo haya sido un gran empresario, y haya creado mucha riqueza y trabajo, no garantiza que sus hijos también lo sean. Meritocracia en estado puro.
Comentario de Latro (12/06/2013 15:36):
Es que es eso. Para que ese sistema funcione es imprescindible que haya alguien que decida “cortar” a los grandes y asegurarse de que siempre se trata de “libre competencia” entre gente que puede competir libremente, no “librecompetencia” entre uno con destructor acorazado y uno con salvavidas de patito.
Comentario de JoJo (12/06/2013 15:53):
#31 eso en economía se llama monopolio natural. Uno de los competidores se va haciendo más grande (por el motivo que sea: mejores productyos, mejores precios…) y se come el pastel entero del mercado.
Comentario de galaico67 (12/06/2013 16:05):
33# Se olvida de uno de los principales: aquí están mis…millones y con esos millones voy abriendo frentes para eliminar la competencia a saco. Usandolo para pleitear interminablemente contra cualquier asomo de competencia, donando generosas cantidades a los que toman las decisiones, trabajando a perdidas, comprando patentes que pueden ser origen de otras patentes….no solo de bbb viven las empresas de éxito.
Comentario de Otto von Bismarck (12/06/2013 16:26):
#27 Pues la edición normal, supongo. En la sobrecubierta pone La riqueza de las naciones y luego en la tapa dura, con otro formato distinto, viene el que supongo que es el subtítulo: El manifiesto comunista, con anotaciones a pie de página por un tal W. Toledo…
No, en serio, a ver si estoy fomentando una interpretación errónea. He destacado los aspectos que más me chocaron y sobre todo el hecho de que antes de hablar de la mano invisible, el tipo se había marcado cientos de páginas comentando por qué para un país es más provechosa la inversión en agricultura que en el comercio exterior. Eso sumado a que había demostrado una sensibilidad social digna de elogio. Pero en general, lo que se comenta de La riqueza es todo correcto. Estado limitado, dejar actuar a los mercados, la economía dirigida es más probable que la acabe cagando… é-té-cé, é-té-cé.
Pero creo que a mucha gente en esta página, por su especial sensibilidad para temas sociales, ver los estragos de nuestra sociedad les hace desconfiar del libre mercado y abrazar un dirigismo de la actividad económica como forma de solucionarlo. Los problemas de esa percepción ya los comentó Hayek en Camino de servidumbre (modo Mauricio ON). El hecho de que fueran precisamente aquellos con formación técnica los que más fácilmente podían abrazar el fascismo porque veían los errores de su campo y pensaban que su programación podría mejorar la eficiencia. Sin pensar que, dado que los recursos son los que son, dedicar más dinero a un sector concreto muy beneficioso, lo estará detrayendo de otro que puede ser menos beneficioso, pero que también puede serlo más, pero tú eso no lo puedes saber porque sabes de tu tema, no de todo. En ese tipo de escenario, el libre mercado es más eficiente asignando recursos. Si hay demanda, compensará meter dinero, cuando se haya producido de más, bajarán los precios y se desincentivará que se siga produciendo de eso, habrá que buscar otra cosa para ganar pasta. Y desde luego no habrá que dar subvenciones a los que lo producen para que sigan ganando dinero aunque no haya demanda de su producto.
Si ustedes son de los que como yo, cada vez les sienta peor ver a los mineros pidiendo dinero, a los agricultores pidiendo dinero, al cine español pidiendo dinero, a las farmacias o taxistas vendiendo sus licencias a precios astronómicos, a los fabricantes de coches pidiendo dinero (por el amor de Dios) ¿de verdad hacen falta registradores y procuradores?… la solución no es más regulación, es quitar barreras de entrada y que los sectores se acomoden a su espacio natural, que alcancen un equilibrio con su “hábitat” si me permiten la expresión. Por ejemplo, hace poco salía un artículo en Nada es gratis sobre los problemas ocasionados por las grandes cadenas de distribución, que se están convirtiendo en jueces del comercio. Las limitaciones al establecimiento de supermercados por áreas, pensadas para proteger al pequeño comercio, hacen que en cada zona en que haya un gran supermercado la población sea cautiva de él. ¿Podría estar la solución en más competencia para que bajen precios y el poder de coacción de las grandes cadenas de distribución? ¿No será eso más fácil, y además necesitará menos supervisión (y funcionarios cobrando sueldo) que el esperpento de Arias Cañete para evitar que los productores del sector primario acaben en la ruina por un fallo de mercado? O peor aún, ¿y si el problema es que hay sobreproducción y la política de subvenciones es la que impide que esos productores se disminuyan hasta un tamaño adecuado?
#31 Pues yo había tenido la misma idea, más radical aún, prohibir la herencia como forma de desincentivar la acumulación de pasta. Todo lo que ganes, cuando palmes, para el estado y que él lo subaste. En teoría sería la forma de hacer a la gente más feliz al no tener incentivo para acaparar bienes materiales. En la práctica es inaplicable, requeriría muchísima burocracia, siempre habrá formas de evadirlo y provocaría muchísimo malestar porque la gente quiere poder decidir. Una cosa tan tonta, comprarte siempre el mismo sabor de helado pero porque lo decides tú, no el burócrata del politburó.
Una cosa sí es cierta, y está muy relacionada con los temas que comentan, un organismo independiente encargado de la competencia (de que haya, no de cargársela) se ha convertido en una especie de 5º poder necesario en la sociedad actual.
Joder, y cada vez suelto ladrillos más largos en mi propio artículo. No tengo perdón.
Comentario de parvulesco (12/06/2013 16:39):
Buf, Adam Smith, escribiendo al mismo tiempo que se expropiaban y expulsaban de sus tierras a miles de campesinos, y el tío hablando de que capitalismo se basa en libertad individual. Falso, el Estado siempre ha necesitado al capitalismo para financiar sus guerras y el capitalismo al Estado para tener músculo para echar a campesinos de sus tierras o desahuciados de sus casas. Por algo nacen al mismo tiempo, los sueños de la razón, los demonios de la Ilustración.
El liberalismo es una ideología utópica e intoxicante que ha causado miseria y destrucción por donde ha pasado, como Atila. Del capitalismo al campo de concentración hay un paso, ya lo dijeron Polanyi cuando sobre las Poor Laws y Adorno.
Comentario de galaico67 (12/06/2013 18:01):
35# Para el problema de la acumulación de capital, nada como la vuelta a los clásicos…La proscriptio, amigo, la proscriptio. Se declara enemigos del pueblo a aquellos que hayan acumulado más de diez millones de eurelios y que todo aquel que los elimine se puede quedar con un diez por ciento de sus bienes, mientras el estado se queda con el 90% restante.
Si alguien quiere seguir produciendo ( porque él es un emprendedor, un trabajador, alguien que quiere cambiar el mundo y disfrutar del poder..) podría dedicar sus beneficios a la investigación, a crear otra empresa en otro campo o a tirar fajos de billetes de 50 euros desde el monumento más alto de cada capital..
¿ No habiamos quedado en que eran fan de Tito Pullo&Lucio Voreno?
Comentario de Latro (12/06/2013 18:04):
Me imagino que Adam Smith seria el primero en denunciar tales expropiaciones y expulsiones. Volvemos al punto de siempre – si tu “libre mercado” es que tu como gran terrateniente (heredado de la época feudal) puedes pedirle al gobierno que te lo ponga todo fácil para hacerte aún mas grande, eso no es libre ni mierdas, pero si que te lo venderán así hoy en dia.
Comentario de Stan (12/06/2013 19:53):
#33 No soy economista, pero creo que una mejor definición de monopolio natural es la de la wikipedia: “Un monopolio natural es un caso particular de los monopolios en el cual una empresa puede generar toda la producción del mercado con un coste menor que si hubiera varias empresas compitiendo” … “la replicación de las estructuras industriales no conduce necesariamente a una mejora ya sea en la cantidad o en la calidad del producto. Por ejemplo, el hecho de que se doble el número de empresas que proveen alcantarillado -o aún peor, el doblar la red de alcantarillado- en un lugar donde ya existe no conduciría a una mejora en servicios sanitarios, pero incrementaría los costos”
Monopolios naturales evidentes son aquellos que, incluso en economías capitalistas, siempre se mantuvieron como tales: típicamente infraestructuras como la red de telefonía fija, el alcantarillado o las autopistas (excepto las de los países libeggales más avanazados, como la Comunidad de Madrid, que se toman al pie de la letra los dictados de Milton Friedman, y no sólo construyen autovías, sino que a cada una, le añaden otra de respaldo, por si la primera se cuelga).
Aún así, en sectores muy liberalizados, como la aviación o la automoción, se observa una tendencia cada vez mayor hacia la concentración de competidores, en búsqueda de la reducción de costes.
Los supermercados que nombra Otto no son monopolios naturales, pero tampoco veo claro que eliminar esas restricciones a su implantación trajesen grandes beneficios: las grandes cadenas de distribución procuran no entrar en guerras de precios entre ellas, y durante la burbuja crediticia se caería en la misma sobreinversión que plaga nuestro paisaje de grandes centros comerciales semi-vacíos. Esos excesos, al final, los pagamos todos, bien en pufos a la banca nacionalizada en caso de quiebra, o con precios más caros para mantener los beneficios.
Yo me adhiero al Mixed Economy Manifesto:
http://neweconomicperspectives.org/2012/06/the-mixed-economy-manifesto-part-1.html
Los restaurantes y supermercados funcionan muy bien en un mercado libre, y las eléctricas funcionan mejor como monopolio público.
Comentario de parvulesco (12/06/2013 22:10):
Ahora he leído el último comentario de Otto, qué horror. Hayek es muy bonito pero está fundamentalmente equivocado. Mucho “libre mercado es más eficiente y tal porque no hay planificación central” pero es que en el mercado hay un huevo de planificación central, por algo existen las empresas y los bancos. Si la joden van al carajo -ejem-, como los Estados (España, Grecia, etc). En las jerarquías de información se pueden generar tanto eficiencias como ineficiencias.
“la solución no es más regulación, es quitar barreras de entrada y que los sectores se acomoden a su espacio natural, que alcancen un equilibrio con su “hábitat” si me permiten la expresión.”
Ya puestos, que se peleen a muerte desnudos en el barro. Todos estos esquemas quedan muy bonitos en la cabeza de Rajoy pero al aplicarse en el mundo real implican un 27% de paro, desahucios, estrés post-traumático, suicidios, drogas y Neymar. Porque eso es lo que están haciendo con la crisis, es la destrucción creativa de Schumpeter, el diluvio de Noé llevándose a los improductivos por delante, todo muy humanista, la verdad.
Pues mire usted, a mí eso de que no ser productivo implique la muerte por hambre no me mola nada.
Comentario de Latro (12/06/2013 22:42):
Hombre, a ver. La idea de la mayor eficiencia del mercado no es que las empresas se manejen al azar. Es simplemente multiplicar. En vez de tener a un grupo dirigiendo la economía que no va a saber de todos los ramos y que va a ir a sus propias interpretaciones, usted lo deja “al libre mercado”. Lease, a que varios cientos de empresas se hagan la misma pregunta y algunas respondan “fabricar eso no interesa”, otras “yo creo que si, de esta forma”, otra “mejor de esta otra manera”, y alguna la pegará. Contando con que de paso cada una estará mas capacitada para ver la situación en su ramo que un superplan que haga nadie. La idea es que vamos, si se le puede sacar beneficio a algo, saldra gente de debajo de las piedras a buscarlo.
Ahora, que eso se puede ir de madre, también. Ya lo hemos visto en esta crisis – aunque por lo que comenta Otto al señor Smith toda la City y Wall Street le darian asquete. Pero el “libre mercado” se puede equivocar – porque lo dirigen seres humanos que no son racionales, que se apuntan a la última moda, etc.
Como en todo, el hacerse taliban de una teoría sólo lleva a meter la pata, y lo mejor es equilibrar cosas sacandole el potencial que tienen y apuntalando sus fallos con las virtudes de la otra.
Asi nos fue bien con la socialdemocracia durante años, hasta que se desataron de nuevo los ultras del mercado y asi nos va ahora.
Comentario de Eye (12/06/2013 22:45):
El capitalismo tiende de forma natural al monopolio, pero esto se evita –o al menos se palia– mediante la innovación tecnológica constante y la expansión de los mercados. Que esto sea sostenible en el futuro, especialmente lo segundo, daría para bastante discusión.
En realidad, el problema que suelen tener los economistas es que confunden sus modelos teóricos, en los que uno puede trazar una función exponencial hasta el infinito y más allá, con el mundo real. Y esta enajenación llega en ocasiones a extremos graciosos: hay alguno, por ejemplo, que resolvería el cambio climático asegurándose “de que hay disponibles más y mejores métodos de aire acondicionado”. Tampoco ayuda el que sean un gremio tan endogámico como el de los arquitectos, claro: un economista sólo lee a otros economistas, y mejor aún si son de su cuerda.
Comentario de asertus (12/06/2013 23:16):
Por curiosidad los economistas informados, ¿ha habido alguna vez algún monopolio de verdad de esos malvados que no haya tenido detrás la sabia mano del estado empujando o apartando competencia? Si lo primero que hacen es comprar políticos!!
No metan aquí google que su monopolio se limita a lo que yo quiera teclear en el navegador.
Comentario de Bunnymen (12/06/2013 23:43):
“la solución no es más regulación, es quitar barreras de entrada y que los sectores se acomoden a su espacio natural, que alcancen un equilibrio con su “hábitat” si me permiten la expresión.”
Tampoco se puede estar de acuerdo con esto, precisamente por que empresa no es igual a nación. El proteccionismo, la penalización por externalización de fabricación, etc no los crea el estado por gusto (ni por que les mole poner leyes a mansalva y cargar de impuestos absurdos las cosas) sino precisamente para protegerse del sacrosanto y venerado “libre mercado” y conservar sus sectores estratégicos (obviamente sin dependencia exterior). Por eso tambien rechazo como demagogia eso de…
“Si ustedes son de los que como yo, cada vez les sienta peor ver a los mineros pidiendo dinero, a los agricultores pidiendo dinero, al cine español pidiendo dinero”
…salvo que usted no le importe no tener una industria propia, y ser mero consumidor, claro que sin esa industria propia ya me dirá de donde sacara a medio plazo el dinero para consumir. Y otra, que el libre mercado por si favorece el dumping de los países (empresas) grandes (o esclavistas) sobre los pequeños.
Es decir, nos molan los precios de Asia, pero a nadie le mola pensar en el futuro con sus hijos y los de los de sus vecinos cosiendo balones a dólar la jornada…salvo que sea usted Esperanza Aguirre.
Comentario de Bunnymen (12/06/2013 23:46):
#42 Sí. La “Power Balance” en el mercado de complementos de vestir homeopáticos.
Comentario de Otto von Bismarck (13/06/2013 11:34):
Como se suele escribir en hinternec: “haber”. Estamos mezclando muchas cosas.
Una de las cosas interesantes del libro que los neoliberales obvian cuando apelan a la palabra del Señor (del señor Smith) es que en La riqueza critica tanto los derroches del gobierno como el hijoputismo de los empresarios. Precisamente se le suele recriminar a Smith que una de sus cagadas fuera despreciar las sociedades anónimas, decía que solo servían para cosas que necesitan mucho capital para ser puesto por una sola persona, como los canales y las compañías de seguros. Pero que para otras cosas los gerentes de las SA se preocupaban más de su beneficio que del de la empresa.
La postura del liberalismo, y que yo suscribo, es que la función del gobierno no es ponerse a regularlo todo, es regular aquello que no funciona y en las cosas que sí funcionan dejar que los empresarios se maten entre ellos. Por supuesto que pretender alcanzar una arcadia feliz llena de óptimos de Pareto y tetonas por doquier no es realista. Pero ustedes ven los problema de este sistema y pretenden dinamitarlo para poner otro sistema que corrige sus errores, sin caer en la cuenta de que ese otro sistema tiene otros errores distintos y que no son precisamente pequeños.
Parvulesco, se ponga como se ponga, nuestro sistema nos ha dado avances tan notables como los tangas y el speed del bueno. Si hasta muchos de ustedes coinciden, mal que les pese, lean el hilo de El Corte Inglés de Guillermo. Hay una frase en el libro que es demoledora, algo así como: “el interés de toda persona es comprar todo aquello que necesita a aquel que se lo venda más barato. Es algo tan obvio que no hace falta discutirlo”. Y en otra analogía, decía que igual que un padre de familia no se va a fabricar sus zapatos, y su ropa, y el menaje de hogar,etc. Sino que va a cambiarlo todo con el dinero conseguido haciendo lo que se le da mejor (aquello en lo que trabaja), un estado también debe vivir de aquello en lo que sea competitivo en lugar de mantener sectores porque sí.
Luego claro que habrá que entrar con el hacha a corregir externalidades y fallos de mercado. Yo soy el primero que ha discutido con Mauricio diciendo que hay mercados en los que la competencia no funciona. Pero, hombre, es que hay otros en los que sí. Otra cosa es si hay que revisar teorías en un entorno de mercados tan grandes donde las corporaciones empiezan a ser monstruos ¿se les limita el crecimiento o ganan en eficiencia al integrarse? Puede haber muchas fábricas de calzados, pero muy pocas Airbus. Pero coño, solo por que hay cosas que no funcionan decir que el liberalismo a los leones. Pues no, hija, no.
Bunnymen, ¿se ha parado a pensar en que millones de chinos están saltando de la vil ruina a la clase media?
Comentario de Latro (13/06/2013 12:59):
El estado no debe vivir de lo que es competitivo.
El Estado no es competitivo. El estado no esta en competencia. No está en el mercado.
El Estado debe meterse y a fondo con todo aquello a lo que saldria peor si se deja al dichoso mercado. Sin “competitividades”, con eficiencias. Y esta claro que esas áreas no son el sueño dorado anarcocap de “sólo la policia y a lo mejor ni eso”. Los sistemas de salud salen muchismimo mas baratos y generan mayor bienestar manejados como un derecho del ciudadano que el Estado tiene que costear con impuestos que el chunguisimo modelo yankee de “libertad” de que te deje colgada la aseguradora porque tu cancer sale muy caro tio.
Y para todo lo demas, ojo avisor, regulación clara y contundente y asegurarse de que el tal libre mercado no es el cortijo de cuatro.
Comentario de lalo (13/06/2013 15:03):
si todas las teorias a nivel teorico son la arcadia feliz. Se olvida con respecto al liberalismos que como cada empresa tiende a reducir coste para ser competitiva, se reducen los derechos laborales y los salarios, con lo que el resto de empresas han de hacer lo mismo, si se reducen los salarios el consumo baja, y asi.. ad eternum.
igual obvia el problema de los monopolios, a la que tiende todo mercado economico, como usted bien dice con el ejemplo del monopoly, cuando vas ganando humillas al resto, pues en la vida real igual. al final esos monopolios tienen tanto poder que pasan por encima de los estados, mas aun cuando los estados son debiles, antes pasaba en africa y sudamerica ahora europa se esta uniendo al club.
se afiorma que es el estado quien genera la corrupcion porque las empresas le untan, por tanto el problema no esta en el estado sino en la gente que forma parte de el, seria necesario una gestion de responsabilidades a nivel estatal, e igualmente a un estado mas debil mayor capacidad de corrupcion de los que lo forman proque el estado no les garantiza poder suficiente.
el comunismo fracaso, el neoliberalismo esta fracasando, y aun se niegan a verlo, siguen creyendo en los dogmas de la competencia perfecta y el estado opresor y mal decisor. Es delicioso contemplar desde el extranjero un pais con un 30 por ciento de paro y unas condiciones de trabajo y salarios ,iserables, y encontrar aun apologetas encantados de la medicina que les aplican..
para que el neoliberalismo funcionara habria que partir de una base de igualdad de oportuniaddes en el momento que ese principio se quebranta es imposible que haa competencia perfecta.
Comentario de Otto von Bismarck (13/06/2013 17:16):
#48 lalo, esas profecías vienen de lejos, si los neoliberales son chungos los ¿neoludistas? no lo son menos. Si sus premisas fueran ciertas, llevaríamos tiempo viviendo como en Mad Max y no es el caso:
http://en.wikipedia.org/wiki/Luddite
Vamos, que trabajar para corregir los excesos de los hijos de puta: SÍ. El liberalismo es malo intrínsecamente y va a fracasar y todos moriremos: NO.
Yo me conecto a internet, donde hay un porno estupendo, usando equipos informáticos baratos fabricados en China por mano de obra esclava pero que está empezando a pedir mejoras de condiciones laborales y aumentando en consecuencia los costes. ¿Ustedes no? O lo hacen con equipos que son como decía el profesor Frink de los Simpsons: -En el futuro los ordenadores serán dos veces más potentes, diez veces más grandes, y tan caros que solo los tres reyes más ricos de Europa podrán tener uno…
Pues eso, que, bromas aparte, discrepo.
Comentario de desempleado (13/06/2013 17:56):
En plan estupendo, los luditas NO querían destruir todas las máquinas, solo aquellas que fabricaban productos baratos y de mala calidad con los que determinados fabricantes inundaban el mercado.
Comentario de lalo (14/06/2013 16:27):
Otto solo dos cosas quiero apuntar. Primero que en el siglo xix, no existia globalizacion.elemento imprescindible para que la creacion de monopolios sea real, ya no se trata de monopolios nacionales sino globales, e igualmente con las condiciones laborales.
Deduce que soy minimo comunista en una postura reduccionista y maniquea muy habitual ante el mas minimo desacuerdo ante las premisas neoliberales. No estoy en contra rel libre mercado,pero desde luego descongio de la idea de la libre competencia porque es una idea uutopica.no existe.ya le puse un ejemplo. Y las ideaa liberales dejan de lado el bienestar ee una sociedad. Si no hubiera politicas publicas imagine las condiciones laborales, sanidad, educativas etc..
Finalmente me ha encantado su ultima frase que se resume en un mientras yo no sufra los males de la politicas liberales y me pueda cascar pajas agusto pues es una pena pero que le vamos a hacer…, ya protestaran.. no he visto mejor plasmacion de las ideas liberales en lenguaje comun. Es una forma de ver la vida.
El dia q cobre 800 euros al mes y sino usted sus hijos a ver si m viene con la misma letra.
Comentario de parvulesco (14/06/2013 17:01):
Hey peña, sí hay competencia entre Estados, por algo la dichosa competitividad de la economía a todo precio, y Alemania gana la partida a España y China y todo el lío entre suníes y chiíes en Oriente Medio. Que no hay competencia entre Estados? Toda la historia es sobre competencia entre Estados. Anda ya.
No sólo eso, sino que el Estado es más eficiente en sectores concretos, como por ejemplo la sanidad. Aunque claro, la misma definición de eficiente es un poco problemática. La sanidad gringa es super-eficiente para las farmacéuticas.
Otto,
usted disculpe pero allá en el siglo XIX un señor barbudo teutón inventó el concepto de commodity fetishism, que le da mil vueltas a la teoría tan funcionalista como falaz de Smith. No se puede entender el capitalismo sin commodity fetishism. Alguien me puede definir “todo lo que necesita”? Necesito yo acaso mi libro de Juego de Tronos, mi tanga o mi speed?
Comentario de Otto von Bismarck (14/06/2013 17:22):
Estimado lalo, si usted me dice “Deduce que soy minimo comunista en una postura reduccionista y maniquea muy habitual ante el mas minimo desacuerdo ante las premisas neoliberales.” qué no deberé llamarle yo a usted si usa la broma sobre el porno para llamarme pajillero un poco más tarde.
A día de hoy sigue siendo cierta la premisa de que aquel que abrió sus puertos al comercio de todas las naciones, tumbó privilegios gremiales y dejó a la gente hacer negocios, acabó siendo más rico que el que no lo hizo. Sin embargo en #48 usted me dijo que “el comunismo fracaso, el neoliberalismo esta fracasando, y aun se niegan a verlo,”. Pues no. Lo que estamos es tragando mierda últimamente por una falta de regulación de unos sectores concretos que defienden sus privilegios para que nadie les fiscalice haciendo un uso retorcido de la palabra libertad.
Si resulta que esos que capturan al regulador para que les ponga leyes a medida son los liberales de verdad, que no lo son, yo también diré que el liberalismo no es Bahréin.
Y ahora le pongo yo otro contraejemplo. Qué forma de gastar el dinero es mejor: recaudarle impuestos de esos 800 euros, retenerlos durante unos meses y luego dárselos a los compradores de coches nuevos. O bien no recaudar en impuestos esa parte que iba a dedicar a esa partida y dejarle a usted que decida si lo quiere dedicar al abono transporte, a ahorrar para una bici o a transferir su renta a su primo que se va a comprar un coche nuevo. Porque no todo el gasto es en sanidad y educación.
Comentario de Otto von Bismarck (14/06/2013 17:27):
Parvulesco, eso es cierto, y el problema de la disponibilidad de recursos conforme vayamos reproduciéndonos como conejos va a dar bastante por saco. Pero eso va a pasar con liberalismo o sin él. La gente quiere tener cosas. No sé por qué pero es así. Otra cosa es que te estimulen un instinto que ya estaba ahí, como hacen con el ansia de interactuar con otros humanos los teléfonos móviles y las redes sociales. Pero explotan una necesidad preexistente, no la crean de la nada.
Comentario de parvulesco (14/06/2013 18:18):
Otto, es que no se da cuenta de que el liberalismo se funda en la premisa errónea de que Estado y mercado son instituciones separadas, cuando siempre han ido concertados. El liberalismo como sistema económico nace en la Gran Bretaña de las enclosures del siglo XVIII, es decir, su punto de partida es la expropriación y expulsión de miles de campesinos de sus tierras, y rápidamente se acopla al imperialismo colonial. El liberalismo no es más que un contractualismo de una clase y una raza para dominar a las otras – el proletario y el sujeto colonial. Por eso su definición de libertad individual es extremadamente problemática: libertad individual, para quién? Mis cojones. Siempre ha sido así. El liberalismo prácticamente NUNCA se ha fundamentado en el trabajo libre, porque ése siempre ha sido un privilegio. Si ha habido distribución de riqueza es precisamente por los movimientos proletarios, es lo que comentábamos en el hilo anterior.
Que a Adam Smith o a Rajoy les encaje todo en su esquema mental, perfecto, si supones una vaca esférica el volumen es cuatro tercios de pi radio al cubo, pero no es más que fundamentalismo fanático que nos dice que en la Arcadia de las regulaciones perfectas y la libre competencia todo es maravilloso. Pero resulta que la acumulación de capital existe y cambia las regulaciones, lástima.
Hablar de ‘falta de regulación de unos sectores concretos’ es absurdo, porque camufla un problema político bajo una fachada de burocracia y gestión – porque son ellos quiénes definen nuestras propias regulaciones. Ellos son el soberano. Siempre tendrán falta de regulación hasta que no cambien las relaciones de fuerza en la sociedad.
Comentario de Stan (15/06/2013 18:01):
#53 “A día de hoy sigue siendo cierta la premisa de que aquel que abrió sus puertos al comercio de todas las naciones, tumbó privilegios gremiales y dejó a la gente hacer negocios, acabó siendo más rico que el que no lo hizo.”
De esa frase a que el libre comercio sin trabas es el único camino a la prosperidad, que los neolibegales tratan de vender, hay un paso muy pequeño, pero es una ideíta sin sustento histórico.
Patear la escalera de la prosperidad por la que subiste para impedir que los demás te alcancen es una postura inteligente para la Gran Bretaña de Adam Smith, pero no los demás no tienen motivos para creérsela:
http://www.elblogsalmon.com/economia/algunos-mitos-claves-del-libre-comercio
“Una vez que se ha alcanzado la cima de la gloria, es una argucia muy común darle una patada a la escalera por la que se ha subido, privando así a otros de la posibilidad de subir detrás. Aquí está el secreto de la doctrina cosmopolítica de Adam Smith y de las tendencias cosmopolíticas de sus contemporáneos… Para cualquier nación que, por medio de aranceles proteccionistas y de restricciones, haya elevado su poder industrial y su capacidad de comercio hasta tal grado de desarrollo que ninguna otra nación pueda sostener una libre competencia con ella, nada será más sabio que eliminar esa escalera por la que subió a las alturas y predicar a otras naciones los beneficios del libre comercio, declarando en tono penitente que siempre estuvo equivocada, mientras que ahora ha descubierto la senda de la verdad” (Friedrich List, 1885)
La receta del proteccionismo en los Estados Unidos nació casi a la par que su Independencia. Los intelectuales y políticos de ese país entendieron claramente que la economía propuesta para el libre comercio por Adam Smith y los otros liberales de la época no era la apropiada. Por eso protegieron fuertemente sus industrias frente a los consejos de Smith y de Jean Baptiste Say.
Ulises Grant, héroe de la Guerra Civil y presidente de EE.UU. de 1868 a 1876, muestra claramente que los estadounidenses no permitirán a los británicos “patear la escalera”:
“Durante siglos, Inglaterra confió y aplicó medidas de protección, las llevó al extremo y obtuvo resultados satisfactorios. No cabe duda de que a ese sistema debe su fortaleza actual. Tras dos siglos, Inglaterra ha encontrado conveniente adoptar el libre comercio porque la protección ya no tiene nada que ofrecer. Muy bien, caballeros, mi conocimiento de nuestro país me lleva a pensar que en un par de siglos, cuando los Estados Unidos hayan obtenido todo lo posible de la protección, adoptará el libre comercio”.
http://www.othercanon.org/uploads/native/ERIK_S_REINERT_El_Concepto_complete.pdf
“Alexander Hamilton en su «Report on Manufactures» de 1791, ha leído claramente a Adam Smith y conoce los argumentos del libre comercio, pero se pone de lado de la estrategia inglesa previa: las manufacturas deben ser alentadas. Hamilton fue mucho más influido por el mercantilista inglés Malachy Postlethwaith que por Adam Smith. Aunque Hamilton tenía una actitud favorable hacia la protección de las manufacturas, los aranceles como un «sistema americano» permanente, sólo empezaron en 1819.”
Comentario de pululando (17/06/2013 10:30):
#7 Bela Kun: en la vieja página, la que mantenía su férrea línea iconoclasta, hay cosillas: http://www.lapaginadefinitiva.com/politica/biblioteca/marx1.htm
#14 Oliveral como dice Asertus, los católicos hemos subcontratado la dura labor de la lectura e interpretación de los textos religiosos en profesionales, que nos ofrecen una reseña semanal con la chicha (cuando se dan la vuelta y dejan de hablar en latín). Supongo que lo hicimos del mismo modo que con la Justicia, la Política, la Economía, información, prensa, opinión… todito en manos de profesionales. Estas delegaciones nos dejan tiempo libre para las cosas realmente importantes de la vida.
Yo por mi parte también delego a mayores la lectura de algunos tochacos (clásicos, gracias Otto, y modernos [JdT]) en ustedes, que es que no hay tiempo para todo.
Comentario de Mauricio (17/06/2013 10:41):
Enhorabuena Canciller, magnifica reseña.
Comentario de Otto von Bismarck (17/06/2013 11:25):
Estamos mezclando varios debates y encima llego tarde, pero como soy el padre de la criatura no me queda otra que defender el fuerte.
Empezando con parvulesco, que estaba antes. Una de las cosas que comenta Adam Smith, que a mí me parece supermajo, es que no es justo que el gobierno prohibiera los acuerdos de los trabajadores para no currar por trabajos de miseria y que se hiciera la vista gorda con que los empresarios acordaran no pagar a nadie más de una cantidad. La riqueza de las naciones es básicamente un tratado en el que se ataca el mercantilismo como una forma en que los empresarios se han otorgado leyes para protegerse haciendo a sus mercados nacionales cautivos. Criticando que el estado trabaje para ellos a pesar de que eso haga que las cosas sean más caras para todo el mundo, reduciendo con ello el bienestar potencial de la población.
Nos podremos poner a discutir de los efectos perniciosos del consumismo y tal. Pero nadie me puede negar varias cosas:
La primera, que todos los relatos de exploradores narran los contentísimos que se ponían los indígenas, sin anuncios de Tiffany mediante, cuando nuestros paisanos les regalaban unas cuentas de colores o unos espejos. La segunda cosa es que, si los tangas, el speed y los libros de Juego de truños le parecen materialistas e inútiles, podemos poner otro ejemplo. Usted será más rico si a final de mes puede cambiar su trabajo por una vaca para sacrificarla y comérsela con su familia, que si cambia su trabajo por una cabra. Si los productores de ganado cierran las fronteras para que el precio de la carne suba, su bienestar (el suyo de usted, no el de los productores de ganado) disminuirá. Y la tercera es que aunque hay mucha precariedad y cobramos poco y el tema de la distribución de la renta es algo por lo que merece la pena echarse a la calle a seguir peleando por nuestros derechos, me gustaría saber cuántos de ustedes han tenido que trabajar alguna vez doblando el espinazo, doblándolo de verdad, en una obra, o en agricultura o en mierdas por el estilo de las que al acabar el día tienes un dolor de cintura que quieres morirte. Incluso en esos curros la ergonomía es cada vez mayor.
Stan, las ciudades de la liga Hanseática, las ciudades estado espaguetinis y los holandeses no se hicieron ricos poniendo impuestos a la exportación, montando aduanas internas y repercutiendo el iva repetidas veces en la cadena de valor como hicimos nosotros (y es evidente que nos fue super bien). La sensación que me dejó el libro es que si Adam Smith viviera hoy, a la mayor parte de los que hablan en su nombre actualmente los corría a gorrazos. Precisamente criticaba al gobierno por varias cosas: por despilfarrador (en estos días se inaugura el ave Alicante-Mandril ¿no?), por creerse más eficiente asignando recursos a cualquier sector de la economía en lugar de solo en algunos y por legislar a favor de los insiders en lugar de a favor de la población.
No estoy tan leído como usted para poder hablar de los dimes y diretes a la hora de iniciar la producción industrial. Sinceramente no me extrañaría que tenga razón. Pero igual que mucha gente dice que a muchos países les ponía un buen comunismo para sacarlos de la Edad Media y ponerlos a rodar (e igual que salvo Corea y alguno más, los casos de planificación industrial por gobiernos tiran más hacia la cagada que hacia el éxito), yo le digo que a los miembros de la UE la extensión del mercado no parece habernos ido mal pese a que algunos sectores concretos fueron machacados por la competencia. Y es así por el mismo motivo por el que ser una ciudad al lado del mar o de un río navegable te hace más rico, al abaratar el transporte aumenta los mercados a los que puedes acceder y eso aumenta tu comercio. Smith trata bastante el tema de EEUU al que ve como una próxima potencia, pero dice que una de las razones por las que no habían saltado contra las cortapisas a tener industria y la obligación a mantener comercio con la metrópoli es que en un lugar donde la tierra es prácticamente gratis ponerse a hacer industria es perder dinero por coste de oportunidad.
En cualquier caso, conforme las corporaciones gigantes chinas empiecen a salir a comprarse trapitos, no me extrañaría ver al gobierno de EEUU poniendo más aranceles y vetando compras de una forma que haría las delicias de cualquier dictador comunista. Lo que yo me pregunto es si cuando los gobiernos se ponen a proteger a sus campeones nacionales están defendiendo de verdad los intereses de la nación o la de los tipos con los que juegan al pádel.
Comentario de Stan (17/06/2013 15:54):
Otto, la extensión del mercado en sí supongo no nos ha ido (en conjunto) mal del todo, pero yo casi afirmaría que el “state capitalism” chino le ha ganado esta mano al “crony capitalism” occidental.
El problema es que esa doctrina del libre comercio suele venir acompañada de otras absurdas supersticiones como la libre circulación de capitales, que es lo que ha terminado masacrando España (el flujo de ahorrro ocioso alemán y francés desviado al ladrillazo español).
Es más, internamente sí se puede observar algo similar a ese mecanismo que explicaban Hamilton y List cuando hablaban de la industria infante: el libre comercio (en este caso, apoyado en el uso de la misma moneda) favorece al país industrializado sobre el menos industrializado (España y Grecia comprando a crédito Audis y lavadoras a Alemnia, que impulsa su balanza comercial a costa del hundimiento de la española).
Desde ese punto de vista de continente desarrollado, es natural que la UE preconice el libre mercado. Quienes no deben aceptar alegremente tales ideítas son los países en vías de desarrollo.
Es verdad que ha habido muchos fracasos planificadores, pero también es verdad que casi no hay países que hayan dado el salto de calidad sin proteccionismo industrial (incluso “dirigismo” en el caso de Corea/Asia). Al menos, así lo explica el coreano Ha-Joon Chang, especialista en desarrollo:
http://www.ddooss.org/articulos/otros/Ha_Joon_Chang.htm
“Las excepciones a este patrón histórico son Suiza y los Países Bajos. Sin embargo, éstos eran los países que estaban ya en la frontera del desarrollo tecnológico en el siglo XVIII y no necesitaban mucha protección. También hay que señalar que Holanda había desplegado una gama impresionante de medidas intervencionistas hasta el siglo XVII para asentar su supremacía marítima y comercial. Además, Suiza no tuvo una ley de patentes hasta 1907 …”
“Para empezar, la experiencia histórica del desarrollo de los países desarrollados debe difundirse más extensamente. No se trata solo de escribir «la historia verdadera», sino de permitir que los países en desarrollo opten con conocimiento de causa. No es mi intención dar la idea de que cada país en desarrollo debe adoptar una estrategia activa de la promoción de la industria naciente como Gran Bretaña en el siglo XVIII, EE.UU en el XIX o Corea en el XX. Algunos países pueden beneficiarse siguiendo el modelo suizo o el modelo de Hong-Kong. Sin embargo, esa opción estratégica debe hacerse sabiendo que casi todos los países exitosos utilizaron históricamente la estrategia opuesta para hacerse ricos”.
Sospecho que Adam Smith sólo estaba defendiendo los intereses británicos cuando aconsejaba políticas (erróneas) a Norteamérica. Con Hamilton a la cabeza, los EE.UU. se saltaron esos consejos y no parece que les haya ido mal… (especialmente a los estados del norte):
“De entrada, Gran Bretaña no quería industrializar las colonias y puso en marcha políticas a tal efecto (como prohibir las manufacturas de alto valor añadido). En el momento de la independencia los intereses agrarios del sur se oponían a cualquier proteccionismo, mientras que los intereses de las manufacturas del norte, representados entre otros por Alexander Hamilton, primer Secretario del Tesoro de los EE. UU., estaban a favor del proteccionismo.”
Comentario de galaico67 (17/06/2013 16:49):
Sin olvidar el caso, presente en todos los manuales, del Imperio Britanico y su joya de la Corona: telares indios a tomar viento, que el algodón de Egipto y los telares de Inglaterra tenían que darle poderío.
Comentario de Otto von Bismarck (17/06/2013 17:30):
#60 En realidad en el tema asiático yo solo veo claro el final feliz en el caso coreano (el del sur, por supuesto, del dirigismo del norte no hace falta discutir). Si nos ponemos en plan purista con la moralidad, el caso japonés acabó llevando a una guerra bastante cachonda cuando te pilla lo bastante lejos como para comentara haciéndote el gracioso. Como demuestro ahora mismo autorreferentemente. El caso chino está por ver que llegue a buen puerto, se lo están jugando todo a una carta que no ha resultado bien nunca. Lo de cambiar bienestar material por derechos políticos dura mientras vienen bien dadas. En el momento en que su economía se recaliente y tenga una crisis (o la misma CIA dice que están alcanzando el límite de renta incompatible con la ausencia de democracia) habrá que ver como terminan.
Pero en el caso español la comparación entre la autarquía y el aperturismo tras el plan de estabilización se describe solo, y constituye una de las cosas por las que el dirigismo así en general me da repelús. Cuando para hacer negocios necesitas una licencia, y esa licencia depende del político de turno, el paso de una competencia por satisfacer al consumidor a una competencia por satisfacer al que te permite la captura de rentas es inevitable. Eso por no hablar de otras inercias indeseables como los efectos sociales asociados a dejar de saber competir, y me refiero a Europa del este. O el mismo caso de las dos Alemanias (aprovechar tus buenas relaciones con el poder para quedarte lo aprovechable de las empresas desguazadas del este, muy liberal no es).
En lo del caso de las trece colonias le recomiendo que se lea La riqueza. El repaso que le da al esclavismo y al comercio colonial me dice claramente que este tipo habría mandado a tomar por culo prácticas como las que describe galaico o cualquier atisbo de que fuera el interés británico (contra el americano) el que defendiera en plan caballo de troya. Lo que dice no es que a los americanos no les interesara tener industria, lo que dice, usando la mano invisible, es que, hasta ese momento, no habían surgido fricciones porque no les traía cuenta dedicar capital a la industria hasta que la agricultura alcanzara cierto grado de desarrollo, y que desviar capital a la industria revertía menos beneficio para la sociedad que el sector primario mientras la tierra no valiera más que el coste de decir en voz alta que era tuya.
Comentario de Otto von Bismarck (17/06/2013 17:43):
Acabo de caer en la cuenta de que lo de Japón es un error por mi parte. La consecuencia de ser fuerte y cabrón más que otra cosa. Me la envaino (a ese respecto).
Comentario de Stan (17/06/2013 19:24):
Si bien estoy de acuerdo en que China tiene bastante pinta de acabar medio colapsando, el crecimiento experimentado en los últimos tiempos es como para poder presumir de que les quiten lo bailao… Y para colapso, el del sistema financiero occidental completo en 2008. Así que, para mí, state capitalism 1 – crony capitalism 0.
Por supuesto, no niego buena parte de lo que expones, que el dirigismo ha fallado muchas veces, y no reniego del comercio, sólo puntualizo que eso no significa que el comercio absolutamente libre sin niguna cortapisa sea el camino más corto a la riqueza de las naciones. La historia demostraría que cierto grado de proteccionismo ha sido la manera más exitosa de industrializarse, y por tanto, prosperar.
Esa teoría de que un país debe especializarse en aquello que produce de forma más económica que los demás es lo que Ha-Joon Chang, entre otros, rechaza a la vista de las evidencias históricas. En mi opinión, Adam Smith (y David Ricardo) se equivocaba en ese punto.
http://edant.clarin.com/suplementos/zona/2005/01/09/z-03415.htm
“— El caso de Japón es ejemplificador. Después de la segunda posguerra, la política estadounidense era que Japón se especializara en la producción y exportación de productos basados en los recursos que tenía en ese momento. Pero los japoneses consideraron que no podían seguir especializados en la exportación de seda, que era lo que más vendían, y decidieron avanzar promoviendo la instalación de industrias básicas, astilleros y automotores. En 1959, cuando Japón tenía un PBI per cápita de 400 dólares, similar al de la Argentina, la Toyota quiso vender autos en los Estados Unidos y fue un fracaso total. Pero perfeccionaron los vehículos y a los pocos años ya eran competidores internacionales. Si Japón hubiera seguido el consejo del general MacArthur, que encabezaba la ocupación estadounidense, Japón seguiría exportando seda.
– ¿Y Corea del Sur?
— En 1960, Corea tenía un PBI per cápita de 80 dólares y su principal artículo de exportación era el tungsteno que se utiliza en las lamparitas de luz. El segundo era el pescado. Pero un gobierno militar comenzó a desarrollar industria sencillas como textiles y zapatos y luego pasó a las industrias pesadas. A fines de los sesenta, el gobierno pidió un préstamo al Banco Mundial para instalar una siderurgia. El Banco les dijo: “¡Muchachos, ustedes están locos, están exportando remeras y zapatos y quieren hacer una siderurgia!” Y rechazó el pedido. Entonces el gobierno pidió dinero en Japón y así comenzó una carrera que lo convirtió en uno de los principales productores siderúrgicos del mundo. Pero, como decía List, una vez que usaron el proteccionismo para desarrollarse, lo condenan.”
– ¿El proteccionismo no perjudicó la eficiencia?
— Tanto Japón como Corea protegieron las industrias, pero siendo concientes de que ese sistema no puede prolongarse indefinidamente y que tiene que utilizarse para modernizarse. También tuvieron claro la necesidad de exportar para financiar el crecimiento y de ir mejorando el perfil de las exportaciones.
– ¿Que pasó con el proteccionismo de América latina?
— Es una pena que los latinoamericanos no hayan escuchado completo a Raúl Prebisch. El apoyaba la sustitución de importaciones utilizando el proteccionismo, pero también ponía un fuerte acento en las exportaciones. Porque si se quiere importar tecnología de avanzada hay que exportar; si se quiere tener una buena gestión macroeconómica y no tener crisis de la balanza de pagos, hay que exportar. Pero la gente oyó sólo la mitad de la historia. OK, protejamos.
– ¿Por qué las elites no prestaron atención a ese consejo?
— Una razón es que las principales exportaciones de América latina eran productos primarios manejados esencialmente por oligarquías. Esas oligarquías no tenían interés en modificar el patrón de exportación. De hecho, alguien dijo que Sudamérica es “el Estados Unidos donde el Sur ganó la Guerra Civil”. En los Estados Unidos, el Norte industrial ganó la guerra al Sur agrícola, latifundista y librecambista. Otro problema es que los países latinoamericanos confiaron mucho en las corporaciones multinacionales y, éstas tienen muy poco interés en desarrollar una capacidad exportadora porque tienen una estrategia mundial y su país puede o no ser una plataforma de exportación.”
Comentario de parvulesco (17/06/2013 21:40):
Osti, Stan, estoy llorando. Sabía que La riqueza de las naciones es precisamente un ataque al mercantilismo británico que se practicaba entonces, pero da gusto ver una respuesta histórica al falso relato del libre comercio. Ayer le compré el libro de Ha-Joon Chang a mi novia en un arrebato de amor.
Al fin y al cabo, mola ver que lo que USA quería para Japón en la post-guerra es lo mismo que quería el UK para sus colonias años antes – el liberalismo como el instrumento ideológico del colonialismo, consenso de Washington, el café de Colombia, etc. Los efectos del NAFTA o el euro son ahora ya muy claros, pero a veces olvidamos que históricamente el liberalismo siempre ha tenido el mismo resultado.
En el caso español, el Plan de Estabilización de 1959 implicó liberalización, claro, pero por ejemplo el modelo de la construcción fue muy intervencionista a partir de subsidios a la construcción de casas en propiedad. La cultura del pelotazo está un poco lejos de lo que pedía Adam SMith.
El modelo español en esa línea sería la de especialización en ladrillo y turismo bajo el control de las hordas peperas, la Florida de Europa para cobijar a los retirados trabajadores ultra-productivos en industrias de alta tecnología de Alemania.
Es interesante ver la resistencia a la especialización agrícola como un ejercicio de soberanía económica – la división del trabajo evoluciona y todos quieren quedarse el puesto de mánager. Diversificación e integración vertical del capital.
Comentario de Otto von Bismarck (18/06/2013 11:02):
Se están moviendo por por terrenos resbaladizos, a mi juicio han caído en la Texas sharpshooter fallacy (quiero usar términos en inglés como parvulesco, que queda glamuroso).
http://en.wikipedia.org/wiki/Texas_sharpshooter_fallacy
Hay dos debates distintos. El libro y su teoría, que es chachipirulesco (les animo a leerlo) y que como decía eye al principio, ha sido usado de forma torticera como con tantos otros autores, y la aplicación real del liberalismo a nivel macro que en ocasiones ha hecho mucho daño. Yo este tipo de debate lo he tenido con mucha gente hablando del comunismo. En esos debates sobre la hidra marxista decía que si siempre que se ha aplicado ha salido mal, entonces no se puede hablar de que el sistema sea muy erótico aunque lo parezca en teoría. Por coherencia ahora tengo que hacer algo parecido, pero con una salvedad notable. Ustedes apuntan a los tiros errados pero obvian interesadamente los aciertos. Stan, ¿de verdad cree que un país como China que está alcanzando ahora los 10 000 $ de renta se puede comparar con Europa y decir que su sistema es mejor? Así, tan tranquilo, el state capitalism gana. ¿Entramos a mirar como funcionaba el resto de la economía en el resto de sectores que no eran estratégicos?, nuestro análisis es muy de brocha gorda. Lo de parvulesco con el plan de estabilización ya es directamente indefendible. Según su propio argumento, fue el dirigismo estatal el que puso los polvos de los que vendrían estos lodos. Redacte ese párrafo otra vez o no le entiendo.
El propio Adam Smith, como cito en el artículo, a propósito de la Ley de Navegación decía que estaba bien proteger un sector si en eso iba el interés de la nación “la defensa antes que la opulencia”. Pero no veo qué coño tiene eso que ver con dar subsidios a la industria del automóvil porque (siempre según los estudios de la industria del automóvil) genera beneficios. ¿Y el coste de oportunidad? ¿De verdad ese dinero que se dedica a que alguna gente en la industria del automóvil -o del carbón- viva muy bien no se podría dedicar a otra cosa que mantuviera más trabajo productivo? ¿No será que hay unos empresarios muy listos que están capturando rentas? ¿Podría pasar eso si compitieran de verdad? Yo no niego sus premisas de que a veces el estado es la mejor opción ante la empresa privada. Pero ustedes parecen negar la evidencia inversa mirando solo los casos chungos en lugar de ver la amplia muestra de finales felices que también existe. ¿Han leído alguna de las entradas de Fedea sobre las subvenciones a las líneas aéreas?
Por último, parvulesco, asegurar la soberanía alimentaria es excelente, lo que no es excelente es seguir pagando a productores cuando produces aproximadamente el 110% de tus necesidades de casi todo y ese excedente lo usas para hundir los mercados de muertos de hambre que serían competitivos si tú no subvencionaras lo tuyo.
Comentario de Mauricio (18/06/2013 11:45):
“De volver a vivir, lo haría por lo legal. Aprendí demasiado tarde que necesitas exactamente el mismo cerebro para ganar un millón con el crimen que para ganar un millón honradamente. En estos días, te postulas para un puesto y obtienes una licencia con la que robarle al público. Si pudiera vivir de nuevo, me aseguraría de conseguir esa licencia antes que ninguna otra cosa”.
Lucky Luciano, ese liberal.
Comentario de Stan (18/06/2013 13:50):
Bueno, yo no estaba afirmando que el sistema chino sea mejor que el nuestro, sino que el modelo de DESARROLLO económico chino es más acertado que el que predican los librecambistas para los países en vías de desarrollo. Con el 1-0 me refería sólo a esta partida: en los últimos 20 años, China, país corrupto saltándose la ortodoxia económica, ha estado más Bahrein que nosotros, con nuestro colapsito financiero global de nada (o el fracaso de nuestra bien diseñada Eurozona). De hecho, China es el contraejemplo con el que Fukuyama intenta desmontar los argumentos de Acemoglu & Robinson en “Why Nations Fail”.
Lo que sí afirmo es que la INMENSA mayoría de países no ha llegado a la prosperidad gracias al libre comercio, como vende el discurso neoliberal, sino a través de la industrialización. Industrialización más fácilmente alcanzable utilizando cierto grado de proteccionismo… (no hablo de autarquía, que la idea es acabar exportando).
Y esto no sólo lo digo yo o Ha-Joon Chang, también Dani Rodrik lleva años explicando lo mismo, apoyado en estudios empíricos:
http://online.sfsu.edu/jgmoss/PDF/635_pdf/No_17_Rodrik.pdf
“The Asian experience highlights a deeper point: A sound overall development strategy that produces high economic growth is far more effective in achieving integration with the world economy than a purely integrationist strategy that relies on openness to work its magic. In other words, the globalizers have it exactly backwards. Integration is the result, not the cause, of economic and social development.”
“Do lower trade barriers spur greater economic progress? The available studies reveal no systematic relationship between a country’s average level of tariff and nontariff barriers and its subsequent economic growth rate. If anything, the evidence for the 1990s indicates a positive relationship between import tariffs and economic growth [SEE CHART BELOW]. The only clear pattern is that countries dismantle their trade restrictions as they grow richer. This finding explains why today’s rich countries, with few exceptions, embarked on modern economic growth behind protective barriers but now display low trade barriers. ”
Ahora bien, que en el pasado la prosperidad se haya alcanzado así, no quiere decir que en el futuro o la actualidad la receta siga funcionando igual, como reconoce Rodrik en “No More Growth Miracles”:
http://www.project-syndicate.org/commentary/no-more-growth-miracles-by-dani-rodrik
“But this time-tested recipe has become a lot less effective these days, owing to changes in manufacturing technologies and the global context. First, technological advances have rendered manufacturing much more skill- and capital-intensive than it was in the past, even at the low-quality end of the spectrum. As a result, the capacity of manufacturing to absorb labor has become much more limited. It will be impossible for the next generation of industrializing countries to move 25% or more of their workforce into manufacturing, as East Asian economies did.
Second, globalization in general, and the rise of China in particular, has greatly increased competition on world markets, making it difficult for newcomers to make space for themselves. Although Chinese labor is becoming more expensive, China remains a formidable competitor for any country contemplating entry into manufactures.
Moreover, rich countries are unlikely to be as permissive towards industrialization policies as they were in the past.” …
Comentario de parvulesco (18/06/2013 18:29):
Herr Otto,
me perdí un comentario anterior donde me respondía, mis disculpas.
En todo caso, por lo que respecto a la política de vivienda y construcción, el Ministerio de Vivienda que nace en 1957 se pone directamente a subvencionar la construcción de casas en propiedad a fondo perdido, cuando antes al menos daba créditos ventajosos. Cuando España se liberaliza, la figura del promotor profesional que vende casas como mercancía ya existe y está consolidada.
Creo que no es hasta los ochenta que se cambia el modelo de subvención pública por el de crédito hipotecario privado, pero se sigue el mismo modelo a pies juntillas.
Con la des-industrialización de los ochenta a la banca sólo le queda el sector de la construcción donde invertir y por eso la “libre circulación de capitales” que inicia la entrada en la UE propicia una desregulación de facto que nos peta con una burbuja y la entrada al euro pues exactamente lo mismo.
Entiendo que inicialmente hace falta una fase de protección de la industria doméstica para que se desarrolle y cuando ya está potente y puede competir en igualdad de condiciones pues te liberalizas y ya está. Si liberalizas antes tu industria es incapaz de competir con la internacional y se disuelve tal azucarillo, absorbida por las empresas internacionales que tienen intereses tangenciales en el país, si quieren la desmantelan. Si te integras en el libre comercio como economía subordinada, en plan España en Europa, al final el centro te obligará a especializarte en alguna tontería, en seda, en turismo, en café, etc. La emigración española que ahora lo peta es parte del mismo proceso de integración de capital, porque la especialización de España en turismo no puede dar trabajo a esa gente.
Comentario de Otto von Bismarck (19/06/2013 10:55):
Sinceramente, la mejor estrategia para desarrollar un país la desconozco. El tema de la política industrial a la hora de crear clusters que no se formarían espontáneamente creo que se inclina más a favor del dirigismo que del libre mercado. Pero en sus ejemplos ustedes mismos afirman que eso son como las ruedecitas que se les ponen a las bicis de los pequeñajos para que aprendan, algo temporal que al final hay que quitar para seguir creciendo. Pero yo que no sé teoría de juegos, esto del proteccionismo lo veo un poco como el dilema del prisionero. Si tu proteges tu industria y los demás te abren sus mercados haces un epic win. El problema es que si todos protegen su industria no existe mercado al que exportar y todos acaban siendo mas pobres que si los países cooperan y se abren sus mercados recíprocamente.
Una cosa es el colapso de la unión monetaria, pero no creo que ninguno de ustedes plantee que aumentaría nuestro bienestar volver a poner fronteras internas en la UE y ponernos aranceles unos a otros. El principal problema que yo le veo a los tratados de libre comercio no es el libre comercio en sí. Sino que los países lo imponemos solo en aquello que nos interesa manteniendo protegidos los sectores en los que los muertos de hambre podrían barrernos.
En fin, me parece que este debate está ya agotado por mi parte. Gracias por comentar y esas cosas. Solo quiero añadir un par de cosas. La primera es que el hipervínculo al artículo de España invertebrada del principio del artículo lo añadió Guillermo, no lo hice yo para darme autobombo, pero ¡debí haberlo hecho! La segunda es que como imagen de un artículo titulado “La riqueza de las naciones” yo habría puesto una foto de tías buenas en bikini.
Reciban mi amor incondicional